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En la Iglesia se prolonga la liberación sacerdotal de Cristo

En la Iglesia se prolonga la liberación sacerdotal de Cristo
HOMILIAS 1979 31° Domingo del Tiempo Ordinario
4 de Noviembre de 1979

Deuteronomio: 6, 2-6
Hebreos: 7, 23-28
Marcos: 12, 28-34

Queridos hermanos:

-Concelebración con sacerdotes en el 25º aniversario y un sacerdote nombrado párroco.
Ante todo quiero saludar con cariño fraternal a los cuatro sacerdotes aquí presentes, que están cumpliendo sus veinticinco años de vida sacerdotal: el Padre José Antonio Vides, párroco de Nuestra Señora de Fátima, en la Rábida; Padre Andrés Alvarenga, párroco de Concepción en Santa Tecla; Padre Joaquín Brizuela, párroco de Ciudad Arce y el Padre Oscar Martell, párroco de Apopa. También recordamos con  cariño a otro sacerdote de la misma promoción, el Padre Jesús González de la Diócesis de San Vicente. Para ellos, yo les imploro su oración y su fervorosa felicitación en esta mañana… También tendré el gusto de entregarle hoy, al Padre Ramiro Jiménez, que también concelebra con nosotros, el nombramiento como párroco de esta parroquia Basílica del Sagrado Corazón…

-La misa dominical: significación de la presencia del sacerdote y pueblo sacerdotal
Esta presencia sacerdotal, junto con ustedes. Pueblos de Dios. Santificado en el bautismo, participantes del eterno sacerdocio de Cristo, nos está dando la medida maravillosa de lo que significa nuestra misa del domingo presidida por un sacerdote, aunque sea el más humilde, pero que tiene la autorización de Cristo para convocar al pueblo de Dios y presidirlo; y junto con ese pueblo, que es parte activa de la misa del domingo, ofrecer como pueblo sacerdotal mediante el ministerio del sacerdote o ministro, el sacrificio más hermoso que la tierra puede ofrecer a Dios.

-El Sacerdocio de Cristo
Sirva de base para nuestra reflexión la segunda lectura que providencialmente es una lectura sacerdotal. Precisamente confronta lo transitorio de la vida del hombre que es sacerdote con el eterno, insustituible, infinito sacerdocio de Cristo. Dice la epístola que se ha leído hoy: “Muchos sacerdotes se fueron sucediendo, porque la muerte les impedía permanecer en su cargo”. En 1954 jóvenes sacerdotes salían del seminario, los que ahora, cargados de méritos en 25 años de vida, envejecen, maduran hacia la eternidad. Es lo que nos está diciendo la palabra de Dios: “Muchos sacerdotes se fueron sucediendo, porque la muerte les impedía permanecer en su cargo”.

Los sacerdotes somos hombres mortales como todos los mortales y envejecemos, y morimos pero nos queda una satisfacción profunda cuando pasan los años, lo que continúa diciendo la epístola: “…pero Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa”. Nosotros no le hacemos competencia a Jesús, sino que somos sus humildes servidores para hacerlo presente en el mundo mientras Dios quiera valerse de nuestra pobre vida mortal, para que sea signo transitorio del eterno y único sacerdote que representamos. El es el que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive para siempre para interceder en su favor.

El sacerdote es un mensajero de la eternidad de Cristo aún en su paso por la vida. El autor de la carta a los Hebreos continúa hablándonos, pues, de la eternidad de ese sacerdocio y de lo eficaz de ese misterio que el sacerdote trae presente a los hombres: perdona, dá el Cuerpo de Cristo, bautiza, dá su palabra divina, no porque él sea eterno e infalible, sino porque es mensajero de lo infalible y de lo eterno.

Esta es nuestra consideración; pero junto con ese misterio del hombre sacerdote-ministro, aprecien, queridos laicos, la grandeza también de ustedes como Pueblo Sacerdotal hasta tal punto que, nosotros sacerdotes, somos entresacados del pueblo, de nuestras familias que son ustedes, para ser ungidos y volver al servicio del pueblo. Eso quiere decir ministro, sacerdote ministerial, servidor. Pero aquí el único Señor es Cristo y nosotros sus medianeros, y ustedes son la parte principal de este servicio para acercarlos a Cristo.

Desde el día del bautismo cada uno de ustedes, así como yo cuando me bautizaron, nos incorporamos a un pueblo sacerdotal, y cada misa de domingo es, precisamente, la manifestación de este sacerdocio de Cristo. No venimos a misa como a un acto piadoso. Venimos a misa a realizar un misterio profundo que muchos no comprenden. Hasta el más chiquito de los niños que ha venido a misa, hasta el más insignificante que se crea aquí presente, es un miembro vivo del pueblo sacerdotal, del que canta la Sagrada Biblia: “Nos hiciste Señor reyes, sacerdotes para nuestro Dios”. Puede decirlo cada uno de ustedes, son sacerdotes para nuestro Dios.

-Oportunidad de las lecturas para hacer esta reflexión sacerdotal y nacional

Por eso, el tema sacerdotal se impone con las otras lecturas para poderle dar a la homilía de hoy, como de costumbre, este título. En esta situación actual del pías, ¿Será una alienación venir a misa mientras hay tantos intereses políticos, militares, económicos, a nuestro alrededor? Nosotros mismos somos protagonistas de esta historia temporal de la patria. ¿No será una locura apartarse de ese trajín donde está enfrascada toda la república para venir a pasar un momento tranquilo de adoración a nuestro Dios? ¡De ninguna manera! Si lo que está salvando al mundo es esto: es Cristo sacerdote presente por su pueblo sacerdotal en la tierra. Y al hacer esta reflexión de hoy, yo les invito a que junto con los sacerdotes festejados, todos los sacerdotes -si acaso me están escuchando- y todos ustedes, pueblo sacerdotal, asumamos en serio nuestro papel de pueblo de Dios, de sacerdotes, de obispos; no para alienarnos de la historia de El Salvador, sino para ser en esa historia lo que Cristo quiere que su pueblo sea: sal, luz, fermento.

Ojalá, y este es el afán más importante que yo quisiera vivir y hacerme comprender, que yo predico y trabajo únicamente para hacer Iglesia, para afianzar cada vez más en el mundo, en El Salvador, la presencia de una Arquidiócesis que de verdad sea Pueblo de Dios en medio de la república de El Salvador. Que sea Pueblo de Dios asi con estas características de las lecturas de hoy y que le dan a mi homilía este título:

EN LA IGLESIA SE PROLONGA LA LIBERACION SACERDOTAL DE CRISTO

Ojalá me hiciera comprender un poquito este gran misterio que ni yo lo entiendo en toda su totalidad pero que me hace vislumbrar que responsabilidad tan grande tenemos los que formamos esta Iglesia.

1o.) Misión de este Pueblo de Dios, ustedes y nosotros sacerdotes: Defensoras del monoteísmo. Dios solamente es uno. (Este es el monoteísmo que la Iglesia defiende y proclama).

2o.) Misión de la Iglesia en este tiempo y a través de las lecturas de hoy: Constructora de la civilización del amor. (Cuánto necesitamos este fermento de amor en una masa que se pudre de odio y de violencia).

3o.) La Iglesia es ministro del verdadero culto de Dios

He aquí, en síntesis, mi pensamiento y le pido al Espíritu Santo que la atención de ustedes, tan amable, se convierta en un propósito para que ustedes, los queridos sacerdotes en sus 25 años sacerdotales, el nuevo párroco, yo el servidor episcopal de la comunidad, todos hagamos sentir de verdad esta presencia de la Iglesia en El Salvador como fuerza liberadora sacerdotal de Cristo: 1º) Defendiendo al único Dios y Señor: el monoteísmo. 2º) Construyendo una civilización de amor y 3º) Siendo ministros del verdadero culto que el pueblo le tributa al verdadero y único Dios.

DEFENSORA DEL MONOTEISMO

a) Polémica de Cristo en la última semana

El evangelio de hoy nos sitúa ya en la última semana de Cristo. Hemos ido siguiendo, a través del evangelio de Marcos, ese peregrinar de Cristo en su subida hacia Jerusalén, anunciando ya tres veces su pasión; ha llegado la hora, ya entró triunfal el domingo de Ramos. Y aquellos días, entre el domingo y su muerte, son días de gran actividad porque allí, en el atrio del templo o en los alrededores, se entablan discusiones que se acaloran anunciando ya el trágico desenlace de aquel maestro de la verdad frente a tantas patrañas y mentiras o legalismos meramente humanos.

-Un episodio amistoso con un escriba
El episodio de hoy como que rebaja el tono de polémica para entablar una conversación de amistad con un escriba, un doctor de la ley, que le pregunta a Cristo de acuerdo con una gran discusión que había entre los maestros de Israel que trataban de organizar las innumerables leyes de Moisés y de la traición: ¿Cómo se pueden catalogar? ¿Cuáles son las principales leyes en torno de las cuales hay que poner los montones de leyes que hacen tan difícil la religión?

-Evocación del “Semá” o liturgia de Israel
“Maestro, ¿Cuál es el principal mandamiento?” le pregunta aquel maestro a Jesús. Y Jesús le contesta: “Lo que han escuchado”. Es hermoso que esta cita que ahora nos pone San Marcos corresponda a lo que los judíos llaman “la semá”; es decir, así comienza. La palabra “semá” quiere decir “oye”. “¡Oye Israel!”, es que así textualmente como Cristo citó, se encuentra en el libro del Deuteronomio como Moisés, según la tradición, ordenó a su pueblo grabarse estas palabras: “Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser. Y el segundo es este: amarás a tu prójimo como a tí mismo”.

Moisés previene contra las idolatrías de Canaán
Nos invita Cristo abrir el libro del Deuteronomio y encontrar esta famosa profesión de fe en el único Dios y de compromiso con el amor total del hombre al único Dios. Nos invita a abrir el libro del Deuteronomio donde Moisés, a un pueblo que ha escuchado la revelación de un Dios viviente y eterno, le advierte el gran peligro al entrar a la tierra prometida: la tentación cananea. Los cananeos, hombres que adoraban los falsos baales, los falsos dioses.

-Solemne fe monoteísta
El pueblo que iba a entrar a esa nueva tierra, que según expresión bíblica produce leche y miel para expresar su abundancia, corría la tentación de que el Dios de Canaán era quizás más fuerte que el Dios que los había hecho peregrinar por un desierto árido y duro. Era una tentación teológica muy grande y Moisés, precaviendo esto, les dice: “Cuidado con adorar los falsos dioses, sólo hay un Dios, lo amarás con todo tu corazón. Las palabras que hoy te dijo, las grabarás en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa, yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a las muñecas de tu mano como un signo, serán en tu frente una señal, las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales”. Como para decir, esta fe en el único Dios tiene que ser tu consigna personal, familiar y social. Tú eres el pueblo de Dios y te has de distinguir por tu entrega a ese Dios.

-Alcance patriótico del monoteísmo de Israel
Es una fe monoteísta en medio de un mundo politeísta, que adoraba muchos dioses, y tiene un alcance patriótico: Unido a esta fe en tu único Dios. Está tu posesión de la tierra y tus relaciones sociales y políticas con los hombres. Mientras seas fiel a este Dios, poseerás esa tierra que mana leche y miel; y las idolatrías serán tu gran peligro.

b) Nuestras idolatrías son también destrucción de nuestra patria

Queridos hermanos, yo quiero hacer una aplicación de esta palabra de Moisés a nuestro querido pueblo salvadoreño. Yo quisiera que en esta mañana todos también hiciéramos nuestra esa práctica que dos veces al día tiene el pueblo de Israel: recitar la Semá. Todo este texto de Moisés que les acabo de pronunciar lo rezan los judíos diariamente y así llevaban también hasta en forma material, colgadas en las muñecas de sus manos o colgando de sus gorros, las tiras que tenían escritas la Ley de Moisés, la Ley de Dios.

Por eso Cristo los criticaba cuando decía: “Ustedes hacen consistir su religión en hacer más largas las filacterias, en hacer más largas aquellas tiras y aquellas bolsas en que llevaban las escrituras de la revelación divina. Esas filacterias son cabalmente ésto, estas tiras que Moisés en un lenguaje figurado, no en el sentido literal, les está diciendo para que no se olviden, que en todos sus gestos, de manos y de frente, ante sus ojos piensen siempre que no hay más que un solo Dios.

Podrá decir un salvadoreño: eso era de otros tiempos, Claro los baales de Canaán eran de otros tiempos pero hay en nuestra tierra los baales, los ídolos de hoy, ante los cuales esta Iglesia que prolonga la misión sacerdotal de Cristo tiene que proclamar como Moisés, la fe en el único Dios. Este es el ministerio de los sacerdotes y decirles a los hombres que están adorando falsos ídolos, que cuidado, eso ofende a Dios, destruye la patria y ofende al Señor.

-Riqueza y propiedad privada
En mi Carta Pastoral yo señalo como tres peligros en el país. Tres grandes idolatrías. La primera es la de la propiedad privada y de la riqueza. Yo les invito a que en esta reflexión del único Dios verdadero pensemos, ante ese ídolo de la riqueza y de la propiedad privada, estas sabias palabras que en Puebla dijo el Papa Juan Pablo II a los pastores de América Latina: “Nace aquí la constante preocupación de la Iglesia por la delicada cuestión de la propiedad”. Y recuerda las tradiciones desde el principio del cristianismo que luego fueron sistematizadas por la sabiduría de Tomás de Aquino, que nunca le dieron un sentido absoluto, de ídolo, a la propiedad privada.

“Esta voz de la Iglesia, eco de la voz de la conciencia humana, que no cesó de resonar a través de los siglos en medio de los más variados, sistemas y condiciones socio-culturales, merece y necesita ser escuchada también en nuestra época, cuando la riqueza creciente de unos pocos sigue paralela a la creciente miseria de las masas.

Es entonces cuando adquiere carácter urgente la enseñanza de la Iglesia, según la cual sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social…

Cristo no permaneció indiferente frente a este vasto y exigente imperativo de la moral social. Tampoco podría hacerlo la Iglesia. En el espíritu de la Iglesia, que es el espíritu de Cristo, y apoyados en su doctrina amplia y sólida, trabajemos siempre en este campo”.

O sea: no nos cansemos de denunciar la idolatría de la riqueza que hace consistir la verdadera grandeza del hombre en “tener” y se olvida que la verdadera grandeza es “ser”. No vale el hombre por lo que tiene, sino por lo que es. Sólo cuando se es idólatra del tener se es avaro y se oponen a los cambios sociales. Y si ahora hay un gran peligro en el país es esta idolatría; quizás la más grande tentación de este momento en que puede comenzar una transformación para la patria, la extrema derecha, los fanáticos de las riquezas, los ídolos del dinero, los que no quieren que les toquen sus privilegios, ya se estarán asociando con militares resentidos,  con hombres que quieran amar un contragolpe…

En estos días, hasta con nombres concretos de militares y de ricos, se ha denunciado un peligro insurreccional; no sabemos que tanto fundamento tenga, pero cierto que ideológicamente sí existe ese gran peligro. Mientras no se conviertan los idólatras de las cosas de la tierra al único Dios verdadero, tendremos en esos idólatras el mayor peligro de nuestra propia patria. Hemos de cuidar, entonces, de convertirnos al único Dios.

Cuando hablamos así no es ningún resentimiento social el que nos impulsa. Gracias a Dios, no adoramos la riqueza ni nos hace falta; cuando lo tenemos todo en el único Dios que ha creado las cosas de la tierra, nos sentimos infinitamente más desarrollados y ricos que los que creen consistir las riquezas en el oro y en las cosas de la tierra. “Cuando más se apega a este ídolo el corazón del hombre -dice el Papa en el Populorum Progressio está manifestando el íntimo grado de subdesarrollo moral”; que es la codicia, la avaricia, la envidia, el querer tener más, el querer subyugar a los otros bajo mi riqueza. En eso consiste el mayor subdesarrollo moral, porque la idolatría destruye al hombre y ofende a Dios.
br/> -Seguridad nacional
Hay otra idolatría que la Iglesia tiene que denunciar y desenmascarar en nuestro tiempo. Y en este momento de la patria lo está haciendo y lo debe de hacer con valentía, es el ídolo del poder, sobre todo, cuando ese poder se ha llamado seguridad nacional: “Se absolutiza así el interés y el provecho de unos pocos -y entonces- …Se desorienta la noble función de la Fuerza Armada que, en vez de servir a los verdaderos intereses nacionales, se convierte en guardiana de los intereses de la oligarquía, fomentando así su propia corrupción ideológica y económica. Algo parecido ocurre con los cuerpos de seguridad que, en vez de cuidar el orden cívico, se hacen fundamentalmente organismos represores de los disidentes políticos, y finalmente, el Estado Mayor sustituye inconstitucionalmente las instancias políticas que deberían decidir democráticamente el curso del país”.

Entonces tenemos la omnipotencia de esos regímenes, el desprecio del individuo y de sus derechos, la total falta de ética en los medios para lograr sus fines, la seguridad nacional, sarcásticamente se convierte en la inseguridad…

Yo invoco todo  ésto con el espíritu de Medellín. En el documento sobre la pastoral de élites hay un apartado dirigido a los poderes militares y dice así: “Con  relación a las fuerzas armadas, la Iglesia deberá inculcarles que, además de sus funciones normales específicas, ellas tienen la misión de garantizar las libertades políticas a los ciudadanos en lugar de ponerles obstáculos. Por lo demás, las fuerzas armadas tiene la posibilidad de educar, dentro  de sus propios cuadros, a los jóvenes reclutas en orden a la futura participación, libre y responsable, en la vida política del país”. (7, 20)

Como ven, hermanos, la Iglesia no es pesimista, no participa de la ideología de aquellos que nada bueno esperan de los militares. La Iglesia señala los grandes pecados de los militares pero los está llamando a conversión, y espera que sea sincera la luz de esperanza que una juventud militar, verdaderamente orientada por estos ideales de nobleza, de servicio al pueblo, no busque su firmeza en su propia institución, atropellando al pueblo, sino en el pueblo, que lo sienta cerca y defensor de sus derechos y de sus intereses…

Para mí, esta es una hora de mucha esperanza. Y cuando estamos predicando aquí en función de nuestro ministerio, el monoteísmo, el único Dios que es la misión de la Iglesia; y queremos arrancar de los falsos ídolos a todos sus adoradores, así como le hemos dicho a los idólatras del dinero, también  a los idólatras del poder y de la fuerza de las armas les decimos que no hagan consistir en eso su grandeza, sino en usar esa fuerza al servicio de este pueblo que necesita. Ya lloró mucho, ya sangró demasiado para que busquemos, más bien, medicina más amplias…

-Las organizaciones
Pero también digo en mi carta pastoral, y ahora lo hago repitiendo a la luz de la palabra de Dios con Moisés que llama a su pueblo a adorar a un único Dios: cuidado con los falsos baales, que hay otro gran peligro de idolatría entre nosotros y es la organización. La organización que originariamente surge de un derecho del pueblo de organizarse, para defender al pueblo.

Esto es muy bueno, lo hemos dicho mil veces: que la Iglesia defiende este derecho del pueblo de organizarse. Pero que, naciendo con fines tan nobles, se puede prostituir también en una falsa adoración cuando se absolutiza, cuando se considera como valor supremo la organización y ya se subordina a ella todos los otros intereses aunque sean del pueblo. Ya no interesa el pueblo sino la organización. Son idólatras también. Esta absolutización de la organización en la práctica se fanatiza de modo que ya no son los intereses; y aquí están los grandes peligros.

Cuando una organización deja de buscar el único absoluto que debe ser Dios dando el bien común a la patria, politiza demasiado su actuación, como si la dimensión política fuera la única o la principal en la vida personal de los campesinos, de los obreros, de los maestros, de los estudiantes y de todos aquellos que la componen. Es peligroso politizar la vida hasta el punto de creer que todo es política. La política es una dimensión de la vida pero no es toda la vida.

Otro absurdo de la absolutización de una organización, es ésta: trata de subordinar a sus objetivos políticos la misión específica de otras organizaciones gremiales, sociales y hasta religiosas. Es el caso de manipular las profesiones al servicio de un objetivo político y se llega hasta a querer manipular a la Iglesia para que sirva a la política. Son muchos los que caen en esta tentación de querer una Iglesia politizada, lo cual no puede ser. Si la Iglesia habla de política es siendo Iglesia, pero no dejándose manipular por nadie…

Otro gran peligro de esta idolatría al subordinar todos los otros intereses del pueblo a sus ideales políticos, se desinteresa de lo que originariamente fue, tal vez, el anhelo de un pobre campesino, de un obrero: mejorar su situación; y se convierte ya en una campaña política que lo puede llevar a trágicas consecuencias. Sí, es cierto que hay que luchar hasta la muerte pero hay que saber orientar para que esa muerte valga la pena y no para morir de cualquier modo. Llega a tan alto grado el sectarismo de la organización idólatra, que le impide establecer diálogo y alianza con otro tipo de organización también reivindicativa. Si en esta hora los salvadoreños buscan por diversos caminos la salvación de la patria, ¿por qué querer aferrarse a sólo mi caminito y no querer entrar en diálogo y en negocio con los otros caminos? ¡Entre todos podemos encontrar la solución!.

Fíjense que dice el Concilio Vaticano, aún hablando de los cristianos que toman opciones políticas distintas, dice: “Muchas veces sucederá que la propia concepción cristiana de la vida incline a los cristianos, en ciertos casos, a elegir una determinada solución. Pero podrá suceder, como sucede frecuentemente y con todo derecho, que otros fieles guiados por una no menor sinceridad juzguen del mismo asunto de distinta manera. En estos casos de soluciones divergentes aún al margen de la intención de ambas partes, muchos tienden fácilmente a vincular su solución con el mensaje evangélico. -Está manipulando el mensaje evangélico, como si él tuviera el monopolio del evangelio-. Entiendan todos -dice el Concilio- que en tales casos a nadie le está permitido reivindicar en exclusiva a favor de su parecer la autoridad de la Iglesia- Nadie puede decir: la Iglesia está conmigo-. Procuren siempre hacerse luz mutuamente con un diálogo sincero, guardando la mutua caridad y la solicitud primordial por el bien común”.

-El placer… el sexo
Creo que es bien claro como la Iglesia predica el monoteísmo sobre todas las falsas idolatría. Y podíamos agregar, en este punto de la misión de la Iglesia, que hay otros ídolos más vergonzantes que los que se acaban de mencionar, y son el ídolo del placer, el ídolo del sexo, el ídolo de los vicios. ¡Cuántos hombres están ahora al margen de todo lo que está pasando en la patria! No les importa el bienestar, sólo les importa el placer carnal, el darse gusto ellos, el egoísmo, el hedonismo. Todo ésto, hermanos, es una idolatría tanto más perniciosa cuanto más vergonzosa sea. Va acabando con la fidelidad de los matrimonios, con la nobleza de la fecundidad humana, con la grandeza de la maternidad de la mujer. ¡Cuántos sacrificios de los verdaderos valores a este ídolo del sexo y del placer! Ante todos estos ídolos la Iglesia proclama el gran mensaje que Cristo le recordó al escriba en vísperas de su muerte: “El Señor nuestro Dios es solamente uno”. En esto está la síntesis de nuestra misión monoteísta en el mundo.

HECHOS CIVILES: RESPONDEN A LAS TRES IDOLATRIAS

A la luz de estas idolatrías, permítanme que aquí me detenga también a resumir los acontecimientos de la semana; porque todo lo que ha pasado hoy, si hay algo de bueno en nuestra semana, es lo que busca a través del bien común de la patria, el servicio de Dios. Y quiero decir, ante todo, que de ésto hay mucho en nuestra patria. Yo creo en la buena fe de muchos políticos de hoy. Yo creo que una puerta entreabierta está frente al porvenir de la patria, que la podemos acabar de abrir entre todos y podemos echar a perder entre todos también.

Yo creo, hermanos, y esto no es ninguna bendición a ningún golpe de estado, que si de veras se llenaran estas recomendaciones que la Iglesia hace hoy: buscar el bien común del pueblo y desde el pueblo adorar al único Dios, no  me cabe duda de que allí brilla el camino de nuestra salvación, pero si de veras comenzamos a cerrar esa esperanza con los acontecimientos tan dolorosos de esta semana recién pasada, se siente sobre la patria una desesperanza sin igual, sangre, horror. Yo no quisiera que se siguiera caminando por estos derroteros tan peligrosos por donde ha ido la historia en esta última semana.

A pesar de las promesas de la Junta de Gobierno esta semana tenemos que lamentar los sangrientos sucesos del lunes y miércoles, cuyo saldo ha sido más de 80 muertos y 100 heridos. Tanto, con respecto a la manera del 29 como la del 31. Existen dos versiones contradictorias: la de los cuerpos de seguridad y la de las organizaciones populares. Es urgente que se haga una investigación exhausiva sobre quienes fueron los que iniciaron tan trágicos incidentes y se publiquen los resultados con sus pruebas, sea quien sea el que los haya comenzado. La mayoría de los testigos presenciales imparciales coinciden en condenar la crueldad y la saña con que los cuerpos de seguridad atacaron a los manifestantes y al pueblo en general… Y esto aún después que ya habían dispersado la manifestación. Sólo así se explica, pero de ningún modo se pude justificar, el número tan elevado de muertos y heridos.

Se ha pretendido responsabilizar de tanta muerte sólo a las organizaciones populares acusándolas de provocadoras y pretender desestabilizar al gobierno, pero son pocos los que se han atrevido a señalar a los cuerpos de seguridad que probablemente son los mayores responsables y culpables de que haya habido tanta muerte.

Yo tengo el encargo, me lo han suplicado las Ligas Populares 28 de Febrero, que lea esta carta; solamente voy a leer una parte porque es muy larga: “En espera de que ésto contribuya a reducir las consecuencias de la confusión que los medios de difusión pública han generado con la tergiversación de las informaciones:

1o.) Nuestra organización niega rotundamente la acusación de haber provocado a los cuerpos de seguridad cuando cometieron la masacre del 29 de octubre.

2o.) Que dicha represión estaba fríamente preparada y que hay numerosos compañeros capturados que aumentan el número de desaparecidos -reos políticos-.

3o.) Que condenamos los aprobiosos actos de saqueo que grupos de ladrones, al amparo de la complicidad de los cuerpos de seguridad, cometieron… en contra de los pequeños comerciantes de la Plaza 14 de Julio, el día de la masacre.

4o.) Que pedimos al Señor Arzobispo, al Socorro Jurídico del Arzobispado, a la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, interceder para lograr garantizar la vida de los capturados, desaparecidos y de los heridos, así como su inmediata libertad…”

También tenemos la valiente declaración de la Comisión de Derechos Humanos, que yo podría también solidarizarme con sus consideraciones y conclusiones finales, cuando dice:

1o.) Que no es por medio de la fuerza militar, del aparato coercitivo del Estado, como se van a solucionar los problemas políticos.

2o.) Que los hechos represivos contrastan con las promesas formuladas por la Junta Revolucionaria del Gobierno, que se comprometió a respetar los derechos humanos y el pluralismo ideológico y demuestra en la práctica una continuidad en el uso de los métodos represivos del gobierno anterior.

3o.) Que por medio de estas acciones violatorias de los derechos humanos, la Junta Militar y su gabinete se aíslan cada vez más de la población y están impidiendo en forma casi irreversible la confianza, credibilidad y apoyo masivo del pueblo; y gestando más angustia, terror y desconfianza.

En consecuencia, condena los hechos denunciados por ser violaciones al derecho a la vida, a la organización, movilización y libertad de pensamiento. Exige el cese inmediato de los métodos represivos en contra de la población, y se respeta efectivamente como se prometió los derechos humanos. Hace un llamado a los elementos civiles y de la juventud militar, honestos y consecuentes que se encuentran todavía integrando el gabinete y la Junta Militar para que hagan todo lo que esté a su alcance para lograr el respeto efectivo e inmediato del derecho a la vida, a la integridad personal, la organización, a la libertad de reunión y al hecho de discentir ideológicamente…

El martes hubo un enfrentamiento entre los manifestantes e infantes de marina de Estados Unidos. Los resultados son elocuentes: la manifestación fue disuelta con gases lacrimógenos sin tener que lamentar ningún muerto, sino sólo algunos heridos leves. En cambio, las manifestaciones disueltas por nuestros cuerpos de seguridad causaron muertos y heridos…

Quizás los cuerpos de seguridad están reprimiendo en una forma brutal, más brutal que en el régimen anterior, porque tratan de evitar el que gane credibilidad este nuevo gobierno… Y esta palabra la digo, precisamente, porque creo en la honestidad de una juventud militar que puede darle el verdadero rostro que la Constitución  quiere, a nuestro ejército. Pero mientras no haya más energía en esta destitución de su verdadera dignidad, podrán ser juguetes de los que siempre han manipulado hasta lo más sagrado de nuestra patria… Entre los miembros de los cuerpos de seguridad hay quienes son responsables de los crímenes pasados y temen ser desenmascarados y enjuiciados por este régimen…

Quiero contarles una trágica experiencia del jueves por la noche. Las Ligas Populares tenían cautivo a un guardia que intentó meterse con arma al templo de El Rosario; y hacia la noche me dijeron que la situación era bien peligrosa porque el cuartel de la Guardia estaba dispuesto a irlo sacar vivo o muerto, y que viera si podía interceder. Con mucho gusto fui a buscar solución pacífica a este grave asunto. También llegó el Señor Fiscal, otros sacerdotes y nos dimos cuenta que el problema no existía. Sí estaba preso el guardia, porque intentó meterse con armas y los de las Ligas lo tenían cautivo, pero habían llamado al Fiscal para entregárselo a él, y no había llegado. En cambio había llegado la noticia a la Guardia de que lo estaban torturando y de que lo iban a matar poco a poco.

Yo soy testigo de que lo entregaron cuando ya casi a la una de la mañana la Guardia estaba rodeando la Iglesia y amenazaba lanzar todo su cuartel si no lo entregaban. ¡Fueron momentos bien difíciles! Apresuré a las Ligas, junto con los intermediarios, a que entregaran a ese hombre y de hecho lo entregaron y se sosegó la tormenta que se veía venir. Pero lo que estoy diciendo aquí, la agresividad, la he sentido de cerca; pero al mismo tiempo notaba también en jefes jóvenes el afán de poner calma y la capacidad de dialogar. Pero en los otros sectores, una agresividad casi incontrolable. Esto me está diciendo, hermanos, lo que estoy queriendo confirmar aquí, que es necesario una depuración, pero prudente.

Luego sucedía cosa parecida con el cuerpo de la Policía, que según había ido a mal informar, estaban también presos dos policías, y no había nadie. Hasta que admitieron un cateo. Yo personalmente los acompañé y no había nadie ni entre los muertos, ni entre los vivos; eran 21 cadáveres allí. Así se sosegó también esta nueva segunda fase de la tempestad del jueves en la noche.

Pero me doy cuenta que si estamos viviendo así, separados por un abismo de desconfianzas y de temores, el mal existe y es necesario que estos agentes de la seguridad tengan en cuenta que ellos muchas veces han sido mandados y que en un caso de depuración de los cuerpos

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