El Bautismo, Epifanía de las riquezas mesiánicas
- Ciclo C
- Sunday January 13th, 1980
El Bautismo, Epifanía de las riquezas mesiánicas
HOMILIAS 1980 Homilía del Bautismo del Señor
Isaías 2, 1-4. 6-7
Hechos 10, 34-38
Lucas 3, 15-16. 21-22
Queridos Hermanos:
La participación que se iba a anunciar, la vamos a tener después de la homilía. Se trata de una invitación para la Semana de Ecumenismo. También, dentro de la homilía, tendremos otra participación de una religiosa que tiene un testimonio que dar.
Introducción: 1o. La serenidad y alegría de pertenecer a una familia de Dios
Es la fiesta del bautismo del Señor. Al hablar del bautismo, queridos hermanos, siento como esa serenidad y alegría del que llega al hogar y recuerda junto con su familia, su infancia, su origen y hasta está mirando la cuna. Cuánto necesitamos hoy esta serenidad de familia, cuando a nuestro alrededor hay tanto torbellino! Es entonces cuando se siente más la necesidad de estar unidos en familia cuando azota la persecución, la tempestad.
-El bautismo cuna de esa familia donde nace el Pueblo de Dios.
Yo les invito a que, en este día que celebramos el día del bautismo del Señor, sintamos que también ese bautismo de Cristo es la cuna de toda esta familia de Dios. Allí nacimos como Pueblo de Dios, como familia de Dios. Y el venir a misa el domingo debía de ser como ese fin de semana en el hogar junto a nuestro padre Dios, junto a nuestro hermano Jesucristo, todos hermanos. ¡Necesitamos tanto respirar ese ambiente de amor, de serenidad, de alegría, de hogar!
2o. Ciudadanos de un país de la tierra, el bautismo nos hace ciudadanos del Reino de Dios
Por otra parte, el bautismo hace a los ciudadanos de un país de la tierra ciudadanos del Reino de Dios. Nuestra partida de nacimiento está en la alcaldía porque somos ciudadanos de los pueblos de aquí abajo. Pero también tenemos una partida de bautismo en la parroquia. Existe una pila bautismal que es como la cuna donde nacimos en nuestra parroquia. Esto no quiere decir contraposición entre lo civil y lo cristiano; al contrario, viene a marcar una complementación que yo estoy tratando de clarificar mucho en este tiempo en que se menciona el ¡pueblo! el ¡pueblo!.
Nosotros como cristianos tenemos que distinguir el Pueblo de Dios del pueblo natural. No para apartarnos, no para alienarnos de los problemas civiles, políticos, sociales, económicos, que nos toca también afrontarlos como ciudadanos de esta tierra; como salvadoreños no podemos marginarnos de esta realidad. Pero además de esa realidad de salvadoreños, con una partida de nacimiento aquí en la patria, nosotros pertenecemos a otro reino que no nos aliena de nuestra patria sino que nos capacita, nos dá luces especiales, nos dá criterios nuevos, originales, para que, trabajando con todos nuestros paisanos de la tierra, sepamos ser fermento de Reino de Dios en la sociedad, en el pueblo salvadoreño.
Meditar hoy en el bautismo de Cristo y en nuestro propio bautismo tiene que significar eso: nuestra propia identidad como nacidos para el Reino de Dios en el bautismo. No debemos traicionar esa ciudadanía de Reino de Dios. Aún, y, precisamente por trabajar en el reino de la tierra, aquellos que quieren ver contradicción entre el ser cristiano y el ser ciudadano político no han entendido bien la naturaleza de las cosas. No saben lo que es ser cristiano.
Este día del bautismo es muy importante para que todos los bautizados, aunque estén comprometidos en política, sepan hacer honor a su ser cristiano. Es un ser que lleva imprimido su espíritu imperecedero, que no se puede borrar el carácter bautismal.
3o. Epifanía. El bautismo manifiesta quien es Jesús, cuál es su misión, que somos los cristianos.
Estamos cerrando con este domingo la temporada de Navidad que culminó el domingo pasado con la Epifanía. El niño que nace en Navidad se manifiesta porque ha venido no para quedarse escondido sino para manifestarse y que todos los hombres lo conozcan y lo sigan porque no se ha dado a los hombres otro nombre en el cual puedan ser salvos, fuera del nombre de ese Niño, que ha nacido en Belén. Y por eso se exhibe, se presenta y es llevado al público, es nuestra misión llevarlo por todas partes, ser su epifanía, su manifestación.
Y la fiesta de hoy, el bautismo de Cristo, se encuadra en ese marco litúrgico de la Epifanía. En el bautismo es donde Jesús se manifiesta nuevamente como lo vamos a ver hoy. Así quiero presentar yo mi homilía de esta mañana aplicación de la palabra de Dios que se ha leído a nuestra realidad, a nuestra vida concreta aquí, en El Salvador.
EL BAUTISMO, EPIFANIA DE LAS RIQUEZAS MESIANICAS
1o. El bautismo de Juan preparó los orígenes del pueblo mesiánico
2o. El bautismo de Jesús es epifanía de su misión mesiánica
3o. El bautismo de los cristianos, participación vital de las riquezas mesiánicas
1. EL BAUTISMO DE JUAN PREPARO LO ORIGENES DEL PUEBLO MESIANICO
En este día tocamos tres conceptos del bautismo que muchas veces se confunden, y servirá ésto como una catequesis, como una charla presacramental, tan necesaria hoy que no se debe en ninguna parroquia bautizar a un niño sin haber instruido a sus padres y su padrino del gran compromiso de la dignidad bautismal.
a-) Misión de Juan
Primero fijémonos en el bautismo de Juan, porque aparece en las lecturas de hoy que mientras Juan bautizaba al pueblo, Jesús va también a bautizarse. Y aquí tenemos la primera confusión de la gente: “No bautizo a mi hijo chiquito porque Cristo ya se bautizó grande”. Qué confusión! Ni el bautismo de Juan es el que damos hoy en la Iglesia Católica.
-Ambiente psicológico
El bautismo de Juan. Pongámonos en aquel ambiente psicológico que nos colocan las lecturas de hoy, precisamente, el evangelio. El pueblo estaba en espectación y todos se preguntaban si no sería Juan, el Mesías.
-La respuesta de Juan precisa su misión y el alcance de su bautismo
El tomó la palabra y dijo: “Yo os bautizo con agua, pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle las correas de sus sandalias. El los bautizará con Espíritu Santo y fuego”. Era un movimiento que se había suscitado en el pueblo. Un movimiento espiritual que Juan Bautista logró para arrastrar gente de toda categoría hacia el Río Jordán y allí bautizar.
Con esta palabra del evangelio de hoy el pueblo estaba en espectación y todos se preguntaban. Se expresa la psicología de aquel momento alrededor de Juan. Un movimiento popular que busca una respuesta, busca, algo. Se espera al que ha de venir, al anunciado de los profetas. “¿Será este, Juan maravilloso, con su predicación, con su arrastre, con su humildad, con su austeridad”.
b-) Misión de Juan: “Preparar para el Señor un pueblo perfecto”
Y Juan viene a decirnos: yo no soy el Mesías. Ya está el Mesías, a mí lo que me toca es prepararle un pueblo como está profetizado. Esta es misión, prepararle el pueblo para que sea el principio del pueblo mesiánico. El que va a venir a fundar el pueblo mesiánico, el que va a venir a cumplir la promesa de tantos profetas, ya está entre ustedes pero yo no soy. Yo no soy más que su precursor, yo voy preparándole el camino; mi misión es convertir a las gentes, mi bautismo no es bautismo que dá la vida eterna, mi bautismo es un rito exterior para expresar con ese lavatorio de las aguas del Jordán, el arrepentimiento del corazón”.
-¿Qué era el bautismo de Juan?
“Mi bautismo, pues, más que todo es un acto interno del que se quiera bautizar. Nadie se puede bautizar aquí si no hace antes un acto de conversión de sus pecados”. Y aquí tenemos que se acercaban -nos dice el evangelio- toda clase de gentes para preguntarle: “Qué hacemos?” Y les decía él: “El que tiene dos túnicas, que dé al que no tiene; y el que tiene mucho que comer, comparta con el que no tiene”. Y le preguntaban los publicanos: “¿qué hacemos?” “Conviértanse! Ustedes, cobradores de impuestos, no sean injustos, cumplan con lo que está tasado. Y los militares también se acercaban- nos cuenta el evangelio- y él decía también: No abusen de su fuerza, conténtense con su pega; sea lo que tiene que ser la fuerza armada, no abusen”.
Y así, con la entereza de un hombre que prepara los caminos de Dios, en nombre de la Ley de Dios haba a cada uno lo que le tiene que decir, aunque sea el rey. Y al rey Herodes le dice: “No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano, están pecando”. Y aunque eso le va a costar la cabeza porque no hay fiera más horrorosa que una mujer herida en su amor propio, la mujer de Herodes, la adúltera de Herodes, manda, valiéndose de la gracia de su hija bailarina, que le quiten la cabeza de Juan Bautista. ¡Muere pero triunfa porque la verdad siempre triunfa…!
Este es el bautismo de Juan: decir la verdad, predicar contra el pecado llamar al arrepentimiento. Y en torno de Juan se hizo una escuela, un pueblo de gente convertida, de gente que buscaba el Reino del Señor. Este era el verdadero bautismo de Juan. Yo leí en un comentario este precioso pensamiento: “Juan ha conducido los hombres hasta el momento de la salvación del mundo, ya están preparados para convertirse en el pueblo mesiánico, escatológico de Dios”. Diríamos, Juan le ha preparado la materia prima para que Cristo venga a infundir con su bautismo de espíritu, la vida de Dios que Juan no puede dar. Pero ha preparado la masa, ha preparado las conciencias. ¡Qué horror! No hacemos otra cosa en nuestra evangelización porque ningún predicador puede dar la gracia de Dios, pero sí Dios, pero sí puede abrir los caminos de la conversión.
Que honor sería para mí, queridos hermanos, queridos radio-oyentes, que me escucharan no por curiosidad, sino que me escucharan como se escuchaba a Juan Bautista: “¿Qué hacemos para encontrar el Reino de Dios?” Y yo sé y le doy gracias al Señor, cuántos se han convertido porque de verdad buscan en él palabra de Dios lo que la palabra de Dios tiene que decir: El NO al pecado y a la virtud. No quiero ser otra cosa; y si en este púlpito tenemos que denunciar abusos, atropellos, pecados, injusticias, es porque queremos seguir cumpliendo la misión de Juan: preparar el pueblo para que reciba a Cristo, para que forme parte del pueblo mesiánico.
c-) Espíritu del pueblo que recibirá el Reino
-Comunitario (Vaticano II)
El espíritu de este pueblo lo definió bellamente el Concilio Vaticano II. Para que vean que la predicación de Juan conserva una actualidad tremenda, podía decirse que el Vaticano II recoge la doctrina del Bautista para prepararle a Cristo su pueblo que en 1980 sigue siendo el pueblo necesitado de ese Cristo que buscaba en las orillas del Jordán, el Reino de Dios que no podía encontrar en Juan pero que Juan le señalaba dónde estaba. “En todo tiempo- dice el Concilio- Dios salva al hombre de buena voluntad, pero su voluntad ha querido ser salvar no aisladamente, si no constituyendo un grupo que le confiese la verdad y le sirva santamente…” (LG.9).
-Sobrenatural
Cuando el Papa Pío XI en 1925 estableció la fiesta de Cristo Rey, escribió una preciosa Encíclica “Quas Primas” se llama, en la cual describió el Reino de Dios tal como Juan Bautista lo describía también. Dice el Papa: “Su reino no es de este mundo. No quiere decir que no tenga derecho sobre los reinos de este mundo, quiere decir que no es un reino de estilo mundano, quiere decir que es un reino especial. A él se entra por la penitencia y el bautismo. Se opone al reino de Satanás, profesa la justicia y demás virtudes, exige abnegación”. El Reino de Dios, hermanos, todos ustedes lo conocen, porque Cristo nos decía a los cristianos: “el Reino de Dios está dentro de ustedes”.
¡Qué diferente es el simple hecho de ser salvadoreño, pueblo natural, de ser Pueblo de Dios, exigente en estas virtudes, en estas renuncias, en esta santidad! Podemos decir en El Salvador: todos los que forman el Pueblo de Dios, son salvadoreños; pero no viceversa; no todos los salvadoreños son Pueblo de Dios. Tengámoslo muy en cuenta porque Juan Bautista, también en su pueblo, él era también ciudadano de Palestina, pero no todos los palestinos se convertían y los estaban preparando para recibir a Cristo. Aquellas primicias que Cristo pudo encontrar cuando vino ya a predicar, éstos sí eran el Pueblo de Dios, palestino de todo corazón pero cristianos convertidos de todo corazón.
d-) Juan empalma las preparaciones del Viejo Testamento con las primicias del nuevo testamento
Que precioso aquel espectáculo que nos cuenta el evangelio de San Juan en el capítulo primero, en el versículo 35. ¡Precisamente Juan Bautista rodeado de sus seguidores! Y por allí pasa Jesús, y señalándolo Juan dice: “Ese es el Cordero de Dios”.
-Los primeros discípulos salieron de la escuela de Juan
Y cuando lo oyeron los discípulos, lo siguieron. Se volvió Jesús y al ver que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Le contestaron: “Maestro, ¿dónde vives?” Jesús les dijo: “Vengan y lo verán”. Fueron y vieron dónde vivía, eran como las cuatro de la tarde y se quedaron con él el resto del día. Andrés, hermano de Simón Pedro era uno de estos dos. Andrés fue a buscar a su hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías, al Cristo, y se lo presentó”. Les leo este pasaje porque allí pueden ver como Juan, predicando la conversión, le preparó a Cristo la materia preciosa para iniciar su Reino. Estos primeros discípulos de Cristo: Juan, Andrés, Simón, los encontró en la escuela de Juan Bautista. Y sin duda, que aquellas primeras comunidades cristianas eran éstos seguidores de la penitencia que Juan predicaba.
Por eso les decía: este primer pensamiento se titula así: Juan Bautista con su bautismo preparó los orígenes del pueblo mesiánico. El no hacía el pueblo de Dios pero preparaba para que Cristo hiciera con estos hombres convertidos, el Reino de Dios.
2. EL BAUTISMO DE JESUS, EPIFANIA DE SU MISION MESIANICA
a-) El no necesitaba ser bautizado
Este Cristo se acerca a bautizarse entre los pecadores que van al río Jordán. Era uno de los problemas de las primeras comunidades cristianas: ¿Cómo explicar que Cristo se bautizará si él no es pecador? Si ustedes leen en los evangelios verán que no se le dá demasiado acento a este problema del bautismo de Cristo. Ahora mismo, en el evangelio de San Lucas, casi como en indirecto lo pone: “Mientras Juan bautizaba al pueblo, Cristo se bautizó”. Y luego le presenta orando, como pasando de carrerita ese problema que no sabían resolver. Sin embargo, la teología nos dá una solución preciosa. No necesitaba ser bautizado, su bautismo no era para venir a recibir algo como nosotros vamos a recibir el bautismo. No es expresión de un arrepentimiento para recibir el perdón porque él no necesita ese perdón, es el santo por excelencia.
-Su bautismo revela lo que ya lleva
¿Qué era, pues el bautismo? Por eso lo estamos celebrando hoy en este domingo segundo de Epifanía, porque es el bautismo de Cristo: más que un acto penitencial, es una gloriosa epifanía, es una revelación, es una manifestación.
-“Este es mi Hijo”
Se puede resumir esa manifestación del bautismo de Cristo en las palabras que se han leído hoy. Cuando nos ha dicho el evangelio de San Lucas: “Mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma y vino una voz del cielo- Esta es la Epifanía-: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.
“Cristo se bautiza no para hacerse hijo de Dios sino para revelarse que es Hijo de Dios. Cristo se bautiza no por una necesidad para él sino por una necesidad para nosotros, revelarse, presentarse.
Por eso les decía: Que pretensión más ignorante la del que dice: “Yo voy a que mi niño se bautice cuando tenga la edad de Cristo”. ¡Pero si tu hijo no es hijo de Dios, es hijo de la carne, necesita cuanto antes ser hijo de Dios! En cambio, Cristo, ya es desde su concepción, en las entrañas de María, un Hijo de Dios que no necesita bautismo. Si fue a las aguas del Jordán fue para expresar lo que ya él era y decirle a los hombres sus riquezas mesiánicas: “En mí se cumple todo lo que han anunciado los
profetas del Mesías”. El bautismo de Jesús, pues, es un bautismo de Epifanía.
En las tres lecturas de hoy, encontramos como el comentario de esa breve revelación:
-“Tú eres mis Hijo, el amado, el predilecto”
-El testimonio de la inferioridad de Juan
En el mismo evangelio está el testimonio de Juan Bautista, que cuando lo confundían con Cristo, él decía: “No, él es mayor que yo, sólo bautizo en agua, él es el que bautiza en el Espíritu; él único que puede dar a Dios, es Dios y él es Dios. Yo no soy digno ni siquiera de soltarle las correas de sus sandalias. No soy digno ni siquiera de ser su esclavo.
-El testimonio de Juan: “El bautiza en Espíritu y Fuego”
El marca con el fuego del juicio a todo aquel que se deja bautizar. El marca al hombre con eternidad de juicio de Dios, eso quiere decir bautizarse en el fuego. Esta expresión: “el fuego”, en la Biblia significa no sólo la purificación, que el fuego purifica, sino que significa el juicio de Dios. Que así como el fuego distingue lo que se quema de lo que no se quema para que permanezca lo que no se quema; el fuego tiene que ser para el hombre como su conciencia, de hacer cosas sólidas, de no hacer sólo para este mundo, no ser solo vida transitoria.
El bautismo que Cristo dá, es un bautismo de fuego, que purifica al hombre y le dá también la consistencia de poder resistir el juicio de Dios. Y bautiza en Espíritu Santo que porque el espíritu que lo ha ungido a él, haciéndolo Hijo de Dios en las entrañas de María Santísima, es el mismo Espíritu que santifica al niño que se va a bautizar. Y ese niño cristiano que crece fiel a su bautismo, lleva el soplo del Espíritu Santo, el soplo de la verdad. El cristiano que se deja llevar por su bautismo, llega a ser santo, héroe; no hay hombre más valioso entre los ciudadanos de un país, que los ciudadanos bautizados cuando son fieles a su bautismo…
Estos son los cristianos salvadoreños que nosotros queremos, por eso predicamos así, porque quisiéramos sacudir una rutina que se cierne sobre nuestros bautizados, que los hace prácticamente paganos bautizados, paganos idólatras de su dinero, de su poder. ¿Qué bautizados son esos?… El que quiera llevar la marca del espíritu y del fuego con que Cristo bautiza, tiene que exponerse a renunciar todo y a buscar únicamente el Reino de Dios y su justicia… el salvadoreño que va marcado con el bautismo de Cristo, que es espíritu y es fuego, tiene que ser un salvadoreño de esperanzas eternas; no se debe dejar vencer por el pesimismo. No debe dejar tampoco que sus ideales de eternidad y de triunfo en la fe, se los agote un proyecto político de la tierra. Tiene que flotar por encima de todas las desesperanzas de los políticos de la tierra, la gran esperanza de los salvadoreños bautizados…
Por eso, también, queremos concluir de allí que todo salvadoreño bautizado que está trabajando en política en esta situación tan tremenda de El Salvador, tiene que mirar la amplitud del Reino de Dios. No debe fanatizarse en pequeños grupitos, en partidos políticos; no tiene que fanatizarse sin mirar por la rendija de su única organización, de su único proyecto todo el panorama político del bien común de nuestro pueblo. Tiene que ser un ciudadano que desde la perspectiva de esperanza cristiana comprenda al otro que tiene otro proyecto político, y, entre todos, buscar el Reino de Dios para que se encarne, se entronice en El Salvador…
-El testimonio de Pedro
Tenemos también en las lecturas de hoy, el testimonio de Pedro que comenta esa revelación, esa epifanía del Bautismo: “Tú eres mi hijo”.
* El señor de todos
En la lectura de hoy, dice San Pedro: “Cristo, el Señor de todos”
*Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo
Lo llama también “el ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo”
Y el que dice: “Dios iba con él. El era Dios”
-El testimonio de los profetas
Pero, sobre todo, hermanos, yo quiero que nos fijemos mucho en el testimonio de la primera lectura de hoy. La preciosa lectura del profeta Isaías es el mejor comentario de la revelación de Dios sobre Cristo en el Jordán: “Tú eres mi Hijo”, dice Dios.
* Siervo… Hijo elegido
Y el profeta Isaías había dicho: “Tú eres el siervo, el siervo de Yahvé, que equivale a decir: el hijo elegido, sobre él he puesto mi espíritu, es el ungido”.
Por eso se cita en este día del bautismo de Cristo, estas palabras de Isaías: “Sobre él he puesto mi espíritu”. En ésto consiste la unción que hace de Cristo un ungido. Eso quiere decir Cristo, o Mesías. Mesías es palabra de origen oriental que significa lo mismo que la palabra griega Cristo o la palabra española, ungido. Todo es lo mismo: Mesías, Cristo, Ungido. El Espíritu Santo lo unge, es decir, lo compenetra de divinidad, lo eleva a lo divino.
-Fuerte para que traiga el derecho a las naciones
Por eso, la primera lectura nos presenta a Cristo como el fuerte. Tan fuerte que a él le ha encomendado establecer el derecho. Promover el derecho, implantarlo en toda la tierra con sus leyes y ser la esperanza de los pueblos más remotos. ¿Ven que consuelo, en Cristo, Dios ha depositado su poder? El encargo de su Reino es implantar en todos los pueblos, el derecho, la justicia, la ley verdadera. No desesperemos cuando contamos con un siervo de Dios tan poderoso que será capaz de transformar todas las sociedades cuando los hombres se dediquen a ser verdaderos colaboradores suyos. Pero esa colaboración tiene que ser al estilo del Señor.
-Pero suave…
En la lectura de hoy yo quiero que nos fijemos mucho, queridos hermanos, en la característica de este Cristo: “No gritará, no clamará, no voceará por las calles”. Qué distinto de la gritería demagógica que se oye en este tiempo entre nosotros. A propósito, yo quisiera suplicar a los líderes políticos que hablan por micrófono que no comentan la falta que yo cometo: de gritar demasiado cuando tenemos un micrófono por delante. ¡Si para algo estos inventos nos ayudan a que no nos gastemos tanto la garganta! Porque cuando uno oye gente con los micrófonos por delante esta gritando como un demagogo, dice: Y ¿para qué le sirve el micrófono a este hombre? Ojalá pudiéramos tener la serenidad con que Cristo debió hablar: “No gritará, ni clamará, no volverá por las calles”. Hay un dicho que dice: “no levántes la voz, refuerza tus razones”. Muchas veces gritamos cuando no tenemos razones.
Oyendo ciertos discursos de estos días, de carácter político, yo no encontraba ninguna idea constructiva. Mucho grito y mucho decir: para apelmazarlos y golpearlos más, pero ninguna expresión de cuál es, pues, tu proyecto, cuáles son tus ideas serenas para construir el bien en el país. Así debió ser la voz de Cristo hablando con una serenidad que el profeta Isaías, ya la anuncia: no gritará.
Y después dice la actitud de Cristo. ¡Qué lindo!: “La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha que todavía está humeando”. Nosotros impacientes, si se nos quiebra una caña, la acabamos de quebrar y la botamos. Si se nos apaga un tizón, nos enojamos y lo botamos. Cristo no apagaba la mecha; “¡Si aún humea!”. Queda todavía una chispita de esperanza, queda todavía algo que hacer. No digamos que ya todas las puertas están cerradas cuando todavía hay hombres que puedan razonar.
Imitemos a Cristo que vino precisamente a redimirnos a nosotros que éramos la caña quebrada. ¿Qué tal si Cristo hubiera procedido como nosotros impacientes queremos proceder con los otros? Cuánto ha tenido que aguantarnos Cristo en nuestros largos años, y no nos corregimos. Y sigue esperando y esperando, porque tal vez a la última hora el hijo pródigo vuelve y lo abrazará con el mismo cariño con que abraza al Hijo que estuvo siempre fiel en su casa. Así ama Dios, así habíamos de amar nosotros. En esta hora en que dan ganas de botarlo todo, de irse del país, abandonar todo, acuérdense de esto de Cristo: “No quiebra la caña que está cascada, ni apaga la mecha que todavía está echando humo”. Aticemos todavía, solidifiquemos todavía.
Hermanos, no va a salir de esta crisis de El Salvador un paraíso celestial, ¡nunca! Tendrá que salir un remiendo. ¡Si todo lo que pasa en la historia es remiendo de la humanidad pecadora! Solo hay una frase de renovación absoluta y es “la eternidad”. Los cielos nuevos y la tierra nueva, esa sí será la verdadera transformación. Mientras vamos en la historia tendremos que ir haciendo como Cristo: remendando la caña que ya está quebrándose y sacudiendo un poquito la mecha que todavía humea. No queramos hacer un paraíso en la tierra, porque es imposible.
-Lleva la seguridad de Dios
Este es el Cristo que se presenta en la Epifanía de hoy, pero esa fortaleza llevada con ternura y suavidad, cuenta con la seguridad de Dios: “Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he hecho alianza de mi pueblo, luz de las naciones”. ¿Cómo no va a ser seguro ir con Cristo si él va de la mano de Dios y nosotros, siendo con él una sola cosa, con nuestro bautismo?
-Líder de la liberación
El es el verdadero líder de la liberación, así nos lo presenta la primera lectura de hoy: “Te he formado y te he hecho alianza de mi pueblo para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de las mazmorras a los que habitan en las tinieblas”. Es un lenguaje que lo podemos entender y que se traduce en lenguaje que lo podemos entender y que se traduce en lenguaje moderno: ¡los oprimidos! Cristo vino por los oprimidos de toda clase. Y todo aquel que quiera liberar al pueblo de la opresión, no puede encontrar otro líder más grande que Cristo, el único liberador…
d-) Cristo se bautiza no por necesidad, sino para poner en el agua toda su riqueza mesiánica: la fuerza de su cruz y de su resurrección
Porque él es Dios que viene con estos encargos que les acabo de explicar: de implantar la justicia, de hacer redención, de salvar al mundo con la ternura de un redentor, y para eso sufrirá la humillación más espantosa de tener que morir en una cruz; pero también la gloria que nadie ha podido recibir: de resucitar y ser colocado a la derecha de Dios. Esa muerte humillante y esa resurrección gloriosa, son la fuente de nuestra esperanza, y el bautizado se marca con esa muerte y esa resurrección. ¡Qué honor pensar que todos ustedes, que los tengo delante de mí, son Cristo! Hasta el más humilde campesino que está, talvés, en reflexión allá junto a su aparato de radio, eres Cristo, porque tu bautismo se identificó con la muerte y la resurrección del Señor.
3. EL BAUTISMO DE LOS CRISTIANOS PARTICIPACION VITAL DE LAS RIQUEZAS MESIANICAS
¿Ya ven como nuestro bautismo no es ni el que recibían de Juan los que se arrepentían de sus pecados, ni el que recibió Cristo que no lo necesitaba sino para manifestar lo que él era? Nuestro bautismo es de pecadores, hijos del pecado que vamos a la fuente bautismal y que aquí encontramos el perdón y, además, todas las riquezas de Cristo que se nos hacen nuestras.
a-) El primer bautismo de cristianos gentiles
La segunda lectura de hoy nos cuenta precisamente el caso del primer pagano que se bautizó. Un pagano llamado Cornelio, oraba a su modo, y Dios le reveló que mandara a llamar a Pedro porque tenía un mensaje que decirle. Pero tiene miedo porque los judíos no se pueden mezclar con los gentiles. Pedro es judío y el centurión Cornelio es romano, es gentil. Sin embargo, porque el Espíritu lo ha mandado a Pedro, entra y plática con él.
-Modelo de pastoral bautismal
Tenemos en el libro de los Hechos, en el capítulo 10, todo el discurso que Pedro dijo en aquella familia y del cual se ha tomado hoy un fragmento.
Pedro dice: “Yo veo que Dios no anda dividiendo entre judíos y gentiles Ya veo que Dios ha querido hacer a todos los hombres partícipes de sus dones”. Y les habla, pues, de Cristo. Si ustedes quieren saber como predicaban los apóstoles y ver si hoy predicamos parecido a los apóstoles, tomen esos discursos que se encuentran en los libros de los Hechos; allí encuentran hoy, en el capítulo 10, el discurso entero de Pedro diciéndole al centurión Cornelio como es la religión cristiana, que hemos de creer en un Cristo Hijo de Dios que vino, que murió, que resucitó. ¡Todo el catecismo! Una charla pre-bautismal le dió.
-Previa la fe, el bautismo y la manifestación del Espíritu
“Y cuando terminaba- dice la Sagrada Escritura- el Espíritu Santo descendió sobre aquella familia; entonces, Pedro, asombrado de que el Espíritu Santo viniera a gente que ya no era judía sino gentil, dice: “¿Cómo le vamos a negar el bautismo a éstos si el Espíritu Santo ha venido a ellos?” Y los bautizó”. El bautismo, pues, es la venida del Espíritu Santo después de aceptar por la fe la redención que se nos predica.
Este es el esquema del trabajo evangelizador: anunciar el Reino de Cristo. Los que quierán, lo aceptan; y para manifestar que lo aceptan se dejan bautizar.
b-) Efecto del bautismo
En el bautismo está el Espíritu Santo; toda la riqueza mesiánica de Cristo que se exhibió en el Jordán, se le comunica al niño que se bautiza. Por eso les decía: la pila bautismal es como la cuna donde nace el Reino de Dios un hombre nuevo. El efecto del bautismo es lo que nos dice hoy la Biblia: “cayó sobre ellos el Espíritu Santo”. Quiere decir que el espíritu que animaba a Cristo a la Santidad, a la redención, a todo eso que nos dijo el profeta Isaías, lo hará también con nosotros.
Hermanos, todos nosotros somos pueblo bautizado, somos pueblo profético, pueblo sacerdotal, somos Cristo. Hagamos honor a esta participación que nuestro bautismo nos ha dado.
c-) Dos imágenes de las lecturas de hoy interpretada por la más genuina tradición
Quiero fijarme en esta reflexión del tercer punto; el bautismo de los cristianos, en dos figuras bellísimas de las lecturas de hoy.
-El Siervo de Yahvé… no es Jesús solo, sino la comunidad que él representa: Israel… el pueblo cristiano.
La primera es la que habla del siervo de Yahvé, es una figura muy típica en las lecturas de Isaías, el siervo de Yahvé, el siervo de Dios. Es un personaje misterioso pero los intérpretes llegan a identificarlo con Cristo, pero un Cristo no sólo individuo sino un Cristo comunidad. El siervo de Yahvé es Cristo y la comunidad cristiana es el pueblo cristiano. El siervo de Yahvé, cuando lo leemos con este criterio, nos dá tanta luz en el libro de Isaías. Cuando sufre, allí tenemos a los cristianos de El Salvador, siervo de Yahvé. Cristo sufriendo con sus cristianos persecución, dificultades.
-Toda esa epifanía nuestra
Cuando está alegre y feliz, siervo de Yahvé que ha recibido la epifanía, la alegría de Dios y cuando tengamos la dicha de irnos con Cristo al cielo, seremos con él un solo siervo de Yahvé, un solo pueblo de redimidos, un Cristo glorioso cabeza, y todos nosotros miembros de un Cristo glorioso. ¡Qué honor!, ¡qué destino más sublime el del hombre que se bautizó y se incorporó a Cristo! Ya no se separa de él ni por toda la eternidad a no ser que él se quiera arrancar por el pecado.
-La paloma (no es el Espíritu Santo) es la Comunidad que rodea a Jesús.
La otra figura preciosísima de las lecturas de hoy, es la paloma que baja a posarse sobre Cristo. Generalmente se interpreta que es el Espíritu Santo, pero no se vayan a escandalizar de lo que les voy a decir: En ninguna parte de la Biblia se ha expresado el Espíritu Santo en forma de paloma. Más bien, la tradición para interpretar esa paloma que desciende, dice que es la comunidad. Ya tenemos en los escritos de los primeros Padres de Iglesia, analizando algunas frases bíblicas, que comparan al Pueblo de Israel como una tortolita en las manos de Dios, a la comunidad. Así parece que en el bautismo de Cristo aquella, paloma, significa que ese título: “Hijo de Dios”, lo va a participar con toda su comunidad. Todos nosotros somos como el envoltorio, como el adorno de Cristo Nuestro Señor. Somos su