Abril – Junio 1978

Sabado 01 de abril
Como todos los primeros de mes prediqué la Hora Santa y celebré la Santa Misa en el Hospital de la Divina Providencia. Después de la Misa hubo una audiencia que habían pedido de parte de la Confederación de Colegios de la Arquidiócesis, la Directora del Colegio de la Asunción, Sor Inés, y del Colegio del Sagrado Corazón, Madre Nelly Rodríguez.

Me informaron que habían estado reunidos el día anterior y ese mismo sábado para ver la posibilidad de manifestarse en solidaridad con los campesinos de San Pedro Perulapán y como solidaridad también a los llamamientos que hace el Arzobispado pidiendo una información verídica y otras cosas en favor de los campesinos de aquel lugar.

Les manifesté mis dificultades, sobre todo, que la fueran a confundir, esa manifestación de solidaridad cristiana, evangélica, con la huelga que también está propiciando para esos mismos días la Asociación de maestros ANDES y que no fueran a ser manipulados por la ANDES los colegios católicos.

Me expresaron que ellos habían considerado este riesgo y que había también dificultades en el seno de la Confederación porque no todos estaban de acuerdo. Yo les dije que los dejaba a su criterio y que les agradecería que no comprometieran mi nombre en esta discusión.

Después fueron a sesionar más noche y no supe, ese mismo día, cuáles fueron los resultados de sus deliberaciones.

Domingo 02 de abril
A las ocho, como de costumbre, celebré la Santa Misa en la Catedral siempre abarrotada de fieles que acuden hasta desde el parque de enfrente. Leí, con pequeños comentarios, el comunicado del Arzobispado que se refiere a los acontecimientos de San Pedro Perulapán y que se puede leer íntegro en el archivo.

Y el núcleo principal de mi pensamiento fue en torno de las lecturas bíblicas con este tema: “Cristo resucitado vive y vive en su comunidad de cristianos en esta tierra”.

Expliqué las características del Cristo resucitado como lo confesó Santo Tomás: Señor y Dios, mensajero y artífice de la redención de los hombres; su saludo de paz es la síntesis de ese regalo que el Padre nos mandó en Cristo, la salvación. Lo presenté también, al resucitado, como el objeto de nuestras esperanzas en la Iglesia peregrina, anhelando el encuentro con ese Cristo que ha de volver. Y en mi segundo pensamiento expliqué las características de esta comunidad cristiana que en el mundo lleva el espíritu de Cristo. El evangelio nos cuenta como Cristo resucitado envió a la Iglesia, así como el Padre lo había enviado a él; y que soplando sobre la nueva Iglesia, como Dios en el paraíso sobre el barro de Adán, le inspiró la nueva vida que la Iglesia tiene que llevar al mundo: “recibid el Espíritu Santo”. Las características de la comunidad están en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles donde el libro dice que aquella multitud llevaba una vida común, era una comunidad donde abundaba la oración, se reunían en la fracción del pan y vivían la gran esperanza. Estas fueron, pues, las ideas de como debe ser la Iglesia, la comunidad que sigue a Cristo y que es presencia de Cristo en este mundo, misión salvadora de Cristo. Una comunidad de vida que va creciendo y es una comunidad donde la vida encuentra la salvación. Así dice el libro de los Hechos: “… iba aumentándose por parte de aquellos que debían salvarse”. Comunidad de vida también que manifestaba su comunión participando mutuamente los bienes de Dios, hasta los bienes naturales se ponían al servicio de todos. Comunidad de vida por su buena fama que crecía, con una autoridad que eran los apóstoles. Pero, en segundo lugar, principalmente era una comunidad de fe, y ésto es lo que distingue a la sociedad Iglesia de cualquier otra sociedad o agrupación u organización humana. Llamé mucho la atención sobre ésto para no confundir a la Iglesia con otros organismos y atribuírsele a ella las falsas calumnias que ahora se le están atribuyendo como autora de violencia. Les dije que esta comunidad en la fe y en el Espíritu tenía que ser una comunidad en la obediencia a la doctrina de los apóstoles, una comunidad de oración y una comunidad que se alimenta con los signos sacramentales; y finalmente, una comunidad escatológica que vive, pues, la esperanza de un más allá.

A las tres de la tarde asistí a la invitación que me habían hecho las Hermanas Salesianas en el Colegio María Auxiliadora, donde tienen su oratorio festivo para muchachas. Se había preparado una confirmación de jóvenes y la Misa resultó muy hermosa. El canto vibrada con un entusiasmo único. A la hora del evangelio les expliqué aquel soplo de Jesús a la comunidad: Era el Espíritu de Dios que se daba a los que creyeran en Jesucristo. Les expliqué la confirmación, el sentido, el rito. Y les administré este sacramento del Espíritu Santo. Eran como cuarenta jóvenes preparadas para esta tarde con el sacramento de la confirmación.

Por la noche, a las seis y media, en la Colonia Miramonte, en la Iglesia Parroquial de la Resurrección -es la fiesta patronal de esta parroquia que lleva el título de la Resurrección del Señor- la comunidad parroquial asistía muy numerosa, llenaba la Iglesia; los padres agustinos y otros padres de la vicaría de esa zona de la Ciudad, concelebramos la Santa Misa.

Prediqué el Evangelio, hice alusión a la tumba vacía de Jesucristo resucitado y a la tumba cerrada del Padre Alfonso Navarro que el año pasado, precisamente en esta fiesta, había mostrado todo su entusiasmo de párroco con una parroquia que es testimonio de la Resurrección de Cristo. Su tumba cerrada, después de haberlo asesinado, uno de los dos sacerdotes que cayeron muertos por las balas el año recién pasado. Esa tumba cerrada podía significar como un fracaso de la redención y de la resurrección de Cristo y, sin embargo, era el signo de una esperanza; nuestros muertos han de resucitar y las tumbas de nuestros muertos que hoy están selladas con el triunfo de la muerte, un día serán también como la de Cristo: Tumbas vacías. La tumba vacía de Cristo es una evocación al triunfo definitivo, a la redención consumada. Mientras tanto, hay que luchar, hay que trabajar para que el mensaje de esa tumba vacía de Cristo ilumine de esperanza todo nuestro trabajo en la tierra hasta la consumación de la redención del Señor.

Después de la Misa, la Comunidad Parroquial de Miramonte había preparado una merienda en la que todos los que estaban en Misa participaron. Una experiencia preciosa de sentido familiar de la parroquia. Los padres agustinos que presiden esta parroquia son dignos de elogio porque han trabajado con entusiasmo y siguen trabajando una comunidad parroquial modelo.

Lunes 03 de abril
La Conferencia Episcopal de El Salvador convocó a una reunión de urgencia. Mi primer intento fue no asistir, puesto que, la invitación apenas me llegó la mañana del lunes. Sin embargo, aconsejado, asistí porque se trataría el tema de la carta de los sacerdotes al Sr. Nuncio, y podría, así, presente, dar una opinión que defendiera a los sacerdotes.

Efectivamente llegué a la reunión y vi que todo venía preparado. El telegrama de Mons. Rivera anunciando su ausencia por una reunión en Guatemala y pidiendo que se esperara ya que el tema necesitaba el pleno de la reunión de Obispos no fue atendido, a pesar de que yo amparé esta petición de Mons. Rivera. Votando, naturalmente, cuatro Obispos contra mi voto solo, se hizo la reunión. También reclamé de que el documento al cual se referían, ya venía trabajado. Me dijeron que siempre se presentaba un documento de base, pero vi que aquello no era sólo un documento de base, puesto que no se discutió, sino que ya se comenzaba a firmar, a pesar de decir yo mis razones en contra.

Mis razones eran estas: Los Sacerdotes han dirigido una carta al Sr. Nuncio; lo que corresponde aquí es que el Sr. Nuncio invite a los sacerdotes a dialogar. Otra razón es que, en el documento de los Obispos contra los sacerdotes se acusa como una falta contra la Santa Sede. Yo distinguí entre la Santa Sede, principalmente la figura del Papa con el cual estos sacerdotes se sienten unidos por la fe, y la figura del Nuncio que representa al Papa y que no siempre lo representa nítidamente. Evoqué a este propósito varias cosas que aquí y en Guatemala han hecho del Sr. Nuncio una figura poco deseable. Otra razón es que debía de analizarse el documento mismo de los sacerdotes, en el cual no hay que fijarse sólo en la redacción o expresiones inadecuadas, sino en los hechos de que acusan al Nuncio, como poco testimonio cristiano. Que no se debía de acusar a los sacerdotes sin oirlos, que me parecía que publicar este documento era fomentar una división entre los obispos, puesto que yo no estaba dispuesto a firmar.

A pesar de todas estas razones el documento ya estaba siendo pasado para que lo firmaran los cuatro Obispos: Mons. Aparicio, Presidente de la Conferencia; Mons. Barrera, Obispo de Santa Ana; Mons. Alvarez, Obispo de San Miguel y Mons. Revelo, Auxiliar de San Salvador.

El documento quedó aprobado y yo fui objeto de muchas acusaciones falsas de parte de los Obispos. Se me dijo que yo tenía una predicación subversiva, violenta; que mis sacerdotes provocaban entre los campesinos el ambiente de violencia y que no nos quejáramos de los atropellos que las autoridades andaban haciendo. Se acusaba a la Arquidiócesis de interferir en las otras diócesis provocando la división de los sacerdotes y el malestar pastoral de otras diócesis. Se acusaba al Arzobispado de sembrar la confusión en el Seminario y que era urgente que saliera del edificio de San José de la Montaña el Arzobispado de San Salvador. Y otra serie de acusaciones calumniosas y falsas a las cuales preferí no contestar.

Ha sido un día amargado por esta circunstancia y lamentando que, la división en el episcopado se aumenta con este paso que me apareció poco prudente.

Martes 04 de abril
En lo personal estoy dándole gracias a Dios porque este día cumplo treinta y seis años de haber sido ordenado sacerdote en Roma.

Se celebró la reunión del clero. El tema de estudio fue “Comunidades de Base”. Lo presentó el Padre Jesús Delgado, Orientándolo a la consulta de la Congregación Episcopal Latinoamericana de Puebla para el próximo octubre.

La segunda parte fue la exposición, la información de los acontecimientos de la Semana Santa y de Pascua en San Pedro Perulapán y en otras regiones de nuestra Arquidiócesis, donde la represión gubernamental ha tenido muchas cosas que han atropellado la tranquilidad de aquellos cantones y la dignidad de los derechos humanos.

Por nuestra parte hemos publicado un comunicado comentando esta situación y solidarizándonos con el pueblo que sufre.

Algunos párrocos trajeron catequistas, campesinos que han vivido estas horas trágicas de una Semana Santa terriblemente sangrienta y represora.

Se aprobó enviar de parte de todo el clero y de todas las religiosas ahí presentes un voto de solidaridad con el Arzobispo a Roma en contraposición al documento de los Obispos que ofendieron en su reunión, al Arzobispo de San Salvador y lo han descalificado con su pronunciamiento que ha de ser publicado.

Por la tarde, entrevista con un periodista sueco y dialogó con el Padre Jesús Delgado, Acerca de muchos tópicos del episcopado y de la Arquidiócesis.

Miércoles 05 de abril
Como todos los miércoles tuvimos el desayuno de estudio con representantes del Senado Presbiterial y miembros de la Comisión Justicia y Paz. La consulta de hoy versó principalmente sobre la publicación de los Obispos en adhesión al Sr. Nuncio Mons. Gerada, por una carta que le dirigieron algunos sacerdotes y religiosas haciéndole ver un anti-testimonio cristiano que ven en sus actuaciones. Los Obispos, en la publicación, se muestran solidarios con el Sr. Nuncio y ofenden un poco a los sacerdotes. Yo expliqué en la consulta mi opinión al respeto ante los obispos, razón por la cual no firmé ese pronunciamiento.

Mis razones eran estas: En primer lugar, porque la reunión del lunes 03 de abril convocada urgentemente por la conferencia no me pareció correcta, no estaba presente Mons. Rivera, Obispo de Santiago de María, y a pesar de que en su telegrama pedía que se le esperara, no se quiso atender, sino que se hizo una votación contra esa petición. Por mi parte, estuve de acuerdo con la petición de Mons. Rivera y di mi voto a su favor. Pero como los cuatro restantes querían la reunión, mi voto salió muy pequeño en comparación de ellos cuatro que eran Mons. Aparicio, Mons. Barrera, Mons. Alvarez y Mons. Revelo. En segundo lugar, yo pedía que discutieran la conveniencia, la oportunidad de publicar en estos momentos tan propensos a la división un pronunciamiento que dividiría más la opinión de nuestra Iglesia y que los Obispos resultarían muy mal parados en el ambiente. Mons. Revelo dijo, contestó, que no le importaba el ambiente, sino el cumplimiento de su deber. Otra razón mía, era que antes de dar un pronunciamiento contra los sacerdotes me parecía justo oirlos en diálogo y si era posible, presente también el Sr. Nuncio para que ahí se aclararan primero las cosas y tal vez no era necesario proseguir adelante. Otra razón mía era que un análisis desapasionado de la carta de los sacerdotes y de las religiosas al Sr. Nuncio, tal vez no la encontraba tan digna de esta condenación, ya que había que analizar los hechos a que se refiere esa carta, hechos que más bien invitan al Sr. Nuncio a reflexionar para dar un testimonio más cristiano y concretamente me refería a esos hechos, principalmente el caso de haber apoyado al Padre Esquivel sabiendo que estaba contra el parecer y la línea pastoral de su obispo.

Mons. Aparicio aprovechó esta ocasión para decir que lo que yo defendía en los sacerdotes contra el Nuncio era lo mismo que yo estaba haciendo con las diócesis de El Salvador, que mi predicación era violenta, subversiva, que estaba dividiendo al Clero y a las diócesis, que los sacerdotes ya miraban más hacia la Arquidiócesis que a sus propios obispos. Y no recuerdo cuantas acusaciones más a las que se adhirieron mis hermanos Mons. Barrera, que también llamó violenta a mi predicación; Mons. Alvarez que aprovechó para desahogar su inconformidad conmigo y lo más extraño, Mons. Revelo, nombrado recientemente mi auxiliar, también aprovechó para decir su inconformidad con mi línea, diciéndome que yo no era infalible cuando explicaba yo que mi línea era precisamente, la que trazaban los documentos del Concilio, documentos de las encíclicas recientes de los Papas y de Medellín. Según Mons. Revelo yo puedo equivocarme en la aplicación de esos documentos y que, por tanto, no había obligación de estar de acuerdo con esta línea. Preferí callar el resto de la reunión ya que el documento que se publicó solamente se leyó una vez y no se pidió ninguna aclaración, sino que se firmó bajo este apasionamiento, lo cual me confirmó en mis palabras que dije al principio: “Ya todo lo traen cocinado”.

Opinaron luego los consultores del desayuno de esta mañana y prefirieron que no se hiciera ninguna aclaración de mi parte, que ya la falta de mi firma entre las otras firmas de los Obispos era suficiente testimonio y que todo mundo comprendía que la carta publicada de los obispos en favor del Nuncio más bien despertaba la curiosidad de la carta que muchos no conocían y que así los obligarían a ver que piensa el Clero del Sr. Nuncio y también que la misma carta está muy mal hecha, incluso alude acá a acusaciones personales de los sacerdotes que no vienen al caso y que la misma carta más bien contribuye a difamar al Sr. Nuncio y a la misma jerarquía. “Es una lástima -dijeron- que ésto vaya a contribuir a dividir más a los católicos como ya están divididos, pero acentuarles más en su división”. Y si alguna aclaración yo quería hacer, fuera más bien escribir a la Conferencia Episcopal con copia al Nuncio y a la Santa Sede acerca de la razón de por qué no firmé y explicar ahí la descripción que hice de cómo se llevó a cabo este procedimiento. Lo mismo se pedirá a Mons. Rivera, que escribiera otra carta manifestando su inconformidad con la reunión en que se acordó dirigir esta carta de apoyo al Sr. Nuncio.

Después de la reunión, esta mañana a las nueve, estuve en el Externado San José en el Departamento del Socorro Jurídico donde estaban reunidos varios abogados y estudiantes de derecho para firmar la solicitud de Amnistía que luego llevaron a la Asamblea Legislativa en favor de los hombres y mujeres procesados con ocasión de los acontecimientos de San Pedro Perulapán.

Me dio mucho gusto que con esta ocasión abogados y estudiantes de derecho estrecharon más su deseo de mantenerse unidos, de reunirse frecuentemente, de estudiar juntos asuntos jurídicos y apoyar las necesidades de nuestro pueblo, principalmente de los pobres. Concretamente prometieron estudiar y analizar la Ley de Orden Público, y probar su anticonstitucionalidad. Se reunirán el próximo lunes a las siete de la noche en el mismo local para acordar de ahí en adelante la frecuencia de sus reuniones y la manera de su trabajo.

Después en el Arzobispado ha habido una serie de audiencias muy interesantes como la del grupo misionero Ricaldone en que están incorporados varios alumnos de dicho Instituto salesiano y alumnas del Colegio de la Asunción.

También llegó la Madre Lidia Valle, que hoy es Vicaria de la Congregación de Oblatas al Divino Amor, y me manifestó varios problemas de la misma Congregación.

Otra entrevista fue con el Ing. Galván que colabora ejemplarmente en la organización de la Curia diocesana. Me expresó varias circunstancias poco edificantes de la Comisión de Cáritas, lo cual tendremos que verlo más detenidamente, lo mismo que de algunos proyectos acerca de la comunicación social del Arzobispado. Parece que nuestro programa de la YSAX es bastante difundido, pero no lo suficiente para saturar este ambiente que va cundiendo contra la Iglesia; según él hay que insistir en programas pequeños, cuñas, con frecuencia, durante el día para que penetren en aquellos ambientes que no oyen expresamente los programas largos y que tienen una idea errónea, adversa a nuestra Santa Iglesia.

Este día apareció en los periódicos la carta que los Obispos, Mons. Aparicio, Barrera, Alvarez y Revelo; dirigen al Sr. Nuncio protestando contra los sacerdotes que le escribieron al Sr. Nuncio reclamándole una posición más evangélica. La carta publicada ha producido un ambiente muy desagradable contra los Obispos ya que se considera como una imprudente manifestación de desunión, pues en esa carta no firma Mons. Rivera que no estuvo en la reunión, ni yo que no estuve de acuerdo en esa publicación.

Como de costumbre, también este miércoles dirigí, a través de la radio, la entrevista que versó principalmente sobre los acontecimientos de San Pedro Perulapán y sobre algunas preguntas que hacen los oyentes de YSAX.

Jueves 06 de abril
Después del desayuno salí con el Padre Leopoldo Deras para San Juan Opico donde di posesión de la Parroquia al Padre Jorge Salinas que estaba en Tacachico. Tendrá que administrar ahora las parroquias de Opico y Tacachico. Después de la misa de la toma de posesión tuvimos una interesante reunión con los catequistas, celebradores de la Palabra y demás colaboradores de la vida parroquial en aquella ferviente Parroquia de San Juan Opico. En lo personal sentí una emoción especial al encontrarme en el pueblo natal de mi Obispo Mons. Juan Antonio Dueñas y Argumedo y de mi hermano en el sacerdocio, gran amigo y compañero, Mons. Rafael Valladares, que murió como Obispo Auxiliar de San Salvador.

Después fuimos a San Rafael Cedros donde el Padre Deras tenía reunida una inmensa cantidad de gente desde la entrada hasta la Iglesia. Celebré en la Iglesia la confirmación de unos cuarenta niños, ceremonia que se hizo dentro de la Misa y en la cual todos los asistentes renovamos nuestros compromisos de confirmados.

Me entrevisté también con los grupos de comunidades eclesiales de base y con la Academia de Costura, que allá en San Rafael Cedros está produciendo muchos frutos.

Y por la tarde, después de San Rafael Cedros, nos fuimos a Santiago de María donde conversé con Mons. Rivera, sobre todo, sobre el desagradable incidente de la publicación de la carta de los Obispos al Sr. Nuncio. Este y otros temas que nos preocupan mucho como pastores en este ambiente de desunión de la Conferencia Episcopal, nos llevaron a compartir casi una hora de conversación y después nos invitó a la cena y regresé ya muy noche. Para colmo se fue una llanta en el camino y llegamos como a las once de la noche a mi residencia.

Viernes 07 de abril
Entre las muchas visitas que llegaron al Arzobispado quiero destacar la de los Padres Paulinos, que están reunidos de todas las casas de Centroamérica, para manifestarme su solidaridad y ofrecerme sus oraciones en este servicio tan difícil de la Arquidiócesis.

También un grupo de alumnas, con un profesor, que llevaban grabadoras para entrevistarme sobre varios puntos en referencia a la situación de la Iglesia en el país y de su misión en medio de nosotros. Las jóvenes se mostraron muy interesadas en preguntas que hoy están en la preocupación de muchos salvadoreños. Con la gracia de Dios, creo que respondí y pude dejarles el mensaje de la Iglesia a ese grupo juvenil.

El almuerzo fue donde Don Pepe Simán donde estuvo también un señor inglés, el Señor Julián, que traía una carta y un saludo especial del Cardenal de Inglaterra, mostrándome una solidaridad muy pastoral, muy cariñosa que ha sido para mí una palabra de mucho estímulo. Le devolví al Sr. Cardenal de Inglaterra un abrazo fraternal, un agradecimiento y una promesa de escribirle muy pronto. Se me ofreció, que en junio posiblemente, pudieran tener la oportunidad de ir a hablar a Inglaterra y recorrer otros países de Europa presentando la situación de nuestra Iglesia. La conversación con este católico que ha recorrido muchos países de América Latina y que conoce todos nuestros problemas me dio mucho ánimo, mucha orientación, porque así como mi situación es muy difícil en El Salvador, me dijo que había Obispos en diversos países de América Latina en situaciones muy parecidas porque ni sus hermanos Obispos ni el ambiente les comprende muchas veces, ese compromiso que el Evangelio y la doctrina actual de la Iglesia pide a sus pastores. Espero, pues, ser fiel, a esta doctrina y pido por todos aquellos hermanos Obispos que están en estas mismas difíciles situaciones.

Desde las cuatro de la tarde hasta como a las seis y media o las siete, estuve con los seminaristas mayores de la Arquidiócesis dialogando sobre diversos tópicos y terminamos con la Santa Eucaristía en que reflexionamos a la luz de la Palabra de Dios.

Por la noche, finalmente fui al Colegio de la Asunción, donde religiosas de la Asunción de Guatemala, Nicaragua y El Salvador han estado reunidas durante esta semana para revisar sus trabajos y el espíritu de su Congregación en sus comunidades. Después de la misa, celebrada con mucha devoción, tuvimos la cena en que compartimos conversando sobre las situaciones de estos tres países hermanos, Guatemala, Nicaragua y El Salvador.

Sabado 08 de abril
Visita al pueblo de Dulce Nombre de María, en el departamento de Chalatenango, de acuerdo con las religiosas Oblatas al Sagrado Corazón que trabajan en aquella población y tienen algunos problemas locales. Sin embargo, mi llegada allá y mi visita fue un acontecimiento que me emocionó mucho: El encuentro en el pueblo, la celebración de la Santa Misa, la reunión que luego tuvimos con celebradores de la Palabra, catequistas y demás fuerzas vivas de la Iglesia. Es una comunidad que dá verdadera ilusión, una comunidad viva. Estuvieron presentes también las Hermanas Carmelitas Misioneras y miembros de la comunidad vecina de La Laguna, también en el departamento de Chalatenango. Estas comunidades también participaron en la reunión que tuvimos para terminar esta visita, poco antes del almuerzo.

Me dio la impresión de que el problema de las hermanas con algunas personas de la población quedó resuelto automáticamente dado el entusiasmo que todos los otros católicos de la población y de los cantones manifestaron en apoyo de las hermanas que habían hecho esta convocatoria.

Un detalle desagradable a la entrada del pueblo fue la pose agresiva de un guardia nacional que solamente se retiró del centro de la calle cuando iba llegando ya cerca la muchedumbre que me acompañaba en el encuentro. Noté el asombro, sobre todo en los niños, ante aquel gesto y pude concluir fácilmente como están sembrando eso que llaman allá en Dulce Nombre de María, “una guerra psicológica”. Esto se nota en la gente que llegaba de los cantones, como un temor, máxime que habían regado la noticia de que yo iba a llegar con algunos guerrilleros y trataban de disuadir a la gente que no fueran a participar en la ceremonia y en las reuniones que habíamos preparado.

Domingo 09 de abril
La Misa de costumbre a las ocho, en Catedral, con homilía sobre el tema de la fiesta o del misterio Pascual. Remontándome a los orígenes Israelitas de la fiesta de Pascua y cómo Cristo, en una Pascua, realizó la redención lo cual le dá al misterio de la muerte, de la resurrección y ascensión de Cristo el nombre de misterio Pascual que pasa a ser la Pascua Cristiana. Y en las lecturas del día encontraba estas características del misterio Pascual: Un misterio de liberación. Cristo en su misterio Pascual nos redime del pecado, de la muerte, del infierno y de cualquier otra esclavitud. Hice notar que la liberación cristiana es más completa y más profunda que cualquier otra liberación de tipo meramente político, social o económico.

La segunda nota que destaqué fue la sacramentalidad, sacramento, la Iglesia de Cristo; y por tanto, una presencia oculta del Señor, pero verdadera presencia con todas sus gracias y sus fuerzas redentoras en la Iglesia. El pasaje de los discípulos de Emaús señala este carácter oculto de Cristo, pero presente en la peregrinación de los hombres.

El tercer carácter de nuestro misterio Pascual es su sentido comunitario, eclesial; es un misterio que da origen a una Iglesia que es comunión. Y finalmente, el carácter escatológico. En las lecturas de este domingo este sentido escatológico es notable cuando Cristo reprende a los discípulos de Emaús que iban tristes porque esperaban una liberación muy temporalista y él les enseña a través de los profetas que era necesario padecer y entrar así en la gloria, la meta definitiva de la liberación cristiana.

La Catedral parecía hoy más llena que los domingos anteriores.

Por la tarde, invitado por la Parroquia de la Divina Providencia, en la Colonia Atlacatl, fui a celebrar la Santa Misa y a compartir la celebración del aniversario de la Legión de María en aquella parroquia que tienen a su cargo los Padres Redentoristas.

Lunes 10 de abril
Como todos los lunes he dado preferencia a las entrevistas con los sacerdotes. Conversé con el Padre Palacios quien me informó de su trabajo en las comunidades eclesiales de base y el trabajo de orientar hacia una pastoral de conjunto en la ciudad de Santa Tecla. Las noticias son muy consoladoras y espero que esta difícil tarea caminará, si confiando en el Señor trabajamos por la unificación de los diversos sectores de aquella parroquia o de aquellas parroquias que están bastante bien dotadas de sacerdotes, religiosas, colegios católicos y seglares también ya promovidos.

Con el Padre Rafael Moreno también tratamos problemas de la comunicación social de la Arquidiócesis. Me visitó el Padre Abdón Arce, de la Diócesis de Santiago de María, para invitarme a su cuarenta aniversario de ordenación sacerdotal.

Por la noche, interesante entrevista con el Padre Hernández Pico con quien estamos preparando una pastoral sobre fe y política, en la que está trabajando todo el equipo de consulta con quienes nos reunimos semanalmente. Además del trabajo de la pastoral, hablamos de temas muy importantes de la pastoral en nuestra Arquidiócesis y en América Latina en general, sobre todo en su perspectiva hacia la Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana de Puebla.

Martes 11 de abril
Celebré por la mañana la Misa en el Colegio de la Asunción con las alumnas de bachillerato. Aproveché para presentarme y decirles que me alegraba de conocernos así personalmente, ya que ellas oían sin duda, las dos figuras que en San Salvador se hacen del arzobispo: Para unos, es el causante de todos los males, como un monstruo de maldad; para otros, gracias a Dios, para el pueblo sencillo, sobre todo, soy el pastor “y cómo quisiera que ustedes hubieran sido testigos de la acogida que dan a mi palabra, a mi presencia sobre todo en los pueblos humildes”. Me presentaba, pues, como pastor y les concreté a ellas el mensaje que voy diciendo por todas partes, aplicado, naturalmente, a ese ambiente del Colegio de la Asunción. Y así les hablé desarrollando estas tres palabras: La joven, la mujer, la cristiana; aprovechando cada calificativo de ellas para pedirles que fueran verdadera esperanza de la Iglesia, de su familia, de la patria. Según me contó después la Directora del Colegio, la Madre Inés, se comentaba muy bien y se había dejado buena impresión en el colegio.

Pasé luego a la casa del señor Rey Prendes, donde otros elementos del Partido Demócrata Cristiano me habían invitado para desayunar y platicar conmigo acerca de su perspectiva política de nuestra Iglesia. Fue un diálogo muy enriquecedor y donde tuve oportunidad de definir una vez más la misión de la Iglesia, la cual no puede confundirse de ninguna manera con el partido político, aunque busquen objetivos a veces parecidos como es la justicia social, la participación en política de todos los ciudadanos, etc.. Ellos me hicieron también algunas observaciones muy atinadas para una Iglesia que sea verdaderamente autónoma, independiente de todo color político.

En el Arzobispado encontré reunidos a los sacerdotes y laicos de la Vicaría de Cuscatlán y de la Comisión de Laicos para discutir la manera de entender mejor como Iglesia a ese sector del departamento de Cuscatlán que está siendo tan atormentado por los operativos militares, por ORDEN y por otras disposiciones políticas que tratan de reprimir toda manifestación que vaya contra el régimen imperante. Como misión de Iglesia se acordó desarrollar una campaña de pacificación de los ánimos y llevar también ayuda en una forma muy imparcial a todas las necesidades de aquel sector de la Arquidiócesis. Se aprovechará para organizar en todas las parroquias y pueblos y cantones las comisiones de socorro que pueden ser ya los principios de las comisiones parroquiales de Cáritas.

Por la tarde, representantes de la directiva de la Confederación de Colegios Católicos, me visitaron para informarme de la junta que tuvieron el sábado recién pasado, convocados por el Señor Obispo Presidente de la Comisión de Educación, Mons. Aparicio, el cual, según ellas, llevaba intenciones de quitar la actual Directiva y de llamar la atención por la carta que la Directiva de la Federación dirigió al Sr. Nuncio en el mismo sentido de la carta de los sacerdotes que piden al Sr. Nuncio una actitud más evangélica. Parece que la sesión fue muy tormentosa contra Mons. Aparicio, a quien se le hicieron reclamos muy serios de su actitud poco pastoral. Entre estas actitudes está la suspensión de diez sacerdotes por haber firmado la carta contra el Nuncio, suspensión que ha tomado mucho revuelo en todo el país, principalmente en la Diócesis de San Vicente.

Entre tanto, hubo también varias visitas de carácter particular que me ocuparon todo el día.

Miércoles 12 de abril
Además de las audiencias privadas, ha sido un día de mucha trascendencia, el desayuno de consulta con Justicia y Paz y con representantes del Senado Presbiterial. Resultó muy interesante teniendo como tema la confusión que se puede hacer de la Iglesia con el Bloque Popular Revolucionario. Dado que en el Seminario se han refugiado muchos del Bloque, en estas circunstancias de persecución, principalmente en el departamento de Cuscatlán. Se criticó que muchos del Bloque aprovechaban esta circunstancia para hacer del Seminario una especie de cuartel general de sus actividades. Se dijo que de la aglomeración reunida en el Seminario, los del Bloque habían planeado la ocupación de Catedral y la ocupación de las embajadas que ha llenado la noticia del día. Insistimos mucho pues, en clarificar esta posición de la Iglesia que siempre tiene la obligación de amparar a los que son perseguidos y ser voz de los que no tienen voz, pero tratando de distinguir bien su misión netamente de Iglesia de cualquier otro aspecto partidista, sobre todo, si tiene visos revolucionarios.

Se consultó también los rumores que se oyen de una comisión que irá a Roma a mal informar al Arzobispo con pretensiones de lograr su destitución. se aconsejó la utilidad de ir a Roma a informar personalmente, valiéndose de intermedios que conozcan bien aquel ambiente, y se mencionó concretamente la Casa Generalicia de la Compañía de Jesús, procurando también que haya otros religiosos y seglares que participen en este testimonio a favor de la pastoral de la Arquidiócesis y que neutralice las informaciones oficiales de la Nunciatura y las informaciones poderosas del sector del Gobierno y del capital.

Esta tarde pasé la mayor parte con el Seminario Menor, habíamos concertado una entrevista y resultó muy interesante, ya que, los jóvenes que se preparan para el bachillerato son jóvenes que aman mucho su vocación y están muy íntimamente unidos también con las preocupaciones del pueblo y de nuestra Iglesia. Al responderles a sus preguntas y sintetizar al final, tanto en la reunión como en la Santa Misa que tuvimos para terminar, les inculqué la belleza de una vocación vivida así como una obediencia al llamamiento de Dios, y por tanto, un esfuerzo por santificarse y vivir unidos con Dios y, por otra parte, desde Dios, desde esa contemplación de Dios, procurar reflejarse con el pensamiento de Dios hacia un pueblo tan complicado y difícil como es el que les tocará dirigir espiritualmente cuando sean sacerdotes, o aunque no lo sean, como seglares que tuvieron la oportunidad de formarse si quiera unos años en el seminario.

Por la noche tuvimos una revisión de las comisiones que han estado trabajando como información y como ayuda y socorro a los damnificados de la situación de Perulapán y del departamento de Cuscatlán. Resultó también una reunión muy animada en que sinceramente se reconocieron fallos, pero desde donde se proyecta un servicio de caridad, de justicia social a nuestra Arquidiócesis, aún cuando pase esta emergencia. Se habla ya formalmente de crear la Vicaría de la Solidaridad que por ahora no es más que un comité de solidaridad.

Este día también tuvimos una entrevista con los dirigentes del Bloque Popular Revolucionario y de parte de la Iglesia asistió conmigo el Vicario General, el padre encargado de la comunicación social y otros elementos laicos, sobre todo de la Comisión de Emergencia o de Solidaridad que trabaja en ese campo donde han surgido los problemas. Se trató de la ocupación de Catedral y de las embajadas, cuáles son sus finalidades y que respetaran la finalidad misma de la Iglesia de no confundir, aunque la Iglesia presta apoyo, no precisamente por ser Bloque Popular Revolucionario, sino porque ella, desde una perspectiva cristiana, de Buen Samaritano, ha procurado ayudar a todo necesitado, de cualquier color que sea, y que, en este sentido, se les suplicaba mantener y hacer mantener entre sus adeptos el respeto a la autonomía de la Iglesia y que de ninguna manera fueran a utilizarla para sus fines. Por su parte, la Iglesia prometía continuar ayudándoles a ellos y a todos los hombres que necesitaran en el atropello de sus derechos humanos. Concretamente, pedían el local de la Arquidiócesis para citar a los embajadores de las embajadas ocupadas, y se les aconsejó que primero acudieran a un ambiente diplomático, donde los diplomáticos, pudieran sentirse más a gusto. Y si ésto no lo lograban, que tenían, como servicio que siempre la Iglesia presta en forma imparcial, el local de la Curia diocesana para que pudieran efectuar el diálogo a que se referían.

Jueves 13 de abril
Está mañana los dirigentes del Bloque Popular Revolucionario esperan en el local del Arzobispado la respuesta de los embajadores de las embajadas ocupadas por el mismo Bloque, a fin de exponerles su situación, sus deseos, que se refieren principalmente a que influyan en el Gobierno para que retiren los operativos militares de sus cantones y poder regresar a sus casas y dedicarse al cultivo de sus tierras que ya es tiempo, ya que el invierno se acerca. Con ese mismo fin también han ocupado la Catedral; para llamar la atención de la población de la ciudad de San Salvador acerca de aquella situación, pedían también que hagan saber a sus gobiernos y, por medio de sus gobiernos, al mundo, esta situación salvadoreña. Por parte del Arzobispado, ya que ellos han pedido una mediación, se ha comprometido a representar a la Iglesia el señor Obispo Auxiliar, Mons. Revelo, quien según conversaciones telefónicas iba a estar presente a la luna de la tarde, hora en que se iban a reunir en el Arzobispado los embajadores con los representantes del Bloque.

La situación de los que han ocupado la Catedral es bastante difícil ya que la Policía Nacional ha rodeado la Catedral e impide todos los accesos. Y dentro de Catedral hay mucha gente, entre ellos mujeres y niños, los cuales si no les llega alimento tendrán que sufrir mucho. Por su parte, el Arzobispado ha emitido un boletín para expresar su posición en esta situación; situación angustiosa, a la que siempre el Arzobispado ha acudido con sentimientos de verdadera caridad imparcial. Se ha dicho que la situación de Catedral es grave y que se suplica tener en cuenta, sobre todo, a las mujeres y a los niños. Se ha desautorizado, también en ese boletín, el aviso que se está dando de que habrá una Misa hoy a las cinco de la tarde en Catedral; el Arzobispo no ha tenido noticias de ésto; ni es él el que convoca ni ha autorizado ninguna celebración. Sí, hace un llamamiento a las autoridades y a los responsables para que se normalice la situación sin violencia.

Está mañana también tuve reunión con el equipo que prepara la pastoral que quiero publicar para la próxima fiesta de Pentecostés y que se titulará y tendrá por tema: “LA FE, LA IGLESIA Y EL COMPROMISO POLITICO”, ya que urge aclaraciones apropiadas a nuestro ambiente, donde hay tanta sensibilidad política y tanto peligro de confundir la verdadera fe con las actuaciones políticas. La necesidad, pues, de una aclaración a estos puntos, me ha obligado a preparar con un equipo bastante inteligente y unido y entusiasta, unas normas que sirvan de orientación a nuestra gente.

Por la noche, preparamos con los seminaristas una grabación que será publicada mañana en el “Programa de la Juventud”, y que se va a dirigir especialmente al tema del próximo domingo, que es la Jornada Mundial de Oración por las vocaciones. Con muy buen gusto, el equipo responsable de este Programa ha tomado la opinión de dos seminaristas acerca de la vocación al sacerdocio; la participación de una religiosa acerca de la vocación religiosa y la participación de un señor casado para llamar también la atención de la juventud sobre el matrimonio como vocación cristiana. La grabación termina haciendo en coro la oración que el Papa compuso y ha publicado al final de su mensaje para la jornada por las vocaciones el próximo domingo.

Viernes 14 de abril
Por la mañana mucho movimiento con la Comisión de Información y de ayuda que se ha organizado para el caso de San Pedro Perulapán y del departamento de Cuscatlán, hay problemas con el grupo que ocupa el Seminario, o mejor dicho, la Parroquia San José de la Montaña, ya que no quieren someterse a la disciplina de la Comisión de Ayuda. Parece que dirigidos por el Bloque Popular Revolucionario, pretenden hacer de este alojamiento que se les ha prestado un lugar de operaciones para sus actividades políticas. Se les ha llamado la atención, ya que la Iglesia no quiere confundirse con ninguna actividad de carácter meramente partidista, sino que servir al necesitado con la caridad propia de la Iglesia, que es la del Evangelio. Se ha logrado, por otra parte, que todos los laicos se convenzan de la conveniencia de estar muy superiores a cualquier color político, a cualquier agrupación u organización para poder servir desde la Iglesia como institución jerárquica, a todos los hombres que necesiten su mensaje y su salvación. Esto ha servido para purificar mucho el servicio con verdadero sentido de Iglesia.

Tuve entrevistas con varios sacerdotes, ya que están llegando desde toda la República para la reunión convocada por la Cooperativa Sacerdotal que iba a ser en la Parroquia de San José de la Montaña, pero que por prudencia, dada la vigilancia policial que tenemos enfrente, se acordó trasladarla mejor la Parroquia de Cristo Redentor, en el final de la Calle Escalón. Al mediodía, preocupados por los cristianos que ocupan la Catedral y principalmente por el párroco de la Catedral, Monseñor Modesto López, deliberamos que se podía hacer, ya que están sitiados por la policía y no dejan entrar ni siquiera para llevarles alimento. Una comisión de maestros, pertenecientes a ANDES, pidió la colaboración de la Iglesia ya que ellos tienen alimento para esa gente, pero no hallan como llevarla. Me pareció prudente ir primero a platicar con Monseñor López; me acompañó el señor Obispo Auxiliar, Monseñor Revelo, pero tropezamos en la esquina de la Catedral que da al Palacio Nacional, que allí está el que dirige, un teniente, el operativo que rodea Catedral, y nos dijo que sentía mucho que no podíamos entrar sin comunicarse él primero con el Ministerio o con sus jefes y me tuvieron esperando en el sol casi más de media hora. Cuando vi que tardaba tanto, le dije que sentía mucho que me retiraba y que por la tarde volvería, mejor. Lo mismo al pasar frente a la puerta del convento de Catedral quise que me autorizara un policía que cuidaba ese ingreso y tampoco fue posible; por lo cual, únicamente por teléfono pude comunicarme con Monseñor y darme cuenta que él está viviendo normalmente y que también los que están refugiados en la Catedral, o mejor dicho, que han ocupado Catedral, están también sin novedad.

Monseñor Revelo fue esta tarde a entrevistarse con el Señor Presidente de la República después de haber hablado conmigo y de promover que el punto concreto que se le pedía era que se garantizara a estos campesinos que ocupan la Catedral o que andan huyendo de sus cantones, se les dieran garantías de regresar y encontrar un ambiente pacífico, para empezar a trabajar después de esa fuga obligada. El Señor Presidente accedió y dijo que si salían de la Catedral en pequeños grupos, se le avisara la hora para retirar inmediatamente el Ejército o la policía y también que garantizaba el retorno tranquilo a los cantones a que pertenece esta gente.

Al mismo tiempo, en la tarde, los embajadores de las embajadas ocupadas por el Bloque Popular Revolucionario, o sea, Embajadas de Panamá, de Venezuela, de Costas Rica y de Suiza dialogaron con la Comisión de plática del Bloque. El Bloque presentó sus objetivos que le había llevado a estas ocupaciones. En primer lugar, el retorno tranquilo a sus cantones; por tanto, el retiro de toda fuerza militar y de toda actividad que pudiera violentar la situación de su vida en los cantones. En segundo lugar, pedían la libertad de los reos que han sido capturados, con motivo de estos operativos militares en aquellos cantones. Se pedía también la presión de los embajadores ante el Presidente, para lograr estos objetivos, y también pedir a sus respectivos gobiernos que dieran a conocer la situación del país.

Después de un largo diálogo entre los embajadores y el Bloque llegaron a acuerdos, pero el Bloque manifestó que tenía que consultar todavía este último Acuerdo con sus jefes y dejaban para el día siguiente la resolución definitiva. Si no hubiera sido por esta condición, los mismos embajadores hubieran ido esa misma tarde a hablar con el Señor Presidente. Yo les insistí en que era correcto apresurar ésto, porque era una noche más que se les obligaba a los ocupantes a dormir mal cuando se podían evitar incomodidades, y también que el día siguiente era sábado y que era más difícil, audiencias y todos estos trámites oficinezcos. Sin embargo, se quedó que hasta el día sábado, mañana, los embajadores serán avisados por la Comisión del Bloque para concertar lo definitivo y poder así asistir a la petición que hará el Cuerpo Diplomático, los cuatro embajadores, al Señor Presidente.

Por la noche fui con Mons. Revelo a visitar a Mons. Modesto López en Catedral y a los ocupantes de la Catedral, ya que en la audiencia de Mons. Revelo con el señor Presidente, el Presidente, le dijo que podíamos ir a Catedral siempre que quisiéramos, ya que él iba a avisar a la policía que aún cuidaba aquel lugar. En la esquina, siempre, que da al Palacio Nacional, estaban las autoridades de ese cuerpo que vigila y nos hicieron dejar allí el carro, y nos condujimos a pie, acompañados del coronel a la casa conventual de la Catedral. Hemos hablado con Mons. Modesto López el cual está tranquilo, normal y después fuimos a hablar con el grupo de los que ocupan la Catedral. Hay buen espíritu, no hay enfermos de gravedad, hay comida ya que de CARITAS les han proporcionado. Estuve aprovechando para dirigirles un poco una orientación cristiana a todos, llamándoles a la verdadera liberación que es la del pecado y a un amor a Jesucristo que excluye todo resentimiento, todo odio, toda frase disonante del cristianismo. Luego platicamos con los dirigentes, son unos cinco muchachos, con quienes compartimos las noticias que les traíamos, tanto de la reunión de embajadores como de la entrevista con el Presidente. Ellos esperan órdenes de sus jefes para desocupar la Catedral, lo cual no sucederá mientras no tengan garantía de conseguir sus objetivos. Por lo cual, aunque abrigan las esperanzas de que todo se arregle mañana sábado, sin embargo, creen que puede prolongarse esta toma de la Catedral.

Se nota en ellos que no hay mal espíritu contra la Iglesia, pero que tampoco les interesan mucho los intereses de la Iglesia en cuanto a su celebración del domingo y que prefieren sus intereses del grupo de organización que tienen. Me pidieron que les celebrara al día siguiente la Misa, lo cual les prometí. Cuando salíamos, después de un largo rato, todavía estaba el coronel que nos condujo con otros policías y nos hizo ver que se había prolongado bastante, a lo cual le dijimos: “No tiene nada de extraño, ya que estábamos en nuestra propia casa” y que había también mucho que hablar a fin de convencer para una situación que evitara la violencia; que nuestra visita había sido, pues, de beneficio para el Rector de la Catedral y para el grupo que está ocupándola. Nos dijo el coronel, que nos había acompañado desde el carro hasta la puerta del convento cuando entramos, porque se oía decir que iban a tirarme una bomba y por eso me había amparado . Evidentemente, noté que era una exageración, de esas que se acostumbran para justificar muchas acciones militares. Me ofrecía también mandarme custodiado para que no me pasara nada en el camino de regreso. Le agradecí, pero le dije que no era necesario. Y me dirigí al Externado San José donde, convocado por el Socorro Jurídico, se encontraba allí un grupo como de quince, más o menos, abogados y estudiantes del derecho, que se habían convocado en una circular que yo firmé, para continuar este impulso esperanzador de los hombres de la ley que quieren colaborar con un sentido más noble de su noble profesión. Me dio mucho gusto que todavía a las diez de la noche, cuando llegué, estaban trabajando con mucho entusiasmo. Ya habían oído en audiencia a los encargados de la comisión de ayuda, que venían a pedirles una intervención para solucionar estos asuntos de las ocupaciones y otras ayudas jurídicas que podían ellos prestar a la situación. He notado mucho sentido del derecho y una lamentación de la situación a que ha llegado en nuestro país el derecho conculcado. Y están dispuestos a hacer respetar el imperio de la ley y, en concreto, se habló de la petición de Amnistía para los reos políticos que han caído en esta operación militar del departamento de Cuscatlán; así como también del estudio de la Ley de Orden de Garantía que está siendo la que tantos malestares, tantos atropellos en nuestros campesinos y en nuestras ciudades también. En una palabra, una organización de juristas que, primero Dios, ha de florecer en una gran esperanza de nuestro pueblo.

Sabado 15 de abril
Había invitado para tomar juntos el desayuno en el comedor del Hospital de la Divina Providencia al nuevo Obispo Auxiliar, Mons. Revelo; al Vicario General, Mons. Urioste; al Canciller, Padre Brito y al Tesorero Diocesano, Padre Barrera. Después de comentar la situación de nuestras actividades acerca del problema de Catedral y de otros asuntos al respecto, les dije que el objetivo de este desayuno juntos en familia, era para conversar y cambiar impresiones acerca del funcionamiento de nuestra Curia Diocesana, ya que somos los principales responsables de ella.

El Padre Brito, a quien le supliqué que expusiera un poco la situación como él la veía, supo llevar con una dinámica muy humana esta reunión, conduciéndonos primero a revisar el aspecto material de la Curia: la situación de las oficinas, los trabajos materiales, el personal, y hemos llegado a acuerdos muy bonitos.

Ya era hora de ir a esperar a los embajadores y Mons. Revelo prefería que continuáramos en otra ocasión, y así hemos quedado, que todos los sábados desayunaremos juntos para evaluar la semana de Curia y proyectarlos hacia la próxima semana. Salí muy contento porque es una esperanza y una alegría ver que Mons. Revelo se está tratando de incorporar a nuestro trabajo en equipo y a ver la situación real de nuestra Arquidiócesis y ver, también muy contentos, a los colaboradores, que en unión muy cordial tratamos de servir lo mejor posible a esta Iglesia particular que el Señor nos ha confiado.

Desde las 8:00 hasta la 1:00 hubo una reunión de religiosas y religiosos en el Colegio de La Asunción. Me habían invitado, pero sólo pude asistir al mediodía, cuando ya casi salían de su reunión pude comentar con el grupo que estaba presente mi alegría, mi satisfacción por contar con esta fuerza religiosa en la arquidiócesis, exhortándoles a mantenerse siempre fieles a la Iglesia, que como decía la lectura de los Hechos de los Apóstoles que tocaba para este día: “…una Iglesia que crece en fidelidad al Señor y que cada día se llena más del Espíritu Santo”. Comentamos también algo sobre la situación, principalmente de los que han ocupado la Catedral y de los lugares que han sido asolados por la represión de estos días. Les pedía a todas y a todos mucha oración y un gran sentido de solidaridad con nuestro sufrido pueblo, desde nuestra posición vocacional en la Iglesia.

Durante todo el día Mons. Revelo ha estado esperando para intervenir en el diálogo entre los diplomáticos y el Bloque Popular Revolucionario, pero parece que nos tienen intención los campesinos de resolver el problema de las ocupaciones, sino más bien seguir ocupando la Catedral y las embajadas a fin de presionar más en el sentido de sus objetivos.

Domingo 16 de abril
Por estar ocupada la Catedral por el Bloque Popular Revolucionario, celebré la Misa tradicional de las ocho, que se transmite por radio, en la Iglesia El Rosario. La muchedumbre fue enorme y aunque no se pudo transmitir la propia Misa, los técnicos de YSAX tuvieron la bondad de grabarla y transmitirla una hora después en la emisora.

Lunes 17 de abril
Para este día está convocada la reunión de Obispos para continuar estudiando el documento de consulta de la TERCERA CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO. El objeto principal de la reunión de los obispos era continuar el estudio del documento de consulta para la Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Mons. Rivera informó de reuniones tenidas en la región de Centro América a las que él ha asistido. También Mons. Revelo informó de la reunión tenida en Bogotá, por parte de los encargados de ecumenismo y problema de los no-creyentes, también orientadas las deliberaciones hacia la reunión de Puebla.

Tengo la impresión de que también en esta reunión de Obispos existieron antes de la reunión algunas manipulaciones, ya que la votación para el delegado pareció muy de acuerdo entre Mons. Aparicio, Barrera y Alvarez, que dieron su voto por Mons. Revelo, ganando, naturalmente, contra el voto de Mons. Rivera, Revelo y mío. Resultando que, Mons. Revelo obtuvo tres votos; Mons. Rivera dos, que posiblemente fueron el de Mons. Revelo y el mío y yo que tuve un voto, que sin duda fue el de Mons. Rivera. Lo mismo cuando se trató de elegir un sacerdote del Clero Diocesano, el mismo Bloque elige a Mons. Fredy Delgado. Confío en la inspiración del Espíritu Santo que estará por encima de todas las intrigas humanas y que la reunión de Puebla será verdaderamente como en Medellín, un pentecostés para nuestra América, a pesar de todos los temores e intrigas de los hombres.

Por la tarde, representantes de la televisión alemana me hicieron una entrevista y tomaron vistas para aquella nación. El tema de la entrevista fue la persecución de la Iglesia en El Salvador; los criterios con que veo la reunión de Puebla y la acusación de socialismo que se hace a nuestra Iglesia. Creo haber expresado con toda franqueza y sinceridad mi pensamiento y haber defendido la posición de la Iglesia.

Por la noche hubo un nuevo pavoroso incendio. Dejó en cenizas una zona comercial de San Salvador, situada entre Avenida Rubén Darío y 11ª. Avenida.

Martes 18 de abril
Asisto a la reunión de misiones que tiene lugar en el Instituto de Religiosas Somascas. El nuevo Presidente de la Comisión, Mons. Barrera, y el nuevo Director Nacional de Obras Misionales, Padre Enrique Gloden también de la diócesis de Santa Ana, presidieron esta reunión. Yo, como ex-Director Nacional entregué las cuentas al nuevo Director Nacional y participé en las deliberaciones para animar el espíritu misionero en nuestro país.

En el Arzobispado continuaban esta mañana el diálogo los diplomáticos de las embajadas ocupadas por el Bloque Revolucionario y representantes del Bloque; por parte de la Iglesia, como medianero estuvo Monseñor Revelo. Se llegó a un acuerdo final y al mediodía serán desalojados los ocupantes de las embajadas y de Catedral. Mediará también la Cruz Roja para mayor seguridad de la evacuación.

Por la tarde, se llevó a cabo esta operación, parece que con bastante desorganización. Faltaron medios para transportar a sus cantones a los que ocupaban estos lugares. Yo temo por ellos, las represalias que puede haber en el camino o al llegar a sus cantones. ¡Dios quiera que no!.
Pero comenzaba desde las ocho de la mañana una nueva ocupación. El FAPU, que es otra organización popular, ocupó la Iglesia del Calvario. He dialogado con los representantes de esta ocupación para saber cuáles son sus objetivos y sus intenciones de estar en un templo católico. Han expresado que quieren dialogar con el Arzobispado para pedirle su colaboración en sus objetivos; ellos quieren manifestar sus protestas por los atropellos a los campesinos, principalmente en la zona de Suchitoto, que ha continuado después de la de Perulapán. Quieren hacer llegar una carta al Santo Padre para pedirle una condenación contra el Gobierno de El Salvador, por sus atropellos a los Derechos Humanos. Yo les expresé que el mejor recurso para llegar al Papa era la Nunciatura y que podían valerse de la mediación del párroco del Calvario para dialogar con el señor Nuncio.

Por la noche fuí a visitar a Mons. Modesto López, Rector de Catedral, para agradecerle, felicitarlo y animarlo ya que ha mantenido su presencia durante los días de la ocupación de Catedral, contribuyendo esta presencia a que reinara el orden, que gracias a Dios, se dio durante los días de la ocupación. Mons. Modesto manifiesta que, de parte de la policía que guardaba la Catedral hubo generalmente mucha atención para él, aunque lamenta un incidente, cuando un policía, quizá sin conocerlo, lo reprendió y lo obligó a meterse a su convento cuando él quería asomarse, como de costumbre, a la calle. Mons. López ha dado asistencia espiritual a los ocupantes de la Catedral; les ha celebrado la Misa y les ha prestado también servicios domésticos e higiénicos en su convento.

Después de Catedral, fui a visitar a los padres del Calvario y también dialogué con el dirigente de la ocupación, reiterándole las indicaciones que había hecho a la Comisión que llegó al Arzobispado. El me manifestó que, posiblemente, mañana se retiren del Calvario. Esperamos que no se complique esta nueva situación.

Miércoles 19 de abril
Como todos los miércoles tuve desayuno y reunión con la Comisión de Justicia y Paz y representantes del senado. El tema principal fue revisar el esquema y las ideas de la carta pastoral que llevará como título: “FE CRISTIANA, IGLESIA Y COMPROMISO POLITICO”, con el fin de aclarar tanta confusión que hay hoy acerca de las organizaciones populares y del compromiso de los cristianos que pertenecen a estas agrupaciones o a la inquietud de conciencia de otros cristianos que creen como una obligación organizarse políticamente. Los conceptos que se preparan son muy ricos y espero que ha de ser una pastoral de mucha utilidad.

En la reunión también estudiamos otros puntos de actualidad, principalmente acerca de las ocupaciones de la Catedral, del Calvario y de las embajadas.

Entre las audiencias de esta mañana, muy importante me pareció la visita de algunos docentes universitarios; de la Universalidad Nacional y de la Universidad José Simeón Cañas. Ofrecen su solidaridad con la idea del Arzobispado y su organización como comité de solidaridad de docentes universitarios, corresponde a la necesidad de defenderse ya que hay tantos atropellos también en este campo de la docencia universitaria. Les agradecí su visita, les exhorté a seguir cultivando sentimientos de solidaridad, y aproveché para transmitirles el pensamiento del Concilio acerca de la cultura y de la autonomía legítima de los valores temporales. Les pedí también una colaboración en el campo de la pastoral universitaria, que tanto me preocupa por no tener un sacerdote dedicado a esta pastoral.

Jueves 20 de abril
Había invitado a desayunar a algunos miembros del Partido Demócrata Cristiano, que me habían invitado la semana pasada. Acudieron dos, nada más, pero con ellos compartimos un diálogo muy orientador, tanto para la Iglesia en su misión evangelizadora, como para el partido en su específica misión política. Estamos de acuerdo en no confundir las dos misiones, pero que pueden ayudar mutuamente a salir al pueblo de este remolino de violencia en que nos encontramos.

También puedo destacar entre las visitas de esta mañana la del Doctor Salcedo que acaba de escribir artículos a campo pagado contra mí y que parece que traía una misión de sondeo de parte del gobierno o de los poderosos económicamente. Traté de aclarar ante él lo que es la misión de la Iglesia que señala donde está la raíz de tantos males y que no es ella la culpable.

También muy interesante la noticia que me trajo don Pepe Simán de Norteamérica, acerca de la preocupación que allá tienen para ayudarnos en la defensa de los Derechos Humanos, posiblemente vaya una visita de salvadoreños que tengan la idea completa de la Iglesia, informaciones también exhaustivas, para informar a políticos norteamericanos influyentes en la Secretaría de Estado o en el Congreso y en el Senado.

Por la tarde fuí a compartir la convivencia que en Apulo están celebrando las religiosas que trabajan en los diversos pueblos y parroquias de la Arquidiócesis. Estaba presidiendo Monseñor Urioste y se trataba de recoger muchas experiencias y recibir nuevas orientaciones. Me dio mucho gusto compartir, en un ambiente verdaderamente de Iglesia, de preocupación evangélica, la situación actual que vive la Arquidiócesis. La reunión terminó con una Misa en la que les expresé sentimientos de esperanza y de optimismo que deben inspirarse en el Divino Resucitado, que tenemos que predicar a nuestras comunidades; la oración de los fieles fue una verdadera expresión de las preocupaciones que todas las hermanas tienen en esas comunidades.

Viernes 21 de abril
Entre las audiencias de esta mañana recibí al hermano Provincial de la congregación Marista, el Hermano José, con quien me une una lejana amistad. El tema principal fue la situación de los colegios maristas, principalmente el Liceo Salvadoreño, en el conjunto de la Federación de Colegios Católicos. con toda franqueza, le indiqué la actitud negativa de algún marista que asiste a las reuniones y que parece no tener confianza en la coordinación de la pastoral con la Arquidiócesis. Lamenté varias actitudes del colegio marista, que parece de poca colaboración con los ideales pastorales de nuestra Arquidiócesis. La reunión terminó muy positiva, después de decirnos con claridad muchas cosas. El también reclamaba la actitud un poco agresiva y marginante de otros colegios contra el Colegio Marista. Terminábamos de que era conveniente promover una reunión de carácter espiritual, para que logremos la unidad de criterios en la pastoral. El me reiteró la solidaridad de los maristas a la jerarquía y personalmente conmigo, ya que nos unen vínculos de amistad muy sólida, con la congregación marista.

También otra visita interesante fue una representación de maestros de la agrupación ANDES 21 DE JUNIO, para expresarme, también, su solidaridad con la Pastoral del Arzobispado y pedirme el apoyo para pedir la libertad de un profesor, allá en Argentina, lo mismo que de otros profesores que han desaparecido aquí, en El Salvador.

Otro grupo de audiencia muy importante es de la CUTS, de obreros, para hablarme de sus proyectos para el 01 de mayo, para expresarme su solidaridad con la Iglesia y yo aproveché, al agradecerles, para invitarles a mantener más diálogos en los que puedan conocer la doctrina social de la Iglesia. Concertamos otra visita para el próximo mes y espero que algo ha de ser atendido por los obreros, aunque a veces tienen otras ideologías.

La tarde se me fue con los seminaristas del Seminario Mayor de la Arquidiócesis. Un grupo de mucha esperanza. El diálogo se hace con mucha franqueza, el tema fue hoy, “por qué otras diócesis no ven bien la línea de la Arquidiócesis”. Ellos habían oído también la franqueza de seminaristas de otras diócesis y comunidades para expresar lo bueno que ellos ven en la Arquidiócesis, pero también algunos defectos y como por su solidaridad con sus propios obispos, no pueden compartir más nuestra línea pastoral arquidiocesana. Celebramos la Santa Misa, como conclusión, en la que noté un fervor auténtico, juvenil, varonil.

Sabado 22 de abril
Esta mañana asistí, en el Salón Guadalupe del Seminario San José de la Montaña, a la reunión de Colegios Católicos y de Escuelas Parroquiales. Es la primera vez que se reúnen en carácter diocesano; ya que la federación ahora ha tenido carácter nacional, pero en la última sesión nacional, se acordó que cada diócesis coordinaría como federación diocesana sus propios colegios y escuelas. Me dio la oportunidad de recordarles el documento sobre la escuela católica, que exhorta a ponerse en la misma línea pastoral de la diócesis, que tiene que ser un instrumento de pastoral el colegio, la escuela, de una pastoral de conjunto de la Diócesis. Y les llamé a superar diferencias, divisiones y ponerse todos de acuerdo en una hora tan difícil en que la Iglesia no puede presentarse desunida ni rival. Estuvieron de acuerdo en preparar una jornada para reflexionar sobre este aspecto de la unidad. Siguieron estudios sobre la Ideología del actual Seminario de reforma educativa y otros aspectos muy útiles para la vida de nuestros colegios.
En la hora de la Misa, en la mañana y por la noche, a la hora de cena, tuve oportunidad de platicar con el Padre Hernández Pico y el Doctor Eddie Stein, con quienes estamos preparando una carta pastoral sobre “Fe Cristiana, Iglesia y Compromiso político”. Un tema que se hace cada día más necesario para aclarar la confusión que, aún en sacerdotes y en seglares muy cristianos, está reinando.

Domingo 23 de abril
La Misa del quinto domingo de pascua, en Catedral, concurrida, como de costumbre; en la homilía presenté la idea de Cristo Resucitado que retorna a su Iglesia en el Espíritu y esta Iglesia se presenta bajo las tres figuras que nos dan las lecturas de hoy: Casa de Dios, en la cual Cristo es la piedra angular, que es base para todos los que construyen cristianamente y es piedra de escándalo para quienes no construyen cristianamente su vida. La otra figura es el pueblo de Dios, con las preciosas calificaciones que San Pedro dá en su primera carta, “sacerdocio real, nación consagrada, raza escogida”. Y la tercera idea y comparación es: La Iglesia como comunión, comunidad, que tiene sus crisis de desunión como las que nos narra el libro de los Hechos, entre griegos y hebreos, pero que se supera en el sentido de servicio, diaconía, los siete primeros diáconos, y de amor, de oración y de fe, comunidad jerárquica.

Lunes 24 de abril
Como todos los lunes, he dedicado a recibir sacerdotes, que siempre llegan y me dá gusto platicar con ellos con mucha confianza.

Por la noche, de acuerdo con los formadores del seminario: Padre Gregorio Rosa, Rector; y Padre Abel Morán, prefecto de estudios, cenamos en el Hospital de la Divina Providencia y conversamos largamente sobre problemas del Seminario; especialmente, los que ha suscitado con sus comunicaciones tendenciosas a la Nunciatura y a la Sagrada Congregación para la Educación Católica, Monseñor Aparicio. Los padres se quejan de que nunca se les ha llamado a ellos para dialogar sobre estos problemas y se ha pasado por encima del equipo formador para dar informaciones que no responden a la realidad. Este es, cabalmente, el mismo problema que yo lamento, y he recibido una carta de la Sagrada Congregación reclamándome, en este sentido, de las denuncias de Monseñor Aparicio. Tanto la carta de Monseñor Aparicio, reclamándome que yo soy el culpable de una falta de disciplina en el Seminario, incluso de sembrar ideas izquierdistas entre los alumnos, como la carta de la Sagrada Congregación, vamos a estudiar una respuesta con los datos que ya tengo y junto con los padres del Seminario haremos una justicia a estas falsas acusaciones.

Martes 25 de abril
Día de San Marcos, Evangelista. Invitado por el Padre Zanconato, párroco de San Marcos, fuí a celebrar la Santa Misa patronal en aquella parroquia. La Iglesia estaba llena de fieles, quienes generosamente me tributaron un aplauso al llegar. En la homilía les agradecí esa acogida y traté de traducirles el pensamiento, el mensaje del Evangelio de San Marcos, fijándome principalmente en estas tres ideas que son como los fundamentos de la Teología de San Marcos; primero, que en su Evangelio San Marcos hace coincidir la hora de la salvación del mundo con el kerygma, es decir, con la proclamación del mensaje del Reino; conversión: “…haced penitencia porque el Reino de Dios ha llegado”. El Segundo pensamiento teológico de San Marcos es que ese Reino de Dios es un misterio que Cristo lleva en su propia personalidad y más que su doctrina y sus milagros, San Marcos enfoca la personalidad misma de Cristo, descubrir su persona, descubrirlo como Mesías y como Hijo de Dios, es el Reino de Dios; y el tercer pensamiento es que este misterio no todos lo captan y Cristo trató de hacerlo accesible con parábolas y otras comparaciones y que sólo se hace evidente y claro cuando anuncia su pasión. Para significarnos que el misterio de Cristo mesías, Hijo de Dios, el Reino de Dios, no lo podemos captar si no entramos con Cristo por el misterio de su pasión, de su cruz, de su humillación. Después dialogué con algunas comunidades o congregaciones de la parroquia y felicité al padre por su labor parroquial. Lo mismo que en él, envié un saludo a todos los padres franciscanos de la provincia de Venecia, que precisamente tienen como patrono a San Marcos, que San Marcos proteja esa labor apostólica que los padres franciscanos italianos han desarrollado en nuestra Arquidiócesis.

Por otra parte, las hermanas que trabajan en comunidades parroquiales organizaron una expedición a los cantones de San Pedro Perulapán y me informaron por la tarde la desolación, la angustia, la aflicción, el temor que ha quedado como consecuencia de los atropellos a la dignidad humana que allá han hecho elementos del ejército y de ORDEN reprimiendo todo intento de organización de aquellos pobres campesinos.

Miércoles 26 de abril
Desayuno de estudio en el Seminario con la Comisión de Justicia y Paz y representantes del Senado Presbiterial. Llegamos hasta las 10:30 de la mañana estudiando la próxima carta pastoral que tratará de la “Fe Cristiana y el Compromiso Político”. Es un estudio muy bien hecho, pero muy extenso y quedamos de resumirlo y de ordenarlo en una forma más práctica y pastoral y esta misma tarde nos veremos con los principales responsables de esta redacción.

Con un obrero y un seminarista preparamos la entrevista que por radio se transmite todos los miércoles a la una de la tarde. El obrero, naturalmente, enfocó su diálogo sobre el próximo día del trabajo; el seminarista me transmitió algunas preguntas de las cartas que envían los radio-oyentes.

A mediodía obsequié a las secretarias de la Curia, ya que hoy es el día de la secretaria, un almuerzo preparado en el Colegio de las Hermanas Somascas, fue una reunión cordial. Creo que ha sido un estímulo para estas trabajadoras humildes y abnegadas.

Por la tarde, visita de la general de las religiosas de Maryknoll, quien expresó su admiración para la pastoral de nuestra Arquidiócesis y su felicitación por la defensa de los Derechos Humanos que se está llevando a cabo entre nosotros. Aproveché para agradecerles los servicios de su congregación de Maryknoll en nuestra diócesis y me prometió hacer lo posible de mandar más personal y abrir otras comunidades.

A continuación me reuní con Monseñor Urioste y los padres Jerez y John Sobrino para estudiar un nuevo modo de presentar la carta pastoral. Fue un diálogo muy constructivo, muy profundo y creo que hemos dado las líneas pastorales de este documento que quiere ser, ante todo, una divulgación de los principios cristianos, para orientar sobre todo, al campesinado ante el llamado de las organizaciones populares y el peligro de las represiones del gobierno y de usar la Iglesia, no para sus fines religiosos, sino para otras finalidades de las mismas agrupaciones. Creo que saldrá un documento, le pido a Dios, muy claro en que la dignidad de la Iglesia y la claridad de la doctrina para los destinatarios, reluzca para gloria de Nuestro Señor.

Por la noche visita de la religiosa del Sagrado Corazón, Nelly Rodríguez, quien me contó problemas del Seminario de reforma educativa y la participación que tomarán los colegios católicos, para prevenirse contra cualquier manipulación que de parte del Ministerio de Educación se quiera hacer de este instrumento de la cultura de nuestra gente: La educación, la escuela, el colegio. Hay buenos expertos de parte de los jesuítas de la UCA para orientar esta presencia de la Iglesia, a través de directores y profesores de nuestros colegios católicos y escuelas parroquiales.

Jueves 27 de abril
Por la mañana hubo reunión del Senado Presbiterial en que se trataron asuntos sugeridos por la correspondencia que les leí, principalmente un anónimo de un sacerdote, no por ser anónimo, sino por las ideas que nos llaman a una reflexión. Nos dio la iniciativa de celebrar una reunión del Senado en plan de diálogo abierto, preparando así una reunión plenaria del Clero en que se saquen a la luz todos los resentimiento, reticencias y todo aquello que impide una unión más franca en el Clero. El acto del Senado de esta mañana tiene muchos detalles importantes.

Por la noche celebré la fiesta patronal de la Virgen de Monstserrat en la colonia del mismo nombre, junto con el párroco, Padre Amado Molina, y el Vicario de aquel sector, es el párroco del Calvario. Visité después al Padre Eleodoro Orellana en la Colonia Guadalupe de Soyapango. Ha estado muy enfermo, se nota muy deteriorada su salud; le dejé un donativo para ayudarle a pagar los gastos médicos.

Viernes 28 de Abril
Por la tarde entrevista con los obreros de CUTS, es una Confederación de Sindicatos a los cuales había invitado, juntamente con otros sacerdotes que tengan capacidad para la pastoral de los obreros, a fin de dialogar conociendo mejor sus organizaciones obreras y ofreciéndoles la iluminación cristiana de nuestra Iglesia. El diálogo a pesar de ser informal fue muy enriquecedor y despertó interés en los obreros, los cuales seguirán diálogando con los sacerdotes.

Por la noche visita del Lic. Atilio Viéytez, que trabajó en colaboración muy íntima con el señor Presidente de la República anterior, Coronel Molina, hombre muy ilustrado, muy cristiano, me ofreció sus opiniones acerca de la situación de la Iglesia. El siente apoyo en la Iglesia actual y ofrece su ayuda incondicional a esa Iglesia.

Domingo 21 de mayo
Por la tarde visité Ciudad Arce donde me habían invitado para una primera comunión, pero surgieron malos entendidos con el párroco, el cual hizo la primera comunión por la mañana. De todos modos, lo que más me interesaba era llevar un mensaje de unidad a toda la comunidad cristiana, ya que surgen allá dificultades entre el párroco y la religiosa que promueve comunidades de base. Y por eso, después de la Misa, tuvimos una reunión muy constructiva en la escuela parroquial, a la que asistieron el sacerdote, el Padre Brizuela, y la religiosa, y todos los colaboradores más directos de la pastoral, El mensaje de la Santísima Trinidad, del día, y la exposición de las circunstancias concretas de aquel lugar, dieron la oportunidad maravillosa para tratar el tema que me preocupaba en una forma indirecta y que creo que quedó resuelto en un sincero deseo de trabajar siempre unidos.

Lunes 22 de mayo
Almorcé en la comunidad de los Padres Jesuitas de la Iglesia del Carmen, en Santa Tecla. Es una comunidad compuesta en su mayoría por jesuitas de avanzada edad, de mucha experiencia. Y me dio mucho gusto oir que todos están de acuerdo con la pastoral y la predicación que estoy tratando de llevar. Me dieron mucho ánimo y he sentido un apoyo para mí muy valioso ya que se trata de personas muy sensatas, prudentes y de mucha experiencia.

Martes 23 de mayo
Reuní esta mañana al consejo del Seminario y también a todos los sacerdotes diocesanos que trabajan en la Vicaría de La Asunción, Flor Blanca, o sea, las parroquias de la zona Miramonte, San Benito, La Ceiba, etc. Platicando sobre el problema de la formación del Seminario, en el aspecto pastoral, ya que estos sacerdotes diocesanos de esta vicaría han sido llamados a constituir una especie de consejo de reflexión de pastoral; quedamos de acuerdo en que los seminaristas tienen que formarse para poder ser servidores del pueblo, bajo la inspiración de la Iglesia en cualquier ambiente que les toque trabajar; por eso, se incorporarán un poco más a la vida del Seminario estos párrocos y procurarán que los seminaristas colaboren con ellos en esa zona tan difícil de la pastoral. Por ser las zonas donde están las personas más pudientes de nuestra sociedad, pero al mismo tiempo hay zonas marginadas y rurales.

Se trató también de la sustitución del Padre Segura en el rectorado del Seminario Menor y se estuvo de acuerdo en solicitar a los Padres Jesuitas el sustituto, dando preferencia a un sacerdote mexicano que ya trabajó en el Seminario y que guarda mucho cariño por esta obra, el Padre Himes. Y solo en último caso se echaría mano de un sacerdote diocesano, que sería la mejor solución, en caso de haber suficiente clero. Pero por ahora, necesitamos la ayuda de los padres Jesuitas.

Por la tarde fui a bendecir la fachada y las torres de la Iglesia del Carmen, en el departamento de Cuscatlán, donde el Padre Miguelito Rodríguez, ya de avanzada edad, con un equipo parroquial han logrado renovar aquella pintoresca Iglesia. Gocé mucho por el ambiente tan acogedor de aquella comunidad. Les encarecí vivir siempre unidos a su párroco y a su obispo, es decir, sentir siempre con la Iglesia.

Miércoles 24 de mayo
Día de María Auxiliadora. Celebré la Misa para los estudiantes de los Colegios Salesianos, en la mañana. Y por la tarde, la Misa parroquial después de la procesión, ambos actos muy solemnes y dan el inmenso consuelo de un pueblo muy devoto de la Santísima Virgen. Felicité y agradecí a los padres salesianos por cultivar estos sentimientos marianos en nuestro pueblo.

El programa de los miércoles, la tradicional entrevista, la tuve hoy con el Lic. Magaña, encargado del Centro Familiar, que está haciendo mucho bien en la pastoral familiar.

Recibí también este día la carta de la Sagrada Congregación para los Obispos en que me invitan a hacer una visita a Roma para dialogar sobre la situación de nuestra Arquidiócesis. He visitado, luego, a mi director espiritual, el Padre Azcue, y al psicólogo, doctor Semsch, y coinciden en la magnífica oportunidad que la Santa Sede me proporciona para esclarecer, con la sinceridad y buena voluntad con que lo voy haciendo, el trabajo pastoral de esta Arquidiócesis.

Jueves 25 de mayo
Almorcé con los Padres del Oratorio de San Felipe Neri, Padre Brito, Padre Fernández Abad, Padre Manuel Reyes y Padre Abrego. Es una comunidad donde sentí un ambiente muy sacerdotal y muy fraternal.

Recordamos al Padre Juanito García Artola con quien tuve muy profunda amistad sacerdotal y fue fundador de este Oratorio de San Felipe Neri, en la Colonia San Benito, de San Salvador.

Por la tarde, audiencia de la Escuela Rural Mixta, del Cantón de Cojutepeque. Venían a proponerme que diera mi nombre para su escuela y que si aceptaba les diera, por favor, el curriculum vitae. Yo les expuse mis dificultades y las objeciones que podría proponer el Gobierno. Sin embargo, me insistieron y con mucho agradecimiento les acepté, esperando que me comuniquen, en su oportunidad, lo que decida el Ministerio de Educación.

Otra audiencia importante de esta tarde fue el Sindicato de la Industria Eléctrica, que venían a pedir el apoyo moral para sus reclamos acerca del Fondo de Jubilación. Les prometí la ayuda del Socorro Jurídico y todo lo que esté de mi parte, dentro de lo justo que ellos reclaman.

Por la noche reunión de la Comisión de Laicos que se ha convertido en Comisión de reflexión para la pastoral laical. Hay buena voluntad en el equipo y creo que será un enriquecimiento de juicios el poder reflexionar con ellos acerca de ese sector tan importante de la Iglesia que es el laicado.

No pude asistir a la invitación del Seminario que celebró esta tarde, en forma muy original y solemne, la festividad del Corpus Christi. Sin embargo, cené con sus dirigentes y con el señor obispo auxiliar que presidió la ceremonia.

Viernes 26 de mayo
Se celebra reunión plenaria de la Conferencia Episcopal para conocer el resultado del estudio acerca de la reunión de puebla. Se ha recogido el trabajo de las diócesis. Faltó la de San Miguel. El estudio más completo y más profundo ha sido el de la Arquidiócesis. Después de conocerlos se hará un resumen en que entren todas las aportaciones dadas por fieles, religiosos, sacerdotes y, en nombre de todo este pueblo de Dios, la Conferencia Episcopal lo enviará, para que el CELAM elabore el Documento Base, que servirá en la reunión de octubre, en Puebla.

Por la tarde presidí el entierro de Francisco Martínez Saprissa. En la homilía, elogié su sentido de generosidad y de pobreza espiritual, recordando que pobre no es sólo el que no tiene, sino el que sabe tener, de acuerdo con la voluntad de Dios y amor al prójimo, en lo cual se distinguió el difunto, y también porque es de aquellos de quienes Cristo dijo: “Bienaventurados quienes no se encandalizaren de mí”, diciendo que hoy muchos cristianos se escandalizan del Evangelio en todas sus exigencias y quisieran una predicación más acomodada a sus gusto y que Paco Martínez Saprissa, había comprendido esas exigencias del Evangelio auténtico; como cursillista de cristiandad predicó esas irradiaciones sociales, temporales, del Reino de Dios. Sin duda que tuvo una visión profética de lo que quiere la predicación, la evangelización en nuestro tiempo.

Por la noche el Secretariado de Cursillos de Cristiandad me obsequió una cena en casa de doña Julita de Núñez, donde departimos asuntos muy interesantes del apostolado laical y especialmente del movimiento de Cursillos de Cristiandad.

Sabado 27 de mayo
Desayuno con los trabajadores de la Curia, Padre Brito, Padre Barrera, Mons. Urioste. Faltó Mons. Revelo. Tratamos asuntos de trascendencia, sobre todo, entre el Clero. Estudiamos el artículo del Padre Juan León Montoya, en que critica al Arzobispo. Estuvimos de acuerdo en no darle importancia y lamentamos que esté tan entregado al Gobierno.

Domingo 28 de mayo
Se celebró en la Basílica del Sagrado Corazón el “ACIES” de la Legión de María. Estuvo muy concurrido porque asistieron legionarios, principalmente de la capital, pero también de otras parroquias de la Diócesis. Comenté el valor pastoral de la devoción a la Virgen, tal como lo presenta el Papa en su exhortación Marianis Cultus.

Por la tarde, celebración del Corpus Christi en la Catedral. Estuvo muy hermoso, vinieron representaciones de las diversas comunidades que daban a la procesión, alrededor del parque, un espectáculo de Iglesia muy eucarística.

Lunes 29 de mayo
Entre las visitas destaco la de Don Lencho Llach, embajador ante la Santa Sede, por haber insistido en la necesidad del diálogo con el gobierno y habiéndole expresado de mi parte la buena voluntad, pero que esperábamos la respuesta a nuestra carta, enviada antes de Semana Santa, como a él mismo le consta.

El médico Dr. Silva, especialista de la garganta, me ordena guardar silencio dos días, por lo cual he suspendido todos los compromisos del martes y del Miércoles.

Jueves 01 de junio
Volví a predicar después de dos días de reposo de la garganta y me complace haber dedicado a la Hora Santa Eucarística, en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia, el servicio de mi voz. Asistió mucha gente.

Viernes 02 de junio
Grata visita de Monseñor Pablo Vega de Nicaragua y de Mons. Rivera, con quienes conversé y sacamos como consecuencia la conveniencia de una reunión de Obispos de Centro América que siguieran una línea de acuerdo con los nuevos Documentos de la Iglesia, para compartir inquietudes, principalmente, acerca de la próxima reunión de Puebla. Me encargaron invitarlos y quedamos que para el día del Divino Salvador del Mundo, si es posible, vendrían a concelebrar y luego a dedicar un día a las reflexiones indicadas.

por la tarde, ya que hoy es día del Sacratísimo Corazón de Jesús, presidí la celebración en la Basílica, consagrada al Sagrado Corazón. El inmenso templo daba un espectáculo bellísimo ya que estaba completamente llena de fieles y todos en actitud de oración.

Sabado 03 de junio
Desde las ocho hasta la una de la tarde tuvimos una convivencia con directores de colegios católicos y representantes de escuelas parroquiales. Se comentó la exhortación sobre la Escuela Católica de la Sagrada Congregación para la Educación. Se tocó al vivo la conciencia de los colegios católicos que se sintieron cuestionados ante la pregunta, ¿Si verdaderamente evangelizamos? La inquietud quedó despierta para prometerse una próxima convivencia en este mismo sentido.

Por la noche, con el Padre Gregorio Rosa, Rector del Seminario estudiamos la respuesta que había que dar a las cartas de Mons. Aparicio y de la Sagrada Congregación para la Educación, para responder a las graves acusaciones que, originadas por informes de Mons. Aparicio, han provocado desconfianzas para con el Arzobispado y para con el equipo de formadores del Seminario. el Padre Gregorio estuvo muy atinado en señalar las respuestas enérgicas, científicas, a cambio de unas acusaciones tan superficiales y tan inspiradas en la mala voluntad de Mons. Aparicio.

Domingo, 04 de junio
Después de la Misa de Catedral, acompañado con el señor Salvador Barraza, fui a Guatemala para encontrarme con el Padre Juan Deplankc que ha venido de Bélgica y con quien conferí largas horas de la tarde; demuestra un gran interés y una gran alegría por la posición de la Iglesia en El Salvador. Aseguró que muchos en Europa que habían perdido la fe en la Iglesia la van recuperando gracias a actitudes evangélicas que se ven en las Iglesias de América Latina; y me invitó a mantener siempre esta credibilidad que, gracias a Dios, va despertando la Iglesia en El Salvador.

Este día también se iniciaba en Guatemala el encuentro Scout de Centro América, lamentablemente yo tuve que regresar porque hay muchos compromisos en la Arquidiócesis, pero encargue al señor obispo auxiliar que participara en la convivencia de los Scout en Guatemala. Lamentablemente, tampoco el fue y no avisó habiendo quedado así muy mal nuestra presencia de El Salvador.

Miércoles, 07 de junio
Como de costumbre tuvimos el desayuno y reflexión para evaluar la situación de la Iglesia y del país.

Jueves 08 de junio
Tuve el agrado de volver a encontrarme con el Doctor Dárdano, psicólogo, con quien comentamos profundamente la actitud pastoral que he tenido que llevar y que tengo que informar ante la Santa Sede. El consejo del Doctor Dárdano ha sido, como siempre para mí, muy animador y muy orientador. También he platicado al respeto con el Doctor Rodolfo Semsch, quien está plenamente de acuerdo con la actitud pastoral de la Arquidiócesis.

Esta tarde estuve en Zacamil, con el Padre Rogelio y sus colaboradores laicos, una reflexión pastoral muy simpática en que se tocaron estos puntos actuales, sobre todo, de las relaciones de la Iglesia con las organizaciones populares.

Por la noche participé en la Hora Santa del Cursillo de Cristiandad, ya que un grupo de señores están en Planes de Renderos iniciando su Cursillo de Cristiandad que clausurará el próximo domingo.

Viernes, 09 de junio
Ha regresado el Padre Gonzálo López y se le ha asignado la parroquia de Comasagua que él ha aceptado con muy buena voluntad. El próximo jueves será la toma de posesión que será presidida por el señor Obispo Auxiliar, Mons. Revelo.

Por la tarde reunión con los seminaristas del Seminario Mayor, con quienes se desarrolló una dinámica de integración y de colaboración que resultó con muchas enseñanzas prácticas.

Sabado, 10 de junio
Tuvimos reunión los representantes de la Curia Arzobispal, incluso Mons. Revelo, y tratamos principalmente de cómo quedará el gobierno de la Arquidiócesis durante mi ausencia de 15 días para ir a Roma a rendir cuentas de nuestra situación ante la Santa Sede.

Domingo, 11 de junio
Después de la Misa de Catedral, presidí la consagración de la bonita Iglesia dedicada a San Antonio, en los Planes de Renderos, a cargo de los Padres Franciscanos italianos. Fue una ceremonia con mucha profundidad catequística y litúrgica, para el pastor una gran satisfacción compartir con aquella gente tan buena, una mañana tan preciosa.

También de grandes satisfacciones pastorales fue la noche de clausura de Cursillos. Las señoras que habían oído por la mañana, en radio, mi homilía de Catedral, se expresaron con palabras de mucha solidaridad y de mucho aliento para seguir con la Arquidiócesis, una línea de pastoral de acuerdo con la moderna mentalidad de la Iglesia.

Lunes, 12 de junio
Muy temprano de la mañana, de acuerdo con la invitación de ayer, acudieron los jóvenes que estudian filosofía, franciscanos, para tener una entrevista conmigo. Hubieron preguntas muy interesantes, supe después que habían llevado muy grata impresión y que habían considerado la entrevista como una verdadera clase de pastoral moderna. ¡Me alegro!.

Por la noche representantes del FAPU, una Organización Popular, vinieron para presentarme su deseo de ayudar a la Iglesia, pero yo les advertí mucho: “Sin peligro de manipularla”. Ellos estuvieron de acuerdo y solamente, dicen, que prestarán el auxilio, la ayuda, el apoyo a la Iglesia porque respetando su autonomía, su independencia de toda agrupación política, comprenden que la Iglesia es gran orientadora y estímulo para la lucha liberadora del pueblo. Insistí mucho es esa autonomía de la Iglesia, y como la Iglesia desde su perspectiva evangélica está de acuerdo y apoya todas las iniciativas que tengan como objeto la justicia, el bienestar, la paz de los hombres.

Martes, 13 de junio
Este día de San Antonio no pude asistir a Soyapango a la fiesta patronal, pero supliqué al Señor Obispo Auxiliar que fuera porque tenía que presidir la reunión del Senado en la casa de las Hermanas Somascas, una reunión que resultó muy útil y muy densa. En la casa de las Somascas recibí también la visita del Señor embajador de Italia.
Mientras se celebraba la reunión de Senado asistió a una cita el embajador de Italia, a quien atendí y quien expresó su deseo de colaborar con la Iglesia, ya que él se profesa católico. El es un italiano inscrito en la democracia cristiana, de la cual me habló ampliamente, comparando con el partido del mismo nombre, aquí en El Salvador y ofreciendo que una democracia cristiana bien organizada sería de gran ayuda para los ideales políticos, sociales de la doctrina de la Iglesia.

Miércoles, 14 de junio
La primera visita de esta mañana fue del señor Presidente de la Asamblea Legislativa, quien se profesa católico y ofrece a la Iglesia todos sus servicios sin condiciones. Quiere prestar un buen servicio a su patria en ese cargo tan importante. Conservé, expresé con sencillez y franqueza la posición de la Iglesia, los deseos y temores ante el gobierno. El expresó su deseo de servir de intermediario, siempre que la Iglesia quisiera valerse de él, de unos servicios que él ofrece incondicionalmente como católico.
Por la tarde, gratos momentos con el seminario de los somascos, junto a La Ceiba, celebré la Santa Misa con los padres directores y después, en la cena, compartimos inquietudes ya que los invité al diálogo y ellos expresaron preguntas muy interesantes. Se nota una inquietud juvenil para estar al día en la pastoral de la Iglesia. Con unos números amenos, y con reflexiones muy de fondo transcurrieron rápido los minutos.
Me esperaban en el Hospital la Divina Providencia varios sacerdotes de la Diócesis de San Vicente, a quienes su Obispo ha suspendido, para valerse de mi viaje a Roma y pedirme el apoyo en su favor. Naturalmente, yo les ofrecí hacer con caridad fraterna todo lo que esté a mi alcance en esta penosa situación. Monseñor Aparicio, desde el viernes está en Roma.
Olvidaba recordar que el viernes recién pasado hice una visita de cortesía al Señor Nuncio, quien se mostró muy atento y cordial.

Jueves, 15 de junio
El la Curia varios sacerdotes y religiosas para expresarme sus mejores deseos en mi viaje a Roma. Cosas muy simpáticas de comunidades Laicales y aún de Comunidades que no son de la Diócesis, enviándole saludos al Santo Padre, la Comunidad de la palma, donde se ha organizado los talleres de “La Semilla de Dios”, le envían objetos típicos al Santo Padre. Así como cartas de los seminaristas mayores de la Arquidiócesis y de algunos elementos del laicado. Es conmovedor como nuestro pueblo ama al Santo Padre.
En lo privado me he dedicado a organizar las cosas que hay que llevar, y arreglar mi viaje. Mañana viernes, a las ocho hay que estar en el Aeropuerto y tomar el avión de Iberia rumbo a España y a Roma. Cuento con muchas oraciones, me han dado seguridad de estar muy unidos espiritualmente conmigo sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles y espero que esta comunión con el Santo Padre será de mucho provecho para nuestra Iglesia.

Sabado, 17 de junio
A las ocho de la mañana en el Aeropuerto han asistido algunos sacerdotes y varias personas amigas para despedirnos. Voy junto con Monseñor Rivera y con Mons. Urioste. El viaje ha sido muy placentero, una hora de vuelo a San José, Costa Rica, después cuatro horas a San Juan, Puerto Rico, y de ahí siete horas hasta Madrid. En Madrid, después de una pausa de unas tres horas, en tres horas estábamos en Roma.

Las hermanas Oblatas al Divino Amor nos esperaban porque desde San Salvador había avisado la Madre Scarglietti, una atención que mucho agradezco. Nos hospedamos en el Pensionato Romano y después de un tiempo de descanso -ésto ya era el sábado al mediodía-, por la tarde fuimos a visitar la Iglesia de San Pedro. Junto a la tumba del primer Papa he orado intensamente por la unidad de la Iglesia, por el Papa, por los obispos y por toda la Iglesia Universal, especialmente por nuestra Arquidiócesis, encomendándole a San Pedro los intereses de nuestra Iglesia y el éxito de este diálogo con la Santa Sede.
Después visitamos la Casa Generalicia de los jesuitas, donde pudimos saludar al Superior General, Padre Pedro Arrupe, muy amable y muy generoso nos ofrece todos los servicios de la Compañía de Jesús. Nos señaló algunos sacerdotes con quienes podíamos platicar y que nos podían prestar toda la ayuda necesaria.

Regresamos al Pensionato donde un sueño intenso y una buena noche nos han recuperado el cambio de hora, que trastorna, ciertamente, la pobre naturaleza humana.

Domingo, 18 de junio
Celebramos la Santa Misa en el Pensionato junto con un sacerdote de la India y después del desayuno, fuimos a concertar algunos puntos de las entrevistas en Roma con el padre Procurador de los Jesuitas. Una conversación muy interesante, profundizo puntos de teología, de pastoral, de diplomacia, de relaciones entre la Santa Sede y de las Iglesias particulares. Ha sido una verdadera cátedra de la práctica pastoral que nos ha interesado mucho y nos orientó bastante para emprende la visita ad limina, y sobre todo el informe específico de nuestra diócesis ante la Santa Sede y sus modos tradicionales de proceder.
Salíamos al tiempo en que en la Plaza de San Pedro, se reunía la inmensa muchedumbre que todos los domingos, al mediodía, espera la salida del Papa a su balcón, para rezar con él el Angelus. El Santo Padre dirige antes unas palabras que hoy fueron dedicadas al sentido cristiano de la vida. Que en medio de todas las tribulaciones actuales, el cristiano debe de tener mucha fe, mucha fortaleza, mucho optimismo, confiando plenamente en que Dios cuida la vida de los hombres y la marcha de la historia.

Al Papa lo vimos anoche también por televisión, en un concierto magnífico que le obsequiaron en la sala de las audiencias, donde habían muchos Cardenales, Obispos, sacerdotes, religiosos, fieles. El Papa se muestra muy lúcido en su pensamiento y también suficientemente ágil en su vida física, a pesar de los 81 años de edad. Nos da mucha confianza de encontrar en Roma un pastor de la Iglesia con tanta experiencia, con tanta sabiduría y, sobre todo, con tanto amor a Dios y a la Humanidad.

Por la tarde, visita a la tumba de San Pablo, en su Iglesia Extra Muros, era la hora de las vísperas, estaba la basílica plenamente iluminada. Se oía el órgano llenando el ambiente y el coro de los monjes, que cantan en gregoriano. De rodillas junto a la tumba del apóstol de los gentiles, del gran San Pablo, en aquel ambiente de oración, casi de cielo, he sentido revivir en mi memoria, en mi corazón, en mi amor, todas aquellas emociones de mis tiempos de estudiante, y ya de sacerdote, mis visitas a Roma, siempre han sido mis oraciones ante estas tumbas de los apóstoles, inspiración y fortaleza, sobre todo, esta tarde en que siento que mi visita no es una simple visita de piedad privada, sino que en el cumplimiento de la visita ad limina traigo conmigo todos los intereses, preocupaciones, problemas, esperanzas, proyectos, angustias, de todos mis sacerdotes, comunidades religiosas, parroquias, comunidades de base, es decir, de toda una Arquidiócesis que viene conmigo, a postrarse como ayer, ante la tumba de San Pedro, hoy, ante la tumba de San Pablo.

Lunes, 19 de junio
El trabajo principal hoy, ha sido la concertación de entrevistas o audiencias, con la Sagrada Congregación para Obispos, que nos señaló mañana marte por la mañana; con la Secretaría de Estado, donde entregamos documentación y quedó de indicarnos cuando nos recibirían; con la oficina de audiencias, para ver si era posible una audiencia privada, pero el tiempo de preparativos para fiestas en honor del Santo Padre y también sus dificultades de salud, han reducido mucho las audiencias privadas, aunque nos dieron esperanza de tener una audiencia muy especial, después de la audiencia general del próximo miércoles.
En La Sagrada Congregación para los Obispos se nos indicó que conversáramos con Monseñor Miguel Buro, con quien largo rato departimos, pero hemos notado en su mentalidad una serie de conceptos y prejuicios, que nos han dejado muy poca esperanza para comprender la pastoral que está llevando nuestra Arquidiócesis. Sin embargo, la plática ha sido muy útil para decir, los breves momentos que nos dejó hablar, ya que casi sólo él hablaba, nuestros puntos de vista.
Por la tarde y por la noche disfrutamos sin compromisos ni trabajos oficiales este precioso ambiente de Roma, que en junio comienza a ponerse un poco cálido. Se parece bastante a nuestro clima salvadoreño. Durante la noche también el Padre Juan Bosco Estrada, un jesuita mexicano, nos ha visitado y nos ha convidado a pasear después de cena por la Plaza de San Pedro , desde donde contemplábamos la ventanita famosa donde estudia el Santo Padre y donde reza por toda la humanidad.

Martes, 20 de junio
La entrevista principal ha sido con el señor Cardenal Sebastián Baggio, prefecto de la Sagrada Congregación para los Obispos. Acerca de esta entrevista, que para mí ha sido de mucha importancia, he escrito una descripción, según la he podido recordar, para dejar por escrito la constancia de mis repuestas a las observaciones que hizo el Cardenal a mi trabajo Pastoral. Creo que he logrado desvirtuar muchas informaciones que no son exactas y que, más bien, proceden de intereses contrarios a los que trato de defender en la línea y predicación pastoral de la Arquidiócesis. Recomiendo que se lea el acta confidencial de esta entrevista con el Señor Cardenal.
Por la tarde recibimos aviso de que el Santo Padre nos recibiría después de la audiencia general, en una audiencia especial, a Mons. Rivera y a mí. Por la noche, nos invitaron a cenar las religiosas Oblatas al Divino Amor. El ambiente fue muy cordial y hubo buenos recuerdos del trabajo de esta congregación en San Salvador, en el Colegio de la Sagrada Familia, y en la Arquidiócesis en el campo directo pastoral en la población de Citalá, Chalatenango.
También este día tuve oportunidad de saludar personalmente a un gran amigo de la Sagrada Congregación para la Educación Católica, Monseñor de Nicoló, que se encarga de los seminarios de América Latina. Le entregué la correspondencia en la que está mi respuesta a las falsas informaciones que la Congregación ha recibido, acerca de las relaciones de la Arquidiócesis con el Seminario Intérdiocesano San José de la Montaña. Monseñor de Nicoló me mostró su amistad, muy sacerdotal e íntima, haciéndome algunas advertencias confidenciales, y me aconsejó ser muy franco en el diálogo con el señor Cardenal, que tendríamos al día siguiente.

Miércoles, 21 de junio
La audiencia general y la audiencia especial con el Santo Padre ha llenado esta mañana inolvidable. Es 21 de junio y lo principal que se recuerda en la audiencia general es que hoy se cumplen 15 años de aquel 21 de junio en que fue elegido el Cardenal Juan Bautista Montini para suceder a San Pedro, con el nombre de Pablo VI. Esta circunstancia arrancó inmensa alegría al inmenso auditorio de todas las lenguas, que a través de sus intérpretes manifestaron su cariño, su oración, su adhesión, al sucesor de San Pedro. El Papa, respondiendo a esta explosión de amor, dijo que la elección que se conmemoraba significaba para él una entrega absoluta al Pueblo de Dios. Y en nombre de esa entrega su mensaje se inspiraba en un oficio que ha sido el propio de los pontífices a través de la historia, hacer visible la belleza de la Iglesia a pesar de los rasgos humanos y de las deficiencias personales de los pontífices. El se refirió de manera especial a esa gran misión de la Iglesia, en medio de la humanidad, de sembrar unidad, paz, felicidad en Cristo. Exhortó a los asistentes a ser cristianos muy fieles a la Iglesia y a vivir con toda fidelidad las enseñanzas del Concilio Vaticano II, que son un verdadero don del Espíritu Santo para nuestro tiempo.

Al final de la audiencia, el Santo Padre nos llamó a los Obispos presentes, éramos unos ocho, para que con él impartiéramos la bendición a la muchedumbre. Después nos condujeron a una salita privada donde esperamos el momento emocionante de platicar más íntimamente con Su Santidad Pablo VI.
Cuando llegó nuestro turno, entramos a la salita donde estaba el Papa, al que saludamos con la emoción que dan estos momentos. El Papa nos hizo sentar a un lado y otro de él y dirigiéndose a mí en particular, me estrechó la mano derecha y me la retuvo entre sus dos manos largo rato, yo también estreché con mis dos manos las manos del Papa. Hubiera querido para ese momento una fotografía que expresara esa íntima comunión de un Obispo con el centro de la unidad católica. Y teniéndome así las manos, me habló largamente. Me sería difícil repetir al pie de la letra su largo mensaje, porque además de no ser esquemático, sino más bien cordial, amplio, generoso, la emoción del momento no es para recordar palabra por palabra; pero las ideas dominantes de esas palabras fueron estas: “Comprendo su difícil trabajo. Es un trabajo que puede ser no comprendido, necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza. Ya sé que no todos piensan como usted, es difícil en las circunstancias de su país tener esa unanimidad de pensamiento, sin embargo, proceda con ánimo, con paciencia, con fuerza, con esperanza”. Me prometió que rezaría mucho por mí y por mi Diócesis. Y que hiciera todo esfuerzo por la unidad. Que si en algo podía él personalmente servir, que con gusto lo haría.

Se refirió luego al pueblo. Dijo que lo conocía desde que había trabajado en la Secretaría de Estado hace como 50 años y es un pueblo generoso, trabajador y que hoy sufre mucho y busca sus reivindicaciones. Me dijo que había que ayudarlo, trabajar por él, pero jamás con odio, fomentando las violencias, sino a base de un gran amor. De hacerle sentir el valor de su sufrimiento, de predicar la paz y de hacer que ese pueblo conozca como lo quiere el Papa y como el Papa reza y trabaja por él. Habló también de dificultades que solamente se pueden superar con el amor. Dificultades con las fuerzas dominantes, dificultades con colaboradores, que no todos comprenden el esfuerzo que se hace. Yo le repetí que era precisamente la manera como yo trataba de predicar, anunciando el amor, llamando a la conversión. Le dije que muchas veces habíamos repetido su mensaje del día de la paz: “NO A LA VIOLENCIA, SI A LA PAZ”. Le expresé mi adhesión inquebrantable al magisterio de la Iglesia. Y que en mis denuncias a la situación violenta del país, siempre llamaba a la conversión y me mostraba compasivo con los que sufrían, con las familias de las víctimas, y al mismo tiempo que hacía la denuncia del pecado, llamaba a conversión a los pecadores. El Papa repitió que oraría mucho por nosotros, y que le dijéramos qué podía hacer él para ayudarnos. Después se dirigió a Mons. Rivera, también con palabras de aliento. Y por último nos dijo: “Vamos a tomar una fotografía”. Y entró el fotógrafo para darnos este gusto del Santo Padre,que era nuestro gran deseo, tener unos testigos en imágenes de aquel momento inolvidable.
Siento no haber recordado más las palabras, pero sustancialmente fueron las que he mencionado. A mí me dejó la satisfacción de una confirmación en mi fe, en mi servicio, en mi alegría de trabajar y de sufrir con Cristo, por la Iglesia y por nuestro pueblo. Creo que este solo momento bastaría para pagar todo esfuerzo de venir a Roma: Reconfortarse en la comunión con el Papa, iluminarse con sus orientaciones. Naturalmente, el Papa mismo lo indicó, tendrán que tratar con la Sagrada Congregación, especialmente, nos mencionó la Secretaría de Estado, Monseñor Casaroli que será el que dialogará conmigo, cuando me señale la audiencia de la Secretaría de Estado. Porque el Papa en su breve mensaje, sentía yo, que estaba muy informado de la situación y quería que dialogáramos más a fondo los problemas concretos con sus Secretarías diferentes. Pero la palabra de él que es la básica en esta comunión, es una palabra de esperanza, de aliento y, como he dicho, me ha confirmado en mi voluntad de servir con amor a nuestro pueblo desde la Iglesia de Jesucristo.
En esta audiencia entregué al Santo Padre el retrato del Padre Navarro que le enviaba su hermano Napoleón, lo mismo que objetos de los talleres de “La Semilla de Dios” de La Palma, en Chalatenango, y cartas de algunas comunidades; lo mismo que un obsequio que de San Miguel le enviaba Francisco González. Yo dejé bajo sobre reservado un memorándum.

Miércoles, 21 de junio de 1978
Dejé al Santo Padre un memorándum, en forma de una breve carta para expresarle que ya estaba visitando los diversos dicasterios de Su Santidad y le explicaba que difícil resultaba cumplir el ministerio arzobispal en la situación de mi país, tratando de ser fiel al magisterio actual de la Iglesia. Le cuento también que mi información a Roma viene respaldaba por documentos y publicaciones que reflejan esa situación, y, al mismo tiempo, difaman a la Iglesia o se manifiestan en forma de solidaridad con el Arzobispo. Testimonios que llegan de todas partes y, sobre todo, del pueblo que me toca orientar. Y que todo ésto me da aliento para seguir en mi trabajo pastoral como lo llevo. Le digo también, que lamento que las observaciones que algunas secretarías han hecho a mi conducta pastoral, parece que prevalece un criterio negativo, que coincide exactamente con las fuerzas muy poderosas que allá, en mi Arquidiócesis, tratan de frenar y desprestigiar mi esfuerzo apostólico. Pero, termino diciéndole que puede estar seguro, Santo Padre, de mi fidelidad como al Sucesor de Pedro y de mi seguimiento incondicional a su magisterio; ya que en esta fidelidad y seguimiento he encontrado siempre el secreto y la garantía de caminar con mi rebaño en pos del Espíritu del Señor. Esta carta la vi después entre los papeles que llevaba el señor obispo Casaroli para dialogar conmigo en el diálogo o audiencia de la Secretaría de Estado y noté que al pie de mi carta había unas letras que sin duda eran del Santo Padre haciendo algunas observaciones para que Monseñor Casaroli las tuviera en cuenta al platicar conmigo.

Esta misma tarde del 21 de junio, de acuerdo con lo convenido con el Padre Pedraz, nos pusimos en comunicación telefónica para informarle de mis impresiones y de mis actividades en Roma en una grabación, que, sin duda, fue pasada por YSAX ese miércoles 21 de junio.

Jueves, 22 de junio
Para esta mañana tenemos la audiencia con la Sagrada Congregación para la educación. Estuvo presente el mismo Cardenal Garrone, el Secretario, Monseñor Antonio Javierre y otro Monseñor. Se nos explicó cuál era el origen de las dos cartas que a través de la Nunciatura han llegado en relación con el problema del Arzobispado y del Seminario. Hay un resumen de esta audiencia, preparado por Monseñor Urioste que estuvo presente, lo mismo que Monseñor Rivera Damas. La base de la plática fue la carta que yo dirigí en repuesta a la Sagrada Congregación el 05 de junio y que yo traje personalmente. Pueden verse, pues, en el archivo tanto esta carta respuesta del 05 de junio al Cardenal Garrone, como la breve acta que escribió Mons. Urioste acerca de esta audiencia. Debo decir que nuestra aclaración fue muy útil porque había muchas tergiversaciones de la verdad acerca de las relaciones entre el Arzobispado, la Curia y el funcionamiento del Seminario San José de la Montaña. Nos dimos cuenta de cosas muy desagradables que se han informado a espaldas de nosotros y hasta se había llegado a pedir una visita apostólica al Seminario y al Arzobispado. Lo cual ni la misma Sagrada Congregación creyó oportuno, ¡Gracias a Dios! Esperamos que después de estas aclaraciones se tenga un mejor respeto a la vida de la Curia Arzobispal de San Salvador y a la propiedad que ella tiene en el lugar donde está instalada actualmente, en el Seminario San José de la Montaña, que como ha sido probado, pertenece en el aspecto material, como edificio, pertenece al Arzobispado de San Salvador. Lo cual no quita el propósito de construir un arzobispado independiente del Seminario cuando sea necesario. La Sagrada Congregación para la Educación, pudo quedar bien informada de nuestra buena voluntad y de las dificultades, a veces de emergencia, que surgen en la vida de la diócesis y que afectan, naturalmente, al Seminario que está enmarcado en esa vida de la Arquidiócesis.
Después visitamos a Monseñor Maximino Romero, Secretario de la Sagrada Congregación para el Clero. Fue una conversación muy amplia, muy comprensiva y de muchas orientaciones para las relaciones con nuestros sacerdotes. Le hablé también del problema de Quezaltepeque y prometió enviar una declaración acerca de la situación del usurpador, Padre Quinteros. Hablamos también del problema de los diez suspendidos, abogando por ellos y dijo que ya se habían dado instrucciones al obispo de San Vicente para resolver este asunto.
Fuimos a las doce a la Secretaría de Justicia y Paz, a la Comisión Pontificia de Justicia y Paz, en el Palacio de San Calixto en Transtévere. Ampliamente dialogamos con el Secretario, un Monseñor francés, muy conocedor de la situación social y también de las situaciones de injusticias y atropellos de nuestro país y nos dio orientaciones muy válidas en esa conversación, en la que él se interesó mucho de la situación de nuestro país.

Viernes, 23 de junio
Se dejó más bien para trabajos personales, ya que además de los problemas conjuntos que traemos, cada uno trae también sus problemas especiales y así que este día viernes quedó para ello.

Sabado, 24 de junio
Las religiosas Oblatas al Divino Amor, que han sido muy atentas con nosotros durante esta estancia en Roma, nos obsequiaron un bonito paseo a Tívoli, que nos llevó todo el día. Aquellas fuentes pintorescas, aquel ambiente de naturaleza, aquel recuerdo de tanta historia, resulta un verdadero descanso del espíritu en medio de los problemas en que se agita nuestra pastoral. Al regresar fuimos a la Plaza Navona, de los más típico de Roma, a tomar allí un “capuccino”, como llaman en Roma al café con leche.
De paso, cuando íbamos para Tívoli, entramos a visitar la Basílica de San Juan de Letrán; era su día, 24 de junio. Se cantaba la solemne segunda Misa Pontificial de Perozzi. Me trajo tantos recuerdos aquel coro y aquel órgano y aquella iluminación en que refulgen los mosaicos de la vieja Basílica. Y aquella muchedumbre, la humanidad actual, que se mueve a través de siglos, en un presente siempre actual en la Iglesia. Un momento para reflexionar y entusiasmarse y ser un humilde fiel servidor de la Iglesia. San Juan de Letrán es la Catedral del Papa y es la Iglesia Madre de todas las Iglesias.

Domingo, 25 de junio
Fuimos a la Plaza de San Pedro a las doce del día para rezar con el Papa el Angelus. Antes de esta oración a la Virgen, el Papa comentó el emocionante episodio de un niño italiano, de nombre Mauro, no recuerdo el apellido, de 11 años de edad, que al ver que secuestraban a su hermano de 15 años, él se ofreció a los secuestradores, en lugar de su hermano porque era enfermo y desde abril a esta fecha no se ha sabido nada, porque el rescate que se pide es muy alto y la familia no alcanza a tanto. La madre también se ha ofrecido. Y el Papa reclamaba contra esta ingratitud, al mismo tiempo, que se hacía solidario de la familia y dirigía palabras de aliento y de admiración para el pequeño Mauro, a quien llamó el Papa, “pequeño cordero de bondad”, que contrasta con la maldad de los hombres. Me llenó de satisfacción esta denuncia del Papa porque coincide mi modo de predicar con este gesto de comprensión con el sufrimiento humano. Le doy gracias a Dios de encontrar aquí una nueva motivación para seguir adelante en mi trabajo pastoral.
Al mediodía, el señor embajador de El Salvador ante la Santa Sede, don Prudencio Llach, nos obsequió un almuerzo en el Gran Hotel donde está hospedado.
Por la tarde tuvimos una audiencia muy amplia con el Padre General, Superior de los Jesuitas, Padre Arrupe, con quien analizamos los pasos que se van dando en Roma y nuestra situación en El Salvador. Es ampliamente comprensivo de que en la Iglesia hay corrientes muy diversas y que hemos de tener conciencia de seguir como nuestra conciencia nos indica y tratar de que el Papa esté bien informado de nuestra actuación y de nuestras intenciones. El tiene mucha experiencia en las malas interpretaciones que se suelen hacer de las obras de los jesuitas, experiencia que nos ha servido a nosotros también para tener serenidad en los momentos de incomprensión y dificultad. Es un hombre muy santo y se ve que el Espíritu de Dios lo ilumina para tener un espíritu tan abierto y tan comprensivo del momento. Nos ofreció de nuevo toda la colaboración de los jesuitas, como de hecho, la estamos recibiendo.

Lunes, 26 de junio
Por invitación de Monseñor Miguel Buro, de la Sagrada Congregación para los Obispos, asistí a conversar con él, que es el Secretario de esa Congregación. Le entregué la repuesta de aceptación para ir como invitado especial a Puebla. También le llevé la relación que hice para el Cardenal Baggio, acerca de la entrevista que tuvimos la semana pasada. Monseñor Buro insistió en sus conocidos conceptos de prudencia y de predicación “meramente evangélica”.
A las once de la mañana teníamos cita con el Cardenal Pironio. Fue un gusto encontrar a este gran amigo de los Obispos de América Latina, elevado al cargo de Cardenal Prefecto de la Congregación para Religiosos y mantener siempre aquel espíritu de sencillez y de humildad, de amistosa acogida, con que supo responder sabiamente a varias consultas que le hicimos acerca de la vida religiosa, de las religiosas en el trabajo parroquial. A lo cual se refirió cuando dijo que las religiosas con tal que cumplieran bien estas tres cosas: Un amor a Jesucristo, una fidelidad a sus carismas y un servicio bien adecuado a la Iglesia particular donde trabajan, están desarrollando plenamente su vocación. Le pregunté también acerca de las corrientes en la Iglesia y acerca de la celebración de la reunión de obispos en Puebla. A todo supo darnos esa respuesta de apertura con que él ha llevado siempre su palabra de orientación. El Cardenal Pironio, ya para despedirnos, me dijo, cuando yo le dije que era acusado de ser instrumento del comunismo en América Latina, me dijo: “No me extraña puesto que hasta un libro han publicado con el título de “Pironio, Pirómano”. Entonces es herencia de todos los que quieren predicar la justicia social y la promoción de nuestra América Latina.

También Monseñor Rivera y Monseñor Urioste hicieron una visita a la Sagrada Congregación de Sacramentos para consultar especialmente sobre la Confirmación, de lo cual Mons. Urioste extendió un breve memorándum.
Por la noche, a las seis y media, en la Secretaría de Estado nos recibió Monseñor Casaroli. También acerca de esta conversación, muy interesante, Monseñor Urioste escribió una pequeña acta, a la cual remito para brevedad de estas notas. En ella estuvieron presentes Mons. Rivera, Mons. Urioste, el embajador ante la Santa Sede y este servidor.

Martes, 27 de junio
Solamente una visita privada a Monseñor De Nicoló, que como ya dije antes, es un gran amigo y con quien ahora, muy en privado y confidencialmente, platicamos varios aspectos que me han sido muy útiles.

Miércoles, 28 de junio
Como ya es un día sin compromisos especiales, dediqué la mañana para ir de nuevo a la audiencia general del Santo Padre, confundido entre el Pueblo. Me dio mucho gusto sentirme uno de aquellos cristianos que venidos de diversas naciones del mundo esperan con tanta ansia ver al Papa. Como es vigilia del día de San Pedro, fue una audiencia muy nutrida, muy alegre. Antes de la llegada del Papa, se oían cantos en todos los idiomas y a la llegada del Papa el estruendo de los aplausos fue enorme. El Papa se refirió a San Pedro, a su tumba, a su basílica y como todos nosotros cristianos estamos allí muy cerca de la roca fundamental de la Iglesia. Invitó a la fidelidad a esa Iglesia.

Llevé los objetos comprados para llevar de recuerdo con la bendición del Santo Padre.
Por la tarde visita de la Madre María Castro Llerena, quien me aseguró que mi petición para fundar allá una comunidad de adoratrices está avanzando y posiblemente después de la fundación de Panamá, que ya se está haciendo, tocará su turno a El Salvador.
Después de la visita de la Madre Llerena y de la Madre Superiora General de las Oblatas, me fui a San Pedro cuando estaban cantando las vísperas del patrón San Pedro y San Pablo. Los dos son patronos de Roma. También aquí el canto solemne de las vísperas, en un ambiente de fiesta, una concurrencia universal, que llenaba el coro de la basílica, me ha traído tantos recuerdos. Y ahí junto a la tumba de San Pedro, recé el credo de los apostóles pidiéndoles al Señor la fidelidad y la claridad para creer y predicar esa misma fe del apóstol San Pedro.
Por la noche todavía nuestro paseo nocturno que hacemos con el Padre Juan Bosco Estrada fue alrededor de la Plaza de San Pedro, recordando ahí tantas cosas históricas que evoca el nombre de Pedro y de Pablo en Roma.

Jueves, 29 de junio
Preparación del viaje de retorno. Visita a San Pedro. La misa solemne de la mañana es impresionante, mucha gente entra y sale, llena la plaza y las calles adyacentes, una verdadera fiesta patronal pero con un carácter universal. Así como en nuestros pueblos las fiestas patronales dan cita a todas las gentes de todos lo cantones y pueblos vecinos, esta fiesta de San Pedro es ecuménica. En vez de cantones y pueblos, vemos aquí gente de todos los países del mundo. Pero el espíritu es el mismo, una fiesta popular, una fiesta alegre, inspirada por la fe y la esperanza cristiana, unas ventas, unas compras, un ir y venir de la gente, una alegría; lo que produce el estar en contacto con aquellos héroes que ya vencen y reinan en la eternidad, mientras nosotros peregrinamos tratando de imitar sus ejemplos.
Por la noche salida para el aeropuerto y regreso a mi país. A pesar de regresar a mi patria, siento nostalgia dejar a Roma. Roma es hogar para el que tiene fe y tiene sentido de Iglesia. Roma es la patria de todos los cristianos. Ahí está el Papa que es verdadero Padre de todos. Lo he sentido tan cerca; voy tan agradecido con él que el corazón, la fe, el espíritu siguen alimentándose de esta roca, donde la unidad de la Iglesia se siente tan palpable.

Mañana 30 de junio, XV aniversario de la coronación del Papa, estaremos ocupados en viajes, en llegar a la patria, en desempacar maletas, etc. Roma será siempre para nuestros corazones madre, maestra, patria.

Jueves, 30 de junio
Este día amaneció para mí en el Aeropuerto de Madrid. Anoche, de las ocho a las once de la noche, viaje aéreo de Roma a Madrid. A las dos de la madrugada, partir para San Juan, Puerto Rico; San José, Costa Rica; y El Salvador. La noche inmensamente larga sobre el océano. Un viaje sin novedad, muchas reflexiones en la mente, muchos propósitos en el corazón; regresamos después de haber estado tan íntimamente comunicados con el Papa y la Santa Sede, a nuestra sede que la Providencia nos ha encargado. Vamos recogiendo las impresiones, los diálogos, las recomendaciones; todo lo bueno que el Papa y Roma dan a un obispo que quiere permanecer fiel a la unidad de la Iglesia Universal.
La larga noche del viaje va amaneciendo en costas latinoamericanas y hacia las nueve de la mañana llegamos al Aeropuerto de Ilopango, donde una muchedumbre de gente buena me acoge con aplausos, con bienvenidas; una entrevista de periodistas para explicarle que mi viaje a Roma ha sido muy satisfactorio, para enviar saludos a todos los que usan de esos medios de comunicación social, entre ellos una radio de Guatemala.
Mons. Revelo, Obispo Auxiliar, está entre los amigos que han venido a recibirme y me comunica que hay una Misa preparada en Catedral para darme allí la bienvenida y para que yo pueda saludar también al pueblo. Me dirijo hacia la Catedral, celebro y a la hora del Evangelio, Mons. Revelo dá la bienvenida con palabra muy eclesiástica y yo contesto narrando mis impresiones de Roma, haciendo un llamamiento a trabajar, seguir, construyendo esta Iglesia, agradecer al Papa sus palabras de aliento, sentirme confirmad en mi trabajo, en mi esperanza, en mis ideales, invitar a todos a celebrar junto esta Santa Misa para iniciar una nueva etapa de vida pastoral.
Esta predicación fue transmitida por radio; esta homilía ha sido repetida en varios programas de este día y del día siguiente.

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Marzo – 1978

Viernes 31 de marzo
La reunión más importante de este día fue la que se tuvo con abogados y estudiantes de derecho convocados para proponerles las dificultades con que la Iglesia tropieza al pedírsele una ayuda jurídica, legal, en tantos casos de atropellos de los Derechos Humanos.

Tenemos una pequeña oficina que funciona en el Externado San José con el nombre de Socorro Jurídico, pero es impotente para tanto caso que llega de distintos órdenes. Y al mismo tiempo se les sugería organizarse en forma permanente como un equipo honrado de abogados y de estudiantes de derecho a los cuales pudiera acudir la Iglesia en consulta, de aspecto jurídico.

La invitación fue acogida con verdadero entusiasmo porque llegaron cerca de veinte personas entre abogados y estudiantes de derecho. Si se quiere tener el nombre puede preguntársele al Dr. o Br. Roberto Cuéllar, del Socorro Jurídico, él tiene la lista de las personas invitadas y que asistieron.

Entre las cosas concretas que se propusieron con entusiasmo fue la de pedir la Amnistía para los que han sido capturados con motivo de los acontecimientos de San Pedro Perulapán. Y la próxima semana se presentará a la Asamblea una petición en este sentido, pidiendo la Amnistía. También fue acogida la idea de prestar ayuda al Socorro Jurídico y se le encargó al Socorro Jurídico recoger los casos necesitados y enviarlos a los abogados ahí presentes que se ofrecieron a prestar esta ayuda en sus propios bufetes, mientras se tratara de cosas ordinarias y también acudir, cuando fuera necesario, a un trabajo corporativo. También se propuso la idea de organizarse como asociación de abogados y a la que se podían inscribir otros no invitados o de otras partes, a fin de crear un cuerpo consultivo como lo había pedido la Iglesia en sus dificultades de carácter jurídico. Se sugirió también el reunirse periódicamente para tratar estos asuntos.

Les agradecí y les manifesté mi satisfacción por la acogida que prestaron al llamamiento y por la buena voluntad que han manifestado como abogados de conciencia cristiana.

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Enero – Marzo – 1980

Martes, 1 de enero
Año nuevo. El país amanece tenso bajo estas divisiones en el interior del Gobierno. Una crisis ministerial se va planteando cada vez más clara. Parece que los civiles están convencidos de que se trata de un Gobierno militar que se está inclinando a la derecha y que ellos no pueden continuar en este sentido. Trato de comprender y de orientar y decir que, ante todo, vean el pueblo, al que hay que servir.

Como todos los primeros de mes, tuvimos a las cinco de la tarde la Hora Santa en el Hospital de la Divina Providencia, con asistencia extraordinaria. Hablé de la plenitud de los tiempos, de que habla San Pablo y cómo Dios va haciendo en la historia natural su gran historia de salvación; cómo Cristo se ha insertado en la historia y le da sentido sobrenatural a todos nuestros años.

Miércoles, 02 de enero
He amanecido muy preocupado porque me toca hoy orientar esta junta tan trascendental, pero cuento con las oraciones de los enfermos, de las religiosas, y de todos aquellos que se han dado cuenta del momento trascendental que vive nuestra patria.

En la Junta me asesoraron Monseñor Urioste y el Padre Estrada. Los Ministros civiles y demás miembros del Gobierno, civiles, llegaron puntualmente a las nueve y media. Los militares parece que equivocaron el lugar y fueron al Hospital; sin embargo, llegaron un poco atrasados, pero no querían entrar mientras no hablaran conmigo; como que no habían entendido que iban a dialogar con los civiles y estaban renuentes. Yo les dije que prevaleciera el diálogo en bien del pueblo, y que era necesario hablar, que yo les había expresado claramente que se trataba de una Junta con los civiles. Después de alguna conversación con los militares, el Coronel Gutiérrez dijo que era abierto al diálogo y que lo demostraba asistiendo a la Junta. Le agradecí y los llevé a unirse con los civiles, que estaban en lo alto del Seminario, en la biblioteca, donde tuvo lugar la reunión. Les pedí excusas por la tardanza, ya que eran casi las once de la mañana, y les motivé mi papel de pastor, representante de la Iglesia y de salvadoreño, representante de un gran sector del pueblo, para pedirles en nombre de la Iglesia y del pueblo que llevaran a cabo un dialogo franco, sincero y que pudieran buscar una solución al servicio del país. Que no fueran a dar un nuevo sentido de frustración a este pueblo ya sufrido. Me atendieron con mucho respeto. Yo les agradecí y le invité a abrir el diálogo, exponiendo el fondo del problema, del conflicto, buscando luego las muchas convergencias que hay entre los sectores en conflicto y, finalmente, señalando las divergencias para tratar de superarlas. El Doctor Zamora, Ministro de Gobernación, inició exponiendo el fondo del problema. la ambigüedad de los militares, la derechización, como ellos llaman, con lo cual ellos no se sienten a gusto para seguir trabajando y en vez de ser cómplices de un Gobierno Militar que siga amparando la derecha, prefieren retirarse. El diálogo se abrió muy franco entre militares y civiles; aunque daba la impresión que los civiles no querían creer las promesas de los militares, o no veían claras sus definiciones en pro de la proclama, que el Gobierno ha prometido defender. Al final, sinteticé esta reunión, diciendo que yo veía un ideal, que es el proceso revolucionario que ellos tratan de fomentar. También veía dificultades y señalé todo lo que había oído en esta discusión, como eran las ambigüedades de los militares y otros aspectos negativos contra el proceso de promoción de nuestro pueblo. Y en tercer lugar, les dije, que había también oído caminos de solución, siendo el principal la sinceridad, la comunicación y todo aquello que fomente el acercamiento. Y entre estos caminos ofrecí el servicio de la Iglesia, que se estaba prestando en este momento y que estaba dispuesta a seguir prestando.

Parece que se logró un ambiente cordial y que el saludo final, de despedida, fue muy distinto del de la entrada. Pero lamentablemente, mientras salíamos, se oía ya por radio la respuesta del Consejo Permanente de la Fuerza Armada, en la cual afirmaban su posición militar, sí en defensa de la proclama, pero rechazaban varios puntos como anti-constitucionales de parte de los Ministros, y ésto predispuso, porque a las tres de la tarde que iba a ser la Junta para recoger la respuesta de los militares, ya oían por la radio y ni siquiera les mandaron la respuesta, sino que, tuvieron que mandarla a recoger. Son todas estas cosas las que agriaron nuevamente la situación y que ha provocado ya la primeras renuncias de ministros, a las cuales seguirán otras sin duda.

Por otra parte, no pude asistir…

Miércoles 02 de Enero (Continuación)
Al mediodía tenía la invitación del Señor Nuncio para un almuerzo en honor del Cardenal Lorscheider, pero teniendo aquí la Junta que se prolongó casi hasta las dos de la tarde, le supliqué que me dispensara por esta situación, que bien comprendió él. El Cardenal ya me había previsto de que tal vez no iba a asistir y que para él era mucho más importante mi Junta con el Gobierno y que no tuviera cuidado si no podía asistir allá; conceptos que me ratificó cuando nos vimos después de la Junta y del almuerzo. Ya el Cardenal salía para el aeropuerto, lo acompañé; platicamos muy cordialmente. El lleva buenas impresiones de mi trabajo, de la gente con quien ha conversado y cree que se trata de sugerir personalmente al Papa un refuerzo del Episcopado y una solución más radical a la situación de nuestra Iglesia. El cree que mis actuaciones, después de haber leído las Cartas Pastorales, las homilías y haber conversado con gente imparcial e inquieta de la vida de la Iglesia, es un trabajo que merece el apoyo, lo cual me ha dejado a mi nuevamente confirmado en el trabajo que vamos llevando en nuestra Pastoral.

Jueves, 03 de enero
Desayuno con Sigfrido Munés y el Doctor Chávez, con quienes conversamos de la dificultad del momento. El doctor Chávez es asesor de la Democracia Cristiana y del Gobierno y me dijo que estaba ya negociándose, desde hace algunos días, la participación del Partido Demócrata Cristiano y que ahora, en esta crisis del Gobierno, va a negociar su trabajo político, tratando de salvar la situación.

Después del desayuno, él salió para Casa Presidencial, donde han mantenido reuniones todo este día.

Tuve visitas de algunos miembros del Gobierno y me ha llenado de satisfacción la confianza que tienen con la Iglesia y algún bien que se puede hacer orientándolos desde la perspectiva pastoral.

Viernes, 04 de enero
Esta mañana la dediqué a una reunión con cinco sacerdotes de la Arquidiócesis, con quienes hay algunas dificultades en la comunión más íntima, por aspectos políticos de su Pastoral. Pero dialogando muy a fondo y buscando sinceramente la solución de estas dificultades y desconfianzas, he encontrado mucho valor humano, cristiano y sacerdotal que seguiremos cultivando en ulteriores reuniones. Recuerdo que fueron el Padre Rogelio, el Padre Benito Tovar, el Padre Trinidad Nieto, el Padre Rutilio Sánchez, el Padre Pedro Cortez; asistieron también el Padre Juan Macho y el Padre Walter Guerra que me dieron muy buena ayuda por sus orientaciones tan bien centradas y sacerdotales.

Por la tarde, tuve una visita de Católicos Ecuménicos de Suecia, quienes me anunciaron un premio de Paz de este año para nuestra Arquidiócesis, de parte de los cristianos de Iglesias Libres, que así se llaman las comunidades cristianas en Suecia, ya que sólo el luteranismo es oficial. Dicen que para mayo me anunciarán el premio que significa esta noticia que ellos me han traído y la que yo agradecí, en nombre también de la Arquidiócesis.

Tuve también la visita del Doctor Guillermo Ungo, que acaba de renunciar como miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno, junto con otros políticos, para analizar la situación y ver que siempre hay esperanzas de salida para esta situación tan difícil. Me habló por teléfono el otro miembro de la Junta que ha renunciado, el Ingeniero Román Mayorga, quien se dirige en viaje de descanso a México.

Sabado, 05 de enero
A mediodía llegaron los dos miembros de la Junta de Gobierno, militares, Coroneles: Gutiérrez y Majano. Los atendí con Monseñor Urioste y fue un sincero diálogo de los problemas como ellos los ven y de sus esperanzas de salida. Tuve oportunidad de reafirmar mi pensamiento, buscando siempre un servicio al pueblo, para que no se vayan a poner nuevos motivos de fracaso. Ellos creen que la renuncia masiva ha sido una experiencia muy buena, una crisis, pero que no es propiamente un fracaso. Hay optimismos en ellos, en sus negociaciones con la Democracia Cristiana y también con las negociaciones que se van a propiciar con los grupos populares, para procurar siempre un Gobierno que sea del pueblo y para el pueblo. Almorzaron con los sacerdotes que estaban conmigo ayudándome a reflexionar la situación para la homilía de mañana.

Por la tarde, visita del Rector del Seminario y del Padre Rafael Urrutia, encargado del Seminario Menor y de la Comisión de Seminarios. Al Padre Urrutia le encargué, además, que fuera como mi Secretario particular, que nos mantuviéramos más cercanos ya que es un sacerdote joven, inteligente y activo y, por eso, que procurara por lo menos llamarme por teléfono y venir a comer de vez en cuando al Hospital. Tratamos varios puntos de seminario, ya que, en eso, llegó también el Padre Jesús Delgado y nos dió magníficas sugerencias, entre ellas la de crear ya para este año, al año de propedéutica para que se inicien así los que ingresan a primer año de filosofía y se les dé, más bien, introducciones al Espíritu Sacerdotal, vocacional y todo esto que significaría una especie de noviciado, que no es muy necesario para saber a dónde se han metido quienes han venido a veces de colegios donde no han oído hablar de Seminario ni de vocaciones. Se procurará tener ésto en Domus Mariae; se le pedirá la colaboración al Padre Juan Macho Merino, que tiene allá, en la vecina parroquia de San Francisco de Mejicanos, un grupo de estudiantes pasionistas, y se trató también de dar un año de diaconía a los téologos que van a hacer su cuarto año y que les vendrá muy bien para poderse preparar así mejor, en más comunión con el pueblo, para su futuro sacerdocio; en fin, otras iniciativas de carácter de seminario y apostolado juvenil que resultaron muy útiles en esta reunión improvisada.

Domingo, 06 de enero
Ha sido un domingo muy lleno de trabajo y de satisfacciones pastorales. La Misa de la Epifanía la celebré en Catedral y comparé, en mi homilía, el momento de El Salvador con aquella turbación que el Evangelio nos menciona de Jerusalén, cuando los magos buscan al Rey y que buscáramos, con el mismo espíritu, la salvación de nuestro pueblo que, ciertamente, Dios la tiene; ya que la Epifanía nos muestra que Dios ha venido para salvación de todos los pueblos. después de la Misa hubo una pequeña reunión de prensa, ya que durante la Misa había habido bastantes representantes de prensa, televisión y radio y conversamos sobre los puntos que había dicho en mí homilía y otros aspectos de la situación actual del país. Un periodista suizo, también me suplicó una entrevista más privada para el día siguiente en el hospital.
Luego fui a la Parroquia de Aculhuaca, donde los catequistas habían preparado un bonito grupo de jóvenes y niños para la confirmación. También me aproveché de la celebración de Epifanía para hablar de esa vida de Dios que nos ha traído Cristo y que se sigue repartiendo por medio de los sacramentos. Después de almuerzo, una reunión con el pequeño grupo de pastoral. Noté bastante división y desorientación y que recriminaban bastante al párroco por el descuido en atender las comunidades. Creo que el Padre Crespín tomó nota para poder dar respuesta práctica a esta situación de su parroquia.

Después de almuerzo y un pequeño descanso, fui a la Comunidad de Rosario de Mora, donde las religiosas Oblatas al Divino Amor trabajan y han logrado una comunidad muy viva; se ve mucho acercamiento de jóvenes y niños y se nota, de verdad, que se vive allá el espíritu pastoral y se sigue con verdadera solidaridad la línea pastoral de nuestra Arquidiócesis. Tuvimos una primera comunión con una preparación litúrgica muy bien realizada y después una convivencia con los trabajadores de pastoral, entre la alegría de los niños que reventaban sus piñatas de primera comunión; en fin, un ambiente de familia que es lo que Cristo quiso al fundar su Iglesia, la familia de Dios.

Por la noche, junto con el Padre Moreno atendimos una entrevista que ya se había anunciado de un representante del Bloque Popular Revolucionario, quien nos expuso su pensamiento actual, su análisis de la situación del país, y he notado un cambio bastante grande en su apertura al diálogo con las otras organizaciones, incluso esta invitación que hacen a la Iglesia, la cual aprovechamos para inspirar el seguimiento pastoral que queremos hacer a todos aquellos cristianos que se incorporan a estas organizaciones políticas populares, a fin de que se salvaguarde la fe de esta gente en estas militancias. Para mi fui muy esperanzador este diálogo que quedamos de acuerdo en continuar haciendo. Quedó de venir también el Coronel Guerra, que fue el único militar que firmó con los civiles la renuncia de sus cargos ministeriales y el cual, sin duda por eso, ha sufrido alguna venganza ya que le ametrallaron su carro y milagrosamente no le sucedió nada. Lástima que ya era muy noche y no vino, aunque yo traté de contactarlo por medio del Padre Chus Delgado. Espero que no haya nada trágico en este momento para este coronel.

También hablé por teléfono a Héctor Dada, que fue Ministro de Relaciones Exteriores y que renunció junto con el Gabinete, pero que como miembro de la Democracia Cristiana ha sido colocado en la Junta Revolucionaria de Gobierno. Vino a buscarme por la mañana y le hablé por teléfono para saludarlo. Dijo que solamente venía a buscarme para saludarme y para hablar un poco de una tragedia que ha sucedido en Chalatenango, donde le han informado que hay unos setenta muertos. Yo le expresé que no sabía más que lo que había denunciado en la Misa, de unos cuatro; pero que era interesante esta noticia y que nos informaríamos y que tuviera muy en cuenta estas situaciones, que son las que echan a perder la buena voluntad del Gobierno. Le auguré que tuvieran éxito y que oraríamos mucho para que el país encuentre una solución en la opción que acaba de hacer, de llamar a la Democracia Cristiana para ayudar al Gobierno a resolver esta crisis.

Lunes, 07 de enero
Fui brevemente al Arzobispado y vi mucha vida en las diversas oficinas. En la Comisión de Pastoral se prepara el estudio de las Comunidades Eclesiales de Base; en la Vicaría General también se trataban asuntos de carácter jurídico de la Diócesis. Había varias personas, sacerdotes, religiosas y fieles que visitaban por diversos motivos las oficinas. Platiqué con el Padre Alas, que trabaja en Concepción Quezaltepeque. Sacerdote muy ejemplar, con quien compartimos varios criterios pastorales que me parecen sumamente centrados, sacerdotales. Gracias a Dios, tenemos sacerdotes de mucho fondo espiritual y sacerdotal. También me dí cuenta del preparativo para la Junta del Clero de mañana, que será un retiro espiritual para enmarcar la entrega de las licencias que se hará en forma solemne.

El resto del día lo pasé en la finca de las hermanas Oblatas al Divino Amor, en un pequeño descanso. Pero al regresar, tenía, por la noche, una entrevistas de mucha trascendencia en este momento de la crisis del Gobierno y del país; vienen muchas consultas o visitas a las que, gracias a Dios, se les atiende con las luces que el Espíritu Santo me está dando y que le agradezco tanto, pidiéndole que su Iglesia sea siempre digna de estar presente en los momentos de nuestra historia.

Martes, 08 de enero
La reunión con el Clero resultó sumamente rica de espiritualidad y de reflexión teológica sobre la realidad de la Iglesia y, de manera especial, sobre el sentido de comunión y de misión, para darle a la entrega de las licencias ministeriales de los sacerdotes y a las cartas que, por primera vez, se dan como documento de autorización a las comunidades de religiosas, tuviera un sentido profundamente teológico. Me tocó exponer la meditación de fondo y proponer unos puntos de reflexión que luego se recogieron en un breve plenario para pasar a la Eucaristía en la capilla del Seminario, donde se celebró la solemne concelebración Eucarística, al final de la cual se entregaron, como una misión a toda la Arquidiócesis, estos documentos que autorizan la verdadera misión del sacerdote en las parroquias y pueblos donde tienen que trabajar.

Por la tarde, fui a Santa Tecla; visité a las hermanas Salesianas del Colegio Santa Inés y quise dar un pésame a doña Concepción de Viguer, pero no pude encontrarla.

Hubo algunas llamadas telefónicas en la casa. Escuché por televisión al Doctor Morales Erlich, presentando los criterios del Partido Demócrata Cristiano, que ha asumido un compromiso, pero condicionado, para ayudar a las Fuerzas Armadas a sacar de esta situación de crisis al Gobierno. Creo que fue una exposición muy clara, muy sólida. Un llamamiento al pueblo para acuerpar una salida democrática, que es la más racional en este instante, ya que las otras serían de extrema derecha, que lleva consigo una tremenda represión, o de extrema izquierda, que sería una revolución que costaría mucha sangre también. Hubo también otras llamadas telefónicas que durante el día habían llegado y que traté de conectar por la noche.

Miércoles, 09 de enero
La primera estrevista de hoy fue con un grupo de religiosas Carmelitas de San José, que van a dejar la Congregación para hacer una experiencia pastoral; van a vivir en comunidad y con el compromiso religioso, pero sin pertenecer ya a su Congregación; estarán en la Parroquia de Guazapa. Les exhorté a tomar muy en serio este problema y hacer una experiencia que sea de mucho bien para nuestra Diócesis. Uno de estos domingos iré a celebrar la Misa y a presentar esta experiencia a aquella comunidad.

Otra entrevista de mucha importancia fue con Monseñor Rivera y el Padre Vega y David, el encargado del Secretariado Social, ya que se trata de aclarar la situación en vista de que, Monseñor Aparicio, recién nombrado Presidente de la Comisión Social, ha nombrado Secretario al Padre Juan León Montoya, sacerdote que no está en sintonía con nuestra pastoral y que puede hacer mucho inconveniente en nuestro trabajo; por lo cual tratamos de volver a su origen Arquidiócesano el Secretariado Social, distinto de la comisión social de la Conferencia Episcopal.

Recibí la visita del Doctor Chavéz que ha pasado toda la noche discutiendo en Casa Presidencial el convenio entre la Democracia Cristiana y las Fuerzas Armadas. Ultimamente estaba satisfecho de haber logrado, en todos sus puntos, propuestos por la Democracia Cristiana, la aprobación y aceptación del Ejército, aunque me indicó algunos puntitos que siempre dejan algún riesgo, si no se realizan pronto; como por ejemplo, la renuncia del Ministro de Defensa que, citando también mi homilía del domingo recién pasado, hicieron ver a la Junta como algo muy conveniente para quitar la figura de represión que puede significar este mando militar. Pero advirtió el doctor Chávez que algún compromiso secreto habrá, puesto que todos apoyan al Ministro que el pueblo repudia ya bastante generalmente. Pero en general, el doctor Chavéz tiene mucho optimismo de que esta reestructuración de la Junta de Gobierno con elementos de Democracia Cristiana y elementos libres, progresistas, puede dar buena solución a la crisis tan aguda de nuestro país.

Me visitó el Padre Mauro Yánez, viejo compañero de nuestros estudios en Roma, y aunque fue muy breve la visita, pero fue muy cordial y de muchos recuerdos.

Fui a la Vicaría de Mejicanos, pero ya no encontré a los sacerdotes reunidos, sino sólo hablé con el Padre Juan Macho, a quien acaban de elegir como Vicario de aquella Vicaría, por lo cual estoy yo muy satisfecho, ya que es un sacerdote muy pastoral y muy espiritual. Platicamos de varios problemas de la Vicaría, pero él cree que llevando el trabajo a nivel de equipo vicarial, todos estos problemas de la Vicaría se irán resolviendo con la ayuda del Señor. Le entregué mi retrato para su comunidad, otro para Domus Mariae y otro para la hermana belga que trabaja cuidando aquella casa de reuniones pastorales y que posiblemente sirva como local para nuestro año de propedéutica del Seminario Mayor.

Por cadena radial se oyó al mediodía la integración completa de la Junta de Gobierno, con dos militares ya conocidos, coroneles Majano y Gutiérrez, y con tres civiles, dos de la Democracia Cristiana, el doctor Morales Erlich y el ingeniero Héctor Dada, y un elemento independiente progresista, un médico de apellido Arévalo, creo. Pero en el ambiente político popular todavía no ha arraigado la confianza en la solución de la Democracia Cristiana aliada con el Ejército y se oye, más bien, la opción por la insurrección popular, que fomentan los grupos de izquierda. Estos han recibido hoy un golpe publicitario muy grande, ya que el ex-Ministro de Cultura, el Licenciado Samayoa, públicamente se retira a la clandestinidad en el Movimiento de Liberación Popular Farabundo Martí. Ha causado gran revuelo la noticia y se comenta de diversa manera. En mi entrevista por radio, dije que, primero era respetar su opción, desde luego que la habrá tomado muy en conciencia y sacar las lecciones de esta opción, lo cual denuncia la cerrazón de la extrema derecha que no admite soluciones pacíficas, sino los medios violentos que propician estos grupos de izquierda y también la culpa del Ejército que ha acostumbrado a reprimir las aspiraciones de un pueblo y el cual cree que no hay otra manera de defenderse sino con la misma arma: ¡la violencia!.

“Ojalá”, decía yo en mi comentario, “que este caso del Licenciado Samayoa haga pensar que va quedando poco margen para soluciones pacíficas racionales, y que hay que urgir a todos los que puedan hacer algo, para que esta solución pacífica y racional lleve adelante los cambios y no haya necesidad del baño de sangre que se ve venir”.

Don Ernesto Rivas Gallont me trajo la respuesta del Gobierno de Sur Africa y de la familia del ex-embajador Dunn, que está secuestrado, y en la respuesta se pide a los secuestradores que tengan en cuenta los esfuerzos que se están haciendo y que no pidan condiciones superiores a la capacidad tanto de Africa del Sur como de la familia Dunn. Yo soy el medianero y espero que vengan los elementos clandestinos a llevar esta correspondencia, a la cual agregué una carta mía haciendo un esfuerzo por salvar la vida del señor Dunn.

Platicamos con el Padre Moreno y Monseñor Urioste sobre asuntos de la Secretaría de Comunicación Social. Esperábamos una entrevista de miembros del Bloque Popular Revolucionario, pero no vinieron.

Jueves, 10 de enero
La superiora del Colegio de la Divina Providencia trajo una carta en nombre de la Superiora General de la Congregación de Pasionistas, anunciando que no pueden seguir sosteniendo la comunidad de religiosas de San José Villanueva. En privado conversamos varios aspectos que motivan esta remoción y la Madre General se ofrece a explicármelo mejor cuando venga a fines de este mes.

Hubo tres reuniones importantes en la oficina de la Arquidiócesis esta mañana. Una con los Vicarios y Cancilleres para tratar asuntos de algunos sacerdotes y situaciones parroquiales; otra del Seminario para estudiar los informes de los seminaristas y otra de la radio YSAY, para estudiar aspectos legales de esta Sociedad Anónima, del auditor, que actualmente no tiene, y en cuanto a difusión de pensamiento, estudiar los comentarios de YSAX al mediodía. El conflicto principal con el nuevo gerente, señor Napoleón Navarro, es que él quiere tener mejor conocimiento y hasta censurar este aspecto que tiene mucha trascendencia; en lo cual me parece que es justo su deseo, pero por otra parte, no quiero que se pierdan estos valiosos comentarios que ya son muy escuchados en nuestra Emisora.

Por la tarde, tuve la visita del padre encargado de la Compañía de Jesús para asuntos centroamericanos en Roma, junto a la Curia generalicia de los jesuitas. Con él vinieron otros jesuitas con quienes platicamos varios aspectos de nuestra actual situación y de la Iglesia. El Padre Arrupe mandó un saludo especial que yo también le respondí con fraternal cariño, agradeciéndole su apoyo y solidaridad.

La otra visita importante de esta tarde fue la del Ministro de Defensa, Coronel García, junto con el Subsecretario. Expresaron ampliamente sus deseos de transformación en el país y cómo era injusto que se les calificara de “derechizar” el movimiento. En forma concreta, se refirió a mi denuncia del domingo en que pedí la renuncia de este Ministro, ya que era lo que a mí me parece conveniente, después que todos los demás ministros han renunciado y él sigue siendo una figura que entorpece la credibilidad de este proceso de transformaciones en el país. Hubo una amplia conversación que duró casi dos horas.
Visita también de miembros de la Iglesia Enmanuel para tratar asuntos de la próxima celebración de la semana ecuménica. Finalmente, el Padre Gregorio Rosa, me hizo algunas observaciones al trabajo que pienso presentar en Bélgica y del cual debo de perfeccionar varios detalles.

Viernes, 11 de enero
Está mañana ha habido varias visitas de carácter particular, pero algunas de carácter más oficial y transcendente, como fue la entrevista con el Gerente de la YSAX, dilucidando el problema de los comentarios del mediodía. El conflicto ha surgido especialmente por un comentario acerca de la opción del Licenciado Salvador Samayoa, que después de ser Ministro de Educación se ha ido a la clandestinidad, a las FPL, y se presenta el comentario casi elogiando esta actitud y animando a seguirla, ya que parece no haber otra opción en el momento. Esto pareció como una incitación a la insurrección y por eso no se ha dejado publicar en la radio, lo cual ha suscitado tensiones en el grupo de comentaristas. Vino el Padre Estrada y dialogó con el Gerente, Navarro, y con Monseñor Urioste y quedó convencido de las razones que se tuvieron para suprimir este comentario. Por mi parte, les supliqué que siguieran prestando este servicio de solidaridad con la línea de nuestra Iglesia.

Otra visita importante fue la del Doctor Rubén Zamora, del Partido Demócrata Cristiano, quien venía más bien en un carácter particular a buscar un poco de fortaleza, consuelo y orientación, ya que el momento para el partido es sumamente difícil, habiéndolo dejado casi a él sólo para salvar la situación del país, mientras, al otro lado, están las Organizaciones Populares que se unen como para combatir esta alianza del Partido Demócrata Cristiano con el Ejército. Traté de decirle que como hombre de fe y de esperanza, tiene que servir con generosidad al país, y las mismas vicisitudes y riesgos hay que aceptarlos con rectitud de intención; creo que fue satisfecho en su consulta, más bien de carácter espiritual. Por mi parte, creo que debo de animar la esperanza de todos los que sienten la preocupación por el país en un momento tan difícil.

Vino también a exponerme los desórdenes que se notan en la oficina de Cáritas la nueva Gerente que está con muy buena voluntad. Yo le dije que no se desanimara y que, precisamente, por eso se le había llamado, para ayudarnos a que funcionara una verdadera Cáritas de la Arquidiócesis.

El Padre Ramón Vega que va a ser secretario del secretariado social, va a ser también el encargado de Cáritas. He firmado varios nombramientos de Vicarios cooperadores. La Capellanía del Asilo Sara también se la he confiado al Padre Bernardo Amaya. Los padres del Oratorio, que han sido disueltos y buscan el trabajo en la Arquidiócesis, sirviendo a las parroquias de Colonia Luz y 10 de Septiembre, se han organizado como en un equipo para administrar estas dos parroquias. El Padre Brito me enseñó una carta bastante impresionante del Padre Fernando Abad, que se encuentra en Colombia, un poco incierto de su situación pastoral y diocesana. Le mandé decir que viniera, que había mucho trabajo y que nos organizáramos para que no sintiera esta situación psicológica difícil que está viviendo.

El diácono Pedro García, que ha venido de La Ceja, Colombia, me ha dado mala impresión porque quiere hacer prevalecer su ansia de ser sacerdote cuanto antes y no quiere someterse a la prueba del diaconado, que por experiencia, tenemos que poner en nuestra Diócesis. Su último rasgo ha sido una carta pidiendo la excardinación, porque no puede trabajar en la línea de nuestra Arquidiócesis y que ya tiene un obispo que lo va a recibir. Vamos a pedir a qué obispo se refiere, porque tengo que informar su actitud, pero antes lo llamaré pastoralmente para que reconsidere sus pasos.

Por la tarde, una visita muy importante de un periodista que cubre ochenta medios de comunicación social y tuvimos más de una hora una entrevista en la que, gracias a Dios, supe expresarle con la mayor precisión posible la posición de la Iglesia. El me expresó que por todas partes del país y en los diversos sectores con quienes ha conversado, existe mucho respeto y solidaridad conmigo, lo cual le agradecí, diciéndole que mi actitud era, precisamente, de libertad para juzgar las actuaciones de todos desde la luz del Evangelio y, sin duda, por ésto la verdad siempre brillará.

Por la noche, el Padre Paulino que va a tener a su cargo el grupo de estudiantes, vino a visitarme para determinar los últimos detalles de su residencia en nuestra Diócesis. Ha quedado que tomarán la Parroquia de Lourdes y para eso se le comunicará, ya le dije al Padre Cortez, como Vicario General, que le comunique al Padre Mateo Quijada que la Parroquia de Lourdes, que hasta ahora ha sido encomendada a él, se encomendará a esta comunidad Paulina. Los estudiantes Paulinos, igual que los pasionistas ya antes, van a tener a su cargo, además de su estudio en el Seminario, esta tarea pastoral de la parroquia de Lourdes.

También me visitaron un católico y dos bautistas, que están organizando la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos; les agradecí su iniciativa y les he ofrecido todo mi apoyo, ya que es una de las ideas que el Concilio ha impulsado para la Iglesia moderna, el Ecumenismo.

También platiqué con un empresario joven, progresista, que siente el conflicto tan tremendo del momento, frente a una oligarquía a la que él pertenece, por categoría económica, pero de la cual está muy lejos por su sensibilidad social; con otros de iguales sentimientos, tratan de ser colaboradores en las transformaciones del país y piden orientación y apoyo, que con mucho gusto les dí de mi parte.

He tenido otras llamadas telefónica a varias personas que han querido hablar conmigo y terminamos ya muy noche nuestra tarea, pero con la satisfacción de haber hecho algo por el Reino de Dios.

Olvidaba decir que también el Padre Chus Delgado y Aníbal Romero me han ayudado a expresar mejor lo sentimientos pastorales en el discurso que, Dios mediante, pronunciaré en la Universidad de Lovaina, con motivos de mi Título de Doctor Honoris Causa el próximo 02 de febrero.

Sabado, 12 de enero
Hacia el mediodía me llamó el Coronel Gutiérrez, de Casa Presidencial, para pedirme si podía mediar en el asunto de la ocupación de la Embajada de Panamá donde además está como rehén el Embajador de Costa Rica. Fue, de parte del Arzobispado, a platicar con los ocupantes, que son las Ligas Populares, un bachiller del Socorro Jurídico, pero no quisieron aceptar esta mediación, pues ya la han pedido los Embajadores de Venezuela y México; así respondí al Coronel Gutiérrez y agradeció, por lo menos, nuestra buena voluntad. Pero la situación ha seguido lo mismo en la Embajada de Panamá.

Supimos por la tarde que, en Arcatao, las dos religiosas guadalupanas habían sido capturadas como rehenes, por un Guardia Nacional, que ha sido capturado por alguna Organización Popular. Nos dirigimos al Ministro de Defensa y éste mandó de la Guardia Nacional que fueran a investigar y, gracia a Dios, a media noche, regresaron las hermanas, las cuales informaron que, efectivamente, habían estado prisioneras, separadas, con la amenaza de que, si no aparecía el guardia que habían capturado las agrupaciones, las iban a matar a ellas.

Almorcé con los sacerdotes Fabián Amaya, Monseñor Urioste, Rafael Urrutia y la señorita Doris Osegueda, para asesorarme de la situación de la semana. Es interesante el criterio de Iglesia con que se orienta esta consulta, que yo siento necesaria para mi homilía.

Por la tarde, la visita de un periodista mexicano, que cubre unos ochenta medios de comunicación social. La conversación se prolongó por más de una obra y resultó muy interesante acerca de la situación del país y del papel que la Iglesia está jugando en este momento.

Domingo, 13 de enero
Celebré como de ordinario la Misa de domingo en Catedral con bastante asistencia. El tema fue el bautismo de Nuestro Señor y nuestro bautismo, que nos compromete a ser mejores ciudadanos; hubo aplausos, como otras veces; hubo agentes de televisión de Guatemala y de “algotro” país. Después de la Misa, unos obreros de fábricas en huelgas se tomaron la Catedral. Me indicaron que no se trataba de una ofensa a la Iglesia, sino de pedir una presión para poder dialogar con la parte patronal, que se niega, en esta huelga, y que afecta a muchos obreros, y me pedían que hiciera yo el papel de mediador para acercar a los patronos y dialogar con ellos. Les ofrecí mis servicios, pero también les hablé de que no era conveniente esta actitud de tomarse el templo porque estorban el culto de nuestra Iglesia; sin embargo, ha seguido ocupada todo este día. Después de Misa tuve una rueda de prensa y también de televisión, en la cual se hicieron las preguntas de costumbre sobre la situación del país; los periodistas temen, y por eso dicen que tendrán que seguir aquí en El Salvador, cualquier desenlace que pueda venir sobre todo si es de carácter sangriento. Esperamos que sean prudentes los hombres y sepan negociar a tiempo. Lástima que hay mucha gente animada por este espíritu de violencia y ya están llamando casi a la Insurrección Popular.

Por la tarde, fui a San Pedro Perulapán, donde el Padre Solórzano dirigía una reunión de laicos de todo el departamento de Cuscatlán; conversé con ellos y se ve que hay muy buenos laicos que son una esperanza para nuestra Iglesia. En la Misa, la Hermana Beatriz, una de las dos que fueron capturadas en Arcatao, dirigió la palabra y expuso la situación de Arcatao, donde según habían amenazado, si a las dos de la tarde no devolvían al guardia prisionero, iban a hacer un operativo muy cruel en aquella región. Se hizo un llamamiento, tanto a los que tienen al guardia para que lo devuelvan, como a la Guardia para que no vaya a proceder con espíritu de venganza. También una Comisión Ecuménica aprovechó la cátedra de la homilía para invitar a celebrar el Octavario de la Unidad, que como siempre será del 18 al 25 de enero.

Lunes, 14 de enero
Está mañana, tuvimos la reunión de Senado Presbiterial; se habló de mi próximo viaje a Bélgica. Se me recomendó ir a Roma llevando informes objetivos para cotrarrestar cualquier parcialidad que allá pudiera filtrarse. Se habló también de la renovación del Senado y de los vicarios, el próximo mes de marzo. Luego, entramos de lleno a analizar la situación política del país y gocé mucho viendo la madurez de mis sacerdotes en esta reflexión realista, a pesar de tener criterios diversos en política. Sin embargo, hay una sola visión pastoral y noté crecimiento en el sentido de Iglesia. Por lo cual, los felicité y les supliqué seguirme asesorando para que en este mar revuelto de la política de la patria, nuestra Iglesia sea conducida con criterios evangélicos y pastorales que la hagan útil, precisamente, a este torbellino que nos rodea.

Estuve esperando los mensajes de las Fuerzas Liberadas para tratar el asunto del secuestro del Embajador de Sur Africa, pero no vinieron; espero que, mañana, vengan a recoger una respuesta interesante.

Por la noche, tuve un análisis de carácter psicológico con el Doctor Semsch, quien reafirme que la posición que estoy tratando de llevar es la correcta; una línea vertical que haga honor a la predicación, a la mentalidad de la Iglesia. Analizamos algunos puntos negativos y ha sido para mí una reflexión muy enriquecedora psicológicamente.

Este día también fui a visitar a las dos hermanas guadalupanas que sufrieron recientemente en su comunidad de Arcatao. Allá fue prisionero de un grupo de organizaciones populares un guardia nacional y quisieron hacer como rehenes a las dos religiosas y a un hermano que estaba con ellas trabajando en Arcatao; las llevaron a la cárcel y las amenazaron que, si no aparecía el guardia nacional, ellas iban a sufrir las consecuencias: ¡las iban a matar! Aquí acudimos al Gobierno y gracias a esta intervención fueron a recogerlas, lo cual pareció una cosa muy difícil, ya que el Director mismo de la Guardia dijo que cuando estos agentes se insurrecionaban, no obedecían a ninguna autoridad, pero, gracias a Dios, las religiosas pudieron volver. Llegaron a medianoche, casi a las dos de la mañana, y fueron entregadas después de pasar por el cuartel general de la Guardia, en el Arzobispado, donde las recibió el Padre Rafael Urrutia y el Padre Salvador Colorado. Ellas están muy apenadas con los sufrimientos de aquella gente, ya que de no aparecer el guardia, sin duda que habrá venganzas muy crueles en todo aquel sector.

A últimas horas de la noche, me llamó la Directora del Colegio Guadalupano para decirme que la Superiora General había ordenado que se fueran para México las dos hermanas, mientras pasaba el peligro que aquí pueden correr. Yo objeté que no era para tanto, y que podían, en el mismo colegio, pasar unos días; sin embargo, es orden superior y mañana el Vicario General, Monseñor Urioste, irá a hablar con las guadalupanas para dar la opinión de nuestro Arzobispado y ver si en este diálogo se hace con más tranquilidad el enfrentamiento de esta situación.

Martes, 15 de enero
Este famoso día del Señor de Esquipulas en nuestra Arquidiócesis se celebra en San Bartolomé Perulapía, en Colón y en Aguilares, donde al Santo Cristo se le da el título del Señor de las Misericordias. A esta comunidad fui a celebrar la Santa Misa; la iglesia estaba repleta de gente; íbamos a inaugurar la clínica asistencial que atiende allá un médico muy abnegado junto con el Padre Octavio Cruz y las religiosas Oblatas al Sagrado Corazón. Hay muchos catequistas y hay comunidades muy vivas, recuerdos del Padre Grande y de los jesuitas que trabajaron tan intensamente en aquella pastoral. Quedé muy satisfecho de la vida de aquella liturgia. Mi mensaje fue enfocar “EL CRISTO CRUCIFICADO CON SU MISTERIO DE ENCARNACION, DE CRUCIFIXION Y DE RESURRECCION”, como camino y meta de la promoción humana que todos dentro de nuestra evangelización tenemos que hacer.

Por la tarde, vinieron los mensajeros de las FPL a llevar la respuesta de parte de la familia del señor Dunn, ex-Embajador de Sur Africa, que está secuestrado. Envié…

Martes, 15 de enero (continuación)
Envié una respuesta a las FPL, por medio de las personas encargadas de esta comunicación. En ellas iba la respuesta de la familia del señor Dunn y también una carta mía en que invocaba los valores humanos para que se diera libertad a este pobre hombre, cuya esposa está gravemente enferma.

Relacionados con este mismo secuestro, estuvieron don Ernesto Rivas Gallont y otro pariente que, independientemente de don Ernesto, quiere que represente yo mejor a la familia y sea el único trámite para acelerar la resolución de este penoso asunto.

Vino también a conversar un delegado del Bloque Popular Revolucionario y lo atendimos junto con el Padre Rafael Moreno y es admirable cómo tienen capacidad de análisis y tienen ideas políticas muy claras. Por nuestra parte, más bien tratábamos de ver lo que interesaba para la misión de la Iglesia.

Junto con un grupo ecuménico, preparé la grabación para la entrevista de mañana. Un tema muy agradable y ameno fue el del ecumenismo, bajo diversos aspectos desarrollado en forma de una conversación de carácter natural.

Monseñor Urioste me informó de su visita a las religiosas guadalupanas donde están decididas a llevarse a México las dos religiosas que sufrieron persecución en Arcatao. También me informó Monseñor da la reunión con los comentarios de YSAX para resolver un impasse en que se encontraba este programa. Todavía quedaron alguna cosas por resolverse últimamente.

Miércoles, 16 de enero
Desde anoche, como a las once, el Padre Fermín Sáinz me anunció la visita de la esposa de don Jaime Hill, secuestrado por el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y han señalado para este día, a las siete de la noche, su ejecución si no se cumplen las condiciones que han puesto y que, confidencialmente, me explicaron que se trata de veinte millones de colones y que ellos han hecho todo lo posible por conseguirlos y no han podido alcanzarlos, dada la situación de congelamiento de los bancos y otras leyes que les imposibilitan conseguir, ni siquiera prestada, una cantidad tan exhorbitante y han venido a pedirme la mediación, que diga unas palabras por radio, para que las oigan los captores, sobre la situación tan difícil de la familia, pidiendo una prórroga a este plazo perentorio y una negociación para cubrir lo posible esas condiciones. Yo hice una grabación para que la pasen por la YSAX, en este sentido de llamamiento, y ellos las pasarán también por otras emisiones de radio.

Salí luego para San Miguelito, en Chalatenango, donde había una celebración de Corpus. Fue una llegada muy cariñosa. Niños con ramos de pino en sus manos y una subida pintoresca a la altura de la Ermita y del grupo escolar donde fue la Misa con mucha concurrencia de gente. En la Misa, tomaron la palabra algunos laicos que expresaron, en forma sencilla pero muy cordial, su solidaridad con el pastor.

Por la tarde, al regresar, traía la inquietud de ver alguna respuesta a mi llamamiento, pero no ha habido más que una confirmación de las condiciones que se publicaron por algunas emisoras, diciendo que prolongan, pero por corto tiempo, el plazo y que pueden, perfectamente, esta familia, hacer uso de su dinero que tienen en el extranjero y no aceptan ninguna otra negociación.

Recibí también la visita del Padre Estrada con Eddie Stein, quienes se preocupan del programa del mediodía, los comentarios de la YSAX. Yo he visto también la conveniencia de que sea una voz de la Emisora, pero les pedí que se sometieran a una previa censura para evitar los conflictos que han llevado a suspender este programa por estos días.

Hablé también con Monseñor Rivera por teléfono para manifestarle mi sorpresa acerca de la Conferencia Episcopal y mi propósito de no asistir a la próxima reunión.

Recibí llamado telefónico de Monseñor Marcos McGrath, el Arzobispo de Panamá, quien también fue solicitado de hacer un llamamiento a propósito del secuestro mencionado y me dijo que lo había hecho, pensando que no tendría yo inconveniente y que había aprovechado para hacer un llamamiento también para unas soluciones pacíficas en El Salvador. Supe también que se había referido al asunto el señor Arzobispo de San José de Costa Rica, a través de la Cadena Centroamericana de Radio.

Tuve una entrevista con un periodista brasileño sobre la situación del país y el papel de la Iglesia. Este día se comenzó en Domus Mariae una serie de estudios sobre Comunidades Eclesiales de Base que va a durar tres días. Lamentablemente, yo confundí la fecha y me comprometí con una salida estos dos próximos días a La Palma, por lo cual, supliqué a Monseñor Urioste que estuviera presente y cuidara mucho el sentido eclesial de esta reunión. Según me informó, el trabajo del primer día ha sido muy positivo y que él no tiene preocupaciones mayores ya que todo ya procediendo bien.

Hoy terminamos el discurso que voy a pronunciar en Bélgica y mañana, primero Dios, lo mandaré por correo aéreo de entrega inmediata. Los detalles de mí viaje están ya también precisados. Iré por Iberia a Madrid, Roma y de allí a Bélgica, para aprovechar en Roma algunos negocios con las Congregaciones de Obispos, de Seminario y visitar a Monseñor Pironio y, si es posible, también la Secretaría de Estado.

Jueves, 17 de enero
Desayuné con Monseñor Rivera y comentamos la situación de la Conferencia Episcopal y nuestras relaciones pastorales.

Luego me fui para La Palma, donde el Padre Vitto Guaratto me ha preparado dos días de visita pastoral. Salimos de La Palma inmediatamente para San Ignacio, el pueblo filial de esta parroquia, donde un grupo pequeño, pero muy cariñoso de cristianos, me dió la bienvenida y celebramos en la Iglesia una bonita ceremonia de confirmación y primera comunión. Platicamos, al final, con el grupo que ayuda más íntimamente al padre, me pidieron que fundáramos allá una comunidad de religiosas y conversamos con el padre de la posibilidad de llevar dos o tres hermanas Franciscanas. Almorzamos en La Palma y nos fuimos inmediatamente a las pintorescas cumbres de Las Pilas, una carretera sumamente empinada. El jeep se nos descompuso a medio camino, pero aprovechamos el otro jeep que llevaban las hermanas que trabajan en Citalá, otra población filial de La Palma. Pasamos por un lugar que se llama Miramundo, y es la cumbre más alta de El Salvador, a dos mil doscientos metros de altura, y de allí descendimos un poco hacia el valle pintoresco rodeado de pinos de Las Pilas, a donde convergieron otros cantones de aquellas cumbres. Celebramos una preciosa Eucaristía, fuera de la Iglesia porque la muchedumbre no cabía. Una acogida muy cariñosa y se celebraron varias primeras comuniones y muchas confirmaciones preparadas por los catequistas de aquel lugar.

Descendimos ya por la noche, después de haber escuchado muchos mensajes de aquellos fervorosos católicos. El Espíritu Santo hace maravillas en esta gente sencilla, que por otra parte, son promovidos por la Revolución en el Espíritu, que este padre franciscano fomenta con bastante equilibrio.

Después de una noche tranquila en La Palma, celebramos allí, por la mañana, una concentración de fieles venidos de las diversas regiones de la parroquia. La Iglesia estaba repleta, hice muchas confesiones, dimos la absolución general, con la condición de que se confesaran después, y celebramos primeras comuniones y muchas confirmaciones, bien preparadas. En la noche habíamos tenido una reunión con los principales dirigentes de la parroquia que colaboran con el sacerdote. Visité con el padre, luego, la obra que está haciendo: Un centro que es una verdadera universidad campesina, con bastante trabajo, pero una obra muy bien hecha, donde se darán cursos, o se darán retiros espirituales, etc…
El saldo de esta visita es muy positivo y me parece caracterizado por una conciencia de Espíritu Santo, a través de la Catequesis para las confirmaciones. Me dí la idea de que es una gente muy capaz de captar esta revelación que Cristo nos trajo del Espíritu Santo y que lo viven con bastante intensidad, con mucha piedad. Les agradecí por ese tesoro de oración que surge allí y que es como el pulmón, la respiración de la Iglesia. Después de almuerzo, colmado de dones y cariño de esa gente, regresé a San Salvador, donde me esperaba una tarde bastante ocupada.

Se inauguraba esta noche la reunión Ecuménica; ocho días de oraciones por la unidad de los cristianos. Pero no pude asistir a su inauguración porque había en el Hospital de la Divina Providencia visitas muy importantes de problemas que abundan en estos días. Tuvimos también una cena de reflexión sobre la realidad de El Salvador que me pareció bastante iluminada, a pesar de lo complicado de la situación.

Sabado, 19 de enero
Caracteriza esta mañana la reunión general de la CONFRES, donde desarrollé el tema del servicio de la vida religiosa en la situación actual del país, invitándoles a identificarse con la línea de la Arquidiócesis, ya que constituye una de las señales de autenticidad religiosa el saber adaptarse al trabajo pastoral de la Iglesia particular donde trabajan.

Tuve visitas de las familias de los secuestrados, de la familia Hill y del ex-Embajador de Sur Africa. Y abrigan esperanzas, tienen gran confianza en la Iglesia, acuden a ella, agradecen toda intervención. Trato de darles, sobre todo, consuelo y mucha confianza en Dios y de aceptar lo que él disponga y de mantener alto el espíritu para orar y para confiar.

El Padre Moreno y la señorita Doris y el Padre Rafael Urrutia se reunieron conmigo para elaborar el resumen de la semana que me servirá para la homilía.

Domingo, 20 de enero
Estando ocupada la Catedral por sindicatos que reclaman la apertura de sus fábricas que dicen ellos que han sido injustamente cerradas; litigio en que también la Iglesia ha intervenido, tratando de llamar a diálogo a la parte patronal, pero sin lograrlo y por eso la Catedral continúa ocupada, tuvimos que celebrar la Misa dominical en la Basílica del Sagrado Corazón con la asistencia que suele acudir a la Catedral. El pasaje evangélico de las Bodas de Caná me dió la oportunidad de hacer una homilía de optimismo y de alegría, ya que Dios ha querido revelar el Misterio de Cristo y de la Redención bajo el signo de un festín de bodas y que, a pesar de las dificultades y problemas, como el que detectó la Virgen en aquellas bodas, confiaba siempre en la Iglesia porque Cristo está presente en los problemas y dificultades.

Después de la Misa, fui a San Francisco, en Mexicanos, donde se coronaba una vigilia de oración y una profesión de fe, que arrancaba de San Antonio Abad, donde murió hace un año el Padre Octavio Ortiz y cuatro jovencitos que hacían retiro espiritual, y de campaña, frente a la Iglesia de San Francisco, en el Instituto que construyen las hermanas Carmelitas. Una gran muchedumbre asistió a la Eucaristía que concelebramos con los sacerdotes de la Vicaría de Mejicanos y otros amigos del Padre Octavio. Prediqué en la homilía de los dos ámbitos de nuestro mensaje liberador cristiano, la trascendencia, desde donde Octavio y los muertos nos hablan, el fin y el destino de nuestro reino en la tierra, y la tierra, donde nosotros todavía tenemos los pies puestos, para encarnar ese mensaje trascendente, en la medida en que aquí trabajemos por la liberación de nuestro pueblo, por la redención cristiana del mundo, así tendremos también una parte en aquel cielo que es premio trascendente, de los trabajos de la tierra.

Me costó salir porque había mucha gente que saludaba.

Fui a almorzar con las hermanas Oblatas al Divino Amor del Colegio de la Sagrada Familia. Sentí mucho no aceptar la invitación del párroco, que junto con todos los sacerdotes iban a almorzar en Mejicanos, pero yo me había comprometido con esta comunidad religiosa y me esperaban ya para llevarme.

Por la tarde, nuevo encuentro con las familias de los secuestrados. Tengo también un mensaje de los secuestradores del ex-Embajador de Sur Africa y conversamos con las difíciles circunstancias que se proponen como condiciones. A este propósito, también me llama, desde Estados Unidos, la hija del ex-Embajador, sumamente, afligida; traté de darle ánimo y orientarle hacia algunas gestiones que se pueden hacer.

Por la noche, me visitó el Doctor Saca, para Despedirse, porque se va para Estados Unidos con su familia, a instalar su familia y volver. Me dijo que estaba enfermo en su clínica el Coronel Gutiérrez, uno de los miembros de la Junta Revolucionaria de Gobierno, y le supliqué que me llevara a verlo. Platicamos, traté de animarlo y de darle el consuelo que la Iglesia suele dar; lo vi bastante sereno, aunque sé que los problemas en el Gobierno son muy difíciles.

Lunes, 21 de enero
Esta mañana, tuve reunión con el Senado Presbiterial para continuar y poner al día nuestro análisis sobre la situación del país y, sobre todo, para ver la actitud que, como Iglesia, debemos de tomar en la Arquidiócesis. Se expuso cómo hay en el ambiente una psicosis, como si todos esperaran próxima una guerra civil. La manifestación que han anunciado para mañana las Organizaciones Políticas Populares, ha causado mucha impresión y la expectativa casi equivale a una espera de la guerra civil. Hemos analizado la situación y es, ciertamente, grave, pero nuestro deber como Iglesia es mantener esperanza y ser superiores a todas las falsas noticias y tratar de vivir en la realidad y, sobre todo, en la conciencia íntima con nuestro Dios. Inculcar ésto a nuestras comunidades es el deber primordial de esta hora.

Respecto a mi viaje a Bélgica, quedamos que nos vamos a reunir dentro de dos días, después de la manifestación, para ver cómo están las cosas y ver que conviene hacer. También se suspendió la reunión de pastoral que se había programado para mañana, en atención a este nerviosismo también.

Entre las visitas que llegaron, la del Diácono Pedro García, que me ha causado mucha desilusión. Después de haberlo formado en La Ceja, en Colombia, él se empeña en irse de la Diócesis porque cree que, en conciencia, no puede seguir las líneas pastorales de nuestra Arquidiócesis. Traté de convencerlo de su error y de que advirtiera, también, como en nuestra Arquidiócesis hay un sano pluralismo, donde caben todas las tendencias con tal que sean legítimamente pastorales. Sin embargo, está dispuesto a irse. Yo le puse dos condiciones; primera, que me dijera a qué Diócesis iba para dar un informe en conciencia y descargar así yo también mi responsabilidad; y segunda, que recuperara a la Arquidiócesis los gastos económicos que se han hecho en él.

Hubo también un contacto con los secuestradores del ex-Embajor de Sud Africa, quienes piden datos sobre el médico que anunciaron que podía ir a verlo. Aproveché de mandarles otros datos que conviene que ellos sepan en favor siempre de la liberación de este pobre secuestrado.
En la radio, a propósito de los comentarios, he tratado de presionar un poco para que no nos dejemos llevar de la cobardía; verdadera prudencia sí; censura, también, racional, pero que no dejemos los programas de los comentarios, ya que son de mucha utilidad para orientar a nuestro auditorio en este momento tan confuso.

El hecho más consolador de este día fue la celebración que tuvimos a mediodía en Apulo, en el Hogar Santa Teresita, donde se ha inaugurado el Seminario de vocaciones tardías. Un grupo de jóvenes que ya pensaban que era imposible para ellos el estudio del Seminario, han encontrado junto con el Padre Fabián, Vicario Episcopal de Chalatenango, una experiencia para poner al día sus estudios y poder continuar en estudios eclesiásticos. Fue hermoso el oirlos, la alegría de su esperanza renacida. Juntamente con esta experiencia, nos sorprendió la promesa de tres jóvenes, que durante varios meses han venido madurando la idea de constituir una comunidad, con promesas de votos religiosos por un año, y a vivir encarnados en la comunidad de Ilopango. Otra experiencia que también vivimos es la de cinco Carmelitas que han dejado la Congregación, pero que continuarán unidas sin dejar su espíritu religioso y de servicio a las comunidades de la Arquidiócesis. Residirán en Guazapa y a mi regreso de Bélgica iremos a celebrar la ceremonia de su incorporación a aquella comunidad. También fue en esta ocasión en que el Espíritu Santo ha mostrado tantos dones, donde dí la confirmación a un estudiante novicio jesuita que tiene que irse a continuar su preparación a Panamá y que recibió en medio de aquel ambiente tan carismático esta preciosa dádiva del Espíritu Santo.

Martes, 22 de enero
Este día fue marcado por la tragedia. Las Organizaciones Políticas Populares organizaron una manifestación conjunta, se dice que la más grandiosa de toda la historia de nuestra nación. Efectivamente, desde el monumento del Divino Salvador arrancaba hacia el centro de San Salvador por cuadras y cuadras; pero a la altura del Palacio Nacional, se inició un tiroteo que desbandó esta preciosa manifestación, que era una fiesta del pueblo. Se refugiaron en las Iglesia, en los almacenes y todos los lugares adyacentes, pero quedaban varios muertos en la calle y también muchos heridos, los que fueron llevados a los centros asistenciales, mientras los muertos se recogián después de ser reconocidos por los jueces. Sólo en la Catedral había por la noche once cadáveres. Ha sido un misterio, porque inmediatamente me hablaron de casa presidencial alarmados por lo que había sucedido y asegurando que los cuerpos de seguridad…

Martes, 22 de enero
Este día está marcado por la tragedia. En 1932, este día se inició allá por occidente, la gran masacre del General Martínez contra una llamada Insurrección Comunista. Conmemorando ese aniversario, se organizó una manifestación de las Organizaciones Populares Política y otras organizaciones de izquierda en San Salvador. Se dice que es la manifestación más grandiosa de la historia nacional. Efectivamente, desde el monumento del Divino Salvador arrancaba esta manifestación hacia el centro de San Salvador, llenando cuadras y cuadras. A la altura del Palacio Nacional, comenzaron ráfagas de metralla contra la manifestación, la cual se dispersó aturdida por todas partes, dejando en las calles varios muertos y muchos heridos.

Muchos se refugiaron en la Catedral, otros en la Iglesia del Rosario y en otros lugares a donde se podían meter. Recibí comunicación de la Casa Presidencial del Ingeniero Héctor Dada, miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno, me informaba que el tiroteo no era de los cuerpos de seguridad, porque todos estaban acuartelados y que se había notado algunos disfrazados de agentes militares que habían participado en esta manifestación y que la queja que se había hecho desde la Iglesia del Rosario, por parte de Marianela García, miembro del Comité de Derechos Humanos de El Salvador, era falsa, la cual había dicho que alrededor de la Iglesia había policías pedían que se retiraran, porque no había tales policías, según el informe del Gobierno, que los tiros que se habían encontrado no pertenecían a armas de los cuerpos de seguridad, etc… Pero por otra parte, reporteros que estaban presentes en los hechos y muchas voces de testigos, señalaban que los guardias que estaban en el balcón del Palacio Nacional habían tiroteado a la muchedumbre; algunos aseguran que hubo una provocación anterior a la actitud de los guardias. El hecho está muy confuso, y por parte de nuestra Iglesia, hemos iniciado una investigación serena para informar nuestro juicio desde la Iglesia.

Hemos tratado de colaborar en esta tragedia, ayudando a evacuar la gente que estaba en Catedral, unos trescientos refugiados, que fueron llevados al Arzobispado, donde se les proveyó de comida y dormida. Han sido aquí muy generosas las religiosas y otras instituciones católicas que se han prestado a colaborar con esta ayuda de la Iglesia. Pero gran parte del pueblo se refugió en la Universidad, donde se calculan unas cuarenta mil almas. La noche ha sido trágica. Ha habido bombas por diversos sectores de la ciudad; una de ellas fue puesta, sin duda, por los de extrema derecha en la antena de nuestra emisora católica, YSAX, la cual ha sufrido algunos daños, aunque no de gravedad. Domus Mariae, donde está la antena, también ha sufrido en sus edificaciones.

En otra intervención a la Casa Presidencial, pedí a Sigfrido Munés, encargado de la Secretaría de Información, que no encadenaran las emisoras particulares a la gran cadena de la Radio Nacional, porque quitaban así la espontaneidad y el pluralismo de la información; pero el señor Munés me contestó que era una táctica para evitar tergiversaciones y que todos los servicios se unificarían a través de la Radio Nacional. Yo insistí en que no se hiciera ésto en forma permanente, sin embargo, la cadena nacional ha permanecido quitando así toda iniciativa y toda participación a las diversas emisoras que habían estado prestando tan buen servicio social e informativo. Ha habido otras comunicaciones con el Gobierno y con los diversos sectores del pueblo, en mediación que ha prestado la Iglesia voluntariamente.

En cuanto a los trabajos de la Curia casi todos los ha absorbido hoy esta psicosis de nuestro pueblo y no han faltado en el Arzobispado muchas visitas, también bajo el nerviosismo de esta situación de violencia.

Miércoles, 23 de enero
Desde las primeras horas, se nos pidió intervención para que se retirara el cerco militar que se ha tendido alrededor de la Universidad Nacional, donde hay más de cuarenta mil personas que se sienten como atrapadas y que piden retiro del cerco militar, para poderse retirar e irse a sus casas. De parte de la Casa Presidencial, a donde acudimos con esta demanda, se nos dijo que la intención de este cerco no era aprisionar a los que están en la Universidad, sino defenderlos de los taques de la derecha, que han sido los que originaron la tragedia desde ayer, y que podían estar continuando sus ataques a los organizados cuando salieran de la Universidad y, por eso, se había puesto estos retener, para evitar que molestaran al pueblo. Hemos insistido en que está manera de interpretar, el pueblo tal vez no la puede comprender; se nos pidió que una comisión del Arzobispado, junto con la Cruz Roja y la Comisión de Derechos Humanos fuera a intervenir a la Universidad, donde ya esa muchedumbre se estaba amotinando contra la guardia, para que tratáramos de convencer de que se iba a retirar el cerco y que fueran prudentes y tranquilos en la salida y que no interpretaran mal el cerco de los militares.

Fueron el Padre Cortés, Vicario General, el Padre Jesús Delgado, el Padre Rafael Moreno y el licenciado Roberto Cuéllar, quienes hicieron su papel de intervención en la Universidad Nacional. Se logró quitar el cerco militar y la salida pacífica de aquella muchedumbre.
Por la tarde, hubo una concentración en el parque, junto a la Catedral, y en la Catedral, donde celebré, rodeado con varios sacerdotes, la Misa por los difuntos y dirigí un mensaje a aquella muchedumbre que rodeaba las cajas de los muertos. El entierro no se hizo esta tarde, sino hasta mañana por la mañana, cosa que me sorprendió, puesto que me habían invitado para la Misa con motivo del entierro, pero así son estas organizaciones que tergiversan o desorientan las cosas para sus fines. De todas maneras la Catedral está prestando este servicio a los pobres.

Por la mañana, este día, tuve dos importantes reuniones: Una con el Senado Presbiterial para analizar lo sucedido en la manifestación de ayer y, más que todo, para tomar medidas de actuación ya en este momento, habiendo sido una de las conclusiones, la comisión que se fue a mediar en la Universidad; quedamos que mañana continuaremos nuestro análisis, sobre todo, para determinar cuál es la función de la Iglesia en este momento. La otra reunión tuvo lugar en el convento de la Parroquia de La Asunción, de Flor Blanca, con la comisión de administración de bienes del Arzobispado. Se hizo un análisis del trabajo que esta comisión está haciendo con tanto sacrificio y con tan buena voluntad, y al mismo tiempo, se señalaron las deficiencias de la función como también de algunas personas en el trabajo del Arzobispado. He tratado de darle más autoridad a esta comisión y de reorganizar el funcionamiento del aspecto financiero de nuestro Arzobispado, el cual se confiará plenamente a la comisión de administración de bienes.

Por la tarde, tuve tres importantes visitas que recibí con el asesoramiento de Monseñor Urioste y del Padre Estrada. La primera fue del señor Embajador de Estados Unidos junto con el Subsecretario de la Secretaría de Estado de Estados Unidos, que se entiende de los asuntos de América Central y del Caribe. Fue una visita de una hora, en la cual analizamos detenidamente la situación y se nota de parte de Estados Unidos un apoyo al Gobierno. Muy confidencialmente nos contaron varios aspectos de sus proyectos y de su buena voluntad para El Salvador y, de nuestra parte, con mucha franqueza, también pusimos nuestros criterios. La segunda visita fue de miembros de la Suprema Corte de Justicia, la cual preocupada de los acontecimientos de ayer, trata de llevar a cabo una investigación y por eso visitaban a la Iglesia, que ellos elogiaron en su trabajo de información y de precisión en sus denuncias y en su funcionamiento en favor de los atropellados en nuestro país. Conversamos largamente y nos dimos cuenta de la buena voluntad de estos abogados para darle a la Corte Suprema de Justicia toda la prestancia que en un sistema democrático tiene el poder judicial, que según ellos dijeron, tiene organismos muy muertos por las tradiciones de nuestro pueblo, pero que deben de reactivarse para defender la justicia del pueblo. Hubo conversación muy cordial y, sobre todo, ideales muy patrióticos. La tercera visita fue del señor Embajador de España, junto con el encargado de asuntos para América Latina. Conversamos largamente asuntos de España y de América y analizamos un poco también la situación de El Salvador, que era lo que más interesaba a este representante del Gobierno Español. Manifestó que mi nombre es conocido mucho en España y me traía una felicitación y un saludo por el trabajo pastoral que aquí estamos desarrollando.

Todavía más noche, llegó el Ingeniero Rosa, hermano del Padre Gregorio Rosa, a conversarme de sus experiencias y de su testimonio de la manifestación de ayer. Ya que él estuvo en la terraza de Catedral y pudo observar bien las actuaciones del Palacio Nacional; sobre todo, del grupo de guardias nacionales que, según él, evidentemente, dispararon sobre la muchedumbre.

Este día también y en el Consejo del Senado Presbiterial acordamos que mi viaje no era tan oportuno en un momento en que el pueblo está sufriendo. Sin embargo, los días que faltan decidirán y, de todas maneras, encomendé al Padre Gregorio Rosa para que me organizara un viaje que ocupa el menor tiempo posible y que, si era posible, aceptaran allá un representante. El Padre Goyo habló con el Padre Juan Deplanke, a Bélgica, pero le dijo que era preferible cortar las actividades que él había programado para diez días en Bélgica, pero que no dejara de ir, aunque fuera sólo a recibir el doctorado Honoris Causa que me ha ofrecido la Universidad de Lovaina. De todos modos, se me ha organizado un viaje sumamente corto, pero que decidiré en los próximos días si lo hago o no.

Jueves, 24 de enero
Una llamada telefónica del Padre Juan Deplanck desde Bélgica me hace decidir el viaje a aquel país, ya que el padre me explica que se han hecho varios preparativos, y, aunque puede reducir mucho el programa, sin embargo, cree que es indispensable que llegue siquiera al acto de recibir el doctorado Honoris Causa de Lovaina. El también está de acuerdo en que la situación de nuestro país es muy grave y por eso hará lo posible de acortar lo más este viaje. Según él, y yo estoy de acuerdo, se trata de un servicio a la Diócesis. De un apoyo a nuestra pastoral y, en este sentido, creo que debo de hacer el sacrificio de ir. Arreglaré, pues, de modo de poder salir el lunes de la próxima semana para estar el sábado, después de haber pasado por Roma, donde tengo algunos asuntos y, el lunes, todavía me lo pide el Padre Juan, el marte de la semana siguiente podré ya emprender el viaje de regreso.

Tuvimos reunión del Senado Presbiterial que con más frecuencia se ha estado reuniendo para analizar la situación tan difícil del país y cumplir la misión de la Iglesia lo mejor posible. Hubo un análisis muy franco y se dieron los elementos para redactar un boletín informativo con el criterio de la Iglesia, acerca de los disturbios con que terminó la manifestación de hace dos días.

En el Seminario hay muchos refugiados de pueblos donde se les persigue, pero ya están saliendo. Se informó en el Senado de la actividad que los representantes de la Iglesia desarrollaron en el desalojamiento de los refugiados en la Universidad, después de quitarse el cerco militar. Es difícil comprender cuál es el verdadero móvil de estas actividades militares, ya que según los civiles de la Junta es para proteger a los mismos refugiados; mientras que las organizaciones y, en general, la sospecha del pueblo, es que se trata de reprimir manifestaciones de las Organizaciones Populares.

Conversé ampliamente con mi hermano acerca de la Organización de la administración Económica y de la combinación administrativa de bienes de la Arquidiócesis. Con buena voluntad, él y los padres de la comisión están dispuestos a prestarme un buen asesoramiento.

Vino también a visitar el Arzobispado la superiora general de la Congregación de Hermanas Pasionistas, que tienen a su cargo el pueblo de San José Villanueva y que, por ir a renovar sus votos, tendrán que dejar esta comisión. Hemos insistido en la conveniencia de no abandonar este campo y aunque sea desde la comunidad del Colegio de la Divina Providencia puedan seguirlo atendiendo. La madre prometió estudiar el caso y resolverlo antes de irse para México.

Por la noche, en el hospital, tuve la visita de la gerente de Cáritas, informándome sobre la actividad con los refugiados pero que puede ser mal interpretada, ya que hay prevenciones contra las Organizaciones Política Populares. Le dije que en estos casos lo que prevalece es la necesidad del hombre y la caridad cristiana.

También, por la noche, vino una representación del FAPU. Me acompañó en la visita el Padre Rafael Moreno y dialogamos como dos horas sobre el análisis que el FAPU hace de la situación y da la salida pacífica; que ofrece; desde el punto de vista de una unión, una alianza, entra las Organizaciones Populares, la juventud militar, y la parte sana del Gobierno, todo en favor del pueblo. El Padre Moreno hizo ver que esta propuesta coincide bastante con lo que yo dije el domingo recién pasado en la homilía. Y de mi parte ofrecí toda la colaboración de la Iglesia a efecto de unir esfuerzos para salvar al país.

Viernes, 25 de enero
Esta mañana vino a visitarme la provincial de los Carmelitas misioneras españolas, Congregación que se ha encargado del cuidado de la Policlínica Salvadoreña, y de dos comunidades eclesiales de la Arquidiócesis, Plan del Pino y La Laguna, en Chalatenango. Platicamos ampliamente de la labor que desarrollan y de la situación del país y mostró su satisfacción de trabajar en esta Iglesia; lo que yo le agradecí.
También vino por la mañana una comisión del PUCA, Partido Unión Centroamericana, para pedirme que hiciera valer la palabra de la Iglesia, en favor de la unidad de Centroamérica, que para ellos sería la mejor solución de la crisis en cada país de Centroamérica. Piden, concretamente, que ayude a conseguir la Personería Jurídica y que las oficinas y funciones de la ODECA se entreguen a este partido, que es el que mejor puede interesarse de los asuntos centroamericanos.
A mediodía vino Monseñor Bambarén, Obispo de una Diócesis de Perú, presidente de la Comisión Social del CELAM. Dijo que venía expresamente a visitarme y también a invitar a algún representante a la próxima reunión de esta comisión del CELAM, que tendrá lugar en Panamá. Cuando le dije que el presidente de esta comisión en la Conferencia Episcopal de El Salvador era Monseñor Aparicio, me dijo que no le gustaba que fuera por las experiencias que se sintieron en Puebla, cuando este señor obispo dió ocasiones de muchos malestares y que mejor invitara otro aunque fuera como invitado; lo cual hicimos hablando por teléfono a Monseñor Rivera, quien aceptó gustosamente la invitación. Con Monseñor Bambarén platicamos ampliamente de nuestra situación; lo siento muy comprensivo, está muy de acuerdo con la línea pastoral de nuestra Arquidiócesis, ya que, él también, en Perú, lleva línea parecida y ha sido objeto de contradicciones, como lo somos aquí. Aquí se quedó en mi habitación y aquí convivió la vida de esta Comunidad. Mientras él salía a dar una vuelta yo tuve reunión con los vicarios generales y los cancilleres para hablar de la ausencia, durante mi viaje a Bélgica. Monseñor Urioste es del parecer que no debía de ir, dada la gravedad de las circunstancias del momento, pero pensándolo bien yo, como me dijo el Padre Juan Deplanck, de Bélgica, haría un servicio a la Iglesia, y reforzaría nuestra línea personal con el honor que allá me prepara la Universidad de Lovaina, por lo cual creo que debo de ir y dejar aquí, durante lo más breve que sea posible, un período de unos cinco o siete días, a los encargados de la Curia con suficiente autoridad.

Sabado, 26 de enero
Esta mañana fui a dejar al Aeropuerto a Monseñor Bambarén, quien se mostró muy cordial y muy contento. Me pidió que le diera una colección de las homilías. Le prometí mandárselas, ya que no las tengo a mano, porque dice que leyó en ORIENTACION la del último domingo y le pareció muy buena, y él quisiera tener otros ejemplares, otras homilías, con gusto le mandaré, lo cual me sirvió a mi de mucho estímulo.
Tuve la reunión para preparar la homilía; casualmente vino antes el Padre EllaCuria y el Padre Estrada, con quienes conversamos situaciones de El Salvador en Estados Unidos, por donde acaba de pasar el Padre EllaCuria, parece que se alarmaron con mi últimas homilía donde hablaba de un proyecto popular y donde no apoyaba tanto a la Democracia Cristiana, porque para Estados Unidos la solución es la Democracia Cristiana, a la que prometen ayudar. Dijimos que no se trataba de complacer a Estados Unidos o quedar bien con nadie, sino de buscar la solución que más conviene a nuestro país. Y los asesores que estaban de acuerdo en lo que yo dije en la homilía. Seguimos conversando sobre un pronunciamiento que, después de oír el parecer del Senado, escribió el Padre Moreno acerca de la manifestación que fue disuelta a tiros. Me parece muy bien, se hicieron también enriquecimientos con las opiniones de los demás y se van a denunciar muchos casos sangrientos que ha habido en esta semana. Haciendo resaltar siempre el aspecto pastoral y evangélico de la Iglesia.
Por la noche, según me anunció el Padre Moreno, vino él con otro joven de las agrupaciones clandestinas a hablar de sus proyectos políticos y en que tuve ocasión de expresar el sentir de la Iglesia acerca de las soluciones violentas, que son las que patrocinan estas organizaciones y que han hecho tanto mal durante estos últimos tiempos. Ellos tienen ya su Ideología y su modo de pensar y es difícil hacerlos cambiar. Creo que la oración por toda esta gente es la mejor manera de colaborar con ellos y de dar a la patria una solución que no esté basada sobre sangre y odio o violencia.

Domingo, 27 de enero
Otra vez la Misa tuvo que ser en la Basílica del Sagrado Corazón, por continuar ocupada la Catedral. La asistencia fue muy numerosa, el tema “CRISTO PROFETA, PROLOGO Y PRINCIPIO DEL MINISTERIO” en el Evangelio de San Lucas, me dió oportunidad para explicar el sentido de la Homilía, ya que Cristo cuando dice “esto se ha cumplido hoy”, dice una verdadera homilía, actualización viviente de la Palabra de Dios. Me referí también al acontecimiento magno de la semana, que fue la manifestación terminada en tragedia y analicé, después de haber consultado con varios sacerdotes, la responsabilidad de un momento en que todos tienen que deponer actitudes de polarización y entregarse a la conjugación de los diversos modos de pensar, para procurar el bien común del país. Después de la Misa, tuve una reunión de prensa. Había gente de televisión de Inglaterra, periodistas de Suiza y de Estados Unidos y de México y conversamos siempre sobre el tópico de la situación del país y del papel de la Iglesia. Al mediodía, vino, como se había anunciado, el coronel Majano de la Junta Revolucionaria de Gobierno, muy sencillo en sus maneras cuando está en privado, conversamos ampliamente de la situación y de sus proyectos, ven con preocupación el momento, pero tienen confianza de ganarse la voluntad de un pueblo al que están tratando de servir. Les hice mis observaciones, tal como las había hecho en la homilía, de que, lo que era interesante era asociarse sinceramente con el pueblo, tomar en cuenta sus organizaciones y quitar el aspecto de represión de estas organizaciones, ya que esta represión de la impresión de que ellos no controlan a la Guardia Nacional y a los otros cuerpos de seguridad y que, con estas actitudes de venganzas y violencias de estos cuerpos de seguridad, le quitan prestigio y credibilidad a la buena voluntad que pueda tener el Gobierno. Almorzamos juntos con las religiosas del hospital, el Coronel Majano estuvo muy cordial y hasta ofreció varios servicios a las religiosa de este hospital.
Pasé la tarde arreglando mi valija para el viaje de mañana a Europa. Tuve, sin embargo, varias actividades de escritorio y de atender algunas visitas, como el Padre Alliet, que me trajo las direcciones de sacerdotes y religiosas belgas que trabajan entre nosotros y a quienes espero poder visitar allá. También, una reunión que íbamos a tener con la Coordinadora Nacional de las Organizaciones, se tuvo que suspender porque sólo vinieron los de las Ligas Populares y los otros se excusaron por tener otras actividades, entre esas, el entierro de miembros muerto del UDN. Y fui a ver al señor Nuncio que había tenido el deseo de entregarme algo, se trataba de una carta en la que me hacen la observación de que yo he dado solidaridad a una reunión ecuménica en el Brasil y que tienen el tema que tratarán como criticando a Puebla y la división del Episcopado y que me recomiendan que asuma una responsabilidad personal si voy a ir a esta reunión. Expliqué al señor Nuncio que me sorprendía, porque yo no he expresado tal solidaridad y que agradecí, sí, la invitación y puse excusas, puesto que no podré salir a tan corto plazo de haber regresado de Europa. El Nuncio dijo que así iba a informar y creo que quedó satisfecho.
Todavía al regreso, hablé por teléfono con el hijo del señor Dunn, que está secuestrado, y a quien traté de darle alguna esperanza y que tuviéramos confianza en Dios.

Lunes, 28 de enero
Este día emprendí el viaje hacia Bélgica para ir a recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad de Lovaina. La ruta que me organizaron fue en Pan American a Guatemala, Miami, Madrid, a Roma, donde haré dos días de trabajo, y luego Lovaina, Bélgica. A las ocho de la mañana salió el avión, después de haber compartido una despedida con mi hermana, con familiares y religiosas y algunos sacerdotes. El recorrido ha sido muy pintoresco y he sentido un gran descanso, aunque llevo la preocupación de lo que puede suceder en mi país. Pero al salir me recordaba la Madre Luz, Superiora del Hospital de la Divina Providencia, que habíamos rezado en los Salmos de esa mañana, “el Señor apaciente a su pueblo”, y que fuera tranquilo, que todos íbamos a rezar para que el Señor apacentara esta grey que tengo que dejar, aún sin quererlo; pero por ir a cumplir otro deber también en servicio de la Iglesia, porque creo que recibir este honor no es simplemente un homenaje a mi persona, sino que es un apoyo a la Pastoral de nuestra Arquidiócesis y es un apoyo general a todos cuantos trabajan en esta línea que el Concilio Vaticano Segundo ha iniciado para la Iglesia.
Hacia el mediodía estábamos en Miami, donde esperamos varias horas, ya que a las cinco de la tarde salió el avión para Madrid. Después de una noche muy corta, amanecíamos en Madrid, mientras nuestros relojes marcaban las once de la noche.
El invierno hace muy oscura la mañana, parecía pues que era una noche y no ya las siete de la mañana en que los trabajadores comenzaban a ir a sus oficios. Hacia las nueve de la mañana, después de una espera en el Aeropuerto de Madrid, hicimos el último trayecto hacia Roma, con la emoción de siempre, Roma significa para mí volver a la cuna, al hogar, a la fuente, al corazón, al cerebro de nuestra Iglesia. Le he pedido al Señor que me conserve esta fe y esta adhesión a la Roma que Cristo ha escogido para ser la sede del pastor Universal, el Papa. Llegamos al Pensionato Romano, llevados por el mismo Padre Juan Bosco, que tan amablemente nos fue a recoger al Aeropuerto y nuestra primera visita, después de almorzar, fue a la Basílica de San Pedro. El recorrido que siempre me ha gustado hacer, la visita al Santísimo, la visita a la tumba del Apóstol San Pedro, a la tumba de San Pío X, y a las tumbas de los Papas, donde sentí especial emoción al orar junto a la tumba de Pablo VI, de quien estuve recordando tantas cosas de sus diálogos conmigo, en las visitas que tuve el honor y la dicha de ser admitido a su presencia privada.
Después fuimos a buscar al Cardenal Pironio, pero está muy ocupado en el Sínodo de los Obispos de Holanda y me señalará una hora en que pueda recibirme. Hicimos otros recorridos por las calles adyacentes a la Plaza de San Pedro; todo ésto me hace recordar muchos mis años de seminario en el Pío Latino y reviven en mí la fe y el entusiasmo sacerdotal. Nos invitaron a cenar las religiosas Dominicas, quienes muy amablemente fueron a recibirnos; pero no nos pusimos de acuerdo y llegamos antes de que ellas llegaran y no nos encontraron. Nos habían preparado también habitación en su casa de Monte Mario y para compensar un poco esta generosidad, tuve el gusto de ir a cenar con ellas y platicar de las cosas que suceden en nuestra patria.

Miércoles, 30 de enero
Este día ha sido muy denso de la gracia de Dios y de satisfacciones muy íntimas. Comenzó con una llamada telefónica, a las siete de la mañana, que, dado el cambio de horas, me parecía que era… muy de madrugada. Era el Padre Juan Deplanck que llamaba desde Bélgica para saludarme y para suplicarme que prolongara mi estadía en Bélgica hasta el próximo lunes para poder ir a Francia y que había mucha expectativa de mi llegada y de mi conversación con esta gente. Yo le dije que con mucho gusto, sólo que me ayudara a arreglar mi viaje para el martes, o sea, el día siguiente. Después, acudiendo a la cita con Monseñor Pironio, fui a la Secretaría de Estado arreglamos primero nuestra asistencia a la audiencia general del Santo Padre; también visité a Monseñor Enriquez, encargado en la Secretaría de Estado de los asuntos de América Central para decirle que quería conversar con él, pero él me dijo que era más conveniente que hablara con el propio Secretario de Estado, Cardenal Cassaroli, que él me arreglaría la Audiencia. Luego hablé con el Cardenal Pironio, que fue para mi una breve, pero muy animadora entrevista. Me dijo que, él mismo quería verme para comunicarme con alegría que la visita del Cardenal Lorscheider había sido muy positiva y que, el Papa mismo, tenía un informe muy bueno acerca de mí. El Cardenal Lorscheider le había dicho al Cardenal Pironio, que yo tenía razón en El Salvador,que la cosa era muy difícil y que era yo quien miraba claro las circunstancias y el papel de la Iglesia y que había que ayudarme. Supongo que ésto es una síntesis de lo que platicó acerca de su viaje por El Salvador el Cardenal Lorscheider. Le agradecí mucho al Cardenal Pironio y también lo animé, porque él también me dijo que sufría mucho, precisamente, por este esfuerzo en favor de los pueblos de América Latina, y que me comprendía perfectamente. Me recordó una frase del Evangelio que él le da una aplicación especial, “no temáis a los que matan el cuerpo, pero nada pueden hacer con el espíritu”. El lo interpreta que si los que matan el cuerpo son terribles, son más terribles los que acribillan el espíritu, calumniando, difamando, destruyendo a una persona, y él creía que este era precisamente mi martirio, aún dentro de la misma Iglesia y que tuviera ánimo. El resumen fue un aliento muy poderoso que luego me preparó para ir más alegre a la entrevista con el Santo Padre en la audiencia general. A las 10 de la mañana estábamos entrando a audiencia general junto con un enorme torrente de gente que llegaba a la sala Pablo VI, una sala inmensa, pero llena de fieles, que cantaban, aplaudían, rezaban. El Santo Padre, a las once, ingresó desde la entrada hasta el escenario donde tiene su Sede, un largo tiempo ya que va saludando a un lado y a otro, va caminando y ésto le lleva casi una hora. El discurso del Papa…
El Discurso de Su Santidad en la audiencia general de este miércoles 30 de enero fue una prolongación de sus meditaciones que va llevando en esta audiencia general, sobre el Génesis, concretamente, habló de la dignidad del hombre bajo sus dos aspectos humanos del cuerpo, la virilidad y la feminidad, y cómo en la inocencia estaba la felicidad y que la vergüenza en el cuerpo humano era un signo de su pecado en el origen. Una meditación que me pareció muy hermosa, pero también muy profunda, porque creo que mucha gente siente dificultad en comprenderle. Alguien me dijo que el Papa era sumamente interesante al pueblo en sus relaciones de entrada y sus saludos personales, pero que durante el discurso se siente una lejanía, una incomprensión. Es algo que da lástima, porque es un momento en que la gente está muy atenta y cualquier idea por sencilla que sea, pero que sea comprendida puede hacer mucho bien al auditorio. Cuando terminaba su audiencia llamó a los Obispos para bendecir juntos con él al pueblo. Yo tuve la dicha de quedar directamente a su derecha y después cuando saludábamos al Papa, los Obispos, me dijo que después de la audiencia quería hablar especialmente conmigo. Pero tuve que esperar todavía un buen rato porque después del saludo de los Obispos, comenzó su actuación un circo que había llegado para honrar al Santo Padre y pedir su bendición. Hizo números artísticos, divertidos, muy graciosos, que llenaron de alegría a todo el auditorio y, desde luego, al Santo Padre. También saludó detenidamente a un coro que había venido de Polonia, su patria, y con quien se entretuvo muy cordialmente, lo mismo que a los enfermos y a todos aquellos que tenían un puesto privilegiado en la muchedumbre. Cuando terminó todo este largo saludo de despedida, en una salita donde tuvo otras audiencias especiales, me recibió con mucho cariño, me dijo “que comprendía perfectamente lo difícil de la situación política de mi patria y que le preocupaba el papel de la Iglesia, que tuviéramos en cuenta no sólo la defensa de la Justicia Social y el amor a los pobres, sino también lo que podría ser el resultado de un esfuerzo reivindicativo popular de izquierda, que puede dar por resultado también un mal para la Iglesia”. Yo le dije, “Santo Padre, precisamente, es ése el equilibrio que yo trato de guardar, porque, por una parte, defiendo la justicia social, los Derechos Humanos, el amor al pobre, y por otra, siempre me preocupa mucho también el papel de la Iglesia y el que no por defender estos Derechos Humanos vayamos a caer en unas ideologías que destruyen los sentimientos y los valores humanos”. Que estaba muy de acuerdo con sus discursos y que esos discursos me daban mucha fuerza y argumentos para mi actuación y mi predicación. Le mencioné especialmente, sus discursos de México, el de Oaxaca y que aquí estaba precisamente mi doctrina, lo que yo predico y lo que trato de hacer. El Papa sentí que estaba muy de acuerdo en todo lo que yo le decía y, al terminar, me dió un abrazo muy fraternal y me dijo que rezaba todos los días por El Salvador”. Yo he sentido aquí la confirmación y la fuerza de Dios para mi pobre Ministerio. Ya eran las tres de la tarde casi, y me fui a la Curia generalicia de los jesuitas donde lamentablemente no pude aceptar la invitación del Padre Arrupe para almorzar con él, porque ya llegué demasiado tarde. Sin embargo,… sostuve una conversación con él también sumamente interesante. El se alegró de lo que yo le había contado en mis diálogos con el Cardenal Pironio y con el Santo Padre, y me reiteró su solidaridad y el apoyo que los jesuitas me daban. Con toda franqueza me dijo también los temores que puede haber en la Compañía de Jesús, pero lo mucho bueno que allí hay, y que el discurso del Papa a los jesuitas, que tanto revuelo hizo como una reprobación, era todo lo contrario. Que el Papa quiere mucho a la Compañía y la quiere prevenir de posibles errores. No niega que, como humanos tengan sus defectos y equivocaciones, pero que, en general, hay un espíritu de mucho servicio a la Iglesia.
Desde la misma Curia Generalicia, logré una entrevista por teléfono con la radio YSAX, de El Salvador. La entrevista de los miércoles la pude continuar a través del teléfono y la realicé con Monseñor Urioste, quien me comunicó las noticias del país, dolorosas por cierto, porque me informaba de matanzas, de crímenes, pero al mismo tiempo de trabajo en la Iglesia. Por mi parte, le informé lo de mi viaje y lo que ya he mencionado acerca de las audiencias que tenía esta mañana y cómo tendría próximamente las otras entrevistas que interesaban para la Arquidiócesis.
Por la noche, me visitaron las hermanas Pasionistas que viven en Piazza San Giovanni e Paolo y que nos invitaron a cenar; fuimos allá con el Padre Jesús Delgado y con los dos padres jesuitas que han sido tan buenos en nuestro acompañamiento aquí en Roma. Fue una cena muy cordial, muy fraternal, que nuevamente fue para mí también un aliento de la fraternidad de la Iglesia. Estas religiosas me aseguraron que continuamente rezan conmigo y que están plenamente de acuerdo en la línea Pastoral del Arzobispado.
Al regresar al Pensionato Romano me tenían razones de las entrevistas de mañana, con el señor Secretario de Estado, Cardenal Cassaroli, y con el Cardenal Prefecto de la Congregación para Obispos, Cardenal Baggio, y trataremos de conseguir también la entrevista con la Congregación de la Educación para la Fe, para tratar asuntos del Seminario. Ya es noche, pero estoy muy satisfecho de un día que ha sido colmado de bendiciones para la Arquidiócesis y para su Pastor.

Jueves, 31 de enero
Es otro día lleno de grandes satisfacciones y de muchos logros pastorales. Lo primero que recibí hoy fue la visita del señor Embajador de Sud Africa ante la Santa Sede, quien venía a agradecerme mi preocupación en el secuestro del señor Dunn, Embajador de Sud Africa en El Salvador, que ha sido secuestrado y por el cual estoy mediando. El quiso tener otros informes que yo pude darle y que le dieron mucha satisfacción, porque él dice que es un gran amigo del señor Embajador Dunn.
Vinieron a verme también dos religiosas de Bethania, salvadoreñas, que trabajan aquí y a las que yo saludé, diciéndoles que si se les ofrecía algo y por eso traían una carta para la Superiora General que vive en Santa Tecla. Luego me fui a la Secretaría de Estado, donde tenía cita con el Cardenal Cassaroli, el cual me recibió muy cordialmente y me preguntó sobre la situación de país y la función de la Iglesia. Me reveló que el Embajador de Estados Unidos había venido a verlo con cierta preocupación de que yo estuviera en una línea revolucionaria popular, mientras que Estados Unidos apoya el Gobierno de la Democracia Cristiana. Yo le aclaré al señor Cardenal que no se trataba de una opción política, sino simplemente de buscar la justicia en la solución de los problemas de mi pueblo. El me dijo que no insistía en ésto, porque la visita del embajador no tenía carácter oficial, y que, de todas maneras, la Iglesia tiene que proceder no por complacer a las potencias de la tierra, sino de acuerdo con su fe y su conciencia en el Evangelio. También se preocupó el Cardenal de que la defensa de los derechos humanos, las reinvindicaciones del pueblo, no vayan a suponer una hipoteca de la Iglesia y de los sentimientos cristianos ante las ideologías, lo cual le dije, como ayer al Santo Padre, que era también mi preocupación de predicar la justicia social, la defensa de los derechos humanos, pero al mismo tiempo advertir a las fuerzas populares reivindicadoras el peligro de caer en ideologías extrañas. Le expliqué también que no podíamos hablar de un anti-comunismo sin el peligro de que nos quisieran hacer cómplices de las injusticias de los ricos, que hablan del anti-comunismo, pero no por defender principios cristianos, sino por defender sus intereses materialistas. Yo noté que el señor Cardenal quedó satisfecho de nuestra conversación y me aseguró que oraba también mucho por El Salvador.
Otro aspecto que es necesario consignar es cómo el Cardenal veía que era justa mi perspectiva, de que había que procurar salvar lo sano que hay en el actual Gobierno y unirlo con lo sano que puede haber en los esfuerzos y apoyos populares. Me dijo que él creía que esa era la verdadera salida de nuestras crisis. Lo cual me confirmó mucho en seguir defendiendo la parte sana del Gobierno y esforzarla a que encuentre un diálogo con las bases populares, a las cuales también hay que advertirles de su peligro de perder los sentimientos cristianos por una liberación temporalista.
Después fui a la Congregación para Obispos, pero el Cardenal Baggio no estaba porque el Papa lo había invitado a la Misa de clausura del Sínodo Holandés, y tampoco el Subsecretario, Monseñor Moreira, brasileño, a quien ví a la salida y me dijo que volviera dentro de un rato. Me dió oportunidad de ir a hablar a la Congregación para la Educación y tratar el asunto del Seminario. Allá me encontré con el Subsecretario y fue una fortuna, porque es una mentabilidad abierta a los progresos que, muchas veces, escandalizan el tradicionalismo de nuestra Iglesia y me expresó, en forma muy confidencial, cuánto temía él por esa falta de apertura de la Iglesia. Se alegró de encontrar criterios parecidos en mí y conversamos ampliamente de la situación del Seminario y me prometió hacer todo lo posible de conseguir lo más que pudiera y que me iba a comunicar. Me exhortó a tener mucho ánimo y a tener en cuenta que, quien sigue esta línea progresista de una Iglesia auténticamente fiel a los postulados del Vaticano Segundo, tiene que sufrir mucho ser tenido también en perspectivas sospechosas, pero que la conciencia y la satisfacción de servir a Dios y a la Iglesia valía por encima de todas las persecuciones. Fui luego a la Congregación para los Obispos, no estaba el Cardenal Baggio, pero me atendió Monseñor Moreira, muy comprensivo, al que pude dejarle la carta que escribí al Cardenal Lorscheider, resumen de nuestras conversaciones en San Salvador, y le he encarecido de manera especial resolverme el asunto del Obispo auxiliar y tomar muy en cuenta la sugerencia de revitalizar la Conferencia Episcopal con nuevos elementos, abiertos a las nuevas mentalidades de la Iglesia. Me escuchó muy atentamente toda la problemática que yo pude explicarle y le dejé también documentos de la Conferencia Episcopal, los cuales me prometió estudiar y conversar con Monseñor Baggio y hacer, de su parte, todo lo que estaba a su alcance. Terminando ésto fui a arreglar mis maletas al Pensionato Romano, a almorzar y luego ya estaban las hermanas Dominicas que nos llevaron al aeropuerto, rumbo a Bélgica en Alitalia.
Eran las cuatro de la tarde y nuestro vuelo fue felíz. Llegamos a Bruselas, donde nos esperaba el Padre Juan Deplanck y otros amigos salvadoreños y belgas que nos dieron una cariñosa bienvenida. El Padre Juan dijo que tenía ya comprometida esta noche, una reunión en Brujas, y allá nos fuimos, sin preocuparnos de la cena, más que tomando un pequeño “sandwich” en el camino, y efectivamente, después de una hora, un poco más, de camino, estábamos en esta pintoresca ciudad que no pude conocer más que de noche, en cuyo salón parroquial estaba reunida una gran cantidad de fieles, que son miembros de comunidades eclesiales de base, iniciadas aquí por el Padre Pedro con el deseo expreso del señor Obispo, Monseñor Desmet, el cual se encontraba en el centro de la reunión. El Padre Rogelio que está de vacaciones, estaba dirigiendo la reunión y me presentó, fui recibido con un caluroso e interminable aplauso. Saludé yo a la muchedumbre como un sentimiento de comunión. La alegría de sentirme como en la casa, saludar a Monseñor Desmet, agradecerle toda su colaboración para nuestra Iglesia y a todos los belgas, que nos habían dado tan valiosa ayuda de personas, ayudas económicas y toda clase para nuestra pastoral.

Después hubo algunas otras participaciones de saludo, de solidaridad y se me invitó a desarrollar algún tema, que yo escogí con el tema de mi doctorado Honoris Causa, “La fe y la política”: lo que la fe puede dar a las realidades políticas, tomando de mi carta pastoral, los servicios que la Iglesia da en este tiempo de crisis, ante todo, a partir de su identidad de Iglesia… Y en el segundo punto, lo que la fe recibe a cambio de este servicio al mundo, que es maduración en su creencia en Dios, profundo más sentido del pecado y conocimiento más hondo de Jesucristo, su encarnación y su redención; que hay una reciprocidad entre el bien que la Iglesia hace al iluminar la política, al profundizar la fe de los cristianos en su propia realidad. Después de varios saludos y recibir regalos de las familias de los sacerdotes, sobre todo, de la mamá del Padre Pedro, me fui al episcopado, por invitación de Monseñor Desmet, donde platicamos largamente sobre la situación de los sacerdotes belgas en El Salvador; preocupándonos principalmente de la situación de Rogelio, al cual el mismo señor obispo aprecia y tiene reservas igualmente que las que yo tengo, de modo que, compartimos bien nuestra preocupación, y nos propusimos no hacerlo víctima, sino al contrario, ayudarle fraternalmente con el Diálogo para que sea un buen instrumento de la Pastoral de nuestra Diócesis. Lo mismo hablamos del problema del Padre Esteban Alliet y me alegré mucho de poderle dar buenas noticias de los otros sacerdotes y religiosas de su Diócesis. Monseñor Desmet me dijo que qué otra cosa podía hacer, que él no tenía ninguna reserva para ayudarnos, que la Divina Providencia le ayudaría, aún cuando se tratara de sacerdotes que se quieran ir para allá, él con mucho gusto les autorizaría. Me admiró este sentido tan generoso de un Obispo que ama de veras a la Iglesia Universal y no ve sólo los intereses de su Diócesis. Ya era la media noche. Era curioso salir a media noche de Brujas y regresamos a Lovaina, donde pudimos encontrar un poco de sueño en la Casa de Formación de América Latina, que los padres belgas dirigen para preparar agentes de pastoral de Europa y principalmente de Bélgica, para las Diócesis latinoamericanas.
Un hermoso cuarto me esperaba y así terminó, ya comenzando el nuevo día, la larga jornada que he tratado de describir en este diario.

Viernes, 01 de febrero
Apenas cuatro horas y media de sueño y ya el padre Juan Deplanck me llamaba para que fuéramos a celebrar la Santa Misa, a desayunar y luego salir a cumplir varios compromisos que él tenía en su programa. El primero fue a la casa de gobierno, en Bruselas, donde nos recibió el primer Ministro, que es la suprema autoridad práctica en el país, muy cordial, muy atento. Nos preguntó sobre la situación del país, el papel de la Democracia Cristiana, ya que él pertenece a ese partido y pude explicarle con toda franqueza las realidades de nuestra situación política y eclesiástica de aquel querido país. Luego nos dirigimos a la reunión de prensa que estaba preparada en la Universidad de Lovaina, había unos veinticinco o más periodistas, de prensa, de televisión y de radio con quienes compartimos casi dos horas de diálogo, muy interesante, muy inteligentes, preguntando, también sobre la situación del país, la situación de la Iglesia en América Latina; los problemas que ellos ven dentro de la Iglesia, dentro de la Política, y traté de mantenerme dentro de mi aspecto pastoral, pero dando respuesta a todos. Me ayudó mucho el Padre Jesús Delgado, con aportaciones muy valiosas en este diálogo, lo mismo que el Padre Juan Deplanck, sobre todo, por su traducción al flamenco y al francés. Después de la reunión, fuimos a almorzar a un simpático restaurante de Lovaina. Fue un pequeño descanso y luego, por la tarde, fuimos de nuevo a Bruselas para visitar la sede del partido Demócrata Cristiano, cuyo presidente nos recibió con mucha atención y expresó mucha preocupación por nuestra situación y por la ayuda que puede prestar Bélgica a la situación política de nuestro país. La segunda visita fue a la sede de la Central de Trabajadores, una autoridad mundial de sindicatos, donde vivimos profundamente el calor humano de una reunión que se preocupa de la situación de nuestros obreros y se preocupaban de qué podía hacerse en esta terrible crísis del mundo obrero, campesino y pobre de nuestra patria. Fue una conversación muy positiva, muy cristiana, en la cual coincidimos muchos puntos de vista con la ideología de esta Organización y del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Por último, fuimos al Ministerio de Relaciones Exteriores a visitar el Ministerio de Desarrollo, donde se dan ayudas para los países del tercer mundo; nos recibió el subsecretario y nos explicó grandemente que podía prestar mucha ayuda a nuestros programas, toda vez que los presentáramos a través de organizaciones con Personería Jurídica y que ellos aprobarían todo lo que fuera en bien de nuestro desarrollo. El Subsecretario, que parece ser de un pueblo latinoamericano manifestó que conocía mucho al Padre Ramón Vega y esta circunstancia me valió para ofrecerle que aprovecharíamos el ofrecimiento de ayuda que nos daba, ya que el Padre Vega tiene mucha experiencia y es amigo suyo, para presentar programas de ayuda a la necesidad de nuestro país.
Eran las ocho de la noche cuando regresamos al Seminario, donde nos esperaba el Rector que cordialmente cenó con nosotros y nos llevó a su cuarto para darnos un traguito con galletas y platicar profundamente, como hermanos sacerdotes, de ciertos problemas de los sacerdotes belgas en El Salvador, prometiéndonos su ayuda cordial y sacerdotal. Cuánto se puede hacer cuando se dialoga con un sentido de fraternidad y así terminó este otro día providencial en nuestro viaje por Europa.

Sabado, 02 de febrero
Ha sido un día de la Virgen de Candelaria con muchas emociones y muchas comunicaciones y contactos muy útiles. Celebré la Santa Misa en la capilla del Colegio Latinoamericano, con el Padre Juan Deplanck y después del desayuno me vestí con mi sotana, de Obispo, para asistir a la Universidad de Lovaina a la ceremonia de la imposición de mi Título del Doctorado Honoris Causa. Un desfile con todos los profesores vistiendo sus togas se dirige hacia la Iglesia de la Universidad, donde se canta una misa gregoriana, se celebra la Santa Misa muy solemnemente, una homilía en la cual se da bastante importancia a la vida de nuestra Iglesia en la Arquidiócesis, en flamenco, yo no entendí, pero sí sonaban los nombres muy queridos de Aguilares, de Jesús Jiménez, del Padre Rutilio Grande, donde noté y después me explicaron que había sido un elogio muy grande a la Pastoral de nuestra Diócesis. Eran cuatro los doctorados Honoris Causa, pero el elogio se me dirigió de manera especial a mí. Al volver a la Universidad nos dispusimos a entrar en el Aula Magna repleta de personalidad. Estaba el primer Ministro, estaba el señor Obispo de Brujas, Monseñor Desmet; había todos los profesores, los cuatro candidatos al doctorado y un público muy selecto y allá arriba, un grupo muy nutrido de estudiantes. El Rector hizo la presentación del acto y me cedió la palabra, ya que a mi me tocaba disertar el tema principal sobre la dimensión de la política, de la fe. Al ocupar el estrado, la muchedumbre me saludó con un caluroso aplauso, casi interminable, que agradecí naturalmente. Dije unas palabras que me habían preparado en flamenco, para decir que sentía mucho no poder hablar en su lengua, pero hablaría en el lenguaje de mis pobres a los que yo venía a representar. Fue saludado este gesto de esfuerzo por hablar su lengua, con otro caluroso aplauso. Y empecé mi disertación en español, sobre la dimensión política de la fe, a partir de los pobres. En resumen, es lo que la fe puede hacer en el campo de la política, el quehacer de nuestra Arquidiócesis en el compromiso del país, y en segunda parte, cómo nuestra fe se agiganta, los misterios se hacen más profundos, a partir de esas realidades de la política, cuando se tiene en cuenta la opción preferencial por los pobres. Fueron cuarenta minutos que yo noté que había una atención extraordinaria, ya que aunque yo hablaba en español, el Padre Juan había preparado una traducción en flamenco que todos iban siguiendo y, al terminar, aquel aplauso fue muy extraordinario. Me sentí abrumado, de verdad, por el entusiasmo y la acogida, sobre todo, de la juventud universitaria de Lovaina, que impulsaba a continuar el aplauso a toda la concurrencia. A continuación, siguieron las entregas de las togas de doctores, leyendo a cada uno su elogio propio. Una señora de Sud Africa, literata; un médico, un ingeniero, y yo. También fui saludado de manera especial por el público, cuando mi promotor, un Monseñor cuyo nombre no recuerdo hoy, pero muy amable, hizo una exposición de mi persona, de mi vida, que me la tradujeron en español oportunamente y que era un elogio muy grande. Y al terminar este elogio, como habían hecho con los anteriores, el Rector me impuso la insignia del doctorado, un símbolo de la toga, que también fue ovacionado.
Por último, el médico expresó en nombre de los cuatro, el agradecimiento. Y prosiguió una recepción muy cordial, muy animada, de toda aquella concurrencia; donde pude saludar a muchos parientes de los sacerdotes y religiosas que trabajan en nuestra Diócesis, y muchos conocidos de América Latina. Una verdadera fiesta del espíritu y de la cultura. Después pasamos a un salón típico de la Universidad, donde se sirvió un almuerzo compartido con todas estas personalidades que participaron como miembros o invitados de la Universidad.

Los saludos, en particular, de todas estas personas me llenaron de mucho aliento. Todos me decían que había sido un mensaje muy oportuno y que había hecho pensar a muchos en la situación de nuestro país y en las perspectivas cristianas y teológicas de nuestra pastoral. Algún teólogo, que tenía prevenciones contra la teología de la liberación, manifestó que había entendido muchos puntos que él no entendía y que sentía que, de verdad, América Latina tenía su propia teología, sin dejar de ser la teología de la Iglesia. Muchos testimonios, sobre todo, de jóvenes que sentían un impulso a una fe más comprometida con las realidades de la tierra, etc., para darle gracias a Dios y a la Virgen por este impulso y apoyo moral que yo he sentido en este acontecimiento.
Ya eran las cinco de la tarde, cuando en el cuarto del Padre Juan me esperaban algunos salvadoreños que querían compartir sus preocupaciones por nuestro país y después fuimos a Bruselas a una entrevista preparada con latinoamericanos, que en Bélgica se cuentan como unos cinco mil, muchos de ellos exiliados, otros estudiantes, y hubo un ambiente muy cordial de preguntas y respuestas sobre problema de América Latina, sobre la Iglesia, y en especial, sobre El Salvador. Todos quedamos muy satisfechos de este diálogo tan cordial y, por último, nos fuimos a cenar en la casa de un uruguayo, muy amigo del Padre Juan, que vive con su esposa y su familia en un de los hogares de la Universidad. Los que nos acompañaban eran otro matrimonio y otro amigo con quienes compartimos un diálogo muy interesante. Y así está terminado este día tan denso hacia la media noche. Ya casi es el domingo, 03 de febrero.

Domingo, 3 de febrero
Después de la Misa celebrada con el Padre Juan y el Padre Chus en la capilla del Colegio de América Latina y después de atender algunas visitas, una señora de Alemania que ha venido, precisamente, para platicarme sobre las cosas en que puede servir una agrupación de solidaridad alemana hacia El Salvador, y una pareja de ancianos, un sacerdote, una anciana, que me pidieron llevar al Padre Rosa y a los otros que estudiaron en Bélgica un donativo para que así ayudaran a los intereses que ellos quisiera; salimos con el Padre Juan y el Padre Chus hacia la casa del Padre Juan Deplanck, en un pueblo que no recuerdo el nombre, y allí almorzamos y saludamos a esta familia tan unida, tan numerosa, y nos dirigimos luego hacia la Casa Generalicia de las hermanas de San Nicolás en otra población muy al sur de Bélgica, donde estaban reunidas todas las familias de sacerdotes y religiosas que trabajan en nuestra Arquidiócesis. Fue emocionante la acogida cariñosa que me brindaron y la convivencia que compartimos; primero, en la capilla, donde leíamos un texto del Evangelio acerca de la misión de los enviados de Dios a predicar su Evangelio y una homilía en que traté de comentar los sentimientos que allí nos unían y el recuerdo de los seres queridos, que están allá lejos, y que son el producto de estas familias tan unidas, tan acogedoras, tan cristianas. Compartimos luego una sabrosa merienda, en la que tuve otra nueva ocasión de saludar uno por uno y de fotografiarnos en grupos familiares. En fin, que fue una tarde inolvidable, de mucho corazón y de mucho sentido cristiano. Llevaré recuerdos de esta tarde a todos los queridos colaboradores belgas en nuestra Arquidiócesis. Ya bastante noche, nos dirigimos a París, donde tendremos una intensa jornada el día de mañana. El camino fue muy pintoresco, a pesar de que llovía, pero para mi era todo nuevo y la llegada a París, también es la primera vez que yo conozco esta hermosa ciudad, aunque sea brevemente, pero tengo ya una idea de haberla visto con mis propios ojos.

Lunes, 04 de febrero
Nos hospedamos, en París, en la casa de una comunidad de Padres Dominicos, cuyo Superior ha organizado esta densa jornada del lunes en París. Celebramos con la comunidad la Santa Misa, desayunamos y luego comenzó el trabajo. Primero fuimos a ver las oficinas de INODEC, un servicio de información y de solidaridad para con los pueblos latinoamericanos. Allí tuvimos una breve entrevista en que se informaron de la situación de El Salvador y de la relación de la Iglesia con esta situación. Agradecí lo que yo conozco de esta Organización en favor de nuestro pueblo salvadoreño. Luego, acompañado del Padre Jardines, es un simpático sacerdote joven, que habla muy bien el francés y el español fuimos a visitar la secretaría General de la Conferencia Episcopal de Francia. El padre Secretario me atendió muy exquisitamente y pude platicar con él también en una forma amplia, para informarles de la situación del país, de la situación de nuestra Iglesia y con confianza fraternal, le hablé de la división de nuestro Episcopado, y pedí a la Conferencia de Francia que hicieran algo fraternalmente con nuestros problemas episcopales de El Salvador. El Padre recogía datos por escrito y los presentará al presidente, que es el Cardenal Etchegaray, Obispo de Marsella. Me comunicó con el Cardenal presidente, por teléfono y tuve la dicha y el honor de platicar con el Cardenal que habla español y que muy cordialmente lamentó no haberme podido ver en lo personal, pero me ofreció toda su colaboración y se alegró, de veras, de esta presencia mía en la oficina del Episcopado de Francia.
Luego, fuimos a la entrevista con el Cardenal Marty, que fue sumamente agradable y muy interesante y eficaz. Me ganó la confianza con la acogida tan fraternal y le hablé profundamente de los problemas del episcopado, de la Nunciatura, de mis relaciones con la Santa Sede y me prometió, en todo, ayudarme, ya que él es muy amigo del Cardenal Lorscheider y el Cardenal Pironio, a quienes, le dije, que podía consultar para formarse una idea más imparcial de lo que yo podría decirle. Se manifestó muy de acuerdo con las ideas progresistas de nuestra Arquidiócesis y con las problemáticas de quienes no quieren progresar en este sentido conciliar y me dijo que era un problema para toda la Iglesia, ya que todos estamos interesados en que no se bloquee el avance de el Concilio Vaticano II, que había mucho grupos integristas en la Iglesia que tratan de manipular las actuaciones del Papa en favor de un retroceso, lo cual es falso, ya que el Papa siempre ha tenido un amor muy grande por el Concilio y por sus avances. Sentí mucha sintonía con el pensamiento del Cardenal y mucha esperanza de sus promesas de hacer algo por nuestra Iglesia salvadoreña en sus relaciones con la Santa Sede.
Fuimos luego a almorzar con un grupo de Justicia y Paz y otras organizaciones de solidaridad con nuestra república. Fue un almuerzo compartido con unas quince personas, que tuvieron mucho interés en preguntar, en informarse de nuestra situación salvadoreña, y de lo que pueden hacer en sentido de solidaridad con nosotros. Sentí muy útil esta entrevista porque deja muchas esperanzas a nuestro pueblo.
Nos dirigimos luego a una reunión de Amnistía Internacional, una pequeña oficina, donde se trabaja toda esta colaboración con los países, en solidaridad, y estuvimos analizando la situación de los desaparecidos y lo que se puede hacer para seguir insistiendo en un tema tan delicado y en otras formas de represión contra nuestro pueblo.
Luego nos dirigimos a la dirección de una casa católica, donde tuvimos una reunión de prensa muy interesante, serían unos cuarenta periodistas de los principales periódicos de Francia, a los que presenté mi saludo e hice un bosquejo de la situación actual del país y del papel que la Iglesia está desempeñando y se entabló un diálogo muy interesante en que preguntaron asuntos del país y de la Iglesia y en que tuve oportunidad de aclarar mi pensamiento y agradecerles de que ellos, con sus medios maravillosos de difusión, extendían este pensamiento al mundo. Colaboró muy bien el Padre Jesús Delgado, traduciendo y agregando varios conceptos.
Después de esta entrevista, nos fuimos a la Iglesia de San Merlie, donde celebramos un acto ecuménico con un pastor protestante, que expresamente había venido desde Marsella, donde me esperaban también, si hubiera tenido tiempo, pero él vino muy caballerosamente y participó conmigo en la celebración ecuménica, dirigiendo una homilía él, y yo, para darle el sentido de un mensaje evangélico a este homenaje…

Lunes, 04 de febrero, (Continuación)
Estábamos narrando la tarde en París. Era ya el acto de la noche en la Iglesia de San Mierlie, un acto ecuménico, presidido por un pastor protestante y por este servidor. Se dedicaba especialmente al pastor y a la Arquidiócesis de San Salvador, cantos muy hermosos, lectura apropiada del Evangelio, comentario primero del pastor en que hizo elogios de la persona del Arzobispo de San Salvador y un mensaje mío en en español que iba traduciendo una señorita, aunque muy mal traducido, y sentí que perdía mucho de lo que yo quería decir. Era un resumen de mi discurso en la Universidad de Lovaina, de lo que la fe cristiana puede dar en servicio del mundo y cómo la fe cristiana se enriquece, recibiendo del mundo los reflejos de lo que ella misma cultiva en el mundo. Los que entendieron español y, eran casi todos, me agradecieron al final el mensaje que parece haber sido aceptado con agrado. Se mencionaron los nombre de Aguilares, del Paisnal y de todas estas personas y lugares de nuestra Arquidiócesis que han escrito páginas de amor a nuestra Iglesia. Tuve el gusto de saludar aquí varias religiosas de La Asunción de El Salvador, varios exiliados de América Latina, muchos amigos de El Salvador, con quienes, después del acto ecuménico, compartimos una cena en la comunidad de los Padres Dominicos. Y ya bastante entrada en la noche, regresamos a Lovaina, donde llegamos a las dos de la mañana.

Martes, 05 de febrero
Este día lo he dedicado especialmente a arreglar varias cartas, recados y otros escritos, que por el trajín de los días anteriores, los tenía todos confusos; especialmente, junto con el Padre Jesús Delgado, organizamos las diversas aportaciones económicas que nos han dado aquí para las necesidades de nuestra Iglesia. También escribí cartas de agradecimiento y de excusa a todas aquellas agrupaciones que tenían preparado un encuentro y que, por falta de tiempo no pudimos llevar a cabo, ya que tuve que acortar mi viaje y no pudo realizarse el programa que inicialmente había preparado el Padre Juan.
Hacia las tres de la tarde, junto con el Padre Jesús y el Padre Juan nos comunicamos telefónicamente con la radio, donde Monseñor Urioste, en El Salvador, nos entrevistó y le contamos lo que había sucedido, mis últimos momentos en Roma, el Doctorado en la Universidad de Lovaina y los diversos encuentros con grupos en Bélgica y en Francia. De mi parte, también subrayé el encuentro con cardenales, obispos y otros personajes, que son de mucha esperanza para nuestra Arquidiócesis.
Hubo también algunas visitas o llamadas telefónicas, que atendí con la mayor atención. Y hacia las seis de la tarde, estábamos en el aeropuerto de Bruselas, para emprender el retorno. Allí estaba el Padre Rogelio con su familia y estaba también Jaime Meléndez, que trabaja en la diplomacia de este país, y es salvadoreño muy estimado por varias familias. Dejé al Padre Jesús Delgado, al Padre Juan y, junto con el Padre Rogelio, salimos en vuelo hacia Madrid.
A las nueve de la noche en Madrid, arreglamos nuestro contacto con el viaje de Iberia, que sale a la una de la mañana.

Miércoles, 06 de febrero
Este día, pues, comienza muy temprano a la una de la mañana, subiendo al avión de Iberia, que nos ha de transportar, a través de una noche muy larga, ya que vamos hacia el occidente, a nuestra América. El viaje de avión, en esta noche interminable, se hace agradable, buenas butacas, una exhibición de cine y a través de los auriculares también oyendo música clásica o leyendo o durmiendo. Y así amanecimos, todavía muy temprano, en Santo Domingo, donde hicimos una pequeña parada y luego salimos hacia Panamá, a donde llegamos a las siete de la mañana de América, que equivale a siete horas más tarde de lo que vamos en Europa.
En Panamá pude saludar por teléfono a Monseñor McGrath, el Arzobispado de aquella metrópoli, quien me invitó a ir a saludar a los otros Obispos que se encuentran en una reunión del departamento del CELAM de acción social y es una reunión de varios Obispos de Centroamérica, México y el Caribe. Allá tuve la oportunidad, pues, de saludar además de Monseñor McGrath, a Monseñor Rivera, a Monseñor Flores, a otro obispo guatemalteco, a otro obispo mexicano, a Monseñor Vega de Nicaragua, y varios sacerdotes que llevan trabajos de acción social en diversos países. El presidente de esta comisión, de parte del CELAM, es Monseñor Bambarén, a quien no pude saludar porque estaba ausente y hubiera gozado mucho, ya que él vino personalmente a El Salvador a invitar para esta reunión a Monseñor Rivera. Conocí también el trabajo pastoral del Padre Pedro L’Ecleir en Panamá y que pronto vendrá a El Salvador.
De Panamá, después de una pequeña espera, volamos hacia Costa Rica, hacia Managua, donde subieron al avión del Padre Plácido, Piquín y Paco. Hubo un desperfecto que nos hizo esperar más de la cuenta, dos horas atrasadas y llegamos a El Salvador a las cuatro de la tarde, en vez de las dos, que estaba anunciando; me dió pena por la gente que nos estaba esperando y que con tanto cariño nos recibieron.
Es impresionante volver al país después de una temporada en que, dada la densidad de nuestra historia, hay muchos acontecimientos y cambios, de los que comenzó a platicar el Padre Urrutia, que fue a encontrarme y otros amigos, mientras nos dirigíamos de nuevo aeropuerto, durante cuarenta y cinco minutos, al Hospital de la Divina Providencia. Aquí me he encontrado un montón de correspondencia. La alegría de las religiosas que me recibían, los pequeños primeros comentarios. ¡Que agradable es volver al hogar, después de unos días de ausencia!. Sin embargo, las preocupaciones han comenzado. Ya estaban unas cartas en relación con mi mediación en el secuestro del señor. Dunn, así como también recibí ya llamadas telefónicas de la Embajada de España, que está ocupada por las Ligas Populares 28 de Febrero y otras llamadas telefónicas que indican la necesidad de permanecer aquí, en su puesto, mientras no haya una verdadera necesidad de salir.

Jueves, 07 de febrero
He ocupado casi toda la mañana en reunirme con los Vicarios Generales y los cancilleres, a fin de informarme de las actividades de la Curia. Al mismo tiempo, nos ha servido también para hacer una evaluación del ambiente político en que se encuentra nuestra Iglesia. Quedo satisfecho de la fidelidad y de la laboriosidad con que estos colaboradores más íntimos han estado llevando la autoridad de la Diócesis durante mi ausencia.
Recibí llamada telefónica del embajador de España, que se encuentra como rehén en la propia embajada, ocupada por las Ligas Populares 28 de Febrero. Traté de darle ánimo y le prometí irlo a visitar. Al mismo tiempo, me habló el encargado de la ocupación, señor Argueta, quien me dijo que también tenía interés en hablarme personalmente para aclarar algunas cosas, que en la llamada del embajador, pudieron haberme confundido de la situación interna de aquella embajada. También le prometí ir a visitarlo.
Telefónicamente también me comuniqué con la casa presidencial para saludar al Coronel Majano, quien me expresó su felicitación muy cordial por el honor de mi doctorado en Lovaina y quien comentó también la tergiversación que los medios de comunicación han hecho de esa noticia y de mis entrevistas por radio. Y me dijo que ya se había dado cuenta, durante el tiempo de su gobierno, del mal uso que nuestros medios de comunicación social hacen de las noticias, para orientarlas a favor de la oligarquía que maneja esos medios. Me dijo que vendría pronto a visitarme y le dije que ya sabía la hora que más nos gustaba y era de poder almorzar juntos.
Dos veces vinieron este día los embajadores de Italia y el embajador especial de España para tramitar el asunto de la ocupación de la embajada de España. Me dieron cuenta de sus trabajos de mediación con las Ligas Populares y ante el Gobierno, la cosa se torna difícil ya que hay poca información de lo que hacen en sus operativos militares los guardias nacionales o porque el Ministerio de Defensa no se presta a estas aclaraciones. Por mi parte, les ofrecí interponer siempre mis oficios en todo lo que pudiera, tanto en la embajada como con las Organizaciones Populares, aunque no está todo a mi disposición; sin embargo, noto un respeto que puede ser atendido y usarse en bien de las vidas que están sufriendo en los rehenes, como rehenes, en la embajada de España.
Hubo deseos de entrevistas periodísticas de periodistas extranjeros que están en el país. Los de Argentina por teléfono y España también por teléfono, pero no estando bien informado de la realidad durante mis días de ausencia, he creído más prudente, omitirlas y trasladarlas todas al próximo domingo, después de la Misa en que tendremos, como de costumbre, la rueda de prensa.

Viernes, 08 de febrero
En el desayuno me reuní con el Padre Provincial de los Jesuitas, Padre Jerez, y los dos jesuitas EllaCuria y Estrada y el Padre Fabián Amaya, el Padre Cristóbal Cortés, el Padre Rafael Urrutia y el Licenciado Roberto Cuéllar, encargado de Socorro Jurídico, con el fin de analizar la realidad política del país y la actitud más conveniente para nuestra Iglesia. Fue una junta muy franca, muy enriquecedora, en que se hizo un análisis de el papel que desempeña en este momento el Gobierno, la Democracia Cristiana, las organizaciones políticas populares, y , sobre todo, la reacción tan cerrada de la extrema derecha y de sus grupos armados que están haciendo mucho mal, mucha violencia. Tomé nota para que, en la próxima homilía, oriente así la situación de nuestra Iglesia, la cual tiene que ser siempre de anuncio del Reino de Dios, de favorecer todo lo positivo que puede encontrarse en esta confusión de actividades políticas y militares, de denunciar también el atropello a los derechos humanos y de buscar salidas que no sean por los caminos de la violencia sino que denunciando las diversas clases de violencia y evalúandolas en su justa medida, poder dar también un juicio desde el Reino de Dios, que no es de carácter político ni apoyando ningún proyecto político concreto, sino que es iluminación de la fe para una justicia sobre bases de nuestra fe y de nuestros sentimientos cristianos.
Nuevamente tuve la visita de los embajadores de España y de Italia que se encuentran un poco abatidos porque sus entrevistas con el supremo Gobierno se encuentran bloqueadas por la falta de información de los cuerpos de seguridad. Y se cree que las exigencias de las Ligas Populares 28 de Febrero, acerca de capturas y desaparecidos no se logra que se esclarezcan y hará que este sitio de la embajada se mantenga hasta que no se den informaciones más claras. Me pidieron que tratara de influenciar en las Ligas Populares, a fin de dejar la embajada, y que ellos prometen también seguir trabajando y se dan cuenta de la necesidad de estos recursos anormales en una situación en que se dan tan poca importancia a los derechos humanos justamente reclamados por estas organizaciones, pero están de por medio ocho vidas en el Ministerio, aunque no peligran por violencia, pero sí por un malestar y la privación de su libertad.
He dedicado la tarde a organizar una gran cantidad de correspondencia durante mi ausencia y voy a recoger ya las notas que me servirán para la próxima homilía.

Sabado, 09 de febrero
Lo especial de este día fue la reunión-cena para recabar datos para mi homilía, el Padre Fabián me hizo un buen resumen sobre el esquema de los tres proyectos políticos que están en juego en El Salvador: el proyecto del Gobierno, el de los grupos populares políticos y de el de la derecha. En torno de esos tres hemos situado los diversos actos de violencia que han sido muchos en esta semana y las posibilidades de salida sin que haya necesidad de recurrir a una lucha insurreccional armada, que será terrible, sí se desata en El Salvador. Pasé hasta muy noche arreglando estos apuntes y me levanté muy temprano también para preparar la mejor manera de exponer esta situación del país y el papel de la Iglesia, inspirado en las lecturas de este domingo que nos hablan, precisamente, del Dios de la historia que llama a los hombres a colaborar con él en la construcción de al historia de cada pueblo.

Domingo, 10 de febrero
En la Misa, que fue en la Basílica, porque la Catedral continúa ocupada, se me dió una cálida acogida después de mi viaje; sentí que había un cariño especial en aquella Iglesia que estaba bastante concurrida y que fue haciendo más densa a medida que pasaba la Misa. La homilía se prolongó casi dos horas y ésto me da la impresión de que estoy abusando del tiempo, pero siento, por otra parte, la necesidad de orientar esta gente que me escucha con avidez, ya que, precisamente, me prolongo porque no noto cansancio en el auditorio, que lo noto siempre atento, y así me expresan que siguen con atención también a través de la radio.
Después de la Misa tuve una reunión de prensa con periodistas del extranjero principalmente, de la América Latina y de Europa. No hubo mucho que preguntar, puesto que, ellos mismos dijeron, que todo estaba ya explicado en la homilía. Sin embargo, fue un momento muy cordial en que me sentí muy amigo, de los periodistas y también había mucho pueblo que rodeaba esta reunión saboreando con gusto el diálogo, en el cual ellos, también gente del pueblo, intervenía con interesantes observaciones. La homilía fue transmitida en “retardo”, porque eran las grabaciones las que se llevaron al aparato, ya que en la basílica es más difícil hacer la transmisión directa.
Fui a almorzar y a pasar la tarde con las religiosas del hospital que acudieron a la casa de las Oblatas al Divino Amor, religiosas del Colegio de la Sagrada Familia, que también concurrieron y vivimos un ambiente de familia, muy agradable, que tonifica nuestro esfuerzo por una Iglesia que, en su dura lucha, tiene que sentir también la ternura del amor que Dios ha querido darnos como tónica de nuestro trabajo por el Reino.

Lunes, 11 de febrero
Fui a celebrar la fiesta patronal del Cantón de Lourdes, en la Parroquia de Colón. La Iglesia estaba rebosante y hubo una cálida acogida al pastor. Prediqué de la Virgen de Lourdes, presentándola como figura de la Iglesia, y cómo lo que había pasado en Lourdes, entre la Virgen y Bernardita, era precisamente la función de la Iglesia con la humanidad, acercar los hombres a Dios para orar, hacerles ver su misión, dar un compromiso que Dios a cada hombre señala y vivirlo. La Virgen le dice a Bernardita cuál es su misión y realizar el trabajo de Iglesia, en comunión con los pastores. La Virgen dice a Bernardita que le diga a los sacerdotes que quiere allí un templo. Sobres estas tres ideas, exhorté a las personas a ser dóciles a la Iglesia y a construir, en comunión con sus pastores, la Iglesia que nuestra Diócesis quiere hacer, para que sea la verdadera Iglesia de Jesucristo. El Padre Nicolás Menjivar, párroco, estuvo muy oportuno y generoso al leer a la gente las razones por las cuales se me dió el Doctorado Honoris Causa de Lovaina y pedir un sentido de solidaridad con el Obispo, que se expresó en un caluroso aplauso; lo mismo al final de la Misa, cuando pedí testimonios a la gente de su sentir de Iglesia. Sentí mucho ánimo en la expresión de solidaridad y comunión que viven estos católicos.
Por la tarde, tuve la visita del embajador de Nicaragua, el cual además de saludarme, me invitaba para ir a su patria a conocer la experiencia tan interesante de aquel país. Yo le expresé mi deseo de ir a saludar al señor Arzobispo, Monseñor Obando, y también de aprovechar el conocimiento que él me está ofreciendo.
Vino también el Doctor Jiménez, antiguo político de Venezuela, quien estuvo en mi Misa del domingo y expresó su complacencia del Ministerio que, sin dejar de ser espiritual, está orientando también la política del país para que se realice según el proyecto de Dios. Fue muy franco y me expresó algunos puntos en que él quisiera que la Iglesia apoyara un poco más a la Democracia Cristiana en su esfuerzo por salvar al país. Le dije que estaba de acuerdo, pero ante todo quiero ser fiel a mi pueblo y reclamar a la Democracia lo que el pueblo le reclama y para lo cual tiene hoy una posibilidad, sobre todo, para hace que el Ejército cese de su represión, que están tan violenta contra nuestro pobre pueblo.
Estuvo también un ingeniero para manifestarme que había sido ocupada su oficina por las Ligas Populares, y me pedía una mediación. Lo cual yo hice por medio el Socorro Jurídico, ya que el Licenciado Cuéllar irá a negociar y a ofrecer el Arzobispado para esta negociación.
Vino también el seminarista Miguel Rodríguez, cuya familia ha sido víctima de esta represión, allá en el departamento de La Unión; su mamá ha dado ejemplo de una fortaleza cristiana, pero el tormento de su familia es muy grande, y le he ofrecido toda la ayuda del Socorro Jurídico y le he pedido una descripción de este atropello para denunciarlo como es mi deber.
Por la noche, fui a visita a la familia Chacón y convivir también estos sentimientos humanos de familia, que son tan necesarios en estas horas de tantas tensiones.

Martes, 12 de febrero
La mañana comienza con la visita en el hospital del Ingeniero Villacorta, Subsecretario de Agricultura, quien atentamente me entregó el proyecto de transformación agraria que él ha elaborado, junto con los colaboradores del Ministerio. Me explicó algunos puntos más difíciles y me lo traía con el deseo de oír el parecer de la Iglesia, sobre todo, en los asuntos de la doctrina social cristiana. Le dije que lo iba a estudiar, junto con los asesores, y comentamos ampliamente lo difícil de este paso, pero lo decisivo que será para que la Democracia Cristiana constante si las Fuerzas Armadas quieren o no quieren la transformación necesaria del país. Después, en el Arzobispado, me esperaba don Ernesto Rivas Gallont, junto con el hijo del ex-embajador de Sud Africa, el señor Dunn, para conversar acerca de la propuesta que había que presentar a las Fuerzas de Liberación acerca del secuestro del señor Dunn, que está en negociaciones. Se me dijo que se hacía un gran esfuerzo, de parte de personas particulares, en Sud Africa, para recaudar una buena calidad que entregar a los secuestradores y que no podían ofrecer más.

Martes, 12 de febrero
El señor Rivas Gallont y el hijo del señor Dunn me autorizaron, para decir a los secuestradores del señor Dunn, que se está haciendo una intensa campaña en Sud Africa, para recaudar fondos y poder rescatar así al señor Dunn, pero que no podían ofrecer más de lo que se colectara, ya que la familia personalmente está pobre y no cuentan con el apoyo del Gobierno. Los secuestradores del señor Dunn vendrán en esta semana a buscarme, en mi calidad de mediador en este penoso asunto del secuestro.
Hubo en el Arzobispado mucha actividad de visitas de sacerdotes y seglares; mientras en la sala de reuniones, había un diálogo entre patronos y obreros de una de las fábricas que tienen conflictos y huelga. El Arzobispado está siendo sede de muchas negociaciones, lo cual honra por su fama de imparcialidad y de justicia.
La entrevista más importante de hoy fue la que tuvimos con el Padre Octavio Cruz, en su calidad de encargado de la Comisión de pastoral. He quedado muy satisfecho de la información que me ha dado acerca del trabajo que está haciendo intensamente esta promotora de la Pastoral.
El acontecimiento principal fue el cursillo de comunidades eclesiales de base en Domus Mariae y la preparación para participar en otro curso de dichas comunidades en el Brasil. También la actividad acerca de los diversos grupos de Seminario y otros aspectos de la Pastoral. Me interesó mucho lo que el Padre Octavio me dice acerca de la promoción espiritual y cultural de los sacerdotes, que se sienten quizá muy pobres humanamente por haber descuidado su esfuerzo de “aggiornamento”.
También fue interesante la entrevista con el Doctor Mario Levy, quien me comentó varios aspectos de la línea pastoral de mi carta pastoral y de algunas ilogicidades que él encuentra cuando se trata de los grupos políticos de izquierda. Su carta es muy interesante y la comencé a comentar en el programa por radio, que grabamos esta tarde para la entrevista de mañana. Trataremos específicamente de la organización que es necesaria en el pueblo, pero no, precisamente, de pertenecer a tal o cual Organización, sobre todo, si no complace al pueblo. Pero sí de despertar el sentido crítico del pueblo, para que deje de ser masa y pueda ser un pueblo que se organiza para el bien común.
También vino a visitarme, en carácter de emergencia, Rubén Zamora y otro miembro del Partido Demócrata Cristiano, para informarme del acontecimiento más grave de este día. Una manifestación de estudiantes, celebrando el triunfo obtenido en el Ministerio de Educación, hacía una manifestación, que fue disuelta violentamente por elementos de la derecha, en colaboración con el Ejército, el cual siguió la desbandada hasta introducirse en el edificio de la Democracia Cristiana, ocupado por las Ligas Populares 28 de Febrero y donde se armó una balacera, que dejó un saldo de varios muertos y muchos heridos. La comisión de Democracia Cristiana venía a pedirme, en el Seminario, asilo para dos señoras pertenecientes a las Ligas que ocupaban el local de la Democracia y que salieron amparándose como rehenes que salían a la libertad. Una de estas señoras vió caer muerto bajo las balas a su propio marido y está sumamente nerviosa. Conseguimos hospitalidad en el Colegio de la Sagrada Familia, ya que por ser mujeres, era muy difícil alojarlas en el Seminario que está ya en actividad.
Por la noche, tuve la visita de un periodista que pedía una entrevista para una revista de Argentina y platicamos ampliamente sobre la situación del país, el papel de la Iglesia y algunos datos personales míos.

Miércoles, 13 de febrero
Platiqué, durante el desayuno, con el Padre Ramón Vega, invitado por mí para conversar sobre asuntos del Secretario Social. Me expuso una serie de problemas y veo que ya va caminando para bien de nuestra Diócesis. Está logrando reunir intelectuales que pertenecieron a la asociación de universitarios, que hoy muchos son profesionales, y se espera de ellos una colaboración desde una conciencia cristiana. Le dije que alguna vez visitaría esas reuniones y que siempre contraría con el asesoramiento que yo necesito tanto, para saber dar una repuesta de Iglesia a estos momentos tan culminantes de nuestra historia.
En seguida, llegó el Doctor Rubén Zamora a contarme los acontecimientos sangrientos de ayer y cómo fue el desalojo de los ocupantes de Ligas Populares que tenían en rehenes, en el local de la Democracia Cristiana a varias personas, y cómo este operativo militar, que causó tantas víctimas, se hizo contra la voluntad de la Junta de Gobierno, que expresamente había ordenado al Ministerio de Defensa no actuar militarmente en este desalojo. Me contó cosas horroras de lo que hicieron los cuerpos de seguridad. Y que estaban analizando, desde anoche, en el partido, qué debían de hacer; desde luego, pedir la destitución del actual Ministro de Defensa y también presionar más, como partido, al Ejército y algunos hablan hasta de retirarse del Gobierno. La cosa es muy delicada, pero es hora de tomar medidas que demuestren, de verdad, que se busca el cese de la represión que está tan cruel en el país.
En el Arzobispado varias audiencias concebidas, pero además de las que estaban señaladas, varias visitas extraordinarias, a las cuales pude dar atención dentro de lo posible. Ayudaron mucho los Vicarios, los Cancilleres, a atender mucha gente que viene cuando hay estas circunstancias críticas en la política del país.
Después del almuerzo, pasé la tarde estudiando y, por la noche, una interesante reunión con el Seminario Mayor, en que con toda confianza me expusieron sus dudas, sus inquietudes y en un diálogo franco, creo que traté de solventarles y quedaron satisfechos, para seguir trabajando la formación de unos sacerdotes, tal como los necesita la Iglesia en este momento. Ha sido una satisfacción encontrarme rodeado de estos veintiún jóvenes teólogos y filósofos, que son verdadera esperanza para nuestra Iglesia.

Jueves, 14 de febrero
Breve entrevista, después del desayuno, con los Vicarios Generales, Monseñor Urioste, que regresa de una breve vacación, y el Padre Cortés que me informa de algunas actividades en la Curia en mi ausencia. Tratamos de evaluar nuestro trabajo y encontramos un poco de falta de comunicación por lo cual, se repiten o se contraponen algunas disposiciones. Monseñor Urioste me dice con franqueza fraternal que, muchas veces, mi actitud es como destruir alguna disposición de los Vicarios Generales y que ésto entorpece la marcha de la autoridad. Yo reconozco, pero vuelvo a insistir que necesitamos más comunicación, por lo cual hemos acordado que, todos los días, a las ocho, nos reuniéramos para ver lo que hay que hacer en conjunto en la Diócesis. Me pareció muy útil esta breve e inesperada reunión.
Me fui enseguida a Domus Marie, en la casa de la hermana María me reuní, como lo había prometido antes de mi viaje, con aquellos sacerdotes que son más señalados como avanzados del lado de izquierda. Con ellos ya tuve una conversación muy fructuosa y esta reunión de hoy ha sido también un gran acercamiento, en que, muchas veces, parece como que estamos más separados y hay más peligros, cuando, de verdad, hay esfuerzos sinceramente pastorales y sacerdotales. Al mismo tiempo, he aprovechado para expresar mis temores y reclamar que seamos, en medio de los vaivanes de la política y de nuestras aficiones por las organizaciones políticas populares, seamos verdaderamente signos del Reino de Dios, porque para eso estamos en la Iglesia, para dar presencia de la trascendencia, en medio de los trabajos de la tierra. Ellos han comentado, según el Evangelio, este pensamiento. Seguiré pidiendo a Dios para que sean, como me dijo el señor Obispo de Brujas, en Bélgica no enemigos, no víctimas, sino verdaderos colaboradores.
Por la tarde, interesante reunión con representantes de las organizaciones populares, fue uno del partido político UDN y otro de las Ligas Populares 28 de Febrero; no pudieron venir los otros dos, FAPU, y Bloque Popular Revolucionario, por atrasos de última hora. Posiblemente, porque a esta misma hora se realizaba el entierro de las víctimas de la represión del día anterior. Pero esta conversación, que de parte de la Iglesia, sostuve con el Padre Moreno, Monseñor Urioste, y los dos representantes políticos, ha sido muy fructuosa y tuve oportunidad de poner mis reparos y de señalar las competencias de la Iglesia y defender los sentimientos cristianos del pueblo y buscar, entre todos, como verdaderos salvadoreños, la salida más pacífica y honrosa de esta crisis del país. Quedamos de continuar nuestras reuniones y de prestar la Iglesia sus servicios, sin perder su identidad de Iglesia. Pedimos, ante todo, que apresuraran un proyecto de Gobierno que salga del pueblo y que se presente a pueblo para aglutinar al pueblo en estas organizaciones y que en ese proyecto, la Iglesia puede prestar un doble servicio, en aquellos campos técnicos que no son de su competencia iluminarlos desde el Evangelio y juzgar según los criterios evangélicos los aspectos humanísticos. Y en el otro nivel, de los aspectos religiosos y humanos, por ejemplo, cómo se consideraría la religión, los aspectos justos en este nuevo proyecto, la Iglesia podrá aportar toda la riqueza de su doctrina. Pero al mismo tiempo, queda constancia de que, no participaremos en categoría de una fuerza política, sino como Iglesia, con luz de Evangelio. Pareció muy bien esta relación y hay un nuevo aspecto en nuestras relaciones con estas organizaciones.
Por la noche, una breve entrevista que ya se había anunciado con un representante de una organización clandestina, con la cual estoy mediando la liberación de un secuestrado, y al mismo tiempo, aprovechando para iluminar con el Evangelio las actividades que no concuerdan muchas veces con el sentir cristiano. He sentido que hay acogida y que mi mensaje, a través de este representante, llega también a toda la organización desde su dirigencia.

Viernes, 15 de febrero
Como he prometido, a las ocho de la mañana, estuve en la reunión de quienes tenemos la responsabilidad de la Curia Diocesana, a fin de tener más comunicación y llevar un Gobierno más comunitario y éste fue el tema de nuestra reunión de hoy, ver cuáles son las deficiencias de que estamos adoleciendo y cómo podemos corregirlas, ya surgieron también varios temas concretos que tratados en conjunto resultan mucho más inteligentemente resueltos y llevaderos. Después de una intensidad de visitas, unas ya anunciados, y otras que llegaron improvisadas.
Llegó un grupo de jóvenes de Sonsonate a pedirme que fuera a bendecirles una clínica y celebrarles la Misa, pero les dije que era otra Diócesis y que les agradecía su amabilidad, les prometí ir a visitarlos en carácter privado en otra ocasión; ellos insistieron en que fuera a la inauguración que deseaban y les dije que para eso fueran a pedir el permiso a la Diócesis y quedaron de comunicarme. Esto indica la sabiduría de la Iglesia en dividir su territorio y también la simpatía de la gente que yo no puedo despreciar, sino encauzar.

Por la tarde, hubo varias visitas a pesar de no estar anunciadas, pero dada la inmensidad de problemas, ocupaciones, rehenes y otros casos similares hay que atenderlos sin dilación.

Sabado, 16 de febrero
Este día, aunque quise dedicarlo enteramente a la preparación de mi predicación del domingo, tuve que ir a la Catedral por la mañana a cumplir un compromiso de bendecir la imagen de San Rafael que van a llevar para el cantón de ese nombre en la Parroquia de Candelaria de Cuscatlán, allá la recibirá el Padre Interiano, pero no quise negarse a esta petición de los humildes campesinos, ya que en ellos siempre siento la presencia y el llamamiento de Dios.
Precisamente, tuve la oportunidad de hablar con los que dirigen la ocupación de la Catedral, son dos jóvenes pertenecientes a un sector del Bloque Popular Revolucionario, cristianos, pero que se sienten obligados a hacer estas acciones, ya que no encuentran seguridad fuera de la Iglesia y se trata de alojar allí una cantidad de campesinos, muchas son mujeres y niños, que han venido huyendo de cantones de la jurisdicción de Las Vueltas, en Chalatenango, donde la Guardia Nacional y ORDEN los persiguen encarnizadamente y otros han tenido que huir a los montes y éstos se han podido refugiar en la Catedral. Yo les dije que comprendía todo ésto y que la Iglesia siempre estaba dispuesta a esta clase de hospitalidad y que no era necesaria la ocupación en la forma en que lo están haciendo. Y le expresé que me comunicara con la dirigencia del Bloque para hablar de la ocupación de templos, ya que comienza próximamente la Cuaresma y el pueblo tiene derecho a estos lugares de oración; y dialogando con la Iglesia pueden encontrar otros modos de realizar los fines para los cuales han ocupado las iglesias.

Por la noche, todavía tuve visita de un caso laboral en que han estado en conflicto, precisamente, dos organizaciones, el BPR y el PAPU; se estorban mutuamente, en vez de ayudarse en beneficio de una fábrica que está cerrada, pero que está en proceso de reabrirse y una ocupación de la otra organización ha venido a estorbar este proceso, lo denunciaré y llamaré al orden mañana en mi homilía, si Dios quiere.

Por la tarde, fui a Guazapa. Un acto muy original celebrado en el mismo convento parroquial, donde tienen su residencia las religiosas Carmelitas que hoy han cambiado de actitud, siempre dentro de sus mismos propósitos religiosos. Se han desprendido de su Congregación, la congregación de Carmelitas de San José, y han inaugurado, cinco de ellas, una casa para servir allí al pueblo en forma pastoral y llevar siempre sus compromisos religiosos, pero sin relación con su antigua Congregación. Todo se ha hecho ordenadamente y, aunque en la Congregación tal vez no se comprende plenamente este paso, sentí que el pueblo ha comprendido muy bien y que ellas si son fieles a sus propósitos actuales, pueden hacer mucho bien, aún bajo el aspecto de la vida religiosa, acercándola y haciéndola muy simpática en medio del pueblo. De hecho, me dijeron que ya son varias las jóvenes que quieren integrarse a este grupo, pero que quieren proceder con toda prudencia exigiendo todas las cosas que el Evangelio exige a la vida religiosa. Tuvimos, pues, esta Misa muy íntima, junto con familiares de estas nuevas religiosas, y junto con la comunidad que colabora en la pastoral. Fue un ambiente muy comprensivo de mucha oración, de mucha reflexión; fue para mi también un enriquecimiento del Espíritu del Señor.

Regresé a preparar mi homilía, escuchando los asesoramientos de quienes se reúnen conmigo este día: El Padre Moreno, la señorita Doris Osegueda, el Licenciado Cuéllar el Padre Cortés y el Padre Urrutia. Me dan elementos muy valiosos para conocer mejor la realidad de la semana y saberla iluminar evangélicamente desde la homilía dominical. He llegado hasta horas de la madrugada, ya es domingo 17 de febrero.

Domingo, 17 de febrero
La homilía se prolongó por una hora y cuarenta y cinco minutos. Hablé de la pobreza con el esquema del documento de Medellín, presentándola como una denuncia contra la injusticia del mundo, como un espíritu que se vive, apoyándose en Dios, y como un compromiso, el de Jesucristo que se compromete con los pobres, y desde allí, la Iglesia también cumple la misión de Cristo para llamar a todos a salvación. Y con esta luz de las bienaventuranzas, que se leyeron hoy en el Evangelio, iluminé la realidad del país para condenar el egoísmo de la riqueza que se empeña en mantener sus privilegios y para dar también las orientaciones desde las exigencias de los pobres a la política del país. Ha sido bastante bien comentada, porque esta noche estuve con los jesuitas de la UCA, para llevar una correspondencia, y encontré una acogida muy cálida, junto con otras visitas seglares que también habían escuchado.

Por la tarde, a las siete de la noche, mejor dicho, fui a Santa Lucía la Parroquia de jurisdicción de Ilopango, donde se instaló al nuevo Párroco, Padre Luis Recinos, que ha venido de Nicaragua para continuar aquí sus estudios, y nos dará este servicio pastoral, atendiendo la Parroquia de Santa Lucía, ya que su párroco anterior, Padre Astor Ruiz, no pudo entrar al país y tuvo que ir a tomar compromisos, precisamente, a Nicaragua. Así resulta un intercambio de sacerdotes, alguien que va de Santa Lucía a Nicaragua y alguien que de allá viene a Santa Lucía. Fue también un momento muy pastoral, platicando con las diversas comisiones, animándolas a continuar, felicitándolas porque un año de ausencia de sacerdote han sabido comportarse como verdadera comunidad cristiana.

Entregué, al regresar de esta Misa, la carta secreta que la familia del secuestrado señor Dunn, entrega a sus secuestradores, por este camino secreto.

Lunes, 18 de febrero
En la reunión que acostumbramos ya en la primera hora de trabajo, analizamos algunos puntos al respecto de sacerdotes y de sus puestos en parroquias. Y concluímos que, era un estudio que había que llevar más a fondo, de acuerdo con el Senado Presbiterial y con la comisión de pastoral, pero como se trata de un asunto bastante secreto, se escogerá uno o dos elementos de cada uno de estos sectores pare estudiar, a conciencia, la situación de nuestro Clero, a fin de colocarlo en el lugar más apropiado a las cualidades de cada uno.

Después, tuvimos reunión con el Senado Presbiterial, muy interesante por tratarse asuntos de actualidad como son las ocupaciones de los templos y el problema de la violencia en el país. Acerca de la toma de los templos, se discutió bastante sobre la conveniencia de un documento acerca de lo que la Iglesia piensa y a fin de que todos pensamos igual. Pero se creyó más oportuno una acción directa con los que causan las ocupaciones y así se encargó a aquellos sacerdotes que tienen más contacto con las organizaciones para que procuraran que la Dirigencia de dichas agrupaciones se entendiera en diálogo conmigo, a fin de platicar la manera de que estas ocupaciones no se realicen más o, en caso de extrema necesidad, se haga siempre de acuerdo con el responsable de los templos.

Por la tarde, otra reunión muy importante en el Centro Universitario Católico, con la Comisión de Administración y con los Vicarios Generales y con el administrador de la Curia, Ingeniero Galván y el encargado del centro, Padre Ramón Vega, a fin de estudiar, en aquel mismo lugar, donde Monseñor Chávez planeaba la construcción del Arzobispado y de la residencia del Arzobispo, si se continuará ese trabajo o se preferirá, como últimamente se ha venido pensando, hacerlo junto al Seminario San José de la Montaña. Prevaleció esta opinión, después de razonarlo ampliamente y acerca del local que antiguamente se había destinado para esto, se acordó hacer allí la bodega de Cáritas y también la construcción de la Iglesia que es condición para este donativo. El Padre Ramón Vega se encargará de pedir un subsidio al organismo correspondiente para que nos ayude a ambas construcciones; y acerca de la construcción del Arzobispado en el terreno del Seminario, se redujo bastante a una construcción más sencilla y se tiene esperanza de tener subsidios de instituciones extranjeras, uniendo el dinero que ya se tenía, como producto de la venta de un terreno del Seminario, en tiempos de Monseñor Chávez, y que fue destinado para esta obra, de la residencia del Arzobispo y del Arzobispado.

Por la noche, el Padre Estrada y el Padre EllaCuria vinieron a buscarme para comunicarme que la homilía del domingo recién pasado ha causado revuelo en Roma y que el Padre General de los jesuitas, les comunicó, al Provincial de Centroamérica, el comentario que se hace en la misma Secretaría de Estado. Esta misma noche, hablarán con el Padre Jeréz que está en Panamá, para que si es necesario vaya a Roma a explicar la situación y ver que las palabras de la homilía corresponden a las situaciones tan difíciles de El Salvador. En concreto, la carta que se anuncia para el Presidente de Estados Unidos y que fue leída en la homilía, y que es, parece, la causa principal de este comentario, se inspira en el peligro próximo que supone la ayuda militar a El Salvador y, sobre todo, el nuevo concepto de guerra particular, que consiste en eliminar de manera homicida todos los esfuerzos de las Organizaciones Populares, bajo pretexto de comunismo o terrorismo. Esta guerra quiere acabar no sólo con los hombres directamente responsables, sino con toda su familia que, según ese concepto, se encuentra toda envenenada de estos conceptos terroristas y que hay que eliminarla. El peligro, pues, es grave y la carta se orienta a pedir al Presidente de Estados Unidos que no facilite un subsidio de carácter militar que vendría a suponer mucho daño en nuestro pueblo, porque trataría de eliminar y de matar muchas vidas.

Martes, 19 de febrero
Me despiertan con una llamada urgente de la Hermana María, desde Domus Mariae, para decirme que ha estallado una bomba en la planta de la YSAX y que ha quedado completamente arruinada. Pregunté si había habido daños personales y me alegré de que sólo fueran de carácter material, lo cual puede tener reparación.
Esta misma noche y a la misma hora, como a las once de la noche, también estalló otra bomba en la biblioteca de la UCA, evidentemente, pues, se trata de maniobras de la extrema derecha contra la voz de la Iglesia y contra las exigencias de la justicia social.

En el Arzobispado, muchos sacerdotes y seglares llegaron a expresar su solidaridad con el atropello a nuestra emisora y a ofrecer ya, desde el principio, ayudas para rehacerla pronto. Monseñor Rivera también expresó su solidaridad, ya que a las once y media, tuvimos reunión de Obispos en la Nunciatura. Ninguno de mis hermanos obispos mencionó el asunto de la radio-emisora, así como tampoco nadie se refirió a mi Doctorado Honoris Causa, ni a ninguna circunstancia de nuestra Arquidiócesis, más que para criticar, siempre como si fuera desviada en su camino pastoral. La reunión fue provocada por el señor Nuncio por indicación de la Sagrada Congregación para Obispos, que en nombre de Su Santidad, declara inválidas las elecciones de presidente de la Conferencia Episcopal y nos llama a que hagamos una nueva elección, pero después de haber hecho reflexión y oración. El señor Nuncio comenta otros aspectos y logra que nos reunamos en el próximo marzo para hacer un retiro espiritual por la mañana y hacer las elecciones por la tarde. El ambiente de esta reunión siempre me resulta muy frío y muy raro, opté por no decir palabra alguna, ya que todo cuanto se dice es mal interpretado por la mala voluntad que existe, sin duda, en algunos hermanos Obispos. El almuerzo fue en la Nunciatura.

Por la tarde, estuve esperando seminaristas ya que todos los martes he ofrecido dedicarme a este diálogo interesante con los futuros sacerdotes. Y terminé la jornada en casa de las señoritas Godoy, donde me ofrecieron una cena con el cariño con que esta familia lo sabe hacer.

Tuve también la visita el embajador de España ya liberado de su secuestro en la embajada, junto con el Secretario de Asuntos Interamericanos, venida de España para este problema y el señor embajador de Italia. Con todos, los tres conversamos amablemente y con mucho sentido de solidaridad para nuestra Diócesis y agradecimiento, por la colaboración en el problema de la ocupación de la embajada.

Miércoles, 20 de febrero
Ha sido un día sumamente cargado de actividades, el Arzobispado se torna cada vez más denso de gente que visita, que consulta, que se reúne. Se nota mucha vitalidad y le doy gracias a Dios. Tuvimos nuestra reunión de Curia con los Vicarios y Cancilleres, examinamos algunos aspectos con toda franqueza y creo que va siendo cada vez más útil esta reunión, aunque reclamé que fuéramos más puntuales y eficientes y encargué al Padre Rafael para que él se ocupa de hacer la agenda y de que la reunión se tuviera siempre, aunque faltara algún elemento.

Entre las visitas tuve una reunión de prensa hacia las once y media, en que hubo periodistas de Estados Unidos, de Suiza, de Alemania, de Francia, una cosa improvisada, pero muy rica de preguntas y de orientaciones de parte de nuestra Arquidiócesis. También llegó la señorita Marta Benavides que es tan activa, miembro ecuménico, para ofrecer toda su colaboración y le invité a prestarnos esta colaboración en el campo de la comunicación social, lo cual ella tomó con mucho agrado y lo ha comenzado a hacer con mucho interés.

Por la tarde, fui a compartir con los seminaristas de Santa Tecla, que están haciendo el año de Propedéutica. Después de expresarles el objetivo de este año y la esperanza que en ellos tenemos, dialogamos ampliamente y con toda franqueza invitándoles a sentirme amigo más que autoridad. Y hubo un ambiente muy cordial, confianza para expresar sus ilusiones, la alegría de encontrarse en esta nueva experiencia del Seminario, así como sus temores hacia el futuro. Pero les he prometido que lo que se ha comenzado en apertura no podrá cerrarse sino que, tomando en cuenta sugerencias, críticas constructivas, iremos mejorando, con ellos, la formación del futuro sacerdote. Después de cenar con ellos, me dirigí a la Basílica del Sagrado Corazón, donde en una solemnidad de mucha asistencia celebré la inauguración de la cuaresma y la imposición de ceniza, habiendo invitado al pueblo, como representante de toda la Arquidiócesis, a caminar junto con el pastor en esta peregrinación de santificación, de austeridad que nos lleva hasta la pascua, para ofrecer al país una Iglesia renovada en su cuaresma, con hombres nuevos que puedan ser los verdaderos, auténticos liberadores de la patria. Después de la Misa todavía hubo periodistas que tuvieron interés en dialogar y resultó también muy interesante.

Las nueve de la noche y al llegar al hospital tengo dos compromisos serios, uno del Padre Estrada, Padre EllaCuria con un señor especialista en bancos que quiere presentarme un proyecto acerca de la Transformación Agraria y del problema de los bancos. Lo oí con atención, pero le dije, se trata de aspectos técnicos y sólo le invito a que continúe perfeccionando sus ideales, para que luego tengamos oportunidad de confrontarlos con otros proyectos, principalmente de parte del pueblo que, es lo que hace falta hoy, proyectos concretos y, por eso, le di mi enhorabuena y mi felicitación y el deseos que trabajara siempre con ilusión esta clase de colaboraciones a nuestro pueblo.

La otra reunión era improvisada, de la Coordinación Nacional de Organizaciones Populares que iban a encontrarse hoy con elementos militares jóvenes, pero los cuales no pudieron asistir. Sin embargo, el contacto con las dirigencias de las organizaciones resultó muy fructuoso, aunque no profundizamos en aspecto concreto alguno, pero quedamos de reunirnos mañana con elementos de la Iglesia, para platicar varios aspectos de las relaciones entre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares.

Jueves, 21 de febrero
Hoy comenzó el día, después de la Misa, con un desayuno con el Padre Ramón Vega, para hablar asuntos de la Secretaría de Acción Social y problemas de Cáritas. Después reunión de pastoral, en el Arzobispado. Para mí es la comisión más importante de la Diócesis, ya que me ayuda a coordinar las diversas actividades de la Vicaría de la Arquidiócesis y orienta con sugerencias nuevas nuestra pastoral. El Padre Octavio Cruz, como Secretario General, está dándole mucho impulso a esta Secretaría, lo mismo que el seglar, Francisco Cuéllar. No pude estar en toda la reunión, porque a las diez y media de la mañana tenía una entrevista con el representante de Estados Unidos, que en ausencia del embajador nuevo, está llevando los asuntos norteamericanos en El Salvador. El punto principal de la conversación fue el comentario sobre mi carta, dirigida el domingo recién pasado, al Presidente Carter, de Estados Unidos. Me dijo, en primer lugar, que el presidente no había recibido esta carta, a la que se ha dado ya amplia difusión en todo el mundo, y trató de explicarme el objeto principal de la carta, que era la ayuda militar a El Salvador, explicándome que no se trataba de poner armas en los cuerpos de seguridad, sino de perfeccionar algunos elementos que faltan en el Ejército, y así otras explicaciones, que luego yo traté de contestar diciéndole que mi carta se basaba en una información y condicionadamente a esa información le hacía mi comentario y que mantenía mis temores de que una ayuda militar, aunque fuera con las distinciones que él me explicaba, siempre redundaría en mayor represión del pueblo, ya que es el mismo Ministro de Defensa el que lleva ambos sectores de la institución militar y que, por más que se dijera que no era para las fuerzas armadas, podía determinar allá esta ayuda de cinco millones, nada menos, para armarse más y reprimir más al pueblo y, en cuanto a la influencia de Norteamérica en la política del país, le decía que una ayuda al Gobierno, que no tiene apoyo popular, aparecería para el pueblo como una imposición y que lo que más agradeceríamos era impulsar el proceso que el pueblo lleva ya adelante y no estorbarlo, imponiendo otro modo que no es el que el pueblo se construye como autor de su propio destino. Hubo otros temas y lo más importante fue que el señor embajador se llevaba la sugerencia de que esta ayuda militar ojalá se condicionara a que las reformas, que tanto se anuncian, se comenzaran a llevar a cabo y que se eliminara la línea represiva, que evidentemente prevalece en el Gobierno actual.

Otra visita de gran importancia fue la de Catholic Relief para ofrecerme ayuda en las necesidades de emergencia que pueden surgir en El Salvador y hablarme otros aspectos de la colaboración entre esta Institución norteamericana y nuestra Cáritas arquidiocesana.

Por la tarde, fui con el Padre Alliet a visitar las religiosas de Quezaltepeque y al Padre Roberto, todos ellos belgas, para llevarles un saludo de Bélgica con motivo de mi reciente viaje. Me da mucho gusto que estos sacerdotes y religiosas están haciendo mucho bien en un pueblo tan necesitado. Lamentablemente, está allá un cisma con el Padre Quinteros, que vive escandalosamente y sigue usurpándonos el convento y la Iglesia.

Pero el padre Roberto, ha logrado centrar la atención de la vida parroquial en la capilla del colegio de las hermanas Dominicas.

También visitamos, al regreso, a la Hermana María, encargada de Domus Mariae, donde pude ver personalmente los tremendos estragos de la bomba que acabó con la planta de nuestra emisora YSAX, la Voz Panamericana.

Regresaba de este viaje, hacia las cuatro y media, en el Seminario, donde estaba ya preparada una reunión con la Coordinadora Nacional de las Organizaciones Políticas Populares, y entre los puntos de agenda, escogímos para discutir primero el de las ocupaciones de los templos: primero, las organizaciones expusieron los motivos por qué ocupan los templos; enseguida, los sacerdotes, principalmente, el párroco de la Iglesia del Rosario y el de la Iglesia del Calvario expresaron los inconvenientes de estas ocupaciones para la vida de la parroquia y luego se discutió la manera de poder entrar en un arreglo para que estas ocupaciones no causaran el mal que se hace y tuvieran toda la eficacia que las Organizaciones dicen poner a estas táctica de presión, de defensa, de denuncia.

Otra reunión, ya entrada la noche, fue con un elemento de las FPL, fuerza clandestina, que es muy temida entre nosotros, causa de varios secuestros, pero con los cuales he podido entrar en diálogo con el objeto de expresar el sentimiento y los pensamientos de la Iglesia y hacer comprender que el respeto a estos sentimientos cristianos de la mayoría del pueblo, serán una condición para que ellos puedan disfrutar la popularidad de que carecen, cuando atropellan estos sentimientos.

Viernes, 22 de febrero
En este día de la cátedra de San Pedro, se celebra el tercer aniversario de la toma de posesión de la Arquidiócesis por parte mía, los sacerdotes se acordaron de esta fecha y me sugirieron que querían celebrarla, les manifesté mi voluntad de hacerlo en forma eucarística, celebrando la Misa con ellos este mediodía. Y así se organizó esta conmemoración que evoca, ante todo, mucha responsabilidad y mucho sentido de oración. Pero antes de la Santa Misa, pasamos una mañana de reflexión con un equipo de análisis político sobre la situación del país. Fue un catedrático de la UCA, junto con el Rector de la misma Universidad, el Padre Estrada también, y también los sacerdotes Urioste, Fabián Amaya, Cortés, Urrutia, el Padre Moreno, el bachiller Cuéllar, quienes compartimos el desayuno y dialogamos sobre el tema indicado. La reunión se tuvo en el comedor del Hospital de la Divina Providencia, apesar de que se había proyectado en la Casa de Santa Eugenia, en Planes de Renderos. El cambio fue debido al deseo del señor Héctor Dada, miembro de la Junta de Gobierno, quien quiso estar con nosotros porque traía un encargo de la misma Junta de Gobierno. El tema fue desarrollado por el experto y comentado por todos. Es una situación pre-revolucionaria la que existe en El Salvador, pero camina rápidamente hacia una fase revolucionaria. El mensaje del señor Héctor Dada era, en nombre de la Junta de Gobierno, para suplicar a la Iglesia interponer su valiosa palabra a fin de pedir una tregua a la Izquierda, tregua que dé oportunidad al Gobierno a realizar sus proyectos de transformación. Se analizó la petición del Gobierno diciendo que, no era la Iglesia, sino el pueblo el que debía de negociar con el Gobierno esa tregua y que el Gobierno debía de buscar el arraigo popular y no imponer unas reformas, sobre todo, si el pueblo se ha dado cuenta que es con el apoyo de una potencia extranjera como es Estados Unidos. De nuestra parte, nuestra mejor voluntad de colaborar con las transformaciones que beneficien al pueblo, pero no podemos ignorar que el pueblo y las organizaciones de izquierda no pueden colaborar con un proyecto donde, al mismo tiempo, existen realidades de represión y pedíamos que la parte sana del Gobierno, como es la buena voluntad de la Democracia Cristiana, representada por el señor Dada y el doctor Morales Erlich, debían de favorecer esa credibilidad del pueblo, quitando todos esos aspectos represivos. Por otra parte, se dijo que la tregua no sólo debía pedirse a la Izquierda, sino que la principal fuente de la violencia en estos días es la derecha, que pueden ser controlados por el Gobierno y evitar que provoque la violencia de la Izquierda. En fin, que con toda franqueza se dialogó un tema muy importante, que nos llevó, en esta franqueza de expresión de todos, toda la mañana.

Viernes, 22 de febrero
Al mediodía, nos dirigimos a la Basílica para la concelebración del tercer aniversario de mi Arzobispado. La ceremonia resultó muy fervorosa, íntima, no había mucha gente, pero sí estaban representaciones de las diversas comunidades de la Diócesis.

Un buen número de sacerdotes, religiosas, que celebraron con verdadero fervor y cariño. La homilía estuvo a cargo del Padre Cristóbal Cortés, quien fue muy generoso en sus elogios, sobre todo, destacando el magisterio de las cartas pastorales, a las que analizó como el pensamiento del Arzobispo y de la pastoral de la Arquidiócesis. Después saludos muy cariñosos, a la salida del templo. Los seminaristas de los diversos grupos de formación sacerdotal eran una nota de alegría y de esperanza en esta celebración.

Por la tarde, fui a visitar las congregaciones belgas de Cojutepeque y de Santa Cruz Michapa. Por la noche, recibí al Secretario General de una Organización contra la tortura, que tiene su sede en Milán, Italia, y traía un saludo y el anuncio de que este año la organización dedicará especialmente sus actividades a El Salvador. También me visitó el padre Provincial de los Pasionistas, junto con el Padre Juan Macho, con quienes compartimos los pensamientos de la vida pastoral de nuestra Arquidiócesis que, sin duda, son muy halagadores. De manera especial nos referimos a los seminaristas y vocaciones, ya que ellos tienen entre nosotros un grupo de estudiantes pasionistas y desean lo mejor, porque son la esperanza de la Congregación. A este propósito comentamos si era suficiente la formación filosófica y teológica que están recibiendo sus alumnos en la UCA. Yo expuse claramente mi pensamiento diciendo que lo sometieran al juicio del Padre Juan, que me parece muy seguro, para ir completando lo que pueda haber de deficiente. Sin embargo, me dió una idea para que nuestros seminaristas también procuraran una formación más autónoma y más de acuerdo con nuestra Arquidiócesis, ya que hay muchas quejas de ellos y de los sacerdotes, acerca de la actual formación en el Seminario Interdiocesano. No queremos perder la interdiocesanidad, pero también queremos colaboradores para la pastoral de nuestra Arquidiócesis.

Sabado, 23 de febrero
Esta mañana fui al Cantón Botonsillal, de la Parroquia de Colón, donde vamos a celebrar una ceremonia de matrimonios preparados por catequistas de aquel lugar. Me acompaña un equipo de televisión inglesa, que quiere tener información de nuestra vida pastoral en el sector rural. Fueron muy bien impresionados y tomaron bastante fotografías para su reportaje. El acto estuvo muy cordial y, al final de la Misa, expresaron sus sentimientos de solidaridad con la Arquidiócesis varios jóvenes y otras personas del lugar.

Por la tarde, fui a cumplir con una invitación que me habían hecho los jóvenes de Sonzacate, pueblo vecino a Sonsonate, aunque no es de mi Diócesis, sino de Santa Ana, ellos habían conseguido el permiso del señor Obispo, que yo confirmé cuando ví a Monseñor Barrera en la Nunciatura y me dijo que no había inconveniente. Hubo varios propósitos de no ir, por evitar este conflicto y también porque estamos bajo una amenaza de muerte. El señor Nuncio de Costa Rica me ha avisado que el peligro de amenaza existe otra vez contra mí y me advierte que tenga cuidado. Sin embargo, sentí un compromiso especial con esta juventud y fui y, francamente, fue una acogida muy cariñosa: mi ausencia hubiera causado un gran desencanto y traté de llenar sus aspiraciones, bendiciéndoles luego una clínica asistencial que ellos, por su propia iniciativa, han llevado a cabo. Creo que, aunque fuera de mi territorio, es Iglesia y es aliento a los esfuerzos de la Humanidad.

Al regresar, tuvimos la junta de asesoramiento que suelen darme de parte de la Secretaría de Comunicación Social el Padre Moreno, y el señor Cuéllar. Es una semana también bastante conflictiva, muchas violencias y hay mucho que denunciar; así como hay también mucho que animar en nuestro pueblo tan afligido.

Domingo, 24 de febrero
La Misa siempre se tuvo en la Basílica, a pesar de que ya está desocupada la Catedral, pero ha quedado muy sucia y maloliente y se llevará mucho tiempo para adecuarla al culto, después de un mes de ocupación. El inconveniente de las ocupaciones es grave, pero comprendemos que nuestro pueblo necesita estos refugios de la Iglesia, ante las situaciones de opresión tan horrorosas que estamos viviendo.

La asistencia a la Misa fue extraordinaria y se debe, en gran parte, a que nuestra emisora no está funcionando después del lunes, cuando le pusieron una bomba. Al referirme, al principio de mi homilía, a este atentado y comentar las muchas solidaridades y muestras de dolor y ayuda que van llegando, el público aplaudió con mucho entusiasmo y todo ésto es una esperanza para rehacer muy pronto nuestra Emisora. Un representante de Radio Noticias del continente, de Costa Rica, ofreció los servicios de su emisora en onda corta, 31 metros, para transmitir íntegra la homilía que va a mandar grabada hoy mismo y, si el próximo domingo es necesario, nos ofreció que lo haría directamente por línea telefónica. Este gesto también fue muy aplaudido. También anuncié, con mucha alegría de la gente, que los técnicos de la UCA y otras personas expertas en esta materia, han ofrecido su colaboración para erigir una Emisora más potente que la que acaban de bombardear. El repudio de la gente para este acto es evidente y el apoyo a nuestra Emisora se ha hecho también más evidente. Después de Misa hubo una rueda de prensa, muy elocuente, porque eran de varias partes del mundo y tuvieron mucho interés en conocer el pensamiento de la Iglesia en la situación actual del país y también mucho interés en la amenaza que yo denuncié a mi persona en la Misa, También, de parte del pueblo, que rodeaba esta rueda de prensa, se expresaron varios pidiendo a los periodistas el apoyo para nuestra Diócesis, para nuestra radio, para el Arzobispo.

Al mediodía, fui a terminar la convivencia de seminaristas mayores, que se ha venido desarrollando en San José de la Montaña, con los seminaristas de nuestra Arquidiócesis, desde el viernes recién pasado. Antes de Misa, dialogamos con mucha confianza y es admirable la inquietud juvenil de estos futuros sacerdotes, a los que queremos no mutilar en nada sus entusiasmos, sino orientarlos hacia una pastoral de acuerdo con las inquietudes también de esta Arquidiócesis que se siente joven y entusiasta.

Por la tarde, tuve que decidir mi viaje a Guatemala o su supresión, ya que los padres de la Curia, tuvieron una reunión privada en la que vieron el peligro de que yo fuera a celebrar mis ejercicios espirituales a Guatemala, donde hay más peligros que en el mismo país, y porque también mi presencia aquí es muy conveniente en estas horas de conflicto. Por fin, he decidido no ir, y hemos conseguido hacer mis ejercicios en la casa de las hermanas Pasionistas, en Planes de Renderos.

Lunes, 25 de febrero
A la hora del desayuno llegaron los padres de Chalatenango que iban a ir conmigo a Guatemala para hacer allá nuestros ejercicios espirituales en la casa de las Carmelitas, Carmel Juyú; todos teníamos ilusión de esta convivencia en un lugar tan pintoresco, pero la razones de los Curiales, que se dialogaron también por teléfono en este momento, convencieron al grupo al grupo a desistir del viaje, y hacerlo aquí, junto conmigo, en la casa de las hermanas Pasionistas, que muy generosamente, a pesar de lo improvisado, nos han acogido. Hacia las nueve de la mañana, estábamos ya en la casa-Finca Lourdes, camino de Planes de Renderos, lugar muy pintoresco, empezando nuestro ejercicios, que coordinará el Padre Fabián y que todos participaremos en un diálogo muy cordial y muy profundo. Este día ha sido muy rico de reflexiones, ya que nos hemos propuesto a hacer una sola motivación por la mañana y otra por la tarde y dejar el mayor espacio posible a la reflexión personal, que luego comentaremos a mediodía y al final de la tarde.

Por la noche, tuvimos también otro diálogo muy rico, más de carácter pastoral, que orientamos esta noche a la visita pastoral, tal como la han ideado en la Vicaría de Chalatenango, en tres zonas en las que habrá un Pro-Vicario, para ayudar al Vicario Episcopal y en cada zona tendremos dos días de trabajo con los agentes de Pastoral y, desde allí, se trazarán programas parroquiales que en el trimestre siguiente iré a visitar y así creo que tendremos una visita pastoral de evaluación, de programaciones y más técnica hacia una pastoral de conjunto. Se encomendará a la comisión de pastoral que perfeccione este proyecto para llevarlo acabo ya, en la próxima semana de pentecostés.

Martes, 26 de febrero
Desde hoy, hasta el viernes 29 de febrero al mediodía, me he encontrado en ejercicios espirituales, en la Finca de Lourdes, de las hermanas Pasionistas, camino de Planes de Renderos, han sido días de profunda reflexión y de convivencia muy fraterna e íntima con los sacerdotes diocesanos que trabajan en la Vicaría de Chalatenango. El Padre Fabián Amaya, Vicario Episcopal de esta Vicaría, nos orientó con dos meditaciones diarias, que luego reflexionábamos en oración individual y que recogíamos en diálogos fraternales al terminar la mañana y al terminar la tarde, durante la Eucaristía y, por la noche, teníamos un diálogo de carácter pastoral en que surgieron muchas iniciativas para el bien de aquella Vicaría y de la Diócesis en general.

Durante estos días también hubo, en la Curia arzobispal, una reunión privada de las organizaciones políticas populares con otros organismos políticos, a fin de analizar la plataforma que las organizaciones prometen como Gobierno Democrático Revolucionario; la Iglesia ha ofrecido sus servicios, desde su competencia de humanismo y cristianismo. También, durante estos días, se ha comenzado a trabajar en la antena de YSAX, la planta transmisora que fue destruída casi totalmente por la bomba, que nos ha dejado sin radio católica. El Padre Pick, jesuita norteamericano, que está trabajando en emisoras de Honduras y Panamá, fue traído y está dirigiendo, junto con el Padre Pedraz, este trabajo. Se han ofrecido también los técnicos de la Universidad Católica y los técnicos de ANTEL, con tanta ayuda y mucho apoyo popular esperamos que muy pronto nuestra Emisora esté ya saliendo al aire.

El viernes por la tarde, visité, después de salir de ejercicios, los trabajos de la planta transmisora de YSAX y me encontré al Padre Pick trabajando como cualquier jornalero en el despeje de las ruinas de la bomba. Lo mismo que otros albañiles dirigidos por ingenieros de la UCA, tratando de reconstruir la caseta, donde se instalará el transmisor nuevo, provisionalmente. Porque el lugar definitivo será fuera de la ciudad y ya tenemos el terreno adecuado.

Sabado, 01 de marzo
Lo más sobresaliente de este día fue la ordenación sacerdotal de Jaime Paredes, un Diácono joven, descendiente de una distinguida familia de San Salvador, se preparó en México y ha realizado su diaconado, en gran parte ya en El Salvador, y es un sacerdote de mucha esperanza. Actualmente, está dirigiendo el grupo de seminaristas que hacen el año de introducción o propedéutica y trabajará también en otros sectores pastorales. La ceremonia fue muy impresionante en su sencillez, sobre todo en el momento en que se le imponía las manos, ya que habían muchos sacerdotes participando en esta Consagración; lo mismo sus padres y amigos presentes, que miraban y saludaban con profundo cariño. Conmovedora fue la presencia de los seminaristas, nuestros cinco seminarios asistieron y parecía una fiesta de juventud vocacional que, sin duda, encontró mucho estímulo en la ordenación de Jaime. Después de la Misa, hubo una recepción sencilla, pero muy cordial en la que tomaron parte no sólo los distinguidos invitados, sino también campesinos venidos de las comunidades de Chalatenango.

También después de la ceremonia, tuve una entrevista de prensa con un periodista norteamericano, siempre interesados en conocer esta crisis que está viviendo nuestra patria y la función de la Iglesia dentro de ella.

Por la tarde, celebré la tradicional Hora Santa a los primeros de mes, en el Hospital de la Divina Providencia, con bastante asistencia. Hablé del Evangelio del domingo siguiente, que es el de la transfiguración del Señor, llamando a participar en la vida de Cristo y de la Iglesia, en una hora en que los cristianos tenemos una gran misión que cumplir en nuestra patria. También este día tuve una entrevista con especialistas de Reformas Agrarias que sostienen aquí en El Salvador los Estados Unidos, pero que fomentan el proyecto del Gobierno que tiene poca popularidad y que cuenta sí con el apoyo de los Estados Unidos, pero en una situación, como ésta, hay que guardar muchas reservas respecto de estas ayudas, que quieren condicionar a un proyecto impuesto, el deseo auténtico del pueblo. Agradecí, me interesé mucho por conocer los detalles, son verdaderos técnicos, pero insinué estos reparos para que el proyecto, con toda su ayuda económica, fuera siempre contando con el sentimiento y el deseo del pueblo y no solamente apoyando un Gobierno que, por su aspecto represivo, pierde cada día más popularidad.

Por la noche, tuvimos la reunión de consulta para preparar la homilía del día siguiente.

Domingo, 02 de marzo
Segundo domingo de cuaresma. Por falta de la Emisora, muchos llegaron personalmente a la Basílica y se encontraban más llena que de costumbre, pero los servicios de la Radio Noticias del Continente, de Costa Rica, llevaron, en onda corta, la voz de la Misa, sobre todo la homilía que, después, he tenido referencias que fue muy escuchada y con bastante nitidez, no sólo en el país, sino como onda corta que es de Centroamérica, en todo el Istmo y también en el Continente. Supe también que habían colaborado radios de Venezuela y de Colombia; los cuál me impresionó mucho, cuando, por primera vez, la voz de una homilía del Arzobispo de San Salvador, trasciende las fronteras y es escuchada en todo el Continente. Aproveché esta circunstancia para tener presente al auditorio, no sólo de mi Diócesis, sino de América Latina, para la cual trabaja esta Iglesia, de acuerdo con unas normas bien claras, que se le dieron en Medellín y en Puebla. Hubo después de Misa una interesante conferencia de prensa en que participaron unos diez periodistas y, además, mucha gente de la Misa, que ya se está haciendo costumbre de participar también en este diálogo de aclaraciones, que se refieren muchas veces a puntos de la homilía o a otros intereses de los periódicos que nos visitan. Todos eran periodistas extranjeros.

Por la noche, fui a la Parroquia del Barrio de Lourdes, donde el Padre Mateo Quijada había preparado un grupo de confirmaciones. La Iglesia rebosaba de fieles. La acogida fue muy cariñosa y tuve que anunciarles que había un cambio en esa Parroquia y que el Párroco, a pesar de que lo querían mucho, como yo también lo estimaba, tendría que pasar a otra parte; mientras que allí, el próximo domingo daríamos posesión a una comunidad de Padres Paulinos que nos ayudarán a trabajar en ese sector pobre de nuestra Diócesis. Mientras que el párroco actual, Padre Mateo, irá al cantón El Carmen, de la parroquia de Cristo Redentor, a la que estará inscrito como Vicario-Cooperador.

Lunes, 03 de marzo
Después de una semana de ausencia, volví hoy al Arzobispado, donde inicié mi trabajo con la reunión de costumbre, con los vicarios y Cancilleres; pero no asistió Monseñor Urioste por encontrarse un tanto enfermo de su mal que lo hace sufrir tanto, problemas de circulación y de venas en los pies. Comentamos, precisamente, que, por deficiencias de mi carácter, puedo causar a veces resentimientos o divisiones, pero que no dudara de la fidelidad de estos colaboradores. Yo les dí la razón y les dijo que había sido uno de los punto de mi examen en el ejercicio espiritual de la semana pasada y que traía el propósito de que, con su ayuda, procuráramos trabajar más unidos, en más comunicación, y que mutuamente nos corrigiéramos aquellas cosas que pueden entorpecer este trabajo comunitario tan interesante. Que vamos a tener, como allá en los ejercicios lo propuse, esta reunión del principio del día, en la capilla doméstica, para que sea también un momento de oración y de orientación evangélica para el trabajo de dirigir esta Arquidiócesis. Inmediatamente, participamos en la reunión de Senado, que se había acordado para esta mañana, pero que algunos olvidaron y por eso fue con poca asistencia. Sin embargo, se trataron puntos muy interesantes, como fue preparar la junta del Clero de mañana, en la que se elegirá al nuevo Senado Presbiterial. También se tocaron otros puntos de la misión de la Iglesia en este ambiente tan politizado, en que las comunidades eclesiales de base corren el peligro de perder su identidad y hacerse sentir un poco más políticas que evangélicas. Traté de aclarar, dentro de mi alcance, la trascendencia de que una Iglesia, en este momento no puede prescindir del gran problema político, del proceso de nuestro pueblo, porque no debemos de correr el riesgo de quedarnos al margen en una hora tan histórica, pero que sí será nuestra presencia con profunda identidad eclesial. Otros puntos se trataron muy en ambiente de familia y de confidencia.

Fui a almorzar con los padres belgas, ya que ha venido el Padre Pedro Le Clair de Panamá y así cumplí ya este primer día de trabajo con uno de mis principales propósitos, de compartir más mi vida, aún en forma privada, con los queridos sacerdotes de la Diócesis. Fue una conversación muy fraternal en la que pude expresar también mis temores acerca de las críticas que se hacen del trabajo de los belgas pero que tratándolos de cerca es un trabajo muy cristiano, pero que merece mucho cuidado de parte del pastor de la Diócesis. También me confiaron que habían sido amenazados por teléfono y que preferían no dormir en ese mismo sitio donde tienen su residencia. Yo les conseguí que en una Colegio con algunas reservas, podían ir a pasar las noches que quieran.

Por la tarde, con el Padre Moreno, estudiamos un documento que se decidió presentar por parte de la Iglesia y de las dos universidades acerca de la situación del país y que sirviera como un llamamiento al pueblo a tomar parte en la decisión de su propio destino y no esperarlo todo de los grupos políticos, sino aprovechar estos esfuerzos de unidad y de apertura de las Organizaciones Populares para que el pueblo también critique la situación actual y trate de buscar los caminos que más conviene, y que así resulte ser el propio pueblo el que está trabajando su propia configuración. Hice algunas reservas al documento y también pedí más tiempo para poderlo estudiar con algún grupo de sacerdote de la reunión del Clero que será mañana.

Esta noche se oyeron detonaciones durante casi una hora. Asalto del Ejército Revolucionario del Pueblo al Cuartel de la Guardia Nacional…

Martes, 04 de marzo
Como primer martes de mes, se celebró hoy la reunión del Clero. No asistieron religiosas, porque se trataba principalmente de elegir el nuevo Senado Presbiterial, para otros dos años. Hubo primero una motivación de cuaresma, presentada por el padre Juan Macho Merino, y después de motivó la elección para elegir representantes de los diversos sectores del Clero en el Senado Presbiterial. Un joven, cuatro sacerdotes trabajadores en el sector rural, dos diocesanos del sector urbano y dos religiosos. La elección fue muy bien llevada y al final tenemos una selección bien representativa de estos diversos sectores del Clero. Por parte mía, elegiré otros cinco y así completaremos el Senado, que se reunirá próximamente para tener su primera sesión.

Me dí cuenta también en Domus Mariae del avance de los trabajos, tanto de la caseta donde se va a instalar el nuevo transmisor de YSAX, como del trabajo técnico de la transmisión que lo está llevando el Padre Pick, con colaboración de técnicos, ANTEL y UCA.

Por la tarde, entrevista con los norteamericanos que están asesorando el proyecto de Reforma Agraria, me acompañó el Padre Juan Ramón Vega; hicimos observaciones al proyecto. Están decididos a apoyarlo en todo y se dice que mañana mismo saldrá ya esta ley de parte de la Junta de Gobierno. Nuestra principal dificultad es si tendrá autoridad la Junta de Gobierno entre los dos extremos, de derecha y de izquierda, que la están combatiendo tan duramente. Sin embargo, de mi parte, apoyé todo lo justo de esta reforma y le prometí el apoyo moral de mis oraciones y el deseo de que se lleve a cabo para beneficio de nuestro pueblo.

No pude asistir a la invitación que me hicieron de la Parroquia de San Antonio, de Colonia América, donde en la capilla de los Andes tuvieron hoy la entrega de las Biblias a los seguidores del movimiento catecumenal, que está haciendo entre nosotros bastante bien.

De mi parte, también insistí a los sacerdotes en que está institución del organismo de consulta, que es el Senado, no quería agotar mis intenciones de diálogo con cada uno de los sacerdotes, pidiéndoles excusa de no haberlos podido atender por tantos problemas que hay, pero prometiéndoles siempre mi sincera buena voluntad y pidiéndoles la colaboración para abrir canales acerca de estos diálogos personales.

Miércoles, 05 de marzo
Después del desayuno, sorprendió la Comisión Ecuménica de ayuda humanitaria, porque les habían dicho que iban a tener una junta conmigo a las ocho, de lo cual yo no había tenido noticias, pero brevemente les expresé mis preocupaciones de esta disgregación de energías con diversas comisiones de carácter benéfico y que los invitaba para las cuatro de la tarde, que convocaría a los otros sectores de Cáritas y de comisión arzobispal de emergencia, para unificar nuestros esfuerzos, lo cual consulté luego en la reunión con los Curiales, que también participan de esta preocupación, pero no se puede tener esta tarde la reunión porque varios elementos no pueden asistir. La dejaremos para próxima ocasión. Parece que hay elementos disgregadores o quienes quieren aprovechar esta actividad, como instrumentalizando al Arzobispado para fines políticos. Estaré muy atento y trataremos de hace una verdadera caridad al estilo de Iglesia.

La reunión con los Vicarios y Cancilleres resulta siempre muy útil, se examinan muchos aspectos de la vida de la Curia y de la Diócesis y creo que es indispensable hacerla diariamente.

Durante la mañana, muchas audiencias particulares que se habían anunciado y hacia el mediodía una entrevista de periodistas norteamericanos y de Europa, tradujo la señorita Marta Benavides, que está trabajando en el Arzobispado, ecuménicamente, ya que ella es protestante, pero está prestando un buen servicio a nuestra Arquidiócesis.

Ya bastante tarde, vino a visitarme al Hospital de la Divina Providencia el Secretario de información de la Presidencia, don Sigfrido Munés, para presentarme una invitación a Casa Presidencial para el día de mañana, a las once, pero que no podía decirme el motivo, lo cual le dije que era un poco absurdo, que no podía ir si no tenía conocimiento a dónde iba, pero que por su conversación, yo había deducido que se trataba de la promulgación de la Ley de Reforma Agraria y que han sido invitados también los otros obispos y todo el Gabinete y el Gobierno y otras personas que pueden interesarse en apoyar al Gobierno en este esfuerzo de transformación Agraria. Le expresé mis ambigüedades, desde luego, que no había sido una visita con conocimiento de su objetivo, y, luego también que tenía mis reparos para estas reformas sociales, económicas políticas cuando al mismo tiempo se está masacrando al pueblo; aunque sé que hay muy buena voluntad en un sector del Gobierno, pero lo que prevalece y ofende tanto al pueblo es ese carácter represivo; mientras el cual exista, la Iglesia no podrá sentir toda la confianza con el Gobierno. De todos modos, apreciaba la invitación y quería mantener mi amistad personal con él y con otros miembros del Gobierno, pero a un nivel meramente personal. Que como pastor de la Iglesia comprendiera mis reparos y la responsabilidad de mi presencia. Sin embargo, le prometí analizarlo y reflexionarlo y decidiría, según mi conciencia. El me dijo que estaba de acuerdo y que sea que fuera o que no fuera, él siempre se sentiría tranquilo y sentía que la amistad conmigo en nada había perdido.

Por la noche, fui a una reunión del movimiento de intelectuales católicos, que está volviendo a renovar al Padre Ramón Vega. Había profesionales, un número de unos doce, y abordamos el tema de la necesidad de que los profesionales se introduzcan plenamente con toda su capacidad en el proceso del pueblo y que lleven una conciencia cristiana a esta vida de la nación. Había dudas si debía de continuarse esta organización o no valía la pena, pero los animé y les dije que era indispensable este trabajo de la Iglesia en el sector profesional. Y que para los mismos pastores, principalmente, para el Arzobispo, era un apoyo muy fuerte tener este grupo de intelectuales con los cuales contar en casos de dudas y de diálogos.

Ultimamente fui a la casa de los Padres Jesuitas, UCA, para consultar con ellos mi decisión acerca de si voy o no, a la reunión de Casa Presidencial; prevalecieron los criterios que ya había expresado yo y se creyó más conveniente mandar un representante, pero no ir personalmente y que, en la homilía del próximo domingo, diera mi juicio aprobando y apoyando lo bueno, así como también expresando mis reparos, siempre en favor del pueblo.

Jueves, 06 de Marzo
En el desayuno consulté a Monseñor Urioste sobre la conveniencia de atender la invitación de Casa Presidencial hoy a las once para promulgar la Ley de Reforma Agraria, vió él más detenidamente el aspecto positivo que es apoyar una causa que beneficia al pueblo, pero también vió el aspecto negativo de un Gobierno en que está incrustada una línea de grave represión. Y concluimos, igual que anoche, de que no iría personalmente, sino que enviaría al Padre Cortés como representante.

A las once y media, en una cadena de radio-televisión, desde Casa Presidencial fue promulgada solemnemente por el coronel Majano, la Reforma Agraria. Inmediatamente se dió una Ley de Estado de Sitio, para evitar los transtornos que pueda traer esta disposición.

Por la tarde, he platicado con miembros de las Ligas Populares 28 de Febrero y también con algún miembro del FPL, y ambos descalifican la medida gubernamental como una reforma que no va al fondo de la transformación que el país necesita, sino que es una nueva manera de apañar nuestra situación de injusticia y de quedar bien internacionalmente y de admitir una intervención de Estados Unidos. En estos análisis bastante profundos, hay muchas cosas que cuestionamos con Monseñor Urioste, que estuvo presente en la primera reunión, y a las preguntas, respondieron con mucho convencimiento estos obreros y campesinos políticos, que no hay duda profundizando mucho en la situación verdadera de nuestro país. Pedimos a Dios que no vaya a acelerarse esta violencia que se ve venir, ya que la izquierda y los grupo políticos populares, no ven otra salida para la verdadera transformación del país que el…

Viernes, 07 de Marzo
Pasé la mañana en la “Aldeíta”, en la casa del Padre Gabriel Rodríguez, donde tenemos los cuatro seminaristas de cuarto año de Teología, haciendo su año de diaconía. Tuvimos una reunión muy interesante en la que me presentaron su proyecto de experiencias espirituales, pastorales y académicas. Será un año en que estos jóvenes, que interrumpen sus estudios normales, van a enriquecerse con una gran experiencia y no dejarán su hábito de estudio, ni mucho menos su formación espiritual. Los ví muy contentos y al Padre también muy optimista. Fuimos, después de la reunión, a celebrar una Eucaristía en la Iglesia de Aldeíta con una comunidad que llenaba la pequeña Iglesia con un cariño muy grade, una fe que se nota muy viva. Se conoce que el Padre Gabriel y, ahora los cuatro seminaristas, trabajan intensamente esta comunidad de fe.

Al regresar, tuve la reunión con la Comisión Ecuménica de ayuda humanitaria para esclarecer las relaciones con Cáritas y con el Comité de Emergencia del Arzobispado. No queremos multiplicar ni complicar el trabajo por la caridad, sino coordinar todos los esfuerzos, las iniciativas que nacen para el servicio del prójimo. Considero que, toda esta actividad, dará un sentido de verdadera educación en el amor a esta comunidad de la Arquidiócesis. Trataremos de hacer la bodega de Cáritas, junto con su oficina, en el local donde está el Centro Universitario y trataremos también de que la junta arquidiocesana de Cáritas se incorpore plenamente a este trabajo coordinado de la caridad y de la beneficiencia.

Por la noche, vino el reverendo Monseñor de Suecia que trae el Premio de la Paz 1980, que me fue conferido y que se entregará el próximo domingo. Tuvimos una larga conversación en que él me explicaba cómo era la vida religiosa en su país, la Iglesia Luterana es la oficial del país, mientras que todas las demás, incluyendo la Católica, se llaman Iglesias libres, y han organizado un Secretariado Ecuménico, es éste el que me ha escogido junto con la Iglesia de la Arquidiócesis para galardonarme con el Premio de la Paz de 1980. Me dijo que al pedir el consentimiento del Ministerio del Culto, se mostró muy complacido, y que dijo de que, “para Monseñor Romero y para la Diócesis de San Salvador, todo lo que quisieran de Suecia”. Así, expresó también que estaría presente en este homenaje de su patria el señor embajador ante El Salvador y Guatemala. También me dijo que la Iglesia Católica, que es una proporción muy pequeña de Suecia, con un Obispo alemán, donde hay también muchos inmigrantes latinoamericanos, se sintieron muy complacidos de esta elección e hicieron una colecta para ayudar a los necesitados de esta Diócesis y que él traía ese aporte que significa mucho sacrificio y mucho cariño de los católicos de su país. Para el próximo domingo tenemos un ceremonial, para que, durante la Misa se haga entrega de este premio que significará también un estímulo para toda la comunidad.

Tuve también una conversación con un periodista inglés, con el cual conversamos acerca de la situación del país y la misión de la Iglesia en este momento tan difícil en que las reformas sociales y económicas parecen que hacen un gran bien al pueblo y, sin embargo, puede ser una pantalla para disimular la verdadera intención represiva que se sigue muy cruel en nuestro pueblo. Creo que para la Iglesia es un momento muy difícil de discernimiento, pero cuento con la luz del Espíritu Santo, que espero no me ha de fallar para orientar a mi comunidad Eclesial. También el traductor del reverendo de Suecia, quiso tener una entrevista conmigo, él es luterano y trabaja en la embajada sueca de Guatemala, y tomará parte en la ceremonia del próximo domingo. Finalmente, una breve entrevista con el Señor Ernesto Rivas Gallont, acerca del secuestro del señor Dunn, que parece que se complica; desde luego que, la colecta en Sud Africa fue un fracaso y no se puede ofrecer, por la liberación del señor Dunn, una cantidad considerable. El ha sido llamado a Washington para hablar allá con el embajador de Sud Africa y ver cómo se plantea de nuevo este grave problema. Yo prometí, como mediador, hacer lo que pueda, pero veo bastante difícil esta situación. Que el señor nos ayude a salvar esta vida y a que la Iglesia haga valer su servicio en nombre de Jesucristo para salvar la libertad del señor Dunn.

Sabado, 08 de marzo
A las diez y media, fui a bendecir la Iglesia del cantón “El Salitre” de la Parroquia de Tejutla. Un poco más de una hora de camino y la gente me esperaba en el desvío, para acompañarme, a pesar del polvo, a pie, hasta la Ermita donde el Padre Valerio y el Padre Gabriel Rodríguez, junto con otros seminaristas, presidían un buen grupo de gente que también esperaba. Prediqué sobre lo que significa una Iglesia, centro de unión de la familia cristiana, encuentro con el Señor y sentido de la trascendencia de la vida. Después de la Misa se entabló un diálogo de mucha confianza, en que los feligreses hicieron varias preguntas de carácter religioso y práctico y dieron también algunas sugerencias. Aplaudieron grandemente cuando les dije que nuestra emisora posiblemente salía mañana, pero que si no, era porque había dificultades muy graves que se estaban tratando de superar, pero que no era seguro que se superasen este mismo día; pero que si querían escuchar, posiblemente también la emisora de Costa Rica, Radio Noticias del Continente, transmitiría a onda corta.

Fui a visitar al anciano papá de Felipe de Jesús Chacón, muerto de forma violenta, catequista, a quien consideran allá mártir de nuestra fe. Es también muy simpática esta gente, acoge con mucho cariño y se desvive por dar, a participar de lo poco que tiene.

Por la noche, con el padre EllaCuria y el Padre Estrada, Monseñor Urioste, la niña Doris Osegueda, el Bachiller Cuéllar y el Padre Rafael Urrutia me asesoré para las noticias de informaciones de la homilía de mañana.

La familia del joven matrimonio Castellanos, asesinados ayer, después de unos ocho días de secuestro, me visitó para suplicarme que sus cadáveres estuvieron en la Misa de las ocho en la Basílica, porque tenían especial interés en que yo celebrara la Misa por su eterno descanso. En este gesto de amabilidad, vi yo que era necesario conceder esta petición, aún, advirtiendo el ambiente festivo que se hace en nuestras Misas, pero que visto con espíritu de esperanza y oración, no desdecía ese ambiente a la tristeza de este hogar.

A última hora me dicen que no ha sido posible hacer funcionar la nueva planta de YSAX y por eso no va a poder transmitir la Misa de mañana, aunque insistí en que buscaran a la Radio Noticias del Continente, de Costa Rica, que se ofreció para este servicio, mientras no estuvieron nuestra YSAX.

Este día fue nuevamente tomada la Catedral por FENASTRAS para velar nueve cadáveres, que fueron víctimas de esta ola represiva que estamos viviendo. Hay otros muertos que tendrán sus funerales en otras partes. Me pidieron que si celebraba la Misa oficial en Catedral, les dije que no iba, porque tenía ya arreglada la Basílica para la Misa dominical, en vista de esta incertidumbre de las ocupaciones. Y les suplicaba que la dirigencia analizara, evaluara estas tomas, teniendo en cuenta las inconveniencias que ya señalamos en un diálogo anterior. Me dijo que no había avisado de la ocupación porque tuvo que ser una estrategia rápida, ya que los del Bloque Popular Revolucionario iban a tomársela para fines de denuncia y ellos tenían urgencia de tomarla para tener allí sus cadáveres en velación esta noche.

Domingo, 09 de marzo
Considero que es un domingo extraordinario y le doy gracias a Dios por las inmensas satisfacciones que me ha dado hoy. La Misa dominical fue extraordinaria en el sentido de dos acontecimientos que no suele haber los otros domingos: primero estaba anunciaba la entrega del Premio de la Paz 1980, que me confería la Acción Ecuménica de Suecia. No habiendo podido ir allá, ellos tuvieron la bondad de enviar al Secretario General, junto con otro miembro de la Iglesia Luterana, pera hacerme esta entrega solemne en la Catedral. Estuvo también presente el señor embajador de Suecia. El Monseñor que me entregó el premio, un pergamino con un cheque por diez mil dólares y otro cheque adicional de una colecta entre los católicos de Suecia por dos mil quinientos dólares, se expresó antes de entregar el premio con frases muy elogiosas, que expresaban el sentir de aquellas Iglesias cristianas. El premio me lo entregó el propio embajador, que se solidarizó en forma oficial de parte de su país con este gesto de la acción ecuménica de su patria. El otro hecho, fue la presencia de dos cadáveres que fueron masacrados estos días, después de haber sido secuestrados. Los encontraron asesinados, horrendamente torturados, se trata del matrimonio de Roberto Castellanos con su esposa, una joven danesa, cuya madre no pudo venir; pero la madre de Roberto, expresamente pidió estar en esta Misa, a pesar del ambiente que yo le advertí que podía talvez ofender sus sentimientos de dolor. Me dijo que ella siempre había admirado esta Misa y que estaba su hijo muy de acuerdo con todo…

Domingo, 09 de marzo de 1980, (Continuación)
Explicaba que la Misa de este domingo fue extraordinaria por dos hechos: por haberme entregado, después del Evangelio, el Premio de la Paz 1980, que otorga la Acción Ecuménica de Suecia, y segundo, porque estuvieron presentes dos cadáveres asesinados por las fuerzas de la derecha y cuya madre del esposo, ya que se trata de un matrimonio, quiso, precisamente, que fueran velados en esta Misa de la ocho de la Basílica, Ella me decía que su hijo, Roberto, casado con la esposa, una joven danesa, asesinada juntamente con él, había trabajado mucho por mejorar la situación del país y admiraba mucho la actitud de nuestra Iglesia y que ella también se sentía atraída para esta Misa y suplicó que aquí se rezaran sus últimas oraciones para conducirlo al cementerio. Por estos dos motivos, la asistencia a la Basílica era muy grande, no era capaz la inmensa basílica de contener la muchedumbre que, gran parte, se quedó en la calle.

Mi homilía se motivó en estas dos circunstancias para enlazar con el mensaje de la Palabra de Dios sobre la conversión personal, como condición indispensable para la salvación. Me referí también, en la parte aplicativa, a los dos perfiles que han sobresalido en esta semana en el país: el crecimiento de la represión del Gobierno para el pueblo, sobre todo, para las organizaciones, y, por otra parte, las do leyes de Reforma Agraria y de nacionalización de los bancos. Mi pensamiento era que eran leyes buenas, pero que corrían el peligro de ser inoperantes, mientras no se evitara la represión y no se tratara de ponerse en diálogo con los proyectos del pueblo. Que querer defender los proyectos del Gobierno con una intransigencia tal de sentir como enemigos iguales a la derecha y a la izquierda era injusto. Ya que sí a la derecha afectaban estas transformaciones, pero no se reprimían sus ataques que tratan de destruir la organización del pueblo. Y la izquierda no era una oposición a los proyectos que van en bien del pueblo; ya que la Izquierda, llamada así a las Organizaciones Populares, no presentan proyectos enemigos, sino que pueden ser muy convergentes en beneficio del pueblo y que el Gobierno tenía que atender estas voces del pueblo, si quería encontrar arraigo y eficacia en sus proyectos. La salida de la Misa fue muy conmovedora. Pusimos a la cabeza del desfile de salida los dos ataúdes, la familia doliente, los sacerdotes que concelebraron conmigo de parte de la UCA, ya que la muerta era alumna de la UCA, y los representantes de Suecía y todo el pueblo en general, que a la salida expresó su condolencia a la familia y su felicitación a este servidor. Después nos fuimos al convento de la Basílica, donde la misión sueca había preparado una recepción popular, con gaseosas y galletas para el pueblo, y al mismo tiempo, se tuvo una conferencia de prensa muy interesante, ya que había, en esta Misa, muchos periodistas de la televisión, de la radio y de la prensa de otros países y participó en ella el Padre EllaCuria, Rector de la UCA, estuvo también muy inteligente en sus respuestas. Suplicamos que llevaran hacia el extranjero la verdadera imagen de nuestra situación que es muy difícil de comprender, pues mientras se ofrecen reformas que benefician al pueblo, se lleva también una represión que ofende terriblemente la dignidad de nuestro pueblo.

Me dirigí, a mediodía, a clausurar la convivencia de jóvenes en el Seminario San José de la Montaña. Unos cuarenta jóvenes asesorados por la Comisión de Pastoral juvenil del mismo Seminario y la Misa resultó muy juvenil, de muchas promesas para nuestra Iglesia. Me encantó el momento de la comunión, en que casi todos los jóvenes pudieron acercarse a la Eucaristía. Les dije que, una vida en gracia, siempre disponibles a la comunión, era toda una garantía de bendiciones de Dios y de éxitos pastorales, y les invité a trabajar en la juventud de toda la Diócesis.

A las cinco de la tarde, fui a la Basílica nuevamente a celebrar un funeral en sufragio del doctor Mario Zamora, que fue también asesinado la semana pasada. Dí el pésame a la familia, su papá, su esposa y demás hermanos y familiares. Y tomando el tema de la primera lectura, donde Dios manifiesta a Moisés su voluntad de liberar al pueblo y de ofrecerle “una tierra que mana leche y miel”; dije que los méritos de quienes trabajan en la política y en la liberación del pueblo son inmortales cuando se han trabajado con esperanza cristiana en el corazón. Esta “tierra que mana leche y miel” no se encuentra en este mundo, sino como una utopía que va marcando caminos más allá de la historia y que este era el mérito de Mario Zamora, ya que como cristiano, había trabajado por un mundo más justo y más fraternal en El Salvador.

Finalmente, a las siete de la noche, fui a dar posesión de la Parroquia del Barrio de Lourdes al Padre Juan Martínez, Paulino; su Provincial, el Padre Chacón, junto conmigo y el Padre Juan presidimos la Eucaristía. Se establecerá allá el Padre Juan junto con un grupo de teólogos Paulinos, que estudian en el Seminario y que van a compartir las experiencias pastorales de aquel barrio pobre. La gente estuvo muy acogedora, principalmente, las religiosas de La Asunción, que ya trabajan allí y se muestran muy deseosas de colaborar con el nuevo párroco. Lo mismo las hermanas de la Caridad, que por ser Paulino el párroco, estaban allí y ofrecen también su colaboración. Hay toda una esperanza de mejorar una pastoral que el Padre Mateo Quijada, párroco, que pasa a otro lugar en la Colonia Escalón, el cantón El Carmen, no podía desarrollar en toda su sinceridad de la línea del Arzobispado por tener ciertos prejuicios contra la liberación de nuestro pueblo y tratar de conservar siempre ciertos privilegios, con los cuales no se puede vivir en este momento, en que nos pide el Evangelio su lógica radicalidad. El Padre Mateo no estuvo en este acto, pero el domingo pasado, como ya dije, estuvo en la ceremonia de confirmación que él había preparado como una despedida de su parroquia. Hubo también unas pedradas contra la Iglesia en el momento de la ceremonia, sin duda gente descontenta de una pastoral que quiere ser más fiel a las exigencias del Evangelio.

Lunes, 10 de marzo
Empecé la labor con una entrevista de prensa con una periodista de Chile, que venía especialmente de parte de la Vicaría de la solidaridad, que tenía interés de conocerme y hacer algún cuestionario a mis criterios acerca de la Iglesia en este momento del país. Otra entrevista con televisión francesa; que estuvo también ayer tomando vistas durante la Misa de la Basílica. También un breve cuestionario sobre la coyuntura actual del país.

Después me fui a celebrar la Misa de cuerpo presente de nueve cadáveres matados por la represión militar y que se encuentran desde ante ayer en la Catedral. Allí acudieron también otros sacerdotes, con quienes concelebramos esta Eucaristía. Aproveché para decir el mensaje de la homilía que aquellos cadáveres eran una enseñanza del alto destino del hombre; la eternidad; una denuncia del pecado que impera en la tierra hasta matar de esa manera y una palabra de aliento para que todos los que siguen luchando por la liberación de su pueblo…
A continuación fuí a tomar parte en la reunión de un grupo de sacerdotes, que se reúne en Domus Mariae cada mes. Son los sacerdotes que podíamos llamar progresistas y con los cuales es interesante tener estos diálogos de mutuo conocimiento.

Por la tarde, vino el Padre Ramiro a contarme que en la Basílica había sido encontrada una bomba de alto potencial y que hubiera estallado el día de ayer, posiblemente, mientras celebraba la Misa de cinco en sufragio del doctor Mario Zamora y en que había mucha gente. La bomba estaba puesta junto al altar de Santa Marta y fue desactivada por policías expertos, que dijeron, que el potencial hubiera acabado con toda la Basílica y con los que allí se hubieran encontrado. He dado gracias a Dios de que nos ha librado de este nuevo peligro y ha salvado también este viejo templo que tanto quieren los capitalinos.

Fui también con el Padre Ramiro a la Iglesia del Rosario a saludar a los Padres Dominicos y a informarme, más detalladamente, del tiroteo de que fue objeto la noche anterior. Según los padre, el grupo que se había refugiado en el templo, fue agredido por dos andanadas de ametrallamiento. La primera que, posiblemente, procedía de los edificios vecinos y que podía ser de las fuerzas de derecha. Y la segunda cuando la policía hizo acto de presencia y desde el monumento de La Libertad lanzó sus tiros sobre la Iglesia. Me dí cuenta de lo terrible de estos balazos que atravesaban hierros, “descascarillaban” paredes y muros, pero, gracias a Dios, no se lamentó una desgracia personal. Pero sí en la Iglesia muchos daños, posiblemente, decían los padres, unos cien balazos habían roto vidrieras, arcos metálicos, paredes y otros aspectos del templo.

Por la noche, visita del Licenciado Arene, para platicarme muy a fondo de la crísis en el Partido Demócrata Cristiano y de su renuncia, junto con otros antiguos demócratas, muy inteligentes, pero que, analizando la situación, creen que la Democracia Cristiana no debe de participar más en el poder, porque está sirviendo como de amparo a la represión tan terrible que el Gobierno está llevando contra nuestro pueblo. El Licenciado Arene ha recibido amenazas a muerte y se va para Estados Unidos, no sólo para evitar el peligro, sino, sobre todo, porque que urge un trabajo internacional que informe objetivamente de esta situación, en que la presencia de la Democracia Cristiana ampara una situación que realmente es de represión para el pueblo.

Finalmente, fui a cenar, por invitación de Monseñor Urioste, con el Doctor Delgado, primo de Monseñor, y con el Doctor Granillo, Presidente de la Corte Suprema de Justicia. La conversión versó sobre mis homilías y me criticaron de que no hubiera apoyado más decididamente el proyecto de la Reforma Agraria y de la nacionalización de los bancos. Yo les dije que había aprobado lo bueno, pero que señalaba, al mismo tiempo los grandes riesgos que hacen posible la ineficacia de estas leyes, mientras no se suprime la terrible represión del pueblo, que el pueblo no puede creer ni colaborar con un Gobierno que le ofrece reformas, pero que, al mismo tiempo, le ofrece represión. La discusión sobre otros aspectos, principalmente, de mis homilías duró toda la noche hasta que terminamos la cena. Pero terminamos diciendo que la franqueza que había reinado en este ambiente, hacía ver la necesidad de mayor comunicación para tomar información también de otros sectores que no suelen acercarse.

Ya en mi cuarto y a las once de la noche, recibí un llamado de una radio de Nicaragua para tener una entrevista sobre la situación actual del país y sobre mis criterios acerca de otros aspectos que atañen también a Nicaragua. Sobre todo, defendí los sentimientos cristianos en todo movimiento revolucionario, para que sea verdaderamente un servicio al pueblo, el cual es profundamente religioso.

Martes, 11 de marzo
La primera noticia de esta mañana es la bomba que fue puesta en la Cooperativa Sacerdotal. Fui a verla a mediodía y, gracias a Dios, sólo arruinó la puerta y las mercaderías que estaban cerca de la puerta y a pesar de haber estado abierto por la bomba de la una de la mañana hasta las cinco, en que llegaron los encargados, no hubo otra pérdida. Pero sí, fue un atentado cuya explicación no podemos aventurar, pero hay algo de ribetes políticos, ya que coincide con el nombramiento del ingeniero Duarte como miembro de la Junta de Gobierno; ya que el hermano del Ingeniero es el ex-sacerdote Alejandro Duarte y se considera como una sola cosa este personaje de la política. Pudieron ser otras causas, algunos dicen que por tratarse de sacerdotal, pero es más posible la primera explicación.

Tuvimos después de varios meses de no tenerla, la reunión del Consejo Ejecutivo del Arzobispado. Estuvo Monseñor Urioste, el Padre Cortés, Padre Brito, el Ingeniero Galván y el licenciado Mauricio Silva y este servidor. Se trata de una reunión, que todos los martes queremos tener de ocho a nueve, para evaluar el funcionamiento de nuestra Curia Arzobispal. Se estudiaron varios aspectos como quedará en el Acta que se levanta cada vez. Me dió mucho gusto la preocupación por lograr una mejor comunicación entre los diversos colaboradores de la Curia y una mejor atención y orden en la portería.

Por la tarde, acudí a la audiencia con el señor Nuncio de Costa Rica, que ha venido por encargo del Santo Padre, para trabajar por la unidad del Episcopado en El Salvador. Me entregó una carta del Cardenal Secretario de Estado en que me pide la colaboración para el mejor logro de esta finalidad. Comentamos varios aspectos de esta desunión, expliqué mi posición en la Iglesia. El hizo varias observaciones y traté de convencerlo de mis convicciones, en conciencia, pero noto en él cierta prevención contra mi proceder y a pesar de explicarle el ambiente tan difícil en que nos movemos y la aceptación que el pueblo tiene a esta línea, él mantiene ciertos temores de que las organizaciones populares sean comunistas y, este aspecto y temor del comunismo, es el que invade algunos de sus juicios. Yo le dije que tenía yo mucho cuidado de evitar esas infiltraciones y que era una de mis preocupaciones y que no tuviera cuidado de que mi apoyo a la organización popular significara una simpatía por la Izquierda ni mucho menos la ignorancia del peligro de infiltración, que con toda franqueza reconozco, pero que también veo que el anti-comunismo, entre nosotros, es muchas veces el arma que usan los poderes económicos y políticos para sus injusticias sociales y políticas. Creo que ha quedado clara la idea de mi posición y acepto, desde luego, que en todas aquellas cosas accidentales en que se puede ceder, estoy dispuesto a ceder por el bien de la paz, pero nunca mis convicciones de fidelidad al Evangelio y a las líneas nuevas de la Iglesia y a mi querido pueblo.

Ya muy noche, hubo una llamada telefónica de un periódico de México para entrevistarme sobre la situación del país y los criterios de la Iglesia.

Miércoles, 12 de marzo
Hoy es el aniversario de la muerte del Padre Grande y se va a celebrar también una reunión de obispos en Ayagualo, convocada por el mismo Santo Padre, como una sugerencia para orar y buscar nuestra unidad. Coincidió con la venida del señor Nuncio de Costa Rica, que llega precisamente con este cometido. La reunión tuvo lugar en Ayagualo, en la casa de retiro de los salesianos; y se inició con la celebración de la Santa Misa, por parte del Nuncio y de todos los Obispos. Después el Nuncio hizo una exhortación durante la homilía, que, después de Misa, quiso concretar en pedir un diálogo en que hablaran los dos sectores en diferencias de la Conferencia Episcopal. Por mi parte, expresé que era mi afán de fidelidad del Evangelio y a la doctrina de la Iglesia, la cual siempre resulta conflictiva cuando se le aprueba, no sólo en teoría, sino cuando se trata de vivir, y también señalé que estas divisiones ya eran en tiempo de Monseñor Chávez y que eran siempre como una crítica en contra de la Arquidiócesis, que trata de ser fiel a estas líneas de la Iglesia postconciliar. También dije que se hacía mucha crítica del Arzobispado y no se ofrecían ejemplos vivos de las otras diócesis para imitarlos y que lo que yo pedía era un respeto para la Arquidiócesis y que respetáramos también cada uno su propia jurisdicción. También Monseñor Rivera estuvo muy inteligente en la explicación de esta situación, ya que él pudo remontarse, con más datos precisos históricos y doctrinales, al proceder de nuestra Arquidiócesis a partir del Concilio Vaticano Segundo. Las otras intervenciones de los otros obispos naturalmente, iban contra la línea del Arzobispado y se sacaron muchos argumentos superficiales, aunque reconozco aquellas cosas en que puede haber un error de mi parte y estoy dispuesto a corregir. Después de almuerzo continuó esta interesante junta hasta las cuatro de la tarde, en que se procedió a la votación para elegir de nuevo al presidente y vice presidente. Se atendió mi llamamiento de unirnos para elegir a Monseñor Alvarez y ratificar así nuestra elección, pero me sorprendió que con el vice-presidente no se hiciera lo mismo; sino que a Monseñor Rivera se le quitó de su puesto y se puso a Monseñor Aparicio como vice-presidente. Me ha quedado una gran inquietud por esta incoherencia de nuestros propósitos de unidad. Entre otras cosas, se acordó que se hará un comunicado conjunto sobre la situación del país y principalmente un llamamiento de cuaresma, que sea un signo de nuestra unión en el Magisterio y en la disciplina de la Iglesia. También de que, al hacer declaraciones que afecten a todo el Episcopado, se tenga en cuenta en la consulta de otros obispos. Comprendí que se trataba de mi caso personalmente, pero también dije que aceptaba estas condiciones, toda vez que también tuvieran en cuenta las declaraciones que muchas veces se hacen en otras diócesis con mucha imprudencia y que comprometen también a la Iglesia. Fue muy fructuoso todo, aunque temo, dada la agresividad con que me atacaron Monseñor Aparicio y Monseñor Alvarez, de que no se haya ganado mucho en sentimientos profundos de unidad. El Señor dirá y de mi parte quiero ofrecerle todos estos sacrificios y sinsabores a fin de que prevalezca el Evangelio y todos nos convirtamos a la verdad y al servicio de Dios y de nuestro Pueblo.

Tuve la visita de la señora de Dada Hirezi, doña Gloria, que vino como a consolarse y agradecer mi apoyo moral al ingeniero después de su renuncia de miembro del Consejo de Gobierno. Me aclaró varias cosas, de las deslealtades que con su esposo se han hecho de parte del partido Demócrata Cristiano y de la Junta de Gobierno. Y le dije que podía estar tranquilo, ya que había sido obediente a su conciencia y había dado un testimonio de fidelidad a su conciencia.

Jueves, 13 de marzo
En la reunión de Curia perfilamos el personal del Senado y de las vicarías, los vicarios de las diversas vicarías de la Diócesis, y acordamos hacer unas observaciones, un documento, en que expresemos nuevamente nuestra esperanza de una renovación, así como se han renovado las Personas.

Esta mañana hubo bastante visitas, pero la principal fue la del Movimiento de Profesionales Independientes, una Organización que ya cuenta con ciento cincuenta miembros, entre profesionales y técnicos, que creen haber encontrado su ubicación en el proceso del pueblo, y que, sin partidarizarse políticamente en un sólo sentido, quieren ser como un centro de iluminación y de promoción de toda la política del país. Platicamos bastante ampliamente y vi que había muchas coincidencias entre el pensamiento de la Iglesia y el pensamiento de ellos. De allí que terminamos ofreciéndonos nuestros mutuos servicios, tanto los de la Iglesia en sentido pastoral, como los de ellos en sentido profesional y técnico.

Vino al mediodía el señor Nuncio de Costa Rica para ver, en el mismo lugar, la situación de nuestro Arzobispado y del Seminario San José de la Montaña. Tratamos de evidenciarle que no había tal interferencia como acusan los señores Obispos, pero se nota en el señor Nuncio siempre una predisposición que, sin duda, ha sido el encargo que se le ha dado. De allí su insistencia en que procuremos, cuanto antes, hacer nuestra oficina arzobispal y dejar todo el edificio para el Seminario, lo cual ya es mi mentalidad desde hace mucho tiempo, sólo que, económicamente, nos faltan los medios; pero, con la ayuda de Dios, y le dije al señor Nuncio, cabalmente, se presentaba en ese momento el Ingeniero Galván, que es testigo de nuestros esfuerzos en este sentido. Fue a almorzar conmigo al hospital, donde después de almuerzo con las religiosas, compartimos con él más íntimamente sus últimas recomendaciones, siempre en el sentido de que soy yo bastante culpable de la desunión de los obispos, a pesar de mis sugerencias de recordarle la reunión de ayer, y que él tuvo que reconocer que había bastante apasionamiento, sobre todo, en Monseñor Alvarez y Monseñor Aparicio. No obstante, reconocer este apasionamiento y ese aspecto personal contra mí, él insiste en que debo de ceder hasta donde sea posible, lo cual es también mi pensamiento, pero no en lo sustancial cuando se trata de ser fiel al Evangelio, a la doctrina de la Iglesia y, sobre todo, a este pueblo tan sufrido que cuesta que lo comprendan.

Después de siesta, salí con el Padre Alliet a visitar a la comunidad belga de religiosas que está en Santiago Texacuangos. Pasamos unos momentos muy cordiales y felices con aquella comunidad, por que está trabajando intensamente, sobre todo en el campo de la salud, y que son ellas expertas en enfermería y tienen casi un hospital, diríamos, una asistencia de salud muy competente en lo que fue el convento y hoy, podemos decir, es un centro asistencial, muy bien surtido.
Al regresar, platicamos con periodistas de Italia, de Venezuela y de Norteamérica. Una entrevista bastante profunda sobre el pensamiento de la Iglesia, sobre todo en materia de violencia y ante las reformas del país.

Doña Inge de Gavidia también vino en nombre de Cáritas y cenamos juntos para platicar sobre este problema que para mi es de mucho interés, ya que se trata de organizar la caridad en la Arquidiócesis.

A las siete y media de la noche tuvimos la reunión con el Seminario Menor que resultó muy simpática, después de expresarles que nuestras relaciones de obispo y seminaristas tienen que ser a base de fe y en un sentido muy sobrenatural de obediencia y de comprensión. Surgieron mucha preguntas, un diálogo interesante sobre la vocación, en que llegamos hasta contar los orígenes de nuestra vocación. Comencé yo por contar el mío y ellos también sintieron mucha confianza de contar por dónde el Señor les había llamado. Yo les pedí que hicieran un relato personal, ya que no había dos vocaciones iguales y que serviría de mutua edificación.

Hacia las nueve y media de la noche salí a visitar a los jesuitas, al Padre EllaCuria y al Padre Jerez, que está recién regresado de Roma, y al Padre Jon Sobrino que ha regresado también del Congreso de Teólogos del Tercer Mundo en Brasil todos ellos me refirieron aspectos muy positivos de sus relaciones en su viaje, acerca de la seguridad con que se apoya mi trabajo pastoral. Es admirable cómo en otros países se comprende con mucho cariño este trabajo de tanto sacrificio, mientras interiormente, mis hermanos Obispos parecen tan incomprensivos de este trabajo que, sinceramente, quiere ser un servicio a Dios y al Evangelio. ¡Pido al Espíritu Santo que me haga caminar por los caminos de la verdad y que nunca me deje llevar ni por los halagos ni por los temores de ofender a nadie más que a Nuestro Señor!.

Viernes, 14 de marzo
Comencé este día con un desayuno de trabajo con los padres de la Curia. Terminamos de examinar las nominaciones de los vicarios, ya que el próximo lunes habrá una reunión de pastoral y tendrán que asistir los nuevos vicarios y pro-vicarios. Se prepara una exhortación a que esta renovación del personal signifique también una renovación de espíritu y un afán de trabajar en el sentido de construir bien nuestra Arquidiócesis. También se estudió un documento que quieren que firme la Arquidiócesis, junto con las universidades y otras instituciones independientes de la política, a fin de sancionar la tremenda represión y de dar un juicio en favor del pueblo, acerca de la Reforma Agraria que se está desarrollando y de las otras reformas. Se encargó terminar este trabajo al Padre Cortés, al Padre Fabián y a los otros que asistían también, ya que Monseñor Urioste y yo nos fuimos a atender, a las nueve de la mañana, al señor embajador de Estados Unidos, recién nombrado y quería pedir una audiencia; estuvo también el Padre Estrada y estuvimos en una conversación muy interesante. El se muestra un hombre, que es más que diplomático, un hombre de mucho respeto a los derechos humanos, y que también ha sido fogueado en la política; él quiere ser un fiel colaborador del proceso de nuestro pueblo, y reconoce los yerros cometidos por su patria en estos países latinoamericanos y está dispuesto a trabajar por lograr otro rostro acerca de norteamérica. Tuvimos confianza suficiente para señalar nuestros temores, las deficiencias que notamos y, sobre todo, nuestro afán de defender al pobre de tanta represión y de tanta injusticia. El me entregó también la carta de respuesta a la que yo envié al Presidente de Estados Unidos, pidiéndole que no enviara ayuda militar, mientras esa ayuda serviría para reprimir más a nuestro pueblo, y que se cuidara mucho de la intervención política, aunque sí necesitamos su ayuda como país más desarrollado que el nuestro. La carta está también escrita por la Secretaría de Estado de Estados Unidos y venía con una traducción en español, que analizamos.

Después de esta reunión fui a ver el predio del Centro Universitario, donde Monseñor Chávez planeaba construir el Arzobispado y su residencia episcopal, pero que dada la carestía del momento actual, parece imposible desarrollar. Junto con el Arquitecto Morales, el Arquitecto Jovel y el Padre Vega vimos la posibilidad de hacer allí, más bien, una casa de promoción para el Clero. O sea, una residencia sacerdotal, donde puedan tenerse cursos de renovación de nuestros sacerdotes y donde también habría unas piezas para los sacerdotes y obispos, que pasan por San Salvador y no tienen a veces un lugar eclesiástico donde alojarse. Pero, más que todo, para trabajos de renovación sacerdotal, junto con una capilla, que es condición para dar ese predio, y que servirá para la pastoral universitaria, original destino de la casa que ya existe, Centro Universitario Católico. He dado gracias al Señor de este proyecto, que ha sido también tomado con mucho entusiasmo por quienes han compartido esta deliberación y se encargarán ya de hacer los proyectos para pedir también una ayuda al extranjero.

A las cuatro de la tarde, importante reunión de la Federación de Centros de Educación Católica, en el Liceo Salvadoreño. Se trata de entregar un proyecto de colegios en pastoral. Yo felicité este esfuerzo de ir dando al colegio ese aspecto pastoral, que en coordinación con el pastor y la pastoral de la Diócesis, sean verdaderos focos de formación de agentes de pastoral, de cristianos que vivan solidarios con su Iglesia, que se formen para ser Iglesia en servicio de las transformaciones de nuestro pueblo, y que por eso era necesario dejar toda esa actuación al margen de la pastoral e incorporarse plenamente como fuerzas de la Iglesia a la pastoral y a la evangelización de la Arquidiócesis. Hubo un diálogo muy interesante y se sacó como conclusión, que se incorporaría la Federación, mediante una representación, a la comisión de pastoral de la Arquidiócesis y que cada centro católico trataría de formar su verdadera comunidad de educación católica, una comunidad que sea verdadera Iglesia, abierta a la Arquidiócesis y a la Iglesia Universal, con los alumnos, profesores, padres de familia, demás agentes de la administración, ex-alumnos, etc… lo que significa en torno de cada colegio, una gran comunidad humana y Eclesial.

Por la noche, entrevista con el Señor embajador de Italia, el cual comentó la situación de la Democracia Cristiana con bastantes críticas y me prometió promover una entrevista con personeros de la Democracia Cristiana, a fin de que, como pastor, pueda decirles el pensamiento de la Iglesia y su responsabilidad en política.

Finalmente, cenamos con el Coronel Majano y el Doctor Morales Erlich, miembros del Consejo de Gobierno; de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Monseñor Urioste y el Padre Estrada. En la que comentamos, principalmente, el procedimientos de la Reforma Agraria en los diversos sectores del país. Tienen mucha esperanza, sienten verdadera alegría de haber dado un paso tan audaz que, de mi parte también felicité, pero que aproveché, para señalar los riesgos y peligros y dudas que inspiran también mi crítica y que en forma muy cordial, desarrollamos todos los asistentes a esta cena, que resultó muy cordial y creo que muy constructiva para el bien del país. Señalé, principalmente, como deficiencias y peligros, el estar unida la Reforma Agraria con esta visible ola de represión violenta de parte de lo cuerpos de seguridad, lo cual quitaba mucha credibilidad a la Reforma Agraria y falta de apoyo del pueblo. Segundo, que por qué no se aseguraba más apoyo popular, buscando un diálogo con las fuerzas populares y que no se consideraran todas como fuerzas de izquierda o de comunismo, sino con el afán de descubrir allí los verdaderos intereses del pueblo y las reivindicaciones por la justicia. Que no era lo mismo la extrema derecha que no trabaja por estas reivindicaciones, sino por mantener sus privilegios. Y el tercer aspecto que criticaba era el aparecer muy sometidos a la voluntad de los Estados Unidos, que se recibiera la ayuda, pero que se procurara promover mucho la autonomía de nuestra patria. Ellos aceptaron todos estos puntos de vista y manifestaron que eran parte de sus grandes preocupaciones y que me pedían ayudarles a encontrar ese diálogo con el pueblo y les hablé también, en este sentido, de la colaboración que puede prestar el movimiento de profesionales y técnicos, que acaba de formarse, y que ellos no conocían y que lo vieron con muy buena esperanza. He dado gracias a Dios de haber vivido un día tan denso en relaciones que pueden beneficiar a nuestra Iglesia y a nuestro pueblo.

Sabado, 15 de marzo
Desayuné con el Padre Jesús Delgado, que suele venir los sábados, y aproveché para platicar con él del proyecto de renovación sacerdotal; invitándolo a que conversara con el Padre Vega y juntos hicieran un proyecto para la construcción en el predio donde se iba a construir el Arzobispado, el cual no podrá ser allí por la carestía, a la cual no puede hacer frente hoy nuestra economía arquidiocesana. En cambio, una casa para estudios y residencia, y hospedaje de sacerdotes, tendría allí mucho objetivo. El Padre Jesús Delgado, agregó también, una especie de pequeño hospital para los sacerdotes enfermos, ya que está precisamente en zona de los hospitales. Me parece que la mano de Dios va señalando este camino, que tanto he deseado. Una casa para atender mejor a nuestros queridos sacerdotes en su puesta al día, en su atención a su salud, a su descanso, a su amistad.

Con el Padre Jesús también fuimos a Domus Mariae, para ver los trabajos de la Emisora. Allá nos encontramos con el Padre Pick y con el ingeniero que está llevando, en colaboración con el padre, este trabajo. “Ya puede echarse al aire”, me dijeron, “pero sería bueno asegurar la parte del edificio para que esté un poco más preservado este transmisor que cuesta mucho”. Sin embargo, ellos verán la oportunidad de hacerlo funcionar ya para la homilía de mañana. Yo no tengo prisa sino que dejo que Dios también nos indique sus señales. Ciertamente, será un servicio muy bueno, ya que la nueva planta dicen que tiene mayor potencia y que la radio se escuchará mejor, aunque en esta forma provisional, ya que la nueva planta y la nueva antena será en el nuevo terreno que ya se está preparando.

Por la noche, vino a visitarme el Padre Astor Ruiz, que actualmente trabaja en Nicaragua y anda aclarando su situación si conviene volverse ya o quedarse allá mientras pasa aquí la tormenta y él se prepara mejor para poder servir mejor. No tenía tiempo para atender una deliberación tan de fondo y le dije que platicaríamos mejor en próximos días, ya que durante la cena estaba yo ocupado con el Padre EllaCuria, el Padre Estrada, el Padre Rafael y la niña Doris Osegueda y el Bachiller Cuéllar, preparando los informe para mi homilía.

Domingo, 16 de marzo
Había sido un día de mucho trabajo pastoral y de grandes satisfacciones. La Misa en la Basílica se prolongó hasta las diez y cuarto. Comprendo que fui excesivo en la predicación, pero los temas, los enfoques de una realidad tan densa y la atención de la gente me animan a no dejar de aprovechar esta atención que la gente me dispensa para dar a conocer cada vez más la catequesis de cuaresma, el pensamiento del misterio de Cristo que preparamos para la Semana Santa y también dar los criterios cristianos para enfocar las realidades tan complejas de nuestra patria. Hoy destaqué la represión, que no cesa, sino que va en aumento, y que está causando mucho dolor y que la Iglesia no puede dejar de denunciar. También me referí al proceso de Reforma Agraria, que está desarrollándose y que la Iglesia aprueba, pero que quisiera que no fuera con ese ribete de represión, que hace como poco creíble el proceso ante un pueblo que se siente muy golpeado por el mismo Gobierno. También me referí al estado de sitio, a la huelga que se prepara para el día de mañana, un paro general, y del cual dije que su objetivo, que era un llamar la atención sobre la represión, es legítimo, pero que tuvieran mucho cuidado de que no fuera a degenerar en una nueva tragedia de la misma represión que están tratando de denunciar. Otros aspectos de la Iglesia, una vida muy densa esta semana y de la vida civil.

Fuimos luego a Aguilares, donde a las once y media, celebramos la Misa en sufragio del Padre Grande, en su tercer aniversario de muerte. Estaba allá el provincial de los Jesuitas y muy numerosos jesuitas, quizá casi todos, junto con otros sacerdotes de otras congregaciones y otros del Clero Diocesano, hacíamos un número impresionante para esta concelebración; en cambio, noté mucha ausencia del pueblo de Aguilares, pues la Iglesia estaba a la mitad y se notaba que la mayoría eran comunidades que habían llegado de otras partes. Esto indica que los objetivos de la represión militar en esa zona tan golpeada están lográndose, de aterrorizar al pueblo y de lograr un alejamiento de quienes lo pueden promover en su conciencia y en su organización. Aproveché para predicar precisamente sobre ésto, aprovechándome de la lectura bíblica que nos habla de “CRISTO RECONCILIACION DEL MUNDO POR SU MUERTE Y SU SANGRE”, de que el misterio de nuestra Iglesia pide sacrificio como se lo pidió al Padre Grande y que nos esforzáramos por una liberación integral de nuestro pueblo sin miedos a las situaciones. Es difícil vivir en esta región. Me dijeron, el padre y las hermanas, que mucha gente se ha ido también de la población y de los cantones.

Fuimos luego a Tejutla al cantón Los Martínez, donde celebraron la fiesta patronal en honor de San Salvador de Horta, es un franciscano, ya que la parroquia está cuidada por los Padres Franciscanos. Aproveché para predicarles cómo el santo tiene que ser el hombre del día y que la imitación no debe ser literal, sino en el espíritu para ser gente de nuestro tiempo, en estos compromisos tan difíciles que nos tova vivir. Después de la Misa, di oportunidad al diálogo y noté que en el pueblo hay quejas de que el Padre Valerio, Franciscano, es muy celoso, muy trabajador, pero quiere imponer una línea que el pueblo ya no acepta con toda confianza y que quisiera la línea de la Arquidiócesis, que habla de las comunidades eclesiales de base. El padre se nota que tiene miedo a estas comunidades y yo traté de abrir esa confianza y de comprender las quejas del pueblo, pero siempre uniendo al sentido jerárquico de Iglesia, por suerte, estaban conmigo dos de los seminaristas que están haciendo el año de diaconía en aquella región y a los cuales les noté bastante maduros en este asunto y me ayudaron a aclarar la situación y les encargué que siguieran trabajando de acuerdo con las orientaciones de la Arquidiócesis, que pide estas comunidades en todas las parroquias. Comprendo que el padre, por ser extranjero y por no comprender la situación y nuestra pastoral, tenga estos reparos; hay que comprenderlo, pero también hay que impulsarlo a no apagar el espíritu que se siente tan vigorosa en el pueblo.

Por la noche, me esperaban en el hospital los Padres Dominicos, uno de ellos Vicario en una zona de Madrid, está muy interesado en conocer la línea de nuestra pastoral y de ayudarnos a difundir nuestro pensamiento ya que encuentra amplia acogida en este sector de España, y desde allí quiere él difundir la información por los países de Europa y de América Latina y de Africa.

Es, pues, un buen servicio informativo, al cual prestaremos toda atención. El Padre Luis Burguet, que es también Dominico y estaba presente, se encargará de poner en práctica la iniciativa española.

Lunes, 17 de marzo
Me informan que anoche hubo mucha balacera hacia la dirección de la Universidad Nacional. Yo he dormido profundamente y no sentí nada. Sin embargo, con el día van llegando noticias de que cuerpos de seguridad rodean la Universidad y que hay un entrecruce de balas, naturalmente, muy superior de parte de los cuerpos de seguridad. Comienzan a llegar las súplicas de intervención, tanto de dentro de la Universidad, como de los civiles, que rodean ese sector. Incluso, el rector y otros miembros de la Universidad llegaron al Arzobispado a pedir esta intervención. Los atención el Padre Cortés, quien se dirigió a Casa Presidencial para hablar con el Coronel Majano y pedirle que ordenaran el cese de esta represión, que estaba causando mucho terror en aquel sector. Prometió el Coronel, después de dar algunas explicaciones de esta situación, ordenar el retiro de las tropas; según se supo después, fue algo que escapó al control de la misma Junta.

De todos modos, por la tarde todavía continuaba esta situación y hacia las cuatro de la tarde yo hablé personalmente con el Coronel Majano, quien igualmente me prometió ordenar este retiro. Pocos minutos después, me hablaba otro miembro de la Junta de Gobierno, el Doctor Morales Erlich, de que ya se procedía a retirar este operativo militar. Todo el día lo pasé en reunión con la Comisión de Pastoral en la Casa María Eugenia, de las religiosas de la Asunción, en Planes de Renderos, con los nuevos Vicarios, que no pudieron llegar todos por la situación violenta que está imperando este día; ya que hoy se había ordenado, por parte de la Coordinadora Nacional de Masas, un paro general, y ésto ha causado disturbios en varia partes del país. Llegan noticias de Colonia Santa Lucía, del Barrio San Jacinto, de otros sectores de la capital. Nuestro curso se desarrolla tranquilamente. Tuve oportunidad de decir lo que espero de la Comisión de Pastoral, una coordinación que logre la armonía entre los dos sectores hacia los que atienden nuestros agentes de pastoral. Unos que no quieren comprometerse con la pastoral de la Arquidiócesis y otros que se van, quizá, al extremo muy avanzado, causando así desconfianza a los otros. Hay serias reflexiones sobre este hecho. El Padre Octavio Cruz, que está coordinando la reunión, nos hace un precioso análisis de lo que es el proyecto pastoral de la Arquidiócesis, tomándolo de los documentos que han impulsado este proyecto, como son la semana de pastoral, las cartas pastorales y el documento de Puebla. Es una línea concreta, bien definida, y está muy apoyada por el querer de la Iglesia, lo cual hace inaceptable las excusas de quienes no quieren acomodarse a este pensamiento y será el trabajo de la Comisión de Pastoral, para dar una fisonomía propia a nuestra Arquidiócesis. La reunión terminó con la Eucaristía de las seis de la tarde, muy íntima y muy participada.

Mientras tanto, llegan noticias de otros actos de violencia, como el de la Hacienda Colima, donde se habla de veintitrés muertos y otros lugares, donde ha habido también manifestaciones de violencia.

Terminó el día con la visita del señor Ministro de Agricultura, el Ministro de Planificación y otros dos hombres del Gobierno que me hablan de cómo va el proceso de la Reforma Agraria, cómo tiene ilusión de dar aquí una solución al problema del país y cómo lamentán ser objeto de contradicción, de parte de la derecha, que no quiere los cambios, como de parte de la Izquierda, que se apresura y provoca; como también y ésto es lo más importante, en los sectores del mismo Gobierno y de los que debían de colaborar con los cambios, entre los cuales se notan ya ambiciones, intereses personales, que están estropeando la ilusión de la reforma y me piden, en mi calidad de pastor, que denuncie esta corrupción, estos egoísmos y que pida también, dentro de lo posible, una tregua para realizar en paz estas reformas que beneficiarán al pueblo. Comentamos largamente la situación, noté mucha franqueza y un deseo de tener éxito, no por glorias personales, sino por el bien del pueblo.

Después de esta visita me esperaba el Padre Astor Ruíz, que ha trabajado en Nicaragua y ha venido para ver si se queda de nuevo en El Salvador, pero su conclusión ha sido que no conviene quedarse, ya que en este ambiente de represión y de desconfianzas mutuas, su calificativo de venir de Nicaragua, puede causarle problemas y, al mismo tiempo, quiere continuar un trabajo pastoral, principalmente, con los obreros en la diócesis de Estelí, de Nicaragua, me edificó mucho su actitud de consulta y su humildad con que se arrodilló al final para pedirme la bendición, que Dios lo bendiga, y que nos dé siempre ese sentido de nuestro sacerdocio, que nos identifica con las virtudes de Jesucristo.

Martes, 18 de marzo
Por primera vez, me ha invitado el Padre Franciscano, de la parroquia de La Reina, a visitar su parroquia y, precisamente, en el pueblo filial de Agua Caliente, donde ha preparado un numeroso grupo de jóvenes y niños para recibir la confirmación. El lugar es bastante remoto, en el departamento de Chalatenango, pero la amplia carretera nueva que se está trabajando facilita el acceso. La acogida fue muy cariñosa; es gente muy fervorosa, pero se nota una formación espiritual de tipo carismático, donde se vive una piedad intensa, pero no se nota un mayor compromiso con el momento actual. Sin embargo, tengo esperanza de que la nueva Comisión de Pastoral Arquidiocesana ha de impulsar el proyecto pastoral de la Arquidiócesis a todas las parroquias. Sin embargo, fue, repito, una mañana muy intensamente vivida como comunidad de fe y de oración.

Por la noche, tuve un breve encuentro confidencial con un representante del grupo que tiene en cautiverio al señor Dunn, ante el cual insistí que se hiciera lo posible de darle pronta libertad. Me prometió hacer lo que yo había sugerido, pero que dependía de la Alta Dirección de este grupo. Yo pido a Dios que pronto vuelva a su hogar el señor Dunn que ya tiene varios meses secuestrado. En cambio estos días ha sido, puesto en libertad el señor Jaime Hill, que también estuvo varios meses secuestrado.

En el Hospital de la Divina Providencia se tuvo la rifa a beneficio de la misma obra y que le trae siempre un apoyo económico a esta obra de verdadera providencia de Dios.

En el Arzobispado se tuvo por la mañana la reunión del Consejo Ejecutivo, donde se trató especialmente de la radio y de la Secretaría de Comunicación Social. También llegó una nota de la Casa Presidencial, transmitiendo una queja de un comandante de Cojutepeque, contra el Padre Ricardo Ayala, al que se acusa de estar indoctrinando de marxismo a un grupo de campesinos y que les anunció que pronto iría a Nicaragua y a Cuba a traer armas, para la subversión, lo cual es sumamente ridículo, ya que el Padre Cayo Ayala es un hombre muy centrado y la acusación más bien le causó chiste. Así también a nuestro Vicario General, con quien tuvo su entrevista. Se contestará, pues, en lo ridículo que son estas acusaciones y que un Gobierno que se fíe de tales informaciones, no puede ser justo.

En planes de Renderos, en la Casa de María Eugenia, concluyó hoy la reunión del Consejo de Pastoral con los nuevos Vicarios y con nuevos proyectos para el trabajo del año. No pude asistir este día por haber ido al pueblo antes indicado.

En general, hay un ambiente de tensión y de violencia, el rodeo de los militares a Casa Presidencial ha causado muy malas impresiones y ésto provoca más la violencia de la Izquierda y mientras no se suprima ese espíritu de represión de las Fuerzas Armadas al pueblo, seguirá causándose mucho mal. Por otra parte, las reformas agraria y bancarias van caminando, pero el pueblo no las puede aceptar, mientras exista esta represión tan espantosa que se siente en todas partes. En el pueblito donde fuí y donde estuve también el domingo, hay muchas quejas, pero como hay mucho terror tampoco pueden referirse con libertad a todo lo que está pasando.

Por la noche, tuve también noticia de que vendrá a El Salvador una comisión ecuménica de Estados Unidos. Monseñor Arzube con algún pastor del Consejo Nacional de Iglesias y algún otro representante de los Derechos Humanos y Amnistía, para informarse en directo de lo que pasa en nuestro país. Les dije que con gusto les recibía y que ojalá participara, el señor Obispo que viene, en la concelebración del próximo domingo.

Miércoles, 19 de marzo
Este día de San José, celebré la primera Misa en el Colegio Cristóbal Colón, de los Padres Josefinos. Les dije que San José era el modelo del hombre que hoy necesita nuestra patria, con un compromiso con el sentido de justicia, con el sentido de colaboración y con el sentido de fe. El profesor Moreno dirigió unas palabras en nombre de todo el colegio para elogiar a su obispo. También presentaron los profesores un donativo para la YSAX. La colecta de aquella reunión muy numerosa fue también para nuestra Emisora; gesto que agradecí cordialmente.

Visité los trabajos de reparación de la YSAX en Domus Mariae. Me encontré al Padre Pick, que venía para el centro de salud, porque se encontraba un poco indispuesto. Es admirable la labor silenciosa de este jesuita, que está ayudándonos a reparar, en forma muy técnica, nuestra radio YSAX.

Estuve un rato en la Curia y hubo bastantes visitas, la principal fue la de los Padres Torruella y Mejía para presentarme unas reflexiones de un grupo de sacerdotes, preocupados por la politización de algunos sacerdotes, en que me invitan a la reflexión para lograr un diálogo de los diversos sectores del clero y, si es posible, una encuesta a fin de neutralizar todo aquello que nos pueda dividir como presbíteros. Les agradecí tan valiosa sugerencia y les pedí su colaboración.

Con mi hermano, Arnoldo, que es quien me ayuda en la organización de la tesorería y otros aspectos de la administración de la Curia, comentamos las deficiencias que se notan actualmente, principalmente de parte del administrador, y en la Secretaría de Comunicación Social, sobre todo, en la imprenta y en la propia Secretaría. Le dije que me ayudara a resolver estos graves problemas y mañana tendremos una reunión con este objetivo.

A las cuatro de la tarde, tuvimos una reunión con el Consejo o Comité de Ayuda Humanitaria. Es un Comité Ecuménico, en que está Cáritas, y se trataba de ventilar un problema que surge en los lugares de refugio y es que los agentes de las Organizaciones Políticas Populares aprovechan esta gente para sus actividades políticas y hemos tratado de aclarar que un refugio no debe significar un cuartel de operaciones. Hubo bastantes discusiones y me da siempre una impresión de politización muy exagerada en las declaraciones del Padre Rogelio y del Padre Tilo Sánchez, así como de otros que participaron en la Junta. Pero me dió mucha alegría también la posición tan centrada de algunos sacerdotes y algunos miembros de las confesiones protestantes que colaboran en este Comité Ecuménico. También la gerente de Cáritas, señorita Carmen, estuvo muy atinada en esta orientación.

Fui luego a celebrar mi segunda Misa de San José al Seminario de los Somascos, donde está también un grupo de refugiados de Cojutepeque y de Chalatenango. La homilía fue en el mismo sentido del Colegio Cristóbal Colón y, después de Misa, cenamos con los seminarista y los padres y se entabló un diálogo muy interesante sobre problemas de la situación de El Salvador, del papel de la Iglesia. Y algunas informaciones que los seminaristas, con mucha inteligencia, trataron de obtener.
Finalmente, esta noche vino el Presidente de Cor Unum, la oficina pontificia que coordina las diversas organizaciones de promoción, caridad y acción social. Expresé con toda franqueza la poca eficiencia de nuestra Cáritas Nacional y nuestro deseo de hacer la Cáritas diocesana más activa en la formación del amor cristiano. Prometió que ayudaría a los programas de la Arquidiócesis, pero que le presentáramos estos programas, lo cual haremos mañana con Cáritas y la Comisión Ecuménica de ayuda humanitaria.

Jueves, 20 de marzo
A las ocho de la mañana, tuve una breve reunión con el Consejo de Administración, a la cual asistió también mi hermano Arnoldo, con un informe sobre la contabilidad y economía de la Curia. La situación es bastante preocupante, ya que solamente hemos gastado los subsidios y no se ve una esperanza de encontrar la auto-financiación de nuestros gastos. Dije que estaba dispuesto a cumplir las sugerencias que me pudieran dar, sobre todo, en el cambio de personal, en la supresión de algunos cargos, y los dejé estudiando, ya que tuve que irme para la reunión del Senado, en Planes de Renderos, en la Casa María Eugenia, de las religiosas de la Asunción. Es la primera reunión del nuevo Senado. Les exhorté ante todo a procurar la unidad del Clero, ya que estaba representado en el Senado todo el Clero con sus diversas corrientes y modos de pensar de nuestros sacerdotes. También les dije que teníamos que poner en nuestra reunión una base humana de confianza, de amistad, de sinceridad, ya que no basta el sentido de fe y sobrenatural con que debemos de considerarnos en el ambiente de nuestra vocación sacerdotal, sino que, esa base humana de amistad, es la que dará un sentido agradable, práctico y eficaz a nuestro trabajo en equipo, en función principalmente de todos nuestros sacerdotes a quienes representamos.

Después de recordar los estatutos y los deberes del Senado, se procedió a hacer la elección, habiendo salido como presidente el Padre Cristóbal Cortés, como vice-presidente, el Padre Juan Macho, y como Secretario el Padre José Luis Burguet. Se notaba un ambiente de mucha cordialidad y en ese ambiente se discutieron los primeros puntos, sobre todo, cómo hacer más ágil el servicio del Senado. Y se concluyó que se designara a la directiva como Consejo permanente, para que estuviera pendiente de las instituciones de la Diócesis y del Prelado y orientar la vida del Senado con prontitud, en servicio a este diálogo con el Obispo y de acuerdo con las circunstancias, por más inesperadas que parezcan. Luego también, buscando en servicio del Clero y en vista de la realidad, se organizaron tres comisiones: Una que se dedicará principalmente a cultivar la unidad del Clero, otra que orientará las relaciones de Clero y sociedad, todos esos aspectos socio-políticos que muchas veces nos dividen o no nos hacen trabajar en conjunto, y una tercera comisión, la que llamamos de infraestructura, la que se encargará de los diversos aspectos prácticos del Clero, como son la cultura, la espiritualidad, la salud, prestaciones sociales y subsistencia, etc… Después tratamos ampliamente problemas prácticos de las diferencias de sentido político que nos dividen, ya que vivimos un ambiente del país tan politizado, tan polarizado. A la una terminamos con el almuerzo, en un ambiente siempre amistoso y con mucho optimismo.

Por la tarde, una conversación con representantes de las Ligas Populares 28 de Febrero, que no habiendo podido atenderlas personalmente, la atendieron en mi nombre el Padre Rafael Urrutia y el Licenciado Roberto Cuéllar.

Yo tuve, al mismo tiempo, una entrevista con el Padre Pedraz, jesuita, con mucha capacidad administrativa, para rogarle, de acuerdo con la conversión de la Comisión de Administración, que nos ayudará a reorganizar nuestra Administración Arquidiocesana, teniendo autoridad para revisar los diversos aspectos que se tocaron en la reunión de la administración y que la comisión de administración trabajará de acuerdo con él. Me dijo que siempre tenía buena voluntad de servir y que sólo le dejara unos días para pensar su resolución; posiblemente, el próximo domingo o lunes, y espero que ha de ser afirmativa, para orientar pronto esta situación que me preocupa de la economía y administración de nuestra Arquidiócesis.

Tuve también una reunión con la Gerente de Cáritas y una representante del Consejo Ecuménico de ayuda humanitaria para presentar los proyectos y labores de Cáritas y de la Comisión Ecuménica, que desarrollan en beneficio de nuestra gente necesitada, para poder presentar al representante de Cor Unum, de Roma, que está entre nosotros. Y fuimos a visitarlo a la Nunciatura, habiéndose mostrado muy acogedor, comprensivo con las dificultades y proyectos de la actividad de Cáritas Arquidiocesana, las emergencias actuales.

FIN
NOTA: Monseñor Romero, no grabó en su diario los cuatro últimos días de su vida.

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Fourth Pastoral Letter – The Church’s Mission amid the National Crisis

To my beloved brothers and sisters, the priests, religious, and laity of the archdiocese of San Salvador, and to all other Salvadorans of good will: the peace of Jesus Christ, our divine Savior.

A PROVIDENTIAL FEAST

[1] To call ourselves the Republic of the Savior (Republica de El Salvador), and each year to celebrate, as our titular feast, the mystery of the transfiguration of our Lord is, for us Salvadorans, a true privilege. It was not only through the piety of Don Pedro de Alvarado that we were baptized with so majestic a title, as the servant of God, Pope Pius XII, reminded us in his outstanding address to our Eucharistic Congress of 1942. It was the providence of God that baptized us, the providence that gives each people its own name, its own place, and its own mission.

To hear each August 6 the voice of the Father in our church’s liturgy proclaiming that our patron is none other than My Son, the beloved, and that our duty is to listen to him, constitute our most precious historical and religious legacy, and the most effective motivation for our hopes as Christians in El Salvador.

That is why I feel it one of my most important pastoral duties to make real here and now, for the archdiocese that the Lord has given into my charge, this legacy, and to revitalize that motivation in line with the new circumstances in which, each August 6, we find ourselves. In these new circumstances there is one constant: the challenge, made in love, of Christ’s transfiguration, which should lead to the transfiguration of our people. This is the traditional challenge of the divine Savior to our homeland and to the church. It is unchangeable — as unchangeable as the truth and revelation of God. It ought to enlighten the changing realities of our history. We must learn to express it in the language spoken by persons of today, as their new needs and their new hopes demand it.

My Three Earlier Pastoral Letters

[2] My first two pastoral letters, in 1977, were inspired by the new situation of the archdiocese of San Salvador. I wrote the first when I replaced the distinguished Archbishop Luis Chávez y González, and it was my letter of introduction. It was a profession of faith, of confidence in the Spirit of the Lord who builds up and encourages, who gives unity and progress to the church even when the human beings who are its members and who direct it change. Under the title The Easter Church, I wanted to dwell on the circumstances, both liturgical and actual, of lent, Passiontide, and Easter that marked that moment of replacement. In The Church, the Body of Christ in History I tried to deepen that same idea of the church and of its service to the world as a prolongation of the mission of Christ. I wrote it for August 6, 1977. 1 recalled the history — intense, tragic, but also paschal — of my first six months in this beloved see.

And once again for August 6, Bishop Arturo Rivera y Damas of Santiago de Maria and I last year wrote the pastoral letter The Church and Popular Political Organizations. We had together made an ad limina visit to the unforgettable Pope Paul VI. Our contact with that outstanding pontiff, who so well understood the modern world, had been illuminating, and it inspired us to give a response in faith to the highly unusual political anxieties of our people.

I bless the Lord for the good that that letter brought about. And it goes on bringing it about, for some of our Christian communities have taken it as an outline for reflection. I bless God, too, for the generous, enthusiastic welcome that communities, institutions, and publications elsewhere on this continent and also in Europe have given it. Annexed to that third letter and published in a separate section there were three studies: The National Situation in Which the Church Develops Its Mission, The Word of God and Human Misery, and The Most Recent Teaching of the Church. I believe that they have fulfilled their purpose by enriching your reflection on the letter.

So I ask you now, keep the three previous letters in mind when studying this one. I will not repeat myself here, but I will take for granted many concepts that have been examined in the earlier ones.

The Reasons for This Fourth Pastoral Letter

[3] On this new celebration of the transfiguration of our Lord, the light of this feast day illumines the new situation in which the country and the archdiocese find themselves. It is right to think of our life in that light.

In El Salvador new kinds of sufferings and outrages have driven our national life along the road of violence, revenge, and resentment. As Puebla describes them, these are the anxieties and frustrations which have been caused by sin, which has very broad personal and social dimensions. But, thanks be to God, we also feel that there are in our nation those hopes and expectations of our people [that] arise from their deeply religious sense and their richness as human beings (Puebla, 73)

[4] For its part the church has this year lived through new situations that have made it better able, in accordance with its own nature, to identify with the people in its anxieties and frustrations, hopes and expectations.

Outstanding among these new events was the Third General Conference of the Latin American Bishops, which took place at Puebla, Mexico, at the beginning of the year. Under the overall theme of evangelization at present and in the future of Latin America, that new Pentecost of our continent brought together the rich heritage of our history and urged the church onward into the century to come. At Puebla we were able to call upon the unique inheritance left to the church by Popes John XXIII and Paul VI, as his holiness Pope John Paul II called it in his first encyclical, Redemptor Hominis, when he was discoursing on the new era of John Paul.  Like the one at Medellin ten years before, the assembly at Puebla was a new step forward for the church on our continent. It was an effort to follow the policy for renewal that Vatican Council II spelled out, and which those two immortal pontiffs of our time brought to a happy conclusion.

In Memory of Paul VI and John Paul II

[5] It is fitting to recall here again, as I did last year, the eloquent coincidence of Paul VI’s death and our own titular feast of the transfiguration. Since his holy death on August 6 last year, how many signs during the pontificates of his successors have drawn attention to the evangelical grandeur of the church! The very tomb of Paul VI, which I visited this year with devout admiration and filial affection and gratitude, highlights a new style of simplicity and humility in the service of the church. I recalled there beside the tomb the warmth of his two hands grasping mine scarcely a year ago, as he told me of his concern and love for our homeland. He recommended that I stand with my people in their demand for justice, so that they might not turn aside into paths of hatred and violence.

And in Rome I likewise received from his holiness John Paul II both understanding and guidance for my difficult pastoral labor, as well as a ratification of my hierarchical communion with him and of my commitment to the people God has entrusted to me. The new pope’s attitude, and what he said, pointed to Christ as the only force for complete liberation, for in his name is demanded the highest respect for the dignity and for the freedom of men and women.

Commitment to Puebla and to my Archdiocese

[6] From this bountiful source of the papal magisterium, of the council, and of the Latin American bishops has sprung forth the spirit of Puebla.

This pastoral letter is intended to be a solemn witness of my acceptance of, and personal commitment to, that spirit. At the same time it will be a call — an urgent call, as the pope wished — to all priests, religious communities, and laity that in a short time all your ecclesial communities will be informed and suffused with the spirit of Puebla and the guidelines of this historic conference (Letter of Approval).

Archdiocesan Survey

[7] But the holy people of God shares also in Christ’s prophetic office … under the guidance of the sacred teaching authority (Lumen Gentium, #12). And Paul VI of happy memory counseled us with the help of the Holy Spirit … in dialogue with other Christians and all men and women of good will, to discern the options and commitments that are called for in order to bring about the social, political, and economic changes seen in many cases to be urgently needed (Octogesima Adveniens, #4)

Taking account of the charism of dialogue and consultation, I wanted to prepare for this pastoral letter by undertaking a survey of my beloved priests and of the basic ecclesial communities of the archdiocese. I have been struck yet again by the maturity of the reflection, by the evangelical spirit, by the pastoral creativity, by the social and political sensibility expressed in the large number of replies. I have read them with great care.

Notwithstanding their occasional inaccuracies or doctrinal and pastoral impetuosity, they have served to stimulate that charism of teaching and of discernment with which the Lord has entrusted me. All the disquiet, all the suggestions made, have been taken into account. In thanking you very cordially, I want to repeat my invitation to continue this dialogue and reflection in the way that I began it a year ago when, fully conscious of my limitations, I made a call to the whole people of God to reflect on these matters in their local churches, with their pastors, and with the universal church, in the light of the gospel and in fidelity to the true identity of the church.

[8] To sum up, then, this pastoral letter is meant to be, as the title suggests, a formal consignment to the archdiocesan church of the Final Document of Puebla. And it is also an attempt, in the light of the theological and pastoral teaching contained in that document, to face up to the disquiet expressed by our local church in the present situation in our country. Backed by the universal magisterium of the Church and by the magisterium of the Church on this continent, I believe it possible to give expression to the views of the church of this archdiocese. At a time when it is a serious obligation in conscience on the part of every Salvadoran to contribute ideas and guidelines from within his or her special competence, the views of the church are its specific response, and contribution, to the country in its hour of crisis.

[9] I shall develop my thinking in four parts: (1) the national crisis seen in the light of Puebla; (2) the church’s contribution to the liberation of our people; (3) light on some concrete problems; (4) Puebla’s pastoral approach applied to the archdiocese.

PART ONE: THE NATIONAL CRISIS IN THE LIGHT OF PUEBLA

Pastoral Criteria

[10] Pastoral Overview of the Reality that is Latin America is the title of the first part of the Puebla Final Document. From the very beginning, therefore, one is made to understand what are the criteria it uses to analyze the situation of the world that the church is to evangelize. Pastoral Criteria have also guided the first point in our survey of the archdiocese: the country’s present crisis and prospects for the future.

It is never to be forgotten that the church’s mission is in the realm of religion. It is not in the political, social, or economic realms. But nor is it to be forgotten that out of this religious mission itself came a function, a light, and an energy which can serve to structure and consolidate the human community according to divine law (Gaudium et Spes, #42).

With the Backing of Puebla

[11] Many would have liked Puebla to speak out more concretely on certain particular situations in Latin American countries. But in its analysis of, and evangelical judgment on, the situation in Latin America, there is enough to be found to allow each country or each pastor to draw material relevant to their own situations, and hence to speak with the collective voice of all the continent’s pastors.

In this pastoral letter, therefore, I want to back up the advice given by the archdiocese about the crisis in this country with the judgments approved at Puebla for the whole of Latin America.

Limits of This Analysis

[12] It is not my intention to undertake an exhaustive analysis of the economic, political, and social structures of El Salvador. A brief survey was offered last year as a leaflet appended to my third pastoral letter. Nor am I trying to offer a complete account of what has happened in this country — the events that have so much preoccupied us this year. I have been required, in my service to the word of God, to be faithful to the truth and to justice when I was faced with these events in the course of an event-filled year of our history. It has also been a great satisfaction to me to have had the opportunity to offer a pastoral service by means of the Legal Aid Bureau and the Secretariat for the Means of Social Communication of the Archdiocese in the difficult ups and downs of our communities and families, and of individuals.

One more observation. Even during the crisis in our country there are many positive signs, and it would be wrong not to recognize that fact. They give us solid ground for coming to see that we Salvadorans are capable, by using our intelligence, of finding a peace based on justice. It is not necessary to pay the high price of violence and of blood spilt for the liberation of our people. I give these hopeful signs due credit. They have my admiration. I am encouraged by them. But today it is not my intention to dwell upon them.

Here I am going to emphasize only the negative aspects of our country’s crisis which have been pointed out and remarked upon by our communities, because it is these that require our attention. To them I will apply the evangelical judgment that Puebla formulated for such situations.

At the Root of Social Injustice

[13] What Puebla asserted about social injustice throughout the continent is true of El Salvador. It has here a very tragic aspect, and it makes urgent Christian demands: there are today more people than ever living under conditions of great injustice. That muted cry of wretchedness that Medellin heard ten years ago, Puebla now describes as loud and clear, increasing in volume and intensity, and at times full of menace (Puebla, #89).  It calls the characteristics that delineate this situation of injustice the most devastating and humiliating kind of scourge (Puebla, #29). They are infant mortality, the housing shortage, health problems, starvation wages, unemployment, malnutrition, no job security, and so on:

This situation of pervasive extreme poverty takes on very concrete faces in real life. In these faces we ought to recognize the suffering features of Christ the Lord, who questions and challenges us. They include:
—the faces of young children, struck down by poverty before they are born, their chance for self-development blocked by irreparable mental and physical deficiencies; and of the vagrant children in our cities who are so often exploited, products of poverty and the moral disorganization of the family;

—the faces of young people, who are disoriented because they cannot find their place in society, and who are frustrated, particularly in marginal rural and urban areas, by the lack of opportunity to obtain training and work;

—the faces of the indigenous peoples, and frequently of the Afro-Americans as well; living marginalized lives in inhuman situations, they can be considered the poorest of the poor;

—the faces of the peasants; as a social group, they live as outcasts almost everywhere on our continent, deprived of land, caught in a situation of internal and external dependence, and subjected to systems of commercialization that exploit them;

—the faces of laborers, who frequently are ill-paid and who have difficulty in organizing themselves and defending their rights;

—the faces of the underemployed and the unemployed, who are dismissed because of the harsh exigencies of economic crises, and often because of development-models that subject workers and their families to cold economic calculations;

—the faces of marginalized and overcrowded urban dwellers, whose lack of material goods is matched by the ostentatious display of wealth by other segments of society;

—the faces of old people, who are growing more numerous every day, and who are frequently marginalized in a progress-oriented society that totally disregards people not engaged in production (Puebla, #31-39).

Deterioration of the Political Situation

[14] Together with Puebla we must also denounce the serious deterioration of a political situation that institutionalizes injustice. The participation of citizens in the conduct of their own affairs and destiny has declined (Puebla #46). Governments look askance at the organizing efforts of laborers, peasants, and the common people; and they adopt repressive measures to prevent such organizing. But this type of control over, or limitation on, activity is not applied to employer organizations, which can exercise their full power to protect their interests (Puebla #44).

The graph of violence presented by the Legal Aid Bureau is very striking (cf. Orientación, July 22, 1979). Simply from January to June of this year the number of those murdered by various sections of the security forces, the armed forces, and the paramilitary organizations rose to 406. The number of those arrested for political reasons was 307. The discrimination to which Puebla drew attention is borne out, and that makes the statistics even more scandalous. Not a single victim comes from the landowning class, whereas those from among the campesino population abound.

Faced with this oppression and repression, there arises naturally what Medellin called the explosive revolutions of despair (Medellin Documents, Peace, #17, quoting Paul VI, homily, Bogata, August 23, 1968). To date, it has accounted for more than 95 victims in this country (Orientación, July 22, 1979).

The spiral of violence is racing toward hitherto unsuspected levels of cruelty. It is making increasingly problematic the likelihood of resolving the structural crisis peacefully. It has reached the stage where it seems we are engaged in a real civil war. It may be informal and intermittent, but it is nonetheless pitiless and without quarter. It tears apart normal, everyday life, and brings terror into every Salvadoran home.

A special section of the third part of this letter will be devoted to a consideration of the problem of violence.

The Government’s Attitude

[15] The government shows itself quite incapable of arresting this country’s escalating violence. One suspects, in fact, that it tolerates the bands of armed men who, because of their implacable persecution of opponents of the government, can be regarded as creatures of the government. This contradicts in practice the government’s emphatic statements against any sort of violence; it seems to demonstrate, on the contrary, the repression of any political opposition and of any organization of social protest.

The state of siege, which was imposed on May 23 and lasted until July, served in no way at all to allay political murders. Facts and figures about the murdered and those who have disappeared reveal an environment of impunity that favors the proliferation and activities of right-wing gangs of assassins who have worsened the picture of violence in this country.

Puebla’s judgment on all this is very eloquent. It denounces countries …  where there is frequently no respect for such fundamental human rights. . . . [They] are in the position of permanently violating the dignity of the person (Puebla, #41). The Latin American bishops mentioned by name these abuses of power, which are typical of regimes based on force (Puebla #42). They put themselves in solidarity with the anxieties based on systematic or selective repression; it is accompanied by accusations, violations of privacy, improper pressures, tortures, and exiles. There are the anxieties produced in many families by the disappearance of their loved ones, about whom they cannot get any news. There is the total insecurity bound up with arrest and detention without judicial consent. There are the anxieties felt in the face of a system of justice that has been suborned or cowed (Puebla, #42).

Faced with this worrisome situation, Puebla recalls, in the name of the supreme pontiffs, that the Church, by virtue of an authentically evangelical commitment,’ must raise its voice to denounce and condemn these situations, particularly when the responsible officials or rulers call themselves Christians (Puebla #42).

Economic and Ideological Bases

[16] Analysts of our economy point out that, if it is to function well, it needs a large and cheap labor force. Producers of coffee, sugar cane, and cotton, which go to make up the agricultural export trade, need unemployed, unorganized campesinos. They depend on them for an abundant and cheap labor force to harvest and export their crops.

On the other hand, the agricultural and cattle-raising sector of the economy is the one that pays the most taxes to the public treasury — which is one of the reasons why it has the greatest influence upon the government.

And still today many industrial or transnational corporations base their ability to compete in international markets on what they call low labor costs, which in reality means starvation wages. All of this explains the firm opposition of important sectors of capital to initiatives, whether of the people or of the government, that, through trade union organizations, seek to improve the living conditions, or to raise the wages, of the working class. The ruling class, especially the rural elite, cannot allow unions to be organized among either rural or urban laborers so long as, from a capitalist point of view, they believe their economic interests are at risk. This viewpoint makes repression against popular organizations something necessary in order to maintain and increase profit levels, even though it is at the cost of the growing poverty of the working class.

And if we add to this the country’s population explosion and its high cost of living, then the growing unrest among workers and the unemployed can be easily understood. Repression of late has been the only kind of answer to protest against institutionalized violence, and hence it feeds the spiral of violence.

The Puebla document backs up this analysis when it refers to the right to form trade unions:

In many places labor legislation is either applied arbitrarily or not taken into account at all. This is particularly true in countries where the government is based on the use of force. There they look askance at the organizing efforts of laborers, peasants, and the common people; and they adopt repressive measures to prevent such organizing. But this type of control over, or limitation on, activity is not applied to employer organizations, which can exercise their full power to protect their interests (Puebla #44).

[17] This is the right place to draw attention also to the ideology that underlies this unjust repression. I am speaking of the ideology of national security, which the Puebla document firmly denounces on many occasions. This new political theory and practice lies at the root of this situation of repression and of repressive violence against the most basic rights of the Salvadoran people. But because it is an absolutization or idolatry of power, I shall speak of it in the next part of this letter when I explain, as the church’s specific contribution to the crisis in this country, its mission of unmasking idolatries and of denouncing false absolutes.

Moral Deterioration

[18] There is an eloquent coincidence between Puebla’s thinking and the replies that our communities gave to the survey. Both singled out moral deterioration as the origin of our fearsome decline in social, political, and economic life.

Puebla says explicitly: Recent years have seen a growing deterioration in the sociopolitical life of our countries. They are experiencing the heavy burden of economic and institutional crises, and clear symptoms of corruption and violence (Puebla #507-508).

As particular causes and expressions of this scandalous moral deterioration in Latin America, Puebla mentions:

—individualistic materialism, the supreme value in the eyes of many of our contemporaries  … and collectivist materialism [which] subordinates the person to the State.

—Consumerism, with its unbridled ambition to ‘have more,’ [which] is suffocating modern human beings in an immanent reality that closes them off to the evangelical values of generosity and austerity…

—The deterioration of basic family values [which] is disintegrating family communion, eliminating shared and responsible participation by all the family members and making them an easy prey to divorce or abandonment. In some cultural groups the woman finds herself in a position of inferiority.

—The deterioration of public and private integrity. .   We also find frustration and hedonism leading people to such vices as gambling, drug addiction, alcoholism, and sexual licentiousness. . . .

—Information is manipulated by various authorities and groups. This is done particularly through advertising, which raises false expectations, creates fictitious needs, and often contradicts the basic values of our Latin American culture and the Gospel. The improper exercise of freedom in these media leads to an invasion of the privacy of persons, who generally are defenseless (Puebla #55-62).

[19] Our country is, sadly, no exception to these painful symptoms to be found throughout Latin America. Our survey produced an even more horrific inventory of infidelities to, and betrayals of, ethical and Christian values, and even of our political Constitution itself. For example:

In Public Administration

—The infidelity of the Supreme Court and of other courts of justice to their noble mission of fulfilling, and ensuring the fulfillment of, the constitution of a democratic country, showing themselves, on the contrary, to be feeble instruments at the beck and call of a regime based on the use of force.

—As a result, the prostitution of justice and the destruction of the freedom and the dignity of men and women.

—The fact that so many fearful crimes go unpunished, a good number of them carried out either openly or, it is popularly reported, in civilian disguise by the security forces.

—Indifference to the anguish of so many families who seek liberty for, or, at least, news of, their loved ones who have disappeared into the power of civil authorities.

—The ineffectiveness of so many constitutional appeals for the right of habeas corpus, a tragic mockery of the guarantees of such an appeal.

—Silent connivance at so many breaches of the constitution or at other administrative maneuvers that promote the interests of privileged groups or individuals, despite the fact that these interests are harmful to the interests of the common good.

—Manipulation of the popular will in the democratic electoral process. • Discreditable propaganda for, and imposition of, anti-birth policies that are practically castrating our people and are undermining their reserves of morality.

In Private Life

[20] —Maneuvers by which many employers repress the rights of their workers, or buy the impartiality of trade union leaders.

—Unjust handling of some strikes or of the rightful demands of trade unions or workers.

—The low, even nonexistent, output by some employees and workers neglectful of their duties; or the demand for further payments (“tips” or “bribes”) for services, or for work that has already been paid for in wages.

—Taking advantage of administrative positions either for one’s own benefit or for the benefit of one’s relatives and friends.

—The salting away, or misuse, of public or private funds by means of fictitious reports and expenses, and other pretexts.

—Indecent bargaining with the dignity of another by a variety of means, such as demanding sexual favors in return for providing work, or by setting up lucrative centers for vice, such as cafés, motels, guest houses, and every kind of disguised brothels for the human slave traffic in prostitution and illegal drug-taking.

—Manipulation of the means of social communication by way of pressure or by bribes to defame persons, or pervert the truth in other ways.

—Modern forms of blackmail, such as kidnappings, threats from real or imaginary secret organizations — sometimes with the suspicion of official complicity.

[21] Our moral decline is self-evident. On every side we find that what our Lord called the mystery of iniquity has taken over. It is the church’s pastoral duty not to cease in denouncing this reign of sin, and urgently to appeal to the personal responsibility of each of us, and to each social and family group, and especially to individuals or groups in authority who, directly or indirectly, benefit from this state of affairs. For it is these last who have in their hands the most effective means of remedying this situation.

The Crisis within the Church

[22] In my earlier letters I drew attention to many of the positive things one might say about the church. It is therefore unnecessary to insist upon them here, but rather to encourage perseverance and strenuous efforts for improvement. Furthermore the fourth part of this letter will offer pastoral approaches for us to go on building up our archdiocese in line with the suggestions and the ideals of Vatican II and of the Medellin and Puebla assemblies of the Latin American Episcopal Council. It is, however, necessary to recall today — also in the light of Puebla — the denunciations and criticism that draw attention to our own failings as the human components of the church. For at a time of national crisis those of us who feel it our duty to denounce the sin that lies at the root of the crisis ought also to be ready to be criticized so as to bring about our own conversion and to build up a church that can be, for our own people, what Vatican II defines as the national sacrament of salvation (Lumen Gentium, #48).

The same council guides us in this examination of our consciences when it states frankly, and with all humility, that the Church, embracing sinners in her bosom, is at the same time holy and always in need of being purified, and incessantly pursues the path of penance and renewal (Lumen Gentium, #8).

According to the reflection undertaken in our communities, there are three main failings within the church that call for conversion. They are: disunity; failure of renewal and adaptation; disregard for the criteria laid down in the gospel.

Disunity

[23] The most obvious of the sins to which our survey drew attention is the disunity within a church that ought to have unity as a mark of its authenticity. Our communities pointed out that when this disunity affects the hierarchy itself and the clergy there results even greater confusion among the people of God. This is indeed true, and faced with this evidence one can only be repentant, reflect, and exhort.

What is needed is a confession of guilt and a plea for forgiveness, together with the sincere intention to seek out, with each other’s help, ways toward unity, and the supernatural courage to follow them.

The way to explain this sad phenomenon of disunity, and to establish a basis for conversion to unity, is to consider that the lack of unity within the church is nothing else than an echo of the division that exists all about it — the division within the society in which it lives and works. It is the human element in the church. In today’s society there is a polarization of political forces from the extreme right to the extreme left. Groups and organizations either support one another, or reject one another totally.

Church members, not excluding the hierarchy, are forced to operate in this environment. They run the risk of siding with one or other polarization if they fail to keep in mind their vocation, and their evangelical mission, defined by Puebla as a preferential option for the poor.

[24] This preference for the poor, which the gospel imposes upon Christians, neither polarizes nor divides. It is a force for unity because it does not propose to exclude the other representatives of the social corpus in which we live … we invite all, regardless of class, to accept and take up the cause of the poor as if they were accepting and taking up their own cause, the cause of Christ himself: ‘I assure you, as often as you did it for one of my least brothers, you did it for me’ (Puebla, Message to the Peoples of Latin America, #3)

This preferential option for the poor, understood in the sense of the gospel, can alone be the key to this crisis of our unity. The Puebla document here draws attention to the cause of our internal divisions: Not all of us in the Latin American Church have committed ourselves sufficiently to the poor. We are not always concerned about them, or in solidarity with them. Service to them really calls for constant conversion and purification among all Christians. That must be done if we are to achieve fuller identification each day with the poor Christ and our own poor (Puebla #1140)

Out of this reflection on our own sin of disunity flows the exhortation that we should make the effort to convert ourselves to that common ideal. But an interior conversion would be pointless were there not at the same time, as Puebla teaches, a radical conversion to justice and love … transforming from within those structures of a pluralistic society that respect and promote the dignity of the human person, and that provide persons with the possibility of achieving their supreme vocation: communion with God and with each other (Puebla #1206).

[25] Inasmuch as we have not yet achieved this beautiful unity among all within the church, it is only proper to exhort everyone to maintain a calm Christian maturity so that we are not scandalized by the sin within the church, and so that all will do what they can in their Christian lives even though others do not do likewise. As far as our archdiocese is concerned, we are ready to continue structuring our pastoral life along the lines Puebla put forward as the authentic way to this unity: the preferential option for the poor. This is the demand the gospel makes upon us, and unity is authentic only when it is built up on the basis of the gospel. This will also be the best contribution the archdiocese can offer to the changes needed in the country.

Failure to Renew and Adapt

[26] Both at Medellin and at Puebla the bishops of Latin America tried to interpret for our continent the concern the council expressed about the age in which we live: to bring the church up to date, and to learn today’s language in order to pass its message on. Even more, Puebla’s theme looks towards the future: evangelization at present and in the future of Latin America. It frankly states:

Until recently our continent had not been touched or swallowed up by the dizzying flood of cultural, social, economic, political, and technological changes in the modern age. At that time the weight of tradition helped the communication of the Gospel. What was taught from the pulpit was zealously welcomed in the home and the school; and it was safeguarded and sustained by the social pressure of the surrounding milieu. Today nothing like that happens. The faith proposed by the Church is accepted or rejected with much more freedom and with a notably critical-minded sense. Even the peasants, who previously were isolated from contact with civilization to a large extent, are now acquiring this same critical sense. This is due to the ready contact with the present-day world that is afforded them … it is also due to the consciousness-raising efforts of pastoral agents (Puebla #76-77).

With an identical point of view and conviction, several communities in the archdiocese lament the difficult, anti-apostolic attitude displayed by some priests, religious communities, and other pastoral workers who reject the efforts toward renewal and adaptation that our pastoral strategy is promoting in obedience to the guidelines mentioned above.

Several of the answers to the survey analyze the high levels of unrest and agitation that move our people in the direction of social and political changes in the country. The church, to quote one of them verbatim, has to interpret for, and to accompany, this people as it struggles for freedom; if not, in the course of time it will be marginalized. With or without the church the changes will take place, but by its very nature its duty is to be present in the midst of these changes, which are delineating the kingdom of God.

[27] This criticism of the internal workings of the church draws the attention of pastoral workers to another serious motive for reflection and conversion. It urges upon all of us who work in the apostolate, and especially upon priests and religious communities who, by their vocation, profession, and mission, most intimately belong to the life and mission of the church, to make determined efforts toward our own improvement so that we can always be abreast of the modern church. It is in this spirit, most recently expressed at Puebla, that we are trying to conduct the apostolate in our own archdiocese. The inexplicable opposition or lack of comprehension — an object of criticism — results, in our present circumstances, in a regrettable lack of that communion and involvement that the spirit of Puebla so much insists upon.

Adulteration of Gospel Criteria

[28] To lose sight of or to alter Christian principles constitutes another sin or danger within the church. When making a noble effort to renew or to adapt our church for a membership now highly politicized, one can fall into the sin that is at the opposite extreme from the one we have just pointed out — namely, the political or ideological adulteration of the faith and of Christian criteria. Those Christians who, motivated by the faith, take up concrete political options are in particular danger of this sin.

[29] I am not going to develop further this topic, which is of enormous interest for Christian communities, because I have already treated it sufficiently in my third pastoral letter. That letter focused precisely upon the relationship between the church and popular organizations. I recommend that those guidelines be kept well in mind. Far from losing their pertinence, they are daily more necessary for a Christian in El Salvador.

For the rest, there will be two places in this fourth pastoral letter where guidelines will be offered on this subject: when treating, in part three, the danger of absolutizing an organization and, in part four, on the need for an apostolate of following, to accompany Christians in their political options — without the church thereby losing its identity and Christians their faith.

PART TWO: THE CHURCH’S CONTRIBUTION TO THE PROCESS OF LIBERATING OUR PEOPLE

[30] If the Puebla document, which is the basis of our reflection, supports the pastoral focus upon the situation here in El Salvador, it invites us also to search out, in a sincere spirit of service to the nations of Latin America, the specific contribution our local church can offer El Salvador at this time of crisis. Here I am also taking into account the valuable suggestions made by our Christian communities.

What, then, is the contribution which, in the spirit of Puebla, the archdiocese can offer to the process of liberating our people? I think it can be understood under the following headings. I shall develop them in the course of this part two: the Church’s own identity; integral evangelization; a solid doctrinal orientation; denunciation of error and sin, with a view to conversion; unmasking the idolatries of society; promoting integral liberation; pressing for far-reaching structural changes; sharing life and the gospel with both the ordinary people and the ruling class.

The Church’s Own Identity

[31] This is the prime contribution our church ought to make to the life of this country: to be itself. This is what I call its own identity.

I have said, over and over again, that the whole effort of the apostolate in this archdiocese ought to be turned to this before all else, to building up our church. Despite all the clashes and all the opposition, the church is not looking for opposition. It does not want to clash with anybody. It wants only to build up toward the great affirmation of God and his kingdom. It will clash only with those who oppose God and his kingdom.

The church wants to offer no other contribution than that of the gospel. It has no purely political contribution to make, nor any merely human skill to offer. Quite truthfully, the church is interested only in offering the country the light of the gospel for the full salvation and betterment of men and women, a salvation that also involves the structures within which Salvadorans live, so that, rather than get in their way, the structures can help them live out their lives as children of God.

The church is well aware that anything it can contribute to the process of liberation in this country will have originality and effectiveness only when the church is truly identified as church — that is to say, only when it is most clearly that which Christ wants it to be at this particular hour of the nation’s history.

It is in this sense that one has to understand the ceaseless exhortation of John Paul II: the church has no need to politicize itself in order to make its saving contribution to the world. It is also in this sense that I believe one ought to interpret certain fears expressed at Puebla, when there was talk of misinterpretations of Medellin, and concepts were pointed to that could make a theology of liberation ambiguous.

[32] Because it is not turning itself into a political power, and because it is not doing anything else that might be alien to its nature and to its mission, the church as church can contribute something fundamental to the betterment of this country. As Paul VI warned, should the liberation the church is preaching and promoting be reduced to the dimensions of a simply temporal project … to a man-centered goal . . . its activity . . . would become initiatives of the political or social order. But if this were so, the Church would lose its fundamental meaning. Its message of liberation would no longer have any originality and would easily be open to monopolization and manipulation by ideological systems and political parties. It would have no more authority to proclaim freedom as in the name of God (Evangelii Nuntiandi, #32).

[33] But neither can we call wrong — a sin of the church against its own identity — the effort it makes to come close to the real problems that affect human beings and that drive it to commit itself to them. The contrary would be sinful: to be so concerned with its own identity that this preoccupation gets in the way of its closeness to the world. As Pope John Paul II has insisted, men and women are the pathways on which the church seeks to fulfill its mission.

The church’s mission is transcendent. As Vatican II teaches, it is not identified in any way with the political community nor bound to any political system. It is at once a sign and a safeguard of the transcendent character of the human person (Gaudium et Spes, #76). But this is not a transcendence that loses hold of what is human. It is by transcending the human being from within that the church finds, and brings into being, the kingdom of God that Jesus promised, and which he continues to proclaim by means of the church’s work.

Integral Evangelization

[34] In order to safeguard its own identity, the church offers first and foremost, as its specific service to the world, its work of evangelization. That is why we pastors, when we were gathered together at Puebla, said to Latin America that we would concentrate our deliberations on evangelization at present and in the future of Latin America.

At the root of our reflection there was always that Magna Carta of modern evangelization, the apostolic exhortation Evangelli Nuntiandi of his holiness Pope Paul VI, which was, in its turn, the fruit of the 1974 world synod of bishops. We want to confirm, said the fathers at that synod, once again, that the task of evangelizing all men and women constitutes the essential mission of the church.

And this is the case because at the root of evangelization is the person and the mission of Jesus himself. He himself is the gospel of God and the first and greatest preacher of the gospel. From him sprang the church evangelized, which in turn became the church evangelizing when he sent it out, identifying himself with it so that it might carry his salvation to all peoples (cf. Evangelii Nuntiandi, #13). Evangelizing is in fact the grace and vocation proper to the Church, its deepest identity. It exists in order to evangelize, that is to say in order to preach and teach, to be the channel of the gift of grace, to reconcile sinners with God, and to perpetuate Christ’s sacrifice in the Mass, which is the memorial of his death and glorious Resurrection (Evangelii Nuntiandi, #14).

Complex Mission

[35] Evangelization, then, taken in its full sense, is the whole of the divine mission of Jesus and his church. Given the complexity of this mission, there is a danger of reducing it simply to some elements of preaching, of catechesis, of conferring baptism and the other sacraments. But any partial and fragmentary definition which attempts to render the reality of evangelization in all its richness, complexity, and dynamism does so only at the risk of impoverishing it and even of distorting it (Evangelii Nuntiandi, #17).

In evangelization, therefore, there is the essential content, the living substance, which cannot be modified or ignored without seriously diluting the nature of evangelization itself. But there are certainly many secondary elements in evangelization, and their presentation depends greatly on changing circumstances (Evangelii Nuntiandi, #25).

In keeping with that rich modern theology of evangelization, and adapting it to our continent, we bishops gathered at Puebla proclaimed that, evangelized by the Lord in his Spirit, we are sent out to bring this Good News to all our brothers and sisters, especially to the poor and the forgotten. This evangelizing task leads us to complete conversion and communion with Christ in the Church. It will impregnate our culture. It will incite us to the authentic improvement of our communities. And it will make us a critical-minded, guiding presence in the face of the ideologies and policies that condition the fate of our nations (Puebla #164).

Liberating Evangelization

[36] What, then, will be the evangelization our archdiocese ought to offer this country so that, through it, the full force for liberation with which our divine Redeemer has endowed it may run its course? As has been said, to limit it to just a few elements would be to betray this mission of our church at a time when its contribution ought to open up a unique hope for the entirety of our people.

Generally speaking, in our circumstances this danger of reductionism as far as evangelization is concerned can take two forms. Either it can stress only the transcendent elements of spirituality and human destiny, or it can go to the other extreme, selecting only those immanent elements of a kingdom of God that ought to be already beginning on this earth.

The evangelization our archdiocese has to offer, as the church’s specific contribution to our homeland in its crisis, must not fall victim to either of those two forms of reductionism. It ought to be inspired by the balanced guidelines laid down this century by Vatican II, so clearly presented and lived out by our modern popes, and adapted to our continent by the two great meetings of bishops at Medellin and Puebla.

[37] Seen in that light, the suggestions put forward by our Christian communities have stressed certain aspects of evangelization of which our people stand in most need. With the cooperation of all, this archdiocese is ready to offer its help, with great pastoral love, and despite persecution and misunderstanding. These aspects of evangelization are treated in the remaining six major subsections of part two of this pastoral letter.

A Sound Doctrinal Orientation

[38] The first element in evangelization is its content: We now wish to shed the light of the truth that makes us free (John 8:32) on our compelling pastoral concern. It is not a truth that we possess as something of our own. It comes from God (Puebla #165).

And so at Puebla we laid down the criteria that are to guide us as pastors and teachers of the church when we are addressing the peoples of Latin America. The content of evangelization is the truth that God has revealed, and that we human beings accept through faith. How necessary this pillar of truth is in an atmosphere of lies and insincerity, where the truth is itself enslaved to the interests of wealth and of power. But the word of God is not in chains, and so long as we believe in that truth we are free.

To teach the truths of the gospel, and by means of them to cast light on our own situation so as to bring it closer to God’s truth and not to human sophistries, is the most important service that the church can render to this country. Hence it is important that not only our pastoral ministers but all who have influence upon society and upon the family should know this truth well, and spread its light about them.

[39] The Truth about Christ, about the Church, and about Humankind Applying to Latin America the wide content of evangelization, his holiness John Paul II drew attention to the threefold doctrinal synthesis incorporated in the Puebla document. These are the three central truths of evangelization: the truth about Christ, about the church, and about humankind.

Christ, our hope, is in our midst as the Father’s envoy, animating the Church with his Spirit and offering his word and his life to people today in order to lead them to full and complete liberation.

The Church, a mystery of communion, the People of God in the service of human beings, continues to be evangelized through the ages and to bring the Good News to all.

For the Church, Mary is a cause for joy, and a source of inspiration because she is the star of evangelization and the Mother of the Latin American peoples.

Human beings, by virtue of their dignity as the image of God, merit a commitment from us in favor of their liberation and their total fulfillment in Christ Jesus. Only in Christ is their more intimate reality fully known. Hence we, being pastors, speak to human beings and proclaim to them the joyful news that humanity has been assumed and exalted by the very Son of God. For he chose to share with human beings the joys, labors, and sufferings of this life and the heritage of eternal life (Puebla #166-169).

Social Teaching

[40] The pope also reminded us at Puebla of the importance that the study of the church’s social teaching ought to have for us today: When injustices increase and the gap between rich and poor widens distressingly, then the social doctrine of the Church — in a form that is creative and open to the broad areas of the Church’s presence — should be a valuable tool for formation and action. He counseled us to place responsible confidence in this social doctrine, even though some people try to sow doubts and lack of confidence in it; to study it seriously; to try to apply it; to teach it and be loyal to it; in children of the Church, all this guarantees the authenticity of their involvement in delicate and demanding social tasks, and of their efforts on behalf of the liberation or advancement of their fellow human beings (Opening Address, III, #7).

Denunciation of Error and of Sin

[41] As a logical consequence of the proclamation of truth, love, and the holiness of the kingdom of God, evangelization has the mission of denouncing every lie, every injustice, every sin that destroys God’s plan. The purpose of this denunciation is not negative. It has a prophetic character. It seeks the conversion of those who commit the sin. God does not want the death of the sinner but that he be converted and live. The church itself cannot stand aside from this need for denunciation and conversion. We preach it and we want it for ourselves as church, in order to demand it of society. For the faith denounces everything that is opposed to the construction of the Kingdom. This entails necessary and sometimes painful breaks (Puebla #358) and persecution (Puebla #1138).

John Paul II has again reminded us of this inescapable mission of the church:

This service of truth as a participation in the prophetic service of Christ is an obligation upon the church. It finds itself fulfilling it in very diverse historical contexts. It is necessary that injustice be given its correct designation: the exploitation of some human beings by others, the exploitation of a people by the state, by institutions, by the structure of economic systems, or of regimes that sometimes operate callously. It is necessary to give the correct name to every social injustice, to every act of discrimination or violence inflicted on human beings, whether on persons themselves, or their spirit, or their consciences, or their convictions (Osservatore Romano, February 22, 1979).

Unmasking the Idolatries of Our Society

[42] Adhering to the demands of the same prophetic denunciation and conversion, the church reminds us that making any created thing into an absolute is an offense against the one Absolute and Creator, because it erects and serves an idol, which it attempts to put in the place of God himself.

As well as offending God, every absolutization disorients, and ultimately destroys, human beings. It is the vocation of human beings to raise themselves to the dignity of the children of God and to participate in God’s divine life. This transcendence of human beings is not an escape from problems here on earth, still less is it an opium that distracts them from their obligations in history. On the contrary, by virtue of this transcendent destiny people have the capacity to always remain critical vis-a-vis the events of history. It gives them a powerful inspiration to reach out to ever higher goals. Social forces should hearken to the saving voice of Christ and of true Christians, cease their questioning, and open themselves to the values of the one and only Absolute. When a human value is turned into an absolute and endowed, whether in theory or in practice, with a divine character, human beings are deprived of their highest calling and inspiration. The spirit of the people is pushed in the direction of a real idolatry, which will only deform and repress it.

Among the evils that afflict El Salvador, I find that there are three idolatries, or absolutes, that the church ought to unmask in the name of the one God and Lord.

The Absolutization of Wealth and Private Property

[43] The absolutization of wealth holds out to persons the ideal of having more and to that extent reduces interest in being more, whereas the latter should be the ideal for true progress, both for the people as such and for every individual. The absolute desire of having more encourages the selfishness that destroys communal bonds among the children of God. It does so because the idolatry of riches prevents the majority from sharing the goods that the Creator has made for all, and in the all-possessing minority it produces an exaggerated pleasure in these goods.

[44] As for the absolutization of private property, John Paul II, speaking at Puebla, gave voice to the contrary opinion of the traditional and of the modern teaching of the church. For this voice of the Church, echoing the voice of human conscience, . . . deserves and needs to be heard in our own day as well, when the growing affluence of a few . . . parallels the growing poverty of the masses…. The Church’s teaching [is) that there is a social mortgage on all private property…. This Christian, evangelical principle will lead to a more just and equitable distribution of goods (Opening Address, III, 4).

[45] Absolutizing wealth and private property brings about the absolutizing of political, social, and economic power, without which it is impossible for the rich to preserve their privileges, even at the cost of their own human dignity. In our country this idolatry is at the root of structural and repressive violence. In the final analysis, it is the cause of a great part of our economic, social, and political underdevelopment.

This is the capitalism condemned by the church at Puebla, following the teaching of recent popes and of Medellin. Whoever reads these documents would say that they are describing a situation in our country that only selfishness, ignorance, or servility could defend.

The Absolutization of National Security

[46] I have already drawn attention in the first part of this letter to the doctrine or ideology of national security as the ideological foundation for repression. Puebla frequently denounced this new form of idolatry, which has already been installed in many Latin American countries. In this country it has its own particular way of working, but substantially it is identical with that described at Puebla: In many instances the ideologies of National Security have helped to intensify the totalitarian or authoritarian character of governments based on the use of force, leading to the abuse of power and the violation of human rights. In some instances they presume to justify their positions with a subjective profession of Christian faith (Puebla #49; see also #314, 547, 549, 1262).

By virtue of this ideology, the individual is placed at the total service of the state. His or her political participation is suppressed, and this leads to an unequal participation in the results of development. Peoples are put into the hands of military elites, and are subjected to policies that oppress and repress all who oppose them, in the name of what is alleged to be total war. The armed forces are put in charge of social and economic structures under the pretext of the interests of national security. Everyone not at one with the state is declared a national enemy, and the requirements of national security are used to justify assassinations, disappearances, arbitrary imprisonment, acts of terrorism, kidnappings, acts of torture … [all] indicate a complete lack of respect for the dignity of the human person (Puebla #1262).

[47] The interests and advantages of the few are thus turned into an absolute. This absolutization becomes a mystique — as if the national security regime, which attempts to give itself a good public image by a subjective profession of Christian faith (Puebla #49), were the only, or the best, defender of the Christian civilization of the West (Puebla #547). This perverts the noble function of the armed forces. Instead of serving true national interests, they become the guardians of the interests of the oligarchy, thus furthering their own ideological and economic corruption. Something similar is happening to the security forces. They, instead of caring for civil order, have turned themselves basically into an organization for repressing political dissidents. And finally, the high command unconstitutionally changes the political procedures that ought to decide democratically the country’s course.

[48] The judgment merited by the ideology of national security has, for Christians, been clearly expressed at Puebla: it is not compatible with the Christian vision of the human being as responsible for carrying out a temporal project, and to its vision of the State as the administrator of the common good (Puebla #549).

The omnipotence of these national security regimes, the total disrespect they display towards individuals and their rights, the total lack of ethical consideration shown in the means that are used to achieve their ends, turn national security into an idol, which, like the god Molech, demands the daily sacrifice of many victims in its name.
The legitimate security that the state ought to seek for its members is cruelly perverted, for in the name of national security the insecurity of the individual becomes institutionalized (Puebla #314).

The Absolutization of Organizations

[49] There is a third absolute, typical of the present situation in this country. I am speaking of the absolutization of an organization. This is a trap into which many members of popular organizations fall. They make their own organization the supreme value, and subordinate everything else to it.

This organizational absolutization differs from the other two just mentioned. They are fundamentally evil, as has been indicated. The absolutization of an organization, on the other hand, has a good side to it because it arises from among the people, as it puts to use its right of forming organizations for the purpose, at least in theory, of attaining the good of that same people. But in practice they become so fanatical that the interests of the people are no longer their chief concern, but the interests of the group or organization. Here are some of the evils that flow from this new idolatry:

—Their activities become too political, as if the political dimension were the only, or even the main, element in the lives of campesinos, workers, teachers, students, and other members who go to make them up.

—They try to subordinate the specific mission of trade union, social, and religious organizations to their own political objectives. They try to manipulate the church, its worship, its magisterium, its teaching mission, and so on, so that they serve the political and strategic aims of a political organization.

—The leaders of an organization, by making an absolute out of the political problem of achieving power, can in practice lose interest in other real problems, and can misunderstand the ideological criteria that underlie them, despite the fact that these are the very problems and criteria that concern the majority of the people — for example, some of their more immediate socio-economic needs, or the Christian principles of the members of the organizations. Another example would be the choice of a strategy that could needlessly offend religious sensitivities (taking over churches, for example).

—They can become so highly sectarian that their partisanship gets in the way of establishing dialogue or alliances with another type of organization also fighting for justice.

—The most serious kind of this fanaticism is that which changes what might be a force for the good of the people into an obstacle in the way of achieving that same good, and into an obstacle to profound change.

[50] I put forward a more detailed account of the evangelical service the church could offer to popular organizations in my third pastoral letter. They included defense of the right to organize, support for what was just in their demands, support of Christians who joined them, and denunciation of their possible mistakes and injustices, such as the mistake of turning them into absolutes, as I have just been saying. And above all, the church turns its entire effort for the liberation of the people toward the sole absolute, that definitive liberation toward which all strivings for justice ought to converge: the liberation in Christ, which sets sin aside and, while promoting liberation on earth, does not lose sight of the people’s final vocation to the one and only Absolute.

An organization runs the risk of turning itself into an absolute and of becoming an idol when atheistic ideologies, or the limited interests of the group, cause it to lose sight of those wide, transcendent perspectives, and lose hold of the ideal of the country’s common good.

[51] In this context guidance has to be given about the possible presence, or infiltration, of Marxism in El Salvador’s popular organizations. But I prefer to defer this topic until I discuss some special problems in the third part of this pastoral letter.

Promoting Integral Human Liberation

[52] Another contribution that our archdiocese, in the name of evangelization, is offering to this country is its teaching on human nature and the drive for integral human advancement. Pope Paul VI explicitly taught that there is an inseparable link between evangelization and human advancement (cf., Evangelii Nuntiandi, #31). The pope based the inseparability of these two tasks upon anthropological, theological, and evangelical arguments.

These arguments guided us at Puebla in urging that the exigencies of the integral betterment of human beings be observed. Thus Puebla added its weight to the teaching of John Paul II when we recalled that as bishops we were defenders and promoters of dignity, because, as he said, the church does not have need to have recourse to ideological systems in order to love, defend, and collaborate in the liberation of the human being. At the center of the message of which the Church is the trustee and herald, it finds inspiration for acting in favor of brotherhood, justice, and peace, and against all forms of domination, slavery, discrimination, violence, attacks on religious liberty, and aggression against human beings and whatever attacks life (Opening Address, III, 2).

The Truth about Humankind

[53] This difficult, little understood task of the integral advancement of human beings has its basis in the truth about humanity that Puebla, guided by the pope, saw as one of the three theological foundations of the evangelization of Latin America.

Humanity, seen from the perspective of Christ and of the church, could be wholly summed up in that rich message of John Paul and of the Puebla assembly: With what veneration an apostle of Christ ought to pronounce the word ‘man,’ exclaimed the present pontiff when, on October 22, 1978, he began his worldwide pastorate. According to his first encyclical, “this human being is the primary route that the church must travel in fulfilling its mission: the human being is the primary and fundamental way for the church (Redemptor Hominis, #23).  He discussed human beings concretely, in history, as they live out their lives today (Redemptor Hominis, #41), a life and existence that are threatened (Redemptor Hominis, #46), whose situation in the modern world [is] far removed from the objective demands of the moral order, from the exigencies of justice and, still more, from social love (Redemptor Hominis, #53).

The Peoples of Latin America

[54] We, the bishops gathered at Puebla, looked toward the people of Latin America. We wanted to begin our evangelical and ecclesial reflections by taking account of the actual situation of millions of our compatriots so that we might find, in that situation, what it was that God and the people are asking of the church today. The truth is that there is an ever increasing distance between the many who have little and the few who have much. The values of our culture are threatened. Fundamental human rights are being violated (Message to the Peoples of Latin America, 2).

This is the primary fact about the situation of the peoples in Latin America. The church must direct and convert itself to this, if it is to fulfill its mission of evangelization. And what it offers to its Latin American brothers and sisters is that which is most typically its own, that which is most in accordance with the gospel: it offers them human betterment and plenary liberation in Christ: We have neither silver nor gold, but what we have we give you! In the name of Jesus of Nazareth, rise and walk (Message to the Peoples of Latin America, #3, quoting Acts 3:6).

This is the integral evangelization for which the church goes on striving, in the bitter context of a people which suffers, which lives under constant threat, yet in the hope of the liberation that the divine Savior wants for all, and for which he lived, worked, died, and rose again. That is what.our archdiocese understands as proclaiming and building the kingdom of God among the Salvadoran people.

Faith with a Historical Dimension

[55] This ideal brings together all the dimensions of human reality, excluding none, and it does not reduce the faith merely to the improvement of the social or political order. Today, however, we should stress the social and historical dimensions of this liberation, as Puebla requested:

Confronted with the realities that are part of our lives today, we must learn from the Gospel that in Latin America we cannot truly love our fellow human beings, and hence God, unless we commit ourselves on the personal level and, in many cases, on the structural level as well, to serving and promoting the most dispossessed and downtrodden human groups and social classes, with all the consequences that will entail on the plane of temporal realities (Puebla #327).

[56] The church, then, would betray its own love for God and its fidelity to the gospel if it stopped being the voice of the voiceless, a defender of the rights of the poor, a promoter of every just aspiration for liberation, a guide, an empowerer, a humanizer of every legitimate struggle to achieve a more just society, a society that prepares the way for the true kingdom of God in history. This demands of the church a greater presence among the poor. It ought to be in solidarity with them, running the risks they run, enduring the persecution that is their fate, ready to give the greatest possible testimony to its love by defending and promoting those who were first in Jesus’ love.

This preference for the poor, I must repeat, does not mean an unfair discrimination between the various classes of society. It is an invitation to all regardless of class, to accept and take up the cause of the poor as if they were accepting and taking up their own cause, the cause of Christ himself: ‘I assure you, as often as you did it for one of my least brothers, you did it for me’ (Message to the Peoples of Latin America, #3)

[57] The basic ecclesial communities are a very effective pastoral method for achieving this evangelical presence of the church among our people and to bring about this integral betterment of human beings. I mention this providential instrument here only to recommend it to pastoral ministers, for I shall spend more time on it in the fourth part of this letter.

The Need for Profound Structural Changes

[58] To preach and to encourage the urgent need for profound structural changes in the social and political life of our country is another contribution that the pastoral mission of the church can make. The church sincerely believes that without such changes the structural bases of our whole malaise will remain. The full liberation of the Salvadoran people, not to mention personal conversions, demands a thorough change in the social, political, and economic system. The government has itself recognized this, and has said so many times. It is the continued demand of political groups — those recognized by law, and those not. The perspective of the church is naturally one that stems from its own evangelical identity, and in line with the documents both of the universal magisterium and the magisterium of the bishops on this continent.

A Healthy Unrest

[59] I realize that it is difficult, that it gives rise to conflict, to talk about structural changes with those who benefit from the old structures. It is perfectly true that there is a reactionary, extreme right-wing. But there are also men and women aware of the need for change, groups actively committed to working for change, working for a situation that favors the whole population of El Salvador. There is, then, a healthy unrest. But this itself requires of the church a greater subtlety in its judgments. The means of bringing about change are many and varied, and the Christian must take great care in choosing critically from among them, because not all merit the same judgment.

There are groups that would be content with small steps forward or minor reforms. There are other groups that want to bring about change rapidly, radically, and violently. There are differences in detail among these last mentioned groups, but in general their tactic is to sharpen the contradictions in society so as to bring on an intolerable situation.

Profound, Urgent, but Nonviolent Changes

[60] The church favors urgent and profound social changes. But as it was also said at Medellin, violent changes in structures would be fallacious, ineffectual in themselves and not conforming to the dignity of men (Medellin Documents, Peace, #15).  The church therefore invites all who put their trust in violent means of change to reflect on the following points:

—Before any violent defense of the common good, or of human rights, can be undertaken, all nonviolent methods must be tried. The church urges, therefore, that every effort be made for dialogue, reasoning, and persuasion.

—It has to be remembered that many violent political acts serve only to provoke an overwhelming response from the state’s repressive machinery, thereby generating great harm and suffering for the innocent, and for those unable to look after themselves.

—Therefore, instead of simply criticizing and rendering ineffective others’ efforts to bring about peaceful change, it is better that group fanaticism — the belief that one group alone has the capacity to bring about all the changes we need — be overcome. Groups would then open themselves up to the possibility of dialogue and political negotiation so as to achieve the hoped for common objective by rational means. When our homeland is in danger, its needs must come before every party or group interest.

Sharing with the People

[61] Without denying its own identity — on the contrary, being most itself — the church offers the country the service of companionship and guidance in its aspirations to be a free and liberating people. In this way it can carry out the mandate that Jesus gave it to be light, salt, leaven, becoming more and more part of the people’s history, of its sorrows and hopes.

Liberating evangelization will be adapted differently when it is directed to the masses and when it is directed to the classes that run the country.

The Masses

[62] It is a defamation of the church when its preferential option for the poor is interpreted to mean blind partiality in favor of the masses and disrespect for the powerful classes. The church does not approve of the poor and the oppressed simply because they are poor and oppressed — though it cannot forget that the Redeemer himself offered the grace of redemption to them first of all. The church knows perfectly well that among those who lack material goods there is a great deal of sinfulness. It therefore makes every effort to see that persons are saved from their inveterate vices, many of which are fomented by our historical situation. In the name of the preferential option for the poor there can never be justified the machismo, the alcoholism, the failure in family responsibility, the exploitation of one poor person by another, the antagonism among neighbors, and the so many other sins that our survey pointed to strongly as being concurrent roots of this country’s crisis and violence.

[63] Without rationalizing that clearly wrong behavior of the masses, the survey also drew attention to great human and Christian values. The church holds these in high regard, and believes it to be its duty to strengthen and guide them in the spirit of the gospel and in the light of faith. One might single out among these values the spirit of service, of solidarity, of responsibility, the experience of love, of toil, of courage…. One of the most basic of these values is that sense of community by which Salvadorans can overcome their selfishness and their sterile divisions.

[64] In the present social and political conditions of this country, the evangelizing of the Salvadoran people cannot simply continue the tradition of preaching and encouraging en masse, or in a moralizing fashion. It has to pursue a personalizing education in the faith, one that forms, by means of small groups meeting for reflection, persons who take a critical stance vis-a-vis the world about them with criteria drawn from the gospel.

[65] Evangelization, here and now, has to defend and encourage the political and social organization of the great mass of rural and urban workers and their families. I thank God that in this task the church can already count upon well-qualified lay Christians to whom it offers, as Pope Paul VI said, the inspiration of faith, the motivation of fraternal love, a social teaching … [as] the foundation of [their] wisdom and [their] experience (Evangelii Nuntiandi, #38).

In my third pastoral letter I defended, by means of the church’s teaching, the right to form organizations, a right made sacred for Salvadorans in their country’s Constitution. It is not only a matter of rights. It is a necessity and an obligation if there is to come about a more just order that takes real account of the majority of the people of this country.

The church does not, therefore, regard it as a crime but rather as a duty to encourage and to guide Christians who have the ability to organize themselves, drawing members from the people and acting for the people. By reason of the same duty the church also denounces the sin of those organizations that turn politics into an absolute, thereby hindering the full development of the human person and showing disrespect for those Christian values that were the inspiration of many of those who belong to various organizations.

[66] The experience of recent years shows both the power of Christian values to animate popular organizations and the danger that organizations risk when they cease being animated by those same values. It is possible that popular organizations, with their political alliances, come to think that Christian values are no longer necessary for them, that they are self-sufficient in their task of giving the great mass of the people, and especially the campesinos, all that they need. It is even possible that they come to believe that they have the right to manipulate the church, the gospel, the faith, for the benefit, not of the ordinary people, but of their organizations. By so doing, however, they rob the salt and the leaven of the power that the gospel portions out so that the whole be not corrupted, and they display little respect for the deeply-held beliefs of many members of their organizations. It would be a mistake to oppose the driving force of political organizations to the driving force of the church. This would be to subordinate to the absolutization of a human organization the bringing into being in history of the kingdom of God.

The church, I must repeat, is pleased that in this country there are lay persons who are capable of politically organizing the masses. Vatican II itself recognizes the autonomy of temporal undertakings and values, such as political and organizational activities. The church therefore also reminds all of, and demands, its own proper independence and its transcendent identity, its apostolic mission in the midst of the temporal activities of men and women. It must not allow itself to be manipulated for any political purpose, although its apostolic mission obliges it not to abandon its specific mission as church to the political organizations. It will support them in what is just in their demands and, above all, it will defend their right to exist, which is based upon the legitimate human right to organize — a right so vulnerable to attack in our repressive environment.

The Elites

[67] With respect to the classes that have social, political, and economic power the church calls upon them, before all else, to be converted, to remember their very grave responsibility to overcome disorder and violence not by means of repression but through justice and the participation of ordinary people.

In a society such as ours, in which the majority have hardly anything, the privileged minority, separated as if by an abyss from all the rest, enjoys a standard of living similar to that which a few enjoy in the richest countries. They have, moreover, enormous power simply because our political organization is undemocratic. Would that they should favor social change rather than impede it, or violently resist it! They could do so out of self-interest, but especially because charity demands it. Charity consists not only in giving others what is their due, but even in giving them something that is one’s own. Would that they might honestly judge that this would be the best for everybody — including, in the long run, themselves and their children! Would that they might remember those words of Jesus, that they will be dealt with both in this life and the next according to the measure they have dealt out to others!

I realize that some terrorist activities induce a state of mind in the powerful that hardly favors serenity and reflection. But they ought to overcome that preoccupation and generously lay down the basis for a democratic evolution, so that the majority of the population may participate equitably in the national resources that belong to all. Thus the root cause of terrorist and all other unjust violence would be eradicated.

Puebla states:

It is of the utmost importance that this service to our fellow human beings take the course marked out for us by Vatican II: ‘The demands of justice should first be satisfied, lest the giving of what is due in justice be represented as the offering of a charitable gift. Not only the effects but also the causes of various ills must be removed. Help should be given in such a way that the recipients may gradually be freed from dependence on others and become self-sufficient’ (Puebla #1146, quoting Apostolicam Actuositatem, #8).

PART THREE: LIGHT ON SOME SPECIAL PROBLEMS

[68] In this third part I am going to propose clarification and guidance on violence, Marxism, and national dialogue.

Undoubtedly there are other problems that disturb consciences at this time of national crisis. But these three, together with the others upon which I have tried to throw light elsewhere in this letter, stand out in the reflections of our Christian communities. This reflection ought to continue in a dialogue between pastors and Christian communities because only in that way can we progress in throwing light, and guidance, on the many and varied subjects under discussion.

I beg those who are learned in these matters to study them and to pass on their thinking about them to others, so that they too may offer, at this critical period of research, a valuable service not only to the members of the church but to all persons of good will. It should help them clarify their own thinking, and to adopt positions that are tenable.

Violence

[69] I have spent a good time already, in the third part of my third pastoral letter, on the judgment of the church on violence. Here I am going to presuppose that summary of the church’s traditional moral teaching on violence. I only want to dig a little deeper, to bring those ideas up to date, given the escalation of the violence that casts a shadow over so many families in our homeland. Would that this reflection might persuade Salvadorans to lay unjust attitudes aside, and to get them, with sincere change of heart, to wash clean so many hands and consciences stained by social injustice and human blood!

Inspired by the gospel, the church feels itself driven to seek peace before all else. But the peace that the church urges is the work of justice (opus justitiae pax). Therefore its judgments on the violence that disturbs the peace cannot ignore the demands of justice. There are many different judgments, just as there are many different forms of violence. The church cannot state, in a simplistic fashion, that it condemns every kind of violence.

Structural Violence

[70] The church condemns structural or institutionalized violence, the result of an unjust situation in which the majority of men, women, and children in our country find themselves deprived of the necessities of life (cf. Third Pastoral Letter).  The church condemns this violence not only because it is unjust in itself, and the objective expression of personal and collective sin, but also because it is the cause of other innumerable cruelties and more obvious acts of violence.

More and more Salvadorans are learning the point that the deepest root of the serious evils that afflict us, including the renewed outbreak of violence, is this structural violence. It takes concrete form in the unjust distribution of wealth and of property — especially insofar as it includes landownership — and, more generally, in that amalgam of economic and political structures by which the few grow increasingly rich and powerful, while the remainder grow increasingly poor and weak (Puebla #1259).
Arbitrary Violence of the State

[71] The church likewise condemns the arbitrary and repressive violence of the state. We in El Salvador well know, as did Puebla, how any dissent against the present form of capitalism and against the political institutions that support it is repressed with ever increasing violence and ever greater injustice — inspired by the theory of national security. We also know how the majority of the campesinos, the laborers, slum dwellers, and others who have organized themselves to defend their rights and to promote legitimate structural changes are simply declared to be terrorists or subversives. They are therefore arrested, tortured, murdered, or they simply disappear — and all without reference to the law or to any judicial institution that might protect them or give them the chance to defend themselves and prove their innocence. Faced with this prejudicial and unjust situation, many have decided that they had no alternative but to defend themselves with violence. And recently they have encountered, in response, the arbitrary violence of the state.

Public authority certainly has the right to punish social disorder. But in order to do so there must be the intervention of a court of justice that gives the accused the chance to defend themselves and can declare the guilty worthy of punishment. Any other kind of sanction — arbitrary and repressive — is an abuse of authority.

Violence of the Extreme Right

[72] The church equally condemns the violence favored by right-wing gangs of terrorists. They go absolutely unpunished, which makes one suspect official connivance. They have cast their shadow over the country’s teachers, over the popular organizations, over political parties, and even over the church itself. Their intention, which they clearly cannot sustain indefinitely, is to try to uphold the unjust social order to which I referred above. Therefore they, more than anyone else, are involved in the injustice of the system.

Terrorist Violence

[73] The church also condemns the violence perpetrated by politico-military groups or individuals when they intentionally victimize innocent persons, or when the damage they do is disproportionate, in the short or medium term, to the positive effect they wish to achieve.

Insurrectional Violence

[74] On the other hand, Pope Paul VI’s encyclical Populorum Progressio, quoted at the Medellin assembly, takes up again the classic teaching of Catholic theology, according to which insurrection is legitimate in the very exceptional circumstances of an evident, prolonged tyranny that seriously works against fundamental human rights and seriously damages the common good of the country, whether it proceeds from one person or from clearly unjust structures (cf. Third Pastoral Letter). In addition, our own national constitution recognizes the right of just insurrection.

Violence of Legitimate Defense

[75] In the same class as legitimate insurrectional violence, we can place the violence of legitimate defense. This occurs when a person or a group repels by force an unjust aggression that they have suffered (Third Pastoral Letter).

These are the dangerous, violent forces that are aroused when changes in the structures of oppressive violence are delayed, and when it is believed that the structures can be kept in being through repressive violence.

Conditions for Legitimate Violence

[76] We must not forget the necessary conditions, which I recalled, in line with the church’s theology, in my third pastoral letter already quoted. For the violence of insurrection or of defense to be legitimate, it is required:

1) that the violence of legitimate defense not be greater than the unjust aggression (for example, if it is enough to defend oneself with one’s fists, then it is not permitted to shoot an aggressor);

2) that one resort to a form of violence, in proportion to the need, only after every other possible peaceful means has been tried;

3) that the violence used in defense not bring in retaliation an even greater evil than that being resisted.

In practice it is very difficult to take account of all these theoretical measures for the justification of violence. History has taught us how cruel and painful is the price of blood, and how difficult it is to repair social and economic damage caused by war. This is an opportune moment to recall that celebrated phrase of Pope Pius XII on war: Nothing is lost by peace, everything may be lost in war.

The most reasonable and effective thing for a government to do, therefore, is to use its moral and coercive force not to defend the structural violence of an unjust order, but to guarantee a truly democratic state, one that defends the fundamental rights of all its citizens, based on a just economic order. Only in this way will it be possible to make those instances distant and unreal in which recourse to force, by groups or by individuals, can be justified by the existence of a tyrannical regime and an unjust social order.

The Christian Is Peaceful, but Not Passive

[77] In this atmosphere of violence and of change in the country, how much to the point, and how valuable, have those guidelines become that Medellin expressed: The Christian is peaceful and not ashamed of it. He is not simply a pacifist for he can fight, but he prefers peace to war. He knows that violent changes in structures would be fallacious, ineffectual in themselves, and not conforming to the dignity of man (Medellin Documents, Peace, quoting Paul VI, homily, Bogotá, August 23, 1968).

Marxism

[78] The problem of Marxism is very complex. It is not dealt with simply by condemning it. Puebla itself teaches us to distinguish between Marxism as a dominant ideology for the whole of behavior, and collaboration with groups who share this ideology. Naturally if one understands by Marxism a materialistic, atheistic ideology that is taken to explain the whole of human existence and gives a false interpretation of religion, then it is completely untenable by a Christian. A Christian’s faith must guide his or her whole life, starting from the existence of God, toward a spiritual and eternal transcendence made possible in Christ through the Holy Spirit. These are two diametrically opposed interpretations of life.

But Marxism can also be understood in other senses. It can be understood as a scientific analysis of the economic and social order. Many in El Salvador, as elsewhere in Latin America, use this analysis as a scientific tool because, they claim, it in no way affects their religious principles. The magisterium of the church (in Octogesima Adveniens, for example), although it recognizes the distinction between Marxism as an ideology and as a scientific method, prudently warns of possible ideological risks.

Understood in terms of political strategy, many use Marxism as a guide in the struggle for socio-political power. Perhaps this aspect has in practice greater hidden dangers. Marxist political praxis can give rise to conflicts of conscience about the use of means and of methods not always in conformity with what the gospel lays down as ethical for Christians. Such political praxis can lead to the absolutization of popular political organizations. It can dry up the Christian inspiration of their members, and even cut them off from the church, as if the church had no right to exercise, from the perspective of its own transcendent ideology, a critical function in relation to political activities.

[79] So it is evident that we are here dealing with a complex concept. Many of our communities frankly admit that they have little knowledge about it, and ask for greater clarification. As a pastor, therefore, I beg all those skilled in this science to spread knowledge of it, along with Christian criteria. The topic is of absorbing interest to many, and worries a large number of Christians.

One could benefit in the meantime from studying sections 543-45 and 550-51 of the Puebla Final Document, and sections 69 and 71 of the conciliar constitution Gaudium et Spes.

[80] Moreover, although there may be very little scientific understanding of Marxism, it must not be forgotten that some anti-Marxist declarations and courses of action that Christians may make can turn into support for capitalism. Such is the situation in this country. And in concrete terms, capitalism is in fact what is most unjust and unchristian about the society in which we live. Fear of Marxism, says Puebla, keeps many from facing up to the oppressive reality of liberal capitalism. One could say that some people, faced with the danger of one clearly sinful system, forget to denounce and combat the established reality of another equally sinful system. We must give full attention to the latter system, without overlooking the violent and atheistic historical forms of Marxism (Puebla #92). The best way to defeat Marxism is to take seriously the preferential option for the poor.

National Dialogue

[81] A realistic national dialogue is a necessity for this country if it is to find a way out of its crisis. It is therefore, I believe, the right time to throw some light on this topic. And I have to begin by regretting that the government’s call for national dialogue has wasted a good opportunity, because it was not offered under acceptable conditions. From the start, therefore, that call met with a very cool public reception. There was criticism of the lack of confidence and of the lack of freedom to give voice to, on equal terms with the government, all the unrest and all the strong viewpoints held by Salvadorans.

[82] For genuine dialogue as a means of guiding us out of our present crisis, the following points seem to me essential:

1) There must be involvement of all social forces, or at least all those that have not gone underground. All have the right to speak and to be heard in this dialogue, and it should, in principle, be possible to reach agreement with all. But national dialogue would, on the contrary, become nonsense if it were to be reduced to a forum where were welcome only the views of the government’s friends and of those who, deep down, do not want profound change.

2) Another essential element of this dialogue is that an end be put to all kinds of violence. Dialogue searches for truth and justice by way of reason. It requires an atmosphere of confidence and serenity. This is especially pertinent to the government’s attitude. So long as there is violent and disproportionate repression of all public protest; so long as the present level of politically motivated murder continues; so long as persons disappear and there are political prisoners; so long as political, social, and religious leaders are banned from the country — it is absurd to talk about a dialogue. On these issues there is no room for dialogue. They are preconditions for dialogue.

One cannot simplistically point to the existence of terrorist groups as an argument for excluding certain opinions from the dialogue. As has already been pointed out when talking about violence, terrorism originates in a context of institutionalized violence. This situation strongly influences many to act violently in response to the continual, systematic oppression exercised by the groups in power — or at least it gives them a pretext for doing so. And the purpose of dialogue is precisely to rid the country of this root cause of violence.

Naturally terrorists, and all other partisans of a violent situation, must lay their attitude aside when they come up against a serious and sincere wish for dialogue. They must cooperate to create the atmosphere of serenity that is needed for realistic dialogue with a view to changing profoundly this country’s structures.

3) The chief topic of dialogue is to be reform and structural changes. I have to say it again: in order for repression to be eliminated, the roots that feed the violence in the social sphere, and which thus provoke the temptation to further acts of violence, must be attacked. National dialogue cannot be effectively brought into being unless there is some sign of a desire and a determination to approve the changes that might guarantee a better standard of living for all Salvadorans.

4) Another important topic for dialogue ought to be freedom to organize. Our natural inclination and Christian sensitivity make us prefer methods of achieving social justice that are based on organization of the people, in line with the principles of our Constitution, and eminently peaceable. I believe that trade unionism is a definite gain for the working classes in all democratic countries, and that it neither can nor should be rejected in El Salvador.

When taking part in national dialogue, employers ought to understand the logic and the justice of trade unionism. It has not arisen to do harm to business. We all depend on the national economy for our livelihood. Trade unionism has arisen to achieve a more equitable distribution of what is produced by capital and labor working together.

On the other hand, in order to be worthy participants in such a dialogue, the trade unions and the workers themselves must be conscious of the effectiveness of their organized forces. They must not allow themselves to fall into that same sin that they complain of in others — letting themselves be manipulated by interests far removed from those of the workers. Nor must they abuse the power that solidarity gives them by making exorbitant demands.

[83] As long as the national dialogue that we need does not come to pass, there is an even greater obligation upon citizens to contribute their opinions in the search for the guidance that our homeland needs, so that it may find once more the peace that it has lost. To gain it is its greatest glory, as our national anthem says.

For its part, our archdiocese offers the general force of this pastoral letter as a voice of the church in national dialogue. It repeats the offer, made once before, to put its modest means of social communication at the service of constructive points of view.

PART FOUR: PUEBLA’S PASTORAL APPROACH APPLIED TO THE ARCHDIOCESE

[84] I turn now very especially to my beloved pastoral co-workers — to the Priests, religious, and laity — because we have together to translate into real terms the valuable contribution the church offers the country at this time of crisis. Our situation, seen in the light of the church’s teaching that I have just been putting forward, shows us that our people in El Salvador, together with all the peoples of Latin America, are journeying amid anxieties and hopes, frustrations and expectations,” as Puebla puts it (Puebla #72).

Sharing Puebla’s concern, then, let us ask ourselves some questions. How has the church viewed this reality? How has the church interpreted it? Has the church been successful in finding some way to focus on it and clarify it in the light of the gospel? Has the church managed to discern which aspects of this reality threaten to destroy the human being, who is the object of God’s infinite love, and which aspects have been developing in line with God’s loving designs? How has the church been developing itself in order to carry out the saving mission that was entrusted to it by Christ, which is supposed to be implemented in concrete situations and reach out toward concrete human beings? What has the church done in the last ten years in the face of the changing reality around it?

Puebla says that these are the great questions that we, as pastors, ask ourselves … keeping in mind that the fundamental mission of the Church is to evangelize in the here and now with an eye on the future (Puebla #75).

In response to this grave questioning, let us renew our apostolic generosity in the direction of those steps toward which the spirit of Puebla also inspires us and which, thank God, coincide with efforts already being made in this archdiocese.

Attitude of Searching Here

[85] I am going to go back again over a problem already mentioned earlier in this letter: the pastoral need to adapt evangelization to the present circumstances of this country. Puebla notes the great changes in this sphere since only a short time ago:

The weight of tradition helped the communication of the Gospel. What was taught from the pulpit was zealously welcomed in the home and the school; and it was safeguarded and sustained by the social pressure of the surrounding milieu. Today nothing like that happens. The faith proposed by the Church is accepted or rejected with much more freedom and with a notably critical-minded sense. Even the peasants, who previously were isolated from contact with civilization to a large extent, are now acquiring this same critical sense. This is due to the ready contact with the present-day world that is afforded them, chiefly by radio and means of transportation; it is also due to the consciousness-raising efforts of pastoral agents (Puebla #76-77).

Hence, without failing into the sin of infidelity to our mission, we cannot remain unmoved before the demands of a world in a state of flux.

There are two important factors in the apostolate: the gospel message we preach, and the changing reality of peoples, times, and places in which the church finds itself, and where it has to fulfill its mission. Therefore we have to shake off our laziness and bring ourselves up to date, as far as we are able, with current theological thinking. And those of us who can do so have to spread that thinking of the church as far as possible with all available means. It is also necessary that, together with the universal church, we should go on, as Puebla tells us, acquiring an increasingly clear and deep realization that evangelization is its fundamental mission; and that it cannot possibly carry out this mission without an ongoing effort to know the real situation and to adapt the gospel message to today’s human beings in a dynamic, attractive, and convincing way (Puebla #85).

In this attitude of search, let us recall that the church is historical, that it is moving forward. It is not something fixed and determined. It does not have a closed system for interpreting the gospel, applicable to each epoch and every circumstance. The church is a pilgrim. The word of God is inexhaustible; it forever discloses new facets that have to be more deeply understood. So the church goes on evolving in the way it presents the unique message of the gospel, in keeping with the particular period in which it is living. We believe in the Lord of history, and in his Spirit who makes all things new.

The Preferential Option for the Poor

[86] Puebla continues:

The situation of injustice . . . forces us to reflect on the great challenge our pastoral work faces in trying to help human beings to move from less human to more human conditions. The deep-rooted social differences, the extreme poverty, and the violation of human rights found in many areas pose challenges to evangelization. Our mission to bring God to human beings, and human beings to God, also entails the task of fashioning a more fraternal society here. And the unjust social situation has not failed to produce tensions within the Church itself. On the one hand they are provoked by groups that stress the ‘spiritual’ side of the Church’s mission and resent active efforts at societal improvement. On the other hand they are provoked by people who want to make the Church’s mission nothing more than an effort at human betterment (Puebla #90).

The church of this archdiocese, thank God, has taken many sure steps in keeping with this meaning of the preferential option for the poor. From the time of my honored predecessor Archbishop Luis Chávez y González, who led the archdiocese wisely and firmly, the foundations were laid for an apostolate that took shape with a preference for the great mass of the dispossessed, the rural poor above all. And as evidence of his great catechetical work there still remain the radio schools for adult literacy, the cooperatives, and so on.

It is a deep satisfaction to me that Puebla said we were right in our apostolic labors, for some at home and abroad had interpreted them negatively. Pastoral documents on social justice, the creation of organizations to express solidarity with those who suffer, the denunciation of outrages, the defense of human rights, stimulating priests and religious to opt for the poor, supporting them sometimes to death in testimony of their prophetic mission, are all aspects mentioned by Puebla of an ecclesial apostolate in Latin America concerned about its fidelity to Christ. And that is what we are doing here, even at the risk of being unjustly interpreted.

I realize nonetheless that there is still much to be done. But here the remedy that Puebla stressed for unity is apropos — to take seriously the preferential option for the poor:

—Striving to understand and denounce the mechanisms that generate this poverty ((Puebla #1160).

—Uniting our efforts with those of people of good will in order to uproot poverty and create a more just and fraternal world (Puebla #1161).

—Supporting the aspirations of laborers and peasants, who wish to be treated as free, responsible human beings. They are called to share in the decisions that affect their lives and their future, and we encourage all to improve themselves (Puebla #1162).

—Defending their fundamental right to freely create organizations to defend and promote their interests, and to make a responsible contribution to the common good (Puebla #1163).

United in a Joint Apostolate

[87] Different situations require different responses, but all responses ought to converge upon fundamental options and common objectives, thus moving toward a combined apostolate. We must never think that the various responses, to which one single Spirit gives rise, as being at odds with one another. They have to be seen as complementary, and all beneath the watchful overview of the bishop, the person responsible for the apostolate in the diocese. Let us remember that the apostolate ought to be a joint response, and if it is not, then it is neither a pastoral response nor a response of the church.

I realize that the apostolate, the apostolic spirit, is the fruit of the Spirit, to whom persons generously respond. But just as a river has to be channeled if it is to irrigate the land better, so too the apostolate, which the Spirit promotes through a variety of charisms, needs to be planned and carried out as a whole if it is to serve the well-being of the mystical body of Christ. An apostolate without the apostolic spirit is a technique devoid of inspiration. An apostolate without pastoral planning becomes ineffective, it wastes itself. A united apostolate is at the same time a technique and a mystique.

This is Puebla’s guidance too: We assume the necessity of an organic pastoral effort in the Church as a unified source of dynamism, if it is to be effective in an ongoing way. This would include, among other things, guiding principles, objectives, options, strategies, and practical initiatives (Puebla #1222).

I want to refresh the memories of all pastoral ministers on options taken during the archdiocesan pastoral week, January 5 to 10, 1976, which have served to shape the pastoral approach during my episcopate, and which today can count on new backing from Puebla:

—The fundamental option for evangelization at every level; this is to be regarded as serious, urgent, and necessary.

—Renewal of all the means at our disposal for an adequate evangelization that will brook no delay, but neither will it tolerate superficiality.

—The urgent need to select, and adequately to form, pastoral workers, especially lay persons.

—Christian communities as the objective on the horizon, if we intend to revitalize the church.

—The creation and preparation of mechanisms to give dynamism to, and to put into execution, the options we have taken.

Pastoral Adaptation

[88] When I reflect on the fruit of pastoral experience, the unrest to which Christian communities draw attention, and the creative richness shown by the many new ways found to embody the message, I am urged to put great emphasis on what I want to call pastoral adaptation. To explain this I am going to distinguish between three types of apostolate:

1) The mass apostolate, which refers to extensive evangelization.

2) An apostolate for basic Christian communities or small groups, in the sense that they are sign, leaven, salt, and light. This refers to intensive evangelization.

3) An apostolate of companionship or following, which refers to a personal or group apostolate faced with the diversity of concrete options that Christians can take, as the faith demands for the urgent changes needed in society to make it more human and more Christian.

The Mass Apostolate

[89] Nothing derogatory is meant by the idea of a mass apostolate. It envisions extensive evangelization. The masses do not have to go on being treated as faceless. The apostolate has to find precise ways of giving all Christians a critical outlook, an ability to value themselves as persons, made to the image of God, in control of their own destiny. The mass apostolate ought to be a liberating response by the church, helping the masses to become a people, and helping a people to become the people of God.

As Puebla puts it:

Like the Church as a whole, the religion of the people must be constantly evangelized over again … Evangelization will be a work of pastoral pedagogy, in which the Catholicism of the common people is assumed, purified, completed, and made dynamic by the Gospel … Guided by the light of the Holy Spirit and imbued with ‘pastoral charity,’ the agents of evangelization will know how to elaborate a ‘pedagogy of evangelization.’ Such a pedagogy demands that they love the people and be close to them; that they be prudent, firm, constant, and audacious. Only then can they educate this precious faith, which is sometimes in a very weakened state (Puebla #457-458).

The evangelization of the people is a slow, but forward-moving, process. It demands in every pastoral worker creativity, imagination, respect in the way things are put so as not to hurt others’ feelings. But at the same time it has to be staunch in its criticism of abuse. This apostolate takes great patience. Jesus himself compares the kingdom to a mustard seed. The sower waits while it germinates, grows, flowers, bears fruit. It is not up to us to accelerate the stages of this evangelization. God can do so if he thinks fit. He can convert, in an instant, the persecutor Saul into the apostle Paul. But we have to wait for the normal process. And this will not always be easy.

I therefore urge pastoral workers to evaluate, honestly and sincerely, all the forms of mass apostolate that they use to embody the liberating message of Christ among the people: the use of churches, processions of faith, slogans, and so on, so that they neither stagnate nor fall into abuses.

The Apostolate of Basic Christian Communities

[90] One can say of the apostolate of basic Christian communities that it has undergone modification and development according to the times and places in which it operates. But the direction and the purpose remain the same: to form groups of Christians committed to the church and committed, as is the church, to their respective societies.

Puebla says of the basic Christian community:

[it] brings together families, adults, and young people, in an intimate interpersonal relationship grounded in the faith. As an ecclesial reality, it is a community of faith, hope, and charity. It celebrates the Word of God and … it fleshes out the Word of God in life through solidarity and commitment to the new commandment of the Lord; and through the service of approved coordinators, it makes present and operative the mission of the Church and its visible communion with the legitimate pastors. It is a base-level community because it is composed of relatively few members as a permanent body, like a cell of the larger community (Puebla #641).

To live in community is not a matter of choice but of calling. Christianity demands, by its calling, the formation of community. Christianity cannot be thought of except in terms of relationships with other persons, brothers and sisters in whom we make real the comradely love that we preach. There is nothing in revelation about the de facto forms that communities should take. Canonical religious communities are not to be regarded as revealed models of community. It is the particular moment in history, the particular place in which they operate, that should give the precise shape to communities, as the occasion demands. This is where the theology of charisms fits in.

On the formation of Christian communities, moreover, one has to keep in mind what Evangelii Nuntiandi says to us, and what I myself had to say in my third pastoral letter:

1) Their encounter with Christ. There has to be a living out of the values of the gospel and of Christianity: faith, hope, love, prayer, the sacraments, the word of God — a living out that, at the moment when Christians realize what their options are, convinces them that evangelical virtues are true and effective.

2) Their encounter with the church. This entails a full understanding of the mission that they have as Christians and as church, and their relationship to other communities in the parish, in the vicariate, in the diocese. The basic Christian community is part of the Church, it is not the whole church. The Christian community, the parish community, the diocesan community, the universal community — all these have Christ at their center, visible in the person of the pope, the bishop, the pastor.
3) Their encounter with the world. A basic Christian community is not an end in itself. If it were to become such, it would cease being leaven, cease being church, and become a sect. The purpose of the Christian community is to spread the kingdom of God. It cannot put itself forward to groups of Christians as a place of peaceful refuge that separates them off from the world. It is a deepening, and an intensification of their commitment. That is what the gospel means when it uses the symbolism of leaven, salt, and light. One cannot imagine that yeast would fulfill its function if it were not within the dough it had to leaven, or if salt were not in the food to which it had to give flavor, or if light were not in the place it had to illuminate.

[91] Let us not forget what Puebla says about giving dynamism to apostolic movements, to parishes, to basic Christian communities, and to active Catholics in general, so that they may be leaven more wholeheartedly (Puebla #462).  We must give them a genuine missionary spirit.

On the other hand the dynamic to which Puebla drew attention — popular religion and the people’s natural desire to achieve its own liberation — ought to find within the basic Christian communities its true worth and purification. The basic Christian communities, as Puebla says, embody the Church’s preferential love for the common people. In them their religiosity is expressed, valued, and purified; and they are given a concrete opportunity to share in the task of the Church and to work in a committed way for the transformation of the world (Puebla #643).

We are well aware that when Christians assume their role of adults in the faith to a greater degree, and become co-responsible for the progress of the church, even more conflicts with parish priests and with ecclesiastical authorities will occur, because some officials will not want to move forward at the same pace as the church of today, and because they will see their authority questioned by the criticism and evaluations made of them. Even in these cases, of course, the good Christian has to be mindful of the supreme values of charity and unity.

The Apostolate of Companionship

[92] By the apostolate of companionship or following I understand the personal evangelization of those individual Christians, or groups of Christians, who have made the concrete political option that, they believe in good conscience, represents the historical commitment of their faith. In this sense there are many options, charisms, and callings facing a Christian conscience, and a pastor has to respect, scrutinize, and guide consciences by the light of the Spirit.

In my third pastoral letter I spoke of the proliferation of popular political organizations as a new phenomenon to which the church must respond. We are now confronted, as a logical result of this proliferation, with the particular choices made by Christians and groups of Christians. It is not only that evangelization has a dimension that touches on politics; politicization is reaching out to our Christian communities, which often become standard-bearers for political groups.

[93] I am not speaking of a politicized apostolate but rather of an apostolate that has to guide, in accordance with the gospel, the consciences of Christians within a politicized environment. Political life, like all human activity, needs pastoral guidance. Our situation is made all the more difficult when many Christians, in an environment as politicized as the one in this country, choose their political options before finding their identity as Christians.

It is here, in order to respond to the challenge of the entirety of this complex situation, that the church requires a special kind of apostolate, one that I call an apostolate of following or companionship, one that breaks out of the already well-known molds of the mass apostolate and of the apostolate of small groups. About this Puebla says:

Speaking in general, and without distinguishing between the roles that may be proper to its various members, the Church feels it has a duty and a right to be present in this area of reality. For Christianity is supposed to evangelize the whole of human life, including the political dimension. So the Church criticizes those who would restrict the scope of faith to personal or family life; who would exclude the professional, economic, social, and political orders as if sin, love, prayer, and pardon had no relevance in them. The fact is that the need for the Church’s presence in the political arena flows from the very core of the Christian faith. That is to say, it flows from the Lordship of Christ over the whole of life. Christ sets the seal on the definitive brotherhood of humanity wherein every human being is of equal worth: ‘All are one in Christ Jesus’ (Puebla #515-516; quoting Galatians 3:28)

[94] There are several requirements for this apostolate — so urgently needed in our circumstances of political and social crisis — that are essential if it is to be effective. Some of them are:

—A great spirit of prayer and discernment before taking action.

—A great clarity and firmness about the criteria and the values of the gospel and a search for greater knowledge about more uncertain issues, such as the relationship between faith and politics, commitment in faith, commitment in history, Christianity and ideology, violence, and so on.

—A great respect for the diversity of choices and charisms that the one Spirit can give rise to so that human history itself becomes the history of salvation. A great mental and spiritual purity is needed if we are to rid ourselves of personal prejudices against individuals or institutions. I am not talking about pressuring persons to join political organizations, or about pressuring them to leave organizations or to abandon the choices they have made. Rather we want to help them evaluate and question their choices, from the perspective of gospel values. This evaluation and questioning can be about their own personal behavior, about the criteria of the group, about the consequences of their actions, about the very complexity of politics. For politics is much wider and more complicated than can be encompassed by one’s personal or a group’s options.

–A great spirit of commitment and sacrifice. I realize that this kind of apostolate will entail risks, criticisms, and false accusations. But I believe it is necessary because the times require it.

—A deep sense of hierarchical order and of teamwork. Although encouraging priests in this kind of apostolate, and pledging them my support and understanding, I beg them, for the honor of our church and the good of the people, never to take it up lightly, or for personal reasons, or by pure chance, letting themselves be dragged into it by the force of events, generously perhaps, but at times ingenuously or imprudently. They should rather associate themselves with an overall plan, in communion with their bishop, so that they can be part of the response of the church and as representatives of the church.

CONCLUSION

A Local Church in Communion with the Universal Church

[95] I have tried to portray, from a pastoral point of view, the situation of crisis that exists in our beloved country. I have also tried to delineate the service that our church could and should render as part of the effort that all active forces in our homeland could and should render. Within the open and frank dialogue that this country needs with such tragic urgency, this pastoral letter, written under the guidance of the magisterium of the popes and of the Latin American church gathered at Puebla, and with valuable contributions made by our local communities, represents the sincere view of our archdiocese.

Whether it is heeded or not, as pastor of the archdiocese this pastoral letter gives me the satisfaction of having made an effort to unite in it the real purposes that inspire what is called the pastoral approach of the archdiocese. To the universal church I offer it in filial devotion, as a contribution from one local church to the renewal that Vatican II began, and to which Medellin and Puebla gave concrete shape for the church in Latin America.

This gives me the opportunity of thanking persons for the many signs of support and solidarity that have come from different parts of Latin America, and from the world at large, support for the pastoral effort being made by our archdiocese from episcopal conferences, from cardinals, archbishops, bishops, priests, religious communities, and the laity, from ecumenical and secular organizations, and from individuals. I give thanks to the Lord, who is the only one who can comprehend the magnitude of this demonstration of the catholicity of the church and of universal human sentiment, which give proof of the authenticity of one local church.

Presentation of the Puebla Document to the Archdiocese

[96] As I said at the beginning, the central purpose of this pastoral letter has been officially to present to the archdiocese the document of the third conference of Latin American bishops gathered at Puebla. And in presenting it, making it the basis for all my commentary, I am calling upon all priests, religious, and lay persons that we day by day assimilate it better, coming to know it more fully and putting it increasingly into practice, so that the holy father’s desire, expressed in his letter of approbation, may be fulfilled in the archdiocese.

In the joint magisterium of the Puebla Final Document the experience of so many pastors who, in Latin America, live in circumstances similar to those of El Salvador teaches us how to analyze our situation and how to offer to this country in its hour of crisis the specific contribution of the church.

To be sure, these guidelines should not be thought of as closed to the creativity and originality of the various churches of Latin America. Their splendor is to be found in the different visages they present, deriving from the diversity of their own histories and problems. They offer us the surest path for our own creativity: they teach us to be always the one church of Christ within the unique framework of our own Salvadoran history.

The Divine Savior: Beginning and End of Our Apostolate

[97] The foundation for all our work of evangelization is the mystery of Christ that we preach, the mystery that was so clearly revealed, in a way that can never be equaled, in the theophany commemorated by our titular feast. It has the certification of the Father, who presents Christ to us as the one and only Savior of the world. He alone is the way forward toward the true liberation of Salvadorans and of El Salvador: Listen to him.

The church is his body in history. We shall be more the church, and offer a better specific contribution from the church for the liberation of our people, the more we identify ourselves with him, and the more we are docile instruments of his truth and his grace.

The Final Ecstasy of Paul VI and the Point of Departure for John Paul II

[98] It is opportune and pleasing to recall, exactly a year after his death, that this was the final testimony of his holiness Paul VI. This humble pope put his brilliant talents at the service of Christ. Therefore, during his pontificate, he was able to present to the world the shining glory of a church that, in the midst of today’s formidable conflicts, did not lose its identity and continued to be a pillar of truth. His last angelus message, which he was not able to recite in this world, was the final ecstasy of his life taken up by Christ in the theophany of that August 6. His successor John Paul II guides us along the same lines, and the title of his first encyclical, Redemptor Hominis, suggests an entire program for the modern apostolate.

Mary, Mother of the Church and Mother of America

[99] I could not end this reflection on what the church can offer this country at its time of crisis without mentioning that most tender and most beautiful aspect of its involvement: Mary, mother of Christ, mother of the church, mother of America. Puebla, too, gave a rich interpretation of the role of Mary in the church’s work of liberation, and of her providential presence in the devotion of our peoples.

The church, in its Latin American apostolate, has become increasingly convinced that it cannot ignore this devotion of the people to the Virgin Mary if it wants its apostolate among the people to be effective. Of this Marian devotion Puebla says that it is a vital, concrete experience in the history of Latin America; it is part of the innermost ‘identity’ of the Latin American peoples (Puebla #283, quoting John Paul II’s homily in Zapopán, #2).

The evangelical service and the liberating force that the church, together with Mary, offers to our country was described by Paul VI in words that find a timely echo. She is, he said, a strong woman who knew poverty and suffering, flight and exile. Such situations can hardly escape the attention of those who wish to corroborate the liberating efforts of human beings and society with the spirit of the Gospel (Marialis Cultus, #37, quoted in Puebla, #302).   And John Paul II recalled how in the Magnificat Mary is depicted as the model for all those who do not passively accept the adverse circumstances of personal and social life and who are not victims of ‘alienation,’ as the expression goes today, but who instead join with her in proclaiming that God is ‘the avenger of the lowly,’ and will, if need be, depose ‘the mighty from their thrones’ (Homily in Zapopán, quoted in Puebla #297)

A Blessing with Optimism and Enthusiasm

[100] And so, with this Marian reflection, and in the midst of a crisis that brings despair to many and affliction to all, we feel that the feast of our Lord’s transfiguration invites us to hope for the transfiguration of our homeland, placed as it is under the special protection of the divine Savior of the world.

With Puebla’s filial optimism I can say, as I give my blessing to the archdiocese: This is Mary’s hour, the hour of a new Pentecost. She presides over this hour with her prayers as the Church, under the influence of the Holy Spirit, initiates a new stage on its journey. On this journey we pray that Mary may be ‘the star of a continually renewed evangelization’ (Puebla #303, quoting Paul VI, Evangelii Nuntiandi, #82)

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Third Pastoral Letter – The Church and Popular Political Organizations

To our beloved brothers and sisters, the auxiliary bishop of San Salvador, the priests, religious, and laity of the archdiocese of San Salvador and the diocese of Santiago de María; to you and to all men and women of good will: the peace of Jesus Christ, our divine Savior.

IN THE LIGHT OF THE TRANSFIGURATION, AND OF THE MEMORY OF PAUL VI

We, the archbishop of San Salvador and the bishop of Santiago de Maria, had already been thinking of sending this pastoral letter to our dioceses to mark our return from our ad limina visit to Rome and as an act of homage to our divine Savior on our patronal feast of the transfiguration.

Never did we imagine, however, that the sudden death of his Holiness Paul VI, now of happy memory, would give both these events a new significance. Who could have imagined the eloquent coincidence of Paul VI’s death and our own titular feast of the transfiguration! The final message of his lucid teaching — the short address he had written to be read at the angelus of August 6 — now becomes for us a cherished family heirloom because it was inspired by the divine Patron of El Salvador: That body transfigured before the astonished gaze of his disciples, his Holiness said, is the body of Christ our Brother, but it is also our body summoned to glory. The light that floods over it is, and will be, our share in that inheritance of splendor. We are called to share this glory because we are sharers in the divine nature.  From this vision of transcendence that illuminated the last day of his mortal life, the pontiff turned his gaze back to earth in anxious concern for the poor. And he made an appeal to the world for social justice as he reflected that economic and social circumstances would prevent many from enjoying a well-earned rest during the traditional summer holidays.

Our audience with the supreme pontiff of the Church, together with his wise pastoral advice, gained, through his death, the solemn character of a last testament. The same pattern of turning toward the absolute and eternal, together with a concern for the ordinary needs of our people, confirmed our episcopal service when, on that unforgettable June 21, he spoke to us with the tenderness of a father. He was already aware of the approach of death, but he spoke with the firmness and clarity of a prophet who had long known, and known well, the historical situation of El Salvador. He exhorted its pastors to guide and strengthen its people along the paths of justice and love for the gospel. We feel, then, that the light with which our letter seeks to illuminate the pathway for our dioceses is the true light of the gospel and of the Church’s magisterium. We feel that the transfiguration of Christ, which, in a great pope’s last hour, illuminated the divine vocation of men and women and exposed the unjust inequalities of this world, has the strength and brightness to offer us — through an analysis of the events that are threatening to drown us in a sea of bitterness and confusion — an effective answer to the questioners who look to us for a way out of the difficult situation through which the country is currently passing.

In Accord with the Universal Magisterium

The Father offers us the divine Transfigured One as the Son in whom he is well pleased and tells us to listen to him as Savior and Teacher of the world.

The Church, which is the extension of the teaching and salvation of Christ, would be wrong to remain silent when faced with concrete problems. The testimony of the Second Vatican Council, always the point of reference for the teaching of Pope Paul VI; its application to Latin America through the documents of Medellin; the recent popes, many Latin American episcopates, and our own tradition in the Church of El Salvador, show us that the Church has always made its presence felt when society clearly seemed in a sinful situation (Medellin Documents, Peace, #1), in need of the light of the word of God and the word of the Church in history. This prophetic mission of the Church in defense of the poor, who have always had a special place in the heart of the Lord (cf. Evangelii Nuntiandi, #12), numbers among its apostles in Latin America such men as Fray Antonio de Montesinos, Fray Bartolomé de Las Casas, Bishop Juan del Valle, and Bishop Antonio Valdivieso who was assassinated in Nicaragua because of his opposition to the landowner and governor, Contreras.

To these eloquent testimonies of the Church, both universal and local, we join today our own humble voice. In obedience to the exhortation of his Holiness, we hope that it will serve to guide and encourage the beloved people we serve as pastors.

Our True Intention

We realize that we risk being misunderstood or condemned, through malice or naivety, as inopportune or ignorant. It is, however, our honest intention to dispel the inertia of the many Salvadorans who are indifferent to the suffering in our land, especially in rural areas. It is true that there is some awareness in society of the plight of urban workers and of independent merchants harassed by acts of arson, and even of the crowded slums and shantytowns. Nevertheless we are concerned about the indifference shown by many urban groups to rural hardship. It seems to be accepted as inevitable that the majority of our people be weighed down by hunger and unemployment. Their sufferings, injuries, and deaths seem to have become routine. They no longer make us ask Why is this happening? What should we do to avoid it? How can we answer the question the Lord put to Cain, What have you done? Listen to the sound of your brother’s blood, crying out to me from the ground (Genesis 4:10).

The Duty and Danger of Speaking Out

It is also our intention to clarify yet again the attitude of the Church to human situations that, by their very nature, involve economic, social, and political problems. The Church is meddling in politics, we keep hearing, as if that were proof that it had abandoned its mission. And the Church is also misrepresented and slandered in order to discredit and silence it because the interests of a few are not compatible with the logical consequences that follow from the Church’s religious and evangelical mission in the human, economic, social, and political spheres.

The Church’s prophetic mission in the world is also mentioned on our patronal feast day when Peter, who was a witness of the transfiguration, compares it to a lamp for lighting a way through the dark (2 Peter 1:19), something to which Christians ought to pay attention if they are not to be seduced by cleverly invented myths and the opinions of this world (2 Peter 1:16).

We are well aware that what we have to say, as with every attempt to sow the seed of the gospel, will run the risk of the seed in the parable of the sower: there will be those, even those of good will, who will not understand, because the misery of the poor and, above all, of the campesinos is remote from them and tragically forms a part of the history of their country to which they have become accustomed. There will also be those who will look without seeing and listen without hearing or understanding (Matthew 13:14). There will be those, too, who prefer the darkness to the light because their actions are evil (John 3:19). However, thank God, we are sure we can also count on some honest and brave souls who will be ready to draw near to the light, who will not conform themselves to this world (Romans 12:2), and who will cooperate in the birth pains of a new creation (Rom. 8:22).

Two Themes: Popular Organizations and Violence

The situation in our country and the questions of our Christians, especially of rural worker families, make it our duty to clarify as far as possible these two problems: the problem of what are called popular organizations, which should perhaps be given a name that more accurately reflects their nature and aims, and the problem of violence, which is daily in greater need of the distinctions and classifications of sound Christian moral teaching.

We shall, therefore, divide our pastoral letter into three parts: (1) the situation of popular organizations in El Salvador; (2) the relationship between the Church and popular organizations; (3) the Church’s teaching on violence.

Our Limitations Necessitate Dialogue

Because these problems have assumed a new form, we understand the disquiet that causes many, particularly campesinos, to ask: What are we to make of these popular organizations, which are independent of the government, especially when, alongside and bitterly antagonistic toward them, government organizations are growing up? Does being a Christian mean one has to join some popular organization seeking radical changes in our country? How can one be a Christian and accept the demands of the gospel and yet join some organization that neither believes in nor has sympathy with the gospel? How ought a Christian to resolve the conflict between loyalty to the gospel and the demands of an organization when it may not be in accordance with the gospel? What is the relationship between the Church and these organizations?

On the question of violence, Salvadorans are asking where, in the situation of our country, the line should be drawn between what is and is not permissible in the light of the law of Christ. As pastors, we have a duty to give a Christian answer, an answer of the Church, to these problems that trouble so many consciences. We are, however, also aware of our limitations. Vatican If recognized them when it warned the laity not to think that pastors are always such experts, that to every problem which arises, however complicated, they can readily give a concrete solution (Gaudium et Spes, #43).

Although the problems we shall address are old ones, they have often taken quite new forms in the recent history of our country. Therefore, because of the novelty of the subject and the natural limitations of its authors, our pastoral letter quite deliberately offers no more than the Christian principles on which a solution must be based. It is a call to the whole people of God to reflect on these matters in local Churches, in communion with their pastors and with the universal Church, in the light of the gospel, and in fidelity to the true identity of the Church.

This is not an attempt to evade the seriousness of the problem. We are following the spirit of the Church’s magisterium, which Paul VI in his letter Octogesima Adveniens, defined as follows: It is up to the Christian communities to analyze with objectivity the situation proper to their own country, to shed on it the light of the Gospel’s unalterable words, and to draw principles of reflection, norms of judgment, and directives for action from the social teaching of the Church. …  It is up to these Christian communities, with the help of the Holy Spirit, in communion with the bishops who hold responsibility and in dialogue with other Christians and all men and women of good will, to discern the options and commitments that are called for in order to bring about the social, political, and economic changes seen in many cases to be urgently needed (Octogesima Adveniens, #4).

In order to make community reflection easier, we are offering, in a separate pamphlet, three clarifying notes. They are not integral parts of the text of this letter, but simply additional notes intended to arouse thought and to stimulate study. They deal with (1) the national context in which the Church fulfills its mission; (2) the word of God on human misery; (3) the most recent teaching of the Church. One can find fault with these notes; nonetheless we think the study of them very useful if the problems touched on in this letter are to be better understood in relation to the situation in this country, and from a biblical and ecclesial perspective. For it is only by listening, starting from the facts and their analysis, to the cries of the poor, and by hearing the word of Jesus and of his Church, that we can find a solution, and a pastoral response, to the problems we are going to discuss.

For this reflection we also recommend that you keep in mind the first two pastoral letters of the archbishop of San Salvador, The Easter Church and The Church, the Body of Christ in History. These focus explicitly on the nature and mission of the Church, to both of which we shall make reference only when it is essential to our central theme.

PART ONE:
THE SITUATION OF POPULAR ORGANIZATIONS IN EL SALVADOR

Within the context of our national situation, the proliferation of popular organizations is one of those phenomena of which Vatican II makes mention when, calling upon Christians to reflect and discern, it says: The People of God …  motivated by this faith, labors to decipher authentic signs of God’s presence and purpose in the happenings, needs, and desires in which this People has a part along with other men of our age (Gaudium et Spes, #11).

In this pastoral letter we have no intention of studying the origins, history, and objectives of these organizations. We want simply, in this section, to restate the right to organize and to denounce the violation of that right in our country. In the next section we shall deal with the relationship between the Church and the popular organizations.

The Right to Organize

The United Nations’ Universal Declaration of Human Rights, to which this country is a signatory, and article 160 of our Constitution, proclaim the right of all citizens to assemble and to form associations.

This right, whose proclamation is one of the achievements of our civilization, has been repeatedly affirmed by the Church: From the fact that human beings are by nature social, said Pope John XXIII in the encyclical Pacem in Terris, there arises the right of assembly and association (Pacem in Terris, #23). The Second Vatican Council reminded us once again that among the basic rights of the human person is to be numbered the right of freely founding labor unions. . . . These should be able truly to represent [workers] (Gaudium et Spes, #68). For our own continent Medellin recalled that in the intermediary professional structure the peasants’ and the workers’ unions, to which the workers have a right, should acquire sufficient strength and power (Medellin Documents, Justice, #12).

The Violation of This Right in El Salvador

Unfortunately there is an enormous difference between legal declarations and reality in our country. Various political, trade union, worker, rural, cultural, and other associations do exist here. Some of them enjoy legal recognition, others do not. Some of them — with or without legal recognition — are able to function freely, others are not. However, we do not now want to concentrate on the legal aspect of formal recognition. We are more interested in examining the practical freedom of any human group to exercise its natural right of association and the support and cooperation it can expect from an authority genuinely concerned with the common good whereby men, families, and associations more adequately and readily may attain their own perfection (Gaudium et Spes, #74). 

It is here, faced with the absence of this real freedom, that we have to denounce the violation of this human right of association proclaimed by our Constitution and by an international declaration of human rights accepted by our country.

We note, specifically, under this heading, the following three abuses:

Discrimination among Citizens

The first conclusion of any impartial analysis of the right of association must be that groups in agreement with the government or protected by it have complete freedom. Organizations, on the other hand, that voice dissent from the government-political parties, trade unions, rural organizations — find themselves hindered or even prevented from exercising their right to organize legally and work for their aims, just though these may be. It is, then, a situation in which the fundamental right mentioned above is violated.

Harm Done to the Majority

This discrimination results in yet another violation of our democratic rights — for let us not forget that the meaning of the Greek word demos is the totality of the citizens. It is a fact, and one for which there is daily fresh evidence, that economically powerful minorities can organize in defense of their interests and very often to the detriment of the great majority of the people.

They can mount publicity campaigns, even in opposition to the government; they can influence important items of legislation, as in the case of agrarian reform and the Law for the Defense and Guarantee of Public Order. By contrast, other groups among the mass of the people meet only difficulties and repression when they try, in an organized way, to defend the interests of the majority.

This situation inflicts at least two serious injuries on our people; it infringes upon their dignity, their freedom, and their equal right to participate in politics and it leaves without protection those who need it most. The aspiration to equality and the aspiration to participation [are] two forms of human dignity and liberty, said Pope Paul VI in Octogesima Adveniens (#22).  There is indeed, in this state of affairs, a blatant inequality between citizens as regards participation in politics depending on whether they belong to the powerful minority or to the poor majority, and whether or not they enjoy official approval.

With regard to the lack of protection for those who need it most, let us recall that, as we said in our message of January 1, historically, genuine laws were made to protect the weakest, those who, without the law, are prey to the powerful. The protection of the weakest was also the historical origin of the different groupings among the majority, the modern unions of urban and rural workers. What forced them to unite in the first place was not just their civil right to participate in the political and economic management of their country, but the simple basic need to survive, to exercise their right to make their conditions of life at least tolerable. It is here, in this basic exigency, that the need for legislation and the need for organization coincide. The absurd response to this basic need is — without any attempt to distinguish between true and false — indiscriminate repression. Clandestine forces of subversion is the term used to describe those who are trying to improve society and its laws, so that its benefits and ideals do not exclude those who also contribute to producing the wealth — great or little — of the country.

Conflict among Campesino Groups

Though we do not want to go into great detail, we cannot at this point ignore the tragedy in this country of organizations, composed mainly of campesinos, at odds with one another. Recently they have even engaged in violent conflict. It is not — solely or ultimately — ideologies that have divided them and brought them into conflict.

The members of these organizations do not, for the most part, think differently about peace, work, or the family. The most serious aspect of the situation is that rural Salvadorans are being divided by the very thing that most deeply unites them: the same poverty, the same need to survive, to give something to their children, to provide bread, education, and health care for their families.

What is happening is that, in order to escape from their common poverty, some are corrupted by the benefits offered by pro-government organizations. In return they are employed in various repressive activities that regularly include informing on, threatening, kidnapping, torturing, and even, in some cases, killing their fellow campesinos. Others, active in organizations independent of the government or opposed to it, strive to find more satisfactory ways of escaping their precarious situation. Finally special attention should be paid to those groups of Christian communities that have so often been the target of misrepresentation and manipulation. These groups meet to reflect on the word of God, which, if it is a word incarnate in real situations, always awakens the Christian conscience to its duty to work for a more just society through the various political choices suggested by that faith and conscience.

Why the Right to Organize and Why Especially for the Rural Poor?

It is very sad to have to present to the divine Patron of our nation on this titular feast a rural population that, paradoxically, is organized to divide and destroy itself. So, thinking for the moment chiefly of the campesinos, and recalling the fundamental right of all men and women to organize, we invite you to lift your minds and hearts to our divine Savior. He is the ultimate basis of all the rights and all the duties that regulate human relationships.

He is not a God of death or of fratricidal confrontation. He did not give us a social nature so that we should destroy ourselves in mutually hostile organizations, but so that we could complement our individual limitations with the strength of all, united in love. Under the law of his justice and his commandment of love, human rights ought to be exercised in such a way that they do not become the cause of fratricidal strife. The right to organize is not absolute: it does not make unjust ends or methods legitimate. It is a right to join forces in order to achieve, by just means, ends that are also just and conducive to the common good.

The right to organize must be exercised on the basis of the dignity of the individual. The criterion for organizing, whether at the political, cultural, or trade union level, is the defense of legitimate interests, whether or not they are contained in a specific piece of legislation or an interpretation of it.

Again, in regard to the right to organize, we uphold the national Constitution when it recalls the limits imposed by morality and rejects anarchical theories of the use of rights. Our intention, in demanding that the right of association be enjoyed by all Salvadorans, with particular emphasis on the rural population, is certainly not to defend terrorist groups or support anarchist movements and irrational, subversive ideologies. We have in the past often denounced the fanaticism of violence or class hatred, and we have reiterated the principle of the Christian moral teaching that the end does not justify criminal means and that there is no freedom to do evil. We therefore defend the right to make just demands and denounce the dangerous and evil-minded oversimplification that seeks to misrepresent them and condemn them as terrorism or unlawful subversion.

No one dare take away, least of all from the poor, the right to organize, because the protection of the weak is the principal purpose of laws and of social organizations.

That is why we have said that we want, in this letter, to stress the right of campesinos to form organizations. They are the ones who, today, encounter the greatest difficulty in exercising this right.

Historically, poor land-workers are the class with which society has least concerned itself. Pope John XXIII, who was never ashamed of his poor, rural origin, advocated the changes necessary so that poor land-workers no longer regard themselves as inferior to others (Mater et Magistra, #125).  And he warned that farmers should join together in fellowships. . . . For today it is unquestionably true that the solitary voice speaks, as they say, to the winds (Mater et Magistra, #146). 

The Second Vatican Council reminded us that poor land-workers do not simply want better living conditions but also to take part in regulating economic, social, political, and cultural life.  During his journey to Colombia, Pope Paul VI solemnly affirmed to the campesinos of Mosquera, You are aware of your needs and your sufferings, and, like many others in the world, you are not going to accept that these conditions continue forever without being able to bring about the needed remedies. He reminded them that they belong to the human family without discrimination, to the fellowship of humankind (August 1968).

Medellin reemphasized this right (cf. Medellin Documents, Justice, #11-12) and it has been reiterated since then by several Latin American hierarchies: Colombia, July 1969; Honduras, January 1970; Peru, December 1975; and others. Our own episcopal conference has also spoken out clearly in defense of the campesino right of association. In line with the position taken up by our own hierarchy, we have no hesitation in reaffirming the right of men and women living in the countryside to form associations, and, indeed, encouraging the formation of such associations. In so doing we do not speak, as pastors, with a particular political view but with the Christian view that the poor should have sufficient strength not to be the victims of the interests of a minority, as they have been in the past.

Medellin made it quite clear that, in the particular situation of Latin America, it is an eminently Christian task and, therefore, part of the pastoral policy of the Latin American hierarchy to encourage and favor the efforts of the people to create and develop their own grassroots organizations for the redress and consolidation of their rights and the search for true justice (Medellin Documents, Peace, #20-27).

PART TWO: THE CHURCH AND THE POPULAR ORGANIZATIONS

A New Problem

Our subject here is not the attitude of the Church to the different political parties: that has already been examined and is well known. The issue is how the Church should see and perform its particular mission within the process of organization that is now taking place at such speed among the people, primarily among the rural poor. It might well be thought that this proliferation of popular organizations is for us one of the signs of the times that challenge the Church to exercise its power and duty of discernment and guidance in the light of the word of God that has been given to it to be applied to the problems of history.

We have already said that there is a new challenge here, not only for the Church, but also for the organizations themselves and society in general. Therefore common reflection, with the help of the Holy Spirit and in communion with the bishops responsible, as recommended in the passage quoted above from Paul VI’s Octogesima Adveniens, will be a sure path to understanding and to keeping an evangelical balance between the identity and duty of the Church and the social and political concerns of the people. We shall first make three statements of principle and then apply them to our situation.

Three Statements of Principle

We can consider the relationship of the Church to the popular organizations at two different levels, practical and theoretical.

At the practical level, much depends on the de facto historical situation. That is to say, when the Church has to make judgments or advise people looking for guidance based on the gospel about immediate political commitments, the Church must study each situation from a pastoral point of view, show respect for the rightful plurality of solutions, and not identify itself with any one of them, because the Church has to respect the freedom to make specific political choices.

At the theoretical level, in regard to the relationship between the Church and any organization that has as its objectives social and political justice, we want to lay down three principles.

The Church’s Own Nature

The first principle we take as it stands from the Second Vatican Council:  Christ, to be sure, gave his Church no proper mission in the political, economic, or social order. The purpose which he set before it is a religious one. But out of this religious mission itself come a function, a light, and an energy which can serve to structure and consolidate the human community according to the divine law (Gaudium et Spes, #42).

These more religious aspects of the mystery of the Church can be studied in the archbishop of San Salvador’s first two pastoral letters. They are not the main subject of this one, although we have them very much in mind in order to maintain the true nature and mission of the Church in its relationship with other human organizations.

In his exhortation Evangelii Nuntiandi, Paul VI describes the two chief religious bonds that give cohesion and its own particular style to the community that is the Church: Those who sincerely accept the Good News, through the power of this acceptance and of shared faith, therefore gather together in Jesus’ name in order to seek together the Kingdom, build it up and live it. They make up a community which is in its turn evangelizing. . . . Such an adherence, which cannot remain abstract and unincarnated, reveals itself concretely by a visible entry into a community of believers. Thus those whose life has been transformed enter a community which is itself a sign of transformation, a sign of newness of life: it is the Church, the visible sacrament of salvation. But entry into the ecclesial community will in its turn be expressed through many other signs which prolong and unfold the sign of the Church. In the dynamism of evangelization, a person who accepts the Gospel as the Word which saves normally translates it into the following sacramental acts: adherence to the Church, and acceptance of the Sacraments, which manifest and support this adherence through the grace which they confer (Evangelii Nuntiandi, #13, 23).

Thus, one must not lose sight of this specific task of the Church: evangelization. The word of God creates a Church community united in itself and with God by means of sacramental signs, chief of which is the Eucharist. This is why the council said that the Church is in Christ like a sacrament or as a sign and instrument both of a very closely knit union with God and of the unity of the whole human race (Lumen Gentium, #1).

However, on accepting this word of God, Christians find that it is a living word that brings with it awareness and demands. That is to say, it makes them aware of what sin and grace are, and of what must be resisted and what must be built up on earth. It is a word that demands of our consciences and of our lives not only that we judge the world by the criteria of the kingdom of God, but that we act accordingly. It is a word of God that we must not only hear but put into practice.

This is what the Church has been doing in its pastoral work: gathering men and women around the word of God and the Eucharist. We cannot give up the right to do this. It is a duty demanded of us by the very nature of the Church. To this level of pastoral work belong our attempts to set up and encourage basic ecclesial communities. These are the organized communities that arise around the word of God, a word that brings persons together, makes them aware, and makes demands upon them, and around the Eucharist and the other sacramental signs, to celebrate the life, death, and resurrection of Jesus, celebrating at the same time our human effort to open ourselves to the gift of a greater humanity. Of these basic ecclesial communities Paul VI said:  They spring from the need to live the Church’s life more intensely, or from the desire and quest for a more human dimension such as larger ecclesial communities can only offer with difficulty. . . . These communities will be a place of evangelization, for the benefit of the bigger communities, especially the individual Churches.  And … they will be a hope for the universal Church (Evangelii Nuntiandi, #58).

These communities have to be maintained and strengthened because they are the vital cells of the Church. They embody the whole concept of the Church and its unique mission. Pastors and lay ministers must take care that this identity and mission be maintained in all its purity and autonomy so that these communities are not confused with other organizations and, above all, are not manipulated by them.

It is very important that pastors and others engaged in pastoral work should keep in mind the comments of Paul VI and the other bishops at the 1974 Synod of Bishops when they pointed out dangers that were likely to turn these communities aside from their ecclesial pursuits and evangelical objectives. We want to draw particular attention, in line with our theme, to the warning not [to] allow themselves to be ensnared by political polarization or fashionable ideologies, which are ready to exploit their immense human potential (Evangelii Nuntiandi, #58).

The Church is also fully aware, through its own experience, that the typical ecclesial community can also arouse in Christians an explicitly political vocation. We have said that the word of God, which nourishes the ecclesial community, is a word that makes persons aware and makes demands upon them, and that this word must not only be heard but also put into practice. This demand and action in response to it can awaken political commitment in a Christian. Moreover, Vatican II states: Great care must be taken about civic and political formation, which is of the utmost necessity today for the population as a whole, and especially for youth, so that all citizens can play their part in the life of the political community. Those who are suited or can become suited should prepare themselves for the difficult, but at the same time, the very noble art of politics, and should seek to practice this art without regard for their own interests or for material advantages (Gaudium et Spes, #75).

However, when political vocations appear in the ecclesial community, the Church has no special role in determining the specific means to be chosen to achieve a more just society. While respecting the autonomy of politics, it will continue to maintain its own properly ecclesial character as outlined above.

The Church at the Service of the People

The second principle that we must lay down is that the Church has a mission of service to the people. Precisely from its specifically religious character and mission come a function, a light, and an energy which can serve to structure and consolidate the human community according to the divine law (Gaudium et Spes, #42).

It is the role of the Church to gather into itself all that is human in the people’s cause and struggle, above all in the cause of the poor. The Church identifies with the poor when they demand their legitimate rights. In our country the right they are demanding is hardly more than the right to survive, to escape from misery.

This solidarity with just aims is not restricted to particular organizations. Whether they call themselves Christian or not, whether they are protected by the government, legally or in practice, or whether they are independent of it and opposed to it, the Church is interested only in one thing: if the aim of the struggle is just, the Church will support it with all the power of the gospel. In the same way it will denounce, with bold impartiality, all injustice in any organization, wherever it is found. By virtue of this service that it is the Church’s duty to render, through its faith, to the thirst for justice, it was stated at Medellin that the direction to be taken by pastoral policy in Latin America was to encourage and favor the efforts of the people to create and develop their own grassroots organizations for the redress and consolidation of their rights and the search for true justice (Medellin Documents, Peace, #27).

The Church is well aware of the complexity of political activity. However, and we repeat it, it is not, nor ought it to be, an expert in this sort of activity. Nevertheless it can and must pass judgment on the general intention and the particular methods of political parties and organizations, precisely because of its interest in a more just society. The economic, social, political, and cultural hopes of men and women are not alien to the definitive liberation achieved in Jesus Christ, which is the transcendent hope of the Church (Evangelii Nuntiandi, #29-36).

No less can the Church shirk the task of defending the weak and those in real need, whatever the nature of the groups or individuals who support their just causes. As Paul VI remarked:  It is well known in what terms numerous bishops from all the continents spoke of this at the [1974] synod, especially the bishops from the Third World, with a pastoral accent resonant with the voice of the millions of sons and daughters of the Church who make up those peoples. Peoples, as we know, engaged with all their energy in the effort and struggle to overcome everything which condemns them to remain on the margin of life: famine, chronic disease, illiteracy, poverty, injustices in international relations and especially in commercial exchanges, situations of economic and cultural neocolonialism sometimes as cruel as the old political colonialism. The Church, as the bishops repeated, has the duty to proclaim the liberation of millions of human beings, many of whom are its own children — the duty of assisting the birth of this liberation, of giving witness to it, of ensuring that it is complete. This is not foreign to evangelization (Evangelii Nuntiandi, #30).

In this service of solidarity with the just causes of the poor, we have not forgotten the duties of the poor themselves and the demands on them to show respect for others. When we have mediated in conflicts, when we have denounced attacks on dignity, life, or liberty, and on other occasions when we have shown this solidarity, we have always tried to be just and objective and we have never been moved by, nor have we ever preached, hatred or resentment. On the contrary, we have called for conversion. We have pointed to justice as the indispensable basis of the peace that is the true objective of Christians. Among its services to the people the Church has performed countless works of charity for the welfare and Christian education of the poor, works that give the lie to those who accuse it of only agitating and never acting.

The Role of the Struggle for Liberation in Christian Salvation

This is the third principle that, at the theoretical level, guides our reflection on relations between the Church and popular organizations. These organizations are forces for the achievement of social, economic, and political justice among the people, especially among the rural poor. The Church, as we have said, fosters and encourages just attempts at organization and supports whatever is just in their demands. The Church’s service to these legitimate efforts for liberation would not, however, be complete if it did not bring to bear on them the light of its faith and its hope, and point out their place in the overall plan of the salvation brought by our Redeemer, Jesus Christ.

The overall plan of the liberation proclaimed by the Church:

1) involves the whole person, in all dimensions, including openness to the absolute that is God, and to that extent it is linked to a certain understanding of human nature — an understanding that cannot be sacrificed to the demands of any particular strategy, tactic, or short-term expedient;

2) is centered on the kingdom of God and, although its mission is not limited to religion, it nevertheless reaffirms the primacy of humanity’s spiritual vocation and proclaims salvation in Jesus Christ;

3) proceeds from a scriptural vision of human nature, is based on a deep desire for justice in love, implies a truly spiritual dimension that has as its final aim salvation and happiness with God;

4) demands a conversion of heart and mind, and is not satisfied with merely structural changes;

5) and excludes violence, considering it unchristian and unscriptural, ineffective and out of keeping with the dignity of the people (cf. Evangelii Nuntiandi, #33-37).

If the Church, in its support for any group in its efforts to achieve liberation in this world, were to lose the overall perspective of Christian salvation, it would lose its fundamental meaning. Its message of liberation would no longer have any originality and would easily be open to monopolization and manipulation. . . . It would have no more authority to proclaim freedom as in the name of God (Evangelii Nuntiandi, #32).

On the other hand, by cultivating faith and hope in this overall plan of Christ’s salvation, the Church preaches the real reasons for living, and it puts forward the most solid grounds possible to help persons become aware of themselves as truly free and ready to work with serene confidence for the liberation of the world. Acting in this way the Church is trying more and more to encourage large numbers of Christians to devote themselves to the liberation of men. It is providing these Christian ‘liberators’ with the inspiration of faith, the motivation of fraternal love, a social teaching which the true Christian cannot ignore and which he must make the foundation of his wisdom and of his experience in order to translate it concretely into forms of action, participation, and commitment (Evangelii Nuntiandi, #38).

The Charism of Paul VI

To end this statement of principles, which should help us to understand more readily the relationship that should exist between the Church and organizations working for social justice, our thoughts turn once more in grateful reverence to the memory of Pope Paul VI. We give thanks for the charismatic clarity of his teaching and for the pastor’s love he showed for us, the people of El Salvador.

His teaching, endowed with a remarkable ability to explain the theology of the Church’s relationship with the world, has clarified our own reflections. It has led us forward, guiding us by means of many documents on social and ecclesiological questions. We invite the whole community of our dioceses to join us in our reflections so that our teaching, commitment, and action in this delicate area may be more precise.

The pastoral love that the pope enjoined on us as his last wish for El Salvador quickens our pastoral instincts in our desire to reach a balanced understanding of and support for the justice that our people is seeking with eagerness and hope.

Application of the principles

Using the three ecclesiological criteria explained above, we are in a position to judge the relationship of  the Church to the social groups that organize to struggle for justice in the political sphere.  From these principles we should be able to work out what these organizations can hope for, or even demand, from the Church in accordance with its missions and what cannot be expected because it is outside the Church’s competence.

Let us therefore continue our dialogue by applying the principles to various problems presented by the Church’s relationships with the popular organizations.

A Relationship of Origination

Some Popular organizations are known to be of Christian inspiration and even have names that reflect it. Their historical origin is closely linked with the life and activity of some Christian community. This fact, which is not exclusive to our period or our country, has been maliciously distorted here to the point of identifying the Church with certain popular organizations. The Church has been held responsible for the particular means chosen by these organizations with full autonomy and on their own responsibility to achieve their aims.

We have already explained that this relationship of origination is possible and natural when we talked about the power of the word of God, which nourishes the Christian faith of the ecclesial community, to awaken consciousness and make demands. In many campesinos this word has encouraged the parallel growth of an active awareness of both faith and the justice that faith demands, and this may also lead to a political calling.

Faith and Politics: United but not identified

This is where the problem arises: faith and politics ought to be united in a Christian who has a political vocation, but they are not to be identified. The Church wants both dimensions to be present in the total life of a Christian and has emphasized that faith lived out in isolation from life is not true faith. However, one also has to be aware that the task of the faith and a particular political task cannot be identified. Christians with a political vocation should strive to achieve a synthesis between their Christian faith and their political activity, but without identifying them. Faith ought to inspire political action but not be mistaken for it.

It is important to be very clear about this when the same persons who belong to ecclesial communities also belong to popular political organizations. If they do not bear in mind this distinction between the Christian faith and their political activity, they can fall into two errors: they can substitute for the demands of the faith and Christian justice the demands of a particular political organization, or they can assert that only within a particular organization can one develop the requirements of Christian justice that spring from the faith.

What can and what cannot be demanded of the Church?

Thus, when Christians organize themselves into any sort of association, be it political party, trade union,  or popular organization, they ought to be well aware of precisely what belongs to the realm of the faith and what to the realms of politics, and respect the autonomy of each.  A political organizations ought to have a clear notion of what can be asked, or even demanded of the Church, and of what cannot be demanded, because it would be asking for something the Church cannot give and would be seriously compromising the legitimate autonomy of politics.

What we have said to clarify the nature and mission of the Church also makes clear what any organization, Christian in inspiration or not, can ask of the Church.  It can expect the Church to advocate civil rights, such as the right of association, the right to strike, the right to demonstrate, and the right to free speech.  No organization, even if Christian in inspiration or name, can, however, require that the Church as such or any feature or activity clearly recognizable as ecclesiastical (such as religious ceremonies, preaching, processions, etc.), be turned into direct means of propaganda for political ends.  We have already said that the Church, for its part, is always ready to make use of the only power it possesses — the power of the gospel — to throw light on any kind of activity that will be establish justice.

Loyalty to the Christian faith

This brings us to another problem that we want to delineate as clearly as possible.  To struggle for justice in a popular organization it is not necessary either to be a Christian or explicitly to accept faith in Christ.  One can be a good politician or work hard to bring about a more just society without being a Christian, provided that one respects, and take account of, the human and social value of the individual.

Those, however, who claim to be Christians, and who organize as such, have the duty of confessing their faith in Christ and, in their social and political activity, of using methods that are consonant with their faith.

We well understand that at times it is difficult to distinguish what is specifically Christian from what is not. And Christianity, being a historical religion, meets new situations that require new answers. Hence it is understandable that confusion arises in a new situation. One thing must, however, be quite clear: that what is final and absolute for a Christian, even for one involved in political activity, has to be faith in God and the need to achieve justice according to the norms of the kingdom of God.

We also understand that political activity tends to absorb, indeed to monopolize, a person’s interest. This is a perfectly normal phenomenon of human enthusiasm. However, there arises at times a tension between two loyalties, loyalty to the faith and loyalty to the organization. At times it will not be easy to live out this tension. Here too, as with everything that is new, it will be necessary to learn by trial and error. It is, however, our pastoral duty, even taking into account the difficulties we have outlined, to remind you that, however great this tension between the two loyalties, the final and definitive loyalty of a Christian can never be to a human organization, no matter what advantages it may offer, but to God and to the poor, who are the least of the brethren of Jesus Christ. .

Authenticity, not manipulation

We therefore urge Christians who belong, organization with just social, political, and economic aims to profess their faith openly so that they can grow in it. Yet, in their theoretical convictions and concrete applications, they must not fall into the temptation of pride and intransigence, as though the legitimate political choice to which their faith has led them were the only way of working whole-heardedly for justice.

We also remind them of the duty of expressing their faith in loyal solidarity with the Church and openness to the transcendence of God through the sacramental signs of his grace, through prayer and meditation on the Word of God.  This is the only way to ensure that a commitment to justice and the Christian political vocation grow in tandem.  This mutual interaction between an explicit faith and dedication to justice will be the guarantee that one’s faith is not vain, but is accompanied by works, and at the same time that the justice one is seeking is indeed the justice of the kingdom of God.

However, if some Christians, their Christian faith to take up a stance in favor of the poor, sadly nave come to lose that faith and now think it useless, we urge them to be sincere and not to exploit the faith, which they no longer share, in order to achieve political objectives, no matter how just.
Not Every Christian Has a Political Vocation

A Christian cannot be forced to join a specific political party or organization. It must be remembered, on the one hand, that every human activity has, and cannot avoid having, political repercussions in the broad sense and so constitutes an inescapable degree of political involvement, a certain capacity for deciding between different political courses and, above all, a strong critical sense. On the other hand, it must be remembered that not every Christian has a political vocation —that is to say, the qualities and the desire necessary to fight for justice by specifically political means.

There are other means of carrying on this struggle — for example, by education for liberation (Medellin), or by evangelization aware of human rights and the process of the liberation of peoples (cf., Evangelii Nuntiandi, #30, 31).

Politics, as a vocation, as a legitimate human and Christian dimension of life, has no right to be considered the only possible way to perform the inescapable duty of every Salvadoran to work for the establishment of a more just order in our country.

We are not saying this to encourage inactivity or idleness, but so that all of you will think about your vocation to devote your life to the service of others.
Clergy and Laity in Collaboration with the Hierarchy

We now want to address ourselves to our beloved clergy and to those respected lay persons who, like the clergy, work closely with the hierarchy and therefore need a special commission or authorization that makes them, through this work, to some degree representatives of the teaching and ministry of the Church among the people.

It is with great joy that we affirm that the work of our clergy and laity is daily becoming more involved with, and committed to, the cause of our divine Pastor, and of the world in which we live. Our pastoral activity is becoming continually more aware of the total liberation demanded of us by the gospel, and by the authoritative teaching of the bishops of the universal Church and that of the Latin American bishops assembled at Medellin.

It is becoming increasingly clearer that the call to conversion addressed to all is more effective and authentic when it follows the gospel strategy of taking the good news of salvation first to the poor, while reminding them too of the demands of their conversion (Luke 4: 1 8).

This is our pastoral approach. It received its most authoritative and direct support from Paul VI’s Evangelii Nuntiandi and its practical application to our dioceses in the San Salvador pastoral week (January 5-10, 1976). We cannot stray from this approach without being unfaithful to our consciences, to the hopes of the people, and, above all, to the word of the Lord.

For this reason we urge our beloved clergy and laity to guard the evangelical purity of this approach and, in guarding it, not to be afraid of the boldness it will often demand of us. We well understand the risks involved in this purity and boldness. It is normal, and indeed frequently happens, that priests and their closest lay collaborators, precisely because they want to preach a realistic and committed gospel, should have a keen awareness of political problems and, as citizens, should feel more drawn toward one political party or popular organization than to another. Likewise it is understandable that, when they are asked, they will work to guide, in a Christian perspective, the political activities of Christians striving for justice. It is, however, our duty to remind them that, in whatever priestly or pastoral work they are asked to perform by individuals, political parties, or other organizations, they should make it their first concern to be animators and guides in faith and in the justice that faith demands in accordance with the general Christian principles we have already dwelt on.

This is the priceless, necessary, and irreplaceable service we have to offer the world. In dealing with the detailed problems resulting from day-to-day political activity, politicians and experts are usually better qualified to make analyses and suggest solutions. In any case, the priest’s task is to provide the stimulus that comes from the Spirit of the Lord. This must be related to actual situations but it must also be an authentic stimulus in faith. The priest’s main task is to keep alive the gospel standards of thought and action, to remind the faithful, as Jesus did, of the love of the Father for all, and to urge them on to follow Jesus in implanting the kingdom of God on earth. The fulfillment of this task will always be partial and limited, but the inspiration and help that a priest can give toward it will be of immeasurable value for the faith of the whole Church. It will bring together, without identifying the two or reducing one to the other, the dimension of faith and the need for justice. It will ensure — so we believe as Christians — that real advances in justice are in accordance with God’s plan, without which no social progress can be genuine or lasting.

If, in an exceptional case, a priest were asked to work more closely in the political process — and the case would be exceptional because the priest would be acting in a supplementary role that has nothing to do with the normal vocation and ministry of a priest — it would be for the bishop, after a frank discussion with the priest in the light of faith, to make a Christian judgment on the apostolic value of the work in question.

Lay persons who have been taken into the service of the Church by reason of a special hierarchical commission — catechists, celebrants of the word, and others — must not forget that this makes them conspicuous representatives of the hierarchy and of its ministry and teaching. Just as priests and bishops ought to be, so too are they a sign of the unity of all the Church’s children, in the local and in the universal Church. This responsibility, which gives them a leading and unifying role within the people of God, ought to make them careful about sympathizing with, or joining, any popular organization. If playing an active role within an organization deprives them of the credibility and efficiency among the people of God that they need for pastoral work, then there is a strong pastoral reason why they ought, after serious reflection before the Lord, to choose between the two activities.

Non-Christian Organizations

Our reflections on the Church and popular organizations have so far been concerned chiefly with organizations that are professedly Christian. We have not, however, forgotten that many of our Salvadoran brothers and sisters are active in organizations that do not profess to be Christian. Much of what has already been said about Christian organizations in their relationship with the Church is equally true of non-Christian organizations. The fundamental criteria have already been stated: support for the human right of association, especially when the situation in the country leads one to think of such organizations as among the most important means for establishing justice; support also for the freedom that every individual has to make their own choices and not be forced to join this or that group; support for the just ends of any organization; support for the autonomy of the political and social activities of organizations, just as the Church requires any person or organization to respect the autonomy of its own nature and its mission, and not to use it or subordinate it to the aims of some other organization. The Church also has the right and duty to exercise, in relation to any organization, Christian or not, its prophetic function of encouraging what is in keeping with the revelation of God in the gospel and of denouncing all that is in contradiction to this revelation and constitutes the sin of the world.

There is, however, a further connection, more fundamental and based on faith, between the Church and popular organizations even if they do not profess to be Christian. The Church believes that the action of the Spirit who brings Christ to life in human beings is greater than itself. Far beyond the confines of the Church, Christ’s redemption is powerfully at work. The strivings of individuals and groups, even if they do not profess to be Christian, derive their impetus from the Spirit of Jesus. The Church will try to see them in this way in order to purify them, encourage and incorporate them, together with the efforts of Christians, into the overall plan of Christian redemption.
We are well aware that, despite our intentions and all our efforts to provide adequate guidance to the political dimension of the faith of our brothers and sisters, especially of the rural population, there are still many questions waiting to be answered. Much thinking remains to be done. We must do it together, pastors and people of God, never separated from our union in Christ. We must do it in the light of our faith and of the social situation of our country.

PART THREE:
THE JUDGMENT OF THE CHURCH ON VIOLENCE

In connection with the subject of popular organizations, the problem of violence arises spontaneously because, in the efforts of these groups to obtain their social, political, and economic objectives, violence is often regarded as a suitable means. That is why our pastoral mission now obliges us to offer principles from the Church’s moral teaching to guide the thinking of our communities.

We shall consider the following points: (1) different types of violence; (2) the Church’s moral judgment on violence; (3) its application to the situation in El Salvador.

The Reality and the Ideal

How painful it is to have to offer to our divine Savior, together with the hopeful prayers of his people gathered together in the light of his transfiguration, the horrifying spectacle of the situation in our country, stained as it is with so much blood, so many attacks on the dignity, the liberty, and even on the lives of our citizens. We live, nationally, in an explosive situation, heavy with the fruits of violence. We often see demonstrations end with the shedding of the blood of the demonstrators and sometimes of members of the security forces. In many places recently, especially in the countryside, there have been violent conflicts, sometimes on the scale of a military operation, extending over wide areas. There are many households that grieve for the victims of kidnappings, murder, torture, threats, arson, and so on.

In this situation, where consciences can lose all sensitivity, we have to go on repeating, even if we are a voice crying in the wilderness, no to violence, yes to peace.

The Church is quite clear about this ideal, no matter how much calumny and persecution may have tried to distort its message: We forcefully reaffirm our faith in the productiveness of peace — this was the voice of the Latin American episcopate at Medellin — this is our Christian ideal … not hate and violence, but … the strong and peaceful energy of constructive works (Medellin Documents, Peace, #15, 19).

Today, in this pastoral letter, we are also fulfilling the final charge laid upon us by Paul VI at the audience during our ad limina visit of June 2 1, 1978. He urged us to show pastoral solidarity with our fellow Salvadorans. He spoke of their efforts to obtain justice and charged us to guide them in the path of a just peace, and to help them resist the easy temptation of violence and hatred.

Different Types of Violence

However, although it is easy enough to put forward the ideal of peace, it is much less easy to deal with the reality of violence, which, historically, seems inevitable so long as its true causes are not eliminated. Normally speaking, and save in pathological cases, violence is not part of human nature. Persons do not find self-fulfillment in humiliating, harming, kidnapping, torturing, or killing others. Violence has other roots, which have to be exposed. To do that we must analyze the different types of violence along the lines suggested by the bishops of Latin America at Medellin.

Institutionalized Violence

The most acute form in which violence appears on our continent and in our own country is what the bishops of Medellin called institutionalized violence (Medellin Documents, Peace, #16). It is the result of an unjust situation in which the majority of men, women, and children in our country find themselves deprived of the necessities of life.

This violence finds expression in the structure and daily functioning of a socioeconomic and political system that takes it for granted that progress is impossible unless the majority of the people are used as a productive force under the control of a privileged minority. Historically we come across this sort of violence whenever the institutional structures of society operate to the benefit of a minority or systematically discriminate against groups or individuals who defend the true common good.

Those responsible for the institutionalization of violence, and for the international structures that cause it, are those who monopolize economic power instead of sharing it, those who defend them through violence and all those who remain passive for fear of the sacrifice and personal risk implied by any courageous and effective action (Medellin Documents, Peace, #17, 18). This institutionalized violence is firmly and dramatically a fact of life in our country.

The Repressive Violence of the State

Alongside institutionalized violence there frequently arises repressive violence — that is to say, the use of violence by the state security forces to contain the aspirations of the majority, violently crushing any signs of protest against the injustices we have mentioned.

This is a real form of violence. It is unjust because through it, the state, acting from above and with all its institutional power, defends the survival of the prevailing socioeconomic and political system. It thus prevents the people from having any real chance of using its fundamental right to self-government — the people being the ultimate source of political power to find a new institutional road toward justice.

Seditious or Terrorist Violence

There is another dangerous kind of violence that some call revolutionary, but which we prefer to describe as sedition or terrorism, for the word revolutionary does not always have the pejorative sense we intend here. We are talking of the violence that Paul VI referred to as the explosive revolutions of despair (Bogota, August 23, 1968, quoted in Medellin Documents, Peace, #17). This form of violence is usually organized and pursued in the form of guerrilla warfare or terrorism and is wrongly thought of as the final and only effective way to change a social situation. It is a violence that produces and provokes useless and unjustifiable bloodshed, abandons society to explosive tensions beyond the control of reason, and disparages in principle any form of dialogue as a possible means of solving social conflicts.

Spontaneous Violence

We call violence spontaneous when it is an immediate, not a calculated or organized, reaction by groups or individuals when they are violently attacked in the exercise of their own legitimate rights in protests, demonstrations, just strikes, and so on. In being spontaneous and not deliberately sought, this form of violence is marked by desperation and improvisation, and so cannot be an effective way of securing rights or bringing just solutions to conflicts.

Violence in Legitimate Self-Defense

Violence can also be used in legitimate self-defense, when a group or an individual repels by force the unjust aggression to which they have been subjected. This violence seeks to neutralize, or at least to bring under effective control — not necessarily to destroy — an imminent, serious, and unjust threat.

The Power of Nonviolence

To complete this classification of violence it is only right to include the power of nonviolence, which today clearly has its own eager students and followers. The gospel’s advice to turn the other cheek to an unjust aggressor, far from being passivity and cowardice, is evidence of great moral strength that can leave an aggressor morally defeated and humiliated. The Christian can fight, but prefers peace to war, was what Medellin said about this moral force of nonviolence (Medellin Documents, Peace, #15).

The Church’s Moral Judgment on Violence

While we were making our ad limina visit, the Osservatore Romano, the semiofficial mouthpiece of the thinking of the Holy See, published a valuable article entitled The Democratic State and Violence (June 23, 1978). We believe it will be helpful to make use of its arguments to bring up to date the Church’s traditional teaching on violence, of which the bishops at Medellin also spoke.

Recourse to violence, remarked the paper, is a sad habit of humankind, and is one of the most obvious signs both of the imperfection that is part of human nature anywhere and under any system, and also of the constant need to start again from the beginning the work of personal perfection and of social improvement to contain and control the instincts that keep on reappearing in human life and lead to the struggle of person against person.

However, despite the fact that the Church thinks of any sort of violence as a sign of the imperfection that is part of human nature, and despite the fact that it continually emphasizes its preference and its love for the ideal of peace, the Church makes a different judgment on different types of violence. That judgment can range from prohibition and condemnation to acceptance in certain conditions. We shall now recall some moral principles that should bind the conscience of any honorable person:

1) The Church has always condemned violence pursued for its own sake, or wrongly used against any human right, or used as the first and only method to defend and advance a human right. Evil may not be done to promote good.

2) The Church allows violence in legitimate defense, but under the following conditions: (a) that the defense does not exceed the degree of unjust aggression (for example, if one can adequately defend oneself with one’s hands, then it is wrong to shoot at an aggressor); (b) that the recourse to proportionate violence takes place only after all peaceful means have been exhausted; and (c) that a violent defense should not bring about a greater evil than that of the aggression — namely, a greater violence, a greater injustice.

3) Because it is the root of greater evils, the Church has condemned institutionalized violence, repressive violence by governments, terrorist violence, and any form of violence that is likely to provoke further violence in legitimate self-defense.

4) The Medellin document on peace, quoting a text from Paul VI’s encyclical Populorum Progressio, mentions the legitimacy of insurrection in the very exceptional circumstances of an evident and prolonged tyranny that seriously works against fundamental human rights and seriously damages the common good of the country, whether it proceeds from one person or from clearly unjust structures. It immediately goes on, however, to warn of the danger of occasioning, through insurrection, new injustices …  new imbalances … new disasters — all of which would justify a condemnation of insurrection (Medellin Documents, Peace, #19).

5) For this reason too the Church has taught — and the present situation gives tragic relevance to this teaching — that a government ought to use all its moral and coercive power to guarantee a truly democratic state, one based on a just economic order, in which justice, peace, and the exercise of every citizen’s fundamental rights are defended. So the government ought to strive to make increasingly hypothetical and unreal the situation in which recourse to force by some individuals or groups can be justified by the existence of a tyrannical regime in which the laws, the institutions, and the government, instead of recognizing and promoting fundamental liberties and other human rights, tread them underfoot, reducing their citizens to the condition of an oppressed people (Osservatore Romano, June 23, 1978).

6) The Church prefers the constructive dynamism of nonviolence: The Christian is peaceful and not ashamed of it . . . not simply a pacifist, for he can fight, but prefers peace to war. [The Christian] knows that violent changes in structures would be fallacious, ineffectual in themselves, and not conforming to human dignity (Medellin Documents, Peace, #15).

Application to the Situation in El Salvador

From this general teaching of the Church on violence, we put forward the following applications and guidelines for the situation in our dioceses.

Believe in Peace

We proclaim the supremacy of our faith in peace and we appeal to everyone to make determined efforts to secure it. We cannot place all our trust in violent methods if we are true Christians or even simply honorable persons.

Work for Justice

The peace in which we believe is, however, the fruit of justice: opus iustitiae pax. As a simple analysis of our structures shows and as history confirms, violent conflicts will not disappear until their underlying causes disappear. To that extent, as long as the causes of our present distress persist, and as long as the powerful minority persists in its intransigence and refuses to accept even the smallest changes, there will be renewed outbreaks of violence. Further use of repressive violence will unhappily do nothing more than increase the conflict and make less hypothetical and more real the situation in which recourse to force, in legitimate self-defense, can be justified. We therefore regard as a most urgent task the establishment of social justice.

Every individual has the potential for a healthy degree of aggression. It is an endowment by nature to enable persons to overcome the obstacles in their lives. Courage, boldness, and fearlessness in taking risks are notable virtues and values among our people. They have to be built into society, not to put an end to lives but so that law and justice may be achieved for all, and especially for those who today are most cut off from their benefits.

Reject the Fanaticism of Violence

The cult of violence, which becomes almost a mystique or religion for some individuals and groups, is doing immeasurable harm to our people. They preach violence as the only way to achieve justice and they propound and practice it as a method to bring justice to this country. This pathological mentality makes it impossible to check the spiral of violence and it contributes to the extreme polarization of different groups within our society.

Use Peaceful Means First

Even in legitimate cases, violence ought to be a last resort. All peaceful means must first be tried. We are living in explosive times and there is a great need for wisdom and serenity. We extend a fraternal invitation to all, but especially those organizations that are committed to the struggle for justice, to move forward courageously and honorably, always to maintain just objectives, and to make use of nonviolent means of persuasion rather than put all their trust in violence.

CONCLUSION

Christ’s Aggressive Friends

We want to end our reflections by contemplating the splendid vision of peace offered by the transfigured Lord. It is striking that the five persons chosen to accompany the divine savior in that theophany on Mount Tabor were five men of aggressive temperaments and deeds. Moses, Elias, Peter, James, and John can be described in the terms used of Christians at Medellin, they are not simply pacifists, because they are capable of fighting, but they prefer peace to war. Jesus channeled the aggression of their temperaments toward a rich work of construction, of building up justice and peace in the world.

Let us ask the divine Patron of El Salvador to transfigure in the same way the rich potential of this people with whom he has chosen to share his name. To be his instrument for bringing about this transformation in his people is the reason for the Church’s existence. That is why we have tried to reaffirm its identity and mission in the light of Christ. Only by being what he wants it to be will the Church be able to give more intelligent and effective service and support to the just aspirations of the people.

This Is My Beloved Son: Listen to Him

The voice of the Father on Mount Tabor is the best guarantee there is for the Church’s mission among women and men, which is to point out Christ as the beloved Son of God and only Savior, and to remind them of the supreme duty of listening to him if they want to be truly free and happy.

Let us listen to him! He has much to say to Salvadorans who look to him with confidence at one of the most tragic and uncertain moments of our history.

We believe we are interpreting his divine word as we now, at the end of this pastoral letter, address ourselves to our compatriots:

To all Catholics, to our brothers and sisters of other Churches, and to all persons of good will, we tell you that the Lord is present and that his voice speaks to us also from the misery of our people. Let us hear him: In so far as you did this to one of the least of these brothers of mine, you did it to me (Matthew 25:40). To those who hold economic power, the Lord of the world says that they should not close their eyes selfishly to this situation. They should understand that only by sharing in justice and with those who do not have such power can they cooperate for the good of the country, and will they enjoy the peace and happiness that cannot come from wealth accumulated at the expense of others. Listen to him!

To the middle class, who have already assured a minimum of dignity for their lives, Jesus points out that there remain the masses who still do not have enough to live on. He urges them to support the poor and not to be content with simply making their own gains secure. Listen to him!

To the professional associations and to the intellectuals, the divine Master, who is the light of all understanding, says that they should use their scientific and technical expertise to investigate the problems of our country and fulfill their professional obligations by looking for solutions to them. They should publicly declare their interest in the welfare of the country and not take refuge in an uncommitted knowledge and science, in a calm seclusion remote from the suffering of the people. Listen to him!

To the political parties and popular organizations that have been the main concern of this pastoral letter, Christ, the guide of nations and of history, proclaims that they should learn to put their concern for the poor majority before their own interests, that they should use the political system effectively and with justice, and press honorably and boldly for the beginning of the transformation for which we long. Obey him!

To the public authorities, who have the sacred duty of governing for the good of all, Christ, the King of kings and Lord of lords, addresses a call for a sense of truth, justice, and of sincere service to the people. Therefore:

1) Let them pass laws that take into account the majority of Salvadorans who live in the countryside where there are serious problems about land, wages, and medical, social, and educational facilities.

2) Let them genuinely widen the narrow area of political discussion and give formal and real hearing to various political voices in the country;

3) Let them give an opportunity to organize legally to those who have been unjustly deprived of this human right, especially the rural poor.

4) Let them take notice of the people’s rejection of the Law for the Defense and Guarantee of Public Order and in its place let them promulgate other laws that in fact guarantee human rights and peace; let them establish adequate channels for civil and political dialogue, so that no one need be afraid to express ideas that may benefit the common good, even if they imply a criticism of the government.

5) Let them stop the terrorization of the rural poor and put an end to the tragic situation of confrontation between campesinos, exploiting their poverty to organize some under the protection of the government and persecuting others just because they have organized themselves independently of the government to seek their rights and a reasonable standard of living.

6) Let them win the confidence of the people with such intelligent and generous initiatives as the following: amnesty for all those prisoners who are accused of having violated the Law of the Defense and Guarantee of Public Order; liberty for the great number who have been imprisoned for political reasons, yet who have not been brought before any court, or have disappeared after being captured by the security forces; and a safe return home for all those who have been expelled from the country, or who are unable to return to it, for political reasons.

We believe that all this is the will of the divine Savior of the world and that the Father’s command is: Listen to him!
The Church Promises to Work and Pray

For its part the Church, which in this letter has reasserted its identity and explained its mission, promises to contribute to the general well-being of the country, and pledges its faith in Jesus Christ and its collaboration with all who are ready to make justice reign as the basis of a peace that will bring us real progress.

We turn with filial confidence to the intercession of our queen and mother, the Blessed Virgin of Peace, who is also a Patron of El Salvador. May she obtain for us from the divine Savior of the world an abundance of grace and good will for the transfiguration of our people.

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Second Pastoral Letter – THE CHURCH, THE BODY OF CHIRST IN HISTORY

To my beloved brothers and sisters, the auxiliary bishop, the priests, religious, and laity of the Archdiocese of San Salvador; to you and to all Salvadorans of good will: the joy and hope of our divine Savior.

IN THE SPLENDOR OF THE TRANSFIGURATION

I wrote you my first pastoral letter for Easter, on April 10. That was four months ago. It was my letter of introduction and my first greeting. The Lord wished to place my inception as pastor of this beloved archdiocese within the providential context of Lent, Passiontide, and Easter. That context inspired the theme of my first letter, and so I gave it the title The Easter Church.

Today the world’s divine Savior, who is the patron of our local Church, illuminates, with the splendor of his transfiguration — as at a Salvadoran Easter — the path through history of our Church and our nation. I believe it opportune to write again to you who, together with me, make up this portion of the people of God who like a stranger in a foreign land, presses forward amid the persecutions of the world and the consolations of God (Lument Gentium, #8).

Because of what has happened in El Salvador both before and after that memorable Easter, and because of the intense life of the Church at the time of those events in our Archdiocese, an explanation of my actions is demanded. And no time seems more fitting to give it, none better to compare the road we have marched together as the people of God with the divine plans for our salvation, than now, in this new luminous and liturgical presence of the divine Savior.

Different Reactions

In good conscience, I believed my position to be that of the gospel. It has aroused a variety of reactions. Now it is necessary to give an explanation of the Church’s stance as a basis for understanding, in the light of our faith, the different reactions aroused.

Some have been delighted. They feel that the Church is drawing closer to their problems and anxieties, that she gives them hope, and shares their joys. Others have been disgusted or saddened. They feel that the Church’s new attitude makes a clear demand upon them, too, to change and be converted. Conversion is difficult and painful because the changes required are not only in ways of thinking but also in ways of living.

Many Catholics of good will have been disconcerted, even to the point of hesitating to follow the Church in the latest steps she has been taking. Instead they have preferred to seek refuge in the security of a tradition that spurns growth.
Others again, inspired more by selfish interests than by the Church’s purity and fidelity, have, pharisaically, been scandalized. They have even gone so far as to attack her in what is closest and most sensitive to the heart of the Church of Christ: they are saying that she has been unfaithful to the gospel.

Thanks be to God, the faithful sons and daughters of the Church are beyond number. Priests, religious, and laity, sincerely committed to the demands of the kingdom as proclaimed by Christ, have been bolstered in their faith, hope, and Christian commitment. With the Church, they repeat with the apostle, Let us go too, and die with him (John 11:16).

A Word of Faith and of Hope

I have therefore come to regard it as a duty of my episcopal office to address myself to all the beloved sons and daughters of the Church, as also to all other Christian brothers and sisters, and to all Salvadorans who look and hope for a temperate word that, from the standpoint of the faith and of our Christian hopes, would throw light on what is taking place.

Yes, it is a word of faith. I am not trying to replace the efforts of human reason necessary in the search for real, viable solutions to our grave problems. But with the light of faith I am secure in offering the contribution that is proper to the Church, purifying and strengthening the power of reason, so as to free it from impure motives and to guarantee that it will have God’s approval.

It is also a word of hope. The word of the Church can be nothing else, because it is the word of the good news, of the gospel, of the liberation that Jesus goes on proclaiming to humankind by means of the Church. But it is not an ingenuous hope that the Church proclaims. It is accompanied by the blood of priests and campesinos: blood and grief that denounce the obstacles and the evil intentions that stand in the way of the fulfillment of that hope. Their blood is also an expression of a readiness for martyrdom. It is therefore the best argument for, and a testimony to, the utterly certain hope that the Church offers, as from Christ, to the world.

In the light, then, of our faith and hope in Christ, I am going to dwell on three major themes in this pastoral letter. (1) What are the changes in the present-day mission of the Church? (2) These changes come about because the Church is the Body of Christ in history, and because the Church has to communicate the Lord’s message and continue his eternal mission in keeping with the many changes that occur in history. (3) This is the ecclesiology that has come alive in our Archdiocese. It comes alive in an archdiocese that, out of fidelity to the gospel, rejects as a calumny the charge that she is subversive, a fomentor of violence and hatred, Marxist, and political. It comes alive in an Archdiocese that, out of the persecution it is undergoing, offers itself to God and to the people as a united Church, one ready for sincere dialogue and cooperation, a bearer of the message of hope and of love.

THE CHURCH’S MISSION TODAY

What I am going to say here is nothing new. I think, however, that it is opportune to repeat it. It is something that has not been sufficiently assimilated. And there are a great number of Salvadoran speakers and writers who are telling others what the Church is, and they are distorting her true nature and mission.

Church and World

Many things in the Church have changed in recent years. One might instance changes in the liturgy, in the role of the laity, in religious life, in the training given in seminaries, and so on. But the fundamental change, the change that explains all the others, is the new relationship between the Church and the world. The Church looks upon the world with new eyes. It will raise questions about what is sinful in the world, and it will also allow itself to be questioned by the world as to what is sinful in the Church.

This change is of the gospel, because it has helped the Church recover its deepest Christian essence, rooted as it is in the New Testament. This new relationship with the world has deepened the Church’s understanding in two directions: in the meaning of her presence in the world, and in the meaning of her service to the world.

In the World

Throughout the centuries the Church has not always given full importance to what was really going on in the world. It is different now. From his first encyclical, Ecciesiam Suam, the present pope, Paul VI, asserted that we ought not disregard the situation in which humanity finds itself today, in the midst of which we have to develop our mission (Ecclesiam Suan, #5).  The Second Vatican Council felt a profound sympathy for the problems of the modern world: Today, the human race is involved in a new stage of history. Profound and rapid changes are spreading by degrees around the whole world (Gaudium et Spes, #4). And for our continent more particularly, the bishops of Latin America affirmed at Medellin that the peoples of these countries are living a decisive moment of [their] historical process (Introduction, #1), and that there is in them an aspiration toward integral liberation that can be expressed in biblical language as a foreshadowing of the new age (Medellin Documents, Justice, #5).

The changes taking place in the world are, for the Church, a sign of the times that will help her to come to know herself better. She believes that, through these changes, God himself is speaking to her. She has to be aware of changes so as to respond to the Word of God, and be able to gauge her actions in and for the world.

The modern Church is conscious of being the people of God in the world, or rather, of being a body of men and women who belong to God, but who live in the world. That is why Vatican II described the Church as the new Israel which while living in this present age goes in search of a future and abiding city (Lumen Gentium, #9). 

What is being asserted here is of capital importance. The element of transcendence that ought to raise the Church toward God can be realized and lived out only if she is in the world of men and women, if she is on pilgrimage through the history of humankind. Therefore the council, as it opened its Pastoral Constitution on the Church in the Modern World, solemnly proclaimed: The joys and the hopes, the griefs and the anxieties of the men of this age, especially those who are poor or in any way afflicted, these are the joys and hopes, the griefs and anxieties of the followers of Christ. Indeed, nothing genuinely human fails to raise an echo in their hearts. For theirs is a community composed of men. United in Christ, they are led by the Holy Spirit in their journey to the Kingdom of their Father and they have welcomed the news of salvation which is meant for every man. That is why this community realizes that it is truly linked with mankind and its history by the deepest of bonds (Gaudium et Spes , #1).

At the Service of the World

The Church is in the world for the benefit of humankind. This is the meaning of service. The council puts it in theological terms: the Church is a sign, a sacrament. As sacrament and sign the Church signifies and achieves something for human beings: she signifies and brings about a very closely knit union with God and … the unity of the whole human race (Lumen Gentium, #1). 

The Church is in the world so as to signify and bring into being the liberating love of God, manifested in Christ. She therefore understands Christ’s preference for the poor, because the poor are, as Medellin explains, those who place before the Latin American Church a challenge and a mission that she cannot sidestep and to which she must respond with a speed and boldness adequate to the urgency of the times (Medellin Documents, Poverty, #7).

The Unity of History

So as better to grasp her relationship with the world, the Church has also deepened her understanding of another concept: the relationship between the history of humankind and the history of salvation. For a very long time we were accustomed to think that human history, with all its joys and sorrows, achievements and failures, was something provisional, something ephemeral, something that, in comparison with the ultimate fullness that awaits Christians, was of little consequence. It seemed that the history of humankind and the history of salvation ran along parallel lines. The lines met only in eternity. In short it appeared that secular history was nothing more than a period of trial, leading to final salvation or condemnation.

The Church has a different view of human history nowadays. It is not mere opportunism or a desire to adapt herself to the world that brings her to think differently. It is because she has genuinely recovered the insight, which runs throughout the pages of the Bible, into what God is doing in human history. This is why she has to take that history very seriously. Vatican II certainly recalled the traditional understanding of the Church as being on pilgrimage toward that future and abiding city (Lumen Gentium, #9), but added that the Church at the same time reveals in the world faithfully though darkly, the mystery of its Lord until, in the end, it will be manifested in full light (Lumen Gentium, #9).

Medellin asserts the unity of history more clearly still: Catechetical teaching must manifest the unity of God’s plan. While avoiding confusion or simplistic identifications, it must always make clear the profound unity that exists between God’s plan of salvation realized in Christ, and the aspirations of man; between the history of salvation and human history (Medellin Documents, Catechesis, #4).
Our continent’s longing for liberation, even the partial achievement of that full liberation of body and soul, is a clear sign of the presence of God in history (Medellin Documents, Introduction, #5).

With these affirmations Medellin put an end to the secular dualism we had subscribed to, the dichotomy between the temporal and the eternal, between the secular and the religious, between the world and God, between history and the Church. In the search for salvation we must avoid the dualism which separates temporal tasks from the work of sanctification (Medellin Documents, Justice, #5).

The Sin of the World

The relationship between the Church, as the universal sacrament of salvation, and the world defines the Church’s firm attitude against the world’s sin and lends strength to her urgent call to conversion. By the very fact that she is in the world and for the world, by the fact that she is in solidarity with the history of the world, the Church encounters the world’s dark side, the depths of its iniquity. She encounters that which brings about the moral downfall of human beings, that which degrades and dehumanizes them. The Church takes very seriously the shadowy reality that surrounds us on all sides. It is sin that prevents the history of the world from being the history of salvation. It is sin that dissolves the profound unity between the two halves of history. Sin is slavery to the world. Their senseless minds were darkened and they served the creature rather than the Creator (Gaudium et Spes, #13). That is what brings about the internal sundering of human history: the whole of human life, whether individual or collective, is tragically affected by sin (Gaudium et Spes, #13).

The Church’s present thinking is as strict as ever with regard to the seriousness of individual sin. Sin is, above all, the act of one who, in the depths of his or her will, denies and offends God. But the Church today, more than before, stresses the seriousness of sin in its social consequences. The evil of interior sin crystalizes in the evil of exterior, historical situations.

Medellin has underlined this tragic reality of sin, linking together its two dimensions: the lack of solidarity which, on the individual and social levels, leads to the committing of serious sins, [is] evident in the unjust structures which characterize the Latin American situation (Medellin Documents, Justice, #2). And when Medellin attempts to sum up, in one phrase, what for our continent is the fundamental sin of the age, it has no hesitation in asserting that it is that misery, [which] as a collective fact, expresses itself as injustice which cries to the heavens (Medellin Docuemtns, Justice, #1).

It is, perhaps, in this understanding of sin that one finds one of the greatest changes, and the source of the greatest conflict, in the relationship between Church and world. Throughout the centuries the Church has, quite rightly, denounced sin. Certainly she has denounced personal sins, and she has also denounced the sin that perverts relationships between persons, especially at the family level. But she has begun to recall now something that, at the Church’s beginning, was fundamental: social sin — the crystalization, in other words, of individuals’ sins into permanent structures that keep sin in being, and make its force to be felt by the majority of the people.

The Need for Conversion

In this new epoch of the Church’s history, what has always been true has become still more evident: there is need for conversion. As Medellin puts it, for our authentic liberation, all of us need a profound conversion (Medellin Documents, Justice, #3). It is important to stress, however, that this sense of the need for conversion has been reinforced as the Church looks upon the world. As all of us bishops of El Salavdor said in our Message from the Episcopal Conference on March 5: Christians are aware of the radical no that God pronounces over our sins of omission.

The Church is here speaking not only of the conversion that others ought to bring about in their lives, but is speaking in the first instance of her own conversion. This awareness of her own need for conversion is, historically, something very new, though it was said of the Church in the past that she always had to be reformed (semper reformanda). The pressure for this conversion came not only when the Church looked inward, at herself, with her defects and her sins, but also when she looked outward, at the sins of the world. The Church has regained the basic attitude for conversion, which is to turn toward those who are especially lowly, poor, and weak. Like Christ, we should have pity on the multitudes weighed down with hunger, misery, and ignorance. We want to fix a steady gaze on those who still lack the help they need to achieve a way of life worthy of human beings (Vatican II, Message to the World, October 21, 1962, #9).

It is in this encounter with the world of the poor that one finds the most pressing need for conversion. It is the love of Christ that urges us on (cf., 2 Corinthians 5:14), that makes a clear demand upon us when we are faced with a brother or sister in need (cf., 1 John 3:17).

THE CHURCH, THE BODY OF CHRIST IN HISTORY

Why are there changes in the Church?

Clearly, then, the Church has changed. It is obvious that the Church, in recent years, has a new vision of the world and her relationship to it. Anyone who fails to understand, or to accept, this new perspective is incapable of understanding the Church. To remain anchored in a non-evolving traditionalism, whether out of ignorance or selfishness, is to close one’s eyes to what is meant by authentic Christian tradition. For the tradition that Christ entrusted to his Church is not a museum of souvenirs to be protected. It is true that tradition comes out of the past, and that it ought to be loved and faithfully preserved. But it has always a view to the future. It is a tradition that makes the Church new, up to date, effective in every historical epoch. It is a tradition that nourishes the Church’s hope and faith so that she may go on preaching, so that she may invite all men and women to the new heaven and new earth that God has promised (Revelation 21:1; Isaiah 65:17).

What is it that bestows this energy, this perennial modernity, on the eternal tradition of the Church? What is the reason for the current changes in the Church as she confronts the world and the history of humankind? It is not opportunism, nor is it disloyalty to the gospel — two charges that have often been leveled at her in the recent past. The answer has to be sought in the very depths of our faith. Seen in the light of faith in the mystery of the Church, the changes taking place are far from ruining her, or making her unfaithful to tradition. On the contrary, they make the Church even more faithful and better identify her with Jesus Christ.
This is the theme of my letter: the Church is the Body of Christ in history. By this expression we understand that Christ has wished to be himself the life of the Church through the ages. The Church’s foundation is not to be thought of in a legal or juridical sense, as if Christ gathered some persons together, entrusted them with a teaching, gave them a kind of constitution, but then himself remained apart from them. It is not like that. The Church’s origin is something much more profound. Christ founded the Church so that he himself could go on being present in the history of humanity precisely through the group of Christians who make up his Church. The Church is the flesh in which Christ makes present down the ages his own life and his personal mission.

That is how changes in the Church are to be understood. They are needed if the Church is to be faithful to her divine mission of being the Body of Christ in history. The Church can be Church only so long as she goes on being the Body of Christ. Her mission will be authentic only so long as it is the mission of Jesus in the new situations, the new circumstances, of history. The criterion that will guide the Church will be neither the approval of, nor the fear of, men and women, no matter how powerful or threatening they may be. It is the Church’s duty in history to lend her voice to Christ so that he may speak, her feet so that he may walk today’s world, her hands to build the kingdom, and to enable all its members to make up all that has still to be undergone by Christ (Colossians 1:24).

Should the Church forget this identification with Christ, Christ would himself demand it of the Church, no matter how uncomfortable that might be, or how much loss of face it might entail.

Vatican II and Medellin represent for us Christians today the humble, honest attitude of the Church in her concern to be the Body of Christ in this fascinating period of history.

The Person, the Teaching, and the Activity of Christ

To think of ourselves as the body of the world’s divine Savior, in history, here in El Salvador, ought to be for our Church, I believe, the principal message of this August feast day. For in the mystery of the Transfiguration, our titular festival, the Church contemplates, and year by year listens to, the message, the activity, and the person she has to embody on behalf of all Salvadorans of every generation.

The Person of Christ

It is the mysterious voice of the Father from out of the bright cloud that, on the high mountain, presents Jesus to us as my Son, the Beloved; he enjoys my favor. Listen to him (Matthew 17:1-9). True God and true man. He is, as eternal Son, a mystery inaccessible to human reason. He can be accepted only in faith by believers. In saying that he is true God, faith asserts that in him is the ultimate truth, the ultimate answer to the mystery of the existence and of the history of humankind. Faith also asserts that this Christ, in his humanity, was brought back to life by the Father, and that he is now seated at the Father’s right hand as the only Lord of the living and the dead. But the Christian faith makes another fundamental assertion as well, one that is still, as it has ever been, to the Jews an obstacle that they cannot get over, to the pagans madness (1 Corinthians 1:23): the Father’s eternal Son became man, became our brother, became like us in all things except sin (Hebrews 4:15).

Only in the light of that Christ, of his actions and his teachings, can the Church find the meaning of, and guidance for, her service in the world. The study and contemplation of Christ, therefore, should constitute the chief preoccupation of those of us who make up his Church. I am now going to put before you a brief summary of Jesus’ message. By comparing it with our Church’s stance we can see if, here and now, we are still the authentic Body of Christ in history.

Jesus Proclaims the Kingdom of God Especially to the Poor

The time has come and the kingdom of God is close at hand. Repent, and believe the Good News (Mark 1: 15). This is the way Christ begins, and the way he sums up, his gospel message. His hearers understood what was meant: that they should live together in such a way that they feel themselves to be brothers and sisters, and hence also children of God. In the words of Jesus there were echoes of the ancient prophecies that proclaimed God’s plan for the salvation of humankind. But in Jesus they come together to make a final impact: here and now upon this earth, the kingdom of God has the mission of turning all men and women into children of the Father of Jesus Christ, whereby they become brothers and sisters. Or, to put it another way, in the effort to become brothers and sisters they also become children of God. Faith in God requires a certain moral conduct in this world, and in fulfilling this ethical requirement one is also building up faith in God.

In Jesus’ proclamation of the kingdom, his preference for the poor is also evident. In his programatic discourse, he reads the prophecy of Isaiah that he himself fulfills: The spirit of the Lord has been given to me, for he has anointed me. He has sent me to bring the good news to the poor, to proclaim liberty to captives and to the blind new sight, to set the downtrodden free, to proclaim the Lord’s year of favor (Luke 4:18-19). This preference of Jesus for the poor stands out throughout the gospel. It was for them that he worked his cures and exorcisms; he lived and ate with them; he united himself with, defended, and encouraged all those who, in his day, were on the margin of society, whether for social or for religious reasons: sinners, publicans, prostitutes, Samaritans, lepers. This closeness of Jesus to those who were marginalized is the sign that he gives to confirm the content of what he preaches: that the kingdom of God is at hand.

Jesus Calls to Conversion

That message of hope is, in Jesus, linked to a call to conversion. Jesus does not want to exclude anyone from God’s kingdom; he calls everyone to a sincere conversion of heart, a conversion that manifests itself in objective deeds. Without that conversion there is no chance of entering the kingdom, for the entrance gate is narrow (Matthew 7:13) and the road difficult. One has to be ready to leave everything, even home and family. One has to be ready to lose an eye, an arm, or even life itself in order to enter the kingdom. In the gospels there are many examples of conversion, of every sort of person: the rich Zacchaeus, Nicodemus the lawyer, the Roman centurion, the woman who was a sinner, Levi the collector of taxes — sinners who became his faithful followers.

Jesus excluded no one, either from his message or from the invitation to enter the kingdom. He loved all his contemporaries. And because he loved them he sought their conversion, the change of heart that makes a person more human, and that is overshadowed by, or submerged under, riches, power, pride, security in the traditions of the law. What Jesus sought was that everyone should become a new person, a member of the kingdom.

Jesus Denounces Sin

Jesus carried out his mission, his preaching, his service to men and women, in a particular world, a particular society. That is the profound meaning of what we Christians affirm when we speak of the incarnation of the Son of God: that he took flesh in the real history of his age. Like so many other eras of human history, that era was dominated by sin. To the positive proclamation of the kingdom of God, therefore, Jesus added the denunciation of the sin of his age. The kingdom of God is what Jesus proclaims; for him, then, sin is everything that gets in the way of the coming of the kingdom, makes it impossible or even destroys it. With the courage of a free man, therefore, he denounced the distorted image of God created by the manipulation of human traditions that destroy the authentic will of God (Mark 7:8-13). He denounced the distortion of the temple: from being a house of God, it had been turned into a den of thieves (Mark 11:15-17). He denounced a religion that was devoid of works of justice — as in the well-known parable of the Good Samaritan (Luke 10:29-37). He also denounced all those who made of their power a means to keep the weak and powerless in a state of oppression, rather than using it to serve them. He accused the wealthy of not sharing their wealth, the priests of imposing intolerable burdens (Luke 11:46), the wise of carrying off the key of knowledge and leaving the others without learning, the rulers of looking only to their own advantage and not to the service of their people (Matthew 20:25 ff.).

From the beginning of Jesus’ public life, these denunciations brought in their train frequent attacks upon him (Matthew 2:1-2). They brought personal risk and even persecution. The persecution was to go on through the whole of his life until, at the end, he was accused of blasphemy (Mark 14:64) and of being an agitator among the masses. For these reasons he was condemned and executed.

The Church Continues the Work of Jesus

This is the message and the mission of Jesus that he, after he had risen, intended to go on preaching and living in the history of the world by means of his Church. The Church is the community of those who profess faith in Jesus Christ as the only Lord of history. She is a community of faith whose primary obligation, whose raison d’dtre, is to continue the life and work of Jesus. To be Church is to preserve in history, in and through the lives of men and women, the image of her Founder. The Church principally exists for the evangelization of the human race. Yes, she is an institution; she is made up of persons, and she has forms and structures. But all that is for a much more basic reality: the exercise of its task of evangelization.

The Church has always borne it in mind that in this task she has to go on proclaiming her faith in Jesus Christ and that she has to continue, in the course of history, the work that Jesus carried out. When doing this she is the Body of Christ in history.

The Sphere of Its Rights and Duties

This well-defined purpose of the Church also defines her duties and her rights — above all, the right and duty of following and loving in freedom her only Lord, Jesus Christ, known in faith. Then comes the right and duty of proclaiming the gospel without hindrance and of cooperating, in accord with its proper autonomy, in building up the kingdom of God among men and women in the way Christ wants it to be done today. For that purpose she will use the means with which Christ himself has endowed her: preaching the Word, administering the sacraments, above all celebrating the Eucharist — which will remind her, in an active, vital way that she continues to be the Body of Christ. And she will also use those particular means that throw light on the question of what path is to be followed if the kingdom of God is to be realized. In other words: the Church has to clarify faith in Jesus Christ and procedures for building up the kingdom of God in this world.

This is what the first Christians understood and lived out, those who remained faithful to the teaching of the apostles, to the brotherhood, to the breaking of bread and to the prayers … The faithful all lived together and owned everything in common; they sold their goods and possessions and shared out the proceeds among themselves according to what each one needed (Acts 2:42, 44).

Throughout her history the Church has carried out, with greater or lesser fidelity, that ideal of those first Christians in her following of Jesus. There have been times when the Church has more clearly been the Body of Christ. There have been times when she was not so clear — indeed, when she has been disfigured because she has accommodated herself to the world, seeking rather to be served by the world than herself to serve the world. But at other times her sincere wish has been to serve the world. On those occasions she has experienced rejection by the sinful world, just as her Founder did, even to the extent of persecution. That was the fate of the first Christians, of Peter and John before the courts, of Stephen the deacon, of Paul.

Like Jesus, the Church Proclaims the Kingdom of God

In Latin America, in El Salvador, the Church, like Jesus, has to go on proclaiming the good news that the kingdom of God is at hand, especially for the great majority who, in worldly terms, has been estranged from her — the poor, the low-income classes, and the marginalized. This does not mean that the Church should neglect the other classes in society. She wants to serve them also, to enlighten them. She also needs their help in building up the kingdom. But the Church should share Jesus’ preference for those who have been used for others’ interests and have not been in control of their own destinies.

The Church Denounces Sin and Calls to Conversion

The Church, like Jesus, has to go on denouncing sin in our own day. She has to denounce the selfishness that is hidden in everyone’s heart, the sin that dehumanizes persons, destroys families, and turns money, possessions, profit, and power into the ultimate ends for which persons strive. And, like anyone who has the smallest degree of foresight, the slightest capacity for analysis, the Church has also to denounce what has rightly been called structural sin: those social, economic, cultural, and political structures that effectively drive the majority of our people onto the margins of society. When the Church hears the cry of the oppressed she cannot but denounce the social structures that give rise to and perpetuate the misery from which the cry arises.

But also like Christ, this denunciation by the Church is not inspired by hatred or resentment. She looks to the conversion of heart of all men and women and to their salvation.

The Church Throws Light on the Kingdom of God

Jesus fulfilled his mission in a particular kind of world, in a particular sort of society. Like him, the Church does not simply proclaim the kingdom of God in the abstract. She also has to promote the solutions that seem most likely to bring the kingdom into being, those that are most just. The Church is well aware that to solve today’s problems is a supremely difficult and complex task. She knows, furthermore, that in the last analysis it is not for her to put forward concrete solutions. And she knows that, in this world, it will never be possible fully to achieve the kingdom of God. But none of that exempts her from the pressing duty of publicizing and promoting the means that seem best able to help toward the partial realization of the kingdom.

In recent years everyone has come to know that the Church has an interest in speaking out on matters concerning the ordered, rational, living together of human beings. A great number of documents have been issued by the Church, from Leo XIII’s encyclical Rerum Novarum (1891) to the recent exhortation Evangelii Nuntiandi by Paul VI (1976), which attempt to give guidance on what, at particular moments, have been the crucial problems facing society. The Church has done so in order that, in denouncing sin and drawing attention to the paths to solutions, she may bring to the world the kingdom of God.

On March 5 of this year we Salvadoran bishops wrote, in fulfillment of this duty incumbent on the Church:  Just as injustice takes concrete forms, so the promotion of justice must take concrete forms. It should come as a surprise to no one that the Church encourages particular methods of achieving justice. Among those particular methods there will be some that are matters of opinion, and the Church, too, will have to continue to learn which methods best bring about the ideal of the kingdom of God.  And we added in our collective message of May 17: The Church believes that the world is called to be subject to Jesus Christ by way of a slow but sure establishment of the kingdom of God…. It believes in the kingdom of God as a progressive change from the world of sin to a world of love and justice, one that begins in this world but has its fulfillment in eternity.

Duty arises from Loyalty to Christ

Only by fulfilling its mission in this way can the Church be faithful to its own mystery, which is to be the Body of Christ in history. Only by living out her mission in this way, with the same spirit in which Jesus would have lived it out at this time and place, can she preserve her faith and give transcendent meaning to her message so that her message is not reduced to mere ideology or be manipulated by human selfishness or false traditionalism. She will move toward that final perfection of the kingdom of God in the world to come only if she strives to achieve, in the history of human society here on earth, the kingdom of truth and peace, of justice and love.

THE ARCHDIOCESE OF THE DIVINE SAVIOR

On her titular feast this year, the Archdiocese presents to her divine patron, as her most precious offering, herself — marked with the sad yet glorious signs of martyrdom and persecution. The marks are there precisely because she is being faithful to her vocation to be the Body of Christ in our history. In effect, the whole of the ecclesiology sketched in the doctrinal part of this letter has been lived out by our Archdiocese in the intensive work for the social apostolate carried on by my venerable predecessors, especially by Archbishop Luis Chávez y González. Our Church’s actions are not the result of some sudden or imprudent change. They follow the well thought out approach urged on the whole Church by Vatican II, and on our own continent by the Second Latin American Episcopal Conference at Medellin. It was this that Archbishop Chávez y González tried to implement in our archdiocese.

There is need for a calm reflection on our Archdiocese and upon her stance, both in order to strengthen sincere Christians in their faith and to clear up the confusion that the media have recently created in public opinion. The media have been vehicles of calumny against the Church, and of attacks on her nature and her mission. Would that such reflection might also bring about a conversion deep in the hearts of those who, because of their own particular interests, go on attacking the Church, or have doubts about it. Here, then, I shall try to show that the Archdiocese has been faithful to the gospel, and for that very reason she has been persecuted. Yet out of this persecution arises a stronger unity that helps her to offer the people more effectively her message of hope and love.

Faithful to the Gospel

Precisely when the Archdiocese is making a great effort to be faithful to the gospel one hears voices raised with the accusation that causes her the greatest distress: the charge of having betrayed the gospel. They are many and varied, these accusations, but they can be reduced to three headings: (1) the Church preaches hatred and subversion; (2) the Church has become Marxist; (3) the Church has overstepped the limits of its mission and is meddling in politics.

These are serious accusations. They deserve serious treatment. But the following brief reply should be enough to convince those of sincere heart.

Neither Hatred nor Subversion

The Church has never incited to hatred or revenge, not even at those saddest of moments when priests have been murdered and faithful Christians have been killed or have disappeared. The Church has continued to preach Jesus’ command love one another (John 15:12). This is a command that the Church cannot renounce, nor has she renounced it, not even in recent months. On the contrary, she has recalled that other command, pray for those who persecute you (Matthew 5:44).

The Church has also recalled that the love that she preaches has Jesus’ love for her model, love others … as I have loved you. There is no reducing this to a sentimental, or to an abstract, sort of love. It was a love freely given and it was an effective love, for he came to bring life even to his enemies. He sought their conversion so that he might free them from sin and bring them out of darkness. That is why the Church, like Jesus, has no alternative but to extend her love to the rich and to the poor. She ought to sit down at table with all — but in the spirit of Jesus. Jesus entered the house of the rich man Zacchaeus in search of the conversion of that household (Luke 19:9). Zacchaeus repaid fourfold the goods he had defrauded others of, and he gave away half of his possessions to the poor. Jesus sat down at the table of the poor and of sinners to defend their rights, calling them, too, to conversion. Jesus’ love was directed toward all men and women, but in different ways. To those who had become dehumanized because of their desire for profits, he clearly demonstrated, through his love, how to recover their lost human dignity; with the poor, dehumanized because pushed to the margins of society, he sat at table, also out of love, to bring hope back to them.

In what the Church has done, there has never been any sign of hatred or revenge, only a remembrance of that great truth of Jesus: that love wants to make all men and women truly human. For that purpose she has to seek out the best way to restore human integrity to those who have lost it.

If one understands the words of love that the Church preaches in this way, one can also understand what is meant by accusations of sermons of subversion or violence. The Church has not called upon the people to rise up against their brothers and sisters. But she has recalled two fundamental things. The first is what Medellin has to say about institutionalized violence. When there really is present a situation of permanent, structured injustice, then the situation itself is violent. Secondly, the Church is aware that anything said in that situation, even something undoubtedly prompted by love, will sound violent. But the Church cannot refrain from speaking out. She can in no way reject what Jesus said: The kingdom of heaven has been subjected to violence and the violent are taking it by storm (Matthew 11:12). For there is the violence of the struggle against one’s own selfishness, against the inertia of one’s own existence — more inclined, as it is, to dominate than to serve. And there is the violence with which one denounces what is wrong in a violent situation.

Nor Marxism

Another way of accusing the Church of infidelity is to call her Marxist. Marxism is a complex phenomenon. It has to be studied from various points of view: economic, scientific, political, philosophical, and religious. One has, moreover, to study Marxism in terms of its own history. What the Church asserts, and what, in its joint message of May 1, the episcopal conference has recalled, is that insofar as Marxism is an atheistic ideology it is incompatible with the Christian faith. That conviction has never changed in the Church’s history. In that sense, the Church cannot be Marxist.

The real problem, however, arises from the fact that alongside the traditional condemnation of Marxism the Church now lays down a condemnation of the capitalist system as well. It is denounced as one version of practical materialism (See Joint Message of the Episcopal Conference, May 1, 1977). 

The Church is very well aware that she coexists with a variety of ideologies and social practices. She has analyzed and reflected upon what there is for good or ill, what there is of attraction or temptation, in socialist thought and liberal ideology (Octogesima Adveniens, #30-37).  When listening to, and rendering her judgment upon, the various ideologies she is influenced in the first place by the moral concerns proper to the faith. She is not so much moved to give technical judgments about the concrete proposals that spring from different ideologies. With regard to this moral concern, the Church’s attitude has been constant from Leo XIII to Paul VI. Although there have been different ways of stating the Church’s concern, it has always been to defend the rights of the individual in the use of material goods so that human beings may live with dignity. When Pius XII, for example, spoke about private property he pointed very clearly to moral problems: We wish to refrain from approving the conduct of some of the advocates of the right to private property, because, in their way of interpreting the use of, and respect for this right, they manage only, even more successfully than their opponents, to put it in danger (March 7, 1948). 

The Church is not dedicated to any particular ideology as such. She must be prepared to speak out against turning any ideology into an absolute. As several of the Latin American hierarchies have said time and again in recent years, worldly interests try to make the Church’s position seem Marxist when it is in fact insisting on fundamental human rights and when it is placing the whole weight of its institutional and prophetic authority at the service of the dispossessed and weak. As the Episcopal Conference of Chile has said, and as our own has repeated, it is also a help to Marxism — though indeed without wishing it — to regard as Marxist or to suspect of Marxism every effort for human dignity, for justice, and for equality, everything that seeks participation and opposes domination.

Nor Meddling in Politics

Lastly, the correct relationship between the Church and politics has to be recalled. It is understandable that the Church’s message and her activity, because it is Christ’s message and activity, should have very lively repercussions, including repercussions on matters that may be called political, in the society within which she is active. But the Church’s activity does not take in — as an appropriate method of pursuing her goals — political parties or equivalent groups. It has to be repeated emphatically: the Church does not engage in party politics.

The correct relationship between the Church and the political community was defined by Vatican II. In the first place, both groups work for the same constituency: both, under different titles, are devoted to the personal and social vocation of the same human beings (Gaudium et Spes, #76).  Therefore the Church holds out as the ideal that there should be a sincere cooperation between itself and the political community so that the people may be served more effectively — both parties, however, safeguarding their own autonomy. But in addition to such desirable collaboration the Church has a right and an obligation to speak about the political sphere:  It is only right … that at all times and in all places, the Church should have true freedom to preach the faith, to teach its social doctrine, to exercise its role freely among men, and also to pass moral judgment on those matters which regard public order when the fundamental rights of a person or the salvation of souls require it. In this, it should make use of all the means — but only those — which accord with the Gospel and which correspond to the general good according to the diversity of times and circumstances (Gaudium et Spes, #76).

It is for those reasons that, over recent months and years, the Salvadoran Church has been speaking out. Far from betraying the gospel, she has done no more than fulfill her mission. She has spoken out about events in this country precisely because she is interested in the good of each and every individual. This has been required of her for the defense of human rights and for the salvation of souls.

The Testimony of a Persecuted Church

To the calumnious accusations that the Church has been adulterating the Christian message has been added a series of events that amount to persecution of the Church. An Archdiocesan communique dated July 11th sums up the principal abuses to which the Church has been subjected: priests expelled from, or prevented from entering, the country; calumnies; threats and assassinations; entire parishes deprived of their clergy; lay ministers of the word and catechists prevented from carrying out their duties; the Blessed Sacrament profaned in Aguilares. And all are aware of the lengthy, anonymous, and calumnious campaign being waged in the press against Church-related persons and even against the Church herself and her mission have been understood ever since Medellin.

But rather than simply detail such sad memories again, it seems to me more important to engage in a Christian reflection upon all these abuses now that some persons have been denying —despite all these outrages — that there is any persecution. They are saying that what has happened is in fact the Church’s fault, and blame her for the violent situation that exists in our country.

In the first place, no one should be surprised that the Church is being persecuted precisely when she is being faithful to her mission. The Lord foretold it: A servant is not greater than his master. If they persecuted me, they will persecute you too (John 15:20). Christians have been subjected to persecution from the very beginning.

Why is the Church persecuted? As I said earlier, the Church is not an end in herself; she has a mission to pursue. Persecuting the Church, therefore, does not consist only in attacking her directly, depriving her of privileges, or ignoring her juridically. The most serious persecution of the Church is that which makes it impossible for her to carry out her mission, and which attacks those to whom her word of salvation is directed.

Even though the Church is juridically recognized in our country, in recent months her mission has been attacked, and so have her priests and catechists who were trying to proclaim, and helping to bring into being, the kingdom of God. The Salvadoran people have been subjected to attack. Its human rights have been trodden underfoot — and protection of these rights falls under the Church’s responsibility. It is the Church’s belief that this persecution affects Christ himself: what touches any Christian touches Christ, because he is in personal union with all Christians —especially in anything that involves the poorest of society. Saul, Saul, why are you persecuting me? asks Christ of everyone who is persecuting his members. And at the last judgment Christ will reveal that in so far as you did this to one of the least of these brothers of mine, you did it to me (Matthew 25:40).

It is in this profound sense that the Church can speak of persecution and can plead that this persecution cease. The Church is persecuted when she is not allowed to proclaim the kingdom of God and all it entails in terms of justice, peace, love, and truth; when she is not allowed to denounce the sin of our land that engulfs people in wretchedness; when the rights of the people of El Salvador are not respected; when the number mounts steadily of those who have disappeared, been killed, or been calumniated.

It is also important to keep in mind that the Church is persecuted because she wills to be in truth the Church of Christ. The Church is respected, praised, even granted privileges, so long as she preaches eternal salvation and does not involve herself in the real problems of our world. But if the Church is faithful to her mission of denouncing the sin that brings misery to many, and if she proclaims her hope for a more just, humane world, then she is persecuted and calumniated, she is branded as subversive and communist.

During this time of persecution the Church of the Archdiocese has never returned evil for evil, she has never called for revenge or hatred. On the contrary, she has called for the conversion of those who persecute her, and, in our country’s difficult problems, she has tried always to promote justice and avert worse evils.

The Church hopes, with the help of God, to continue to witness with Christian courage in the midst of all difficulties. She knows that only by so doing will she win credibility for what she is proclaiming: that she is a Church that has taken her place alongside those who suffer. She will not be frightened by the persecution that she undergoes, because persecution is a reaction to the Church’s fidelity to her divine Founder and to her solidarity with those most in need.

The Unity of the Church

Service of the gospel and the persecution of the Church have brought forth, as a precious fruit, a unity in the Archdiocese to a degree hitherto unknown. It is a great joy for me to be able to say that so many barriers have been removed. Never has there been such a degree of unity among clergy, religious, and laity. Letters of solidarity and of encouragement to go on living out this testimony have been innumerable. They have come from cardinals, bishops, episcopal conferences, from clerical, religious, and lay societies. Support has also come from many of our separated brothers and sisters, both inside and outside the country. I wish publicly to thank them for their fraternal, Christian solidarity. I also remember — and with great happiness, because they have been expressions of unity — the many and various liturgical gatherings, the processions, the countless meetings and private contacts with communities, and with all kinds of persons. This unity, this solidarity, is to me a clear sign that we have chosen the right course.

But, yet again, the events of recent months remind us that Christian unity comes not only from a verbal confession of the same faith, but also from putting that faith into practice. It arises out of a common effort, a shared mission. It comes from fidelity to the word and to the demands of Jesus Christ, and it is cemented in common suffering. Unity in the Church is not achieved by ignoring the reality of the world in which we live. So, even though the demonstrations of unity have been impressive, they have not been complete. Some among those who are called Christians have not contributed to the unity of the Archdiocese, either out of ignorance, or in order to defend their own interests. Anchored in a false traditionalism, they have misunderstood the actions and the teachings of the contemporary Church. They have pretended not to hear the voice of Vatican II and of Medellin. They have been scandalized at the Church’s new face.

Therefore I once again appeal for the unity of all Catholics. It is something for which I have a keen desire. But we cannot, as the price of this unity, abandon our mission. Let us remember that what divides us is not the Church’s actions but the world’s sin — and the sin of our society. What has happened in our Archdiocese is what always happens in the Church when she is faithful to her mission. When the Church enters into the world of sin to liberate and save it, the sin of the world enters into the Church and divides her: it separates those who are authentically Christian and persons of good will from those who are Christian only in name and appearance.

The Archdiocese needs unity now more than ever before, to make it credible and to make it more effective. The Church becomes credible when she unifies all her efforts not for her own benefit but in the service of the gospel of Christ. And the Church needs unity to be effective. The Church has lost many priests and catechists in recent months. On the other hand, happily, her pastoral work is increasing through the increasing awareness of many Catholics. The Church sees that she must take on new tasks in social communication, such as by our weekly publication Orientación and our radio station YSAX, new tasks in the Catholic schools, to move forward in an authentically Christian and social apostolate, new tasks in the parishes where the laity really want to put their voice and their effort to the service of the Church’s mission of evangelization.

In our particular circumstances, and at this especially privileged time for our Archdiocese, unity ought to be brought about around the gospel, through the authoritative word of the divine Pastor. I earnestly want all priests, diocesan and religious, and all other members of religious orders, to unite their efforts around the directives that come from the Archdiocese, even if that means giving up long-established points of view and perspectives. I above all want the laity also to be effective collaborators with the bishop, especially so today when the number of clergy has noticeably declined.

There is no doubt that courses of action taken by the Archdiocese in recent months have borne fruit in the interest shown by many young persons for the priestly and the religious life. But there is also no doubt that through the persecution of the clergy the Lord is clearly calling upon the laity to shoulder its responsibilities within the Church. This is a time when all of us Catholics should feel ourselves truly a Church, when we should give to all the testimony of our faith, when we should all collaborate in evangelization, both by spreading faith in Christ and by extending his kingdom, translating it into structures of justice and peace.

The Hope of the Church

It may seem paradoxical, but in our Archdiocese there has never been as much hope as there is now, at one of the most difficult times in its history. Persecution has not produced discouragement, retreat, or confusion. It has rejuvenated Christian hope. This has been demonstrated by the bravery with which many Christians, clerical and lay, rural and urban, have acted in recent months. It has been shown, too, in a tide of conversions. And, according to what has been said in hundreds of letters and telegrams, it has been demonstrated by the solidarity of many Christians with our actions.

Christians have hope. Nothing can come between us and the love of Christ, said St. Paul (Romans 8:35). And taking this idea further, we may say that not even all the deaths, the expulsions, the sufferings are able to part us from the love of Christ, and from following his way. Here, in the love of Christ, is the foundation of our hope.

But this hope takes shape only when persons work together as brothers and sisters. That is why our hope in Christ makes us wish for a more just world, a more comradely world. That is why the Church of our Archdiocese takes interest in, and hopes for, a new and better image for El Salvador, at home and abroad. Precisely for that reason our Church says again that the object of her hope is linked inseparably with social justice, with a real improvement in the lot of the people of El Salvador, and especially an improvement in the lot of the impoverished, landless masses, with defense of their human rights, such as the right of life, to education, to housing, to medicine, and to organize, particularly in the case of those who more easily fall victim to the oppression that strips them of that right.

Finally I want to repeat my hope, which is the hope of all in the Archdiocese, that the government may understand how right and humanitarian has been the Church’s course of action, and that the Church cannot cease to act in this way, for it is part of her mission of integral evangelization. The Church has no desire that her relationship with the government should continue to be tense. On the contrary, the ideal put forward by Vatican II was that of arriving at sincere cooperation. But for that to be the case, there has to exist a solid basis of sincere service to all Salvadorans. To the president’s offer of dialogue, therefore, the Church repeats her readiness, so long as dialogue uses a common language, and not a vocabulary that runs down and defames the Church, and provided that events restore to the Church the confidence she has lost in the government. Examples of acts of justice and reconciliation would include: an explanation of what has happened to the many citizens who have disappeared; an end to arbitrary arrests and torture; permission to return home, under a guarantee of liberty, to all who have fled as victims of terror; the return to El Salvador of those of the clergy who have been banned without just reason; a review of expulsion orders served on clergymen, giving them a hearing in court.

Church-State conversations, in a climate of justice and confidence, of love for the common good of the people, would in no way be a matter of seeking privileges. They would not be based upon any competence of a political kind. They would be intended to bring about sincere cooperation between government and Church so as to create a just social order, one that would gradually eliminate unjust structures and would encourage the new society that the country needs in order to maintain and live within new structures of justice, peace, and love.

CONCLUSION

Each year this Body of Christ in history, this Church of the Archdiocese, understands better that the August 6 feast day is something more than just a titular feast. It is rather the celebration of a covenant that binds all Salvadorans to each other, all Salvadorans baptized with the baptism of the world’s divine Savior, even to the extent of an identification in thinking and in destiny. All of us who have been baptized form the Church, and the Church makes Christ present in the history of our country.

In constructing the history of El Salvador our Christian commitment leaves us no room for any inspiration, or for any objective, distinct from the message and the inspiration of Christ. If we are not faithful to this commitment, if we do not construct a better homeland that reflects, within our history, the final kingdom of heaven, then we would be betraying our faith, and even betraying our homeland. Our fidelity to Christ, the Lord of our history, will bring us the deep satisfaction of having been, with him, the builders of his kingdom here in El Salvador, for the happiness of all Salvadorans.

The Queen of Peace is also one of our country’s principal patrons. She is the mother of the first body of Christ and so mother also of the Body of Christ that continues through history. May she look after our Church and our homeland with a mother’s powerful protection.  Beneath the sign of her peace may there come to be, here among the people of El Salvador, the kingdom of God that through his Church, Christ continues to preach, a kingdom that does not interfere with your prerogatives but heals everything human of its fatal weakness, transfigures it, and fills it with hope, truth, and beauty (Vatican II, Message to Governments).

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First Pastoral Letter – THE EASTER CHURCH

To my beloved brothers and sisters, the auxiliary bishop, the priests, religious, and laity of the archdiocese of San Salvador; to you and to all men and women of good will, the Easter greeting of Jesus: peace be with you.

A TIME OF TRANSITION

On February 22, the feast of the Chair of St. Peter, the Archdiocese of San Salvador lived through that mysterious moment of apostolic succession, a characteristic of the human and historical side of Jesus’ divine and eternal Church. Salvadoran episcopal history began on September 28, 1842, when Pope Gregory XVI erected the diocese of San Salvador as a suffragan See of Guatemala. Four bishops followed each other in the new See until, on February 11, 1913, St. Pius X, the father of our ecclesiastical province, elevated it to the rank of Metropolitan See. Since that date three important figures in the Salvadoran hierarchy have held the office of archbishop.

For the past thirty-eight years of turbulent history, Archbishop Luis Chávez y González successfully guided the ship of our local church. Now his distinguished but weary hands have turned over the finely balanced rudder to a new successor of the apostles. I have taken hold of it with all the respect and delicacy of one who feels that he has received an inheritance of inestimable value to help him continue to guide and sustain the Church toward new and difficult horizons.

The work of my venerable predecessor will stand out when the ecclesiastical history of El Salvador comes to be written. During the thirty-eight years of his apostolate, God abundantly blessed the life of the Church. The seminary, the number of vocations, the priests, the parish communities, the religious communities, the colleges, the schools, the work of catechesis, the organizations and initiatives taken for the betterment of men and women, the luminous teaching in his pastoral letters — all of these will be chapter headings in the written record of his episcopacy. And it was backed up by the personal testimony of a holy life that faithfully traversed the road of his priestly vocation. Against this rock of authenticity and virtue have broken cowardly storms of calumny, but they have succeeded only in adorning his life, rather as rocks in the ocean are adorned by the furious foam of the waves.

A Paschal Moment

Were I to search for an appropriate adjective to describe this moment of apostolic succession in the Archdiocese, I should have no hesitation in calling it paschal.

Yes. We are passing through a very beautiful Eastertide. It coincides with the Eastertide of our liturgical year. Only the spirit of a risen Christ who, down the years, lives in and builds up his Church, can explain the rich heritage that my venerable predecessor Archbishop Chávez has handed on to me. Only the divine impulse of the Spirit of Easter can explain this unexpected beginning of my hierarchical service to the Archdiocese. Never did I imagine so beautiful an entrance as pastor into this Church of the divine Savior. In the special circumstances of this past Lent, the ecclesial mystery of Easter, which never fails to delight me as a Christian, has enriched my life, not only as a private individual but also as I have lived it from my position as a pastor in communion with the whole Church: in a dialogue of common responsibility with my beloved clergy, in close involvement of concern and prayer with ecclesial communities and with the faithful. In communion with the Church universal, I have shared in the fellow feeling and the solidarity of many of my brother bishops and of other dioceses. And, above all, I have had once again the support of the successor of St. Peter who, during my recent trip to Rome, entrusted to me Christ’s charismatic commission: strengthen your brothers (Luke 22:32).

An Easter Greeting

All of this imposes upon my first pastoral letter addressed to the whole Archdiocese a paschal theme and manner. It is my letter of introduction, my first greeting. In a spirit of optimism and of Christian hope it seeks to express:

— first of all, to my brothers and friends who are the priests of the Archdiocese, my offer of, and hope for, a dialogue with each other, and of collaboration in the service of the People of God whom together we have to evangelize, sanctify, and rule;

— to the communities of religious, my pastoral affection and my gratitude for the way they enrich the life of prayer and contemplation, and for the many ways in which they bring into being, among our people, the divine mystery of the Church;

— to generous lay people, all the vision and all the hope that the Second Vatican Council aroused in the hearts of pastors for the promotion of the lay vocation as a call to sanctity in the world, which they are to order according to the plans of God in committed collaboration with the Church’s apostolic mission;

— and to all men and women who await from the Church an answer that will throw light on their doubts, their disquiet, and their problems, the certain promise that God is holding out his hand to them from the Church, to all who seek him with a sincere heart (Eucharistic Prayer IV).

Especially is this Easter greeting directed to all my friends who, in different ways, expressed to me their loving welcome of, and adhesion to, the will of the Holy Father when he appointed me to this Metropolitan See. It is also directed to those who, with much display of solidarity, shared the grief and the hope that were aroused by the murder of the never-to-be-forgotten Father Rutilio Grande — may he rest in peace — and by other attacks on the freedom of the Church.

Toward Thoughtful Dialogue

And now, brothers, sisters, and friends, the greeting and the introduction become an invitation to thoughtful dialogue. I represent a Church that wants always to converse with all men and women, so that she may pass on to them the truth and the grace with which God has entrusted to her, in order that she may guide the world in conformity to his divine plan. Let us put the theme forward in the language of Easter, so as to retain the style of this letter’s title: the Church does not live for herself, but in order to bring to the world the truth and the grace of Easter. This is the essence of my letter. Its purpose is simply, in the daylight of this paschal hour, to present — with the sincere offer to enter into dialogue with everyone on — the Church’s identity and mission in these terms: (1) Easter: the origin and content of the Church; (2) the Church: sacrament and instrument of Easter; (3) the world: designated recipient of the truth and grace of Easter.

EASTER

What is Easter? What is the paschal mystery? It is simply the event of Christian salvation, through the death and the resurrection of our Lord Jesus Christ. The Second Vatican Council made the paschal mystery the center of its reflections upon the Church and her mission in the world. The council explains: The wonderful works of God among the people of the Old Testament were but a prelude to the work of Christ the Lord in redeeming mankind and giving perfect glory to God. He achieved his task principally by the paschal mystery of his blessed passion, resurrection from the dead, and glorious ascension, whereby dying, he destroyed our death and, rising he restored our life (Sacrosanctum Concilium, #5).

The Old Covenant Passover

The event of Christian salvation, then, which we call the paschal mystery, was being prepared for by the wonders wrought by God among the people of the Old Testament. Hence, in order to understand the meaning and the manner of Christian redemption a little better, it is necessary to go back to the wonders of the Old Testament. The historical and salvific manner of the redemption is mainly revealed to us in the Book of Exodus: God saves Israel, and thus will it be for every people, each within its own history. It is also revealed to us there what this redemption involves: a ransoming from death by means of the protection afforded by the blood of the lamb, while the avenging angel passes over, taking only the lives of the firstborn of the Egyptians. It also involves a passage from slavery, through the sea and the desert, to a promised land, to freedom and repose.

The redeemed people celebrated that Passover every year. But its celebration was more than simply a remembrance of things past. The whole process of redemption was made present in a profound liturgical and sacramental, prophetic and eschatological, sacrificial and communal sense. There were lived out again the wonders of the Lord. That is why it was said to those taking part, on this day … you are leaving Egypt. The Passover ritual was to be explained: this is because of what Yahweh did for me when I came out of Egypt (Exodus 13:4, 8). The Passover was always something in the here and now. God was the savior of Israel by way of its own history. The wonders were praised, and the sins against the covenant were denounced. The failures and the imperfections in their history did not dishearten them, because the Passover was open to the eschatological future. In the strivings of the present there always shone out the hope of a more perfect Passover, one beyond history, where there would be the happiness of the perfect paschal feast. The immolation of the lamb conveyed a sacrificial and communitarian meaning, as did the gathering of the family or group, which patriotism later extended to take in the entire national community.

Christ Our Paschal Victim Is Sacrificed

The whole of Israel’s paschal mystery comes to its fulfillment in the final Passover of Jesus. The preparatory symbol is transformed into the reality of the Christian Passover. Upon the structure of that ancient Passover Christ himself becomes its wondrous personification by means of his own passage from death to resurrection. Christ our paschal victim is sacrificed sings the Church among the alleluias of the resurrection. The whole of his life and work are marked by that paschal sign: the Passover was the hour appointed by the Father for the redemption of the world in Christ, and it was with a keen awareness that Christ approached his own Passover hour.  His death upon the cross was the immolation of the true paschal lamb and in a Passover meal Jesus instituted a memorial, a Eucharistic representation, which, in the midst of any human situation, will make present the wonder of the redemption. Who can measure the redemptive power of this passage from death to resurrection? If in his death there were destroyed the empire of sin, of hell, and of death itself, in his resurrection there began now in history the reign of eternal life, holding out to us the opportunity for bold changes in history and in life (cf., Gaudium et Spes, #22, 38). In the resurrection God glorifies the Son (Acts 2:22 ff., Romans 8:11), places the divine seal upon the act of redemption, which began at the incarnation and reached its consummation upon the cross. The resurrection made Jesus Son of God in all his power (Romans 1:4), Lord and Christ (Acts 2:36), leader and Savior (Acts 5:31), judge and Lord [of] everyone, alive or dead” (Acts 10:42), the first to rise from the dead (Acts 26:23; Revelation 1:5), and Lord of glory (I Corinthians 2:8). He is the first to have entered into the new world that is the ransomed universe. He has the power to offer to all who believe in him the gift of the Holy Spirit (Acts 2:38).

For Easter is also the coming of the Holy Spirit, the power from on high, the spirit of truth and love, the advocate and consoler, the spirit of God through whom men and women can identify with Jesus in his victory over evil and in the renewal of their own lives. The kingdom of heaven is not something that comes only after death. That will be its perfect fulfillment. But it has already been inaugurated in history, among men and women, by the Risen One, by his passage from death to resurrection.

In Him Is Our Hope

When I described this moment in the life of our Archdiocese as a paschal hour, I was thinking of the superabundant power of faith, hope, and love that the risen Christ — living and working — has called forth in different sectors of our local Church — even in sectors and persons who do not belong to, nor yet share in, our paschal faith. With the feelings of a pastor, I see that the spiritual riches of Easter, that greatest inheritance of the Church, abound among us. I see that there is already being achieved among us here what was expressly desired by the bishops at Medellín, when they were speaking to young persons: That the Church in Latin America should be manifested, in an increasingly clear manner, as truly poor, missionary and paschal, separate from all temporal power and courageously committed to the liberation of each and every person (Medellín Documents, Youth, #15).

THE CHURCH: SACRAMENT OF EASTER

Christ’s Church has to be an Easter Church — that is to say, a Church that is born of Easter and exists to be a sign and instrument of Easter in the world.

The Church Born of Easter

In the story of the lance (John 19:35) the Fathers of the Church found a mystical parallel between the birth of the Church from the side of Christ sleeping upon the cross, and the formation of Eve from the side of Adam. There is also a beautiful paschal connection in St. Paul’s linking the origin of the Church with the sacrifice of Christ: Christ loved the Church and sacrificed himself for her to make her holy. He made her clean by washing her in water with a form of words, so that when he took her to himself she would be glorious, with no speck or wrinkle or anything like that, but holy and faultless (Ephesians 5:25-27).

Jesus, who brought about our redemption beneath the paschal sign, longed to live on, in a paschal manner, in the life of the Church. The Church is the body of the risen Christ. Through baptism all those who belong to her live out that paschal tension, that passage from death to life, that crossing over that never ends and is called conversion, the continual demand upon us to destroy whatever is sin and to bring into being ever more powerfully all that is life, renewal, holiness, justice. The Holy Spirit began to quicken this life of resurrection in the Church from the very day of the resurrection itself when Jesus breathed the recreating Spirit upon the Apostles (John 20:22). With Pentecost — fifty days after Easter — came the fullness of Easter. There then took place the great pouring out of charisms that were to make the Church manifest to the world, and publicly to sanction the testimony of the Apostles. God thus forever anoints his Church. He does so to identify her with Jesus in order that all the faithful may, in the same Spirit, have access with Jesus, to the Father (cf. Lumen Gentium #4; cf. Ephesians 2:18).

In other words, the Easter Christ continues, lives, in the Easter Church. One cannot be part of this Church without being faithful to his manner of passing from death to life, without a sincere movement of conversion and of fidelity to the Lord.

Sign and Instrument of Easter

It was from the side of Christ as he slept the sleep of death upon the cross that there came forth the wondrous sacrament of the whole Church (Sacrosanctum Gentium, #5), the universal sacrament of salvation, as Vatican II most beautifully describes it (Lumen Gentium, #48). The council made the paschal mystery the central focus of its reflections on the Church, for the whole purpose of the Church’s existence is to make obvious and operative, in the midst of humanity, the abundant energy of the death and resurrection of the Lord.

From this there arises the attractive characterization of a Church that does not live for herself but so as to serve as Christ’s instrument in the redemption of the whole of humanity. It is a great joy to me to emphasize this sense of service in a letter whose purpose is to introduce to you a pastor who wants to live out, and, as closely as possible, to share in, the feelings of the Good Shepherd who came not to be served but to serve, and to give his life (Matthew 20:28).                                   

The Church, born at Easter to bring to all the grace of Easter, is described thus in one of the most profound Vatican II syntheses: Christ, the one Mediator, established and continually sustains here on earth his holy Church, the community of faith, hope, and charity, as an entity with visible delineation, through which he communicates truth and grace to all (Lumen Gentium, #8).

There are here the three elements that make the Church to be the universal sacrament of salvation: as the visible part of the sacrament, the hierarchical community; as the invisible sacramental content, the truth and grace of the Redeemer. To build the Church will always mean to build upon these three foundational stones, so beloved of Christ himself: to gather a community in faith and love around the shepherd, and so make Christ visible; to evangelize that community with Christ’s unique truth, and from that community to evangelize the world; and to live out and pass on that Easter grace, which means to liberate oneself from sin, and to become a sharer in the divine Sonship that Christ merited through his death and resurrection.

Or, to put it in the terms used by Pope Paul VI in his apostolic exhortation Evangelii Nuntiandi: Those whose life has been transformed enter a community which is itself a sign of transformation, a sign of newness of life: it is the Church, the visible sacrament of salvation. But entry into the ecclesial community will in its turn be expressed through many other signs which prolong and unfold the sign of the Church. In the dynamism of evangelization, a person who accepts the Church as the Word which saves normally translates it into the following sacramental acts: adherence to the Church, and acceptance of the Sacraments, which manifest and support this adherence through the grace which they confer (Evangelii Nuntiandi, #23).

What Fidelity Demands

If the Church’s preaching is the truth that saves (Romans 1: 16), and if the Eucharist and the other sacraments she administers both signify and communicate the power to become children of God, this is because grace . . . flows from the paschal mystery of the passion, death, and resurrection of Christ (Sacrosanctum Concilium, #61).   

Its paschal origins require of the Church, as a demand of Christ, a careful fidelity to the risen Lord in order that she be true to her identity, and so she is obliged by the requirements of a world in need of salvation not to water down in any way her teaching and her ministry. This obligation arises from her service as sign and instrument of the truth and grace that, through the paschal mystery, redeem the world. The prophetic, priestly, and social functions that the Church, in the name of the risen Christ, carries out among men and women, ought to be in perfect harmony with the mind of Christ. This is more true today than ever before, when persons expect of the Church an answer from the only Redeemer who can save them.

THE WORLD: THE BENEFICIARY OF EASTER

The Church does not exist for herself. Her raison d’etre is the same as that of Jesus: service to God to save the world. Vatican II said as much when treating of the mission of the Church in the modern world: The council can provide no more eloquent proof of its solidarity with, as well as its respect and love for the entire human family with which it is bound up, than by engaging with it in conversation about these various problems. The council brings to mankind light kindled from the Gospel, and puts at its disposal those saving resources which the Church itself, under the guidance of the Holy Spirit, receives from its Founder (Gaudium et Spes, #3).

And when, in August and September 1968, the bishops of Latin America met together in Medellin under the authority of the Pope to determine the form this noble service would take for our continent, they kept well in mind the fact that the Spirit of Easter urges the Church to dialogue with, and to serve, our peoples. We are, they said, on the threshold of a new epoch in the history of our continent. It appears to be a time full of zeal for full emancipation, of liberation from every form of servitude, of personal maturity, and of collective integration (Medellin Documents, Introduction, #4).  The Church cannot be indifferent, they proclaimed, when faced with a muted cry [that] pours from the throats of millions of men, asking their pastors for a liberation that reaches them from nowhere else (Medellin Documents, Poverty, #2).

A Religious and Human Mission

These legitimate aspirations of our people here and now are directed toward the Church in the form of a challenge or, better, an evangelical appeal. That is one side of the coin. The other side is a growing awareness that the Church has of her own mission and cannot to shrink from this appeal but must have the wisdom and fortitude to speak the words, and to adopt the attitude, that Christ requires of her in this complicated situation. This is typical of the difficult times in which we live. It is a time, Cardinal Pironio says, of the cross and of hope, of possibilities and of risks, of responsibility and of commitment (Escritos Pastorales, p. 206). It is, above all, a time for prayer and contemplation so as to interpret, according to the heart of God, the signs of our times. They will help us to know how to offer the service that we, as Church, owe to the just aspirations of our brothers and sisters.

The Church cannot be defined simply in political or socio-economic terms. But neither can it be defined from a point of view which would make her indifferent to the temporal problems of the world. As Vatican II puts it: the mission of the Church will show its religious, and by that very fact, its supremely human character (Gaudium et Spes, #11). And this is how Paul VI explains the blending of the Church’s two aspects, the religious and the human: Hence, when preaching liberation and associating herself with those who are working and suffering for it, the Church is certainly not willing to restrict her mission only to the religious field and dissociate herself from man’s temporal problems. Nevertheless she reaffirms the primacy of her spiritual vocation and refuses to replace the proclamation of the Kingdom by the proclamation of forms of human liberation; she even states that her contribution to liberation is incomplete if she neglects to proclaim salvation in Jesus Christ (Evangelii Nuntiandi, #34).

While taking account of the supremacy of the Church’s spiritual vocation and the predominant role of salvation in Jesus Christ, Pope Paul VI defends the linkage of true evangelization and human advancement, both because anthropology, theology, and the gospel demand it, and because to dissociate evangelization from human advancement would be to forget the lesson which comes to us from the Gospel concerning love of our neighbor who is suffering and in need (Evangelii Nuntiandi, #31).  I very earnestly recommend that you study the whole of the third chapter of Evangelii Nuntiandi. It will help you to have a clearer idea of the liberation that the Church promotes.

Service that Demands Conversion

The service offered by an Easter Church to the needs of her people ought to begin, as the bishops at Medellin said, in a spirit of eagerness for conversion and service. We have seen that our most urgent commitment must be to purify ourselves, all of the members and institutions of the Catholic Church, in the spirit of the Gospel (Medellin Documents, Message to the Peoples of Latin America).

In a sincere analysis of this confession, Cardinal Pironio thinks along three basic lines:

We Christians have not thoroughly assimilated ourselves to Jesus Christ (we may have known the gospel superficially, or have studied Christ technically, but we have not fully savored his mystery).

We divorce faith from life (we content ourselves with preaching the faith or celebrating it liturgically, but we do not put love and justice into practice).

By the same token, we have lost that Christian sensitivity to the anxieties of others, we no longer know how to brighten their hopes, and we have lost interest in the constructive molding of history.

An Easter Church, a Pentecost Church, ought to be a Church of conversion, of a fundamental turning back to Christ — whose mirror we should be — and to the radical demands of the Sermon on the Mount (Escritos Pastorales, p. 211).

Sincere Cooperation

From the perspective of our identity as Church, we also realize that our service to the people, precisely because it does not as such have a political or a socio-economic character, must seek sincere dialogue and cooperation with whomever holds political and socioeconomic responsibility. The Church does not do this because she has some technical competence or because she wants temporal privileges, but because the political community and other elements of society need to be reminded that they are at the service of the personal and social vocation of men and women. As Vatican II teaches: [The Church] is at once a sign and a safeguard of the transcendent character of the human person ….  [Therefore] it is only right … that at all times and in all places, the Church should have true freedom to preach the faith, to teach her social doctrine, to exercise her role freely among men, and also to pass moral judgment on those matters which regard public order when the fundamental rights of a person or the salvation of souls require it. In this, she should make use of all the means  . . . which accord with the Gospel and which correspond to the general good (Gaudium et Spes, #76).

Vatican II, while advocating this sincere cooperation, which in no way compromises the freedom and the autonomy of the Church, is ready to renounce any kind of privilege when there is danger of tarnishing the purity of the church’s testimony. The Church in El Salvador, out of her concern for the welfare of her people, and because of her love for them, is always ready to enter into dialogue with civil authorities and with those Salvadorans who are economically or socially powerful. She has been grateful when she could count upon them, just as she suffers when relationships have deteriorated — to the detriment and confusion of the people — by misunderstandings or a lack of comprehension of her difficult responsibility to defend the rights of God and of humanity. The search for this understanding is one of the Church’s Easter hopes, the object of her prayers, and one of the aims of her apostolic work, so that she may be able to live out in its fullness the peace that the Risen One came to give us, and for which El Salvador has always dreamed.

CONCLUSION

Beloved brothers, sisters, friends. We have together lived through a Lent that was a Way of the Cross, and a Good Friday that has come to full flower in this bright and hopeful hour of the Easter of resurrection. Those of us — bishops, priests, religious, and laity — who are aware of what it means to be a Church, the depository of all the energies working for the salvation of humanity in Christ, also understand the challenges and the risks of these difficult times. The major challenge arises from the hope placed in the Church by the world. Let us be worthy of this hour. Let us know how to give reason for this hope by the witness of unity, of communion, of Christian authenticity, and of apostolic work. While carefully honoring the supremacy of the Church’s religious mission and of salvation in Jesus Christ, this apostolic work should also take into account the human dimension of the gospel message, and the demands that the religious and eternal spheres make upon history.

Our divine Savior will not cheat us of our hope. Let us appeal to the Queen of Peace, the heavenly patroness of our people, to intercede with him for us. May the Mother of the Risen One defend our Church, the sacrament of Easter. Like Mary, may the Church live out this happy balance of the Easter of Jesus, which ought to characterize the true salvation of men and women in Christ — namely, to feel oneself already glorified in heaven as the image and first flowering of the future life, and at the same time to be, here on earth, the light for God’s pilgrim people as a sign of sure hope and solace until the day of the Lord comes (Gaudium et Spes, #76).  

I beg my beloved priests, religious, catechists, the Catholic colleges and schools and other agencies of our apostolate to study throughout the whole of Eastertide — that is, until Pentecost — the theme of this pastoral letter: Easter, the Church, and the world.

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La Iglesia un servicio de liberación personal, comunitaria, trascendente – Quinto Domingo de Cuaresma

Isaías: 43, 16-21
Filipenses: 3, 8-14
Juan: 8, 1-11

Queridos hermanos:

INTRODUCCION:

a) SALUDO A LA MISION ECUMENICA

Comparten con nosotros esta celebración de la palabra de Dios y de la Eucaristía nuestros hermanos que forman una Misión Ecuménica que visita a El Salvador estos días para darse cuenta de nuestra situación en asuntos de derechos humanos. Son ellos: el Rvdo. Alan McCoy, franciscano, que junto con el P. Juan Macho Merino me acompañan en la presidencia de esta misa; el Rvdo. McCoy es presidente de la Conferencia de Superiores de Ordenes Religiosas de Hombres, en Estados Unidos… Está también el Rvdo. Thomas Quigley, Laico de la División de América Latina del Departamento de Paz y Desarrollo en la Conferencia Episcopal de Estados Unidos… El Rvdo. William Wipfler del Programa de Derechos Humanos del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos… la Sra. Betty de Nute Richardos del Comité de Servicio de los Amigos Americanos también de Estados Unidos… y el Sr. Ronald Joung del Programa de Educación por la Paz, del Comité de Servicio de los Amigos… Sentimos en ellos la solidaridad de Norte América en su pensamiento cristiano y así comprendemos como el Evangelio puede iluminar las diversas formas de sociedades; y siempre, desde la perspectiva del respeto al hombre como nos ha revelado Nuestro Señor, se siente solidaria con una Iglesia que, precisamente, trata de defender esos derechos del hombre tan pisoteados en nuestra patria. Les agradecemos mucho…

Nuestro agradecimiento a ellos, y que estos días que pasan entre nosotros sean sumamente beneficiosos para afianzarse más en su compromiso cristiano. Y en nuestra comprensión hacia otros países veamos también como nuestro esfuerzo es comprendido y apoyado por todos aquellos que se iluminan verdaderamente con la luz del Evangelio.

-YSAX INSTRUMENTO DE VERDAD Y DE JUSTICIA

Queremos saludar, repito, a los oyentes de YSAX que por tanto tiempo han esperado este momento y que, gracias a Dios, ha llegado… No ignoramos el riesgo que corre nuestra pobre emisora por ser instrumento y vehículo de la verdad y de la justicia, pero sabemos que el riesgo hay que correrlo porque detrás del riesgo hay todo un pueblo que apoya esta palabra de verdad y de justicia…

-RADIO NOTICIAS DEL CONTINENTE

Me alegro de contar también esta mañana con la colaboración de Radio Noticias del Continente que está, desde este teléfono y desde nuestra emisora, llevando, como los domingos pasados nuestra voz a América Latina… Está con nosotros el periodista Demetrio Olaziregui y nos ha informado como estalló una bomba cerca de la cabina de locución de aquella emisora en Costa Rica. Eran varias cargas de dinamita, destruyó parcialmente la pared de un edificio de dos pisos y todos los vidrios. Tuvo que silenciarse un momento pero luego ha seguido funcionando y está prestándonos este maravilloso servicio… Nos dice que la homilía seguirá transmitiendose ya que hay demanda de Venezuela, de Colombia y hasta de Brasil… Aquella emisora ha recibido de 300 a 400 cartas en que manifiestan que oyen perfectamente esta onda en Honduras, en Nicaragua, y aquí mismo en El Salvador, en muchas partes.

b) CONTEXTO LITURGICO:- CUARESMA, PREPARACION DE PASCUA

Es entonces para darle gracias a Dios que un mensaje que no quiere ser más que un modesto reflejo de la palabra divina, encuentre canales maravillosos para extenderse y llegar a muchos hombres y decirles que en el contexto de la Cuaresma todo ésto es una preparación para nuestra Pascua, y que ya de por sí la Pascua es grito de victoria, que nadie puede apagar aquella vida que Cristo resucitó y que ya la muerte, ni todos los signos de muerte y de odio contra él, ni contra su Iglesia podrán vencer. ¡El es el victorioso!…

-SEMANA SANTA, CELEBRACION DE LA REDENCION

Así como florecerá en una Pascua de resurrección inacabable es necesario acompañarlo también en una Cuaresma, en una Semana Santa que es cruz, sacrificio, martirio y como El decía: “¡dichosos los que no se escandalizan de su cruz!”.

La Cuaresma es, pues, un llamamiento a celebrar nuestra redención en ese difícil complejo de cruz y de victoria. Nuestro pueblo actualmente está muy capacitado, todo su ambiente nos predica de cruz; pero los que tienen fe y esperanza cristiana saben que detrás de este calvario de El Salvador está nuestra Pascua, nuestra resurrección y esa es la esperanza del pueblo cristiano…

c) MENSAJE CUARESMAL DE LA PALABRA DE DIOS:

-REVELA EL PROYECTO DE DIOS PARA LIBERAR PLENAMENTE A LOS HOMBRES

He tratado durante estos domingos de Cuaresma de ir descubriendo en la revelación divina, en la Palabra que se lee aquí en la misa el proyecto de Dios para salvar a los pueblos y a los hombres; porque hoy, cuando surgen diversos proyectos históricos para nuestro pueblo podemos asegurar: tendrá la victoria aquel que refleja mejor el proyecto de Dios. Y esta es la misión de la Iglesia. Por eso, a la luz de la Palabra divina que revela el proyecto de Dios para la felicidad de los pueblos tenemos el deber, queridos hermanos, de señalar también las realidades; ver como se va reflejando entre nosotros o se está despreciando entre nosotros, el proyecto de Dios. Nadie tome a mal que a la luz de las palabras divinas que se leen en nuestra misa iluminemos las realidades sociales, políticas, económicas, porque de no hacerlo así, no sería un cristianismo para nosotros. Y es así como Cristo ha querido encarnarse para que sea luz que él trae del Padre, se haga vida de los hombres y de los pueblos.

Ya se que hay muchos que se escandalizan de estas palabras y quieren acusarla de que ha dejado la predicación del evangelio para meterse en política, pero no acepto yo esta acusación, sino que hago un esfuerzo para que todo lo que nos ha querido impulsar el Concilio Vaticano II, la Reunión de Medellín y de Puebla, no sólo lo tengamos en las páginas y lo estudiemos teóricamente sino que lo vivamos y lo traduzcamos en esta conflictiva realidad de predicar como se debe el Evangelio… para nuestro pueblo. Por eso le pido al Señor, durante toda la semana, mientras voy recogiendo el clamor del pueblo y el dolor de tanto crimen, la ignominia de tanta violencia, que me de la palabra oportuna para consolar, para denunciar, para llamar al arrepentimiento, y aunque siga siendo una voz que clama en el desierto se que la Iglesia está haciendo el esfuerzo por cumplir con su misión…

En los domingos de Cuaresma, entonces, hemos visto ese proyecto de Dios que se podría sintetizar así:

CRISTO ES EL CAMINO

Por eso nos presenta ayunando y venciendo tentaciones en el desierto.

Cristo es la meta y la vida, el impulso, por eso nos lo presentaba transfigurado, como llamándonos a esa meta a la que todos los hombres son llamados.

LA COLABORACION DEL HOMBRE: LA CONVERSION

Y los otros domingos, 3o., 4o y 5o., la colaboración que Dios pide a los hombres para salvarlos: su conversión, su reconciliación con él. Bajo ejemplos preciosísimos como la higuera estéril, como el hijo pródigo y esta mañana como la adúltera que se arrepiente y es perdonada, es el llamamiento que Dios nos hace y nos dice que nos encontrará así como el padre del hijo pródigo, así como el salvador de la adúltera; no hay pecado que no quede perdonado, no hay enemistad que no se pueda reconciliar cuando haya una conversión y un retorno sincero al Señor. ¡Esa es la voz de la Cuaresma!

-REVELA LA REALIZACION DEL PROYECTO DE DIOS EN LA HISTORIA

Y como las lecturas de Cuaresma también nos van diciendo como ese Dios aplica su proyecto en la historia, para hacer de la historia de los pueblos su historia de salvación. Y en la medida en que esos pueblos reflejen ese proyecto de Dios, de salvarnos en Cristo por la conversión, en esa medida los pueblos se van salvando y van siendo felices. Por eso, en la primera lectura de toda Cuaresma, es la historia de Israel, el pueblo paradigma, el pueblo ejemplar, ejemplar hasta en sus infidelidades y pecados para que en ellas aprendamos también como castiga Dios las infidelidades, el pecado. Y modelo también en traer la promesa de salvación de Dios. Desde Abraham hemos recorrido con Moisés la peregrinación del desierto, con Josué llegamos a celebrar la primera pascua en la tierra prometida.

Y hoy nos invita a un segundo éxodo: el retorno de Babilonia. Es una historia que cada pueblo tiene que imitar; porque no es que cada pueblo sea igual a Israel, pero hay algo que en todo pueblo existe: el grupo de los que siguen a Cristo, el grupo del Pueblo de Dios que no es todo el pueblo natural pero sí es grupo fieles. Y por eso, el ejemplo es precioso esta mañana: Seguidores de Cristo allá en Estados Unidos vienen a compartir con los seguidores de Cristo aquí en El Salvador, y ellos en la gran nación del Norte, son voz de evangelio contra las injusticias de aquella sociedad… así vienen a darnos solidaridad para que nosotros, Pueblo de Dios aquí en El Salvador, sepamos también denunciar con valentía, las injusticias de nuestra propia sociedad…

A la luz de las palabras divinas de hoy voy a presentar esta reflexión con este título:

LA IGLESIA, UN SERVICIO DE LIBERACION PERSONAL…
COMUNITARIA…TRASCENDENTE

Estos tres calificativos marcan los tres pensamientos de la homilía de hoy:

1o. La dignidad de la persona es lo primero que urge liberar.

2o. Dios quiere salvar a todo el pueblo.

3o. La trascendencia dá a la liberación su verdadera y definitiva dimensión.

1.- LA DIGNIDAD DE LA PERSONA ES LO PRIMERO QUE URGE LIBERAR

a) FIGURA DE LA ADULTERA FRENTE A CRISTO

Allí tenemos el Evangelio. Y no encuentro una figura más hermosa de Jesús salvando la dignidad humana que este Jesús que no tiene pecado frente a frente con una adúltera, humillada porque ha sido sorprendida en adulterio. Y piden para ella, sentencia de lapidación. Y aquel Jesús que después de echar en cara, sin decir palabra, el pecado de los propios jueces, le pregunta a la mujer: “Nadie te ha condenado?” “Nadie, Señor. Pues yo tampoco te condeno; pero no peques más.”

Fortaleza pero ternura. La dignidad humana ante todo. Era un problema legal en el tiempo de Jesús. En el Deuteronomio toda mujer sorprendida en adulterio debía morir y cuando quedaba un espacio para discutir como debe ser esa muerte, discutían los fariseos y los letrados: “¿por lapidación, por estrangulación?” y a ésto se refiere la pregunta: “Esta mujer ha sido sorprendida en adulterio, nuestra ley dice que debe morir, ¿Tú qué dices? Según la discusión actual, ¿cómo debemos matarla?”. A Jesús no le importan estos detalles legalistas. Con un disimulo superior a esa mala voluntad de los que le ponían una trampa se puso a escribir en la Tierra, como cuando uno disimula con un lápiz manchando un papel. Ellos insisten y Jesús dá la gran respuesta de su sabiduría: “El que de ustedes estén sin pecado, que tire la primera piedra”.

Ha tocado la conciencia. Eran los testigos según las leyes antiguas, los primeros que debían tirar la primera piedra. Pero los testigos, al mirarse a su conciencia sentían que eran testigos de su propio pecado. Y la dignidad de la mujer se salva. Dios no salva el pecado pero si la dignidad de una mujer sumergida en el pecado. El ama, ha venido precisamente a salvar a los pecadores y aquí tiene un caso. Convertirla es mucho mejor que apedrearla. Perdonarla y salvarla es mucho mejor que condenarla. La ley tiene que ser un servicio a la dignidad humana y no los falsos legalismos con los cuales se pisotea la honradez, muchas veces, de las personas.

Y dice con un realismo espantoso el evangelio: Comenzaron a irse comenzando por los más viejos. La vida se ocupa para ofender a Dios y los años que debían de servirnos para ir creciendo en este compromiso con la humanidad, con la dignidad del hombre, con Dios se va haciendo cada vez más hipócrita la vida, escondiendo los propios pecados que cresen juntamente con la edad.

EL PECADO PERSONAL ES LA BASE DEL GRAN PECADO SOCIAL

Y ésto hay que tenerlo muy en cuenta, queridos hermanos, porque hoy es muy fácil, como los testigos de la adúltera, señalar y pedir justicia para ésos; pero ¡qué pocos se miran a su propia conciencia! ¡Qué fácil es denunciar la injusticia estructural, la violencia institucionalizada, el pecado social! Y es cierto todo eso, pero ¿dónde están las fuentes de ese pecado social?: En el corazón de cada hombre. La sociedad actual es como una especie de sociedad anónima en que nadie se quiere echar la culpa y todos son responsables. Todos son responsables del negocio pero es anónimo. Todos somos pecadores y todos hemos puesto nuestro grano de arena en esta mole de crímenes y de violencia en nuestra Patria.

Por eso, la salvación comienza desde el hombre, desde la dignidad del hombre, de arrancar del pecado a cada hombre. Y en la Cuaresma, este es el llamamiento de Dios: ¡Convertíos! individualmente. No hay aquí entre todos los que estamos, dos pecadores iguales. Cada uno ha cometido sus propias sinvergüenzadas y queremos echarle al otro la culpa y ocultar las nuestras. Es necesario desenmascararme, yo soy también uno de ellos y tengo que pedir perdón a Dios he ofendido a Dios y a la sociedad. Este llamamiento de Cristo: ¡la persona ante todo!

Qué hermoso el gesto de aquella mujer sintiéndose perdonada y comprendida: “nadie Señor, nadie me ha condenado. Pues yo tampoco, yo que podía dar la palabra verdaderamente condenatoria, no te condeno; pero cuidado, no vuelvas a pecar”. ¡No vuelvas a pecar! Cuidémonos hermanos, si Dios nos ha perdonado tantas veces aprovechemos esa amistad del Señor que hemos recuperado y vivámosla con agradecimiento.

-PROMOCION DE LA MUJER

¡Qué hermoso cabría aquí un capítulo de la promoción de la mujer por parte del cristianismo!. Si la mujer ha logrado alturas semejantes al hombre, gran parte es este evangelio de Jesucristo. En tiempos de Cristo se extrañaban de que él platicara con una samaritana porque la mujer era algo indigno de platicar con el hombre. Y Jesús sabe que todos somos iguales: ya no hay griego o judío; hombre o mujer, todos somos hijos de Dios. Al cristianismo la mujer que debía estar doblemente agradecida porque. El Cristo con su mensaje, es el que ha promovido la grandeza y la mujer. Y de qué alturas son capaces esos dones femeninos que muchas veces con el machismo de los varones no se estimula, no se aprecia.

b) LA PERSONA DE LOS ACUSADORES

También los testigos han comprendido que la redención comienza por la dignidad humana, y que antes de ser jueces que administran justicia tienen que ser hombres honrados y tienen que saber decir con su conciencia limpia una sentencia, porque ellos serían los primeros en aplicársela si cometieran ese crimen.

La actitud de Jesús. Hay que fijarse en este evangelio, que es lo que tenemos que aprender. Una delicadeza para con la persona. Por más pecadora que sea, él la distingue como hijo de Dios, imagen del Señor. No condena sino que perdona. Tampoco consiste en el pecado, es fuerte para rechazar el pecado pero sabe azuzar, condenar el pecado y salvar al pecador.

No subordina el hombre a la ley. Y ésto es bien importante en nuestro tiempo. El ha dicho: “No se ha hecho el hombre para el sábado sino el sábado para el hombre”. No queramos, por salvar la Constitución del país cuando se ha pisoteado por todos lados, llamarla; y a ella se le quiere usar más bien para defender nuestros egoísmos personales. La ley para el hombre, no el hombre para la ley. Y entonces Jesús, es fuente de paz cuando ha dado así a la dignidad humana. Su verdadera primacía. El hombre siente que cuenta con Jesús, que no cuenta con el pecado y que tienen que arrepentirse y volverse a él con sinceridad. Es la alegría más profunda del ser humano.

c) SAN PABLO… OTRO CONVERSO, LIBERADO DEL PECADO Y LA IGNORANCIA

En la segunda lectura de hoy también tenemos el ejemplo de otro pecador que anduvo engañado mucho tiempo, pero que al conocer a Cristo, Cristo lo salva y ya pone toda su ilusión como meta de toda su vida: alcanzar a Cristo. “…Y todo lo demás lo considero como basura”, nos ha dicho la epístola de hoy. Cuando ya no se idolatran las cosas de la tierra sino se ha conocido al verdadero Dios, al verdadero Salvador, todas las ideologías de la tierra, todas las estrategias de la tierra, todos los ídolos del poder, del dinero, de las cosas, perecen basura. San Pablo, la palabra es más dura, “estiércol,” dice. “Con tal de ganar a Cristo, todo lo demás parece basura”.

a) DOCTRINA SOBRE EL HOMBRE EN PUEBLA

Por no cansarlos no les leo, hermanos, todo el rico contenido del documento de Puebla en una de sus bases teológicas. Son tres los lineamientos teológicos de Puebla: La verdad sobre Cristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre. Y cuando habla del hombre, como obispos del continente, se firmó un compromiso allá en Puebla, cuando se dice que ante las visiones falsas de la tierra que el hombre ha tenido según sus intereses, sobre todo aquellas que hacen del hombre un instrumento de explotación, o las que hacen del hombre en las ideologías marxistas una ficha nada más de todo el engranaje, o las que hacen de la Seguridad Nacional un servidor del estado como si el estado fuera el señor y el hombre el esclavo, cuando es al revés, no es el hombre para el estado sino el estado para el hombre. El hombre tiene que estar en la cumbre de toda organización humana para promover al hombre.

Entonces, los obispos de América Latina nos hemos comprometido: “Profesamos, pues, que todo hombre y toda mujer por más insignificantes que parezcan, tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben respetar y hacer respetar sin condiciones; que toda vida humana merece por sí misma, en cualquier circunstancia, su dignificación; que toda convivencia humana tiene que fundarse en el bien común, consistente en la realización cada vez más fraterna de la común dignidad, lo cual exige no instrumentalizar a unos en favor de otros y estar dispuestos a sacrificar aún bienes particulares…” (317).

Esta es la base de nuestra Sociología, la que aprendimos de Cristo en su evangelio: el hombre ante todo es al que hay que salvar, y el pecado individual, es lo primero que tenemos que arreglar. Nuestras cuentas con Dios, nuestras relaciones individuales con él, ponen las bases de todo lo demás. Falsos liberadores son aquellos que llevan el alma esclava del pecado y gritan hacia afuera y por eso a veces son tan crueles porque no saben amar ni respetar la persona humana…

2. DIOS QUIERE SALVAR A TODO EL PUEBLO

a) PERSONALIDAD COLECTIVA

pero el segundo pensamiento pasa del individualismo, diríamos, a lo comunitario. En las lecturas de hoy ésto es bello. Ver como Dios quiere salvar a los hombres en pueblo. Es todo el pueblo al que Dios quiere salvar.

-DIOS CON UN PUEBLO

La primera lectura de hoy, los famosos himnos de Isaías, presentan a un Dios hablando con un pueblo; es el diálogo de Dios, con una personalidad colectiva -así la llaman las escrituras- “personalidad colectiva” como sí se hablara de una persona; Dios habla con un pueblo y ese pueblo Dios lo hace su pueblo, porque a él le va a confiar promesas, revelaciones que luego han de servir para todos los demás pueblos.

DIFERENCIA ENTRE “PUEBLO DE DIOS” Y PUEBLO NATURAL

Por eso fíjense bien, queridos hermanos, como en la historia de la Biblia, del Viejo Testamento, hay cosas que se refieren únicamente a ese sector “pueblo de Dios” y hay también algo que se refiere al pueblo en común, al pueblo natural. Cuántas veces le reprochaban los profetas a Israel que no se gloriaran de ser hijos de Abraham sino de obedecer a Dios y creer en Dios. Los creyentes, ese reducido número, era el verdadero pueblo Dios. Todo lo demás era a veces prevaricador y así eran también los otros pueblos que se llamaban gentiles, pero ese núcleo que se llama el pueblo de Dios, la personalidad colectiva con quien Dios habla, pasa a través de Cristo a todos los cristianos; ya no es sólo un grupo del pueblo de Israel sino que en cada país habrá un grupo.

Y aquí tenemos el ejemplo esta mañana. En Estados Unidos hay también el grupo de los cristianos que no son todo Estados Unidos, así como en El Salvador está también el grupo de la Iglesia que no es todo El Salvador. Y cuando yo como Pastor me dirijo al Pueblo de Dios, no pretendo yo ser un maestro de todo El Salvador sino que soy el servidor de un núcleo que se llama la Iglesia, la Arquidiócesis, los que quieren servir a Cristo y reconocen en el obispo, al maestro que en nombre de Cristo les habla. De ellos espero respeto, obediencia, con ellos me siento tan unido y no me extraña que los que no son Iglesia, aunque estén dentro de la Iglesia, me critiquen, me murmuren, me deshagan…

Esos, ya no son Pueblo de Dios; aún en el Nuevo Testamento aunque estén bautizados, aunque vengan a misa, si no se unen solidariamente con las enseñanzas exigentes del Evangelio, las aplicaciones concretas de nuestra pastoral, entonces, hermanos, sepamos distinguir bien para no jugar con ese nombre tan sagrado: el pueblo. Nosotros llamamos al Pueblo de Dios como al núcleo de los salvadoreños que creen en Cristo y quieren seguirlo fielmente y se alimentan de su vida, de sus sacramentos, en torno de sus pastores.

b) HISTORICIDAD DE LA SALVACION

DIOS SALVA EN LA HISTORIA

Este pueblo de Dios va sucediéndose en la historia.

-“NO RECORDEIS LO DE ANTAÑO”

Este pueblo de Dios va sucediéndose en la historia.

¿Se fijaron qué bellamente ha dicho la 1a. lectura de hoy: “Ustedes se glorían del primer éxodo cuando yo los saqué de Egipto, cuando atravesaron el desierto, ¡cuántas maravillas se hicieron en aquel recorrido con Moisés! Pero ya no se gloríen de ese pasado, eso ya quedó en la historia, yo hago nuevas las cosas?”. ¡Qué frase más bella de Dios! Dios es el que hace nuevas las cosas, es el Dios que va con la historia.

-EL NUEVO EXODO

Ahora el éxodo será de otro rumbo, de Babilonia, del destierro. El desierto por donde van a pasar florecerá como jardín, brotarán las aguas como simbolizando con el paso del perdón de Dios, del pueblo reconciliado con Dios hacia Jerusalén, que ya no es propiamente la esclavitud de Egipto sino es el destierro de Babilonia, y así se irá sucediendo la historia.

-CADA PAIS VIVE SU PROPIO “EXODO”

Hoy también El Salvador vive su éxodo propio, hoy estamos pasando también nosotros la liberación por el desierto donde cadáveres, donde el dolor angustioso nos va asolando, y muchos sufren la tentación de los que caminaban con Moisés y querían volverse y no colaboraban. Es la historia de siempre, Dios quiere salvar al pueblo haciendo nueva la historia. La historia no se repite aunque el dicho dice: “la historia se repite”, hay ciertas cosas que aparentemente son repetición. Lo que no se repite son las circunstancias, las coyunturas, somos testigos en El Salvador. ¡Qué densa nuestra historia, qué variado de un día para otro! Sale uno de El Salvador y regresa la semana siguiente y parece que ha cambiado tan rotundamente la historia. No nos estabilicemos en querer juzgar las cosas como las juzgamos una vez. Una cosa sí: tengamos firmemente anclada en el alma la fe en Jesucristo, el Dios de la historia, ese sí no cambia. Pero él tiene como la complacencia de cambiar la historia, jugar con la historia; “hago nuevas las cosas”.

La gracia del cristiano, entonces, está en no estabilizarse en tradiciones que ya no se pueden sostener sino en aplicar esa tradición eterna en Cristo a las realidades presentes. Los cambios en la Iglesia, queridos hermanos, sobre todo los que hemos sido formados en otras épocas, en otros sistemas, tenemos que tener y pedirle al Señor esa gracia de tenernos que adoptar sin traicionar nuestra fe, ser comprensivos con la hora de hoy. Dios hace nuevas las cosas y por eso corregía a los israelitas porque se alegraban del primer éxodo y no pensaban que Dios estaba haciendo ya maravillas en una segundo éxodo, y las haría mucho mayores en la Era Cristiana como las vamos viendo nosotros.

La historia no perecerá, la lleva Dios. Por eso digo, en la medida en que los proyectos históricos traten de reflejar el proyecto eterno de Dios, en esa medida, se van haciendo reflejo del Reino de Dios y este es el trabajo de la Iglesia; por eso Ella, Pueblo de Dios en la historia, no se instala en ningún sistema social, en ninguna organización política, en ningún partido. La Iglesia no se deja cazar por ninguna de esas fuerzas porque ella es la peregrina eterna de la historia y va señalando a todos los momentos históricos lo que sí refleja el Reino de Dios y lo que no refleja el Reino de Dios y que no refleja el Reino de Dios, Ella es servidora del Reino de Dios…

El gran trabajo de los cristianos tiene que ser ése, empaparse del Reino de Dios y desde -esa alma empapada en el Reino de Dios, trabajar también los proyectos de la historia. Está bien que se organicen en organizaciones populares, está bien que hagan partidos políticos, está bien que tomen parte en el gobierno, está bien con tal que seas un cristiano que llevas el reflejo del Reino de Dios y tratas de implantarlo allí donde estás trabajando, que no seas juguete de las ambiciones de la tierra… Y este es el gran deber de los hombres de hoy. Mis queridos cristianos, siempre les he dicho y lo repetiré, de aquí, del grupo cristiano, del Pueblo de Dios tienen que salir los hombres que van a ser los verdaderos liberadores de nuestro pueblo…

Cualquier proyecto histórico que no se fundamente en eso que dijimos en el primer punto: la dignidad de la persona humana, el querer de Dios, el Reino de Cristo entre los hombres, será un proyecto efímero y será cada vez más estable y será cada vez solución del bien común de los pueblos, según la índole de cada pueblo, el que refleje mejor ese eterno designio de Dios. Por eso hay que agradecerle a la Iglesia, queridos hermanos políticos, no manipular a la Iglesia para llevarla a lo que nosotros queremos que diga, sino decir nosotros lo que la Iglesia está enseñando, no tiene intereses. Yo no tengo ninguna ambición de poder y por eso con toda libertad le digo al poder lo que está bueno y lo que está malo y a cualquier grupo político le digo lo que está bueno y lo que está malo, es mi deber.

Y desde esa libertad del Reino de Dios, la Iglesia, que no sólo es el obispo y los sacerdotes sino todos ustedes los fieles, las religiosas, los colegios católicos, todo lo que es el Pueblo de Dios, el núcleo de los creyentes en Cristo, debíamos de unificar nuestros criterios; no debíamos de desunirnos, no debíamos de parecer dispersos y muchas veces como que somos acomplejados ante las organizaciones políticas populares y queremos complacerlas más a ellas que al Reino de Dios en sus designios eternos. No tenemos nada que mendigarle a nadie porque tenemos mucho que darle a todos… Y esto no es soberbia sino la humildad agradecida del que ha recibido de Dios una revelación para comunicarla a los demás…

3. LA TRASCENDENCIA DA LA LIBERACION, SU VERDADERA Y DEFINITIVA DIMENSION

Finalmente, el tercer pensamiento sacado de las lecturas de hoy, es que el proyecto de Dios para liberar al pueblo es trascendente.

a) ¿QUE ES LA TRASCENDENCIA?

Yo creo que hasta repito demasiado esta idea pero no me cansaré de hacerlo, porque corremos mucho el peligro de querer salir de las situaciones inmediatas con resoluciones inmediatas y nos olvidamos que los inmediatismos pueden ser parches pero no soluciones verdaderas. La solución verdadera tiene que encajar en el proyecto definitivo de Dios. Toda la solución que queramos dar a una mejor distribución de la tierra, a una mejor administración del dinero en El Salvador, a una organización política acomodada al bien común de los salvadoreños, tendrá que buscarse siempre en el conjunto de la liberación definitiva.

Hace poco me presentaban un esquema muy significativo, y es el hombre que trabaja en política mira los problemas temporales: el dinero, las tierras, las cosas y se puede quedar contento con sólo resolver estos problemas; pero el político que tiene fe, se remonta hasta Dios y desde Dios mira como ese tramo inmediato que los políticos de hoy están tratando de resolver, no debe de mirarse separadamente de la perspectiva de Dios. Desde el principio al fin en la historia Dios lleva un proyecto y la solución hay que acomodarla a esa perspectiva de Dios para que sea eficaz. Y según esa perspectiva de Dios, como aparece en las palabras de hoy que se han leído en la Biblia: en primer lugar, reconocer que Dios es el protagonista de la historia; en segundo lugar, hay que partir de la redención del pecado; y en tercer lugar, no descartar a Cristo que es el camino y la meta de la verdadera liberación. Aquí están en las lecturas de hoy, y este es el proyecto que durante toda la Cuaresma hemos venido estudiando.

-PRIMERO: RECONOCER LA INICIATIVA DE DIOS PARA LIBERAR

Hoy aparece claro como es Dios el que toma la iniciativa: “El pueblo que Yo formé”, dice en la primera lectura Dios. Es el Dios hablando con Israel: “Yo te escogí, tu historia te la voy haciendo Yo”. Hermoso el momento en que el hombre comprende en que no es más que un instrumento de Dios. Tanto vive cuanto Dios quiere que viva. Tanto puede, tanto Dios quiere que pueda. Tanta inteligencia tienes, sólo la que Dios te ha dado. Poner todas esas limitaciones en las manos de Dios, reconocer que sin Dios no se puede hacer nada. De allí, queridos hermanos, que en un sentido trascendente de esta hora en El Salvador, es orar mucho, muy unidos con Dios. Y hay gente que está trabajando por la liberación uniéndose con Dios.

El otro día que hablábamos un problema de un refugio- que no confunda el refugio con un cuartel- el refugio es para gente que viene con miedo y viene huyendo y se esconde. “¡Ah! pero es que hay muchos organizados y no podemos estar de balde, tenemos que trabajar!” Bueno, pues váyanse a trabajar, busquénse un cuartel donde hacerlo. Pero el refugio es el lugar donde también trabajan los enfermos, aquel padre de familia con su mujer enferma y sus niños que no podían los querían mandar a ocupar una Iglesia, y ¡cómo va a ir si está enfermo! Que ofrezca su dolor, que ofrezca su enfermedad. Esto tiene valor, pero cuando se pierde de vista la trascendencia de la lucha todo se hace consistir en cosas que a veces son hasta erróneas. Ojalá, todos los que trabajan hoy por la liberación del pueblo supieran que sin Dios no se puede hacer nada y que con Dios, hasta los más inútil, es un trabajo cuando se hace con buena voluntad…

En la primera lectura de hoy Dios invita al pueblo de Israel a descubrir su mano, no sólo cuando salió de Egipto a la tierra prometida sino hoy que viene de Babilonia también para Jerusalén. Descubrir la mano de Dios en las coyunturas históricas del pueblo, ese es un gesto de trascendencia. Por eso los que trabajan -repito- por la liberación del pueblo no pierdan de vista esta medida, esta dimensión trascendente.

-LO SEGUNDO DIGO ES MIRAR COMO LA LIBERACION TIENE QUE ARRANCAR DEL PECADO

Hay que tener en cuenta que todos los males tienen una raíz común y es el pecado. En el corazón del hombre están los egoísmos, las envidias, las idolatrías y es allí donde surgen las divisiones, los acaparamientos; como decía Cristo: “No es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre, sino lo que está en el corazón del hombre”, los malos pensamientos. Hay que purificar, pues, esa fuente de todas las esclavitudes. ¿Por qué hay esclavitudes? ¿Por qué hay marginaciones? ¿Por qué hay analfabetismo? ¿Por qué hay enfermedades? ¿Por qué hay un pueblo que gime en el dolor? Todo ésto está denunciando que existe el pecado. “La pobreza -dice Medellín- es una denuncia de la injusticia de aquel pueblo”.

Por eso, la trascendencia de la liberación arranca del pecado y la Iglesia siempre estará predicando: arrepiéntanse de sus pecados personales. Y les dirá como a la adúltera: “ya no te condeno, te has arrepentido pero no vuelvas a pecar”, el pecado es el mal siempre. ¡Cómo quisiera decirles, hermanos, a todos los que le dan poca importancia a estas relaciones íntimas con Dios, que le den la importancia que tiene! No basta decir: yo soy ateo; yo no creo en Dios; yo no lo ofendo. Si no es cuestión de que tú creas, es que objetivamente tú tienes rotas tus relaciones con el principio de toda vida. Mientras no lo descubras, y no lo sigas, y no lo ames, tú eres una pieza descoyuntada de su origen y por eso llevas en tí mismo el desorden, la desunión, la ingratitud, la falta de fe, de fraternidad. Sin Dios no puede haber un concepto de liberación. Liberaciones inmediatistas sí las puede haber, pero liberaciones definitivas, sólidas, sólo los hombres de la fe las van a realizar.

TERCERO: ESTA TRASCENDENCIA NOS PIDE UNA FE MUY GRANDE EN JESUCRISTO

Es incomparable la página de San Pablo, el pecador que había olvidado a Cristo, mejor dicho, no lo conoció y más bien creía que Cristo y sus cristianos eran unos traidores de la religión verdadera que era el judaísmo. Y se sentía autorizado para irlos a traer amarrados y acabar con esa secta. Pero cuando Cristo se le presenta y le revela, él cae en la cuenta de su ignorancia y le escribe: “Todo lo estimo ya como pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor”. ¡Qué gratitud la de un pecador cuando dice: no te conocía, Señor, ahora sí ya te conozco y ahora todo lo demás me parece inútil en comparación de la excelencia de conocerte a tí, mi Señor! Por él lo perdí todo y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no como justicia mía sino con la que viene de la fe en Cristo. Esta es la trascendencia.

Hay muchos que quieren una justicia, una justicia mía, una justicia de hombres. No trascienden, no es ésa la que me salva dice San Pablo, es la justicia que viene por la fe de Cristo, mi Señor. ¿Y cómo es Cristo justicia del hombre? Dice: “Para conocerlo a él y la fuerza de su resurrección y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte para llegar un día a la resurrección de entre los muertos”. ¿Ven cómo la vida recobra todo su sentido, y el sufrimiento ya es una comunión con el Cristo que sufre, y la muerte es comunión con la muerte que redimió al mundo? ¿Quién puede sentirse inútil ante este tesoro del que ha encontrado a Cristo que le dá sentido a la enfermedad, al dolor, a la opresión, a la tortura, a la marginación? ¡No está vencido nadie aunque lo pongan bajo la bota de la opresión y de la represión, el que cree en Cristo, sabe que es un vencedor y que la victoria definitiva será de la verdad y de la justicia…!

Y en su misma página íntima San Pablo dice: no es que ya haya conseguido el premio sino que corro hacia adelante, olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante; corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios desde arriba, llama en Cristo Jesús. Esta es la trascendencia: una meta hacia la cual queremos empujar toda nuestra liberación, una meta que es alegría definitiva de todos los hombres.

HECHOS DE LA SEMANA

Hermanos, esta es la liberación que nuestra Iglesia tiene que vivir y predicar. Lo hemos aprendido en la palabra de Dios ya en vísperas de la Semana Santa y vamos a entrar en esa Semana Santa a construirnos más Iglesia, más Pueblo de Dios. Hablo en este momento a mis queridos sacerdotes, a las comunidades religiosas, a las comunidades cristianas, a todo aquello que se llama la Iglesia, el Pueblo de Dios, el núcleo de los creyentes, para que desde aquí, desde nuestro núcleo de creyentes, tengamos fuerzas como Dios se la dió a Israel para iluminar a todos los otros pueblos para iluminar y sancionar aquello que no está bueno y para animar a todo aquello que está bueno. Por eso, en este momento de mi homilía, yo me refiero al quehacer de nuestra Iglesia, invitando a todos los protagonistas de la Iglesia a que la hagamos verdaderamente un motor de la liberación tal como el proyecto de Dios lo quiere.

HECHOS ECLESIALES

Lo primero que les anuncio hoy es que ya el próximo domingo estamos en la Semana Santa y por las circunstancias especiales la vamos a celebrar aquí, en esta Basílica. A las 8 de la mañana, el próximo domingo tendremos la bendición de las palmas. Vamos a procurar combinar con la Iglesia del Calvario. En ese caso les voy a suplicar que hacia las 7:30 estén en el Calvario donde vamos a bendecir las palmas y de allá traeremos la procesión que significa la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén para celebrar a la llegada a la Basílica, la misa del Domingo de Ramos. Los demás actos aparecerán en el programa; son principalmente el Jueves Santo, con la bendición de los óleos a las 10 de la mañana, pero ya lo anunciaremos todo ésto el próximo domingo. Sólo quiero decirles desde ahora que quisiéramos darle a nuestro Vía-crucis del Viernes Santo, todo el sentido del desagravio, de denuncia, de solidaridad que debe de ser el cristiano meditando en la Pasión de Cristo en un pueblo que va también con su cruz a cuestas. El próximo domingo daremos datos para esta celebración de un gran Vía-Crucis que sea de veras solidario con el Vía-crucis de nuestro pueblo.

Con las comunidades. Ya me referí el domingo pasado a las fiestas de San José que resultaron muy piadosas en San José de la Montaña, en los seminarios que están bajo su título; en San José Cortés, en San José Villanueva, en el Colegio Cristóbal Colón dirigido por los PP. Josefinos y en el Externado San José.

En Aguilares también celebramos el tercer aniversario del asesinato del P. Grande. Se nota que la represión logra sus efectos, había poca gente, hay miedo, es una zona sumamente martirizada. El mensaje se refería a que el mensaje de Cristo tiene que encontrar siempre lo que el P. Grande encontró si se quiere ser fiel.

En Tejutla, en el cantón de los Martínez, celebramos la fiesta patronal del cantón y allá me entregaron una denuncia espantosa: El día 7 de marzo, como a las 12 de la noche, un camión lleno de efectivos militares vestidos de civil y uniformados otros, abrieron las puertas, se introdujeron a la casa sacando en forma violenta a culatazos y puntapiés a todos los miembros de la familia; violaron a cuatro jóvenes, golpearon salvajemente a sus padres y las amenazaron que si decían algo que se atuvieran a las consecuencias. Hemos sabido la tragedia de estas pobres muchachas.

En Agua Caliente tuvimos también una bonita fiesta de confirmaciones, un pueblo muy simpático allá en el Departamento de Chalatenango en la parroquia de la Reina.

En Cojutepeque, el párroco P. Ricardo Ayala ha sido víctima de una falsa denuncia. Llegó a la Curia este telegrama, copia de un telegrama del Director de la Guardia Nacional al Jefe de Estado Mayor: “Hónrome transcribir radiocomunicación esta fecha procedente de Cojutepeque Guardia Nacional que dice: Señor Comandante, Director Policía Nacional, comunico telefónicamente esta jefatura que ha tenido conocimiento que a fines de esta semana pasada, Presbítero Ricardo Ayala, cura párroco Iglesia San Sebastián esta ciudad, reunióse con grupos personas de ambos sexos cantón San Andrés, jurisdicción Monte San Juan este departamento manifestándolo día 15 corriente, saldrá hacia Nicaragua o a Cuba a traer refuerzos para continuar lucha en nuestro país”. Firma el Comandante… ¿Ridículo, verdad?

Cuando llamamos al P. Ayala, a quien muchos conocen por su seriedad, él escribió esto dirigido al Ing. Duarte que fue él quien me comunicó el telegrama a la Curia: “Al respecto, manifiéstole 1o.) Que es cierto que estuve en la fechas indicadas en los cantones El Carmen y Soledad de la jurisdicción de Monte San Juan, acompañado por el Presbítero Benjamín Rodríguez, párroco de la localidad. 2o.) Que nuestra visita fue para reconciliar y consolar con palabras religiosas y evangélicas a ambos bandos. 3o.) Que es completamente falso y tendencioso afirmar que hayamos ofrecido salir del país el 15 del corriente mes para traer refuerzos de otros países para continuar la lucha. No es ese nuestro lenguaje ni es la misión pastoral que nos ha confiado. Atentamente P. Ayala..”

En otra comunidad del departamento de Cuscatlán, en Candelaria, también se denuncia que la Guardia Nacional en los cantones de San Miguel, Nance Verde y San Juan Miraflores Arriba de la comprensión de Candelaria de Cuscatlán, en horas de la tarde, fue capturado el joven reservista Emilio Mejía quien con otras personas se conducía en un transporte hacia Cojutepeque. Fue traído a su Cantón San José de la Ceiba, donde esa misma tarde fue muerto frente a la casa de Don Salvador Mejía. Allí fue recogido por su madre doña Carmen Martínez de Mejía por la mañana del día siguiente y enterrado por la tarde. Se dice que ésto sucedió por equivocación, pues buscaban a otra persona con el mismo nombre. Fatal equivocación.

Segundo. Fue capturado en su propia casa el señor Emilio Mejía en el cantón San Juan Miraflores Arriba, delante de su esposa doña Pilar Raymundo de Mejía, y después de ser maltratado fue sacado de la casa. Al día siguiente lo encontró su esposa como a dos cuadras de distancia, decapitado.

Tercero. Fueron capturados en su propia casa en el cantón San Miguel Nance Verde, don José Cupertino Alvarado y sus hijas Carmen Alvarado y María Josefa Alvarado, quienes fueron encontrados muertos en un cafetal detrás de la Ermita del Cantón San Juan Miraflores Arriba. Habiendo sido enterrados en una fosa común al día siguiente por sus familiares.

Cuarto: Consta que todos los muertos fueron capturados en forma pacífica en sus hogares a excepción del primero sin que opusieran resistencia. El suscrito vio un camión militar con elementos de la Guardia Nacional frente a la Oficina de ANTEL en horas de la tarde.

La denuncia hace un bonito análisis jurídico dejando bien claro que se ha atropellado la ley además de las vidas y dice en uno de sus párrafos: “Con la presente exposición no estoy defendiendo ideologías anárquicas o subversivas, si es que los muertos hubieran sido acusados de tal cosa, sino poniendo en tela de juicio el procedimiento al margen de la Ley y en completa oposición a su dignidad de personas humanas”.

Al reclamo de nuestra Curia por el cateo de la casa de los PP. Belgas de la Colonia Zacamil, el Ministerio de Defensa ha contestado: “En cuanto al cateo de la mencionada casa, deseo hacer de su consideración los siguientes detalles: 1o.) Que no tenía ningún rótulo que la identificara como casa de sacerdotes o como lugar de culto religioso. 2o.) Que no sólo se cateó esa casa sino también otra del mismo sector, acerca de la cual se tenían también informes que ameritaban investigación. – Que tenían también, es decir, que los PP. tenían…- 3o.) Que en cuanto se comprobó que la casa pertenecía a sacerdotes y que no se encontraba nada que tuviera desconfianza, se suspendió el cateo. 4o.) Que no se descarta la posibilidad de que después del cateo, hayan entrado otras personas interesadas en hacer daño o en dejar cierta apariencia de que el cateo fue violento. No omito manifestar que al ser preguntado el cuerpo de la Guardia Nacional sobre el incidente apuntado, éste no fue negado en cuanto al cateo realizado, por cuanto este Ministerio ordenó más cuidado y respeto por los casos especiales como el apuntado y que se consulte antes de actuar”. Ojalá los hechos digan otra cosa.

Siempre informando de la vida de nuestra diócesis, en Calle Real Ciudad Delgado, tendremos esta tarde, confirmaciones a las 4.

Las Comunidades Catecumenales celebraron esta semana el anuncio de la Pascua.

En Soyapango se abre un nuevo centro de cristiandad, dirijo por los PP. Dominicos del Rosario.

En Santa Tecla, la comunidad eclesial de base estudia y se compromete cada vez más, con este método de la pastoral.

Una nueva parroquia surge en Chalatenango, parroquia de Cristo Rey formada por el Paraíso, Aldeíta y Chalatenango y el párroco será el P. Gabriel Rodríguez. Colaborarán con él cuatro seminaristas mayores que hacen allá su año de diaconía, de preparación ya para el próximo sacerdocio.

Las comunidades Educativas también están trabajando una línea pastoral de los Colegios Católicos, lo cual es toda una esperanza para que el trabajo de los colegios no sea paralelo ni mucho menos opuesto a la pastoral de la Arquidiócesis. Tuvimos reuniones con los personales laicos de La Asunción, y los tendremos con los Colegios Sagrado Corazón.

Dos organismos de la Diócesis renuevan su personal, son el Consejo de Pastoral, con nuevos Vicarios; estudiaron dos días, esta semana, sobre todo, el proyecto pastoral de la Arquidiócesis que responde -ténganlo muy en cuenta para que no se dejen sorprender por malas informaciones- a nuestro proyecto pastoral en la Arquidiócesis, a las líneas del Concilio Vaticano II, a las reuniones de Medellín y de Puebla y a las Semanas de Pastoral que se han celebrado en nuestra Arquidiócesis.

No me gusta cuando dicen la línea del Sr. Arzobispo. Yo no tengo una línea personal, estoy tratando de seguir la línea de estos grandes acontecimientos de la Iglesia, y me alegro que la Comisión de Pastoral estudia como un proyecto de la diócesis, que yo recibí ya como preciosa herencia de Monseñor Chávez y que estamos tratando de poner en práctica con grandes éxitos en las comunidades donde los toman en serio.

También el Senado nombró su nueva directiva y es una organización que funciona al servicio de todo el Presbiterio y de toda la Diócesis.

Un agradecimiento especial al P. Pick y a sus colaboradores, que han trabajado tan intensamente hasta poner funcionando esta emisora que están escuchando los que allá lejos oyen la YSAX.

Para que se vea que el gesto de nuestros hermanos cristianos de Norte América, no es un gesto aislado, me informan que ha habido allá muchos testimonios de grupos cristianos solidarizándose con la carta que le mandamos al Sr. Presidente de Estados Unidos y apoyando nuestro deseo de que no se dé ayuda militar que va a redundar en represión de nuestro pueblo… Una de esas solidaridades es un artículo firmado por el Sr. Murat Williams, que fue embajador de Estados Unidos aquí en El Salvador en tiempos del Presidente Rivera y corrobora, con su experiencia, que esas ayudas de Estados Unidos aquí en El Salvador siempre redundan en represión militar…

Puede haber confusión acerca de dos hechos; y por eso, nuestra Secretaría de Información, ha preparado dos aclaraciones:

La Primera se refiere al policía torturado en la Catedral. La versión oficial deja un poco ambiguo el papel de nuestro Arzobispado. Dice que acudieron al Arzobispado y el resultado fue negativo. Esta frase es muy peligrosa porque nunca dejamos de atender cuando tenemos que hacer y hacemos lo que podemos. Por eso, el Boletín Explica: “El día 21 de marzo, miembros del FAPU, solicitaron al Arzobispado que se les ayudara con el entierro de 17 cadáveres que tenían en la Catedral porque tenían miedo de ser reprimidos en la calle camino del cementerio y por eso se veían obligados a enterrarlos en la Catedral. El Arzobispado prometió conseguir garantías para el entierro lo que logró a través del Ministerio de Defensa que mostró mucha atención en el caso, gestionando la participación de la Cruz Roja Internacional y solicitando participación del Ministerio de Salud Pública. Se les comunicó a los representantes de las organizaciones FAPU y BPR las gestiones hechas de parte del Arzobispado pero éstas no se ponían de acuerdo. Unos aceptaron llevarlos al cementerio y los otros decían que los enterrarían en la Catedral. Tanto los representantes del Arzobispado como los miembros de la Cruz Roja Internacionales les hicieron ver que ellos colaborarían en un entierro normal, pero no ampararían una manifestación de denuncia que se quisiera hacer con este motivo. Cuando se estaba en estos arreglos, el Director de la Policía Nacional, Coronel Reynaldo López Nuila, solicitó telefónicamente la intervención del Arzobispado para que los ocupantes de la Catedral liberaran al cabo Miguel Angel Zúñiga, que había sido secuestrado por los ocupantes de la Catedral. De inmediato al Señor Arzobispo mandó un delegado a la Catedral a quien no atendieron, y le negaron tener allí al Cabo Zúñiga. Luego, con un miembro del Socorro Jurídico se dirigieron a la Universidad de El Salvador para hablar con la Coordinadora Revolucionaria de Masas y allí informaron que era cierta la captura del Cabo pero que ya habían liberado. Junto con representantes de la Cruz Roja Internacional, se dialogó también sobre el entierro de los cadáveres, de este diálogo sólo quedó decidido que los del BPR realizarían el entierro de sus miembros en el cementerio y los del FAPU lo harían en la Catedral.

2o.) Una comisión integrada por sacerdotes y laicos se hicieron presentes en el Hospital Militar para hablar con el Cabo Miguel Angel Zúñiga, quien manifestó que cuando pasaba frente a Catedral se le acercaron cuatro individuos armados de metralletas y lo introdujeron en la catedral, llevándolo al sótano en donde lo golpearon y le aplicaron unos anillos de hierro en la muñeca y la mano y le hacían descargar eléctricas y golpes en los oídos y el estómago para que dijera el nombre de sus jefes y de sus compañeros, así como el número de vehículos, y que todos estos datos los llevara a la Universidad Nacional. Uno de los que lo interrogaban le roció los ojos con líquido de olor azufrado que le produjo gran dolor y ardor. Le decían que iban a hacer con él si no colaboraba lo que hicieron a la gente de San Martín y que le iban a matar a su mamá. Le ponían las pistolas en la cabeza. El les juraba por Dios y por su madre que nunca había torturado ni hecho mal a nadie. Por fin lo sacaron hasta la calle, donde abordó un taxi. El médico que lo atiende en el hospital manifestó que por dentro el cabo Zúñiga no puede ver pero que esperan que pueda recuperar la vista. Tiene inmovilizados dos dedos a causa de las descargas eléctricas”. Este es el caso del policía. De ninguna manera aprobamos una cosa tan cruel. La persona está por encima de nuestros modos de pensar y hay que respetarlas.

El otro caso que queremos aclarar. La Iglesia Católica ha abierto las puertas de cuatro locales de su propiedad para proteger a refugiados que han huido de sus viviendas por miedo a la violencia que azota muchos lugares del país. Nuestra Iglesia está plenamente consciente de que el proteger con caridad al que sufre, es una de sus principales obligaciones sin tener en cuenta el credo que profesa, ni el color político, ni su forma de pensar. A la Iglesia le basta que se trate de una persona para acudir en su ayuda. En ese caso concreto la Iglesia ha cedido cuatro locales para refugio y no para centros de indoctrinamiento político de ninguna clase, ni mucho menos para campo de entretenimiento militar que en vez de proteger a la gente las pondría en peligro. Por eso ha pedido a las organizaciones populares que respeten la estricta funcionalidad del refugio, la finalidad que se le ha dado a estos lugares. Y a las autoridades militares, así también, se les ha hecho saber. Esta obra humanitaria la Iglesia la está realizando por medio de Cáritas que es el organismo oficial del Arzobispado para prestar esta clase de servicio. Fuera de Cáritas la Iglesia no reconoce ningún otro organismo que represente su acción caritativa oficial. Quede bien claro, pues, que sólo Cáritas tiene la representación del Arzobispado para estas obras de beneficencia y de ayuda y de caridad. Pero Cáritas es miembro del CEAH, Comité Ecuménico de Ayuda Humanitaria, que a nivel ecuménico aglutina a otras organizaciones que tienen sensibilidad social pero que no representan a la Iglesia Católica, la cual sólo está representada por Cáritas. El Arzobispado deja constancia de su actuación apegada a su labor humanitaria y cristiana y si sus gestiones no han logrado todos los resultados deseados no ha sido por inercia sino por no haber encontrado la comprensión y la colaboración necesaria.

Y nota simpática, también de nuestra vida diocesana, que un compositor y poeta nos ha hecho un bonito himno para nuestro Divino Salvador. Próximamente lo iremos dando a conocer: “Vibran los cantos explosivos de alegría- voy a reunirme con mi pueblo en Catedral- miles de voces nos unimos este día -para cantar en nuestra fiesta patronal”. Y así siguen estrofas muy sentidas por el pueblo. La última es muy bonita: “Pero los dioses del poder y del dinero – se oponen a que haya transfiguración- Por eso, ahora, vos sos Señor, el primero -en levantar el brazo contra la opresión…”

Tenía unos textos del Papa, los vamos a suprimir porque los traía en confirmación de la doctrina que estamos predicando. Le dá ante todo, la prioridad a la persona humana.

HECHOS NACIONALES

Y ahora sí les invito a que veamos desde esta Iglesia que trata de ser el Reino de Dios en la tierra y por tanto tiene que iluminar las realidades de nuestro alrededor.

HEMOS VIVIDO UNA SEMANA TREMENDAMENTE TRAGICA.

No pude darles datos del sábado anterior, el 15 de marzo, pero se registró uno de los más fuertes y dolorosos operativos militares en las zonas campesinas; los cantones afectados fueron: La Laguna, Plan de Ocotes, El Rosario, resultando un trágico saldo después del operativo. Muchísimos ranchos quemados, acciones de saqueo y lo que nunca falta, cadáveres. En La Laguna mataron al matrimonio de Ernesto Navas, Audelia Mejía de Navas y a sus hijitos Martín e Hilda de 13 y 7 años y 11 campesinos más.

Tenemos sin nombres: en Plan de Ocotes, 4 campesinos y 2 niños, entre éstos, dos mujeres. En El Rosario, 3 campesinos más. Esto fue el sábado.

El domingo, hace ocho días en Arcatao fueron asesinados por cuatro miembros de ORDEN, los campesinos Vicente Ayala, 24 años, su hijo Freddy y Marcelino Serrano. Ese mismo día, en el cantón Calera de Jutiapa, fue asesinado el campesino Fernando Hernández Navarro cuando huía de un operativo militar.

El 17 de marzo fue un día tremendamente violento. Fue el lunes pasado. Estallaron varias bombas en la capital y en el interior del país. En la sede del Ministerio de Agricultura los daños fueron muy cuantiosos.

En la Universidad Nacional el campus fue cercado militarmente desde la madrugada y se mantuvo hasta las 7 de la noche. Durante todo el día escucharon constantes ráfagas de ametralladoras en la zona universitaria. El Arzobispado intervino para proteger a las personas que se encontraban en su interior.

Dieciocho personas murieron en la Hacienda Colima, 15 por lo menos eran campesinos. Murieron también el administrador y bodeguero de la Hacienda. La Fuerza Armada afirma que fue un enfrentamientos. En la televisión se presentó el cuadro de los hechos y muchos analizaron cosas interesantes.

Por lo menos 50 personas murieron en los graves sucesos de ese día. En la capital, siete personas en los incidentes de la Colonia Santa Lucía. A inmediaciones de Tecnillantas, cinco personas. En la sección de recolección de basura, después del desalojo de esa Institución por la fuerza militar, se localizaron los cadáveres de cuatro obreros capturados en esa acción.

En el Kilómetro 38 de la carretera a Suchitoto en el cantón Montepeque, murieron 16 campesinos. Ese mismo día fueron capturados en Tecnillantas dos estudiantes de la UCA, dos hermanos: Mario Nelson y Miguel Alberto Rodríguez Velado. El primero, después de cuatro días de detención ilegal fue consignado a los tribunales, no así su hermano quien iba herido y aún guarda detención ilegal. El Socorro Jurídico interviene en su defensa.

AMNISTIA INTERNACIONAL EMITIO UN COMUNICADO DE
PRENSA EN EL QUE DESCRIBIO LA REPRESION DE LOS
CAMPESINOS, ESPECIALMENTE EN LA ZONA DE CHALATENANGO

La semana confirma este informe a pesar de que el Gobierno lo negó. Entrando a la Iglesia, me entregaron un cable que dice: “Amnistía Internacional ratificó hoy -ayer- que en El Salvador se violan los derechos humanos a extremos que no se han dado en otros países. Así lo aseguró en entrevista de prensa en esta capital -en Managua- Patricio Fuentes, vocero del proyecto de acción especial para Centro América de la Sección de Amnistía en Suecia.

Fuentes aseguró que durante dos semanas de investigaciones que llevó a cabo en El Salvador, pudo comprobar la ocurrencia de 83 asesinatos políticos, entre el 10 y el 14 de marzo. Señaló que Amnistía Internacional, recientemente condenó al Gobierno de El Salvador, responsabilizándolo de 600 asesinatos políticos… El Gobierno salvadoreño en su oportunidad se defendió de los cargos argumentando que Amnistía había condenado basándose en suposiciones, ahora hemos comprobado que en El Salvador se violan los derechos humanos a un límite peor que la represión que se dio en Chile tras el golpe de estado, dijo Fuentes… El Gobierno salvadoreño también dijo que lo 600 muertos eran producto de enfrentamientos armados entre tropas del ejército y guerrilleros. Fuentes dijo que durante su permanencia en El Salvador pudo ver que antes y después de los asesinatos, hubo torturas en contra de las víctimas.

El vocero de Amnistía dijo que los cadáveres de las víctimas, como característica, aparecen con los dedos pulgares amarrados a la espalda. También aplicaron a los cadáveres líquidos corrosivos para evitar la identificación de las víctimas por parte de los familiares para obstaculizar denuncias de tipo internacional, agregó. Sin embargo, los muertos han sido identificados después de una labor de exhumación de cadáveres. Fuentes dijo que la represión del Ejército salvadoreño tiene por fin desmantelar la organización popular, mediante el asesinato de dirigentes tanto en la ciudad como en el campo.

En el área rural según el vocero de Amnistía, por lo menos. 3.500 campesinos huyen de sus lugares de origen, hacia la capital, para ponerse a salvo de la persecución. Tenemos listas completas en Londres y Suecia de niños, jóvenes y mujeres que han sido asesinados por el hecho de estar organizados, aseveró Fuentes. El informante dijo que Amnistía Internacional que es una organización humanitaria, no se identifica ni con gobiernos, ni organizaciones, ni personas, no pretendemos botar al gobierno pero sí luchamos porque se respeten los derechos humanos en cualquier parte del mundo… pero en especial en donde están más amenazados o atropellados -dijo Fuentes”. Esto confirma, pues, lo que vamos narrando de esta semana espantosa.

QUISIERA HACER, A PROPOSITO DE ESTE DIA 17 TAN VIOLENTO,
UN ANALISIS DE LO QUE FUE TAL VEZ LA CAUSA DE ESAS
VIOLENCIAS: EL PARO QUE CONVOCO LA COORDINADORA
REVOLUCIONARIA DE MASAS

Su finalidad es una protesta contra la represión y el domingo pasado le dije que la finalidad es legítima, se trata de denunciar un hecho que no se puede tolerar. Pero el paro tenía también una intencionalidad política, el de demostrar que la represión en vez de intimidar a las organizaciones populares las estaba robusteciendo y la de rechazar la oposición del actual Gobierno que necesita de la represión violenta para llevar a cabo sus reformas. Unas reformas que por diversos capítulos no son aceptables por parte de las organizaciones populares.

El Estado de Sitio y la desinformación a la que nos tienen sometidos, tanto los comunicados oficiales como la mayor parte de nuestros medios de comunicación, no permiten todavía medir con objetividad el alcance del paro nacional. Radios extranjeras han hablado de un 70% del paro, lo cual sería ciertamente una proporción altísima, que podría estimarse como un triunfo notable. Aún restando los establecimientos que cerraron por temor, tanto de las acciones de la izquierda como las que implementó la derecha y el Gobierno en la madrugada del propio lunes, no puede negarse que la fuerza demostrada por la Coordinadora en el campo estrictamente laboral, fue grande. La Coordinadora no es sólo fuerte en el campo sino también en las fábrica y en la ciudad.

Es muy probable que se cometieran errores, pero a pesar de todos esos fallos, puede estimarse que aquel paro fue un avance en la lucha popular y fue una demostración de que la izquierda puede paralizar la actividad económica del país… La respuesta del Gobierno al paro, sí fue dura. No sólo el patrullaje por la ciudad y el tiroteo contra la Universidad de El Salvador así lo demuestran, sino sobre todo las muertes que ocasionaron. No menos de 10 obreros fueron muertos en las fábricas en paro por agentes de los cuerpos de seguridad, incluso tres trabajadores de la Alcaldía aparecieron asesinados después de haber sido detenidos por agentes de la Policía de Hacienda. Y esta es una denuncia clara de la misma Alcaldía capitalina…

Pero estas muertes se unieron en el mismo día, otras, hasta llegar a un mínimo de 60 según algunos y otros dicen que sobrepasan las 140. Y es que el paro laboral fue acompañado en el campo de algunas actividades combativas por parte de algunas organizaciones populares. Tal es el caso de Colima, de San Martín y Suchitoto. Puede dudarse de la conveniencia táctica de estos operativos de las organizaciones, pero esta posible inconveniencia justificaba la acción represiva del gobierno.

Ciertamente, la Coordinadora tiene sus fallas y aún le queda mucho para convertirse en una alternativa coherente de poder revolucionario democrático. Ojalá evaluaran y fueran perfeccionando una expresión que fuera verdaderamente del pueblo y que no en sus disparates, encontraran el repudio del mismo pueblo. Es una esperanza, una solución si maduran y llegan a ser de veras comprensivos con el querer del pueblo.

Esos fallos, sin embargo, no están en que sean subversivos, o maleantes, o resentidos sociales, los fallos están en que no se les permite un desarrollo político normal. Son perseguidos, masacrados, dificultados en sus labores de organización, en sus intentos de ampliar sus relaciones con otros grupos democráticos. Así lo que se va a conseguir es su radicalización y su desesperación. Es difícil en estas circunstancias que no se lance a actividades revolucionarias a luchas combativas. Lo menos que se puede decir es que el país está viviendo una etapa pre-revolucionaria y de ningún modo una etapa de transición.

LA CUESTION FUNDAMENTAL ES COMO SALIR POR EL CAMINO MENOS VIOLENTO DE ESTA ETAPA CRITICA

Y en este punto, la responsabilidad mayor es la de los gobernantes civiles y, sobre todo, militares. Ojalá no se dejen cegar por lo que están haciendo de Reforma Agraria, puede ser un engaño que les impida ver la totalidad del problema.

El martes -vamos siguiendo una semana cargada de hechos que no se pueden dejar de mencionar-. En los recortes que traía del Papa, el Papa también recoge el número de víctimas que ha habido en Italia y en Roma, sobre todo, en esos días. Quiere decir, pues, que si el Papa estuviera en mi lugar no señalaría sólo los diez crueles asesinatos en Italia si no que se tardaría como nos estamos tardando aquí nosotros, en recoger día a día, numerosos y numerosos asesinatos.

El 18 de marzo los cadáveres de cuatro campesinos fueron localizados de este día, en distintas zonas. Dos en Metapán, dos en San Miguel.

Miércoles 19 de marzo, a las 5:30 de la mañana, después de un operativo militar en los cantones de San Luis La Loma, La Cayetana, León de Piedra, La India, Paz, Opico, El Mono, se localizaron los cadáveres de tres campesinos: Humberto Urbino, Oswaldo Hernández y Francisco García.

En la capital a las 2 de la tarde, los locales de los Sindicatos de Bebidas y de la Federación Sindical Revolucionaria, fueron ocupados militarmente cuando muchos obreros velaban el cadáver de Manuel Pacín, obrero asesor de los trabajadores municipales, cuyo cadáver fue localizado en Apulo, después de haber sido capturado. En esta ocupación resultaron muertos dos personas, entre ellas, el obrero Mauricio Barrera, dirigente del Sindicato de Industrias Mecánicas y Metálicas.

Diecinueve obreros fueron consignados a los tribunales. A petición de sus familiares, Socorro Jurídico interviene en este caso. Se ha afirmado que los archivos de los sindicatos fueron decomisados.

En la Prensa Nacional, se reportó la muerte de nueve campesinos en un enfrentamiento, según la Fuerza Armada, en la población de San Bartolo Tecoluca. A las 12 horas, soldados del Ejército en la población de El Almendral, jurisdicción de Majagual, La Libertad, capturaron a los campesinos Miguel Angel Gómez de Paz, Concepción Coralia Menjívar y José Emilio Valencia sin haber sido puestos en libertad. Pedimos que se consignen a los tribunales.

El jueves 20 de marzo, a las 4 de la tarde, en el cantón El Jocote, Quezaltepeque, fueron asesinados el dirigente campesino Alfonso Muñoz Pacheco, Secretario de Conflictos de la Federación de Trabajadores del Campo, el campesino Muñoz era ampliamente conocido en el campo por su dedicación a la causa de los campesinos.

Y algo muy horroroso, muy importante, este mismo día jueves 20 fue localizado aún con vida, el campesino Agustín Sánchez, quien había sido capturado el 15 por soldados en Zacatecoluca que lo entregaron a la Policía de Hacienda. Ha afirmado el campesino Sánchez, en una declaración ante notario y testigos, que su captura sucedió en la hacienda El Cauca, departamento de la Paz, cuando trabajaba en la filiación de la Unión Comunal Salvadoreña. Lo mantuvieron durante 4 días torturando sin comida ni agua, con azotes constantes, asfixias, hasta que el día 19 de marzo, junto con otros dos compañeros, les dieron balazos en la cabeza, con la suerte de que este balazo sólo le destrozó el pómulo derecho y el ojo. Moribundo en la madrugada, unos campesinos le dieron ayuda hasta que una persona de confianza, lo trasladó a esta capital. Este horrendo testimonio, no lo pudo firmar el campesino porque tenía deshechas las dos manos. Persona de reconocida honorabilidad presenciaron este horrible cuadro y hay documentos fotográficos que revela el estado en que recogieron a este pobre campesino.

Tenemos informe aún no confirmado de la muerte masiva de 25 campesinos, en San Pablo Tacachico. A última hora, al comenzar la misa, llega la confirmación de esta terrible tragedia. Dice que el viernes 21 de los corrientes, desde las 6 de la mañana se efectuó un operativo militar en la calle de Santa Ana que conduce a San Pablo Tacachico. Dicho operativo fue llevado a cabo por los soldados de los cuarteles de Opico y Santa Ana en combinación con la Policía de Hacienda, destacada en Tacachico, los cuales andaban llevando, incluso, el nombre de las personas que tienen en la lista de los señalados. En dicho operativo llevan a cabo cateo en los cantones El Resbaladero, San Felipe, Moncagua, El Portillo, San José La Cova, Mogotes y sus respectivas colonias Los Pozos y las Delicias. Así mismo registraban también a todos los que se conducían en bus o caminaban a pié.

En el cantón Mogotes, jurisdicción de Tacachico, la represión fue más cruel, pues las tropas de soldados con dos tanquetas sembraron el terror entre los habitantes de este sector. En el cateo que realizaron, se robaron cuatro radios y ¢ 400.00 en efectivo, quemaron la casa y todas las pertenencias de Rosalío Cruz a quien junto con su familia los han dejado en la peor miseria. Asesinaron a Alejandro Mojica y a Félix Santos. Al primero en su casa de habitación y al segundo en una quebrada seca. Ambos dejaron esposas e hijos en la orfandad. Por temor a la represión fueron enterrados en sus respectivos solares, se llevaron también con rumbo desconocido a Isabel Cruz, a Manuel y a Santos Urquilla.

Dato final, con el cual queremos expresar una solidaridad especial. Ayer por la tarde, la UCA, Universidad Centro Americana, fue atacada por primera vez y sin ninguna provocación. Un buen equipo bélico tomó este operativo a la 1:15 de la tarde con la Policía Nacional, ingresaron al campus disparando, y un estudiante que se encontraba estudiando matemáticas, Manuel Orantes Guillén, fue asesinado. Me dicen también que han desaparecido varios estudiantes y que sus familiares y la UCA protestan por el allanamiento de un campo que debe de hacerse respetar en su autonomía. Lo que no han hecho en la Universidad Nacional, sin duda por temor, lo han hecho en la UCA con lo cual la UCA muestran también que no está armada para defenderse y que ha sido un atropello sin ningún motivo. Esperamos dar más detalles de ésto que es una falta grave contra la civilización y la legalidad en nuestro país.

-SIGNIFICADO DE ESTOS MESES

Queridos hermanos, sería interesante ahora hacer un análisis pero no quiero abusar de su tiempo, de lo que han significado estos meses de un nuevo gobierno que precisamente quería sacarnos de estos ambientes horrorosos y si lo que se pretende es decapitar la organización del pueblo y estorbar el proceso que el pueblo quiere, no puede progresar otro proceso. Sin las raíces en el pueblo ningún Gobierno puede tener eficacia, mucho menos, cuando quiere implantarlos a fuerza de sangre y de dolor…

YO QUISIERA HACER UN LLAMAMIENTO DE MANERA ESPECIAL
A LOS HOMBRES DEL EJERCITO, Y EN CONCRETO A LAS BASES DE
LA GUARDIA NACIONAL, DE LA POLICIA, DE LOS CUARTELES

Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: NO MATAR… Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios… Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla… Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado… La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre… En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión…!

La Iglesia predica su liberación tal como la hemos estudiado hoy en la Sagrada Biblia, una liberación que tiene, por encima de todo, el respeto a la dignidad de la persona, la salvación del bien común del pueblo y la trascendencia que mira ante todo a Dios y sólo de Dios deriva su esperanza y su fuerza.

Vamos a proclamar ahora nuestro Credo en esa verdad…

HOMILIA DEL PRIMER ANIVERSARIO DE LA
SRA. SARA DE PINTO (ULTIMA HOMILIA DE
MONSEÑOR OSCAR A. ROMERO)

San Salvador, 24 de marzo de 1980, a las 17:00 horas en la Capilla del Hospital de La Divina Providencia.

Por nuestras múltiples relaciones con la Editorial del periódico El Independiente, he pedido asomarme tanto a sus sentimientos filiales en el aniversario de la muerte de su mamá, como sobre todo, a ese espíritu noble que fue doña Sarita, que puso toda su formación cultural, su fineza, al servicio de una causa que ahora es tan necesaria: la verdadera liberación de nuestro pueblo.

Yo creo que sus hermanos, esta tarde, deben no solamente orar por el eterno descanso por nuestra querida difunta, sino sobre todo, recoger este mensaje que hoy todo cristiano debía de vivir intensamente. Muchos nos sorprenden, piensan que el cristianismo no se debe de meter en estas cosas, cuando es todo lo contrario. Acaban de escuchar en el evangelio de Cristo que es necesario no amarse tanto a sí mismo, que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige, y, que el quiera apartar de sí el peligro, perderá su vida. En cambio, al que se entrega por amor a Cristo al servicio de los demás, éste vivirá como el granito de trigo que muere, pero aparentemente muere. Si no muriera se quedaría solo. Si la cosecha es, porque muere, se deja inmolar esa tierra, deshacerse y sólo deshaciéndose, produce la cosecha.

Desde su eternidad, Doña Sarita fue confirmando maravillosamente en esa página que yo he escogido para ella, del Concilio Vaticano II. Dice:

“Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano. Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitarán en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupción, se revestirá de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad de sus obras, se verán libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas que Dios creó pensando en el hombre.

Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde así mismo. No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Pero ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al Reino de Dios.

Pues los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espíritu del Señor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: “reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz”. El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará su perfección”.

Esta es la esperanza que nos alienta a los cristianos. Sabemos que todo esfuerzo por mejorar una sociedad, sobre todo cuando está tan metida esa injusticia y el pecado, es un esfuerzo que Dios bendice, que Dios quiere, que Dios nos exige. Y cuando se encuentra uno, pues, gente generosa como doña Sarita, y su pensamiento encarnado en Jorgito y en todos aquellos que trabajan por estos ideales, hay que tratar de purificarlos en el cristianismo, eso sí, vestirlos de esta esperanza del más allá; porque se hacen más fuertes, porque tenemos la seguridad que todo esto que plantamos en la tierra, si lo alimentamos en una esperanza cristiana, nunca fracasaremos, lo encontraremos purificado en ese reino, donde precisamente, el mérito está en lo que hayamos trabajado en esta tierra.

Yo creo que será aspirar en balde, a horas de esperanza y de lucha en este aniversario. Recordamos pues, con agradecimiento, a esta mejor generosa que supo comprender las inquietudes y esfuerzos de su hijo y de todos aquellos que trabajan por un mundo mejor, y supo también poner su parte de granito de trigo en el sufrimiento. Y no hay duda, que esta es la garantía de que su cielo tiene que ser también a la medida de este sacrificio y de esa comprensión que falta a muchos en este comento, en El Salvador.

Yo les suplico a todos, queridos hermanos, que miremos estas cosas desde el momento histórico, con esta esperanza, con este espíritu de entrega, de sacrificio, y hagamos lo que podamos. Todos podemos hacer algo: desde luego un sentimiento de comprensión. Esta santa mujer que estamos recordando hoy, pues, no pudo hacer cosas tal vez directamente, pero animando a aquellos que pueden trabajar, comprendiendo su lucha, y sobre todo, orando y aún después de su muerte diciendo con su mensaje de eternidad que vale la pena trabajar porque todos esos anhelos de justicia, de paz y de bien que tenemos ya en esta tierra, los tenemos formados si los iluminamos de una esperanza cristiana porque sabemos que nadie puede para siempre y que aquellos que han puesto en su trabajo un sentimiento de fe muy grande, de amor a Dios, de esperanza entre los hombres, pues todo ésto está redundando ahora, en esplendores de una corona que ha de ser la recompensa de todos los que trabajan así, regando verdades, justicia, amor, bondades en la tierra y no se queda aquí, sino que purificado por el espíritu de Dios, se nos recoge y se nos dá en recompensa.

De esta Santa Misa, pues, esta Eucaristía, es precisamente un acto de fe: Con fe cristiana parece que en este momento la voz de diatriba se convierte en el cuerpo del Señor que se ofreció por la redención del mundo y que en ese cáliz el vino se transforma en la sangre que fue precio de la salvación. Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros.

(En este momento sonó el disparo…)

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La Reconciliación de los hombres en Cristo, proyecto de la verdadera liberación -Cuarto Domingo de Cuaresma

Josué 5, 91a. 10-12
2 Corintios 5, 17-21
Lucas 15, 1-3, 11-32

Queridos hermanos:

INTRODUCCION: 1: CUARESMA, CAMINO HACIA LA PASCUA

La Cuaresma es una peregrinación espiritual hacia la Pascua de resurrección, no olvidemos que estamos preparándonos para celebrar el misterio central de nuestra fe: el misterio Pascual, nuestra redención. La muerte y la resurrección de Jesucristo no como un hecho histórico sino como algo vivencial, algo que nos toca a nosotros. Cristo va a morir y va a resucitar. Vive y muere continuamente en este dinamismo que es la redención que todos los hombres necesitamos. Por eso, cada año la Cuaresma es como una primavera de la Iglesia y la Pascua debe significar la floración de virtudes y santidad en el pueblo cristiano.

Los elementos que se nos recomienda inculcar mucho durante esta temporada son: el bautismo y la penitencia.

-ELEMENTOS BAUTISMALES: MUERTE Y RESURRECCION

Gracias a Dios, todos somos un pueblo de bautizados, pero aunque no nos vamos a bautizar preparémonos para renovar la dignidad altísima del bautismo que nos configura con la muerte y la resurrección de Cristo. El Sábado Santo en la noche vamos a renovar todos, junto a la tumba de Cristo ya vacía, que hemos muerto con él y que con él queremos vivir la resurrección, la vida eterna.

-ELEMENTOS PENITENCIALES: CONVERSION, CAMBIO DE MENTE, RECONCILIACION…

El otro elemento, el de la reconciliación, el de la penitencia, es tan importante porque no hemos usado bien de nuestra dignidad, de nuestra libertad y hemos preferido las cosas malsanas a los bienes que Dios nos daba en su redención. La Cuaresma es para reflexionar en los verdaderos bienes a los que tenemos que convertirnos otra vez; y de parte de Dios, como el padre del hijo pródigo que se acaba de leer, un amor que está esperando, esperando a los hijos que retornan. Cuando ese anhelo de Dios por salvarnos se encuentra con la miseria del hombre que se arrepiente, se dá entonces el gran abrazo que se llama la: “reconciliación, y que es el tema de las lecturas de este domingo, para hacernos un llamado a la reconciliación”.

2- ACTUALIDAD DEL MENSAJE CUARESMAL

Yo pienso, hermanos: ¡qué providencial este mensaje de Cuaresma en su llamamiento a la conversión y, sobre todo, en su llamamiento de reconciliación en un ambiente verdaderamente necesitado como nunca de reconciliación!

CIRCUNSTANCIAS DE VIOLENCIA…POLARIZACION… ETC.

Hay mucha violencia, hay mucho odio, hay mucho egoísmo. Cada uno cree tener la verdad y echarle la culpa de los males al otro. Nos hemos polarizado. La palabra ya corre corrientemente como una realidad que se vive, sin darnos cuenta, cada uno de nosotros está polarizado, se ha puesto en un polo de ideas intransigentes, incapaces de reconciliación, odiamos a muerte. No es ese el ambiente que Dios quiere. Es un ambiente necesitado como nunca del gran cariño de Dios, de la gran reconciliación.

RECONCILIACION, LA MAYOR NECESIDAD…

Yo les invito, hermanos, como Pastor, a que escuchen mis palabras como un eco imperfecto, tosco; pero no se fijen en el instrumento, fíjense en el que lo manda decir: el amor infinito de Dios. ¡Conviértanse, reconcíliense, ámense, hagan un pueblo de bautizados, una familia de hijos de Dios! Quienes creen que mi predicación es política, que provoca la violencia como si yo fuera el causante de todos los males en la república, olvidan que la palabra de la Iglesia no está inventando los males que ya existen en el mundo, sino iluminándolos. La luz ilumina lo que existe, no lo crea. El gran mal ya existe y la palabra de Dios quiere deshacer esos males, y los señala como una denuncia necesaria para que los hombres vuelvan a los buenos caminos.

Hermanos, yo voy a sacar de las lecturas de hoy el tema precioso de la reconciliación y voy a titular así la homilía de este domingo:

LA RECONCILIACION DE LOS HOMBRES EN CRISTO,
PROYECTO DE LA VERDADERA LIBERACION

Y yo suplico que se fijen que este es el núcleo de la predicación. Si después tengo que informar cosas de nuestra realidad eclesiástica y nacional no es éso lo principal, esas realidades las vamos a iluminar con este núcleo, pero yo suplicaría que lo principal que se atienda en la predicación de un pastor, sea este mensaje del Evangelio, esta catequesis, este llamamiento de Cuaresma, este proyecto de Dios sobre la vida de cada uno de nuestro pueblo.

Los tres pensamientos en que voy a desarrollar esta idea serán estos:

1o.-La historia de Israel es un proyecto de reconciliación.
2o.-La parábola de la reconciliación.
3o.-La reconciliación de los hombres en Cristo, sigue siendo el objetivo de la Iglesia al ofrecer su colaboración en la crisis del país. (No puede ser otra la misión de la Iglesia, que la que Cristo trajo al mundo “reconciliar en sí a todos los hombres…”).

1.-LA HISTORIA DE ISRAEL ES UN PROYECTO DE RECONCILIACION

a) HISTORIA SAGRADA: ELEMENTO IMPORTANTE DE CUARESMA

Es necesario tener en cuenta esa primera lectura de todos los domingos de Cuaresma. Es un capítulo del Viejo Testamento, es la Historia Sagrada la que preparaba la redención la que, depositaria Dios iba llevando a los hombres las promesas de redención. Si queremos conocer la redención es necesario conocer el Viejo Testamento: la voz de los profetas, las promesas de Dios a los patriarcas, las iniciativas de Dios, las gestas de aquel pueblo.

b) EN RESUMEN: DE ESTA HISTORIA

Todo el Viejo Testamento se podría reducir a ese proyecto: la creación, el pecado, la reconciliación.

– LA CREACION… AMISTAD CON DIOS

La creación es un acto de Dios, nos crea por amor para la felicidad, para ser sus hijos.

– EL PECADO… RUPTURA

Nos hace libres a su imagen y semejanza, pero el hombre no supo usar su libertad y rompió relaciones con Dios, es el pecado. Desde aquel momento en que Adán sale del Paraíso a ganarse el pan con el sudor de la frente y la mujer lleva la sentencia de los dolores de parto, el hombre y la mujer son unos desterrados, tienen que retornar.

-CONVERSION… RECONCILIACION

El retorno es doloroso. Toda la historia de Israel es el camino de retorno de la humanidad que ha roto con Dios. Todo el precioso libro del Exodo, saliendo de la esclavitud de Egipto hacia la tierra prometida, es el símbolo de un peregrinar, de un retornar, de un buscar la reconciliación.

Y llega el momento pleno de la historia, lo que nos ha dicho hoy San Pablo: “Dios vino en Cristo a reconciliar a los hombres”. ¡Dichosos los que encuentran a Cristo, han llegado a la meta de sus aspiraciones: la reconciliación! No se puede dar una reconciliación en Dios sino en Cristo, depositario de su perdón y de su amor.

En ese contexto de creación de pecado y de reconciliación, hay que leer todas las páginas del Viejo Testamento, todas las bases de la historia de Israel. Una historia de infidelidades y de arrepentimientos. Una historia que Dios compara con el marido que ve infiel a su esposa, y no obstante sus pecados, la vuelve a perdonar. Un cariño de reconciliación.

-LECTURAS DE LOS DOMINGOS DE CUARESMA

A lo largo de esta Cuaresma, si nos hemos ido fijando, hemos ido viendo esa reconciliación a través de nombres muy conocidos. Ya en la historia de salvación, después de aquel pecado de Adán, comienza a forjarse un pueblo de un nómada que se llama Abraham. Y de lo imposible, Dios hace nacer un pueblo con el cual pacta una promesa, que la vimos hacer dos domingos: Dios en la figura de fuego, pasando entre las víctimas inmoladas, para jurarle a Abraham que sus promesas se van a cumplir, que tendrá un pueblo del cual serán bendecidas todas las naciones y que vendrá la redención que el mundo espera. Ese pueblo en los patriarcas, era incierto. Vivían de la fe de una tierra que Dios había prometido y que no sabían dónde estaba. Parecían y sin embargo, no eran locos, sino hombres de fe. ¡”Dios lo ha prometido, tiene que cumplirlo!”.

-LIBERACION DE UNA ESCLAVITUD

Para colmo, caen esclavos de Egipto; parece que las promesas se hubieran muerto.

c) EL EXODO, UN PENOSO CAMINO HACIA LA RECONCILIACION EXPRESADA EN LA TIERRA PROMETIDA

Y allá en Egipto, la promesa de Dios vuelve a reverdecer en otro hombre famoso: Moisés. Va a sacar del cautiverio al pueblo, lo conduce a través de 40 años con prodigios maravillosos por el desierto. Y este domingo 4o. de Cuaresma, nos presenta la liturgia a ese pueblo entrando ya a la Tierra Prometida. Dios está cumpliendo sus promesas.

-CELEBRACION DE LA PASCUA EN GUILGAL

Este domingo es para celebrar con los israelitas: que Dios tarda pero llega. Cuántos siglos han pasado y ahora están aquí ya. Después de pasar el Río Jordán, allá en Guilgal, han levantado un monumento de piedras del río y se celebra la primera Pascua en tierra prometida. Hay que purificarse y se realiza la sangrienta purificación de la circuncisión. Hombres circuncisos como Dios le había pedido a Abraham. Ya están listos para celebrar la primera Pascua. Pascua que se celebra ya con frutos de la tierra; ¡ya no hay necesidad de un “maná” milagro!, el hombre tiene que comer de una tierra que Dios le dá.

-SENTIDO TEOLOGICO DE POSEER LA TIERRA

Hay una relación maravillosa, hermanos. En este momento en que la tierra de El Salvador es objeto de conflictos, no olvidemos que la tierra está muy ligada a las bendiciones y promesas de Dios. El hecho es que Israel ya tiene tierra propia. “Toda esta tierra te la daré”, le había dicho Dios a los patriarcas; y después del cautiverio, conducidos por Moisés y Josué, aquí está la tierra. Por eso se celebra una gran liturgia de acción de gracias: La primera Pascua de Israel que ya nos llama a nosotros a celebrar con igual gratitud, adoración, reconocimiento, al Dios que nos salva, que nos ha sacado también de las esclavitudes. El Dios en quien ponemos nuestra esperanza para nuestras liberaciones es el Dios de Israel que está recibiendo este día la celebración de la primera Pascua.

Hay un sentido teológico decía la reconciliación y la tierra. Y yo quiero subrayar esta idea, hermanos, porque me parece muy oportuna:

NO TENER TIERRA ES CONSECUENCIA DEL PECADO

Adán saliendo del paraíso hombre sin tierra, es fruto del pecado.

-VOLVER A TENER TIERRA… COMER DE ELLA COMO PROPIA… SEÑAL DE RECONCILIACION

Hoy, Israel perdonado por Dios, regresando a la tierra, comiendo ya espigadas de su tierra, frutos de su tierra, Dios que bendice en el signo de la tierra. La tierra tiene mucho de Dios, y por eso gime cuando los injustos la acaparan y no dejan tierra para los demás. La reformas agrarias son una necesidad teológica, no puede estar la tierra de un país en unas pocas manos, tiene que darse a todos; y que todos participen de las bendiciones de Dios en esa tierra, cada país tiene su tierra prometida en el territorio que la geografía le señala. Pero debíamos de ver siempre- Y no olvidarlo nunca- esta realidad teológica: de que la tierra es un signo de justicia, de la reconciliación. No habrá verdadera reconciliación de nuestro pueblo con Dios mientras no haya un justo reparto, mientras los bienes de la tierra de El Salvador no lleguen a beneficiar y hacer felices a todos los salvadoreños.

-LA TIERRA TIENE ALGO DE DIOS… SI SE DESCONOCE EL PUEDE RETIRARLE SU VIRTUD…

Necesitamos, pues que está tierra que tiene algo de Dios, la reconozcamos así como sagrada. El capítulo 2 de la profecía de Oseas hay una descripción preciosa de esta idea que estoy tratando de profundizar. Dios se queja de Israel infiel y la infidelidad se manifiesta en que se ha olvidado (Israel) que de Dios ha recibido la tierra y los frutos; y comparar a la nación traidora, como una esposa que se ha prostituido y que anda haciendo uso de sus galas, de sus adornos, olvidándose que su esposo se los puede quitar. Y Dios le dice: “Yo soy tu esposo, yo te he dado la tierra, tú estás haciendo como si yo no existiera, yo te voy a quitar todo lo que te he dado. Y cuando te sientas así: desnuda, desordenada, con tu propia miseria, te darás cuenta todo te lo he dado Yo y volverás. Y te recibiré con amor.” Esta es la ternura de Dios: incansable en perdonar, incansable en amar.

Pero este Dios quiere que los hombres comprendamos que los bienes terrenales hay que usarlos acercarnos más a él y para vivir la reconciliación.

-TAMBIEN SAN AGUSTIN BUSCABA LA BELLEZA DE LAS COSAS

Se parece a este capítulo de Oseas, un capítulo precioso de las confesiones de San Agustín cuando sus devaneos de pecador y su conversión. ¡Qué loco era yo- dice San Agustín-, buscaba la hermosura que yo veía, en las criaturas; y me olvidaba que esa hermosura Dios se las estaba dando. Quería yo esa hermosura contra ese Dios y me olvidaba que el Dios que daba esa hermosura es el Dios que yo llevaba por dentro. Y vivía fuera de mí, olvidándome que adentro de mí tenía toda esa verdad, toda esa belleza, toda esa riqueza!”.

¡Qué maravillosa descripción del pecador! El pecador es el hombre salido de sí y que no encuentra en sí mismo lo que lleva de Dios, y por eso lo busca desordenadamente, prostituyendo las cosas, olvidándose que todo viene de Dios. ¡Ah!, si se tuviera en cuenta que las fincas, las haciendas, los ganados, las cosas de Dios les está dando el ser, no se usaran como instrumentos de explotación, no se usaran con injusticia y con egoísmo, se usaran como en esta ceremonia de la Pascua de Guilgal: cortarían las espigas y alabarían a Dios que les ha dado tierra y les ha dado fruto de la tierra; y compartirían con sus hermanos, en una verdadera fiesta de Pascua, la reconciliación de los hombres en torno de los frutos de la tierra. ¡La reconciliación en vez del pleito!.

– CARTA PASTORAL DE BRASIL “LA IGLESIA Y LA TIERRA”

Acaba de publicarse en Brasil una preciosa Carta Pastoral de todos los obispos del Brasil, son más de 200 y qué bello testimonio de unidad y de iluminación al pueblo que Dios les ha encomendado! Es una pastoral que se titula “La Iglesia y la Tierra” y analizan la tremenda injusticia social de aquel verdadero continente que es el Brasil. Tierras, dice que se puede dividir en: tierras de explotación y tierras de trabajo. Tierras de explotación, que no importa el hombre, sino hacer más dinero. Y tierras de trabajo, donde el hombre trabaja para comer y sacar de ella el fruto de su sustento. Y analiza a la luz de la palabra de Dios: Dios ha creado las cosas para el hombre y la tierra la ha hecho Dios para felicidad de todos. Y se comprometen los obispos con estos preciosos compromisos pastorales:

1o.) Revisar los bienes de nuestra Iglesia; hablando a los demás, podemos estar nosotros cometiendo la injusticia social;

2o.) denunciar situaciones injustas y violentas, provocadas por esta injusticia de la mala tenencia de la tierra;

3o.) -muy importante, un compromiso pastoral que estamos tratando de vivir aquí-. Apoyo a las iniciativas justas y a las organizaciones de los trabajadores. He aquí las palabras de los obispos brasileños: “Nuestra actuación pastoral, cuidando no sustituir las iniciativas del pueblo, estimulará la participación consciente y crítica de los trabajadores en los sindicatos, asociaciones, comisiones y otras formas de cooperación, para que sean realmente organismos autónomos y libres, defendiendo los intereses y coordinando las reivindicaciones de sus miembros y de toda su clase”.

Apoyo a las organizaciones – los obispos del Brasil- pero en aquello que las organizaciones reivindican de justo y dejando siempre que aquellos sean iniciativas del pueblo. Mal haría una Iglesia con un paternalismo diciéndole a las organizaciones lo que tienen que hacer. Son autónomas, son voz del pueblo. La Iglesia sólo les dice a los hombres: usen su sentido crítico, organícense según su criterio, no estén solos; para que luego la Iglesia les pueda decir: “Yo no voy a meterme en sus iniciativas, pero tampoco voy a dejar de denunciarles sus injusticias”.

Y, gracias a Dios, lo hemos hecho también. Nuestro afán de promover la organización en el pueblo no se parcializa a ninguna organización. No tenemos compromiso con ninguna organización. Mantenemos una autonomía de Iglesia, para reivindicar lo justo de todas las organizaciones y denunciar también, las violencias injustas, las injusticias e inmadureces que se organizan y que pueden hacer de su organización una idolatría y un abuso de poder.

Dicen los obispos del Brasil “Apoyamos los esfuerzos del hombre del campo por una auténtica Reforma Agraria, que le posibilite el acceso a la tierra en condiciones favorables para su cultivo”. Hermanos, la Iglesia no está en contra sino que favorece una auténtica reforma agraria que de veras beneficie al hombre del campo. Y si alguna crítica se hace entre nosotros, no es porque estemos en contra de la reforma agraria, sino porque la quisiéramos tan auténtica, tan eficaz, que no se contaminara de toda esa sangre y todas esas dudas que el pueblo mantiene frente al gobierno…

Pero que quede bien claro, que según la doctrina de la Biblia y de la doctrina social de la Iglesia y la actuación de la Iglesia, Ella- lo han dicho claro los obispos del Brasil- “apoya los esfuerzos del hombre del campo, por una auténtica reforma agraria, que le posibilite el acceso a la tierra en condiciones favorables para su cultivo”…

Y también a ustedes, queridos obreros, la Iglesia los mira con cariño y defiende sus legítimas aspiraciones. En palabras de los obispos del Brasil, se compromete la Iglesia a”… defender la legítima aspiración de los trabajadores urbanos. Muchos de ellos son fruto de la injusticia del campo, han tenido que emigrar del campo a buscar su vida en la ciudad. Aboga la Iglesia por una existencia digna de la persona humana, especialmente en lo que se refiere al derecho de una vivienda y de una justa remuneración”.

Entonces este Antiguo Testamento, este llegar de Israel a poseer una tierra, esta Pascua para comer ya no un “maná” que baja del cielo sino un pan que se trabaje en la tierra, con las manos de hombre libre en su propia patria, en su propio campo, donde cultiva para comer. Todo ésto nos está diciendo el Dios de la reconciliación, todo el Antiguo Testamento: ¡un proyecto de reconciliación integral!, tal como lo quisiéramos para nuestro país.

2. LA PARABOLA DE LA RECONCILIACION

En la segunda parte de mi pensamiento hoy, quiero fijarme en la página bellísima del Evangelio que se ha leído y me ocurre titularla así: la parábola de la reconciliación cristiana.

LA PARABOLA DEL HIJO PRODIGO TIENE TRES ETAPAS…

Yo no sé si hay una página más bella en el Evangelio. Todo el Evangelio es bellísimo, pero cuando uno lee lo que hoy hemos escuchado: los dos hijos, el hijo menor que toma su herencia y se va a derrocharla y, sobre todo, el cariño de aquel padre que está esperando; y la reconciliación final de la parábola… uno dice: ¡qué vida más hermosa si de veras, a pesar de nuestros pecados, tuviéramos en cuenta el proyecto de Dios para reconciliarnos con él.

Más que predicar, cuando se trata de esta parábola, yo digo que preferiría que nos sentáramos en silencio y recordáramos que esas páginas del hijo son nuestra propia historia individual. Cada uno de ustedes, así como yo, podemos ver en la parábola del hijo pródigo nuestra propia historia, que se reduce siempre al proyecto que decíamos del Viejo Testamento, un cariño de Dios que nos tiene en su casa y una ruptura caprichosa y loca de nosotros por irnos a gozar la vida sin Dios, el pecado. Y una espera de Dios, esperando el día en que el hijo llegue; y cuando el hijo, tocado por la miseria, por el abandono de los hombres, se acuerda que no hay más amor que el de Dios, vuelve, y a ese Dios que debía de encontrar resentido o de espaldas lo encuentra volteando hacía él con los brazos extendidos dispuestos a hacer una fiesta por el retorno.

EL PECADO… UNA RUPTURA. ABUSO DE LOS BIENES

Yo le invito, hermanos, a que en sus hogares o en una Iglesia, en un lugar silencioso, lean esa parábola pero pensando en ustedes mismos y pensando: ¿cuántas veces se ha realizado en mi vida la locura de haber dejado a Dios, la ilusión de querer encontrar la dicha allá lejos del padre, y, tal vez, mientras se tiene dinero, mientras se tiene salud, mientras lo pueden explotar a uno, hay amigos y le ofrecen todo, pero cuando todo eso se acaba, eso que llamábamos el todo, mi dinero es mi Dios, mi dinero, mi poder, los idólatras, cuando caen en la cuenta que no estaba adorando más ídolos y caen en un despertar duro ante la realidad? ¡Ah! no era dios.

¡Ah! el dinero no podía darme todas las satisfacciones. ¡Ah! no puede hacer todo lo que yo quería con el poder. ¡Qué insensatos nos sentimos! Nos parecemos el hijo pródigo en ese momento, queriendo comer el maíz que le tiran a los cerdos. Sentía al hijo pródigo que los cerdos eran más felices que él, ellos comían y a él no le daban ni siquiera las algarrobas de los cerdos. Y por vergüenza de no comer en la misma canoa con los cerdos, quitaba de escondidas unas mazorcas, unas algarrobas; allá escondido, como un cerdo avergonzado, comiéndose su propia miseria.

¿Quién no ha sentido realizarse en su vida después del pecado este asco, este sentirse cerdo, sentirse vacíos, sentirse sin Dios, sin nada, sin amigos?

-LA CONVERSION DEL PECADOR… EL RETORNO

Es la hora de reflexión: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre comen, están felices, tranquilos y yo aquí me estoy muriendo de hambre! Me voy a levantar y voy a ir a decirle: padre he pecado contra el cielo y contra tí, no merezco llamarme tu hijo, recíbeme como un mozo, como un jornalero, voy a ser más feliz así que aquí donde estoy.

-LA RECONCILIACION… LA FIESTA DE LA PASCUA

No se imaginaba el cariño de un padre que está esperando y cuando lo ve llegar no lo deja hablar, sino que ahoga sus palabras en su pecho, abrazándolo y manda que lo vistan de gala y que haya fiesta. Pero entonces, el hijo mayor, resentido, necesitado de reconciliación también recrimina al padre: “ese tu hijo -ni siquiera lo llama su hermano- ha botado todos sus bienes y ahora viene y lo acoges así y yo que te he servido siempre- un resentido, al que el padre le dice una razón tan cariñosa-: Hijo, tú siempre estás conmigo, todas mis cosas las has disfrutado como tuyas, tú seguirás viviendo en este hogar como él, pero este hermano tuyo había muerto y ha resucitado. ¡Hagamos fiesta! Es la hora de la reconciliación.

Cuánta falta nos hace aquí en El Salvador meditar un poquito esta parábola del hijo pródigo. Como parece irreconciliable la denuncia de la izquierda contra la derecha y el odio de la derecha contra la izquierda; y el que está en el medio dice: “La violencia venga de donde viniera, duro con los dos”. Y así vivimos en grupos, polarizados, y quizá ni los del mismo grupo, se aman porque no puede haber amor donde se parcializa tanto, hasta odiar al otro.

¡Necesitamos romper estos diques, necesitamos sentir que hay un padre que nos ama a todos y a todos nos está esperando. Necesitamos aprender a rezar el Padre Nuestro y decirle: “Perdónanos, así como nosotros perdonamos”. Esta es la reconciliación que Cristo nos habla en el mensaje de este domingo en la parábola de la reconciliación y es que Cristo, el que ha enseñado esa parábola, en ese momento era víctima también de una calumnia, comía con los pecadores: miren como come con los pecadores. No hay cosa más opuesta a la reconciliación que el orgullo. Los que se sienten puros y limpios, los que creen tener el derecho de señalar a los otros como causa de todas las injusticias y no son capaces de mirarse hacia adentro: que ellos también han puesto una parte en el desorden del país.

b) EN CRISTO RESIDE LA RECONCILIACION DE LOS HOMBRES

Mirando, pues el único que puede decir que es limpio y puro y que viene en nombre del amor purísimo a salvarnos a todos, es Cristo; del cual, en esta mañana, no olvidemos estas preciosas frases: “Al que no había pecado, Dios le hizo expiar nuestros pecados para que nosotros unidos a él recibamos la salvación de Dios, “Este es el cristianismo: crean en Cristo que no había pecado pero para alcanzar el perdón de los pecadores se hace un pecador en medio de pecadores. Y Dios toma cuenta de ese sacrificio y en él perdona los pecados de todos los hombres.

-“DIOS, POR MEDIO DE CRISTO, NOS RECONCILIA CONSIGO”

Ya no puede haber reconciliación más que adhiriéndose a Cristo. O como dice también hoy la frase de la segunda lectura: “Dios, por medio de Cristo, nos reconcilia consigo”. Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo.

Cristo no es cualquier cosa, queridos hermanos. Cristo es la presencia de la reconciliación de Dios. Dichoso el hombre que encuentra a Cristo porque ha encontrado al Dios que perdona. Dios en Cristo, vive cerquita de nosotros. Cristo nos ha dado una pauta: “Tuve hambre y me diste de comer”. Donde haya un hambriento allí está Cristo muy cerca. “Tuve sed y me diste de beber”. Cuando alguien llega a tu casa pidiéndote agua es Cristo si tú miras con fe. En el enfermo que está deseando una visita, Cristo te dice: “estuve enfermo y me viniste a visitar”. O en la cárcel. Cuántos se avergüenzan hoy de dar su testimonio a favor del inocente.

¡Qué terror se ha sembrado en nuestro pueblo que hasta los amigos traicionan al amigo cuando lo ven en desgracia! Si viéramos que es Cristo el hombre necesitado, el hombre torturado, el hombre prisionero, el asesinado; y en cada figura de hombre, botadas tan indignamente por nuestros caminos, descubriéramos a ese Cristo botado, medalla de oro que recogeríamos con ternura y la besaríamos y no nos avergonzaríamos de él.

Cuánto falta para despertar en los hombres de hoy, sobre todo en aquellos que torturan y matan y que prefieren sus capitales al hombre, de tener en cuenta que de nada sirven todos los millones de la tierra, nada valen por encima del hombre. El hombre es Cristo y en el hombre visto con fe y tratado con fe, miramos a Cristo al Señor.

Y Cristo lo encontramos también en nuestros templos. Hermanos, esta mañana, aquí está Cristo, “Yo estoy en medio de vosotros”, nos dice en su Evangelio. Y dentro de un momento, en la hostia consagrada es Cristo que se dá, se ofrece a quien lo quiera venir a recibir. Cristo adorado, Cristo escuchado, Cristo sentido en la presencia comunitaria de su pueblo.

– EL ES NUESTRA RECONCILIACION

Acostumbrémonos, queridos hermanos, sobre todo los de las comunidades cristianas, sobre todo los queridos sacerdotes, comunidades religiosas, catequistas, de sembrar mucho esta idea de que no puede haber reconciliación en el país si no en Cristo Jesús. Es el proyecto de Dios reconciliar a los hombres en Cristo. Es la piedra angular de la cual deriva la fuerza para todo el edificio.

Tratar de descubrir a ese Cristo es nuestro gran trabajo pastoral. Y si yo refiero aquí cosas de la tierra o de la política, es en función de acercar hacia Cristo, la reflexión. Yo quisiera que se me entendiera bien para que no se tuviera una mala idea de estas misas que lejos de ser un mitin quieren ser un acercar al pueblo hacia Cristo, hacia Dios. Y así lo comprenden los muchos testimonios que recibo, me dan un gran consuelo de que de verdad se viene a la Iglesia el domingo a buscar a Cristo. También en las realidades criminales de nuestra tierra, allí está Cristo rechazando todo eso y por eso hay que recordarlo también aquí…

3.- LA RECONCILIACION DE LOS HOMBRES EN CRISTO, SIGUE SIENDO EL OBJETIVO DE LA IGLESIA AL OFRECER SU COLABORACION A LA CRISIS DEL PAIS

La reconciliación es el proyecto de Dios para salvar al mundo, la reconciliación sigue siendo el servicio de la Iglesia al mundo. Me siento muy Iglesia hablando ahora de la reconciliación de Dios en Cristo.

NOS ENCARGO EL SERVICIO DE RECONCILIAR…

La segunda lectura es la expresión más bella de la Iglesia de los tiempos de San Pablo hablándole a los corintios, como lo que yo pudiera decir aquí hablando a los santos de San Salvador que son ustedes los bautisados, los que forman el pueblo de Dios. Como Pablo a los Corintios yo les digo a ustedes sus mismas palabras: “… nos encargó el servicio de reconciliar. Nos ha confiado el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviado de Cristo y es como si Dios mismo os exhortara por medio nuestro. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios”.

Palabras de la Biblia que se hacen actuales en la homilía de esta Basílica.

No hacemos otra cosa, los cristianos no debían de mirar en Pablo a un Dios, como ustedes tampoco van a ver en su pobre pastor a un Dios. Pablo y yo no somos más que los instrumentos pecadores, pero por medio de nosotros Dios os exhorta a la reconciliación.

Por eso decía Cristo: “el que a vosotros oye, a mi oye; y el que a vosotros desprecia, a mí me desprecia”. Me dá más lástima que cólera cuando me ofenden y me calumnian. Me dá lástima de esos pobres cieguitos que no ven más allá de la persona… que sepan que no guardo ningún rencor, ningún resentimiento; ni me ofenden todos esos anónimos que suelen llegar con tanta rabia o que se pronuncian por otros medios, o que se viven en el corazón. No es una lástima de superioridad, es una lástima de agradecimiento a Dios y de súplica a Dios: Señor, ábreles los ojos. Señor, que se conviertan. Señor, que en vez de estar viviendo esa amargura de odio que viven en su corazón, vivan de alegría de la reconciliación contigo.

– ESTE ES EL MEJOR SERVICIO DE LA IGLESIA AL PAIS: RECONCILIACION

En este tercer punto voy a colocar las noticias eclesiales de la semana, porque lo que tratamos de hacer en nuestro trabajo eclesial junto con los colaboradores de la Arquidiócesis, no es otra cosa que esto que acaba de decir San Pablo: Nos ha confiado el ministerio de reconciliación. Queridos sacerdotes, religiosos, religiosas, fieles, catequistas, comunidades cristianas, que no se aparte nunca de nosotros este ideal: hacer una Iglesia que sea instrumento de reconciliación de los hombres con Dios…

Que como han dicho los obispos en el Brasil: jamás tratemos de suplantar el trabajo político de los hombres políticos con nuestro trabajo pastoral. Que seamos, ante todo, pastores haciendo una Iglesia de reconciliación, desde la cual seremos mucho más eficaces aún cuando toquemos la política de la tierra que metiéndonos como si fuéramos políticos a suplir lo que los políticos tienen que hacer. La Iglesia es una misionera de la reconciliación y tiene que decirle a unos y a otros a pesar de sus opciones que los diferencian: ámense, reconcíliense con Dios. Que no llegue a ser tan profundo el modo como tú quieres a tu país distinto del otro que lo quiere de otra manera, que te sientas que tú eres el único dueño de las soluciones y como si fueras el único dueño del país. Todos tienen derecho a opinar, respetemos; y como Iglesia, sí tratemos de dar la luz del evangelio, de justicia, de amor, de reconciliación. Hacer esta Iglesia es lo que pretendemos en todo este trabajo pastoral.

HECHOS DE LA SEMANA:

HECHOS ECLESIALES

El próximo 19 de marzo, miércoles de esta semana, es el día de San José, no olvidemos que es el gran patrono de la Iglesia Universal y que hoy necesitamos mucho de su protección bondadosa. Ya anticipo mis felicitaciones a la parroquia de San José Villanueva y de San José Cortés, lo mismo que a las comunidades religiosas que tienen tanta devoción o lo tienen por patrono a San José. Principalmente a los queridos religiosos Josefinos y a las religiosas Josefinas que trabajan en nuestra diócesis.

Quiero agradecer como Iglesia el testimonio de solidaridad con que me han honrado muchas personas con motivo del premio de la paz que recibí el domingo recién pasado: de parte de la Junta de Gobierno, de parte de entidades particulares, de parte de la Universidad y de varios amigos; telegramas y cartas que me honran mucho y que las ofrezco a Dios como una oración por todos ellos.

Sentimos como un trabajo de Iglesia, y muy fecundo, el que se está haciendo por reparar la YSAX. Un saludo de admiración al P. Pick, él no quiere que mencionemos su nombre, tan trabajador como silencioso, técnico profundo de radio. “Ya muy pronto -me dice-, vamos a tener la dicha de volverla a oír…” Ha despertado mucha solidaridad nuestra radio YSAX, solidaridad que yo agradezco profundamente porque creo que nuestra nueva emisora saldrá con esas nuevas voces de aliento y aún, quiera Dios que no, si un nuevo atentado acabara con ella, sabemos que no la podrán matar del todo nunca…

Voy a entresacar entre los testimonios de solidaridad esta carta del grupo Nahuatl, de canto popular salvadoreño, que me informan que van a hacer una ayuda económica- Y ya llevaron la primicia- “la cual comenzó a funcionar el domingo 24 de febrero durante una presentación que hicimos para amenizar la toma de posesión de la Junta Directiva Sindical de Foremost”. La membresía de este sindicato apoyó la idea y dispuso hacer colectas en pro de nuestra emisora radial y lo mismo nos fue manifestado por una federación sindical FENASTRAS, por medio de sus dirigentes, los que nos dijeron había interés en hacer igual campaña.

También un grupo de ferrocarrileros me dio muy grata impresión cuando mandó su ayuda económica con una carta muy sentida que dice: “Queremos manifestarle que estamos con Ud. y cuenta con nuestro apoyo en sus justas predicaciones, ya que la liberación integral del hombre tiene como base esencial a Dios y que sólo llegaremos a ella, cuando rompamos las cadenas del pecado. La voz de la Iglesia es voz de fe y de esperanza y nos ilumina el camino de la vida por medio del Evangelio. Su cosecha es grande, Monseñor, porque no sembró en tierra estéril y su semilla es buena porque sembró semilla de Dios”…

Haciendo nuestra Iglesia como instrumento de reconciliación, hemos renovado los nombramientos de los Vicarios. Los vicarios son aquellos sacerdotes que tienen a su cargo un sector de parroquias. Así tenemos 10 vicaría en toda la Arquidiócesis y ya han sido nombrados. Para la parroquia de Mejicanos, el P. Juan Macho Merino; para La Resurrección el P. Victoriano González, Redentorista; para El Calvario P. Federico Sanggiana; para la Asunción, el P. Carlos Mejía; para Soyapango, al P. José Luis Bourguet; para Quezaltepeque P. Octavio Cruz y P. Trinidad Nieto; como Vicario y pro-Vicario en Cuscatlán, P. Edmundo Brizuela y P. Jorge Benavides; para la Libertad. P. Benito Tobar y P. Javier Aguilar; y para la Merced, P. Roberto Torruella y P. Teodoro Alvarenga. Así tenemos toda la diócesis- falta aquí Chalatenango, que tiene su Vicario Episcopal el P. Fabián Amaya- y todo los departamentos; entonces, tiene así una organización vicarial que facilite la pastoral de la diócesis.

También se nombró esta semana el nuevo Senado Presbiteral. El Senado es el grupo de sacerdotes, gran parte, la mayor parte, elegidos por ellos mismos para representarlos en su diálogo con el Obispo; y el Obispo por su parte, nombra otros en menor cantidad. Los que nombró el Clero fueron estos: P. Sigfredo Salazar, P. Salvador Interiano, P. Ricardo Ayala, P. Octavio Cruz, P. Oscar Martel, P. Juan Macho Merino, P. Francisco Estrada, P. Carlos Mejía, P. Roberto Turruella, P. Luis Bourguet: Los nombrados por la Curia, por el Obispo, son P. Luis Bourguet, P. Jesús Delgado, P. Luis Van Delvelde, P. Benito Tobar y P. Jorge Benavides. Ya se les comunicó, y acaso la primera noticia la estén recibiendo por radio; me alegro y los felicito y que ojalá sepan dar un nuevo impulso con su nuevo nombramiento a esta Arquidiócesis que tanto necesita de sacerdotes enteramente entregados al ministerio de la reconciliación, como San Pablo.

La Comisión de Pastoral está compuesta por todos esos Vicarios y otros encargados de otras comisiones pastorales. Fue representada en el Congreso de Comunidades Eclesiales de Bases del Brasil por una buena representación de aquí presidida por el P. Fabián Amaya y el P. Octavio Cruz vinieron muy satisfechos, próximamente nos darán informes.

Se nombró el nuevo párroco de Lourdes, P. Juan Martínez, Paulino, que junto con los estudiantes de teología paulinos van a tener el cuidado del Barrio de Lourdes. El P. Mateo Quijada que trabajaba allí como párroco ha sido adscrito a la parroquia de Cristo Redentor con encargo especial del Carmen.

ACTIVIDADES DE CARITAS Y DE LA COMISION ECUMENICA DE AYUDA HUMANITARIA

Es un organismo para la caridad, la beneficencia, que hoy tiene mucho que hacer. Y lo más grande que tiene que hacer ahora con urgencia de emergencia es asistir a los muchos refugiados que nos están llegando de las zonas donde ya no se puede vivir -según dicen muchos de ellos- Por eso, nuestra Vicaría General se dirigió a la Junta de Gobierno para denunciar esta anomalía. Ciento ochenta y nueve personas, que incluyen por lo menos 56 menores de 10 años, están refugiados en la casa Parroquial de San José de la Montaña y en Domus Marie. Los refugiados proceden de Cinquera, Chalatenango, Cojutepeque, Monte San Juan; Cantones El Carmen y San Antonio, el Pueblo El Carmen; Suchitoto, Cantón La Bermuda. Estas personas tuvieron que abandonar sus hogares después de que de acuerdo a sus testimonios, un buen número de Guardias Nacionales y agentes de ORDEN les quemaron sus casas y cosechas, además de matar a sangre fría y en frente de sus madres y padres. La situación es tal que aún en el refugio en que se encuentran en la capital no se les puede garantizar la vida, ya que como algunos de ustedes han reconocido el país vive momentos muy críticos y violentos. Nosotros nos sentimos alarmados al ver que las matanzas, persecusiones, desapariciones y violaciones de derechos humanos en general, no se han logrado detener sino por el contrario, continúa en rápido aumento en especial en las últimas semanas. Y por eso, suplicamos, pues queremos en nombre de Cristo que cese esta represión y que se garantice la seguridad de nuestros campesinos. En este trabajo también la Comisión Ecuménica de Ayuda Humanitaria se dirigió en iguales términos, pidiendo esa garantía.

En este sentido quiero decirles, hermanos, que nos ayuden a hacer esta caridad, porque no sabemos hasta dónde va a ir creciendo esta necesidad si no se cesa la represión. Hay cantones donde dicen que ya no hay gente y que por tanto si ya hay sangre es por eso nada más, pero hay terror, hay desolación.

Aquí también en la ciudad hay grandes necesidades, se nos ha pedido ayuda del Comité Coordinador de Vendedoras de los Mercados de San Miguelito. Y yo les suplico que nos ayuden para hacer eficaz este socorro que urge mucho dentro de nuestro pueblo.

Con alegría les comunico que los Colegios y Escuelas Católicas están pensando una pastoral más a tono con las necesidades de la Diócesis y de acuerdo con las líneas pastorales que vamos tratando de llevar.

Me alegro por la vida de nuestros seminarios. Ha habido convivencia de Seminario Menor donde han expresado la limpia intención que anima a toda esa juventud que se comienza a preparar para el sacerdocio. Y otros jóvenes, no precisamente seminaristas, tuvieron el domingo pasado una convivencia que abre muchas esperanzas a la vida de la Iglesia. Yo estuve con ellos y son jóvenes que verdaderamente quieren vivir su compromiso de fe y su servicio al pueblo. En la Catedral celebré, con otros sacerdotes, la misa por los asesinados de FENASTRAS que fueron velados en aquel templo.

En Aguilares se celebra este día el aniversario de la muerte del P. Grande. A las 11 se tendrá allá la solemne concelebración.

En Tejutla también, en un cantón, se tuvo vigilia ayer que termina con una solemne misa hoy a las 3 de la tarde.

Nuestra vida religiosa también es fuente de reconciliación en nuestra Iglesia. Allá, entre las Hermanas del Buen Pastor, agoniza, la Madre María Margarita Jonnieux, mujer ejemplar por su entrega. No ha querido salir de su residencia adentro de la cárcel, porque siente que allí está toda su vida, donde ha trabajado al servicio de aquellas mujeres que sufren la privación de su libertad. Morir entre sus prisioneras es su ideal. ¡Qué hermoso ejemplo de la vida de la Iglesia!.

Visité y me admiro de la actividad que están llevando las Religiosas Belgas en Mejicanos. La Madre María, a quien cariñosamente llaman la Madre Mariches, está haciendo una verdadera obra de promoción de niños, de padres de familia, una verdadera comunidad educativa en torno de su Kinder, así como está llevando con mucho cuidado la administración de Domus Marie y de todos sus enseres.

Otra comunidad belga, en Santiago Texacuangos, está realizando una verdadera asistencia de medicina a aquel sector. Gente muy experta ha hecho del convento un verdadero consultorio donde se atiende toda aquella comunidad.

Un grato aviso también. Los Misioneros de la Caridad están trabajando entre nosotros y han recibido recientemente la autorización del Ministerio de Justicia para ir a trabajar en las cárceles comenzando por la Cárcel de Santa Tecla. Yo les agradezco a los PP. lo mismo que al Ministerio y puede estar seguro de que el trabajo de los sacerdotes siempre será en este ministerio que estamos mencionando: de la reconciliación, acercar los hombres a Dios

NUESTRA IGLESIA TAMBIEN HA RECIBIDO ESTA SEMANA PERFILES DE PERSECUCION: SE CATEO LA CASA DE LOS SACERDOTES DE ZACAMIL:

Que motivó la siguiente carta de nuestro Vicario General al Ministro de Defensa: “El 12 de marzo, a la 1 de la madrugada, dos camiones de las FF.AA. Se colocaron frente a la casa de habitación de los sacerdotes belgas que trabajan en la parroquia de la Col. Zacamil.

De los camiones se bajaron agentes uniformados de la Guardia Nacional y otros que parecían soldados, en números de 40 más o menos. Estos, por medio de megáfonos, daban un plazo de 30 segundos para que los sacerdotes abrieran la puerta. Y como no había nadie en el interior de la casa, los agentes violentaron las chapas y entraron para catearla.

En la inspección que al día siguiente realizaron nuestros asesores jurídicos encontraron la casa en completo desorden, además de haber tomado fotografías de la parte interior de la casa, según testigos. La operación duró una hora y se llevaron varios papeles. Se retiraron a eso de las 2:15 de la madrugada.

Ante este hecho, con instrucciones del Arzobispo, por las presentes letras, denunciamos esta acción que viola la libertad de culto y la inviolabilidad de la morada. Esto nos viene a comprobar que la Iglesia sigue siendo perseguida en sus ministros. Creemos que aún en Estado de Sitio hay otros caminos más civilizados para tratar a la Iglesia Católica que aglutina a la inmensa mayoría de los salvadoreños…

– EL CASO DE LA IGLESIA DEL ROSARIO

Del que se dio una versión muy falsa que se publicó en El Mundo, tenemos que decir lo siguiente: Los religiosos de la Iglesia del Rosario de San Salvador, con relación al comunicado emitido por la Fuerza Armada y publicado en el Mundo del 10 de marzo, aclaran lo siguiente: “1o). Nosotros somos los primeros en repudiar las “tomas” que frecuentemente se han hecho de nuestra Iglesia. Creemos que no son útiles ni convenientes y, en todo caso, somos los más directamente perjudicados por tales acciones. Acciones que se nos imponen de hecho al igual que sucede con embajada, Ministerios, escuelas, fábricas, vehículos… cuyos propietarios o administradores suponemos se han visto obligados también en ceder en el destino normal de sus bienes a fin de evitar peligros mayores.

2o.) Tras detenida reflexión podemos afirmar, en honor a la verdad, que nunca desde esta Iglesia se ha atacado físicamente a miembros de instituciones armadas.

3o.) Con respecto a los sucesos del día 9, nuestra versión de testigos de vista y oído- es la siguiente: Hacia las 11:10 p.m fue atacada la Iglesia por su fachada principal, desde un taxi y desde otros puntos. Esto tomó desprevenidos a los vigilantes apostados en las inmediaciones, quienes, creyéndose atacados repelieron la supuesta agresión. Y posteriormente, como a las 11:30 p.m, elementos militares bien pertrechados pretendieron desalojar (?) a los ocupantes de la Iglesia, con fuego nutrido que duró alrededor de 20 minutos, retirándose posteriormente.

4o.) Que ésta- y todas las iglesias- tengan como fin esencial el ser lugar de oración y reflexión espiritual no lo dudamos. Pero la historia de la Iglesia universal, y la más reciente del país, pueden demostrar que también han servido para defender vidas en peligro, entre otras nobles funciones. Por eso condenamos las repetidas agresiones -algunas con saldo de víctimas- que se han realizado contra esta Iglesia y esperamos no vuelvan a ocurrir, antes bien se busque la solución de los conflictos por vía de diálogo y de negociación.

Finalmente, dejamos constancia de que hacemos esta aclaración no para entrar en polémica y menos para defender las tomas de nada, sino movidos por nuestro amor al pueblo salvadoreño y a la verdad, que es lo que nos enseña Cristo, el Maestro, a quien pretendemos seguir e imitar…”

DE OTRO LADO TAMBIEN PODEMOS LLAMAR PERSECUCION AL HECHO QUE PASO AQUI EN LA BASILICA

Y que lo describen así: “El día lunes 10 de marzo, a las 6 de la mañana, fue encontrado un maletín entre la piaña de Santa Marta y una de las columnas que sostiene la cúpula de la Basílica. Hay muy fundadas sospechas de que el maletín fue colocado en la tarde domingo, ya que una de las puertas que dan a la Basílica estaba violentada y quedó abierto como a las 2 de la tarde.

Inmediatamente se dio parte a la Policía Nacional ante el peligro de que se tratara de una bomba. Se presentaron los técnicos del mencionado cuerpo que precedieron sin más a abrir el sospechoso maletín, cosa que lograron con éxito. En el interior del maletín había nada menos que 72 candelas de dinamita, suficiente para volar no sólo la Basílica sino la cuadra entera.

Es un atentado que la ciudadanía entera, sea del color que sea y profese la religión que profese, debe condenar y repudiar con la máxima energía.

Los autores del frustrado atentado ¿qué es lo que pretendían? ¿Destruir una obra de arte? ¿Privar al pueblo salvadoreño de uno de sus santuarios predilectos y causar numerosas muertes de hombres y mujeres inocentes, llevando así más luto y dolor a la familia salvadoreña?.

Este infame atentado no puede provenir más que de mentes enfermizas y de corazones que han perdido los más elementales sentimientos humanos. El domingo anterior se celebraría una misa por el eterno descanso del Dr. Mario Zamora Rivas, la celebró Mons. Romero. Ese mismo día se celebraba una Asamblea de la Democracia Cristiana a donde acudieron dirigentes de todo el país. Era de suponer que los asistentes participarían en la celebración Eucarística, ya que el Dr. Zamora había sido uno de los máximos miembros de la dirigencia del Partido Demócrata Cristiano.

Hay que dar gracias a Dios de que el mecanismo que activaría la 72 candelas de dinamita no funcionó, frustrándose de este modo el criminal atentado dinamitero…”

Sólo quiero comentar que en vez de sentir miedo, sintamos más confianza, Dios nos cuida… Al que confía en Dios no le puede suceder nada malo.

De otro estilo es la persecución al P. Samuel Orellana, párroco de Mejicanos a quien algún grupo político popular está acusando y amenazando como si fuera colaboracionista. Yo quiero decirles a todos los grupos políticos que los sacerdotes estamos sirviendo al ministerio de reconciliación y que traten de respetar su trabajo y que no expongan sus vidas con amenazas y acusaciones de las cuales no están nada seguros.

Me han asegurado que las Fuerzas Armadas tienen informes de que en el Seminario San José de la Montaña y en otras iglesias hay arma y que van a ir a catear estos lugares. Ojalá no sea cierto, porque les puedo decir con toda mi palabra de sacerdote, que no es verdad, y si no me creen, pueden ir inmediatamente a todas las iglesias y no encontrarán armas como se dice…

Quiero colocar también en este capítulo de denuncias, de persecusiones, el despido sorpresivo del Lic. Demetrio Olasiregui, aquel joven que Uds. conocieron aquí conectándonos con Radio Noticias del Continente de Costa Rica. Tenía que pasarle lo que le pasó. Le amenazaron de que no siguiera transmitiendo noticias hacia el exterior y que si no, se atuvieron a las consecuencias. Poco después lo llamaron a Migración y lo pusieron fuera del país. Gracias a Dios, que ya está en Costa Rica y nos está escuchando sin duda. Queremos decirle que lo recordamos aquí con agradecimiento y que esta emisora sigue trabajando…

También nos sentimos solidarios bajo esta ola de persecución con la Cooperativa Sacerdotal donde estalló también una bomba que hizo considerables estragos.

HECHOS DE LA VIDA NACIONAL

Desde esta Iglesia de la reconciliación que tratamos de construir con todas estas actividades y persecuciones, nosotros dirigimos la mirada hacia el mundo que nos rodea y no nos tomen ésto como un meternos en política, naturalmente que el punto de vista sí toca materiales políticos, pero lo hacemos, sobre todo, desde un punto de vista cristiano.

LA NOTA PREDOMINANTE SIGUE SIENDO LA REPRESION

Una vez más el Señor pregunta a Caín: ¿Dónde está Abel, tu hermano? Y aunque Caín le responde al Señor que no es el guardián de su hermano, el Señor le replica: “La sangre de tu hermano me está gritando desde la tierra. Por eso te maldice esta tierra, que ha abierto sus fauces para recibir de tus manos la sangre de tu hermano. Aunque cultives la tierra, no te pagará con su fecundidad, andarás errante y perdido en el mundo”. Palabras del Génesis en el capítulo 4. Y esta sigue siendo la preocupación principal de la Iglesia, esto es lo que la obliga a levantar incesantemente, incansablemente, semana tras semanas, su voz, como si fuera que clama en el desierto.

Nada hay tan importante para la Iglesia como la vida humana, como la persona humana. Sobre todo, la persona de lo pobres y oprimidos que además de ser seres humanos son también seres divinos, por cuanto en ellos dijo Jesús que todo lo que con ello se hace. El lo recibe como hecho a él. Y esa sangre, la sangre, la muerte, están más allá de toda política, tocan el corazón mismo de Dios, hace que ni la Reforma Agraria, ni la nacionalización de la banca, ni otras prometidas medidas puedan ser fecundas si hay sangre…

No olvidemos esa palabra de Dios a Caín: la tierra ensangrentada nunca podrá ser fecunda. Las reformas ensangrentadas nunca podrán ser fructuosas. Nadie puede estar contra las reformas, ya lo dije en el cuerpo de la homilía; pertenece a la revelación de Dios al misterio de la reconciliación divina y la justicia en el reparto de la tierra. No estamos contra las reformas. En esta semana algunos me han criticado mucho como si yo el domingo pasado hubiera sido una crítica negativa contra las reformas. Hay que saber medir las cosas no por la cantidad de palabras, sino por la densidad de razones, y yo dije que era necesaria la reforma y que estamos de acuerdo pero que precisamente criticábamos los aspectos que nos parecían negativos para salvarla y hacerla auténtica, verdadera como el pueblo la necesita. Estamos tan sólo contra la sangre que acompaña a la reforma, aunque sea sangre que no la quieran los verdaderos reformadores, aunque sea sangre vertida por los enemigos de la reforma.

Este es el pensamiento fundamental de mi predicación. Nada me importa tanto como la vida humana… Es algo tan serio y tan profundo más que la violación de cualquier otro derecho humano, porque es vida de los Hijos de Dios y porque esa sangre no hace sino negar el amor, despertar nuevos odios, hacer imposible la reconciliación y la paz, ¡Lo que más se necesita hoy aquí es un alto a la represión!

QUIERO INFORMARLES QUE SE ESTA PUBLICANDO UN DOCUMENTO SOBRE ESTE PUNTO POR PARTE DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL Y LA UNIVERSIDAD JOSE SIMEON CAÑAS, UCA.

Y a la cual, sin duda, van a suscribirse otras entidades imparciales en el país. Es un documento de profunda y serena reflexión que yo les recomiendo estudiar y deben atenderlo las autoridades y el pueblo. En la conclusión de ese documento se lee esto:

“No es el aplastamiento sistemático y salvaje de un pueblo por su libertad el camino para que la democracia impere en el continente…

No es con la destrucción de las sedes sindicales, son los atentados dinamiteros contra las emisoras de radio, las universidades, las iglesias.

No es con el asesinato de líderes sindicales y políticos, con la masacre de centenares de campesinos, en el amedrentamiento de pueblos y cantones arrasados por cateos, incendios, permanentes hostigamientos; no es con la desinformación ideológica y con el conjuro del fantasma comunista, no es con todo eso como El Salvador va a encontrar el camino menos violento de la salvación…

Si todavía no se han visto los efectos nefastos de la intervención extranjera es porque las organizaciones populares no están respondiendo desesperadamente a las provocaciones constante a que están siendo sometidas.

Por todo ello no queda sino hacer un apremiante llamamiento al cese de la represión. Si se quiere de verdad las reformas, no se puede querer al mismo tiempo la destrucción de quienes vienen luchando en favor de ellas y de quienes se supone serían los máximos beneficiarios de las mismas. La represión antes se dio a las reformas y las está acompañando. Se presenta como más importante para algunos que las mismas reformas; nacen manchadas de sangre pero de sangre vertida alevosamente, de sangre sacrificada por asesinos impunes. Lo que más urge en El Salvador, es poner fin a este derramamiento de sangre… Esa es la primera y fundamental responsabilidad de nuestro Gobierno.

HABLANDO DE LA REPRESION TENGO UN DENSO INFORME DEL SOCORRO JURIDICO

Desde el 6 de marzo, fecha en que se decretaron las reformas y el Estado de Sitio, hasta el día lunes 10 de marzo inclusive, teníamos registrados debidamente documentados. Quiero decir ésto también, porque alguien dijo que yo inventaba aquí cosas, quiero decirles que nunca me han sabido probar una mentira de todo lo que aquí voy diciendo a lo largo de tantos años… Lo que pasa es que parecen mentiras. Datos como éste- que en sólo estos cuatro días han sido asesinados:

43 campesinos de diversas zonas del país: 11 obreros; 22 estudiantes, entre ellos los 10 del Instituto de San Miguel y 4 de San Vicente; 2 profesionales; 5 personas no identificadas; todas de los sectores populares.

Por otra parte, el sector no popular también cuenta sus víctimas y también sus crímenes como los dos detectives y un miembro de ORDEN en el fin de semana pasada. También son repudiables y no estoy yo parcializándome para mancharme de sangre.

El saldo es tráfico: las organizaciones populares y aquellos que se han caracterizado por mantener su oposición, están siendo liquidados en forma violenta.

Tenemos constancia de que por lo menos 500 personas están refugiadas en algunos albergues caritativos que les han ofrecido protección. Ellos han huido de sus poblaciones, a veces llevando durante largos recorridos a niños menores, ancianos; con casi nada de alimentación, durmiendo a la interperie.

Según los testimonios que tenemos bien documentados, hay cantones donde ya no hay campesinos. Es bien triste, por ejemplo, esta carta que me llega de esos lugares: “Le suplico que pida a los señores que gobiernan nuestro país, que por favor dejen de perseguirnos ya, pues ya hemos sido amenazados muchas veces yo y toda mi familia; y el único motivo es porque tuvimos relación con el P. Rutilio Grande. La autoridad nos amenaza diciéndonos que nosotros somos guerrilleros. Y todo es por esa razón, por haber conocido al P. Rutilio. Quiero que me haga el favor de hacerlo saber por todos los medios que pueda, que ya hay noches que no nos dejan dormir, hay tiempos de comida que no los hacemos tranquilos, o sea, que ya estamos enfermos de aflicción, etc”. Es la voz de nuestro pobre pueblo y hay que escucharla.

También el 11 de marzo fueron asesinados en las Vueltas de Chalatenango, los campesinos Teófilo Guardado, Felipe Alvarenga y el Alcalde del lugar, que según los campesinos los protegía y les favorecía.

Ese mismo día destruyeron la Imprenta Ungo en San Salvador.

El 12 de marzo, también en las zonas aledañas a las Vueltas fueron asesinados los campesinos José Arístides Rivera, Orestes Rivera y la madre de éstos.

Fue localizado el cadáver de José Efraín Arévalo Cuéllar, quien había sido capturado el 9 de marzo en San Miguel; tenía señales de tortura, era hijo del profesor Efraín Arévalo Ibarra desaparecido político de hace 2 años. Aquí tengo la carta de su mamá, viuda del profesor Ibarra, que también es muy conocida y con tanta tristeza me dice: “que así como lloró a su esposo, hoy está llorando también a su hijo. El sábado 9 fue capturado por la G.N. a las 4.45 de la tarde, detrás de la Iglesia del Calvario en San Miguel, y fue conducido al cuartel de la misma permaneciendo durante todo ese tiempo en manos de ellos, hasta que el miércoles 13 del mismo mes apareció asesinado. En espera de que Ud. haga suyo mi dolor, le anticipo mi agradecimiento”. Hagan suyo su dolor, hermanos, es nuestro dolor.

Ese mismo día fueron capturados los jóvenes Osmín Landaverde, Manuel Sánchez, Javier Mejía y Carlos García, de Quezaltepeque. Quiero expresar como solidaridad también, que el 13 de marzo en la madrugada, fueron arruinados con bombas el periódico Independiente, las oficinas del periódico, y el local de la Comisión de Derechos Humanos y el anexo local del Comité de Madres y Familiares de Desaparecidos. Tengo cartas muy interesantes al respecto, pero por falta de tiempo no las voy a leer. Quiero admirar el valor del director de El Independiente, el que dice una frase muy buena: “Con un censor pudieron acallar nuestra voz pero con dinamita lo robustecen…”

He recibido una carta muy valiente de la Comisión de Derechos Humanos. Y le agradezco que se haya dirigido a mí como expresión de su aflicción y de su entereza para decirme frases que a mí también me llenan de mucho valor: “Consideramos que estos delitos no son hechos aislados, sino que concatenados con todas las manifestaciones represivas contra personas, instituciones, edificios, que se ha venido incrementando en nuestra Patria a raíz del Estado de Sitio. Esta represión en ascenso tiene como objetivo principal desestabilizar, neutralizar y asolar con todo el movimiento popular por la liberación integral de la explotación, la miseria, la represión las cuales son expresiones de esa violación estructural y permanente de los derechos más elementales del hombre salvadoreño”. Y expresan el valor con que seguirán luchando ya que la dinamita tampoco puede detener esta lucha por los derechos humanos…

También les agradezco y me solidarizo con las Madres de los desaparecidos en su bonita carta que me anima: “Pedimos disculpas a Ud. Y a los católicos que nos escuchan, pero no podemos menos que indignarnos ante tan cobarde atentado contra un local el cual, al menos, nos sirve para llorar y consolarnos de la pérdida de nuestros seres queridos…”

Se habla también de que cuarenta víctimas más de la represión han sido abatidas en Aguilares. Pero como queremos ser siempre serios en la información esperamos confirmarlas como acostumbramos siempre que se trata de hechos tan graves como es la vida humana.

Ha habido también dificultades en los operativos de la Reforma Agraria. Se ha encontrado armas en lugares que fueron sorprendidos por la Reforma.

Quiero interceder por la persona de José Guillermo Castro. Se trata de un gran amigo mío y siento mucho de veras que ya va pasando el tiempo desde que lo capturó la policía en La Unión cuando volvía de una reunión en Panamá y no se sabe de su paradero. “Inicialmente- dice una noticia que me llegó- La Policía Nacional confirmó su captura al padre de Guillermo pero luego le dijeron que no lo habían visto”.

También una queja de los jóvenes del Instituto Técnico Centro Americano de Santa Tecla, que dice que: celebraban su fiesta el 6 de marzo a las 11 de la mañana: “…cuando fuimos sorprendidos por un contingente militar fuertemente armado el que se introdujo al Instituto sin previo aviso causando pánico, desconcierto y zozobra entre todas las personas que se encontraban dentro de la Institución lo cual aumentó al ver como actuaban con el local estudiantil y los estudiantes apresados.

Por la tarde dice que volvieron con más aparatos militares, aterrorizando y maltratando física y psicológicamente al personal que aún se encontraba laborando. Y estos jóvenes, 1o) protestan por el allanamiento y atropello cometido por ese cuerpo militar; 2o) Por no haberse canalizado legalmente la posible queja si había alguna anomalía contra ellos; 3o) porque ninguna autoridad del Ministerio de Educación ha protestado denunciando tal acción; 4o) por el estado de zozobra y carencia de seguridad en el que nos encontramos; y 5o) en la forma parcial en que han actuado los periódicos matutinos del país.

En este capítulo de la violencia, quiero alegrarme por la libertad del Señor Jaime Hill, del cual expresamos muchas veces nuestra solidaridad. Y sigo preocupado por la suerte del Sr. Dunn y de los otros secuestrados. Ojalá la Cuaresma sean también un llamamiento para que se les devuelva la libertad.

También el campesino Denis Alfredo Rivas Arteaga fue capturado el 14 de marzo, en Reubicación de Chalatenango. Fue entregado a la Guardia y sólo temo por su vida.

– VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL ESTADO DE SITIO

Una palabrita más sobre estas situaciones y opiniones. El Estado de Sitio, ciertamente ha tenido su ventaja en cuanto a reprimir las oposiciones que pudo haber de parte de la derecha para llevar adelante ese proceso. Los hechos han comprobado que algunos sectores quisieron oponerse, aunque en general ha sido aceptado. Yo creo que es un buen paso para que todos se preocupen por conducir ese movimiento hacia una verdadera justicia social.

Sin embargo, el Estado de Sitio, tiene sus desventajas. No ha traído una disminución de la violencia ni de los cuerpos de seguridad, ni de los grupos paramilitares, ni de los grupos de guerrilleros. Ha disminuido la libertad de información, sobre todo en lo referente a la represión en el campo.

ME REFIERO TAMBIEN A LAS DIMISIONES DE LOS MIEMBROS DEL PDC QUE JUSTIFICABAN SU RETIRO POR LAS SIGUIENTES RAZONES:

Que el pueblo tiene que conocer como opiniones para juzgar en sus criterios. Renuncian, dicen, por la represión y violación de los derechos humanos. Las palabras de ellos son: “Represión exacerbada que en forma creciente se está ejerciendo contra las organizaciones populares y el pueblo en general”.

Otra razón, el peligro del intervencionismo norteamericano militar que se titula “guerra especial anti-subversiva”.

Otra razón, las reformas con represión y sin participación popular no les satisfacen.

Y otra razón muy valiosa es que no creen en la participación en el poder aparente y no real. Es una participación, pues, no sólo es de apariencia pero que realmente no hay tal participación en el poder.

Esta renuncia la han firmado el Dr. Roberto Lara Velado, el Lic. Alberto Arene, el Dr. Rubén Zamora Rivas, el Dr. Héctor Silva hijo, el Dr. Héctor Dada Hirezi, el Lic. Francisco Díaz Rodríguez y el Dr. Francisco Paniagua Osegueda…

TENIA QUE INFORMARLES TAMBIEN QUE EL NUEVO EMBAJADOR DE ESTADOS UNIDOS ME VISITO PARA TRAERME LA CARTA DE CONTESTACION DEL PRESIDENTE CARTER

Como es muy larga, pues solamente quiero darles un resumen. Se expresa allí el reconocimiento de que sigue en pie la política de los derechos humanos. Naturalmente así lo creemos, pero siempre hemos dicho que como es política de derechos humanos puede no coincidir con la Iglesia que no defiende los derechos humanos por política sino por convicción religiosa..

Expresa también la carta su apoyo a la Junta que textualmente dice: “Ofrece las mejores perspectivas”. Le diré, pues, que se trata de un Juicio Político y que admite discusión.

También expresa la carta: “la mayor parte de la ayuda económica será en beneficio de los más necesitados”. Dice también que en la “ayuda militar -esto es importante, entre comillas- Estados Unidos reconoce desafortunadas actuaciones que ocasionalmente han tenido las Fuerzas de Seguridad en el pasado. -Ya es bastante que se reconozcan y por tanto se tenga miedo de prestar ayuda indiscriminadamente-. Nos preocupa -dice la carta- tanto como a Ud. que sea usado este subsidio en forma represiva y que se trata de mantener el orden con un uso mínimo de fuerza letal”.

Habla también de la necesidad de un ambiente menos beligerante y de menor confrontación; si es que ha de realizarse un programa de reformas, usar autoridad moral, aquietar las personas.

Dice también que los EE.UU. no interferirán en los asuntos internos de El Salvador. Esperamos, como siempre hemos dicho, que los hechos hablen mejor que la palabras…

Finalmente me preocupa que la carta menciona la amenaza de la guerra civil, poniéndola como otra alternativa de la reforma del Gobierno. Creo que se pueden dar otras alternativas y yo quisiera decirle a todos mis queridos hermanos que no estemos tan impresionados por una próxima guerra civil. Hay tendencias a mantener esa psicosis y esta carta contribuye un poco a eso, pero creo que hay salidas todavía racionales que sinceramente tenemos que buscar…

MAÑANA SE ANUNCIA UN PARO DE LABORES…

No voy a dar un Juicio Político sobre ésto, ni voy a ser tampoco parcializado hacia la Coordinadora ni a ningún sector político. Lo que sí quiero decir: que el objetivo de llamar la atención sobre la represión y de tratar de frenarla es un objetivo legítimo e importante, y lo estamos gritando al gobierno: que tiene que cesar la represión si se quieren quitar muchos malestares de nuestra sociedad. Quiero suplicar también, en nombre de la Iglesia y del Evangelio evitar, por ambas partes, que la jornada de mañana vaya a convertirse en un enfrentamiento sangriento o en una violencia que nos traiga mayores cosas de que llorar.

¿Qué se puede pedir, hermanos, en esta situación:? él ambiente que hemos tratado de mantener en esta homilía es la reconciliación. Soy un Ministro de esa Iglesia de la reconciliación. A este propósito me alegró mucho una sugerencia que me llegó: la Iglesia no sólo debe denunciar sino que debe de anunciar también una esperanza. Y me gustaría como una esperanza la coincidencia con otras opiniones, la opinión de la Iglesia. Y es, por tanto, la necesidad de abrir a un diálogo sincero, las diversas opiniones. Yo invito pues, a que no se piense que la única solución es la violencia. Por eso hago un llamamiento al diálogo sincero, a la reconciliación en nombre de Dios como lo hace San Pablo.

LLAMO A LA OLIGARQUIA A COLABORAR CON EL PROCESO DEL PUEBLO

Son principales protagonistas en esta hora de cambios, y de ustedes depende en gran parte el cese de la violencia. La reconciliación, hemos dicho, tiene una gran relación con la tierra y si se dan cuenta que están poseyendo la tierra que es de todos los salvadoreños, reconcíliense con Dios y con los hombres, cediendo con gusto lo que vendrá para paz del pueblo y paz de sus propias conciencias.

AL GOBIERNO

Allí miro yo dos sectores: los que tienen buena voluntad pero no pueden hacer lo que quieren, y los que no quieren y están en el poder y son responsables de la represión.

A los unos les digo: hagan valer su poder o valientemente confiesen si no pueden mandar y desenmascaren a los que están haciendo gran mal al país…

Y a los que están en el poder y no quieren cooperar con la reforma sino que están siendo estorbo por la represión que fomentan, les diré: no estorben, en una hora tan histórica de la patria están haciendo un papel tristísimo de traición. Y es necesario que, en nombre de la nobleza y del amor al pueblo, sepan mejor dejar las manos libres de aquellos que quieren manejar con limpieza los destinos de nuestro pueblo…

A LA COORDINADORA REVOLUCIONARIA DE MASAS

Quiero decirles: Que son una esperanza si van madurando en su apertura y en su diálogo.

Y a este propósito yo he tenido esta semana, una satisfacción muy grande, cuando he recibido una presentación del Movimiento de Profesionales y Técnicos Progresistas. Se trata de hombres que dicen que están felices porque han encontrado su ubicación como profesionales y técnicos en el proceso del pueblo, y que quieren vivir su capacidad profesional al servicio del bien de su patria y se han propuesto estos objetivos:

1o.) Luchar por el establecimiento de un gobierno democrático con amplia base popular;

2o) Contribuir al fortalecimiento de la unidad popular y las fuerzas democráticas y revolucionarias;

3o) Contribuir al esclarecimiento político del gremio de técnicos y profesionales;

4o) Organizar e incorporar el proceso de liberación a todos los elementos honestos de nuestros gremios;

5o) Presentar opciones técnicas, enmarcadas dentro de lineamientos políticos de beneficio para las mayorías del país, que permitan mostrar la racionalidad de una salida democrática y salvadoreña, contrapuesta a las salidas elitescas y demagógicas que con apoyo extranjero se pretende implementar.

6o) Denunciar a nivel nacional e internacional la crítica situación que vive el pueblo, sus causas y las formas irresponsables y anti-populares por medio de las cuales se la trata de resolver;

7o) Denunciar la continua violación de los Derechos Humanos con los organismos competentes, nacionales e internacionales, en la defensa de los mismos…”

Que sea bienvenido este movimiento de Independientes Profesionales y Técnicos y que se ofrezcan a esa plataforma de diálogo que necesitan las diversas fuerzas del pueblo en su tendencia a madurar, a unirse y salvar unidos a nuestro pueblo.

FINALMENTE, UN LLAMAMIENTO A LOS GRUPOS GUERRILLEROS

Alguien me criticó como si yo quisiera unir en un solo sector las fuerzas populares con los grupos guerrilleros. Siempre mi mente está muy clara sobre la diferencia. A ellos, pues, y a quienes abogan por soluciones violentas, quiero llamarlos a la comprensión. Saber que nada violento puede ser duradero. Que hay perspectivas aún humanas de soluciones racionales y, sobre todo, por encima de todo, está la palabra de Dios que nos ha gritado hoy: ¡RECONCILIACION!

Dios lo quiere, reconciliémonos y así haremos de El Salvador una patria de hermanos, todos hijos de un Padre que nos está esperando a todos con los brazos abiertos. Así sea.

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La conversión personal, requisito indispensable de la verdadera liberación – Tercer Domingo de Cuaresma

9 de marzo de 1980.

Exodo 3, 1-8a. 13-15.
1a. Corintios 10, 1-6, 10-12
Lucas: 13, 1-9

NOTA: Antes de pronunciar la homilía el Sr. Arzobispo de San Salvador, las iglesias suecas, entre ellas la Iglesia Católica, le otorgaron el PREMIO DE LA PAZ 1980 a Mons. Oscar A. Romero por su labor evangélica de reconciliación entre los hombres, justicia y humanidad.

El Rev. Per Arne Aglert, Secretario General de Acción Ecuménica Sueca, dijo entre otras cosas: “Cuando el pueblo es oprimido, torturado, perseguido y ha perdido su libertad y las condiciones humanas, es un deber cristiano defenderle y apoyarle”.

Mons. Romero recibió el PREMIO DE LA PAZ 1980 de manos del Sr. Embajador de Suecia en El Salvador, Sr. Henrik Ramel.

DESPUES MONS. ROMERO PRONUNCIO SU HOMILIA:

SEÑOR EMBAJADOR DE SUECIA, ESTIMADO
HERMANO SECRETARIO DE ACCION ECUMENICA
SUECA, QUERIDOS HERMANOS:

INTRODUCCION:

a) ENTRE LOS MUERTOS DE CUERPO PRESENTE Y LOS QUE
TODAVIA PEREGRINAN… RECIBO EL “PREMIO DE LA PAZ 1980”

Entre los cadáveres y los que peregrinamos en este pueblo, entre el dolor y los aplausos, recibo agradecido este impulso que no es sólo para mí sino para todo este querido pueblo, que bien acaba de describir el Señor Secretario General de Acción Ecuménica Sueca Rev. Per Arne Aglert al entregarme este honroso galardón del Premio de la Paz 1980…

La presencia del Señor Embajador de Suecia Sr. Henrik Ramel significa un aval muy valioso de aquel país a esta iniciativa ecuménica de carácter cristiano… Y la inesperada presencia dolorosa de estos dos queridos cadáveres Lic. Roberto Castellanos Braña y su esposa Anette Mathiesen (ciudadana danesa) con sus estimadas familias vienen a significar este momento, para un predicador de la paz, un estímulo muy poderoso. Es la voz de tierras lejanas y, por eso, juicios imparciales desinteresados, que comprenden lo que muchas veces aquí, entre nosotros, no se quiere comprender. La voz de la eternidad en la presencia de esta muerte aquí en estos dos ataúdes, es también palabra que estimula desde una perspectiva escatológica, eterna: que el caminar cristiano es el verdadero caminar hacia la paz.

b) LA MOTIVACION DEL “PREMIO DE LA PAZ 1980”, COINCIDE
CON EL MENSAJE DE CUARESMA: “LA RECONCILIACION DE LOS HOMBRES”.

Con que gusto he leído, las motivaciones de este honroso Título del Premio de la Paz, que se trata de premiar los esfuerzos por la reconciliación, la justicia y la humanidad entre los hombres. Preciosa coincidencia la de estas voces con su honroso galardón, con este ministerio que San Pablo llamaba: “el Ministerio de la Reconciliación” y que es el núcleo de la Palabra de Dios que como pastor de esta diócesis me tocaba comentar esta mañana.

LAS LECTURAS DE HOY NOS REMONTAN A LAS FUENTES DE ESA
RECONCILIACION Y DE ESA PAZ

La reconciliación con Dios, la conversión, voz inconfundible de la Cuaresma. Que oportuno es este tema que ahora viene a avalar la presencia de la muerte y de las tierras lejanas, cuando aquí en El Salvador nos acaba de decir Monseñor Aglert: “se vive una noche tétrica de represión, de violencia. La Palabra de Dios ya nos hace sentir ese amanecer si nos reconciliamos, si nos convertimos”. ¡Cuántas polarizaciones, cuántas ideologías, cuántos intereses egoístas, cuántos caminos equivocados de los hombres sobre los cuales este día yo quisiera hacer resonar la palabra de Jesucristo: ¡CONVERTIOS!, si no os convertís, pereceréis.

Ojalá que mi llamado a la reconciliación en esta mañana tan providencialmente avalado con estas presencias y este premio, sea escuchado sobre todo por aquellos que no lo quieren escuchar.

– OPORTUNIDAD DE ESTE MENSAJE EN NUESTRO PAIS

Voy a dar, como de costumbre, un título a esta homilía que sea como una respuesta agradecida de mi Arquidiócesis a esa noble acción ecuménica de Suecia y, a través de esa voz cristiana ecuménica y del dolor de esta familia aquí presente con sus cadáveres, ojalá que esta palabra encuentre eco en todos los corazones. El tema sería este: Según el plan de Dios que estamos estudiando en esta Cuaresma, sobre todos los proyectos de los hombres, sobre todo los planes políticos, sociales, terrenales, el plan de Dios:

LA CONVERSION PERSONAL, REQUISITO INDISPENSABLE
PARA LA VERDADERA LIBERACION…

Y como de costumbre también desarrollemos este tema en estos tres pensamientos:

1o. La enseñanza del evangelio: “Si no se convierten, todos parecerán por igual”.

2o. El escarmiento de Israel: “No todos agradaron a Dios… por esos sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto”.

3o. ¿Qué significa convertirse hoy, aquí en El Salvador?

1o. LA ENSEÑANZA DEL EVANGELIO: “SI NO SE CONVIERTEN, TODOS PERECERAN POR IGUAL”.

a) ¿QUE ES CONVERTIRSE?

La enseñanza del Evangelio en los labios mismos de Cristo: “…si no sé convierten, todos perecerán por igual”, nos hace preguntarnos: ¿qué es convertirse, ¿qué es conversión? Es la síntesis de todo el evangelio.

Así comenzó Juan Bautista, así prosiguió Jesucristo y así mandó predicar hasta el confín de los siglos: “¡El Reino de Dios ha llegado, convertíos y creed en el evangelio!”. Esta es la base de este Reino de Dios.

ES CAMBIAR DE MENTALIDAD

Convertirse es lo mismo: haced penitencia; es lo mismo que la famosa palabra griega: “metanoia”, cambiar de mentalidad; eso es convertirse, cambiar la mentalidad. El que estaba de hinojos ante los ídolos de la tierra, cambie de mentalidad y póngase de rodillas ante el único Señor.

ES CAMINAR HACIA DIOS

Convertirse es volverse a Dios y ya que volverse a Dios tiene un camino, Jesucristo que dijo: “Yo soy el camino, nadie llega al Padre si no por mí”, convertirse es adherirse a Cristo y buscar al padre.

– SAN LUCAS PRESENTA LA ENSEÑANZA Y EL EJEMPLO DE
CRISTO COMO UN CAMINAR HACIA JERUSALEN

Hay una originalidad en el evangelio de San Lucas que es el libro de este año: es que desde el capítulo 9 hasta el 19, esos 10 capítulos nos presentan una verdadera Cristología, una presentación amplia del sentido de Cristo como salvador de la humanidad; y nos presenta esta cristología, a ese Hijo de Dios, caminando hacia Jerusalén. Es el evangelio que más se fija en este caminar hacia Jerusalén, no por detalles geográficos -que no le interesan mucho a San Lucas- sino por una preocupación teológica. Caminar hacia Jerusalén significa para Cristo y para todos sus seguidores los cristianos, ir buscando la voluntad de Dios, camino que él mismo lo anuncia, no lo desconoce: de sufrimiento, de calvario, de humillaciones, de cruz; pero que después termina en una meta de triunfo, de victoria, de resurrección.

-SIGNIFICA IR A LA CIUDAD DE LAS PROMESAS DE DIOS…

Jerusalén personifica para los israelitas, y de manera especial para Cristo, la ciudad de las promesas de Dios.

– DESPRENDERSE DE TODO LO MALO DE JERUSALEN Y
PERSONIFICAR TODA LA FUERZA SALVADORA

Si Jesús anuncia que va a ser expulsado de Jerusalén, es porque esa Jerusalén ha sido prostituida por los hombres. Los escribas, los fariseos, los mismos sacerdotes lo expulsarán; y al ser expulsado Cristo de Jerusalén, él se lleva todo lo puro de Jerusalén; y deja, en la vieja Jerusalén: las mañas de los hombres, los pecados, las injusticias, las intrigas; pero con él, sube a la cruz en este camino que termina en su humillación suprema: la inocencia, la santidad, la justicia de Dios, el perdón de los hombres; y desde la cruz, todas las promesas de Jerusalén pura, se expanden a todos los hombres que quieran creer en este Señor Jesucristo.

ES CAMINAR ESE MISMO ITINERARIO TEOLOGICO DE JESUS

Convertirse, pues, es caminar con Jesús en ese misterioso viaje hacia la voluntad de Dios, hacia las promesas de Dios, sin dejarse seducir por los triunfalismos, ni por las intrigas de la misma religión, ni de la política, ni de las cosas de la tierra, sino desentenderse de puro y limpio con Cristo para merecer esas promesas del Señor. Convertirse, pues, en este lenguaje del evangelio de hoy, es un caminar doloroso entre llanto y luto, entre sufrimientos y penas, coronas de espinas, latigazos, torturas, pero que terminan en la victoria final: la resurrección del Señor es la resurrección de todos nosotros.

b) LOS EPISODIOS DEL EVANGELIO SUPERAN AL JUICIO
SUPERFICIAL DE LOS HOMBRES QUE SIEMPRE QUIEREN VER
RELACION ENTRE CATASTROFE Y PECADO

Así comprendemos los dos episodios que nos narra el evangelio de San Lucas, precisamente en esta sección del caminar de Cristo enseñando a sus seguidores.

Un episodio se refiere a los que murieron mientras ofrecían un sacrificio. Unos galileos piadosos encontraron, mientras celebraban su sacrificio, la muerte. Sin duda una muerte represiva, una muerte de la persecución al sentido religioso. Cabe muy bien esto en las descripciones que la historia nos hace de Poncio Pilato, hombre tremendamente represivo; hombre que mandaba aún en las muchedumbres del templo: matar gente; hombre que hubiera encajado bien en la represión en El Salvador hoy también…

-JESUS DEJA INTACTO EL MISTERIO DEL SUFRIMIENTO
DE LOS BUENOS

El otro episodio también tiene un parecido con los tintes políticos de El Salvador. Aquellos que murieron aterrados en aquella construcción de Siloé, sin duda se trataba de aquellos movimientos políticos, los “zelotas”, murieron luchando. Cualquiera que sea la situación, hay una costumbre en la mente humana de unir la tragedia con el pecado. Aún cuando miraron a un pobre cieguito, los discípulos le preguntan a Cristo: “¿quién pecó para que fuera ciego, él o sus padres?” Y Cristo se remonta a la fuente de este misterio del dolor. “Ni él ni sus padres han pecado, estas cosas suceden para gloria de Dios”. Y cuando le preguntan también de estas dos catástrofes de los muertos en el templo y de los que perecieron bajo aquella calumnia, Cristo les dice “¿piensan ustedes que esos que murieron así, eran más pecadores que todos los demás que no han muerto? De ninguna manera”, dice Cristo, y yo os digo: si no hacéis penitencia, todos igualmente pareceréis.

LO QUE INTERESA ES CONVERTIRSE… CUALQUIERA QUE
SEA LA VIDA Y LA MUERTE…

¡Qué delicado es el Señor, no quiere develar el misterio íntimo del alma de cada muerto. ¿cómo murieron? ¿torturado, matados injustamente como estos dos inocentes? ¿cómo murieron? No importa, dice Cristo, lo que importa es algo más grande y trascendental: haber muerto reconciliado con Dios, convertido a Dios”. Y, por eso, de la muerte saca un mensaje para todos los que vivimos: “¡haced penitencia, convertíos!”.

Hermanos, si alguna vez vale esta observación del Señor, aquí en nuestra patria, cuando la vida está en peligro por todas partes, es este momento: ¡convertíos!; que no nos vaya a sorprender la muerte por los caminos del pecado, de la injusticia, mucho menos del crimen, del desorden. Que la muerte nos encuentre en amor de Dios. Esta es la gran enseñanza del evangelio y de los episodios de hoy: caminar con Cristo y si la muerte nos alcanza caminando con él, no hay nada que temer, la muerte es victoria para aquellos que creen en el Señor. “El que me sigue, no muere; sino que tendrá vida eterna”.

LA PARABOLA DE LA HIGUERA… LLAMADO CONVERSION,
NO TANTO DESDE LA SEVERIDAD DE SAN MATEO… COMO
DE LA MISERICORDIA DE DIOS

En este mismo sentido hay que interpretar también la tremenda parábola de la higuera estéril que nos cuenta hoy San Lucas. Cuando aquel dueño de la finca le dice al administrador: “Córtala, ¿para qué ocupa tierra si no produce fruto?” El jardinero le dice: “Déjala, Señor, la voy a cultivar más este año. Talvez este año dá fruto”. En el paralelo de San Mateo dice que: “al acercarse el Señor, la higuera se había sacado ya ante la inutilidad de su vida y la maldición de Dios”. Pero San Lucas, que es llamado el evangelio de las misericordias, no terminan tan trágicamente si no que nos dá un aliento de esperanza; lo que interesa -dice San Lucas, interpretando a Cristo- es tener una vida útil, una vida que produzca fruto.

Lo que nos quiere enseñar el Evangelio es: ¿de qué sirve la vida por más pomposa que aparezca si no produce frutos?, ¡higueras estériles! Y nos indica también la ternura y la paciencia de Dios esperando: tal vez el otro año, tal vez mañana. Es un llamamiento precioso de Cuaresma para que revisemos nuestras vidas a ver si de verdad hay frutos o somos higueras que inútilmente están ocupando la tierra en el mundo. Se necesitan hombres de buenas obras, se necesitan cristianos que sean luz del mundo, sal de la tierra. Hoy se necesita mucho el cristiano activo, crítico, que no acepta las condiciones sin analizarlas internamente y profundamente. Ya no queremos masas de hombres con las cuales se ha jugado tanto tiempo, queremos hombres que como higueras productivas sepan decir SI a la justicia no a la injusticia y sepan aprovechar… el don precioso de la vida. Lo sepan aprovechar cualquiera que sea la situación. Queridos hermanos, el más humilde de los que estamos aquí, el más pequeño, el que se crea el más insignificante, es una vida que Dios mira con amor.

Con amor Dios mira estos dos muertos, sus vidas ya terminaron pero él ha recogido ya las cosechas de sus frutos. Dios cuida de cada hombre con el cariño que aquel jardinero cuidaría todo aquel año para que produjera fruto la higuera que tenía sobre sí la amenaza de la muerte.

Por eso, el llamamiento es claro para nuestra Cuaresma: ¡haced penitencia! Es la voz que desde el Miércoles de Ceniza nos mandó decir el Señor a todos nuestros pueblos y es la voz que, gracias a Dios, a través de esta Emisora amiga, Radio Noticias del Continente, desde Costa Rica, está llevando a grandes ámbitos que no soñábamos antes que nos destruyeran la YSAX…

Oíamos está semana, relaciones preciosas de estos caminos misteriosos de la Radios Noticias del continente. Nos decían que nuestra homilía se repitió lunes, martes, miércoles a petición de varios oyentes nunca nos hubiéramos imaginado ser escuchados por auditorios de radio en Costa Rica, en Colombia, en Venezuela y en diversos ambientes; hasta en el Cono Sur dicen que se escucha bien esta emisora; y aquí mismo en el país: congregaciones religiosas, comunidades cristianas de los cantones donde hay onda corta, han escuchado lo mismo que antes, nuestro mensaje radial. Queremos agradecerlo íntimamente, porque ésto lleva no la voz de un hombre, la voz no es más que un eco que suena, lo que interesa es el mensaje de Dios, el mensaje de Cristo que ojalá llegue a todos los corazones: ¡CONVIERTANSE…!

Nuestro llamamiento pastoral, sobre todo para esta Arquidiócesis, con los queridos sacerdotes abnegados colaboradores de nuestra pastoral, religiosos, religiosas, comunidades cristianas, es que aprovechemos la voz de la Cuaresma para acercar a todos los hombres a esa conversión, a ese seguimiento de Cristo que va caminando hacia la Jerusalén espiritual, hacia el verdadero sentido del cielo, la verdadera resurrección de que nos habla el Señor Secretario de Acción Ecuménica hace un momento.

2. EL ESCARMIENTO DE ISRAEL: “NO TODOS AGRADARON A DIOS… POR ESO SUS CUERPOS QUEDARON TENDIDOS EN EL DESIERTO…”

a) LA HISTORIA DE LA SALVACION, LA HISTORIA DE ISRAEL, ES
UN ELEMENTO MUY IMPORTANTE DE LA CUARESMA

Para que se vea que los llamamientos de la Iglesia hoy hacia la penitencia no son exageraciones sino que corresponden a lo que está siendo objeto de nuestras predicaciones de Cuaresma: El Plan de Dios. El Plan de Dios lo conocemos en la realización de la historia de Israel. El escogió ese pueblo en medio de todas las naciones para hacer un modelo de historia, que desde Cristo, desde su cruz, iba a ser la historia de salvación en la historia de todos los pueblos. La historia de Israel se hace también, a través de la Iglesia, historia de nuestro pueblo salvadoreño. La historia de El Salvador es también vehículo del proyecto de Dios en la medida en que los salvadoreños hagamos nuestro ese proyecto de la historia de salvación.

Por eso, dondequiera que se predique el Evangelio, cualesquiera que sea el marco político o social donde se predique, siempre queda en pie el proyecto de Dios, que allá en Suecia tendrá marcos muy distintos. Aquí en El Salvador tiene realidades muy distintas, pero siempre el mismo proyecto, la misma necesidad de convertirse.

b) LA PRIMERA LECTURA DE HOY Y LA SEGUNDA NOS
PRESENTAN ESTE ENCARNAMIENTO DE LA HISTORIA DE ISRAEL

Hay tres cosas que nos recuerdan hoy las lecturas en el proyecto de Dios en Israel. El primero, es el encuentro de Dios con los líderes de su pueblo. Con Moisés en concreto. La segunda cosa es la revelación que Dios hace de su nombre y de su misión en medio del pueblo. Y lo tercero es la gran historia del Exodo que marca el camino de liberación de todos los pueblos.

-VOCACION DE MOISES EN LA TEOFANIA DE LA ZARZA
ARDIENDO

Vemos hoy a Moisés muy despreocupado de lo que Dios está pensando sobre su vida, allá junto al monte Sinaí, una “teofanía” como las del Antiguo Testamento: fuego, voz de Dios, santidad infinita del Señor. Moisés quiere acercarse y la voz misteriosa le dice: “No te acerques, la tierra en que estás es santa”. Y le comunica que él es el escogido como instrumento de ese Dios misterioso para ir a llevar la libertad a su pueblo.

LA EXPERIENCIA DE DIOS INDISPENSABLE PARA QUE
HABLE EN NOMBRE DE DIOS

Lo que interesa aquí; hermanos, es esta gran experiencia, los hombres que conducen los pueblos por los caminos de Dios deben tener ellos, personalmente, una experiencia de Dios. Así parece la Biblia en los grandes profetas: Isaías, Jeremías, Ezequiel; los hombres del Nuevo Testamento también Pablo, los apóstoles, primero tuvieron que aprender un contacto íntimo con el Señor. Esto es lo que aparece hoy en medio de aquella “teofanía” del Monte Oreb. Moisés ha entrado en una comunicación con Dios y ya no podrá olvidar esa presencia de Dios. Y aunque se sienta incapaz, desproporcionado ante la grandeza de una misión, sabe que no va solo, Dios va con él y Dios es el garante del triunfo de la misión que le ha confiado a Moisés.

El ánimo de Moisés debe ser como el ánimo de todos los cristianos, el pueblo salvador de la historia. Dios está comunicando a Moisés algo que quiere que vivamos todos los cristianos. La intimidad con Dios que fortalezca nuestra esperanza, que robustezca nuestros esfuerzos, que haga desaparecer todos los miedos. “No tengas miedo, yo voy contigo”. Allí aprendió San Pablo a decir también: “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?…”

-REVELACION DEL NOMBRE DE DIOS

Por eso, la segunda revelación que la Biblia nos hace esta mañana es la revelación del nombre de Dios. Moisés prudentemente le pregunta a aquel ser misterioso: “Y si me preguntan ¿qué Dios es el que me ha mandado, como se llama, qué les voy a responder?” Y Dios se define entonces con una palabra que constituirá la palabra sagrada de Israel: ¡Yahvé! ¡Yahvé! Es una forma arcaica del verbo ser, Hebreo.

“…ES UN “SER” ACTIVO, DINAMICO”

Se trata de un ser pero de un ser, activo, dinámico, no es un ser sólo de existir. Cuando Dios le dice: “yo soy el que soy, soy el ser”, le quiere decir: yo soy la presencia dinámica, yo soy el que se debe descubrir en el dinamismo de la historia, yo estoy presente en las intervenciones de todos los poderes del mundo, yo soy la fuerza de los astros y de los mares, yo soy el que hace que sean las cosas.

“…INTERVIENE EN LA HISTORIA… DIOS VIVO… CAUSA PRINCIPAL DE LO QUE SIGNIFICA ABRAHAM, ISAAC, JACOB…”

Por eso le dice también: “Soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”, no tengan de mí una idea abstracta, un Dios que está allá en los cielos y que ha dejado la tierra a los hombres; no es eso exacto. El Dios de los cielos es el Dios de la tierra, es el Dios que va construyendo la historia, el que va con los patriarcas, el que va con los padres de familia, el Dios de mis abuelos, el Dios de todo el quehacer de mi patria.

Esta revelación, queridos hermanos, tiene tanta actualidad hoy cuando estamos tratando precisamente de presentar una religión que muchos critican como si se hubiera apartado de su espiritualidad. Se oyen tantos disparates y se escriben tantas columnas insípidas en los periódicos: “Ya nadie va a la Iglesia porque nadie predica religión sino política”. Aquí tiene la prueba, nunca la Basílica había estado tan llena… Cuando yo le decía a la madre dolorosa que está aquí entre nosotros, a doña Rosa, que el ambiente de la Basílica tal vez no era apropiado para sus queridos muertos, ella insistió en traerlos, y aquí están dos muertos entre los aplausos del pueblo…

Doña Rosa es la expresión de esas almas inteligentes, comprensivas, verdaderamente piadosas, que comprenden que el Pastor tiene que hablar de política no porque es político, sino porque desde el dinamismo de Dios la política también cae bajo el dominio de Dios… Dios nos ha enseñado desde aquella revelación de su nombre que él es un Dios que quiere estar con los hombres, un Dios que siente el dolor de los que son torturados y mueren así, un Dios que reprueba con la Iglesia, que denuncia la tortura, la represión y todos esos crímenes. El Dios que nosotros adoramos no es un Dios muerto, es un Dios vivo que siente, actúa, trabaja, conduce esta historia y en él esperamos, en él confiamos, Dios va con nosotros como iba con Israel…

-LA VOLUNTAD DE DIOS… LIBERAR DE LA ESCLAVITUD A LOS
PUEBLOS… Y DE HACER A MOISES SU INSTRUMENTO

Y lo tercero que se revela hoy en el Viejo Testamento y que luego pasa a ser como el hilo de oro de todo el Nuevo Testamento es la voluntad de Dios de librar de la esclavitud a los pueblos. Se trata ahora de Israel y le dice a Moisés que él es el instrumento. Y aquí oímos, queridos hermanos, unas palabras que podía decir Dios del pueblo de El Salvador: “He oído los quejidos, los lamentos de mi pueblo. Llega hasta mi oído el dolor, la opresión de ese pueblo; no lo quiero dejar abandonado, he decidido liberarlo y tú vas a ser el conductor de esa liberación”. Esta voluntad hace nacer la historia del Exodo. Desde entonces Moisés trabaja para arrancar de las garras de la esclavitud de Egipto a un pueblo que conducirá a través de las vicisitudes difíciles del desierto, hasta la Tierra Santa, “tierra, le dice Dios ahora, que mana leche y miel”.

Le estaba revelando algo más allá, Dios le estaba diciendo también que Israel es el camino de la historia. Ningún pueblo tiene tierra que mana leche y miel pero ya ese afán de liberación, ese afán de hacer un pueblo más justo, ese afán de arrancar de la opresión y de la injusticia a los pobres y a los oprimidos, es voluntad de Dios que no los quiere así, sino que se ponga en camino hacia una tierra prometida que no se encontrará en este mundo pero que sí pasa por este mundo, y que esta tierra tiene que ser ya una antesala de ese cielo donde de verdad está la tierra nueva, el cielo nuevo, donde hay verdaderas riquezas que manan leche y miel.

Por eso, hermanos, la presencia de estos cadáveres aquí entre nosotros nos están diciendo la verdadera dimensión de nuestra confianza en Dios. Sin duda que me escucharán muchos políticos, muchos que sin fe en Dios están tratando de hacer una Patria más justa, pero les diré: mis queridos hermanos ateos, mis queridos hermanos que no creen en Cristo, ni en la Iglesia: noble es su lucha pero no es completa, déjense conducir por estos planes de Dios, por estos proyectos de la liberación verdadera, incrusten su afán de justicia en estos proyectos que no terminan en la tierra, sino que le dan a los proyectos de la tierra la verdadera fuerza, el verdadero dinamismo, la verdadera proyección, la verdadera esperanza, la trascendencia.

JESUS ES “YESHUA” -YAHVE SALVA

San Pablo, entonces, recordando que la última acción con que calumniaba aquella historia del Viejo Testamento, el último acto más culminante de la actividad de Dios en la historia de Israel fue cuando floreció en el Hijo de Dios que se hizo hombre, y el mismo Dios le manda a poner un nombre parecido al que reveló en el Sinaí: “Jesús” En hebreo es una contracción Ye-shua quiere decir: Yahvé salva. Jesús, nuestro Cristo, el que va a estar presente en nuestra Eucaristía de esta mañana es el Yahvé eterno, pero hecho presencia humana en Cristo, que va a hacer presente en todos los momentos de los pueblos cristianos o no cristianos, la acción de Dios que tiene siempre el proyecto indeclinable de liberar de las injusticias a todos los pueblos del mundo.

-SAN PABLO ANALIZA PARA LOS CRISTIANOS LA ENSEÑANZA
Y EL ESCARMIENTO DEL EXODO

San Pablo, en su segunda lectura de hoy prorroga este relato de la historia de Israel que nació con la revelación de Dios y que no se prolongó 40 años por el desierto y toda la historia de Israel, a través de sus reinos de sus profetas. El escarmiento con que San Pablo nos previene, nos dice en la lectura de hoy: “todo esto -todo lo que sucedía en el desierto- sucedía como un ejemplo y fue para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades”. La era cristiana es la última en el proyecto de Dios y quiere ser, pues, como el aprendizaje de toda esa lección de la historia de Israel, de la historia de la salvación. La principal lección que hoy sacamos y que como escarmiento nos presenta San Pablo en el fracaso de los que perdieron la fidelidad en Dios, es, precisamente esa: No basta la condición de pertenecer al Pueblo de Dios.

-NO BASTA PERTENECER AL PUEBLO DE DIOS PARA SALVARSE…
SINO LA CONVERSION PERSONAL… REQUISITO INDISPENSABLE

San Pablo nos dice hoy: los que salieron de Egipto hacia tierra Prometida, todos eran pueblo de Dios, todos eran hijos de Abraham pero no todos llegaron, muchos quedaron tendidos en el desierto y la causa era porque muchos no agradaron a Dios, porque no fueron fiel a sus promesas, a sus esperanzas. De allí que la condición indispensable no es llamarse cristiano o llamarse hijo de Abraham, la condición indispensable es la que estamos predicando esta mañana: la conversión personal. Si no hacéis penitencia, de nada sirve vuestro bautismo. Si no hacéis penitencia, de nada sirve pertenecer al pueblo de Dios. Si no os convertís de corazón al Dios por el arrepentimiento de las culpas, no penséis que entraréis al Reino de los Cielo. Esta es la gran lección y el gran escarmiento.

3. ¿QUE SIGNIFICA CONVERTIRSE HOY AQUI EN EL SALVADOR?

Y ahora, queridos hermanos, mi tercer y último pensamiento yo lo acomodo a nuestro querido pueblo, preguntando como tercera idea de esta homilía: ¿qué significa hoy para El Salvador, convertirse al Señor por los caminos de Cristo? ¿Quién es el verdadero salvadoreño que se puede llamar hoy Pueblo de Dios? El que camina muy adherido a Cristo buscando esa Jerusalén Celestial trabajando por la tierra, pero no por sus propios proyectos sino según el proyecto de Dios trascendente y que nos acerca al Reino del Señor.

HECHOS DE LA SEMANA:

Más que un examen teórico de conciencia, yo quiero presentar aquí las realidades de nuestro pueblo para que cada uno de nosotros y todos como comunidad en reflexión, digamos si vamos caminando como Pueblo de Dios o nos estamos apartando como los que no obedecieron al Señor. Desde allí quiero yo mirar en primer lugar, la vida de nuestra Iglesia para decirle a los queridos sacerdotes, religiosos, religiosas, seminaristas, fieles, cuál es la Iglesia que debemos construir según el Plan de Dios, no según las teorías de los hombres.

HECHOS ECLESIALES

Hay hechos preciosos que me dan una gran esperanza de esta Iglesia de El Salvador que estamos viviendo.

En primer lugar yo quiero recordar aquí, con agradecimiento, esta tarjetita que me mandó mi querido antecesor Monseñor Luis Chávez y González: “un saludo afectuoso y por medio de estas líneas le patentizo mi profunda consternación por la ola de violencia extrema que arrostra nuestra amada Iglesia y nuestra querida Patria El Salvador, a quienes he pretendido servir siempre con entrega total y sincera adhesión. Le ofrezco mis pobres oraciones para que el Divino Salvador, excelso titular de la República, y la Santísima Virgen de la Paz, patrona también de El Salvador, encaucen por el camino del don de la paz a todos sus hijos”. Muchas gracias Monseñor Chávez…

Precioso ejemplo para que veamos que la vida siempre es útil. Monseñor Chávez, anciano y achacoso, está dando a su Iglesia y a su Patria todo el cariño de su vida; su mismo dolor, sus enfermedades, se convierten en un gran servicio a la Patria. Ojalá ese mensaje llegue a todos los enfermos, a todos los que sufren: que no hay vida inútil mientras se camina en los caminos de la conversión…

La Cuaresma también nos está expensado una vida muy exhuberante en nuestra Iglesia, ya sea la expresión popular de nuestros Via-crucis que recorren las calles de pueblos y cantones, los viernes de Cuaresma; ya sea la mucha oración que por donde quiera se palpa, y el acercarse a los sacramentos. Ojalá que no descuiden, queridos católicos, su confesión anual, su Comunión de Semana Santa; y que aquellos dos grandes elementos que el Concilio nos recuerda para vivir bien la Cuaresma: el bautismal y el penitencial, los estamos viviendo, ya que nuestra Cuaresma quiere ser una preparación para la gran pascua de los jóvenes donde todos ellos y nosotros vamos a renovar nuestros compromisos de bautismo. Y también quiere ser una preparación para Pentecostés, donde los jóvenes que no han recibido la Confirmación también la recibirán en un acto de verdadera conversión a Dios. La noche del Sábado Santo, pues, 5 de abril, y el domingo de Pentecostés, 25 de mayo, tendremos allá la floración de toda esta Cuaresma que ojalá la vivamos intensamente.

Quiero felicitar por eso, a las comunidades catecumenales que entre nosotros se encargan de recordar estos acontecimientos de la era de oro de la liturgia de la Iglesia: la preparación de la Pascua y la renovación de nuestro bautismo.

También expresión de Cuaresma es la organización de la caridad en nuestra diócesis. Cáritas representa el instrumento de la caridad para la vida católica de la diócesis de San Salvador. Adheridas a Cáritas, un Comité del Arzobispado y en comunión con la Comisión Ecuménica de Ayuda Humanitaria, tratamos de servir a las necesidades de nuestro pueblo desde la verdadera caridad cristiana, sin fijarnos en fronteras de católica o protestantes, sino teniendo sobre todo a la vista la necesidad de nuestros hermanos; la ayuda humanitaria. Les suplico, pues, que apoyemos estas obras de nuestra caridad cristiana.

Por las comunidades se han vivido también días de mucha creación litúrgica, catequética, etc., como fue la del Barrio de Lourdes con su grupo de confirmaciones y el camino de párroco que tendrá lugar hoy a las 7 de la noche.

Como fue también la visita a Aldeíta, donde se preparan cuatro jóvenes en experiencias pastorales junto con el P. Gabriel que es también un gran trabajador de la pastoral. Así se preparan para su próxima ordenación sacerdotal.

En la nueva ermita del Cantón El Salitre, en Tejutla, se notaba también mucho entusiasmo por ir comprendiendo que la Iglesia no es sólo el templo material, ni sólo los comités de construcción, sino que es la comunidad sin la cual no tiene sentido un templo.

Las comunidades juveniles por todas partes nos llenan de esperanza. Hoy están teniendo ya, una convivencia en San José de la Montaña que clausurarán con una Misa que tendré el gusto de celebrarles.

En Aguilares se está preparando la celebración del aniversario de la muerte del P. Grande, nuestro primer mártir, en estas olas de persecución. Allá se va a tener la Misa el próximo domingo a las 11 de la mañana, pero quienes no pueden ir por circunstancias muy especiales de represión que hay en aquella parroquia, les invito a venir aquí a la Basílica. La misa de 8 del próximo domingo será también en homenaje al P. Grande, y de aquí iremos a Aguilares a celebrar a las 11, la misa de aniversario.

Es preciosa la labor silenciosa de los Misioneros de la Caridad, allá por Cuscatancingo. Por no abusar del tiempo no les leo una preciosa carta en que nos dicen que el testimonio que ellos van dando sin ser sacerdotes, verdaderos misioneros de la pobreza, es ir visitando a los más necesitados no sólo para llevarles lo poquito que se les puede llevar en material, sino sobre todo para que comprendan el gran don de Cristo; que lo van comprendiendo y que saben que la pobreza se hace divina cuando se apoya en este gran don de nuestra redención.

Los PP. Belgas en la comunidad de Zacamil recibieron amenazas el domingo recién pasado. Somos solidarios con ellos y esperamos que no se abuse de sus vidas y que sepan seguir trabajando por nuestra comunidad, por nuestra Iglesia.

Hoy a las cinco de la tarde, celebraré la Misa en esta Basílica en sufragio del Dr. Mario Zamora.

Mañana a las 10 de la mañana, en la Catedral, celebraré Misa de cuerpo presente de los 9 cadáveres que allá ha recogido FENASTRAS, recogidos de la represión.

Y por último una noticia que nos agrada, es que YSAX está haciendo sus intensos esfuerzos por salir en el aire. Esperábamos que hoy hubiera podido ser, pero tenemos que tener paciencia y les agradezco mucho la ayuda que nos está llegando de muchas partes…

Agradezco, junto con otros testimonios que han publicado algunos medios de comunicación, y de propósito también agradezco ahora la noticia que se ha dado del Premio de la Paz que nos han traído de Suecia, algunos medios de comunicación, les agradezco digo. Quiero recoger aquí un testimonio de solidaridad del periódico de la Universidad cuando dice: “Pretender ahogar toda voz que clama del pueblo, promulgando una auténtica justicia, es el sueño de las más obscuras fuerzas reaccionarias de nuestro país. Contraponen armas y violencia a la difusión del pensamiento y paradójicamente obtienen más voces, más gritos y el empeño de los más caros anhelos de este pueblo que ya no duerme, sino que se ocupa de velar por una auténtica sociedad nueva. Ese último atentado a la YSAX volvió a poner en evidencia, el más grande equívoco histórico de los enemigos del pueblo… Dañaron la radio del Arzobispado, privaron a la Iglesia de un medio importante de comunicación, pero perjudicaron más a los desamparados de la ley, a los oprimidos, pues les quitaron uno de los pocos medios de información veraz, en este país con una prensa obsecuente, desinformadora, por su propia naturaleza oligarca. Como medio de orientación auténtica -recogen aquí el pensamiento de Medellín, hablándole a los que tienen y no quieren dar-“. “Si retienen celosamente sus privilegios, sobre todo, si los defienden empleando medios violentos, se hacen responsables ante la historia de provocar las revoluciones explosivas de la desesperación…”

En este pensamiento de la Iglesia, también quería recordar la sabia observación de Juan Pablo II a los gobernantes de Nicaragua que lo visitaron, y les dijo: “… que es meritorio emprender una campaña de alfabetización, siempre y cuando se realice con pleno respeto por los derechos y convicciones religiosas del pueblo. Este respeto por los derechos de la familia cristiana a recibir una educación acorde con la fe que profesa, excluyen la imposición de conceptos distintos”. Es lo que he dicho siempre y veo en esta palabra del Papa lo que platicamos con él personalmente: que apoya la lucha por la justicia social, el amor a los pobres, pero que cuidemos mucho, queridos hermanos de que estos bienes de la tierra, que son justos, no nos hagan olvidar los verdaderos valores cristianos de nuestro pueblo. Trabajemos mucho por este sentido cristiano de nuestra liberación…

HECHOS DE LA REALIDAD NACIONAL

Por último, el análisis que hacemos desde la Iglesia, esa comunidad que quiere encarnar la historia de la salvación, es la Iglesia; pero ella, como les dije antes, quiere ser un pueblo que lleva esa historia de salvación para iluminar la historia profana del pueblo, y por eso no podemos dejar de hablar de las realidades sociales, económicas y políticas porque tenemos que iluminarlas con la luz del evangelio…

DOS PERFILES MARCAN LA VIDA CIVICA DE ESTA SEMANA: LA
VIOLENCIA REPRESIVA Y LA PROMULGACION DE DOS LEYES DE
REFORMAS ESTRUCTURALES: LA REFORMA AGRARIA Y LA
NACIONALIZACION DE LA BANCA

EN CUANTO AL PRIMER PERFIL: LA REPRESION

Con tristeza tengo que decir: sigue imperando y creciendo en el país una espantosa violencia represiva que ya contaba en los dos primeros meses de este año con unos 400 muertos, entre los 600 de la violencia en general. Quiero recordar este número 600, que me quisieron tergiversar esa frase del domingo pasado; por eso ORIENTACION tuvo que hacer una aclaración que la pueden leer en el número de hoy, cuando al director del Diario Latino le llamó la atención porque decía: “…desmienten afirmación del Arzobispo Romero” y llevando un reportaje del periodista Eduardo Vásquez Bacquer, hacía decir a voces del ejército que no era cierto que eran 600 muertos en encuentros con fuerzas de seguridad del Gobierno y los extremistas. Yo no he dicho eso, lo que he dicho es: “entre enero y febrero, unas 600 personas han perdido la vida debido a esta situación política” y lo mantengo y lo pueden contar…

Estamos hablando, pues, de la violencia represiva, de la que se atribuye a los cuerpos de seguridad y también a la Fuerza Armada y a los grupos paramilitares de derecha. No he omitido nunca denunciar también la violencia de izquierda, como también hoy lo voy a hacer.

ESTA SEMANA, LA VIOLENCIA REPRESIVA LANZA
ESTOS ESPANTOSOS DETALLES:

La misma Prensa Nacional reconoce la localización de 14 cadáveres el lunes. Se identifica a algunos, como el del estudiante Rogelio Alvarez, que murió a consecuencia de horribles torturas después de ser capturado ilegalmente por civiles.

Dos jóvenes estudiantes, campesinos de El Paisnal.

Ese mismo lunes, en horas de la noche, es acribillado a balazos el profesor del Externado San José, José Trinidad Canales. Llegaron 5 civiles y con lista en mano preguntaron por el profesor antes de cometer el hecho. Son ya 14 profesores asesinados en lo que va de 1980.

Además se reconocen los cadáveres de 4 campesinos muertos después de una invasión militar a la zona campesina de Cinquera.

Diecinueve muertos después del ataque a la Guardia. Los muertos no tienen nada que ver con ese ataque, la mayoría eran gente transeúntes.

El marte se conoció la muerte de cuatro campesinos, entre ellos un niño de 12 años en el caserío El Tule, de El Paisnal.

A la misma hora, se localizaron 3 cadáveres más en el km. 28, cerca del cantón San Jerónimo.

En el cantón ICR de Suchitoto, murieron 13 campesinos después de que se realizó una invasión de 50 civiles fuertemente armados y con chalecos; incendiaron ranchos y capturaron a Andrés Escobar, Francisco Escobar y Alberto Rodas.

También estos mismos civiles, con buenos camiones y con buen equipo militar, invadieron cantones de Tres Ceibas, Líbano Trapiche y Chagüitón.

El local de la Federación Sindical Revolucionario es saqueado por civiles armados con chalecos antibala. También es asesinado el Alcalde del Divisadero, Sr. Daniel Escobar.

El miércoles son localizados los demacrados cadáveres de tres obreros en San Pablo Tacachico, habían sido secuestrados ese mismo día en horas de la madrugada.

Son capturados cuatro obreros en San Salvador: Alvaro Nerio, Rafael Contreras, Ofelia Meléndez y Estela Romero.

El jueves es ametrallada la sede FENASTRAS de Santa Ana. Allí murieron tres obreros y a los restantes los subieron en un camión y los iban tirando en la carretera que va hacia Sonsonate y les aplicaban la ley fuga. Fueron muriendo uno a uno, los pobres que tenían esperanza tal vez de salvación: Roberto Rodríguez Quiñónez, José Roberto Núñez Rico, Raúl Hernández, Juan López, Víctor Juárez, Ricardo Guardado, Bonerges Solís, Ana Mirna Figueroa. Estos cadáveres están hoy en la Catedral y mañana a las 10 rezaremos por ellos, la Misa de cuerpo presente. Ricardo Padilla, Pedro Donal Montes, Eduardo Ortiz, fueron enterrados en Santa Ana. Como ya dije, fueron capturados y después aplicada la ley fuga.

Siete campesinos son asesinados en San Antonio Mecate, Cojutepeque todos eran organizados.

Otros campesinos organizados, asesinados en San Vicente, Cantón Analco de Zacatecoluca.

Se localizan tres cadáveres de campesinos en la carretera hacia Chalatenango.

Se captura a los campesinos Juan Juárez, Julia López, Tomás Juárez y Roberto López Hernández.

Y coronando esta serie de sangre, este caso triste cuyos cadáveres tenemos aquí ante nosotros, son encontrados el Lic. Roberto Castellanos Braña, miembro del UDN, y su esposa, la ciudadana danesa, Annette Mathiessen. Me conmueve esta coincidencia de que mientras Suecia trae un premio de paz, una ciudadana de un país vecino a Suecia está aquí también con su cadáver, como apoyando dolorosamente la necesidad de que hay que apoyar este trabajo por la paz…

A este propósito yo había recibido un telegrama de Costa Rica muy revelador. “Domingo 29 de febrero, 5 pm. fueron detenidos Policía Nacional, en El Salvador, esposo Roberto Castellanos, compañero de nuestra Universidad Nacional, Annette Mathiessen, nacionalidad danesa, estudiante. Rogamos fraternalmente denunciar detención y exigir gobierno inmediata libertad. Grupo Cristiano Universidad Nacional Heredia Costa Rica”. Lamentamos que no haya llegado a tiempo nuestra denuncia, cuando hay tanta prisa por matar elementos tan valiosos como los que han sido matados en esta ocasión…

Allá por La Unión, una carta de un querido seminarista me dice: “El 10 de febrero en la madrugada, oficiales y miembros del Ejército sacaron de la casa a mi otro hermano -ya habían hecho desaparecer a su hermano José Eduardo Alvarez y hoy se trata de su otro hermano, Santos Domingo Vásquez- y a pesar de que mi madre les suplicó que no lo fueran a matar, descargaron sobre él sus armas. Nuevamente el 28 de febrero por la madrugada volvieron a invadir los cantones Conchagüita, Amapolita y El Farito, y sacaron de su casa al joven Narciso Antonio Cuevas, de 22 años. El estaba desayunando cuando lo llegaron a sacar y momentos después le dieron muerte destruyéndole la cabeza a balazos. Capturaron también al Señor Santíos González y por el camino se encontraron con su otro hermano Martín González, que junto con Víctor Turcios venía de trabajar del Puerto de Cutuco en La Unión. A los tres los capturaron y los fueron a asesinar lejos del Cantón, en la carretera al Pilón”. Y pide en la carta, que hagamos algo porque se detengan esta horrorosa represión.

Del Consejo de Iglesias llega una denuncia que ha sido aquí también muy llamativa. Nos dice: “Preocupados por detención prolongada estudiante Guillermo Castro, miembro Primera Iglesia Bautista y miembro Movimiento Estudiantil Cristiano, desde Febrero 29. El Consejo Nacional de Iglesias ha sido informado de esta detención y solicitamos se nos informe de la misma. En caso de no existir cargos en su contra apreciaremos la libertad inmediata de nuestro hermano cristiano. Eugenio Stockell, Secretario General de la división de ministerios del Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos”. Acerca de Guillermo, a quien yo conozco y le estimo mucho, he recibido muchas voces de sus amigos y compañeros. Y ojalá que una vida que es de mucha esperanza para El Salvador y para la vida cristiana se respete si es que no se ha matado ya. Quiera Dios que no.

También llegaba de La Unión, de la Comunidad de Playas Negras, esta triste nota: “Este día sábado apareció asesinado nuestro catequista Rubén Benítez, de la Parroquia de La Unión. El domingo pasado estuvieron en su casa de habitación Guardias Nacionales haciéndole varias preguntas acerca de donde tenía sus armas. La Comunidad cristiana de Playas Negras somos testigos de la labor pastoral de nuestro catequista. Su actuación concreta era apegada al evangelio y sirvió las huellas del divino Maestro entregando su vida por servir al evangelio. Un Judas lo vendió”.

Es una prueba más del ritmo de represión que se ha impuesto en el país contra integrantes de las organizaciones populares tales como maestros, sindicalistas, políticos. No se olviden que nuestro querido difunto aquí presente es miembro de un partido oficialmente reconocido y legalizado.

El promedio de muertos diarios va aumentando y muestra el decidido propósito y el trazo general de una política que pretende la extinción violenta de todos aquellos que no estén de acuerdo, desde la izquierda, con el proyecto de reformas propuesto por el Gobierno y propiciado por Estados Unidos. Este es un dato fundamental para entender lo que pueden significar las reformas estructurales iniciadas esta semana…

No callamos los pecados también de la izquierda. Pero son desproporcionadamente menores ante la violencia represiva. Esta represión no se explica por las acciones de los grupos políticos militares. En esta semana su víctimas han sido tres policías en Ilobasco y otros 3 ó 4 guardianes de fincas o comandantes locales; no más de diez por todos, lo que viene a mostrar la misma proporción de 1.1/2 por día que en los dos meses anteriores. Ha habido también otras acciones como el ataque al Cuartel de la Guardia Nacional y otras acciones de hostigamiento. Pero las 70 víctimas causadas por los cuerpos de seguridad y los llamados grupos paramilitares casi nada tienen que ver con los rechazos de estos ataques subversivos. Responden más bien a un programa general de aniquilamiento de los hombres de izquierda, que por sí mismos no hacen violencia ni la propician si no existiera la injusticia social que ellos quieren acabar…

Ha habido sin duda acciones de agitación como quemas de buses, tomas, huelgas, sobre todo la de 7 días decretada por ANDES en protesta por los maestros asesinados, pero los asesinos no lo han sido por lo general en estas acciones.

EN ESTE CONTEXTO DE MUERTE Y ANIQUILAMIENTO ES
COMO DEBEN JUZGARSE LAS DOS IMPORTANTES MEDIDAS DE
REFORMAS: REFORMA AGRARIA Y NACIONALIZACION
DE LOS BANCOS

Ambas medidas son importantes y representan un cierto triunfo, al menos inmediato, de la Junta de Gobierno y de la Fuerza Armada contra los sectores más oligárquicos del país. Ya no son sólo promesas y amenazas sino comienzo de realidades. Ya se comenzó la expropiación en todo el país de las haciendas que sobre pasan las 500 hectáreas, lo cual afecta a unas 200 familias de terratenientes, que siendo el dos y medio milésimo por ciento de la población nacional poseían más de 300.000 manzanas de tierra; como dijo el Coronel Majano…

Las propiedades entre 500 hectáreas y 100 ó 150 hectáreas, según los casos, no son afectadas todavía. Y las que están por debajo de las 100 ó 150 hectáreas, que representan el 85% de propietarios no serán afectados en modo alguno. La propiedad será traspasada a los que trabajan la tierra y habrá tres formas de propiedad -como explicó el Coronel Majano- la estatal, la cooperativa y la privada.

No hay tiempo todavía, hermanos, para valorar adecuadamente esta medida. No podemos dar un juicio exacto. Podemos decir que sí tiene de bueno que se enfrente a la oligarquía… y que esta ley deja ya sin ser poseedora de tierra a esa minoría y que esta minoría recibirá el pago de sus tierras en bonos, como es de justicia. No es lo suficientemente drástica y muestra que se lleva a cabo dentro de un esquema capitalista moderado… Tiene de bueno también que en principio de los beneficios de las tierras expropiadas irán a pasar fundamentalmente a manos de quienes trabajan la tierra, de los campesinos asalariados. No están excluidos, según la ley, ninguno de los trabajadores, estén o no organizados.

SIN EMBARGO, EL PROCESO SIEMPRE TIENE TAMBIEN SUS
GRAVES DUDAS Y EN FRANQUEZA NO LAS PODEMOS CALLAR

Dejando de lado los problemas técnicos que no me toca juzgar porque no lo soy, la duda principal nace de su vinculación a un proyecto más general. O sea: ¿qué significan estas reformas en el proyecto general del Gobierno? Que tiene como uno de sus elementos esenciales -hoy, a la vista- la represión sangrienta y aún mortal de quienes tienen otro proyecto nacional. Existe el proyecto del Gobierno Democrático-Revolucionario que se está comenzando a dar a conocer. El Gobierno tiene derecho a dar a conocer su proyecto y ganarle bases sociales.

Esta sería una alternativa política que las organizaciones populares deberían defender y enfrentar políticamente. Pero la cosa es que con el pretexto de las reformas se quiere aniquilar a lo que el Coronel (Majano) llamaba: las izquierdas extremas. Mientras a las derechas recalcitrantes se les acosa con medidas de hecho, pero no se les reprime como a las de izquierda… Y aquí es donde viene un poco de injusticia en poner en igual paragón las extremas de derecha y de izquierda. Porque las extremas izquierdas no son tan extremas cuando se lee su proyecto de Programa de Gobierno Revolucionario. Es necesario, pues, tener en cuenta ese proyecto y no tratar de considerar como enemigo a todo lo que se enfrenta al proyecto oficial.

Por otro lado el Gobierno debe comprender que aunque esas reformas son necesarias y deseables para las mayorías, estas mayorías no han sido tenidas en cuenta directamente. La Reforma Agraria se presenta de momento como una acción político-militar de la Fuerza Armada… y, lo que es más grave, puede dar paso a una militarización sistemática de toda la República a través de las haciendas militarizadas… Así posibilitarían un control y una sistematización de la vigilancia y de la represión, dirigida fundamentalmente contra las fuerzas populares. Si no se logra que esta medida excluya toda forma de represión a los campesinos; sino se logra que estas reformas sean asumidas por el pueblo -tanto el organizado como el no organizado- esas reformas no habrán resuelto el problema y su fracaso se convertirá en una nueva arma para que la oligarquía regrese triunfante, diciendo que sólo ella es capaz de salvar al país…

Esta crítica, pues, quiere ser una advertencia para que lo bueno que tiene la reforma se salve de estos aspectos dudosos y peligrosos. Es tiempo para que los esfuerzos del Gobierno, si son sinceramente a favor del pueblo, busquen de verdad, encontrarse y dialogar con los proyectos que el pueblo también está proponiendo…

Algo parecido debe decirse de la nacionalización de los bancos, aunque aquí los inconvenientes son menores. La nacionalización de los bancos, incluso, tal como se ha propuesto, es una medida que converge con el proyecto general del Gobierno Democrático Revolucionario. Es un claro y preciso golpe a la oligarquía más fuerte que el dado en la Reforma Agraria. Demuestra que el proyecto de la Junta no es en sí oligárquico, aunque pueda seguir siendo capitalista y pro-imperialista. Sus posibles dificultades están en dos cosas. Primero: en ser parte de un proyecto más general, tras el que están los norteamericanos que incluye la represión masiva. Y eso no sería bueno. Y segundo: en correr el peligro de ser manejada la medida no en favor de las mayorías. Ambas posibilidades nos hacen tener cuidado. Los hechos demostrarán si son solo posibles o reales. Si se logra evitar el aspecto represivo y se profundiza tanto en la Reforma Agraria como en la nacionalización del Sistema Financiero, tal vez se pueda ir pensando -y ésto sería lo ideal- en una aproximación de posiciones entre el proyecto de la izquierda y el proyecto del Gobierno. Sabemos que en el proyecto de izquierda no están sólo los organizados conocidos, sino que hay gente muy capaz intelectualmente, y hay que tenerlo muy en cuenta. La medida de esta posible aproximación está en el cese de la represión. Mientras haya represión ninguna fuerza del pueblo tendrá confianza en colaborar con el Gobierno.

¿Hasta dónde llega este peligro? Ustedes mismos lo pueden juzgar por una carta que no se ha querido dar a conocer y que, sin embargo, es muy reveladora:

LA RENUNCIA DEL ING, DADA, A LA JUNTA DE
GOBIERNO, DICE ASI:

“El 6 de enero pasado la Convensión Nacional del Partido Demócrata Cristiano me nominó candidato a formar parte de esta Honorable Junta Revolucionaria de Gobierno, ordenándome trabajar, por el estricto cumplimiento, en el espíritu y en la letra, de la plataforma programática que se había presentado a la Fuerza Armada -como condición al ingreso de la Democracia Cristiana al Gobierno-

Al aceptar la Fuerza Armada un compromiso claro con sus plataformas y haber decidido esa Honorable Junta incluirme en su seno, tomé posesión del cargo con la explícita decisión de cumplir disciplinadamente el mandato partidario.

Si bien es verdad que los obstáculos encontrados en el camino han sido enormes, no es menos cierto que existe incapacidad de la Junta para actuar contra quienes yo concibo como los principales oponentes del proceso, y que es cada día más claro que se encuentra enquistado en las mismas estructuras gubernamentales.

El desarrollo de una revolución democrática, va en camino de ser totalmente desnaturalizado.

No voy a detallar más mi interpretación de los hechos. Ellos prueban hasta la saciedad, y sin discusión, la conclusión a que he llegado. No hemos sido capaces de detener la represión, y quienes cometen actos que son simultáneamente represivos y de desacato a la autoridad de la Junta, permanecen impunes…

El prometido diálogo con organizaciones populares no se realiza. Las posibilidades de generar reformas con el respaldo del pueblo se elejan hasta sitios inalcanzables, etc. Y si un ejemplo más quisiera señalarse, bien servirían las prepotentes declaraciones del Señor Ministro de Defensa desmintiendo a un miembro militar de la Junta y burlándose de las exigencias del PDC, afirmando, antes que la Comandancia General de la Fuerza Armada (J.R.G.) lo resolviera, que no habrá cambios en los niveles de mando de la Institución militar después de negar la existencia de un intento de golpe de estado del que todos ustedes están informados… Y semejante actitud, al igual que la de quienes intentaron dar el golpe, gozará -una vez más- de la más absoluta impunidad.

No creo necesario ampliar más la causa que me llevan a tomar la decisión. Ya en nota enviada al Partido Demócrata Cristiano, he expresado con amplitud, las razones por las cuales no puede seguir representando a ese Instituto Político en el más alto nivel de Gobierno. Si mi concepción de los hechos contradice fundamentalmente la línea que la alta dirigencia actual determina en la práctica, mi ética política me impide continuar cuando sé que esa línea no detendrá la desnaturalización del proceso que he señalado. Es por ello, Señores, que me veo en la indeclinable obligación de presentar mi irrevocable renuncia al cargo de esa Honorable Junta tan honrosamente me confió, con la convicción que de que así sirvo mejor los intereses más auténticos del pueblo salvadoreño”. (Héctor Miguel Antonio Dada Hirezi).

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Para terminar, queridos hermanos -perdonen como se prolonga ésto, es tan densa la vida de nuestra Patria-, quiero decirles que San Pablo en su segunda lectura, recogiendo una tradición de los judíos que pensaban que aquella piedra que les dio de beber en el desierto iba caminando con ellos, dice en la epístola de hoy: “Y la piedra era Cristo”, ya los peregrinos del desierto vivían lo que estamos viviendo esta mañana: al altar es la piedra, es Cristo; y desde ella se ilumina las esperanzas de Israel y las esperanzas redentoras de todos los pueblos.

Por eso vamos a arrimarnos a esta piedra que es Cristo, con estos cadáveres, con la presencia honrosa de estos enviados de Suecia, con el dolor de esta familia que ha querido compartir con nuestra Eucaristía, con todos los dolores, todas las angustias, esperanzas de este pueblo aquí congregado. Unámonos a Cristo, sigamos la señal que Cristo nos ha señalado como el único camino de salvación: “¡Conviértanse al Señor, si no todos perecerán!”. Pero el que camina con él llegará al encuentro del Dios verdadero y de la verdadera salvación del pueblo. Así sea…

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