Ilustrísimo Monseñor Encargado de Negocios de la Santa Sede, queridos hermanos sacerdotes y fieles:
En su breve pontificado, Juan Pablo I, nos da la impresión que solamente tuvo el tiempo para dar al mundo la respuesta breve, pero densa que Dios da al mundo actual. La historia se encargará de recoger esas facetas tan ricas, que ya van en los comentarios de toda la comunidad universal de la Iglesia, porque en el breve espacio de un mes, Juan Pablo se ganó el corazón del mundo. Sería imposible pues -ahora, al venir a celebrar la oración solemne de la Arquidiócesis por su eterno descanso y animar su esperanza de una Iglesia que se levanta de la tumba de cada Papa para seguir adelante- sería imposible, digo, recoger toda la historia de estos 33 días breves, porque era precisamente eso: La respuesta de Dios al mundo actual.
Inspirándome en ese pensamiento, yo sólo quiero destacar estos tres aspectos: Lo jerárquico, lo cristiano y lo mariano. LO JERARQUICO
¿Por qué Dios nos está llamando la atención, en tan breve tiempo, hacia la cumbre de la jerarquía? En menos de dos meses, dos muertes y dos elecciones del Pastor Supremo de la Iglesia. Es la máxima expresión de la autoridad que Cristo quiso poner para gobernar al pueblo que él congregaba, como sucesor de la alianza entre Dios y el pueblo. La jerarquía, llevada por los hombres frágiles indica una voluntad de Dios, sea el canal por donde se orienta y se gobierna la Iglesia. Pero como signo sacramental de esa verdad eterna y de esa gracia eterna que se da a los hombres, la jerarquía no es toda la gracia de Dios ni es toda la verdad de Dios, es un signo de que Dios quiere comunicarse con los hombres, y por eso el mundo exige a esa jerarquía la transparencia del espíritu que debe de comunicar y al mismo tiempo comprende, que no puede la jerarquía agotar toda la riqueza que Dios quiere comunicar al mundo, y que la jerarquía no es más que el instrumento sacramental por donde Dios transmite su verdad y su gracia a la Iglesia.
Así también, podemos decir que la Iglesia no es todo el Reino de Dios. Si la jerarquía es como el esqueleto de la Iglesia, la Iglesia misma que reclama de esa jerarquía transparencia, plenitud de Dios, comprende que ella sola no está más que como un pueblo congregado por Dios en torno de esa jerarquía; pero al servicio del Reino de Dios y del mundo entero, y que por tanto, todo su esfuerzo como Iglesia jerárquica no puede concentrarse en una autocontemplación. La Iglesia no es un fin en sí; y mucho menos lo jerárquico, no es un fin en sí. La jerarquía para la Iglesia y la Iglesia para el mundo. Por eso, cuando muere un Papa el mundo entero, y desde luego la Iglesia entera, clava sus miradas en Roma, sabiendo que allí está el signo de este pueblo de Dios; pero que este pueblo de Dios peregrino y misionero, tiene que fijarse más bien en un segundo aspecto que yo quiero traer ahora a propósito del Papa que muere. LO CRISTIANO
El Papa es grande, porque Dios lo ha escogido para ser su Vicario en la tierra. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Tú eres la piedra de consistencia en la cual toma unidad y estilo la Iglesia que Yo, Cristo, construyo. No la construye el Papa ni los Obispos, no somos más que los humildes peones del gran artífice de la Iglesia. Construiré mi Iglesia y si las puertas del infierno y de la muerte no prevalecen, no es porque descanse en los hombros frágiles que apenas pueden soportar un mes la tremenda carga, sino porque ese símbolo del Papa está sostenido por lo que es vida eterna, lo inmortal, lo santo, lo divino: Cristo, Nuestro Señor. Y ésto es lo que hace grande a Juan Pablo, como a los últimos Pontífices tan santos y tan cristianos: Ser cristiano y tratar de traducirse en instrumento del cristianismo para el mundo, hablar de Cristo. Porque Juan Pablo, podía decirse de él lo que el Evangelio de San Juan dice el primer Juan cristiano: «No era él la luz, pero vino a señalar la luz». Y si Juan Pablo encendió una lámpara que ilumino toda la noche en que murió y que amaneció iluminando el día de la historia; y esa luz, es la luz de Cristo -la luz de Cristo, la luz de la Iglesia- es porque señaló los caminos de la verdad Iglesia. Dicen que murió con el libro de La Imitación de Cristo y que mientras leía, la luz quedó encendida y en sus manos el librito de Kempis, La Imitación de Cristo.
Sea o no sea, lo cierto es que es un gran seguidor de Cristo y que Juan Pablo es la expresión auténtica de lo cristiano. Su humildad proverbial, que hasta la hizo la palabra lema de su escudo: «humilitat», que lo hizo congeniar tan profundamente con los niños -porque es la humildad la que hace acariciar al niño como Juan Pablo en las audiencias solemnes- para decirle al mundo de hoy, lo mismo que Cristo, que es necesario hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos.
Humildad que se expresa en la simplicidad de un pontificado que renuncia a la tiara y a la silla gestatoria, y que quiere aparecer como un hombre sencillo que recuerda la pobreza de sus orígenes. Y esta es otra nota auténtica del cristianismo, el Papa pobre, el Papa que recuerda con cariño los días en que tuvo que pasar temporadas sin zapatos, y que tuvo que saborear la pobreza verdadera en el hogar de su padre obrero y de su madre empleada de hospital.
La Iglesia de los pobres no es una demagogia. Es que Cristo también quiso gozar la alegría de ser pobre; y así el Papa nos señalaba ya los caminos de una Iglesia que encuentra en la pobreza, la inspiración auténtica de Cristo que comenzó su predicación: «Bienaventurados los pobres».
Defensor de una doctrina auténtica, sin pretensiones de un inquisidor, sino de una doctrina que se capta en la vivencia misma de la Iglesia y que es garantizada por esa fidelidad con que él se profesa cristiano. También defensor y propugnador de una disciplina que no consistirá en legalismos, sino en condiciones y en amor, porque el amor es el que mueve la Iglesia.
En una palabra, hermanos, el espíritu cristiano. Y porque ese espíritu cristiano es lo que la jerarquía de la Iglesia tiene que llevar al mundo, Juan Pablo es amado por toda la Iglesia porque supo ser no sólo el jerarca que manda y que dispone, sino el cristiano que se pone como ejemplar y que, como Pablo, puede decirle al mundo: «Sed imitadores míos así como yo lo soy de Cristo».
Y por eso, la figura cristiana de Juan Pablo en la cumbre del Pontificado se hace característica también, por esta tercera nota que yo quiero destacar: Lo Mariano.
LO MARIANO
Que encantador resulta en su primera homilía -cuando está recibiendo el homenaje de reyes y de representantes de gobiernos, cuando se siente el pobrecito en la cumbre de los honores de este mundo- decir que invoca a María y que, si María fue su orientación, su guía, su consuelo en los días de su niñez, en los días de su seminario, en los días de su sacerdocio y de su episcopado, la invoca con corazón de niño para que siga siendo su Madre durante su pontificado y poder proclamar con la fe de María, que Cristo es Dios y que la Iglesia tiene que vivir de esa fe, y cuanto más mariana lo sea, lo será más cristiana, porque nadie fue tan cristiana como María, y María le enseñó al corazón del Papa ese sentido cristiano de ternura, de simpatía. María le enseñó sin duda, esa sonrisa amplia que lo caracterizó en el mundo; porque sólo teniendo el corazón de una madre y sintiendo tan íntimamente como María la misión y la santidad de Cristo, se puede ser su representante simpático en la tierra.
Por eso hermanos -y he querido traer esta nota mariana para concluir estos rasgos póstumos de Juan Pablo, porque providencialmente su presencia de cadáver y la Congregación nuestra ahora ante su tumba, es en el mes del Santísimo Rosario- puedo decirles con inmensa satisfacción, que su único mensaje radiofónico que pudo dirigir a nuestra América Latina se refería precisamente a María. Y yo quiero recoger sus palabras, breves como su pontificado, fue un mensaje que no duró más que un poco más de un minuto y que se dirigía al Ecuador, donde se celebraba el 24 de Septiembre la clausura del Tercer Congreso Mariano Nacional. Y sólo Ecuador pudo tener la dicha, entre los países latinoamericanos, de recibir lo que ya soñábamos recibir en Puebla, el mensaje de amor del Papa para América Latina.
«Con sumo gusto -decía el Papa- queremos unir nuestra voz a la vuestra desde esta Roma dentro de la catolicidad, para tributar un homenaje de filial devoción y amor a nuestra Madre del cielo, la Santísima Virgen María. Sabemos que estáis celebrando el Tercer Congreso Mariano Nacional bajo el lema: Ecuador por María, a Cristo.
Haced de este lema todo un programa de vida y de acción apostólica. María, la madre de Cristo, madre de la Iglesia y madre dulcísima de cada uno de nosotros, sea siempre vuestro modelo, vuestra guía, vuestro camino hacia el hermano mayor y salvador de todos: Jesús. Y sea también ella, en este momento difícil y lleno de esperanza, la estrella de la evangelización en Ecuador y en toda la América Latina».
Este fue todo el mensaje del Papa, que terminó bendiciendo a América Latina. Y podemos decir desde esta Diócesis de América Latina, que es la Diócesis de San Salvador, que con este gesto, ya en vísperas de su muerte, el corazón del Papa se unió con el corazón de América para siempre, en un solo amor que caracteriza a América y caracterizó al Papa: El amor a la Santísima Virgen María.
Queridos hermanos, vivamos la lección breve pero densa, como respuesta de Dios al mundo de hoy, que nos deja Juan Pablo. Una Iglesia jerárquica, garantía de su unidad y de su consistencia, pero en servicio a un mundo; y por ésto tiene que ser una Iglesia ante todo cristiana y una Iglesia que se sienta filialmente cariñosa con María la Virgen.
Quiero terminar pidiéndoles una oración muy especial por el Señor Encargado de Negocios de la Santa Sede, que ha tenido la bondad de acompañarnos a pesar de estar en este momento de tribulación -cuando le acaban de avisar que su padre está en una enfermedad muy grave, casi agónica- y ojalá que esta oración por el Papa, por la Santa Sede la que él viene a representar ahora, signifique también pues, una súplica de nuestra Iglesia que siente como suyo el dolor de todos los cristianos, la angustia de todos sus fieles.
Queridos hermanos, adentrémonos en esta Eucaristía porque tenemos tanto que rezarle a Dios; mientras el Papa Juan Pablo ya es nuestro intercesor en el cielo. ¡Nuestra Arquidiócesis de rodillas, enlutada junto a su cadáver, recoge con fe, con amor, con agradecimiento su breve pero densa lección. Así sea.
Al iniciar la homilía quisiera transmitirles, a través de mi modesto servicio de la palabra toda la alegría, todo el optimismo que la liturgia de la palabra quiere darnos este domingo, que podíamos caracterizarlo como el Festín de Dios con los Hombres. Y así será el título de la homilía: «El Festín de Dios con los Hombres»; pero para comprenderlo y situarnos nosotros mismos en el ambiente propicio para recibir este mensaje, quiero recordarles que la línea fundamental de la palabra de Dios que se va recorriendo durante todo este año de 1978, es el evangelio de San Mateo, del cual hemos difundido el esquema; porque como en 7 etapas, el evangelio de Mateo nos va presentando la gran noticia que la Iglesia anuncia al mundo: El Reino de Dios ha venido y se remonta a sus orígenes, meditando como lo hacían las primeras comunidades en cuyo ambiente se escribió el evangelio. Esto que leemos como evangelio de San Mateo es el resultado de profundas y piadosas reflexiones, no fueron escritas inmediatamente después de que Cristo desapareció, sino que los apóstoles predicaban los hechos que habían vivido y los reflexionaban, de modo que en las parábolas no sólo está directamente el pensamiento de Cristo el Señor, sino que va recogiendo ya las preocupaciones de la Iglesia. Y en la sección que se comentó el domingo pasado, los capítulos 19 al 25, se trata de cómo la sexta estrofa del evangelio de San Mateo, la crisis que prepara el advenimiento definitivo del Reino de Dios, una crisis suscitada por la oposición creciente de los jefes judíos, y anunciada por el mismo Divino Maestro, en lo que va a coronar toda esta hermosa sección, el discurso escatológico, es decir, ya Cristo ha entrado a Jerusalén y estos episodios tienen lugar en vísperas ya de su muerte; en una lucha ya definitiva de pensamiento, con aquellos a quienes él quiere mostrarles con palabra clara que no se opongan al Reino. Si a causa de su oposición orgullosa se les va a quitar el Reino para darlo a los gentiles, como diciéndoles, todavía es tiempo, ábranse a la conversión, se dirige a los dirigentes judíos. Qué tremenda responsabilidad la de los dirigentes de los pueblos, porque ellos conducen al pueblo. Por eso hermanos, yo quisiera que mi palabra como dirigente espiritual, la comprendieran en el mismo sentido en que el Evangelio se sitúa. Tiene que chocar, no puede agradar a todos, habrá ver quiénes lo rechacen, y Cristo nos dio ejemplo. Quienes lo rechazaron, fueron precisamente los dirigentes que le echaban la culpa a Cristo de estar torciendo la historia de Israel; y Cristo no la torcía, Cristo la orientaba a su verdadero destino. Ellos eran los que la torcían.
Es necesario ponerse en este ambiente para comprender el lenguaje actual de la Iglesia. Un lenguaje que no es político, ni subversivo, que no busca la rebelión. Es un lenguaje que predica el amor, pero diciéndole al pueblo: Por aquí hay que ir. Y les dice también a quienes están orientando por otro lado: Eso es torcer el camino.
Estamos por otra parte, al final del Año Litúrgico. Ya en los primeros días de diciembre, a fines de noviembre, va a comenzar el Año Litúrgico con el primer domingo de Adviento. Debemos de situarnos como el alumno ya en este tiempo recogiendo el fruto del año en sus exámenes, en sus graduaciones, en sus fiestas de promoción. Ojalá que para nosotros estos últimos domingos, marquen también una preocupación, la del bachiller que se prepara a sus exámenes privados, cuánto se desvela, cuánto se preocupa para sacar su bachillerato. Mucho más grande que un bachillerato es un curso de Año Litúrgico. Alguien, me halagó mucho una comparación cuando me dijo: «Que su homilía en los domingos, es como una cátedra de universidad». Nunca he pretendido tanta cosa, sino ser un humilde catequista, un evangelizador del pueblo, nada más. Pero ciertamente que vale mucho más que todas las cátedras de las ciencias de los hombres, la humilde cátedra de la evangelización que señala a los hombres, el verdadero sentido de la vida, sus verdaderas relaciones con Dios, sus responsabilidades en la Sociedad y ésto es lo que hemos tratado de hacer. Por eso les advierto pues, que nos encontramos ya finalizando el Año Litúrgico, con el evangelio de San Mateo y ya comenzará otro año. Como quien dice otro curso, con otro evangelio, pero siempre es Cristo el maestro.
Ahora comprendemos como el Evangelio no es el mismo, de esta semana y del domingo pasado y de los anteriores y de los futuros. Sí, el Evangelio es el mismo, pero el marco histórico en que se reflexiona, qué distinto era la comunidad donde Mateo reflexionaba para escribir su Evangelio, y ahora que leemos a Mateo en el marco concreto de la comunidad de la Catedral y de aquellos lugares, donde se está en sintonía para reflexionar el mismo mensaje de Nuestro Señor Jesucristo. Por eso acostumbro, hermanos, y a mí es quien más me molesta, ser como un cronista de la semana, porque en esta crónica semanal, no solamente tenemos que evocar esa vida sencilla, floreciente, fervorosa de nuestra Iglesia; sino también el marco de oposición, de persecución, de mala comprensión que rodea a esta comunidad que quiere vivir y orientar según Cristo.
La Iglesia en esta semana podíamos definirla con rasgos muy simpáticos, como este: En esta próxima semana, el jueves, va a cumplir 20 años de vida sacerdotal, un grupo de sacerdotes que están trabajando activamente en nuestra Diócesis. El P. Carlos Mejía, párroco de Flor Blanca; el P. Roberto Crespín, de Ciudad Delgado; el P. Benjamín Rodríguez, de Jayaque; el P. Modesto Villarán, de Soyapango y dentro de pocos días más, el 25 de octubre, cumplirán sus bodas de plata sacerdotales, el P. Roberto Amílcar Torruella y el P. Sergio Moreno. Y en este ambiente de nuestros sacerdotes, colaboradores directos, tenemos que ratificar la defensa que hizo nuestro boletín del Arzobispado, del P. Benito Alfaro, con testimonios oficiales del mismo Alcalde y Juez y feligreses de su parroquia. También la aclaración que se ha hecho de los sacerdotes David Rodríguez, Trinidad Nieto y del Br. Guillermo Cuéllar, capturados injustamente también.
En este marco de nuestra vida de Iglesia, esta comunidad que está reflexionando hoy, celebramos hoy el día de Santa Teresa de Jesús. La religiosa española que supo traducir a la edad moderna todo el espíritu del Carmelo, y del cual tenemos aquí en El Salvador, magníficos exponentes en los PP. Carmelitas que rigen la parroquia de la Colonia Roma; las religiosas Carmelitas de San José que tienen el Colegio Belén, un centro de promoción en la Colonia Utila de Santa Tecla y varios centros pastorales directos, como Ciudad Barrios, Apulo, etc. Lo mismo las Carmelitas de Santa Teresa, que tienen el Colegio Santa Teresa, donde tuve la oportunidad de celebrarles la Santa Misa y compartir con su vida espiritual carmelitana unos momentos, el Hospital de la Divina Providencia y el trabajo directo de pastoral en San Ramón, y proyectan para servicio de nuestra Sociedad, también otros centros asistenciales. Lo mismo las Carmelitas misioneras que hace 25 años vinieron de España y que trabajan entre nosotros en la Policlínica Salvadoreña y directamente con nuestro pueblo en el Plan del Pino y en la Laguna de Chalatenango. En esta vida religiosa, también, quiero traerles con alegría la noticia de una reunión de las religiosas de la Asunción, de todas sus comunidades que trabajan en El Salvador, para profundizar y poner más al servicio de nuestro pueblo el carisma de su fundación, porque eso es la vida religiosa, unas mujeres o unos hombres llamados por Dios a recibir una experiencia espiritual que se llama Carisma; no para ellos solamente, sino como la Iglesia para el servicio del pueblo de Dios. También es la comunidad, Iglesia, la que se ofrecía a mi experiencia en esta semana en el Calvario de Santa Tecla, la noche del domingo pasado. ¡Qué fervor, qué alegría! en aquél ambiente de fiesta.
En la Comunidad de Soyapango, donde en honor de la Virgen del Rosario, las comunidades de base se reunieron a una hermosa y fervorosa convivencia. En el cantón La Loma, de San Pedro Perulapán, donde también la comunidad se notaba muy tímida; sin embargo muy valiente asistió a la misa que se celebra allá, por los dos pobres campesinos asesinados, cuya muerte sigue en el misterio y que aparecieron allí por la carretera de Apulo. ¿Por qué esa timidez?. ¿por qué ese miedo?, lo pude constatar de cerca. Un grupo de ORDEN se acerca a la celebración de la misa con sus machetes en una pose de autoridad, como si no tuviera confianza en el Obispo y en los sacerdotes y en las religiosas que estaban allí con sus fieles; amenazantes. Yo quisiera decirles a mis queridos hermanos, que la autoridad es para el servicio, no para atemorizar. También, en el mismo Soyapango, una reunión de laicos para reflexionar sobre la Carta Pastoral, les agradezco y los felicito; porque la mente de la Arquidiócesis acerca de las organizaciones populares está definida en esa carta, que por tanto, obliga a nuestra Arquidiócesis. Para cada Diócesis, es el Obispo el responsable del Magisterio y de la disciplina eclesiástica; por tanto yo les digo a todos los sacerdotes, religiosas y fieles, que en materia de organizaciones populares, la doctrina de la Iglesia auténtica para nuestra Arquidiócesis, es la que les ha presentado su Arzobispo y a ella tienen que atenerse; mientras no venga una disposición de la Santa Sede, es este, el Obispo, el responsable. Cada Obispo en su propia Diócesis, es el Maestro y el conductor espiritual.
De Apopa, nos llega también la queja de no dar ayuda al servicio de Cáritas en algún Cantón. Recuérdense que Cáritas es la mano extendida de la Caridad de la Iglesia y quisiéramos hacerla una organización de verdadero servicio de caridad. Ayúdennos, no nos estorben.
Por otra parte, la Comunidad Arquidiócesis se alegra en que en estos días, en bonitos, significativos festivales de la clausura de los colegios y escuelas Católicas, se está recogiendo la cosecha del trabajo pastoral de los colegios. Ojalá todos los colegios católicos, puedan sentir al final del año, la alegría de no haber sido simplemente un colegio de enseñanza oficial; sino que tiene que ser el vocero de la evangelización, que valiéndose de los programas oficiales, a los que tiene que respetar como verdadero ciudadano, el espíritu que anima a la enseñanza del colegio católico, tiene que estar en sintonía con el Pastor responsable de la vida de la Iglesia, ya que los colegios y las escuelas católicos, pertenecen a la vida de la Iglesia, o no son católicos.
Alegrarme también con ustedes, queridos hermanos que asisten a la Catedral, porque nuestra Misa ha sido objeto de crónicas de carácter internacional. Ustedes tal vez no se dieron cuenta el 24 de septiembre, día de la Virgen de Mercedes, estuvo entre nosotros un periodista de la Prensa Asociada que describió nuestra Misa en un reportaje que se publicó en el extranjero y que aquí en el país no se publicó, porque se refería a aquel ambiente tan triste frente a la Catedral un parque o gente armada.
También en la Misa del domingo recién pasado, tuvimos aquí el honor, de que la televisión holandesa filmara nuestra Misa, como lo hizo en la noche en el Calvario de Santa Tecla, llevándose una impresión muy grata de sentir en la Catedral, el palpitar de un pueblo que de veras asiste a Misa no en forma pasiva, sino que en su silencio y en su oración, en su atención a la palabra de Dios, está siendo verdaderamente una participación viva. Yo les quiero agradecer queridos hermanos que llenan la Catedral; porque la presencia de ustedes es ánimo para el Pastor y también ejemplo, por lo que les acabo de decir, no sólo para nuestra Diócesis, sino más allá de nuestras fronteras.
Quiero traer un recuerdo personal también, perdónenme, y es que hoy celebramos el 7o. aniversario de la muerte de un gran amigo migueleño, don César Augusto Osegueda, quien luchó desde su periódico, el Diario de Oriente, por estos aspectos de Derechos Humanos, por los cuales estamos empeñados ahora.
Lo mismo, agradecer a una viejecita enferma de San Ramón, que en una bonita carta, recuerda con nostalgia sus trabajos por la Iglesia y que ahora ofrece nada más su enfermedad y su buena voluntad. Y le diré que es mejor, si eso queridos hermanos, ustedes los enfermos, los ancianos, los que no han podido venir, son precisamente la riqueza, como acaba de decir el Papa Juan Pablo I, son la riqueza de la Iglesia. Yo les agradezco a todos estos queridos enfermos que le den a su enfermedad, a su incapacidad, a sus achaques, a su vejez, sentido apostólico, ofreciéndolo todo por la gloria de Dios. La persona a que me refiero es la niña Adela Morataya viuda de Hernández. Ojalá tuviera muchos imitadores en ofrecer al Señor, el tesoro de sus méritos personales.
Este es el ambiente como Iglesia nuestra, esta es la Iglesia que está meditando la palabra del Señor esta mañana, y con esa palabra del Señor, iluminará las realidades que se oponen y le hacen crisis al expandimiento de este Reino de Dios, como lo voy a decir un poco después.
Ahora sólo quiero que saquemos de la lectura de la palabra de Dios, estos tres pensamientos bajo el título que ya les insinué para esta homilía: El Festín de Dios con los Hombres. El primer pensamiento es: Dios prepara un festín con los hombres; el segundo pensamiento es: Dios hace a la Iglesia mensajera de su festín para todos los hombres; y tercer pensamiento: Los invitados son todos los hombres, pero no todos fueron dignos de la invitación.
Dios prepara un festín y el motivo es porque celebraba las bodas de su Hijo. Qué bella manera de reflexionar, San Mateo y sus primeros cristianos, en la redención de los hombres, en el misterio de la encarnación. La Redención es una iniciativa de Dios, que quiere para salvar esta humanidad caía en el pecado, hacer de esa humanidad pecadora, una esposa para su Hijo. Y el momento en que el Verbo se hizo carne en las entrañas de María, es el momento del desposorio entre Dios y los hombres. Aquel fruto de las entrañas virginales de María, es la representación de la humanidad -dice el Catecismo- en ese momento, Dios creó un cuerpo humano al cual le infundió un alma humana, pero por persona humana le dio nada menos que la persona de Dios. Todos nosotros cuando hemos sido concebido en el vientre de nuestras madres, hemos sido esos tres elementos: Cuerpo, alma, persona. Pero nuestra persona no es divina y esta es la gran diferencia con aquel producto de las entrañas de María. En cuanto al cuerpo y al alma, igual que todos nosotros, Cristo no tiene una carne distinta de los hombres, un hombre como todos. Pero es asumido por la persona divina y por eso ese hombre es también Dios, porque la persona de Dios sustenta todos los actos espirituales y corporales de Jesucristo. Esto es lo que los teólogos llaman la unión hipostática. Palabra griega que quiere decir personal. Hipóstasis quiere decir persona, unión en la persona del Verbo.
Este es el desposorio maravilloso de la naturaleza humana. Alma y cuerpo de un hombre con la naturaleza divina en la persona del Verbo. Hemos recordado brevemente, en la reflexión del evangelio, el misterio de la encarnación. Por eso, todos ustedes, los casados, se casan para dar al mundo una representación de este desposorio. San Pablo cuando les habla a los que contraen matrimonio, les dicen: Gran misterio, pero yo lo digo refiriéndome a Cristo y su Iglesia, la humanidad redimida, la humanidad que prolonga ese cuerpo y esa alma formada en las entrañas de María, pero luego encarnándose por el bautismo en todos los hombres, es la Iglesia. Todos los bautizados somos ya naturaleza unida a Cristo. Y entonces el que se casa, representa esa unión misteriosa. ¡Ah! Si lo comprendieran todos los que reciben el sacramento matrimonial, qué grande es el amor del esposo y de la esposa, como el que Cristo tiene a su Iglesia y como el que la humanidad redimida tiene a su Redentor.
Si lo comprendieran todos aquellos para quienes lo mismo es vivir amancebado, es decir, sin el sacramento, sin darle una significación divina a su amor de hombre y de mujer. Esta es la gran diferencia, entre el amancebamiento pueden amarse mucho dos personas que se han unido para vivir toda la vida unidos en familia; pero no han bendecido su unión con el sacramento, no lo han elevado al significado de la unión misteriosa de Cristo y de la humanidad redimida.
Cuando se ve pasar por el mundo un matrimonio cristiano, santo, uno no puede menos que descubrir a través de ese amor, en su fe, en el esposo, el amor infinito de Cristo a su Iglesia; y en la esposa, el amor fiel de todos ustedes queridos hermanos, todos los que formamos la Iglesia, imagínese qué riqueza de santidad. Decía antes de la viejecita que ofrece su sacrificio a Dios, de la religiosa que se consagra en un espíritu al Señor, del sacerdote que cumple 25 años de vida entregado al Señor, todo eso es Iglesia, amor de Iglesia. El mártir que da su vida por el Señor, el catequista que no le importa la persecución, sino que morir por Cristo si es necesario, todo eso es amor de esposa, amor de Iglesia.
Este es el festín que el Señor está celebrando con los hombres. Y para representarlo mejor, los profetas lo anunciaron con figuras, tan poéticas como la de Isaías en esta mañana: «En este monte voy a celebrar con todos los pueblos -miren la encarnación ya extendida al universo- un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera, manjares injundiosos, vinos generosos». Son imágenes materiales para expresar lo que nosotros cristianos redimidos, tenemos en nuestra Iglesia: La gracia de Dios, los carismas, la riqueza de su perdón, la alegría de la conciencia tranquila, la vocación seguida con fidelidad. Todo eso es superior a una mesa servida con vinos y manjares generosos. La Misa de cada domingo, no les parece a ustedes, hermanos, que aún sin servir aquí vinos ni viandas, cuando salimos de la Catedral, salimos como quien sale del banquete de un rey. ¡Más que Rey!, hemos estado con Dios y quienes han estado preparados se han acercado a recibir el pan celestial, el banquete del Rey que celebra las bodas de su Hijo. Qué hermosa es la Comunión, que bella es la Eucaristía.
Pero el mismo profeta, remontándose ya de la imagen material al significado espiritual de este festín de Dios, fíjense que bellas expresiones: «Aquí, en este monte, arrancaré el velo que cubre todos los pueblos, el paño que tapa a todas las naciones. Aquí el Señor aniquilará la muerte para siempre. Aquí Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y el oprobio de su pueblo se alejará de todo el país». ¿No es para cantar un canto de esperanza y llenarse de optimismo, saber que este cristianismo que nos vino con Cristo a través de la Virgen María y encarnándose en todos los hombres que tienen fe, es una presencia de un Dios que nos está prometiendo? No, hermanos, El Salvador no tiene que vivir siempre así. Arrancaré aquí ese velo de ignominia que lo está cubriendo en todos sus pueblos. Enjugaré las lágrimas de tantas madres que ya no tienen ni lágrimas de tanto llorar, porque sus hijos no aparecen. Aquí también, se arrancará el dolor de tantos hogares que sufren en este domingo el misterio del secuestro de seres queridos o el asesinato o la tortura o el tormento. Eso no es de Dios. El festín de Dios vendrá, esperen la hora del Señor, tengamos fe, todo ésto pasará como una pesadilla de la Patria y despertaremos al gran festín del Señor. Llenémonos de esta esperanza.
Entonces la Iglesia, es ese monte que significativamente Isaías señala. El Monte Sión, donde se construyó el Templo de Jerusalén, era como el centro simbólico del encuentro de Dios con su pueblo, con quien celebra unas bodas, una alianza, un pacto. Porque ese es el matrimonio. Y a quien no pueda comprender como puede compararse el amor de Dios a los hombres, con un matrimonio, les diré: Es un pacto, es una alianza. Como el novio que le dice a la novia: ¿Te sientes capaz de casarte conmigo para toda la vida? y el venirse a arrodillar ante el altar ellos dos, es precisamente un pacto que Dios ratifica. Lo que Dios ha unido, nadie lo puede separar. Así estaba Dios unido con este monte santo, símbolo de su amor a su pueblo predilecto, a Israel.
Pero resulta que este monte -y estoy llegando ya a mi segundo pensamiento- es la Iglesia mensajera del festín de Dios. La Iglesia heredó toda esa belleza del Monte de Sión, toda esa riqueza de las promesas de Dios hechas a Abraham y a todo su pueblo israelita. En Cristo Jesús pasó toda esa rica herencia al pueblo cristiano y este pueblo cristiano tiene el signo de una Iglesia y también su monte santo. Hoy precisamente, la atención del mundo está dirigida a ese Monte Santo. Ustedes saben -tal vez lo oyeron por la Voz de América- en las primeras horas de esta mañana, anunciaba que en Roma había salido ya la primera fumata de la Capilla Sixtina, humo negro, al mediodía del domingo, recuerden que van ellos siete horas adelante. No tenemos todavía al elegido, pero el mundo entero tiene su mirada clavada en esa chimenea. Apenas salga humo blanco, habrá alegría en todo el mundo. Un cardenal saldrá al balcón del Monte Santo a decir al mundo: ¡Os anuncio un gran gozo, ya tenemos Papa! Y anunciará el nombre del Cardenal y el nombre que ha asumido como Papa.
Queridos hermanos, ésto es bello, pero la Iglesia no es sólo el Vaticano. Allá está la expresión más acabada, el Pastor Supremo, pero alrededor del mundo este banquete hecho para celebrarlo con todos los hombres del mundo, la Iglesia expandida como mensajera del festín de Dios. Los Obispos como les dije antes, somos los responsables de cada Diócesis, si existen organizaciones de obispos, son de carácter eclesiástico; pero el responsable ante Dios de su Diócesis es el Obispo. Sobre el Obispo no hay más responsabilidad que la del Papa. El es el mensajero, el que traza el camino hacia ese festín. Y yo les agradezco hermanos, sus múltiples pruebas de solidaridad con su Pastor, porque no es a mí a quien siguen, sino al festín de Nuestro Señor.
¿Cómo traducimos este festín de Dios en la Iglesia? Yo he marcado, para que lo reflexionemos esta mañana, este texto del Concilio Vaticano II, cuando dice: «A la Sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente, quienes poseyendo el espíritu de Cristo» -aquí está la primera riqueza que la Iglesia tiene, el espíritu de Cristo- «aceptan la totalidad de su organización». La Iglesia es una Sociedad organizada jerárquicamente y el Obispo es el jerarca directo, responsable de la Diócesis. Naturalmente que el obispo está en comunión con el Papa, único al que tiene que rendirle cuenta; y los fieles que prescindieran del Obispo pasando por encima de él para creer en la Conferencia Episcopal o en el Papa, no están aceptando la organización completa de la Iglesia, y aceptan también todos los medios de salvación establecidos en Ella. He aquí otra riqueza del festín. Lo que estamos celebrando ahora: La Eucaristía, la comunión, el perdón en el confesionario, el bautismo de los niños, la bendición de los matrimonios, la ordenación sacerdotal, los institutos donde las religiosas y los religiosos viven su vida consagrada al Señor, todo ésto son medios de salvación establecidos en Ella y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, él cual rige esta Iglesia mediante el Sumo Pontífice y los Obispos por los vínculos de la profesión de fe de los sacramentos, del Gobierno y comunión Eclesiástica.
Entonces, en este breve pasaje del Concilio, está traducido al lenguaje de Iglesia, al lenguaje de Concilio Vaticano II, toda la bella profecía de Isaías. Todo el banquete de Dios en este Monte Santo para llamar a todos los pueblos, es eso que instituyó Cristo y lo confió a esta organización, a esta institución que se llama la Iglesia.
Entonces me podrán preguntar ustedes -y yo les voy a responder- ¿cómo puede haber salvación fuera de la Iglesia? El mismo Concilio que dice: «Que todo aquel que llegado a conocer la organización de la Iglesia católica como instrumento donde están todos los medios de la salvación, no la acepta, con todos sus medios, no se puede salvar». El que lo conoce y en este caso hermanos, me da mucha tristeza pensar que en nuestra Diócesis hay muchos, y quien sabe si sacerdotes también, y quién sabe si religiosas e instituciones católicas, que no aceptan la totalidad de la Institución, no van camino de salvación. Pero el caso de aquellos que no conocen esta Institución en el sacerdote no se puede alegrar ignorancia, él ha estudiado la institución Iglesia, ni en un cristiano medianamente instruido; pero puede haber en un ambiente donde no hay instrucción; religiosa, quienes no conozcan y a estos dice el Concilio: «Quienes ignorando, sin culpa, el evangelio de Cristo y su Iglesia, buscan no obstante a Dios con un corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la gracia, en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna».
«Qué consolador es pensar que también aquellos que no por mala voluntad, sino por ignorancia, no conocen estos medios que la Iglesia les ofrece; pero tratan de vivir honestamente, santamente. La gracia de Dios se les dará por caminos que no son los sacramentos, les llegará la gracia, el Espíritu Santo, Cristo; porque sin Cristo no hay salvación, pero lo tendrán a su manera». Estos son los mensajeros de la Iglesia, y estoy hablando también… Voy a mencionar aquí queridos hermanos, la segunda lectura de San Pablo, porque es el modelo de los mensajeros de la Iglesia. Ya les puse el marco ambiental en que fue escrita la carta que se viene leyendo ya hace tres domingos, la carta de San Pablo a los Filipenses fue escrita en la prisión. Pablo está temeroso como todos los prisioneros, ¿qué van a hacer conmigo?; sin embargo, lleno de una gran confianza, agradece a los filipenses que le han mandado por medio de un cristiano ayuda económica; y agradeciendo esa ayuda económica, es donde pronuncia las palabras que hoy se han leído: Les agradezco que hayan compartido conmigo por medio de su limosna, la tribulación, pero con una sana independencia de los bienes materiales -este es el apóstol- Pablo les dice: Pero sepan que yo, estoy entrenado para todo y en todo. La hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. O sea, muchas gracias, porque me dan de comer, pero si aquí en la cárcel me estuviera muriendo y nadie se acordara de mí, sepan que confío en el Señor y que la dádiva que ustedes han puesto en mis manos y que yo les agradezco, la recibo, porque en pago, mi Dios proveerá a vuestras necesidades con magnificiencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
Qué bella actitud la del hombre independiente, la del hombre que no hace consistir su predicación y su Iglesia en el apoyo del dinero. Esto nos está costando mucho en nuestra Iglesia, hermanos. Esta autonomía del ídolo dinero, del ídolo poder y presentarnos al mundo como Pablo, audazmente libre. Agradecer al que nos da, pero sepan que no son necesarios, que por eso no me van a condicionar mi predicación. ¡Muchas gracias!, pero sepan que yo me debo a Dios y no a ustedes. ¡Muchas gracias!, pero sepan que aunque ustedes se hubieran olvidado de mí, yo los amaría lo mismo y les predicaría lo mismo. Este es el mensaje del festín de Dios, de veras hermanos. Y yo quiero invocar este valor y esta independencia, esta audacia del predicador auténtico, de Pablo, para decirle a todos los catequistas, a todos los sacerdotes, a todas las instituciones católicas, a todos los que quieren vivir una Iglesia evangélica y auténtica: Independicémonos en el sentido no soberbio y orgulloso, sino en el sentido de adorar al único Dios y de poner en Dios toda nuestra confianza. Todo lo puedo en aquel que es mi fortaleza. El sí, mi fortaleza es el Señor. Mi riqueza es Cristo. Mi esperanza es el Señor, en él se salvará mi Patria. A él oro, en él confío, a él predico. Esto y cuánto más auténticamente lo crean, sentirán más riqueza del festín de Dios en sus propios corazones.
Mientras quieran estar compaginando la confianza en Cristo y la confianza en el dinero, no gozan el festín de Dios.
Por eso, finalmente hermanos, ¿quiénes son los invitados? Y según las lecturas de hoy, hemos escuchado a Isaías: Dios prepara para todos los pueblos y arrancará el velo de ignominia que cubre a todos los pueblos. Todos son llamados. Y cuando el Señor, en el banquete preparado para la boda de su hijo manda a llamar, fíjense que hay dos llamamientos: Un llamamiento al pueblo predilecto, privilegiado Israel; pero ellos no fueron dignos. Acuérdense el marco en que está hablando Jesús. Ultima semana de su vida. Ese climax de lucha, de antagonismo entre el verdadero evangelio que él predica y la falsa religión que han entablado los fariseos y los dirigentes del pueblo de Judea, esa lucha está llegando al desenlace trágico de la crucifixión, pero Cristo no cesa y a ellos directamente les hecha en cara: No han sido dignos de la invitación de Dios. No es que se predique el evangelio sólo a los pobres, también está llamando a los ricos; pero para comprenderlo, es necesario sentir alma de pobre y eso es lo difícil. Autonomía de los bienes materiales para sentir la única necesidad de Dios, sólo así se puede aceptar el Reino de Dios y desearlo.
Aquí nos está dando Cristo pues, la respuesta a una calumnia que se oye muy frecuente ¿por qué la Iglesia sólo le está predicando a los pobres? ¿Por qué Iglesia de los pobres? ¿Qué acaso los ricos no tenemos alma? Claro que sí, y los amamos entrañablemente y deseamos que se salven, que no vayan a parecer aprisionados en su propia idolatría, les pedimos espiritualizarse, hacerse almas de pobres; sentir la necesidad, la angustia del necesitado. Entonces dice el rey: Salgan a los caminos, allá adonde va el pobre pueblo, llámenlos, traínganlos; y entonces se llenó la sala que había sido preparada para los predilectos, pero no fueron dignos. Entonces se llenó de toda clase de gente. Y entonces viene una segunda parábola: Entonces entró el rey a presentarse a los invitados, pero encontró uno que no llevaba el vestido de fiesta, es una falta de cortesía, por más pobre que sea un hombre, llamado a un festín de esta clase, aunque sea con su propia remendada, pero limpia, trata de presentarse lo más decente. Se ve que este individuo pues, era uno de esos tipos que no le dan importancia a las atenciones y ésto también, no es cortesía.
La Iglesia tampoco puede estar por esa falta de educación. Y el Señor se enfrenta al hombre, que a pesar de toda la bondad del Señor de llamar a los pobres, se hace indigno y le dice: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de fiesta?» El otro no abrió la boca, no tenía razones que oponer, había faltado y aquí está una gran lección. El Concilio Vaticano II, cuando nos ha dicho ese pensamiento que les leí primero, que en la Iglesia de Dios están todos los medios para salvarse, añade también una palabra terrible: «No se salva sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia en Cuerpo, pero no en corazón». No basta venir a Misa el domingo; no basta llamarse católico; no basta llevar al niño a bautizarlo, aunque sea en una gran fiesta de sociedad. No basta apariencias, Dios no se paga de apariencias. Dios quiere el vestido de la justicia; Dios quiere a sus cristianos revestidos de amor; Dios quiere a los que participan en su festín que hagan un esfuerzo personal, porque Cristo es el principal en salvarnos, pero no te salvarás sin tí, decía San Agustín. No te salvarás sin ti, el que te pudo crear sin tí. Para crearte sí, no necesitó tu consentimiento; pero para salvarte, necesita el uso de tu libertad, que sepas usar tus bienes, tu persona, tus cosas. Libremente, con sentido de justicia y de caridad.
Queridos hermanos, esta es la lección preciosa del festín de Dios con los hombres. ¿Quiénes son los llamados?, nos termina diciendo el Evangelio. ¡Muchos son los llamados! Todos, todos los pueblos. Para Dios no hay categorías ni para la Iglesia hay distinciones. Por eso choca la Iglesia, porque es el mundo el que quiere mantener distinciones. Y la Iglesia sabe que no hay más que una categoría: Los justos. Los que cumplen el Evangelio. Los que entran al festín de Dios con vestido de fiesta, con conversión de corazón, por eso son llamados al festín de Dios, muchos que no pueden entrar todavía.
¿Qué dicen ustedes de este conjunto de vida en El Salvador? El caso más escandaloso de esta semana, escándalo por un ser gran atropello a la dignidad humana, es el de Reynaldo Cruz Menjívar, que se contaba entre los desaparecidos, desde el 21 de diciembre de 1977 y de repente aparece el 29 de septiembre, diciendo que se ha fugado de la cárcel de la Policía de Hacienda. Busca asilo en la Embajada de Venezuela. ¿Quieren saber la condición en que llegaba? -yo tengo el certificado del médico- el examen somático reveló marcada palidez de mucosa y tegumentos; hemaciación extrema; facies cadavérica; ojos hundidos, nariz afilada; lengua saburral; gingivitis hemorrágica; laceraciones y escoriaciones tantos antiguas como recientes; corazón y pulmones sin particularidades abdomen excavado; marcada sensibilidad en distintas partes del cuerpo; el siquismo del paciente se encontraba también notoriamente alterado. ¡Estos son los hombres que estamos haciendo! Por estos gritamos: ¿dónde están los desaparecidos?, porque en la misma declaración ante abogado, Cruz Menjívar, ha dicho otros dos nombres que él vio: José Adalid Morales, estudiante de último año de Economía y Cecilio Ramírez. El uno ya agonizando y el otro quedándose ciego y sordo. Ante esta tragedia, es la que la Iglesia grita amnistía, o pasarlos a los tribunales.
Y para ser lógica con su reclamo de respeto a lo humano, también queremos reclamar a un partido político y a una organización Popular, que en el pobre Menjívar, no ven al hombre con estos detalles del médico y de la Pastoral de la Iglesia, si no desde el ángulo de su política, como querer hacer de él una bandera de su partido. Esto es injusto también. Si nosotros nos pronunciamos contra estos atropellos y en favor de los Derechos Humanos, no es desde un ángulo político; sino desde el humanismo de la Iglesia, desde el amor de Dios, desde el cristianismo que nos exige entrar con traje de boda, de festín, a esta Iglesia que es caridad y que es amor. También los políticos que quieran manipular la desgracia y el dolor, están pecando contra los Derechos Humanos.
Otro escándalo también de nuestra hora, el operativo militar en Cinquera y alrededores, donde Guardias Nacionales, Policía de Hacienda, Ejército y ORDEN, ocuparon cantones como El Coco, Cacao, Llanitos y parece que quiere repetirse el terror de Aguilares y de San Pedro Perulapán: Saqueos, capturas, torturas, fuga a los montes. Y entre los perseguidos, los que tienen la Biblia y los hablan también de doctrina de la Iglesia. Y se desfigura en esas campañas, la palabra del Arzobispo y de los sacerdotes, como si no predicáramos el amor de Cristo, sino la subversión del pueblo. Son testigos todos ustedes, como dijo monseñor Helder Cámara, al preguntarle, catorce años de ser vigilado su teléfono y su correspondencia: «no he nacido para la sublevación, y me alegro que el mismo Gobierno se de cuenta de que no he predicado lo que dicen que digo».
También el sector urbano, hemos de lamentar en estos días, asesinatos, desaparecimientos y queremos compartir con esas familias -que se nos haría muy largo enumerar- su dolor, sus oraciones y también sus reclamos. ¡No puede ser, salir a la calle un hombre o una mujer libre a comprar unas pupusas y encontrarse el secuestro!
También quisiera que en este ambiente del festín de Dios, y de los que son invitados y no son dignos, piensen hermanos, en la muerte de un agricultor santaneco, Ricardo Colocho Bosque, y las declaraciones respectivas del Ministerio de Defensa. Son dignas de reflexionarse. El poder militar demarca zonas de muerte en nuestras ciudades y los soldados pueden matar impunemente en esas zonas, resultando culpable la víctima. Recordamos a este propósito, dos casos en esta capital: A principios de año, un joven en la carretera de Los Planes de Renderos y allá por marzo una señorita en las cercanías del Cine Apolo, cuando retenes de Policía les hicieron alto.
Se ha pedido también, reformas a la Ley de Orden Público; pero muy distinta de lo que está pidiendo el pueblo, se pide que se amplíe más su campo de acción. Se pide dar competencia jurídica a todas las Cámaras Penales de la República y ampliar hasta 120 días el término de la inscripción del proceso a criterio de los Magistrados. Lo que justificaría, más cárcel para los pobres reos.
Nos alegró mucho la noticia, de que la Sociedad Interamericana de Prensa, analiza el grado de libertad de prensa del hemisferio occidental, y naturalmente nos alegró ver el nombre de El Salvador, entre los países que gozan de esta libertad. Y por eso nos dolió mucho que el periodista Enrique Salvador Castro, Síndico de la Asociación de Periodistas de El Salvador, protestara enérgicamente porque un policía lo esposo y lo atropelló. Y apoyándonos en esa libertad, no dudamos que no se harán más inquisiciones sobre Y.S.A.X. y ORIENTACION, sino que se dejará a estos medios de difusión en un ambiente de libertad, para que la Iglesia, siquiera en estos mínimos medios de expresión, pueda desarrollar su derecho a la libertad de proclamar su fe en Jesucristo y en el Señor.
Desde nuestra Iglesia, que está reunida en esta reflexión y que se va alimentar ya de Cristo, que sufrió primero esta crisis frente a un mundo que no quiere creer en él, hermanos, elevemos nuestro grito de fe y de esperanza al Señor. Nos ponemos de pie…
Hermanos, quisiera más bien guardar silencio de reflexión ante las bellas lecturas que describen con un lenguaje de amor, la triste historia del amor que Dios nos tiene y el desprecio con que nosotros le correspondemos. Voy a cantar, dice el profeta Isaías, voy a cantar un canto de amor a su viña. Hoy sintámonos arrullados por ese canto de amor, no como quien lo escucha, extraño a ese poema, sintámonos protagonistas todos de este canto de amor entre Dios y toda la humanidad y por tanto, cada uno de nosotros.
Voy a titular esta homilía de hoy: «La Iglesia, viña del Señor», y la voy a presentar como de costumbre en estos tres pensamientos: 1o.) El Señor plantó la Iglesia en el mundo como una viña; 2o.) En esta viña, que es la Iglesia, se reflejan las crisis del Reino de Dios; y 3o.) Pero la victoria será de Cristo a través de su Iglesia. Y a la luz de estos pensamientos, vamos a ver si nuestra Iglesia, en la Arquidiócesis, está siendo la auténtica viña que plantó el Señor. Y desde esa viña, que es crisis continúa en el mundo, iluminaremos también la realidad histórica que nos rodea; porque en ésto también se conoce la autenticidad del mensaje de Dios por medio de esta Iglesia viña.
En primer lugar pues, el Señor plantó la Iglesia como una viña. Cierto que en los tiempos de Isaías todavía no existía la Iglesia de Cristo, pero acabamos de decir en el salmo responsorial, que la viña es el pueblo de Israel, pueblo predilecto en el cual Dios va presagiando, anunciando, perfeccionando la pedagogía hasta llegar el día en que Cristo funda una Iglesia; la Iglesia nuestra, esta muchedumbre de Catedral, todos aquellos bautizados que se reúnen hoy en torno de sus altares, es el Israel de Dios, es el nuevo pueblo que el Señor plantó. En esta Israel que se traduce al Nuevo Testamento, la Iglesia de Cristo, hay dos elementos que es de mucha utilidad tenerlos muy en cuenta. El elemento humano, diríamos la tierra en que se planta la viña y segundo, como en toda viña, una cepa cristiana. La tierra en que se planta esta viña es el hombre, somos nosotros, fueron nuestros antepasado, fue Israel el descendiente de Abraham, son todos los pueblos. Dios ha creado el mundo y en el mundo ha creado al género humano, con una capacidad maravillosa para que en él se siembre esa cepa cristiana.
Pero antes de ser cristiana, la Sociedad tiene que ser humana. Y aquí es hermoso tomar la segunda lectura de San Pablo donde nos habla precisamente de los valores humanos. Hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo eso tenedlo en cuenta. Ya no es tiempo, queridos hermanos, de vivir esa dicotomía entre lo creado y lo redimido. El mismo Verbo de Dios que vino hecho carne a redimir al mundo y hacer al mundo cristiano, es el Verbo que antes de encarnarse, es palabra de Dios por las cuales son hechas todas las cosas. Es decir, antes de plantar esa cepa de Cristo, Dios ha creado una humanidad con capacidad para recibir toda la sabia divina que supone esa cepa plantada en la humanidad.
Cierto que teológicamente se distingue la naturaleza y la gracia, que no toda verdad, no toda bondad es sobrenatural; pero cierto es que todo lo sobrenatural, todo lo que ha de ser premiado por la eternidad, todo lo noble, todo lo santo de los humanos tiene que ser primero una base natural -decimos en teología- la gracia no destruye la naturaleza, al contrario, la gracia supone la naturaleza. Por eso a un criminal, a un mentiroso, a un traidor que no es ni hombre, no puede entrar en el Reino de los Cielos, tiene que convertirse primero y ser ante todo hombre. El cristianismo no cabe en la hipocresía.
Es hermoso cuando el Concilio Vaticano II, hablando del pueblo de Dios y refiriéndose a los no cristianos, a los no bautizados, a ese inmenso mundo que llamamos tierras de misiones, tierras paganas, el Concilio dice una frase muy respetuosa, Lumen Gentium 16: «Cuando hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación para el Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres, para que al fin tenga vida». Miren qué bella aurora de cristianismo está alumbrando ya esos pueblos donde el misionero va con la cepa cristiana, pero ya encuentra preparación del evangelio. Recuerden aquel precioso hecho, cuando San Pablo recibe de un pueblo pagano: Ven y ayúdanos. Y Pablo siente que es la voz del espíritu que clama desde el paganismo, desde los gentiles.
Hermanos, cuánta bondad, cuánta verdad, cuánto bien hay más allá de las fronteras cristianas. Respetemos ésto, porque muchas veces nos creemos nosotros, por estar en la Iglesia, que somos lo mejor del mundo. Quien sabe. Quién sabe, si aquí adentro de la Iglesia somos menos buenos, menos nobles, menos humanos que allá fuera donde están esperando con la preparación del Evangelio, una nobleza verdaderamente digna de que les llegue el cristianismo. Y entonces llega a esa tierra ya esponjada, a esa tierra de que San Pablo nos ha dicho, todo lo bueno, todo lo noble, puro, amable, justo. Hermanos, todo eso no se desperdicia, todo eso es preparación del Evangelio y por eso, no seamos fanáticos. El fanatismo entre los cristianos ha hecho mucho mal, es la soberbia del hijo mayor que se señala al hijo pródigo: Ese es malo, yo soy bueno. Y era más bueno el hijo pródigo que venía arrepentido a darle más amor de arrepentimiento a su padre, que no él, engreído por su fidelidad falsa e hipócrita.
La cepa cristiana la han definido los últimos documentos de la Iglesia, con rasgos verdaderamente conmovedores. Todavía me acuerdo cuando Pablo VI -ese hombre maravilloso del que con verdad se ha dicho que lo va a amar más la historia que sus contemporáneos. Todavía no sabemos el gran tesoro de eclesiología, sobre todo de eclesiología que nos ha dejado Pablo VI- en su primera encíclica decía: ¿Qué hace el bautismo? El bautismo es el momento en que la cepa cristiana se siembra como viña de Dios sobrenatural en el alma naturalmente cristiana (que decía Tertuliano). Todo hombre es naturalmente cristiano. Hay un germen de nobleza, pero el cristianismo no brotará de él, por eso se llama sobrenatural, porque viene sobre la naturaleza, está más allá de mis exigencias. Entonces el bautismo, respetemos ese momento precioso en que un hijo de la carne, nacido talvez de un matrimonio noble, leal, bueno, pero que no es más que hijo de la carne, ahora sí, el bautismo lo va a hacer viña de Dios. Ahora va a plantar la mano de Dios en el corazoncito del niño que se va a bautizar, el cristianismo, la cepa, Cristo. Definiendo ese momento del bautismo, Pablo VI decía: Se trata de una vida nueva que nada ha perdido de lo humano, salvo la herencia desgraciada del pecado original y que está capacitada para dar de cuanto es humano, las mejores expresiones y experimentar los más ricos y puros frutos.
¡Qué cosa más bella!, el cristianismo no viene a quitarnos nada de lo humano. Aquéllos que creen que la Iglesia viene con ideas subversivas, con rivalidades políticas o rivalidades de sociedad; aquéllos que creen apoyar la Iglesia únicamente en los valores humanos, se olvidan de aquel canto, cuando los magos vienen a preguntarle a Herodes dónde ha nacido Cristo. Dónde ha plantado Dios la cepa que ya viene a germinar en vida eterna a la humanidad. Herodes tuvo envidia de ese nuevo Rey y la Iglesia le canta: Herodes no tengas miedo, no viene a quitar poderes temporales el que viene a dar reinos eternos. Este es el cristianismo, no entra en rivalidad con los poderes de la tierra, viene a darle gérmenes eternos a los poderes y a todo aquel que quiera sembrar esa cepa en su corazón. El cristianismo es un germen de nueva vida, los hombres nuevos, las sociedades nuevas no cambiarán sus sistemas, seguirá siendo un sistema democrático; pero si de verdad son cristianos los que viven ese sistema democrático; no harán de la democracia una farsa, sino que harán el canal para vitalizar con vida de Dios la sociedad., abriendo cauces, expresiones de libertad, de dignidad; dignificando lo noble y bueno que hay en la raza humana, en la Sociedad salvadoreña.
Reprimir a la Iglesia para que no siembre su cepa cristiana, es ser muy ingenuo o muy perverso. Y cuando ya en el ocaso de su existencia, Pablo VI escribía con más madurez la misión de la Iglesia en el mundo, habla de la evangelización. Evangelii Nunciandi No. 19, dice: El fin de la evangelización es transformar con la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación. Y por eso dice, no hemos de evangelizar de una forma decorativa, como quien le da una mano de barniz a una podredumbre que está escondida. Por desgracia así es la evangelización de muchos que quieren estar bien con Cristo y con el diablo del mundo. No se puede evangelizar lo que todavía está perverso; no se puede llamar al bautismo al que vive todavía de egoísmo. Evangelizar es comprometerse, es poner al servicio de Dios todas esas cualidades humanas que por generación natural traemos de nuestros padres. Toda esa cultura que por herencia es figura, alma, sentimiento de la patria. El cristianismo es lo más patriótico que puede haber.
Por eso decía Monseñor Thiamerto, aquel obispo de Hungría, la pobre Hungría muchas veces disociada por las tiranías extranjeras, cuando afuera no se pueda cantar el Himno Nacional, dentro de las Iglesias estaremos cantando con toda la libertad del patriotismo, el himno libre de nuestra Patria. Es aquí hermanos, en el ambiente cristiano de nuestros templos; es en las reflexiones de la palabra, en los grupos de las comunidades de base, es allí donde se está predicando el auténtico patriotismo. Perseguirlo es destruir la patria. Perseguir el cristianismo es suicidarse.
¿Cuál es el fruto entonces, a la luz de las palabras de hoy, de esta viña que plantó la mano del Señor en nuestra tierra? Hagamos honor, hermanos, qué feliz coincidencia, vamos a celebrar pronto el 12 de octubre que llamamos el día de la raza. Celebrémoslo con un sentido de agradecimiento, porque los misioneros trajeron la cepa cristiana a nuestra América. Había nobleza ya en nuestros indígenas. Era bueno lo humano que había aquí, pero era hijo de la carne, herencia nada más de lo natural; pero sin duda que, como Pablo, podían haber dicho los misioneros de hace cinco siglos a los indígenas de América: Todo lo noble, justo, puro, amable, laudable, téngalo en cuenta. Y lástima que la evangelización no tenía las ideas tan claras, como hoy las tiene la evangelización de la Iglesia. Y lástima también, que mal nos hace ese consorcio con la espada y con el arma, que quiso imponerse la cruz y la señal del cristiano a fuerza militar. No es así como se convence a un pueblo. No es imponiendo una civilización que viene de afuera, es sacando todo lo noble que había allí. Y gracias a Dios, la pastoral moderna va descubriendo todo eso noble, santo, bueno que había también en nuestros indígenas y que todavía corre por nuestra venas, y que todavía es exigente de la cepa de Cristo para plantarse en tierra auténtica, en tierra verdadera.
La Iglesia por eso, quiere autonomía para poder predicar lo que Cristo le manda predicar y no condicionarse por lo que otros quisieran que predicara. Es la cepa de Dios que viene a plantarse con gérmenes de vida eterna a esta tierra natural que los hombres le preparamos, en la medida en que, aún humanamente, tratamos de ennoblecernos. No olvidemos hermanos, estos dos elementos para ser buen cristiano. El elemento natural, cultivémoslo. Esas virtudes de honradez, de justicia, de lealtad, todo eso que hace la amistad sincera, aún sin ser cristianos la sentimos hasta con los paganos; porque hay mucho de bueno en lo humano. Pero luego como cristianos, el segundo elemento cultivémoslo mucho. Lo que nos dio el bautismo, lo que sembró Cristo, los sacramentos, la vida de la gracia, huir el pecado, vivir conforme a la Ley del Señor; y entonces -nos dice Isaías- los frutos serán éstos. Cuando Dios llora el fracaso de su viña, con que tristeza anuncia, (la viña del Señor de los Ejércitos es la casa de Israel, son los hombres de Judá): Esperó de ellos derecho y allí tenéis asesinatos; esperó justicia y allí tenéis lamentos. Y San Pablo, en su segunda lectura, también nos dice cuáles son los frutos que debemos esperar: Paz de Dios, virtud, méritos. El Dios de la paz, estará con vosotros.
O sea queridos hermanos, lo que hemos dicho en mil formas de predicarlo: Queremos la paz, pero una paz no de violencia, no de cementerios, no de imposición y de extorsión; una paz que sea fruto de la justicia, una paz que sea fruto de la obediencia a Dios que esperó de los hombres derecho y los hombres le han dado asesinatos. Esperó justicia, eso debía producir su viña. Lo humano y lo cristiano en El Salvador, debía haber producido mucha paz, mucho derecho, mucha justicia. Que distinta sería la Patria si estuviera produciendo lo que Dios plantó, pero Dios se siente fracasado con ciertas sociedades (y yo creo que la página de Isaías y de San Pablo en el domingo de hoy, se hace triste realidad salvadoreña): Esperé derecho, y allí tenéis, asesinatos; esperé justicia, y allí tenéis, lamentos. No es sembrar aquí la discordia, simplemente es gritar al Dios que llora, el Dios que siente el lamento de su pueblo, porque hay mucho atropello; el Dios que siente el lamento de sus campesinos que no pueden dormir en sus casas, porque andan huyendo de noche; el lamento de los niños que claman por sus papás que han desaparecido: ¿dónde están? No es eso lo que esperaba de Dios, no es una patria salvadoreña como la que estamos viviendo lo que debía ser el fruto de una siembra de humanismo y de cristianismo.
La Cepa de Cristo parece frustrada, si no fuera que gracias a Dios, hay mucho de bueno también en El Salvador, como lo vamos a ver. Pero quiero fijarme antes, en este segundo pensamiento. Dios plantó una viña y es su Iglesia. Y en esa Iglesia, como en una zona de encuentro entre Dios y los hombres -entre la tierra que los hombres preparan y la cepa que Dios siembra- allí se reflejan las enormes crisis del Reino de Dios. Yo quiero recordarles, que durante todo este año, la lectura básica de los domingos, ha sido el evangelio de San Mateo, el cual ya les expliqué un esquema (según los comentaristas, es el evangelio más organizado para presentar la gran noticia que Cristo trajo al mundo: El Reino de Dios ha llegado a los hombres). Y nos encontramos ya en esta sección última; ya narró la entrada de Jesús a Jerusalén, y este sector del evangelio nos describe ahora ese momento de crisis en que Cristo se enfrenta con sacerdotes, con fariseos, con gente dirigente de Jerusalén, que va a torcer la historia. El Reino de Dios está en crisis en este momento del evangelio de San Mateo. Las parábolas de Cristo, reflejan esa crisis. La parábola de hoy, es tremenda. Los mismos dirigentes de Israel -mencionados hoy en el evangelio: Los sumos sacerdotes, los senadores, que traducidos al lenguaje de hoy podíamos decir los obispos, los diputados, los ministros, los gobernantes, los sacerdotes, los dirigentes del pueblo, la clase del capital, los que tienen la potencia del dinero- a éstos se está enfrentando Cristo en su tiempo y con éstos es el conflicto que se desata en la parábola de la viña.
Un señor mandó plantar una viña y la arrendó. Y a la hora de la cosecha mandó a recoger, como era costumbre en tiempo de Jesús, y hubo como también entonces consta por la historia, litigio entre el dueño y los viñadores. Un conflicto laboral, diríamos, pero tan horrible que mataron a los enviados del señor y hasta mataron al propio hijo que fue, representaba a Cristo. Y entonces, Cristo pregunta, casi como un eco del profeta Isaías: Por favor sed jueces entre mí y mi vida, ¿qué más podía hacer? Esperé que diera uvas y dio agrazones -son esas uvas vanas, agrias, que no se comen, no sirven- tanto trabajar para esto. Y si produjo frutos, se creó el conflicto, no le quisieron dar al señor el fruto de su viña y mataron a los enviados, se trata de los profetas, de los enviados por Dios, de aquellos que estorban ante las injusticias de los hombres. Esta es la crisis. Esta es la crisis que el evangelio ha de vivir a lo largo de toda la historia. Un Dios que siembra una viña y que espera frutos; y por una parte no recoge frutos, más que crímenes, asesinatos, no lo he sembrado yo eso; y por otra parte, unos injustos que matan y atropellan a sus profetas, a sus enviados.
San Pablo, judío, pero ante todo cristiano, analiza en la epístola a los Romanos -y ya aquí en nuestras homilías tuvimos ocasión de estudiar este punto, hace algunos domingos- San Pablo recogiendo esta crisis, dice: Yo soy enviado a los gentiles, porque ustedes los judíos, el Israel donde Dios plantó la viña, se hicieron indignos, no quisieron obedecer a Dios, han preferido las leyes de Moisés a la fe en Cristo, y por eso nosotros los cristianos (que sabemos que Moisés y sus leyes, el Viejo Testamento ya pasó, sólo queda aquello que se ha vuelto en Cristo) nos volvemos a los pueblos gentiles y yo predico a los gentiles, decía Pablo, porque este aceptar de los pueblos gentiles, provoca la envidia de los judíos y cuando los gentiles se conviertan a Cristo, los judíos atraídos por este ir a los pueblos extraños, Dios los perdonará también. Y dice una frase preciosa la epístola a los Romanos, para que nadie se ensoberbezca de que la cepa cristiana es producto de sus propios méritos, San Pablo dice: Así resulta que la desobediencia de los judíos y la rebeldía de los gentiles que no habían querido aceptar a Cristo y ahora lo aceptán, nos encierra a todos los hombres judíos y gentiles en el pecado para que Dios sea el redentor de todos los hombres.
Este es el plan de Dios, los hombres debemos de sentirnos pecadores, los judíos que fueron los predilectos, la tierra donde Dios plantó la viña, despreció esa viña y por eso la viña se extiende al pueblo gentil. Los gentiles que somos nosotros, hemos aceptado esa viña. ¡Bendito sea Dios! ¿Qué dice esta Catedral llena de fieles? Una viña con racimos colgados de esperanza. Y entonces el pueblo judío cuando reflexiona en la grandeza que despreció, se convertirá a Cristo. Y así como a nosotros gentiles se nos han perdonado los pecados y nos ha sembrado la cepa cristiana, también a los judíos los perdonará el Señor y se sembrará también allá, la cepa cristiana. Entonces sucede, queridos hermanos, que el proyecto de Dios, juega con estas crisis de la historia de la Iglesia.
Ahora en El Salvador, la Iglesia tiene crisis. Hay divisiones, no las vamos a negar, hay quienes desprecian la línea pastoral del Arzobispado. Abundan quienes critican como perversa la doctrina que se está sembrando. Y en esta división, qué peligroso es hermanos, quedarse con la rebeldía de los judíos y con la desobediencia de los gentiles, antes que aceptar la humildad que necesita el pueblo judío ensoberbecido por la predilección que Dios le tuvo y la desobediencia del pueblo gentil que adoró falsos dioses, antes que adorar en la cepa cristiana al verdadero Dios que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo.
Hay crisis en el corazón de cada cristiano; y yo les digo, queridos hermanos, si en este momento un cristiano en El Salvador no siente esta crisis, no ha reflexionado lo que significa el mensaje de Dios y la siembra de Dios en el mundo. Muchos ya han superado la crisis y se ha comprometido con el Reino de Dios. Muchos la han superado en sentido contrario, se han instalado en sus comodidades y más fácil es decir: La Iglesia es comunista, ¿quién la va a seguir? Pero algunos, sí están en crisis, no saben que hacer. La culpa no es de Dios ni de la Iglesia. La culpa es de la libertad de cada uno, que tiene que resolver en su propia conciencia, con quien está. Y Dios Nuestro Señor le está ofreciendo los frutos maravillosos si se deja sembrar esta cepa que producirá maravillas de racimos, los frutos de la Vida Eterna. Este es el plan de Dios, por eso la Iglesia es la viña donde el Reino de Dios siempre estará en crisis. Dichosos los que sienten y viven la crisis y la resuelven por un compromiso con Nuestro Señor.
Me alegra mucho, que precisamente en esta hora de crisis, muchos que estaban dormidos, han despertado y por lo menos se preguntan dónde está la verdad. Búsquenla, San Pablo nos da el camino con la oración, con la reflexión, apreciando lo bueno. Son criterios maravillosos. Dónde está la noble, lo bueno, lo justo, por allí va Dios. Si además de esos bienes naturales está la gracia, la santidad, los sacramentos, la alegría de la conciencia divinizada por Dios. Por allí va Dios. No por otras instalaciones que dan una paz muy ficticia, unas victorias muy falsas. Y por eso, queridos hermanos, a la luz de esta viña que es crisis-antes de terminar con el tercer punto que es brevemente, ya para invitarles a la Eucaristía donde Cristo se ofrece, yo soy la vid y vosotros los sarmientos- yo quiero invitarles a que vivamos con esta Iglesia la intensidad de su comunidad, de su fe, de su esperanza.
¿Quién no ha sentido en esta semana la oración por el eterno descanso de Juan Pablo I? En Roma y aquí en nuestra Catedral, el pueblo de Dios ha orado por el Santo Padre. El sábado próximo los Cardenales se reunirán para elegir al nuevo Papa. Esta debe ser una semana de intensa oración para nosotros.
Quiero agradecer en este ambiente pontificio, la noble carta que me envió el Pastor de la Iglesia Bautista Enmanuel, entre cuyos conceptos muy ricos, muy cristianos, destacó éste: El significado de la vida y el testimonio de estos dos últimos Pontífices, cuyo paso por la historia deja un rasgo imborrable como ministros y sacerdotes, que en la temporalidad, mantuvieron la visión de lo eterno, como fundamento de la justicia de Dios. Y aquí habla también el Pastor -le agradezco su coincidencia con mi pensamiento de esta crisis- pareciera ser la hora de la gran tentación en que pugnan, por un lado un cristianismo torcido por la prepotencia de los reinos del mundo que exigen adoración; y por otro, la fidelidad al evangelio generoso y hermoso de la humillación que culmina en una cruz; y sin embargo presenta su fuerza y poder en la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Muchas gracias querido hermano Carlos, por este gesto ecuménico tan profundamente cristiano.
La Iglesia vive, la viña que Dios ha plantado en nuestra Arquidiócesis, la ha visto de cerca. El domingo pasado, celebrando el décimo aniversario sacerdotal del P. Samuel Orellana, en su Parroquia de Ayutuxtepeque. Qué alegría, qué juventud la de aquella comunidad.
En Plan del Pino, también el domingo pasado, donde las religiosas Carmelitas Misioneras celebraban el 25 aniversario de haber venido a El Salvador, y preparaban una preciosa ceremonia de confirmación de jóvenes y un diálogo con los grupos que expresan allá la comunidad viviente de esta viña del Señor.
El lunes 2, el Opus Dei, que celebra como patronal la fiesta de los Angeles, cumplía 50 años de haber sido fundado. La Iglesia se alegra con todo esfuerzo de santificación en el mundo y desea en esta hora de crisis de la Iglesia, que no solamente se viva una santidad personal, individualista; sino también una comunidad, una santidad comunitaria que sea testimonio a la luz del mundo, como decía el Cardenal Pironio, respondiéndome a una pregunta sobre la autenticidad de la vida religiosa y cristiana, estos tres criterios: Mucho amor a Cristo, mucha fidelidad al carisma de la fundación y también una gran adaptabilidad a la pastoral de la Iglesia local.
Esto tercero yo quiero recalcarlo en muchas comunidades que han demostrado su capacidad de adaptación: Parroquia de Concepción, Villa de San Francisco, los Franciscanos presentan un verdadero servicio al mundo, allí en su Iglesia situada en un campo muy difícil de la capital. Con ellos celebramos el día de San Francisco, así como en San Francisco Lempa, con una religiosa Oblata al Divino Amor, que está ayudando allá, ha movido una comunidad muy fervorosa y yo quiero felicitar tanto a esta religiosa como al P. Benito Alfaro, cuyo nombre salió calumniado en los periódicos esta semana como si fuera cómplice de guerrillas. Benito Alfaro es un sacerdote humilde, firme también en defender a las religiosas del Sagrado Corazón, cuando la política quiso manipularlas, allá en el Dulce Nombre de María. Por allí andará tal vez el origen de esta calumnia. Pero yo decir que el. P. Benito Alfaro, no tiene nada que ver con esa publicación calumnia.
El sábado 7, se celebraba la fiesta del Rosario. Nos unimos a la alegría de los PP. Dominicos del Rosario y a las Parroquias que tienen ese nombre en nuestra Diócesis; y recomendamos a todos el rezo del Santo Rosario, como una expresión de la vida de las comunidades cristianas, de las familias.
Esta noche, a las 7 ha sido convocada toda la comunidad católica de Santa Tecla, a una misa en la Iglesia del Calvario, donde vamos a expresar nuestra solidaridad en el trabajo pastoral con el nuevo párroco, el P. Francisco Javier Aguilar. Allá los esperamos pues, a las 7 de la noche, hoy en el Calvario de Santa Tecla.
También Soyapango está celebrando la fiesta de la Virgen del Rosario, y es muy consolador ver como la Virgen es expresión de vida en nuestras comunidades cristianas.
Esta Iglesia, viña del Señor plantada en nuestra Patria, tiene que lamentar también en esta semana la captura de dos sacerdotes y de algunos colaboradores laicos. Los sacerdotes son el P. David Rodríguez que fue llevado, juntamente el Br. Guillermo Joaquín Cuéllar, a la Policía Nacional y el P. Trinidad de Jesús Nieto, conducido a la Guardia Nacional. Nos preguntamos ¿qué se busca con estas actitudes? A juzgar por el trato, muy respetuoso para el P. David, y el interrogatorio amañado contra nuestra emisor, ¿se estará buscando manipular a la misma Jerarquía? Porque llamaron también a Monseñor Aparicio para entregarle el informe. ¿Se tratará de manipular para que no sea el Gobierno, sino la Jerarquía de la Iglesia que nos obligue a cerrar nuestra emisora? Sería muy triste, pero diremos que al menos se tenga el valor de ordenarnos quien quiere no se oiga más esta voz, que Dios quiera hermanos, que nunca deje de hablar. Es una pequeña expresión de la Iglesia que tiene libertad de hablar. Si cuentan con todos los medios de comunicación, ¿qué estorbo puede hacer una emisora y un pequeño periódico? La justicia es nuestra fuerza, la verdad es lo que hace grande la pequeñez de nuestros medios. Por eso se le teme.
La Comisión Nacional de Justicia y Paz de El Salvador, ha publicado un interesante folleto de datos sobre los acontecimientos de Nicaragua, es horroroso hermanos, lo que testigos presenciales han declarado y que esperamos que la Comisión de Derechos Humanos y los mediadores en este conflicto, no disimulen si no que hagan sentir este clamor del pueblo de Nicaragua. Por nuestra parte enviamos una modesta ayuda, ¢ 4,000.00 se han recogido ya en nuestra Arquidiócesis y seguimos recogiendo para ayudar a nuestros hermanos. Poca cosa para grandes necesidades, pero algo es, sobre todo, cuando lo inspira el amor.
Un gesto bonito diríamos, un pequeño retoñito de la viña, es el obsequio de los alumnos del 5o. Grado del Externado San José, mandándome el mejor trabajo de la quincena, cuyo tema es muy bonito: La Iglesia en mi Patria. Yo les felicitó a estos jovencitos y al Colegio por este sentido la Iglesia que se está sembrando.
También hermanos, la Iglesia, Reino de Dios que no puede prescindir en sus raíces humanas de las realidades de la tierra en que ésta, tiene que decir algo y ya lo ha dicho sobre el problema de la Universidad. Se está tratando de reiniciar las clases, pero hay temores. La Facultad de Economía, ya se pronunció informando que no impartiría clases. Por su parte el Gobierno ha declarado que los vigilantes no dependen de ningún Cuerpo de Seguridad. Urge aclarar pues, la situación de un cuerpo armado en un centro de cultura, cuando ha demostrado tristemente la violencia de que es capaz, sobre todo, cuando se siente con autonomía.
He recibido una nota de agradecimiento de la esposa del Dr. Carlos Alberto Rodríguez, Decano de la Facultad de Economía, que fue asesinado, en la cual ella agradece a la Iglesia las oraciones y la voz que desde aquí denuncia esta injusticia y atropello.
También una carta de otra esposa afligida. Doña Carmen de Castro, esposa del Mayor y Doctor Alfonso Castro Sam -desaparecido misteriosamente- también pide, en una carta muy sentida que yo transmito a ustedes, sobre todo si me están oyendo quienes pueden dar una luz en esta oscuridad. Yo tengo fe, dice la señora, y con mis hijos estamos el retorno de mi esposo sano y salvo. Si alguna persona tiene datos sobre él, que me pueda proporcionar, le estaremos muy agradecidos. Y a usted también le agradecemos todo lo que pueda decir y hacer por esta familia acongojada. La Iglesia sirve al dolor humano donde quiera que esté y así pedimos a todos pues, la comprensión y la ayuda que sea posible.
En el día del niño, llegaron unas cartas tan conmovedoras, que yo quisiera hermanos, simplemente mencionar una frase de unos niños campesinos que me dicen: «quisiéramos rogarle interceda por los presos políticos. ¿Cuántos niños lloramos por la ausencia de un padre o madre, preso o desaparecido?» Y otra carta de una escuelita rural donde dice: «Le vamos a agradecer mucho que por favor nos haga esta denuncia: Que la Guardia Nacional se llevó a nuestro maestro. Nuestro maestro es bien bueno, él no se mete en ninguna política, no sabemos por qué se lo llevaron. Y no sabemos dónde lo tienen, ni tiempo le dieron de cerrar la escuela. Queremos terminar el año, somos alumnos de primero y segundo grado». Este es el clamor que dice Isaías, que esperé justicia y no viene más que el clamor.
Llena de esperanza también, la noticia que atentamente me comunicaron por carta de varios abogados que se han organizado en el Colegio de Profesionales de las Ciencias Jurídicas, y expresan su condolencia por la muerte del Papa y su solidaridad con nuestra Iglesia. Digo que ésto es muy hermoso, saber que no todo es insensibilidad; porque hermanos, ésto me preocupa, la insensibilidad que se está sembrando. Se catean cantones, casas, se atropella gente, desaparece gente y parece que ésto va siendo ya lo más natural. Ojalá que la sensibilidad de unos hombres de derecho organizados y por tanto con fuerza para poder enfrentar y pedir justicia, haga también despertar la conciencia ciudadana de libertad de nuestro pueblo. Por eso varios abogados opinaron, salió en el periódico, que la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General, toleran deshonestidad de jueces. En respuesta, la Secretaría General pide al periódico que diga los nombres de esos abogados para pedirles su colaboración. Ojalá que estos reclamos no se queden solamente con esas excusas tan baratas, «díganme nombres». ¡Si ellos lo saben bien!
En el ambiente también de esta Iglesia, queremos expresar una nueva condolencia a la señora de Matsumoto y a sus hijos. Se ha encontrado el cadáver misteriosamente desaparecido. Alguien me mencionó como un show, no sé, sería un tremendo sarcasmo si se monta un show con un cadáver. Lo cierto es que ha aparecido y que las cenizas, según el rito de los japoneses, ya están en un cofrecito donde lo van a llevar a su tierra. Nos da tristeza el recuerdo que esta familia se lleva de nuestra patria; pero ellos también han elogiado, y yo transmito aquí esta satisfacción, la hospitalidad, el sentido de amistad de lo salvadoreños. La señora de Matsumoto y su familia no se han quedado solos, siempre han estado apoyados moralmente por buenos amigos de nuestro país. También quiero elogiar la unidad de la colonia japonesa que se ha mostrado muy solitaria en este momento de dolor de una familia atormentada.
Queremos solidarizarnos también con la petición de los colonos de la Hacienda El Rosario, allá por Metapán, vendida al Gobierno, para que no se les desaloje sin procurarles un lugar donde reubicarse. Y también hacer nuestra la preocupación de los maestros, expresada en los periódicos de esta semana, sobre el problema del alcoholismo entre los maestros. Y ojalá que la Asociación de Alcohólicos Anónimos, que se mencionó en este diálogo con tanta esperanza, extienda sus brazos de salvación. Queridos amigos Alcohólicos Anónimos, al felicitarlos con esta oportunidad, yo les hago de nuevo un llamamiento para que sean salvadores de nuestra Sociedad, tendiendo esas arcas de salvación, a los mares donde se hunden tantos hermanos nuestros.
No me prolongo más hermanos, perdónenme, pero ésto basta para concluir nuestra homilía con el punto final, invitándolos ya a la Eucaristía. Decíamos en el primer punto: Dios plantó una viña, su Iglesia en el mundo; 2o. Esta Iglesia viña, refleja las crisis del Reino de Dios y de los hombres; y 3º punto era éste para terminar: La victoria será de Cristo. Yo soy la verdadera vid, dice el Señor, y todo aquél que permanece unido conmigo, llevará muchos frutos. Es un llamamiento pues, a que secundando los deseos de Dios de que su viña produzca muchos frutos, hagamos que en nuestro corazón esa cepa que se plantó el día de nuestro bautismo, produzca no solamente esas virtudes naturales, tan propias del pueblo salvadoreño. Esta es una gloria hermanos, las virtudes naturales del pueblo salvadoreño, las he mencionado en varios aspectos, pero no basta. Sembremos en esa tierra bien abonada, la cepa de Cristo, la vid, la vida eterna, la fe, la oración, nuestra misa dominical, los sacramentos, todo ésto que nos eleva a perspectivas trascendentes y que nos hace esperar aún en medio de la crisis y dificultades de la injusticias y atropellos de la tierra, la gran esperanza de que no todo está perdido, porque la cepa de Dios está bien plantada en nuestra tierra. Así sea (Aplausos).
Vamos a titular esta homilía. «La Iglesia de Juan Pablo» y les invito a que hagamos de nuestra reflexión evangélica -esta mañana- un homenaje de fe, de agradecimiento, de cariño, de recuerdo a esa figura que en poco más de un mes, se ganó el corazón del mundo. Allá en el Vaticano, su cadáver inerte es objeto de veneración de los fieles que peregrinan ante ese catafalco venerado; en espíritu nosotros asistimos, acompañados ese desfile de dolor de una Iglesia viuda, huérfana, pero que como la Virgen María en las horas de la muerte y de la sepultura de su Hijo, abriga una esperanza cierta de resurrección.
Sabemos que aun junto al cadáver de un Papa, la palabra de Cristo es certera: «Tú eres piedra». Y aunque como hombre mortal mueren ya 262 pontífices -parece mentira- las puertas de la muerte no prevalecerán.
El miércoles, los cardenales que hayan llegado a Roma, van a celebrar el funeral del Papa y diez días después, se reunirán en el cónclave para elegir un nuevo sucesor de San Pedro. La oración nuestra, pues, junto al Papa muerto es por su eterno descanso, porque como hombre él también ha sido juzgado por Dios y la justicia de Dios es imparcial trátase de papas, de reyes o de humildes cristianos. Y al pueblo de Dios le toca implorar la misericordia del Señor, porque nadie se salva por sus méritos -lo hemos aprendido aquí en San Pablo-, sino porque apoya su humildad en la misericordia infinita y en los infinitos méritos de Nuestro Señor Jesucristo.
Quiero agradecer, las numerosas manifestaciones de solidaridad que se han recibido en el Arzobispado o se han publicado en los periódicos. Ojalá que todo este gesto de condolencia, sea un llamamiento para que vivamos la sinceridad de una Iglesia que se asomó en la figura de Juan Pablo con todo lo que ella es: Fe, sinceridad, sencillez, amor, etc.
Quien iba a decir hace 5 domingos, cuando presentábamos aquí en la Catedral, por una de esas circunstancias que sólo Dios prevee en su eternidad, el Evangelio de San Mateo en el diálogo con el primer Papa: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Y al comentar el evangelio como de costumbre, le decíamos que la Arquidiócesis de San Salvador, ofrecía al nuevo Papa Juan Pablo I, una comunidad viva; y describíamos en ese marco de la alegría del nuevo Papa como a una sonrisa amplia, abierta al mundo: Nuestras esperanzas, nuestras angustias, nuestras tribulaciones, la historia concreta de nuestra semana.
Quien iba a decir -repito- que hoy le podemos decir también, al Papa muerto, que recogió aquel ofertorio de nuestra Arquidiócesis, que nuestra Arquidiócesis sigue fiel su camino y que aunque él ya llegó a la meta de esta peregrinación que todos vamos caminando, nosotros seguiremos, trataremos de ser fieles a esa Iglesia que él nos iluminó. Se me ocurrió decirles en la noticia, en el amanecer del 29 de septiembre, que así como encontraron la lámpara de su dormitorio encendida, así ha dejado Juan Pablo en la Iglesia, una luz encendida. Aunque no hubiera dicho otra cosa, que en su programa de enseñanza se iba a referir siempre al Concilio Vaticano II tratando de imitar a sus antecesores, eso sólo bastaría para que este Juan Pablo que se asomó a la historia de la Iglesia, sólo a decirnos: Sigan por allí, las luces encendidas del Vaticano II, del magisterio actual de la Iglesia, son el son el auténtico caminar de los cristianos. Y aunque muchos han querido manipular sus expresiones tratando de llevarlas a sus propias comodidades, podemos decir que con imparcialidad hemos visto la actitud, el ministerio, el magisterio de Juan Pablo y no tenemos nada de qué arrepentirnos, sino de seguir caminando por esa luminosidad por la que tratamos de ir. La luz del magisterio de la Iglesia encendida como la lámpara que dejó Juan Pablo: El Vaticano II, las encíclicas, las enseñanzas, las actitudes de la Iglesia actual.
¿Cuál es nuestra historia, Santo Padre, que la Iglesia de la Arquidiócesis enlutecida te puede ofrecer esta semana? Unas comunidades alegres, trabajadoras, pastorales como la que tuve la dicha de visitar el domingo pasado en Aguilares, cuando celebraban el primero aniversario de su clínica con tres médicos y un equipo de colaboración, el P. Octavio Cruz y las religiosas del Sagrado Corazón, han sabido hermanar la mano que socorre y la no necesitada de tantos campesinos enfermos y pobres.
Es la comunidad fervorosa de Comasagua, donde un equipo de catequistas se reunió conmigo el martes pasado para estudiar junto con el párroco, el P. Chalo, las problemáticas pastorales que con sinceridad tratan de servir los agentes de pastoral; y con hipocresía tratan de amedrentar los que no buscan fines pastorales y nos están espantando nuestras comunidades.
Le ofrecemos también, Santo Padre, junto a sus almas, la comunidad de Guazapa, allí precisamente, el día de San Miguel, celebrando con las hermanas Carmelitas de San José y con los sacerdotes de la Vicaría, la fiesta de San Miguel Arcángel, les dije: No voy a tomar de los libros las palabras que les quiero decir, sino del hecho doloroso que acaba de anunciar la radio: «Ha muerto el Papa». Y trasladábamos la figura de San Miguel, patrono de la Iglesia, al ministerio de la Iglesia y del Papa. Como sacerdote, el arcángel y el Papa y la Iglesia entera ofrecen a Dios los homenajes del pueblo, en forma de un incensario -dice la Biblia- donde cada fiel pone sus granitos de incienso, sus propias obras para ofrecerlas a Dios. El sentido profético por el cual San Miguel Arcangel y el Papa son el ángel que cuida la doctrina verdadera en la Iglesia, frente a tantas campañas de mentira, él nos defiende en las luchas contra el mal, contra la mentira y el engaño. Y un sentido también de pastor, que así como los arcángeles de Dios condujeron tantas veces los caminos de los hombres y los pueblos, el Papa ha conducido también la historia de la Iglesia.
Es la comunidad de Nejapa que celebró al día siguiente, la fiesta de su patrón San Jerónimo. Es la comunidad de la Vicaría del Departamento de La Libertad, donde ayer, reunidos en Santa Tecla, estudiábamos la Carta Pastoral que enfoca problemas nuevos, con un interés y una profundidad de preguntas que de veras hace sentir cómo el Espíritu Santo nos va conduciendo en nuestras comunidades de la Arquidiócesis.
Es también -con cariño quiero decirlo, Santo Padre- la comunidad de mi pueblo natal, Ciudad Barrios, donde como hijo del pueblo, unido a mi pueblo, quisimos tributar homenaje al Señor Obispo de la Diócesis, Monseñor Rivera, en el 25 aniversario de su ordenación sacerdotal.
Es la comunidad de Plan del Pino, donde esta mañana las Carmelitas Misioneras que nos ayudan pastoralmente en la Policlínica, en la Laguna de Chalatenango y en Plan del Pino, han preparado una comunidad juvenil para que esta mañana reciba sus pentecostés: La venida del Espíritu Santo, al celebrar ellas, el viernes de esta semana, 25 años de haber venido a El Salvador.
Es también la vida religiosa de nuestra Arquidiócesis: Los Redentoristas que cumplieron 50 años de trabajos misioneros; las Hermanas de la Caridad que desde su Escuela Walter Deinninger prepararon también una juventud para la confirmación. Las Hermanas Religiosas Belgas de San Nicolás, que en Cojutepeque ofrecían el martes de esta semana, un precioso ofertorio: Dos campesinas jóvenes que profesaron la vida religiosa de San Nicolás. Las Hermanas Belgas, trabajan también pues, en la promoción vocacional.
Son las Oblatas al Divino Amor, que celebraron esta semana el décimo aniversario de la Escuela Catalina Dimaggio que está haciendo tanto bien allí por la Colonia La Luz.
Es la esperanza de las comunidades franciscanas de la Inmaculada, que nos han ofrecido y muy pronto fundarán, una comunidad de carácter parroquial en nuestra Arquidiócesis.
Son las religiosas del Sagrado Corazón, atacadas por el egoísmo de quienes no quieren que se mueva nada en sus intereses mezquinos, quienes reciben una defensa valiente del cuerpo docente de su Colegio para decir a los calumniadores que ya saben la treta: Por este tiempo comienzan las calificaciones, comienzan también las difamaciones de los colegios de prestigio, con fines aviesos y que ellos son testigos de lo que se enseña en el Sagrado Corazón. No es marxismo ni en una crítica malsana al Himno Nacional, es el fomento del sentido crítico del que se educa, para saber juzgar la historia y saber ser autónomo en su vida, para no ser un número más de la masa que a los intereses mezquinos interesa tener así para que no se promueva ni critique.
Es nuestra comunidad en sus actividades diocesanas. Con que gusto asistí a una mesa redonda de la Universidad José Simeón Cañas, para dialogar -según mi invitación- sobre la Carta Pastoral. Era interesante aquel ambiente de cultura, de ciencia, también de campesinos, dialogando sobre un tema de mucha actualidad y que puede ser muy mal interpretado, si no se ilumina (a pesar de los riesgos de ser mal interpretado) desde la luz del evangelio.
Es también, la actividad que me llena de mucho consuelo, del Centro Ana Guerra de Jesús, donde señoras y señores de los mercados han participado en un curso de nivel centroamericano y siguen trabajando una obra maravillosa de promoción, principalmente de la mujer.
Es el trabajo de los colegios y escuelas católicas que ya se está recogiendo, en bonitas ceremonias de clausura, para ofrecer a Dios el trabajo educativo de la Iglesia.
Es, Santo Padre, y te ponemos por intercesor ya que estás en el cielo, el triduo de oraciones por Nicaragua que se realizó aquí en la Catedral con un sentido ecuménico, ya que participaron varios miembros de comunidades cristianas no católicas. Y esta Iglesia solidaria con los Obispos y con el pueblo de Nicaragua, reitera su apoyo a la jerarquía nicaragüense; y así como el Papa decía: «Respetaremos la autonomía de las Iglesias Particulares, no podemos dar criterios a los pastores que viven de cerca e sus problemas», solamente apoyamos lo que Monseñor Obando y los Obispos y demás responsables de la Iglesia en Nicaragua, decidan buscando soluciones pacíficas; y como ellos, deseamos que se respete la voluntad de la mayoría del pueblo, que se invite a un diálogo con todas las partes, que se creen condiciones favorables de diálogo y que así se logre poner en el Gobierno de Nicaragua, la voluntad del pueblo, que este es el sentido de una auténtica democracia.
Es la Iglesia de nuestra arquidiócesis que, continuando esa oración por Nicaragua, estará también esta tarde a las 5 en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia en una hora de oración, al cual invitamos a orar por las necesidades de nuestra Iglesia y especialmente de Nicaragua.
Y es también la Diócesis que, con su mano tendida en todas las parroquias, está pidiendo una ayuda económica para nuestros hermanos necesitados de Nicaragua.
Y es finalmente, entre otras cosas, la Iglesia de nuestra Arquidiócesis, en vísperas ya -mejor dicho comenzando ya desde este día- el mes del Santo Rosario y recogemos uno de los testimonios más lindos de Juan Pablo: Su amor de niño para con la virgen. Y decimos amor de niño, porque también quiere la Diócesis unirse al día universal del niño, este día, no con una falsedad de homenaje sino con la frase evangélica que es el mejor elogio a los niños: «Si no os hiciéreis como los niños, no entraréis en el Reino de los cielos». En su breve pontificado, Juan Pablo nos deja en el álbum de sus fotografía, varias en contacto cariñoso con los niños; y más que fotografías, su espíritu de niño que comprendía en la niñez, la confianza que el niño tiene en su madre, para trasladarlo de allí a la confianza que el pueblo debe tener en su Dios que nos ama más que madre y que el pueblo tiene más necesidad que este niño frente a su mamá.
En el discurso de toma de posesión de la Iglesia, el Papa decía que la Virgen, así como lo había acompañado en su niñez, en su seminario, en su sacerdocio, en su Episcopado, lo seguiría acompañando como madre y él seguirá siendo su niño en el pontificado, que lamentablemente pues, fue tan breve; pero que nos deja también esta voz para decirles, al comenzar el mes de la Virgen del Rosario: Confiemos en Ella, recemos mucho hermanos y donde el Rosario se ha caído ya de las manos víctimas de una corriente secularista, recuerden que por más poderosa que sea la corriente de secularización del mundo, el mundo siempre tendrá necesidad de oración y de María; y que cuanto más autónomo se torna el mundo frente a Dios, los que creen en Dios sienten más obligación de amarrar ese mundo con Dios. Y ninguna cadena más hermosa para amarrarlo con Dios que la cadena del Santo Rosario.
Por eso les digo, hermanos esta es la Iglesia, la que ha realizado esos pequeños acontecimientos al cual puede sumarse tantos otros acontecimientos parroquiales o de las familias de nuestra Diócesis; y al iluminar esta Iglesia peregrina de la Arquidiócesis, esta Iglesia enlutada en todo el mundo por la muerte del Papa, preguntamos: ¿Qué Iglesia es? Y yo les respondo ahora con el título de mi homilía: Es la Iglesia de Juan Pablo, porque es la Iglesia de Juan el Bautista y la Iglesia de Pablo, el apóstol. Si en nuestro tiempo, que parece que los hombres ya no piensan en apóstoles ni en precursores, surgen figuras que quieren llamarse Juan como el inolvidable Juan XXIII y el inolvidable Juan Pablo; y surgen figuras inteligentes, mucho más inteligentes que ciertos criticones de la Iglesia, como el cerebro de Pablo VI, Juan Bautista Montini quiere llamarse Pablo para presagiar hace quince años la intrepidez con que ese hombre, a pesar de su debilidad, de sus enfermedades y sus achaques, remontó la Iglesia a las alturas de una Asamblea de las Naciones Unidas, de unos caminos por el mundo entero como San Pablo.
Juan y Pablo, ¿por qué se quisieron llamar así? ¿Y por qué el querido Papa muerto, quiso juntar los dos nombres en su persona: Juan Pablo? Yo encuentro en las lecturas de hoy -perdóneme la ocurrencia- que por algo nos pone el Señor esas lecturas que acaban de escuchar, para que recojamos el espíritu con que Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo han ido predicando, no una doctrina suya ni una doctrina que se deje manipular por los intereses del mundo, sino una doctrina, la auténtica doctrina que Dios reveló al precursor Juan Bautista y hoy Cristo nos lo ha dicho: «Vino Juan a vosotros enseñando el camino de la justicia». ¡Qué palabra más oportuna! como que es Cristo mismo el que nos dice, señalando el cadáver de Juan Pablo, recordando la palabra del Bautista: «Vino Juan a vosotros, enseñándonoos el camino de la justicia».
Y la segunda lectura, es Pablo que nos ofrece en sus lecturas de hoy, dos características inconfundibles de la Iglesia que predicaron los Papas que se llamaron Juan y Pablo en nuestros tiempos; y como Pablo, Juan Pablo VI, Juan XXIII y todos los Pontífices, han predicado esta Iglesia primero de la comunión. Manteneos unánimes dice la epístola. Parece la voz de Juan Pablo, que nos repitió tantas veces el llamamiento al amor en su breve pontificado: Manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir, es la Iglesia de la comunión.
Y finalmente, es la Iglesia vivificada por el misterio de Cristo, que Pablo en la última parte de su lectura de hoy, nos describe con los rasgos más sublimes que se encuentran en la Biblia: La pre-existencia de Cristo, el Cristo que se humilla hasta la cruz y el Cristo que se exalta hasta la eternidad. Ese es el Cristo que va con la Iglesia.
Analicemos, hermanos, brevemente en cuanto sea posible, la riqueza de esta doctrina que nos está ofreciendo la Iglesia de Juan Pablo, la herencia preciada que recogemos de sus manos todavía calientes por la vida, y la muerte. ¿Cuál es la Iglesia de Juan? En la primera lectura de hoy y en la parábola de los dos hijos, aparece una cosa: La responsabilidad personal de los hombres, la voluntad de Dios frente a los hombres. Le dice a sus dos hijos, es decir a la humanidad: Hoy quiero que vayas a trabajar a mi viña, hoy quiero darte la vida con una vocación. Todos los que estamos haciendo esta reflexión tenemos una vocación -desde luego la vocación de vivir, la vocación de la inteligencia, las cualidades, las profesiones- y aquí nos manda el Señor: su voluntad es inspirada en su justicia. Vino Juan a enseñarnos la justicia de Dios y los mandatos del Señor. El Papa Juan Pablo, que era un gran catequista, salpicaba con enseñanzas catequísticas, sus audiencias más solemnes y les habló como habla todo catequista, de la Ley de Dios para ser bueno.
Esta es la voluntad de Dios, esta es la misión de los hombres. Y frente a ese Dios que nos manda, el hombre puede responder de dos maneras, como la parábola nos indica: No quiero ir, es el grito de Luzbel, «non serviam», no te quiero servir; es el grito de los pecadores, es el grito de la rebeldía, es la mayoría desgraciadamente de los hombres, que creen que la libertad se ha dado para rechazar a Dios y no para buscar a Dios libremente. Cuántos hijos malcriados tiene Dios: No quiero, como el niño que zapatea ante su mamá. Así estamos ante Dios muchas veces: ¡No quiero!
El otro, amanerado y educado le dice: Sí, con mucho gusto voy a ir, pero no fue. El primero se arrepiente y le dice al padre, voy a ir, o sin decirle nada se va al trabajo y hace la voluntad de su padre. Cristo pregunta: Quién de los dos hizo la voluntad de su Padre? Y todos ustedes y yo le podíamos responder como le respondieron sus oyentes: El primero, el que primero dijo que no, pero fue; y no el otro, muy educado, pero desobediente.
Cristo hace la aplicación, ¡qué dura aplicación! Acuérdense que nos encontramos en la sección del Evangelio de San Mateo, donde Mateo, en reflexión con la primeras comunidades cristianas, nos está presentando el conflicto, la crisis que siempre tiene que haber en la Iglesia entre la voluntad de Dios y el querer de los hombres. Y allí tenía delante de Cristo, a los dirigentes de Israel: Sacerdotes, gobernantes políticos, profesionales (según su tiempo) y Cristo sin tenerles miedo les dice una cosa bien dura: Por eso -les dice- en el camino del reino van adelante de ustedes, dirigentes del pueblo, van delante de ustedes los dirigentes, los publicanos y las prostitutas. Créanme hermanos, que me da mucho gusto recordar esta palabra de Cristo para decirle a todos los pecadores, yo el primero, que confiemos en el Señor, que si hemos tenido la audacia de decirle: no te quiero servir, y hemos buscado por los caminos de placer prohibido o de la ganancia ilícita (como era la de los publicanos y la de las rameras) Cristo nos dice que podemos ir delante de los que se creen que van camino del Reino de los cielos. Quien sabe. ¿Quién obedeció?
Así dice Cristo: Vino Juan predicando penitencia, diciéndole a los pecadores: Conviértanse; y muchas prostitutas y muchos publicanos creyeron en Juan. Ustedes los dirigentes no lo han creído, más bien lo calumnian, vino Juan a predicar la justicia y ustedes lo llamaron endemoniado. Si hubiere existido el término comunista, le hubieran dicho: Es un comunista. Todo aquel que predica la justicia, cuando encuentra la roca dura del que no quiere convertirse y orientar por los caminos de la justicia sus relaciones con los demás, tiene que tildar a Juan Bautista y a todos los que tratan de imitarlo, con esos calificativos, no le creeyeron, Cristo lo dice: Vino Juan y no le creyeron. Pero en cambio los pecadores, escucharon como una palabra de esperanza: Dios nos puede perdonar.
A propósito, ya que estamos dedicando el pensamiento a Juan Pablo, uno de los episodios que a mí me han conmovido mucho, entre los mucho de su breve pontificado, dicen que se acercó una mujer a su trono pontificio en la audiencia general para decirle: Santo Padre, me siento tan vacía, pecadora, ¿me salvará, me perdonará el Señor? Y que el Papa le dijo: ¿Cuántos años tienes? Le dijo ella, tengo 30 años. Le dijo ¿por qué te aflijes?, eres joven, tienes por delante unos 40 años más o menos, ¿por qué no aprovechas tu vida para arrepentirte y caminar por el buen camino? Y sobre el camino de aquella prostituta se hizo la luz que Juan Bautista encendió, es la luz que la Iglesia va encendiendo, y ojalá hermanos, yo no me avergüenzo de que mi palabra humilde tuviera el inmenso honor de ser un rayito de luz y de esperanza, llegando tal vez a los burdeles, llegando tal vez a las cuevas de los criminales, llegando tal vez a las tabernas de los viciosos; sé que me escuchan en muchas partes, ojalá la palabra de Cristo llegue hoy a quien más la necesita. Los publicanos y las prostitutas van delante en el Reino de Dios cuando escuchan a Juan que vino a predicar el arrepentimiento y la justicia, y no ustedes, embusteros y orgullosos que solamente tienen para criticar y distorsionar la palabra del evangelio. Quiera el Señor que no sea demasiado tarde cuando se arrepientan de sus equivocaciones.
El otro día, alguien dijo que yo había pedido aplausos en la Catedral por la muerte del Decano de la Universidad. ¿Cuándo lo he hecho? He andado por muchas comunidades, como les he dicho, y me cuentan por todas partes la campaña triste de ORDEN, de andarle diciendo a los campesinos que no oigan YSAX, que no oigan al Obispo porque es comunista, que no lean ORIENTACION, que no lean la Biblia, que se inscriban en ORDEN que así sí van a ser salvos. Y hay cristianos valientes que le han respondido: Preferimos morir y de todos modos no vamos a morir, pero sabemos que el Obispo es nuestro Pastor y nos va conduciendo por el camino del Evangelio. A cuántos que han dicho barbaridades locuras que dicen que yo he dicho, les preguntan: ¿y tú lo has oído? No, pero dicen. Esa es la estupidez más grande, criticar sin poner en el banquillo de la justicia al que se va a juzgar. Vino Juan Bautista predicando el camino de la justicia de Dios y no le creyeron.
Y la primera lectura de hoy ratifica este pensamiento de la parábola, son los tiempos en que Israel, donde le tocó vivir al profeta Ezequiel, veía el castigo del destierro como un castigo de Dios y creían que sus padres eran los pecadores y que ellos estaban pagando el pecado de sus padres. Y el profeta Ezequiel es de los profetas que han destacado para señalar la responsabilidad personal del que peca. Recuérdense cuando a Cristo los apóstoles le preguntaron por un cieguito: ¿Quién ha pecado, él o sus padre? Y Cristo dice: No ha pecado ni él ni sus padres; sino que ésto sucede para gloria de Dios. Pero aún cuando hay pecado, dice el profeta Ezequiel, cada uno es responsable ante Dios de su propia conciencia. No olvidemos ésto hermanos. Es cierto que los Obispos en Medellín dijeron que existe un pecado estructural, un pecado comunitario, social, es lo que llamamos: el ambiente, pero a pesar del ambiente, a pesar de las estructuras de pecado, Dios nos pedirá cuenta a las estructuras, pedirá cuenta a cada hombre y mujer que vive en las estructuras. El juicio de Dios, dice el profeta Ezequiel, será según su proceder. Si un malo se ha convertido y ya realiza el derecho y la justicia, vivirá, Dios lo salva porque se ha convertido; y si un bueno por más santo que sea se pervierte y hace las obras de los malos, por sus obras se perderá, morirá.
No andan diciendo, dice el profeta, esto no es justo, y Dios dice: ¿No son ustedes los injustos? Dios es justo cuando da a cada uno según sus obras.
Hermanos, cada uno es responsable de su propio destino. Hay mucha gente que cree en un destino ciego, como que lo va empujando una fuerza y no puede dejar de ser malo. Esto es malo creerlo, sería decirle a Dios: No me has hecho libre. La última palabra siempre la tiene el hombre, para ser bueno o para ser malo, y el infierno o el cielo no lo da Dios, se lo da cada uno como quiere. Quieres ser malo y perseverar en el mal y morir en tus injusticias: Morirás. Palabras con que se dice te condenarás. Te encuentras en los caminos de la maldad, publicanos y prostitutas son mencionados hoy y podíamos añadir muchas clases de pecados, hasta aquellos que son responsables de las estructuras de pecado, los que abusan del poder en el Gobierno están en caminos de pecado; los que abusan del poder económico, están en camino de pecado. Y si no se convierten y buscan el camino de la justicia, no vivirán, por su propia responsabilidad.
A la luz de este principio de la moral auténtica de Dios, que divertido resulta estar esperando que va a hacer el Papa para saber si está de acuerdo conmigo o está en desacuerdo conmigo. Frente a Juan Pablo no tuvieron tiempo de catalogarlo a que lado está, porque no les convenía. Y unos esperaban que apoyara sus líneas y otros esperan que apoye otra línea, como si la moral de cada uno no dependiera de cada uno y no del Papa. Ciertamente que el Papa es el maestro que ilumina, pero el seguir esa iluminación es problema de cada uno, no era necesario esperar que Juan Pablo dijera que el capitalismo egoísta y materialista es malo, para decir: El Papa está con los comunistas. Bien se dijo cuanto el Papa anunció: No se puede colaborar con el comunismo. ¡Ah! ya ven, pues el Papa está con los capitalistas. ¡Qué fácil es interpretar cuando se tiene una intención, un prejuicio!
Existe una conciencia en el hombre y el Papa es el maestro que en nombre de Dios ilumina, pero qué ciegos son los hombres cuando están apasionados. Cuántas veces hemos visto llorar a la esposa buena, porque su esposo está enamorado de una adúltera, está apasionado y es difícil que crea la voz de Dios que lo llama: Eso es ilícito. Fue el caso de Juan Bautista frente a Herodes-estaba apasionado de la mujer de su propio hermano- y cuando Juan Bautista le dice: «No es lícito eso», lo mandan a matar, le quitaron la cabeza. Es el destino de los profetas. Porque tienen que señalar las llagas más dolorosas y ardientes, tienen que correr los riesgos de quienes no quieren oír.
¿Quién será el Papa? ¿Qué línea traerá el Papa? Cualquiera que sea, no puede ser otra que la voz de Juan. Vino Juan a predicar la justicia y los hombres, cualquiera que sea el Papa, tenemos que buscar los caminos de la justicia, del amor, de la bondad, de la santidad. Por más santo que sea un Papa, el injusto que no se quiso convertir, se condenará; el Papa se salvará.
Esta es la moral, esta es la Iglesia de Juan Pablo, esta es la Iglesia de Juan Bautista, es la Iglesia de Pablo. LA IGLESIA DE JUAN PABLO ES LA IGLESIA DE SAN PABLO, LA IGLESIA DE LA COMUNIÓN.
Y Pablo, mi segundo pensamiento lo tomo de San Pablo, la Iglesia de Juan Pablo es la Iglesia de San Pablo, la Iglesia de la comunión. Y en segunda lectura de hoy, San Pablo nos encarga mantenernos unánimes, nos enseña cuáles son las causas de la desunión en la epístola de hoy. Bonito examen de conciencia, queridos hermanos, para mirar frente al Papa que trabajó en su breve pontificado por la unidad de la Iglesia, y aún más allá de la Iglesia, por la unidad ecuménica que ya la vislumbraba él muy sonriente.
Escuchar a San Pablo que nos dice que las causas de la desunión: Son obrar por envidia, obrar por ostentación, encerrarse en los propios intereses. Allá aparecen en la epístola de hoy y allí tenemos señaladas las causas de los grandes malestares de nuestra Sociedad. Si se obra por envidia, no hay nobleza. La envidia es ponerle zancadilla al que puede hacer un bien, alegrarse del mal ajeno. Y hay muchas zancadillas ahora, mucha envidia. Por ostentación.
Queridos hermanos -yo traía ahora, precisamente para recordar aquí la figura de Juan Pablo ante este llamamiento de San Pablo a no querer hacer consistir nuestra fe en la ostentación- el Papa, hablando hace apenas ocho días, al tomar posesión de la Basílica de San Juan de Letrán, dice: «Estos son el verdadero tesoro de la Iglesia: Los pobres. Por consiguiente, deben ser asistidos por los que pueden sin ser humillados ni ofendidos con ostentación de riqueza, con dinero mal gastado en cosas fútiles, en lugar de ser invertido cuando sea posible, en empresas mutuamente ventajosas». Ven cómo el Papa ratifica que la Iglesia auténtica no puede ser otra que la Iglesia que se preocupa y siente con los pobres. Los pobres que verdaderamente representan la presencia del Señor: «Todo lo que hagas a uno de ellos, a mí me lo haces».
Y San Pablo, también, en esta Iglesia de la comunión nos presenta el fundamento de la unidad. ¿Qué es lo que nos daría la humildad a nuestros grandes problemas de división? San Pablo señala la humildad y el buscar los intereses de los demás. ¡Qué certeras estas indicaciones! El hombre orgulloso, el que no quiere ser menos que nadie, el que quiere estar por encima de todos no cabe en ninguna parte y por eso con él no caben los demás; en cambio el humilde, el que como nos dice San Pablo hoy, busca en el servicio de los otros su verdadera felicidad -este es Juan Pablo- el que escala el puesto más alto de la humanidad: ser Papa. Y desde allá recuerda siempre el origen: Hijo de un humilde obrero y llama a todos a la preferencia por la pobreza, por la sencillez. El que no quiere coronarse con las tiara pontificia, el que no quiere usar más que por necesidad la silla gestatoria, el hombre sencillo y humilde, es el instrumento, es el modelo de los hombres para hoy, para ser artífices de la paz.
El coro de Tejutla, entre las lecciones de hoy, cantaba el cántico precioso de Francisco de Asís: Laudato Sí, Señore, Seas alabado Señor. Aquel hombre que llamó a todas las creaturas a la alabanza, San Francisco de Asís, porque era pobre. CRISTO NUESTRO SEÑOR
Y el fundamento más grandioso, está ya en mi último pensamiento que éste: Cristo Nuestro Señor. San Pablo termina hoy la lectura preciosa, invitándonos a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús, y nos describe a Cristo. Y este es el broche de nuestras reflexiones: Cristo. Porque si los Papas modernos han conmovido al mundo por su ejemplo y su sabiduría, es porque han puesto todo su talento a expresar esta gran verdad: Cristo vive en la Iglesia. La Iglesia no es otra cosa más que la prolongación de la misión de Cristo.
Pablo VI, sobre todo, tenía una gracia muy especial para hablar de ese empalme entre Cristo y la Iglesia. Y Pablo, en su epístola de hoy, nos dice cuál es el Cristo que va animando esta Iglesia. Es un Cristo, primero, que pre-existía en la eternidad. Tiene naturaleza de Dios. Antes de concebirlo en sus entrañas la Virgen, ya existía. En el principio del mundo ya existía el Verbo -dice San Juan- y ese Dios eterno que no tuvo principio ni tendrá fin.
2º) Se hizo hombre. Y esto es lo que San Pablo llama ya -una palabra griega que me gustaría que se la aprendieran, porque expresa la belleza de nuestra fe en Cristo- la «Kénosis» …Kénosis quiere decir vaciarse de sí, se despojó de su rango de Dios, como si un soberano dejara trono y manto y todo, y se vistiera de harapos campesinos para ir a estar entre campesinos sin molestar con su presencia de rey. Cristo se viste de humanidad y aparece como un hombre cualquiera. Si aquí en la Catedral, entre los hombres que tienen la bondad de estarme escuchando, estuviera Cristo yo no lo descubriera… y saber que era el Hijo de Dios vestido de hombre. Y más todavía, no le bastó parecerse a los hombres, sino que se humilló hasta la figura de un esclavo para morir como los esclavos, crucificados en una cruz, como un bandido, como el deshecho de Israel que había que crucificarlo fuera de la ciudad, como basura. Esto es Cristo, el Dios que se humilla hasta esta kénosis, a este vacío profundo de él.
Pero por eso -dice San Pablo, terminando la estrofa de este bello himno- por eso Dios lo glorificó y lo elevó hasta las alturas más elevadas, para que en su honor se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese: ¡Cristo es el Señor!
Queridos hermanos, esta es la gloria de la Iglesia: Llevar en sus entrañas toda la kénosis de Cristo y por eso tiene que ser humilde y pobre. Y una Iglesia altanera, una Iglesia apoyada en los poderes de la tierra, una iglesia sin kénosis, una Iglesia llena de orgullo, una Iglesia autosuficiente no es la Iglesia de la kénosis de San Pablo, no es la Iglesia de los Juan Pablo, no es la Iglesia de Papas auténticos. La Iglesia verdadera es la que, con Juan Pablo, puede decir en su discurso de inauguración que se siente como Pedro cuando comenzó a caminar sobre las agua, se tambalea de miedo hasta que Cristo le dice: Hombre de poca fe ¿por qué temes?
Esta es la fuerza de la Iglesia, no la fuerza del hombre. Como un mendigo, hace apenas un mes, el Papa en la ceremonia de su instalación como Pontífice en la Plaza de San Pedro -ustedes lo vieron por televisión- parecía un mendigo pidiéndole a cada Cardenal la bondad de su amistad, de su colaboración, de su ayuda, «…porque jamás nos imaginamos subir a estas alturas, ¡ayúdenme!» …Esta es la humildad, esta es la kénosis de la Iglesia, el sentir que ese Cristo humilde y pobre, vacío de la grandeza de Dios, va con esta Iglesia que tiene que ir marcada de esa kénosis divina. Pero al mismo tiempo, su gran esperanza en la glorificación, Iglesia de la pascua, Iglesia de la resurrección, Iglesia que no tendrá fin, porque Dios la ha hecho esposa de aquel nombre que está sobre todo nombre. Y a él vamos a honrar en nuestra Eucaristía de hoy.
Pero queremos llevar también a nuestra Eucaristía, la voz angustiada de nuestra patria, esta Iglesia de la kénosis y de la glorificación; esta Iglesia de la comunión y de la conversión; esta Iglesia de San Juan Bautista y de San Pablo de Tarso; esta Iglesia que se hace moderna en Pablo VI, en Juan XXIII y en Juan Pablo; esta Iglesia es la que quiere vivir aquí, en la Arquidiócesis, y desde su propia identidad ella quiere vivir también los conflictos de nuestra propia historia.
Y así tenemos, hermanos, que hemos vivido la confianza de estudiantes, de familias afligidas que se han acercado para denunciar y aclarar las verdaderas causas y hechos que han llevado al cierre a nuestra Universidad. Los estudiantes han declarado sus intenciones, su descontento por la reprobación en Matemáticas 3ª, masivamente. Se quejan también de la brutal -dicen- represión desatada por la policía universitaria que se encuentra bajo el control del Estado Mayor de la Fuerza Armada; y quieren también lamentar el desaparecimiento de Guillermo Iraheta y la muerte del estudiante José Armando Vega García provocada por un balazo en la espalda que lo mantuvo durante una semana en el Seguro Social. La muerte también, del Decano de Economía, Dr. Carlos Rodríguez, son el saldo triste, lo mismo que un grupo de prisioneros en la cárcel de la Policía de la Universidad. Que términos más contradictorias. ¿Qué dicen los abogados? ¿Qué dicen los colegios de profesionales ante esta humillación del Alma Máter? Sobre todo cuando este sarcasmo de policía y cárcel, y prisioneros y desaparecidos y matados en el centro más alto de cultura de El Salvador, lamenta la mentira evidente de la tropa de seguridad ante el hecho de Guillermo Atilio Iraheta Valle, empleado desde hace 11 años en ANDA, su esposa con sus seis hijos han visto la forma bárbara en que lo golpearon; la Cruz Roja es testigo de que no la dejaron entrar a administrar a aquel golpeado. ¿Qué hace ANDA con sus empleados, aún cuando su Presidente es un Coronel?
También lamentamos, en este ambiente, el secuestro del Mayor y Doctor Alfonso Castro Sam. ¿Qué motivos hubo? Pero sí, quisiéramos pedir que en nombre de la familia del empleado de ANDA, Guillermo Atilio Iraheta Valle, por la aflicción de su esposa, por la orfandad de sus niños, que se atienda al llamado de esta pobre mujer que ha ido como mendigo de la justicia a la Corte Suprema de Justicia, al Estado Mayor, al Director de ANDA y en todas partes no encuentra más que la voz conformista de la paciencia, como si no estuviera en sus manos resolver estos casos injustos.
También tenemos que lamentar desde nuestra Iglesia auténtica, y no lo sería si tolerara tantas injusticias, el secuestro el lunes, de la joven que resultó baleada cerca del zoológico, a pesar de que estaba apenas recuperándose en el Hospital Rosales. Consta en informativo judicial que la joven estaba custodiada por agentes de la Policía Nacional que se negaron a identificarse y la familia teme por la suerte de esta pobre joven. Pedimos a la justicia que se evite otro atropello cruel.
Ha habido también capturas, como en Comalapa, de la campesina María Evangelina Galdámez de 19 años y no se sabe dónde la han llevado.
Ha habido represión entre los campesinos de Cinquera y de San Pedro Perulapán. Esa zona ya fue demasiado golpeada, tengamos misericordia. Por lo menos 23 campesinos han desaparecido en esa zona; 25 asesinados por ORDEN, el Ejército y demás cuerpos de seguridad, el último fue el anciano de 73 años, Jesús Villeda, que los miembros de ORDEN lo mataron de 9 machetazos el 27 de septiembre; 22 están presos por motivos políticos. Sistemáticamente se está hostigando, se llega a quemar las casas de los campesinos organizados, se les amenaza con matarlos. En esa misma línea tenemos que colocar los cadáveres encontrados en la carretera de Apulo: Mauricio Mendoza Flores, Manuel de Jesús Campos. Eran catequistas que se reunían con otros cristianos y a esos otros cristianos los tienen ya en la lista y les han dicho que sólo que se inscriban en ORDEN pueden ser protegidos. Es la presión injusta.
También la Iglesia no puede callar ese atropello al derecho de organización de nuestros obreros. El Sindicato de Trabajadores de la CEL, denuncia que aún continúan controladas por la Guardia Nacional las plantas de Soyapango, Acajutla, Ahuachapán. También la FUS denunció la captura del obrero José Julián Ramírez Barrera; y también en Industrias Metálicas Prado se despidieron seis directivos sindicales, lo cual equivale a decapitar un esfuerzo de organización sindical. No olvidemos, aunque ya días no lo decimos, que más de doscientas familias campesinas allá por las Minas de San Sebastián, se están muriendo de hambre y no se les da trabajo, no se les resuelve su problema laboral.
La Iglesia tiene que sufrir también, con los damnificados del Bambural.
También queremos recoger un testimonio muy valioso del Presidente del ISTA. Refiriéndose a la desproporcionada distribución de la tierra reconoció -sus palabras- «… que en El Salvador, hay un barril de pólvora con una mecha encendida próxima a estallar». Yo quiero recordar aquí la comparación de alguien que me dijo: ISTA también se ha convertido, también, en un león de circo. No tiene colmillos.
Hermanos, celebremos nuestra Eucaristía después de haber reflexionado desde la palabra divina de los profetas, hecha palabra actual en los Papas actuales, hecha mensaje en la misma muerte de Juan Pablo, la Iglesia de la conversión, palabra de esperanza para los pecadores, palabra terrible para los que no se quieren convertir. La Iglesia de la comunión, palabra de amor, palabra de brazos abiertos, para fundamentar en el sentir de Cristo nuestros sentires egoístas. Y la Iglesia de la kénosis, la Iglesia del vacío de sí mismo, la Iglesia de la humildad y la Iglesia de las esperanzas de la gloria en Cristo resucitado. Eso es lo que vamos a celebrar ahora: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven Señor Jesús…
Este día 24 de septiembre, nuestra Iglesia honra a la Virgen, bajo un título muy histórico y muy actual: La Virgen de las Mercedes. Bajo ese título, la Virgen inspiró allá en la Edad Media, una orden de hombres generosos, que ante el problema de la esclavitud, en las cárceles de los musulmanes, se organizaron para ir a redimir cautivos, y además de llevar grandes cantidades de dinero, que recogían en Europa para este fin, habían hecho un voto, de quedarse ellos mismos prisioneros en lugar de los cautivos, para que ellos adquieran la libertad. Es una página muy gloriosa del esfuerzo de la Iglesia por la libertad de los hombres. La defensa de los Derechos Humanos no es cosa de hoy, sino que siempre ha sido cosa del evangelio. Saludamos pues, desde aquí, a los prisioneros, porque este día es considerado, el día de la Patrona de los centros carcelarios. Se honra hoy a la Virgen con oraciones, en esos centros donde se sufre mucho.
La Virgen de Mercedes, presente hoy en el sufrimiento de las cárceles, iluminando quien sabe qué crueldades; dando consuelo a los que lejos de su familia sufren aislamiento inhumanos, es todo un símbolo para nuestra hora. Ayer, tuve la oportunidad de celebrar la Santa Misa y conferir la confirmación a un grupo de mujeres, en el Centro de Reformación de Mujeres, llamado vulgarmente: La Cárcel de Mujeres. Y la presencia de las religiosas del Buen Pastor, convierte aquel centro en un verdadero hogar de reformación. La presencia de la capilla de la comunidad, le da la presencia de un sol que ilumina unas tinieblas; y la cárcel casi no se siente. Qué hermosa es la presencia de la esperanza cristiana, de la plegaria de la fe; aún cuando ilumina situaciones duras, con tal que sean justas, el prisionero tiene que pagar sus faltas; pero tiene que encontrar allí, una escuela para que lo vuelva a reintegrar a la Sociedad. Yo quiero felicitar a las hermanas del Buen Pastor, por esa labor que está siendo como un índice de lo que tenía que ser las Cárceles en nuestro país; y ojalá ese testimonio de la Virgen, inspirando esa santidad de esas mujeres -las religiosas en medio de las prisioneras- sea una inspiración.
También con motivo de la fiesta de la Virgen de Mercedes, tuvimos en la Iglesia de María Auxiliadora, una numerosa comunión de niños, preparada por las hermanas Mercedarias Eucarísticas, que aquí en El Salvador, nos dan su colaboración en el Colegio Eucarístico; en Centro Educativo de San Martín y en el Colegio Eucarístico de San Vicente. Cuántas generaciones, también se han educado bajo el título de la Merced. Vaya también un saludo para ellas, en este día de su patrona, la Virgen de Mercedes.
El domingo pasado, estuvimos en Apulo, en el Cantón que tiene como patrona la Virgen de Dolores. Las Hermanas Carmelitas y el P. Fabián, que administra aquella parroquia, me demostraron en una reunión muy simpática, lo que es una Iglesia que se basa en las comunidades eclesiales de base. Cómo se hace conciencia del cristianismo. Como se forma una conciencia crítica desde el evangelio, a las realidades del país. Estos grupos son los que muchas veces se persiguen, se disuelven, se atemorizan; pero puedo asegurarles que se trata de reuniones netamente evangélicas, y el evangelio naturalmente cuando se abserve y se digiere, forma condiciones críticas y estorba a los órdenes establecidos, cuando ese orden establecido no es justo, no es evangélico. El evangelio choca contra las realidades anti-evangélicas; pero la Iglesia no se puede detener de seguir formando la conciencia evangélica de sus cristianos.
También mucha conciencia cristiana encontré, el día de San Mateo, jueves 21, en Santiago Texacuangos; donde el P. Teodoro Alvarenga, con la religiosas belgas de San Nicolás, están formando allá una comunidad de mucha esperanza. Las hermanas belgas de San Nicolás, tienen también otra comunidad en Cojutepeque y ese día jueves, pude saludarlas a todas, y saludar también a la Superiora General que se encuentra de visita en El Salvador -la madre María Javier- a quien le agradezco la colaboración que las hermanas han venido a prestarnos a tierras muy lejanas de su hogar. ¡Que Dios se lo pague!
En Aguilares, también, se está celebrando hoy una concentración cristiana, donde las religiosas del Sagrado Corazón y el P. Octavio Cruz están fomentando también esas comunidades eclesiales de base que son una fórmula -no digo de hoy-, siempre, cuando el evangelio es meditado a profundidad, necesita el ambiente de esos pequeños grupos que no tiene nada de subversivos; a no ser la subversión que es la denuncia todo lo injusto, así como también apoya todo lo justo, donde quiera que se encuentre.
Desde el miércoles de esta semana, Guazapa comenzó a celebrar su novena en honor de San Miguel, que celebrará el 29 de septiembre. No ha faltado allá el culto. La labor de las religiosas Carmelitas, aún cuando fue expulsado injustamente el párroco en los días aciagos de aquel ocupamiento militar de la región, han mantenido el sentido pastoral y tratan de mantenerse en el ambiente netamente religioso y evangélico. A los laicos que se quejan de no tener sacerdote, les recuerdo que estamos haciendo siempre el esfuerzo de que haya sacerdote celebrando lo exclusivamente sacerdotal: La misa, la confesión y todo aquello que no lo pueden hacer las religiosas y los laicos. Y a quienes no están contentos de esta situación, les diré, queridos católicos de Guazapa, ¿qué hacen ustedes? Son Iglesia. ¿Cómo colaboran? O es necesario que el sacerdote también se dedique a construir materialmente templos. Eso no es labor del sacerdote, es de los laicos que deben sentir como suya la Iglesia y colaborar en aquel campo en que ellos, ustedes los laicos, tienen más competencia que nosotros los sacerdotes. Les suplico pues, ser comprensivos y seguir colaborando mucho con la comunidad que las religiosas fomenta allá.
Quiero reiterar mi felicitación a Monseñor Rivera, por sus 25 años de sacerdocio. Fue propiamente el 19, martes de esta semana, y allá en su pueblito natal, San Esteban Catarina, se dio un testimonio precioso del respeto y del cariño al sacerdocio; y de la unidad de los fieles. Allí tuve también la oportunidad de saludar a los diez sacerdotes vicentinos, que gracias a Dios, están en el pleno ejercicio de su ministerio. Quiero felicitarlos porque durante este (interrumpen aplausos) -muchas gracias por este aplauso, que no lo ando buscando, sino que ustedes espontáneamente lo dan- para decirles a los sacerdotes que en la Catedral de San Salvador, se les comprende. El testimonio de unidad, el cariño sus pueblos y puedo asegurarles hermanos, que no son comunistas, son sacerdotes sensibles en lo social -como hemos dicho- y desde las perspectivas evangélicas, hacen lo reclamos que es muy fácil confundirlos con el comunismo. Pero el evangelio no es comunista, sino que es justo con la justicia social.
También, quiero agradecer al Señor y pedirle a ustedes una oración para que agradezcamos cincuenta años de vida sacerdotal y cincuenta años de presencia redentorista en El Salvador. Tuve también la dicha de concelebrar el 22, con los PP. Eladio Guznego, Jesús García, Joaquín Mendoza y Félix Palacios, a quienes reitero mi felicitación, por sus 50 años de vida sacerdotal. Que el Señor les pague tanto bien que han hecho en nuestras parroquias y donde la obediencia los ha llevado.
Quiero también expresar aquí la solidaridad de la Jerarquía de la Arquidiócesis, con el Colegio Sagrado Corazón que está siendo otra vez objeto de crítica fáciles. Se lee acusa de indoctrinación marxista. Se le acusa de criticar tendenciosamente el Himno Nacional. Qué superficiales son las críticas de nuestros críticos, que se han olvidado cuando dicen que van a acudir al Ministerio de Cultura para que investiguen ese crimen que está cometiendo con sus niñas; se han olvidado que el mismo Ministerio de Cultura, en el seminario recientemente celebrado, aboga por una educación que forme el criterio de los alumnos, que no sea pasivo, ¡que sepa cuestionar también la historia! El Himno Nacional no es un dogma y si tiene mucho de hermoso y de verdadero, hay que deducir esa verdad y esa hermosura a la realidad del país, para no estar cantando lo que en realidad no existe y para que la hermosura del Himno se traduzca en las realidades del país. Y la crítica fácil de comunista y de indoctrinación comunista yo les digo hermanos eso ya raya.
Y quiero recordar aquí, unas palabras muy elocuentes de los sacerdotes y religiosos de Nicaragua, escribiéndole al Presidente Carter acerca de la situación de Nicaragua, y a llegar a este punto dicen: «…Para justificar la incambiabilidad de la situación actual, se esgrime, hoy como ayer, el argumento anticomunista. Ya los obispos latinoamericanos nos habían advertido en Medellín que a este tipo de gobiernos, les sería muy fácil, encontrar aparentes justificaciones ideológicas; por ejemplo: Anticomunismo o prácticas, conversación del orden, para cohonestar su proceder. Trágica realidad la del somocismo, que ha despojado a muchos campesinos de sus tierras para que los comunistas no se las quiten; que mantiene bajos niveles de empleo, para que los comunistas no los condenen a trabajos forzados; que practica una competencia desleal con la licencia privada, para que los comunistas no reciban financiamiento; que envía a la cárcel a militares disidentes para que no le hagan el juego al comunismo. En Nicaragua es muy difícil, encontrar un sector social, al cual el grupo gobernante no lo haya atacado de una u otra forma de comunista o instrumento de los comunistas…» Y la carta que va dirigida al Presidente Carter, le dice: «… incluso de su Gobierno, Señor Presidente, se ha dicho aquí en Nicaragua, que está en manos de izquierdistas…» Y yo quiero agregar también que al Papa Pablo VI, cuando escribió la Encíclica Populorum Progressio, se le llamó marxismo recalentado. Siempre que se quiere tocar la llaga, donde está la raíz de las injusticias y la falta de paz, es fácil decir: Son comunistas. Por tanto, la Iglesia apoya plenamente la labor concientizadora, desde el evangelio, del Colegio Sagrado Corazón.
También esta Iglesia católica, de nuestra Arquidiócesis, se alegra en este día de la Virgen de Mercedes, cuando está terminando una convivencia juvenil en el Seminario San José de la Montaña. Muchos jóvenes, ya próximos al bachillerato, están allá reflexionando este gran problema que todo joven tiene que confrontar: ¿Para qué me ha dado Dios la vida? Y ojalá la respuesta sea la más hermosa. Ser sacerdote es entregar a Dios una vida, como nos va a decir hoy San Pablo, que es el ideal más bello de la misma vida humana. Ahora, si no tienen vocación, recuerden que también es vocación servir a la humanidad, desde el matrimonio, desde una profesión laical. No hay que mirar las profesiones únicamente como medios para ganar dinero e instalarse política o socialmente. Hay que buscar como están haciendo ahora los jóvenes, el servicio a la humanidad, el mejor rendimiento de mi vida, no para ganar, sino para servir. ¡Qué hermosa juventud! Desde aquí un saludo de entusiasmo a esas probables vocaciones que nos irán a dar un problema el otro año, porque no tenemos ya lugar en el Seminario donde alojar las muchas vocaciones que el Señor nos está dando. Pero, el lugar es lo de menos, la generosidad es lo que cuenta.
Quiero informarles también, desde este momento eclesial de nuestra vida, que la edición de nuestra Carta Pastoral quedó agotada ya también; y que se prepara una tercera edición, en la cual agregaremos los anexos y el cuestionario para facilitar las reflexiones de los grupos.
Si desde nuestra Iglesia local, extendemos la mirada a la Iglesia Universal, encontramos ahora con alegría la figura del Papa, ganando cada día más en simpatía. Ayer fue a tomar posesión de su Catedral, como Obispo de Roma. Ustedes saben que el Papa, además de ser el Pastor Universal, es el Obispo de Roma; y como Obispo de Roma, su Catedral no es la Basílica de San Pedro, sino la Basílica de San Juan de Letrán, que desde los primeros siglos se consideró como la residencia del Pastor de Roma. En su discurso al presentarse en Roma, donde estuvieron presentes las autoridades civiles, el Papa dijo esto: Que como Pastor de la Ciudad Eterna, colaborará por la justicia y la paz de la ciudad -para que vean que no es una justicia inventada para ganar aplausos; sino que es el derecho de la Iglesia y el deber de la Iglesia, de señalar que las fuentes de la paz del mundo, no pueden ser envenenadas por la justicia, y que el primer papel de la Iglesia es trabajar donde la Providencia pone a un ministro, llámese Papa o humilde sacerdote rural; trabajar por la justicia, como fuente de la paz. También el Papa recordó, a los obispos norteamericanos, que la familia es una piedra fundamental de la Iglesia Católica, que no se debe permitir que el divorcio la destruya.
Yo quisiera aprovechar esta noticia, para hacer un llamamiento a la organización familiar de nuestro ambiente. Qué hermoso es cuando cada hombre de la Sociedad puede decir: Tengo una familia bien organizada. Queridos hermanos, en ésto está la base también, de una Sociedad más equilibrada, tranquila, justa, ordenada, done hay familias, fieles y bajo bendición del Señor que da el sentido de familia. No tengo tiempo, pero el discurso del Papa que salió en los periódicos, está señalando muchos caminos preciosos para la construcción o reconstrucción de nuestra vida familiar. Y aquí tenemos que trabajar mucho todos, un esfuerzo para hacer de las familias salvadoreñas verdaderas familias cristianas. También el Papa, en otro discurso, insistió en la necesidad de que la Iglesia intervenga presentando y recomendando soluciones a los grandes problemas de la libertad, de la justicia, de la paz; y que los laicos católicos luchen por resolver esos problemas. Hizo una aclaración muy útil: Que la liberación política, social o económica, que muchos hombres buscan, no coincide con la salvación en Jesucristo. Entendamos bien, en mi Carta Pastoral les explico que uno de los servicios de la Iglesia, es apoyar esos esfuerzos de reivindicaciones del pueblo; y el servicio mejor que la Iglesia presta, es decirles su propio criterio de la liberación y es aquí donde el Papa dice: No coincide, quiere decir, no se mide la liberación cristiana por la liberación terrenal. Pero no quiere que se desentiende, sino que como digo en la Carta Pastoral, engloba, integra, esos esfuerzos liberadores de la tierra, en la gran liberación cristiana. Les dicen a los que trabajan por un mundo mejor, por una sociedad más justa, todo eso está bueno, pero recuérdense que no todo termina allí. El hombre también tiene una vocación eterna y divina, y si queremos para él en su caminar por esta tierra, un mundo más justo, no olvidemos que lo definitivo es su liberación trascendente, la que trajo Cristo; a salvar del pecado y a promover en la gracia a los hijos de Dios que han de vivir eternamente libres. En este sentido pues, si decimos con el Papa, no coincide una y otra liberación, pero tampoco están divorciadas. De modo que no podemos decir que estamos con el Papa, cuando prescindimos de las cosas de la tierra, por estar pensando sólo en las cosas del cielo. El Papa está apoyando también, todos estos esfuerzos de justicia y de liberación en el mundo.
También otro aspecto precioso de nuestra vida católica actual: La Iglesia polaca mandó leer en todos los púlpitos de Polonia, una Carta Pastoral firmada por todos los Obispos. La vida social de una nación, dicen ellos, requiere apertura y opinión pública. La gente que gobierna los medios de comunicación en ambos países, tiene en mente sólo sus propios intereses, tanto en Polonia, como aquí en El Salvador -podemos decir-, tenemos el derecho y el deber de manifestar nuestra crítica y nuestra opinión; si no se aprecia este esfuerzo de libertad, ello significa -dicen los obispos polacos- que nos tratan meramente como objetos, para que los que han tomado el poder, manipulen a los ciudadanos desprovistos de la posibilidad de pronunciar públicamente sus opiniones.
Miren hermanos, la Iglesia, en cualquier situación -aquí, porque la situación no es comunista, sino capitalista- pero en Polonia donde la situación no es capitalista sino comunista, en uno y en otro lugar, la Iglesia no se enfeuda ni con el comunismo, ni con el capitalismo, sino que proclama la libertad evangélica. Sepan leer los periódicos les he dicho muchas veces, porque lo que aquí dicen los obispos polacos es triste, que aquellos medios que tienen el deber de informar y de satisfacer ese derecho de información que tiene todo hombre, son a veces instrumentos que se dejan manipular por el poder político o económico para distorsionar, para falsear las noticias que ya no son información, sino que se convierten, eso sí, en política verdadera.
Esta Iglesia, que está construyéndose con esta mística, con esta presencia, aunque sea humilde como la he definido en las realizaciones de nuestra Arquidiócesis, está circunda también por un mundo mucho más gigantesco, parece. Cuántas veces me viene la idea el pobre David, frente a Goliat; la Iglesia es David, pero David le pudo decir a Goliat, cuando se reía de él por su pequeñez: Tú vienes a mi apoyado en tus ejércitos y en tus fuerzas, yo voy a tí apoyado en el nombre del Señor, y en el nombre del Señor el humilde campesinito, David, con una pedrada en la frente, derriba la altanería del gigante Goliat. La Iglesia tiene que enfrentarse al gran gigante de todos los tiempos: Los ídolos que adoran los hombres. Cómo se realiza… lo voy a decir al final, porque antes, yo quiero que nos fijemos que toda esta Iglesia, de la cual les acabo de hablar como realización concreta, aquí en la Arquidiócesis, en Polonia, en Roma, en donde quiera que esté, es la misma Iglesia, que precisamente este domingo, 24 de septiembre, está leyendo en todos sus templos, lo que aquí han leído los jóvenes lectores: Isaías en el Capítulo 55; Filipenses, en el Capítulo 1º; y Mateo en el Capítulo 20. Qué disciplina más hermosa. El evangelio de Mateo, ha sido el alimento de todo el pueblo universal de Dios en este año.
Y como les dije, es un evangelio preciosamente organizado. He estado mandando a muchas personas que lo han pedido, el esquema del evangelio que se encuentra en el prólogo de los evangelios sinópticos, en la edición de la Biblia de Jerusalén. Todos los pasajes que habíamos leído los domingos pasados, se refieren a la Iglesia, Reino de Dios, como comunidad que ya se inicia aquí en ustedes, nosotros, los hombres que creemos en ese Cristo, y lo seguimos; y nos ha dado en esos capítulos, las normas como debe de ser esta comunidad, el jefe que es fundamento: El Papa. Las perspectivas: Ahora pasa a una sección ya casi final, el año eclesiástico está terminando también. Los capítulos 19 al 25 de San Mateo nos presentan la crisis que tiene que pasar la Iglesia, Reino de Dios, antes de su establecimiento definitivo. Allí hay parábolas preciosas, como la que ha leído hoy, donde se habla de conflictos de pensamientos, de criterios distintos entre Dios y los hombres. Y terminará todo este pasaje, con el discurso majestuoso de Cristo, que se llama discurso escatológico, donde Cristo nos habla del fin de la historia y del principio de la eternidad. Donde Cristo nos habla el juicio final. Venid benditos de mi Padre, porque todo lo bueno que hiciste a mis pobres, a mí me lo hicisteis. Id malditos al fuego eterno, porque vuestras marginaciones, todo eso que fue desprecio del pobre, a mí me despreció. Ese discurso precioso termina esta sección que se nos comienza a ofrecer este domingo y por eso yo titularía, -ya que acostumbramos así, para dar una síntesis de pensamientos- a mi homilía de hoy: «Las crisis del Reino de Dios». Y al presentar estas crisis en las lecturas de hoy, mi primer pensamiento es: Investigar en las lecturas de hoy, cuál es el pensamiento de Dios. Lo segundo es: Ese pensamiento de Dios, provoca las crisis en los pensamientos de los hombres. Y la tercera idea es esta: San Pablo, en la segunda lectura de hoy, se presenta como el judío que sintió esa crisis, pero que la resolvió en favor del Reino de Dios; y como Pablo, todo hombre ahora, es llamado también a resolver su crisis.
Si en esta hora, 1978, no hay hombre con crisis religiosas, no es hombre de su hora. No me extraña que hayan crisis. Muchos ya la resolvieron, como San Pablo. Otros la resolvieron como Pablo las hubiera podido resolver, odiando a la Iglesia. Pero miremos primero cual es el pensamiento de Dios en las lecturas de hoy. Qué bonito terminaba hoy Isaías: «… mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos. Como está elevado el cielo sobre la tierra, mis caminos también están elevados sobre los caminos de los hombres…» Y cuando se desenlaza la parábola de Cristo hoy, que nos está avocando a la crisis que va a sufrir él, en su propia vida -porque ya en esta sección se comienza a narrar la pasión de Cristo- Cristo dice, ante la crítica de los trabajadores de la viña, que su recompensa es generosa, que no es como ellos piensa, como él recompensa a los hombres. Porque ustedes son miserables en sus cálculos, quieren que yo Dios, no sea bueno. ¿Cuál es el pensamiento de Dios? Está por encima de nuestros pensamientos; y ¡bendito sea Dios!, que Dios no se identifica con el pensamiento de los hombres. Muchos sí, quisieran como dice aquella canción, un Dios de bolsillo; un Dios que se acomode a mis ídolos; un Dios que se contente como yo pago a mis jornaleros; un Dios que apruebe mis atropellos. Cómo podrán rezar ciertas gentes a ese Dios, el Padre Nuestro, si más bien lo tratan como uno de sus mozos y de sus trabajadores.
Dios, dice Isaías hoy, se deja encontrar. Buscad a Dios mientras se puede encontrar. Es un Dios que se acerca para que lo invoquemos. Es un Dios que ofrece su piedad; rico en perdón. Queridos hermanos pecadores, yo, el más pecador de todos ustedes quisiera comunicarles esta esperanza y alegría que yo siento en mi miseria, cuando pienso que el Dios que yo adoro, es un Dios que me llama a su piedad, que es rico perdón; y por esto trato de acercarme a él; no con altanería ni queriendo que él se baje a mis miserias, sino tratando de arrepentirme de mis pecados y llamando a todos que lo busquen. Como dice Isaías hoy: Búsquenlo, mientras se puede encontrar. Llegará una hora en que ya será demasiado tarde, y yo quisiera esa hora del juicio de Dios, que será terrible para quienes no lo buscaron, cuando se podría encontrar.
Y en el evangelio de hoy, aparece Dios tomando la iniciativa. Salió a buscar trabajadores. Hermanos, ustedes creen que los que estamos aquí en Catedral es por iniciativa nuestra, claro que sí, porque somos libres y nadie a venido a la fuerza, pero esta es la delicadeza de Dios, que me hizo libre y que detrás de mi libertad, me da su gracia, su atractivo, para que use esta libertad buscándolo a él. Pero la iniciativa de venir a misa, parte de Dios, que me dio la libertad y me da también el atractivo para buscar el bien. Que a la Iglesia no se viene a celebrar un mitin, se viene a adorar a Dios. Que a la Iglesia no se viene con curiosidad política, se viene con piedad para buscar a Dios. Dios sale a buscarnos; y a todos los anda buscando. Y qué hermoso saber que a todas las horas de la vida, el Señor anda buscando. Salió a la hora de prima, cuando comienza a amanecer, según el computo romano; a la hora de tercia, como a las 9 de la mañana; a la hora de sexta, al medio día; y todavía a la hora de nona, ya en undécima, terminando el día, todavía llama: Ven a trabajar, qué están haciendo ociosos allá en la plaza-porque nadie nos ha buscado-Vengan, yo también les voy a pagar lo justo. Y según el sistema laboral de aquel tiempo -injusto, naturalmente- estaba al capricho del patrón, pagar lo que quería; y no es ésto lo que elogia la parábola. Lo que la parábola quiere elogiar es la iniciativa de Dios, y la generosidad de Dios en pagar lo mismo a los de la última hora, que a los que llegaron primero. La recompensa de Dios es generosa y quiza, aquellos que han venido a la hora de prima, se enojan contra Dios porque se sienten dueños de la Iglesia. Nosotros, los buenos, ustedes los malos que acaban de llegar; y quisiéramos que a ellos les pagara menos que a nosotros, que nos sentimos los que hemos hecho a Dios como un deudor de nosotros.
Hermanos, ante Dios -y aquí estamos conociendo a Dios-, el Dios que se nos revela, es un Dios, que aunque llame al pecador más grande, a la última hora de su vida, el amor con que se hombre retorna y conoce a Dios -recuerdan a Dimas, el buen ladrón: Acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino, y Cristo a ese ladrón ajusticiado le dice: Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso- qué rico en perdón y en misericordia es Dios. Ante Dios no tenemos privilegios, ni derechos. Si lo hemos servicio dese nuestra más pequeña juventud, ¡bendito sea Dios! hemos usado bien la vida, pero eso no nos da derecho a sentirnos dueños de la Iglesia aunque seamos los obispos; aunque seamos los sacerdotes. Podemos estar más necesitados de la misericordia de Dios, que el pecador que acaba de convertirse y por su amor talvéz está más cerca de Dios, de quien se siente dueño de la Iglesia.
Dios, es bondadoso. Nadie puede juzgar sus iniciativas; apelar a su misericordia; pedir como el buen ladrón, siquiera un recuerdo de Dios, y Dios me dará más que un recuerdo. Estoy tratando de presentarles el Dios de la Biblia. EL Dios de las lecturas de hoy; así es nuestro Dios, bendito sea él, que nos ha dado a conocer, cómo llama a todas horas, y a todas las horas está dispuesto a recibirnos. No importa los crímenes que hayamos cometido. Por eso hermanos, vuelvo a repetir lo que aquí he dicho tantas veces, dirigiéndome a través de la radio a aquéllos que talvez son los causantes de tantas injusticias y violencias; a aquéllos que han hecho llorar a tantos hogares; aquéllos que se mancharon de sangre con tantos asesinatos; a aquéllos que tiene sus manos manchadas de torturas; a aquéllos que han encallecido su conciencia, que nos les duele ver bajos sus botas a un hombre humillado, sufriendo, talvez ya para morir; a todos ellos, les digo, no importan tus crímenes, son feos, horribles, has atropellado lo más digno del hombre, pero Dios te llama y te perdona. Y aquí talvez viene la repugnancia de aquellos que se sienten trabajadores de la primera hora. ¿Cómo voy a estar en el cielo con esos criminales? Hermanos, en el Cielo no hay criminales. El más grande criminal que se arrepintió de sus pecados es hijo de Dios ya. La prostituta María Magdalena, cuando lloraba con sus lágrimas sus pecados, la Sociedad la seguía señalando: Miren si fuera profeta, se diera cuenta quien es el que la está tocando; pero Cristo se vuelve para defenderla, ya no es pecadora, ha amado mucho, se ha arrepentido de sus culpas, ya es Santa María Magdalena. Los pecados del pasado, no cuentan, se deshacen. Pero eso la justificación cristiana se llama: Renacer. Y así le dijo Cristo a Nicodemo: Si no renaciéreis de nuevo… Todo hombre que se arrepiente de su culpa, deja como un cascarón viejo, su mala vida pasada y como una crisálida nueva, la mariposa que nace de nuevo dejando el cascarón, es ya criatura nueva. No tiene nada que ver con lo que dejó el pasado. ¡Bendito sea Dios! esta es la generosidad de Dios, nosotros no lo podemos comprender, porque sí sabemos decir esto tan cruel: Lo perdono pero lo olvido. Eso no es cristiano. Dios perdona y olvida.
¿Cuál es la reacción que produce el pensamiento de Dios? El Dios que se revela tan bueno, encuentra en los hombres el conflicto. La parábola dice: Se pusieron a protestar contra el amo. Uno de los conflictos más serios de la historia de la Iglesia, es el que aflora aquí en el evangelio de San Mateo, en esta sección, y que San Pablo tuvo que sufrir en carne propia. Se trata de que Cristo había traído una religión nueva. Y los judíos, que vivían de la religión antigua, predicaba por Moisés, creían que era necesario seguir observando las leyes judaicas; mientras que Pablo y los que predicaron a los gentiles, que no eran judíos, les decían que no era necesario hacerse judío, circuncidarse, guardar las leyes de Moisés, sino creer en Cristo nada más.
Aquí surgió este conflicto que se refleja hoy en la parábola. El objetivo de esta parábola de los trabajadores de la viña, refleja la crisis del primer cristianismo: Eran los fariseos, los judíos que se convertían al cristianismo, que se sentían dueños del cristianismo, porque era la Biblia, era Cristo. Y decían que ellos habían venido a adorar al Dios desde las primeras horas del día, se sentían con derechos, en cambio estos gentiles que San Pablo iba encontrando y dándoles a conocer el mismo Cristo, los consideraban como cristianos de segundo orden. Y San Pablo y la primitiva comunidad, decían de que sólo en Cristo hay salvación. Y el judío no se salva por guardar la Ley de Moisés, sino por creer en Cristo. Y el gentil, el pagano, se salva por Cristo. Uno y otro no tienen derechos, más que agradecimiento al Cristo. Y Esto lo resolvió la primera comunidad, así como se resuelve la parábola de hoy: Pagando igual a todos, es decir, dándoles a conocer el Dios que les acabo de presentar; un Dios que no reconoce privilegios, más que la santidad de cada hombre, venga de dónde viniere.
Para Dios pues, no hay clases sociales; para Dios no hay categorías humanas. La única categoría en creer en Cristo y vivir conforme a esa fe. La explicación, la encontramos en las lecturas de hoy: Mis pensamientos, no son como vuestros pensamientos. ¿Vas a tener tú envidia, porque soy yo bueno?
El conflicto actual de la Iglesia, se parece a aquéllos de antes. Se llaman progresistas o tradicionalistas. Hay quienes tienen una espiritualidad, que solamente piensa en el cielo y todo esfuerzo de la Iglesia en la tierra, lo consideran comunista. Hay otros que se preocupan de las cosas de la tierra, pero con tanto anhelo que se olvidan de la trascendencia del cielo. Los conflictos existen hoy; pero recordemos hermanos, que la vocación del hombre, como dice el Concilio es ternura y celestial. Y precisamente la primera lectura de hoy, nos da un marco para interpretar esta situación actual.
Cuando Isaías habla de buscar al Dios mientras se pierde buscar, no se está olvidando de las cosas de la tierra; al contrario, el marco en que predica Isaías, es el destierro, es la exclusión de la patria donde se encontraban los judíos. Ya llega la hora del retorno, ya se va a levantar el exilio. Y les decían: Pero no basta retornar a la patria, es necesario retornar renovados, porque los pecados castiga Dios con las esclavitudes a los hombres. Las esclavitudes de la tierra, son fruto del pecado. Para retornar a la patria, la libertad de Dios, se necesita convertirse de corazón.
Ven entonces, y ésto lo pueden ustedes estudiar en la Carta Pastoral, donde digo que uno de los servicios más importantes que la Iglesia está prestando a las reivindicaciones de la tierra, es incorpóralas y señalarles los fines trascendentes de la liberación. Una liberación que se olvidara de ese Dios, al que hay que buscar; una liberación que no tuviera en cuenta liberarse del pecado, no sería la liberación de Dios. Y de nada serviría, dicen los obispos de Medellín -para que vean que no son comunistas- de nada serviría cambiar estructuras, gobiernos, situaciones mientras no se cambie el corazón del hombre. ¿De qué sirve manejar estructuras nuevas con corazón egoísta? No tendremos más que nuevos hombres en viejas situaciones. Lo que la Iglesia aboga es, renovación interior, trascendencia de miras para buscar la verdadera libertad. Sin esta perspectiva eterna, divina de Dios, de nada sirven, de muy poco sirven las liberaciones de la tierra. Téngalo muy en cuenta para que no digan pues, que así predicamos el comunismo, la lucha de clases; si no que estamos predicando, la renovación del hombre, la trascendencia de Dios, el amor que nos viene de allá arriba, aunque nos cueste.
Y finalmente pues, como se resuelve esta crisis, estos conflictos. Hermanos, yo quisiera -pero no tengo tiempo, ustedes lo podrían hacer- abrir sus Biblias y completar la lectura segunda de hoy. Sólo se han leído hoy del versículo 15, mejor dicho unos tres versículos de la Carta de San Pablo a los Filipenses. San Pablo está preso, entre cadenas. Allí le informan que otros envidiosos, andan predicando a Cristo, como para decirle que ´él no es necesario, que ya se puede morir en la cárcel. Y San Pablo contesta: Con tal que se predique a Cristo, aunque lo hagan hipócritamente, ¡qué importa! Lo que importa es que Cristo sea conocido, y esto me da más satisfacción en mis cadenas, porque así ustedes se unen a ese Cristo y oran por mí y yo estoy dando el testimonio aquí de la prisión. No teme la muerte, pero dice que le ha inspirado Dios, que retornará a la libertad para seguir trabajando.
Hay unos versículos preciosos en el capítulo primero, mejor dicho en el capítulo tres, donde San Pablo resume las glorias de un judío y dice: Se glorían los judaizantes, pues yo lo tengo y más que ellos, yo soy hebreo, yo soy de la tribu de Benjamín, yo llevo la circuncisión en mi carne; y sin embargo, todo eso lo considero como pérdida, con tal de ganar a Cristo. Y siento en mi conciencia -dijo la lectura hoy- un conflicto, entre irme ya a gozar de la felicidad con Cristo o quedarme trabajando por él en la tierra. Claro que para mí lo mejor es irme. Miren como desean la muerte los verdaderos cristianos; como resuelven sus crisis de fe en una gran esperanza, en una gran alegría; y sin embargo, no es evasión, no es alienación el estar pensando en el cielo. Pero como me parece que es más útil que me quede predicándoles a Cristo, no por mi felicidad, sino por el bien de ustedes, escojo entre las dos alternativas quedarme: Mihi vivere Christus est (para mí el vivir es Cristo). Qué frase más bella.
La vida mía no tiene otro sentido ya. Predicar a Cristo, lo voy a honrar en mi vida y en muerte. Mi eternidad también me espera para vivir eternamente con él. Hermanos, esta es la verdadera reacción ante la crisis de la fe, las situaciones difíciles. Y les decía yo que leyeran toda esa carta a los Filipenses -sólo son cinco capítulos- porque San Pablo allí, nos da unas normas de valor; una valentía para enfrentarse a las situaciones que se parecen hoy a las que él vivió. ¡Nada de cobardías! Las cadenas mismas que la cárcel le alegran, porque aquí -dice- estoy dando a conocer a Cristo a todos los pretorianos. Como quien dice, aquí en el cuartel de la Guardia, encadenado, estoy dando a conocer a este Cristo en quien creo. Y aquél que quiere escucharlo -muchos pretorianos se convirtieron porque a todos llama Dios. También al que tortura lo está llamando Dios. Y Cristo será la respuesta ante la crisis de los hombres. No han encontrado a Cristo, no pueden ser felices si no es encontrando al Señor. Por eso hermanos, vivamos pues, la crisis de nuestra Iglesia, no para la cobardía, sino para ser más fieles a nuestra fe, a nuestro Cristo.
Ahora bien, esta Iglesia alimentada de estos principios evangélicos -yo insisto mucho en esto- vivamos esta Iglesia, cualquiera sean las circunstancias que nos rodean, pero no hagamos consistir la Iglesia en las relaciones con los poderosos de la tierra. Si están bien las relaciones, ¡bendito sea Dios! Si no están bien las relaciones, pues no nos estorba. Si San Pablo está libre, predicará a Cristo; si lo tienen encadenado, también está predicando a Cristo. La palabra de Dios no está amarrada decía San Pablo. Por eso la palabra de Dios es nuestra fuerza. Creer en Cristo es nuestra solución. Amarlo, no tener miedo por los hombres a la verdad que Cristo nos ofrece.
Esta Iglesia, tampoco vive sólo para ella, vive para el mundo. Siento que el tiempo se me ha terminado ya, pero no quiero dejar de decirles hermanos, las realidades que circundan a esta Iglesia, para que también vivamos nuestra realidad en el mundo.
La noticia sobresaliente hoy, sería Nicaragua. Todos ustedes están informados de esta situación, solamente les quiero decir que estamos solidarios con el pensamiento del Episcopado nicaragüense. Monseñor Salazar, declaró que se siente profundamente herido, al igual que la población de León, por lo métodos empleados por las fuerzas gubernamentales. En León no existe libertad y hay que devolverle al pueblo lo que le corresponde, dice el Obispo de León. Así como el Arzobispo de Managua, se entrevista con el Presidente Somoza para pedirle no bombardear a la ciudad; y a pesar de ésto, subrayó Monseñor Obando, tres Iglesias fueron destruidas y barrios enteros bombardeados -palabras de Monseñor- «cuando no era necesario hacerlo». Nos solidarizamos pues, con todo ésto y con una carta muy bonita que los sacerdotes y religiosos han dirigido al Presidente Carter -a propósito de la situación de Managua- una carta muy valiente, que coincidía con lo que hoy decía la Voz de América. Un editorial de Alemania de Occidente. Toda esta situación de Nicaragua, es fruto de una política que apoyó intereses de su comercio y que poco se cuidó del pueblo. Ojalá la lección sea estudiada.
Sólo quiero pedirles hermanos, que para solidarizarnos más íntimamente con nuestra hermana República, vamos a hacer aquí tres días de oración: Lunes, mañana, martes y miércoles a las siete de la noche; tres horas santas, para pedir al Señor pues, las gracias necesarias, el eterno descanso para tantos muertos de la violencia y la inspiración para los que pueden arreglar esta situación. Y también pedirles la ayuda económica. Ya las iglesias de Alemania, el Servicio Mundial Eclesiástico, Cáritas de España, la Iglesia Centroamericana, varios movimientos ecuménicos, lo están haciendo. Aquí pues, voy a suplicar a los queridos sacerdotes, que recojan de sus fieles, donativos en efectivo: Dinero, porque no podemos mandar víveres o ropa, sino que más bien mandaremos al Señor Arzobispo de Managua, la cantidad que recoja nuestra Iglesia. Ojalá que para la próxima reunión del Clero, que será el primer martes de octubre, los sacerdotes puedan traer lo que han recogido en sus diversas comunidades, para Nicaragua.
En nuestra semana que estamos terminando -podemos llamar semana de violencia- han sucedido tantas cosas, ayer salía en la prensa un resumen de crímenes (que todavía no es una lista completa, porque el domingo 17, en Zacatecoluca, mientras un campesino compraba, lo mataron). El lunes 18, murieron dos vigilantes en la Universidad Nacional. Los incidentes de la semana pasada en la Universidad, según muchísimos estudiantes, fueron provocados por los vigilantes de la Universidad, que mantienen a ese centro de estudios, convulsionado. El día 18, varias personas vieron a los vigilante de la Universidad, perseguir a estudiantes, aún fuera de los recintos del campus. Ese mismo día, moría acribillado a balazos el Decano de la Facultad de Economía, el Dr. Carlos Rodríguez. Mucho se ha especulado sobre este hecho, pero todavía queda en el misterio. Una agrupación clandestina, llamada UR-19, aparecía en cierto radio de la ciudad, atribuyéndose ese crimen, pero la misma agrupación UR-19, mandó desmentir. Lo cual hace sospechar que se está manipulando algo, para encubrir algo.
Cuando unos políticos y profesionales llevaron a la Asamblea esta semana, una petición de abrogación de la Ley de Orden Público, denunciaron también que se decía que los males que se lamentaban en la Universidad, gran parte eran culpables los vigilantes; y el Presidente de la Asamblea, contestó que así se lo habían informado otros sectores. Yo he tenido noticias bastantes verósimiles, de que el Dr. Carlos Rodríguez, tuvo antecedentes muy desagradables con la vigilancia y que no es imposible pues, que haya sido la culpable de este crimen, que se trata de ocultar. Queremos decir que la vigilancia, originalmente, sólo consideraba 75 miembros: 70 vigilantes, 1 director y 4 supervisores; y dicen que ahora se suman como 300 individuos, que están siendo el horror de la Universidad. Yo aquí también hago un llamamiento a la Corte Suprema de Justicia, que es otro crimen que hay que investigar y que no se sume a los muchos misterios que la injusticia está apañando aquí en El Salvador. Así como también mi pésame a la familia de este estimado personaje.
Ese mismo día 18, fue atacado el vehículo del Fiscal de la Universidad a inmediaciones de la Colonia Nicaragua, y dio como resultado la muerte de un civil y la herida de una joven quien fue ingresada al hospital. Del hospital tenemos noticias, que esta joven (Cristina Salguero Arriaza, de 15 años presenta heridas de bala G3 en el muslo izquierdo) fue atraída por la Policía Nacional, manifestando los agentes que está involucrada en los hechos ocurridos ese día, en la entrada de la colonia Nicaragua. Hasta el momento está custodiada por agentes de seguridad y dos detectives. La preocupación de la paciente es, que al ser data de alta, será trasladada a la Policía, lo que la hace pensar en su suerte. Manifiesta no tener familiares que puedan hacer algo en su favor, ya que sólo vive con su madre en unas champas de la Colonia San Antonio. Su ingreso proviene de lavar y planchar ropa ajena. Suponemos nosotros que al estar custodiada, ya estará a la orden de un Tribunal, como tiene derecho todo ciudadano, para que se deduzca su culpabilidad y no vaya a ser otro misterio de injusticia.
El martes 19, murieron acribillados a balazos dos policías de Hacienda y fueron atacados varios puestos de la Policía Nacional. Han sido varios los casos presentados a los Tribunales con el delito de la Ley de Orden Público. Y aparecen cadáveres también, en la carretera de Apulo, etc. Yo quiero decirles hermanos, que al analizar esta semana tan trágica, a alguno sólo se le ocurre decir que es producto de la desintegración moral de los grupos criminales. Sólo intentan solucionar esta violencia, repudiándola y aumentando la represión, intensificando la vigilancia y amenazando con suspender las garantías. No es así como se mantiene la paz, lo hemos dicho tantas veces.
Cuando los abogados y un partido político llevó a la Asamblea la petición de Amnistía y de derogación de esta Ley, presentaron allí las conclusiones que el Dr. Donald Fox, representante de la Comisión de Derechos Humanos, hacía y que aquí mencioné en otra ocasión y que hoy por falta de tiempo no lo hago; pero el Dr. dice pues, que esta situación no se reprime con la violencia y con leyes represivas; y hace una análisis jurista de cómo esta Ley pues, no puede ser el cauce para una democratización y para dar soluciones a los problemas del país.
Se está haciendo un llamamiento a las familias de los desaparecidos para que acudan a la Cruz Roja. Pueden ver en los periódicos, y si necesitan algún servicio informativo del Arzobispo, con mucho gusto se dará.
También recibimos un llamamiento de socorro de los tugurios, donde las correntadas de estos temporales recientes, han dejado sin techo a muchas familias. Yo les suplico pues, que tanto esa ayuda que pedíamos para Nicaragua, como la caridad que pueden usar para estas situaciones, es muy bendecida por Dios.
Continúa la campaña de represión contra el derecho de las obras de los obreros a organizarse en sindicatos. En Y.S.A.X., ayer, se leyó una carta del Papa, cuando era Obispo. Una valiente defensa del derecho de sindicalización de los obreros.
Esta mañana recibía yo también, de la Secretaría General de la Educación Nacional de Francia, una carta de solidaridad con los maestros de El Salvador. Una carta que se le presentó al Dr. Astacio en su paso por París y donde le piden el respeto a los maestros en nuestra Patria.
Queridos hermanos, ven como es tan densa nuestra vida, y esta Iglesia pues, que trata de iluminar con el evangelio las realidades, no puede prescindir de todo ésto. Yo creo que no me he salido del marco evangélico. Desde mi propio sitio de iluminador de la fe, ilumino esas realidades, para que cada uno de ustedes mire cuánto de bueno que se puede apoyar, y cuánto de malo que se debe reprochar. No cumpliría la Iglesia su misión en la Sociedad, si fuera como decía el Profeta: Perro mudo que no cuida la heredad del Señor.
Por eso hermanos, ahora nuestra Eucaristía tendrá como objeto, junto a la Virgen de las Mercedes, figura bella de la Iglesia, voz de libertad en medio de los cautiverios, una súplica al Señor. Señor danos una Patria que sea verdaderamente digna, iluminada por la luz de tu evangelio. Así sea. (Aplausos…)
Han escuchado tres pasajes de la Sagrada Escritura: Uno, escrito por un gran experto del conocimiento de la sabiduría de los israelitas, es el libro del Eclesiástico. Otro, brotado de los mismos labios de Cristo, la hermosa parábola del perdón y el comentario de San Pablo para la comunidad cristiana.
Estamos en el pasaje evangélico en que Cristo nos está ofreciendo los perfiles de la comunidad cristiana -estamos todavía en el capítulo 18 de San Mateo- y es allí done uno de los perfiles que caracterizará a los que se congregan como seguidores de Cristo en la Iglesia, es precisamente el perdón. Pero el perdón no es una debilidad, es fuente. San Pablo nos presenta otro conflicto en la comunidad, el que él llama entre los fuentes y de los débiles, y que en los tiempos modernos se traduce entre progresistas y conservadores. Sobre estos dos conflictos: El perdón y la violencia del odio; el progreso y la tradición, debe reinar una cosa dice la Biblia hoy: El amor. Titulemos pues, nuestro pensamiento esta mañana como el domingo pasado: «La Iglesia comunidad de amor». Y los tres pensamientos serán: El problema de la violencia y del perdón; 2o.) el conflicto entre los tradicionalistas y los progresistas y 3o.) La clave de solución: La trascendencia del amor.
Para comprender mejor, o mejor dicho, para enmarcar este pensamiento tan actual, para que nosotros que somos la comunidad cristiana de 1978, la misma comunidad que Cristo creó hace 20 siglos y que va pasando por la historia entre conflictos y realidades de este mundo, yo quisiera hermanos, como de costumbre, y no por una manía de salirme del evangelio, sino para encuadrarlo en la realidad, que tuviéramos en cuenta dos notas de nuestra semana actual: La Iglesia misma, hechos vivenciales de nuestra Iglesia, de nuestras comunidades en la Arquidiócesis o en la Iglesia universal; y esta Iglesia que se construye en la modestia, en el amor, en la sinceridad de estos hechos concretos, miradla en el marco profano -digamos- los hechos que nos circundan, así ha sido siempre la Iglesia. Ella es fermento en la masa, su preocupación tiene que ser mantenerse como fermento y fermentar la masa. Ella ha sido puesta por Cristo como luz para iluminar las tinieblas del mundo. Por eso sus dos grandes cuidados deben ser esos: Mantenerse como luz brillante y luego irradiar hacia las tinieblas. Una Iglesia no puede consistir únicamente en cuidarse a sí misma, como aquellos que viven preocupado únicamente de su salud y nunca tiempo para hacer nada, porque están cuidando su salud. La Iglesia cuida su salud, pero no con egoísmo, sino para estar fuerte, sana y servir. La Iglesia tiene por objeto servir, «como mi Padre me envió al mundo, así yo os envío al mundo. Id por todos los pueblos a servirlo en sus problemas; a iluminarlo en sus dificultades; a fortalecerlo en sus debilidades; ayudarle a resolver con la luz del evangelio sus problemas». Y así tenemos hermanos, que nuestra Iglesia en esta semana, construyéndose a sí misma, no digo que éstos son los únicos rasgos, yo no hago más que sacar de la rica espiritualidad de nuestra Iglesia, unas cuantas demostraciones sencillas que nos dan una idea de que esta Iglesia no es un cadáver, no es un museo; sino que es vida, que está caminando por el mundo.
Así puedo informarles que esta semana se reunieron en Costa Rica los obispos presidentes de Conferencias Episcopales de todo Centro América, todavía no tengo noticias del resultado de esa reunión, pero sin duda que se preocuparon con el Arzobispo de Managua, del grave problema de Nicaragua, para enfocarlo desde la competencia jerárquica. Ellos no van a tratar asuntos políticos ni diplomáticos, van a tratar la iluminación pastoral de la fe, sobre ese acontecimiento, porque ahí tiene que ser la Iglesia fermento y luz de Nicaragua.
En esta semana también, hemos celebrado en Santiago de María, y la próxima lo celebrarán en San Esteban Catarina, el 25 aniversario sacerdotal de Monseñor Arturo Rivera Damas, Obispo de Santiago de María. Ayer tuve la dicha de compartir con aquella comunidad diocesana el cariño, la oración, la gratitud para con su Pastor. Al proclamar la palabra, di el mensaje sacerdotal diciendo que si la Iglesia vive y predica hoy en el mundo la misma doctrina de Cristo, y se puede decir fiel seguidora de Cristo, es gracias al sacerdocio. Que el sacerdocio inventado por Cristo es como el enlace entre la persona de Cristo resucitado y viviente en la Iglesia, y la Iglesia concreta que predica sobre las necesidades de los pueblos. Y que gracias al sacerdocio esa doctrina eterna, se hace luz concreta en cada circunstancia, y el sacerdote es como la credencial de que Cristo está presente en la comunidad Iglesia.
He tenido también, la oportunidad y felicidad de visitar varias comunidades religiosas en esta semana. Con motivo del 14 de septiembre que es la fiesta litúrgica de la exaltación de la Santa Cruz, visité las hermanas Pasionistas que dirigen el Colegio de la Divina Providencia, y desde allí agradecí el trabajo eclesial que esa congregación de la Pasión está llevando en el Colegio Santa Gema de Santiago de María y la casa de Pastoral de San José Villanueva, exhortándoles a seguir fieles a ese carisma de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo; porque la Cruz es dolor, pero es secreto de éxito, de pascua, de resurrección.
Ese mismo día, celebraban también nuevas consagraciones vocacionales, las religiosas de la Santa Cruz -es una rama de la Congregación del Buen Pastor- y que es una fuerza de oración y de sacrificio y de penitencia que están dándole vida a nuestra Iglesia local. Les agradecí en nombre de todos ustedes y les exhorté a que siguieran siendo fuerza de nuestra vida eclesial, y una cosa… sentí que se destacaba en esa visita y quiero transmitírselas como un testimonio de lo que es la verdadera penitencia y el verdadero amor a Dios: no es triste. En pocos lugares he encontrado tanta alegría, pero así efusiva, como entre las hermanitas de la Santa Cruz. Sé que me están escuchando y les digo de nuevo: las felicito, porque esa alegría es señal del verdadero Dios, ustedes también me dijeron una palabra de mucho aliento, y es que notan en mi serenidad la marca de Dios. Gracias a Dios que esa alegría, esa serenidad, esa paz, va con la conciencia cuando uno sabe que está cumpliendo su deber. Yo les deseo a todos, la alegría de las Religiosas de la Santa Cruz.
También visité, en esta semana, comunidades parroquiales como Panchimalco, que ese mismo día 14 de septiembre celebraba la fiesta de la Santa Cruz, que allá llaman la Santa Cruz de Roma. Y les dije que me sentía muy feliz de celebrar la vigilia de nuestra fiesta patria, en aquella Iglesita colonial donde parece que convergen las tres grandes líneas de nuestra Idiosincracia nacional: El indígena y, en la Iglesia colonial, España con su fe que nos trajo el cristianismo y el 15 de septiembre que nos recuerda nuestra vida nacional, no llamaríamos independencia, pero si que marca en la historia un punto de partida hacia una verdadera independencia. Cantamos al terminar el Himno Nacional y les diré también, que pocas veces se siente tan profundo el espíritu de la verdadera Patria, como cuando aquella gente que llenaba la Iglesia, en un ambiente tan histórico, canta: «Saludemos la Patria, orgullosos de hijos suyos podernos llamar…» y le pedí al Señor de veras, el santo orgullo de ser salvadoreños, el día en que tengamos de verdad una Patria que sea alegría y felicidad de todos los que en ella hemos tenido la dicha de nacer.
También en la Colonia Dolores, que celebra como patrona la Virgen de Dolores, su fiesta es el 15 de septiembre, celebramos allí junto a la Virgen y a la Cruz, la oración por nuestra nación y por aquella parroquia fervorosa de Dolores. Dolores también es el nombre de otra parroquia que va a tener hoy su celebración en Apulo. También para allá nuestro saludo y dentro de poco también nuestra participación en el fervor de aquella piedad popular.
En Cuscatancingo, donde el P. Julio Orellana prepara una comunidad fervorosa, también el domingo pasado participamos la alegría de aquella vida comunitaria. En el Calvario de Santa Tecla, ha habido cambio de párroco, desde el jueves el párroco es el P. Francisco Javier Aguilar, jesuita, que va a sustituir al P. Eduardo Orellana.
En este marco de comunidades parroquiales, yo quiero denunciar el abuso que se ha cometido en el Cantón San José Primavera Primera, de la Parroquia de San Martín, donde miembros de ORDEN que se han metido en la mayordomía de la Ermita, se han posesionado de ella y han celebrado una fiesta a espaldas de la autoridad de la Iglesia, con un sacerdote disidente. Quiero recordar a todas las comunidades cristianas que la Iglesia es jerárquica y que solamente las celebraciones autorizadas y presididas por sacerdotes legítimos son verdadero culto de Dios. Otro culto, así, clandestino, como el que celebraron allí, puede valer para la piedad de los que no se dan cuenta del manipuleo, pero ciertamente quienes manipulan una circunstancia, haciendo de la religión una política, pecan gravemente ante Dios y orientan mal a la comunidad. No fue pues, verdadera celebración.
Esta semana también los laicos han celebrado dos acontecimientos muy importantes: Allá en Ayagualo, el Club Serra, una convención Centroamericana, Caballeros y Señoras de diversos países de Centro América, para estudiar el problema que ellos toman como tema de su trabajo: Las vocaciones, el sacerdocio. Yo les agradezco y les felicito. También una comunidad de jóvenes: Unión Latinoamericana de Juventud Ecuménica, se ha reunido en Planes de Renderos, para hacer reflexiones también, muy propias de la juventud. En ambas reuniones tuve la dicha de participar y de llevarles el mensaje de la Iglesia y las esperanzas que tenemos en ustedes los seglares.
Quiero avisar también a los jóvenes, que el próximo viernes 22, en el Seminario San José de la Montaña, va a tener lugar un encuentro que durará tres días para jóvenes que sientan inquietudes por la vocación sacerdotal. Entérense pues, en el Seminario San José de la Montaña, los jóvenes que quieran tener conocimientos de esta materia tan importante como es la vocación sacerdotal y allí se les atenderá con todo gusto.
Esto es parte, hermanos, de la Iglesia que peregrina aquí en la Arquidiócesis de San Salvador. El marco en que nos movemos, puede señalar muchos hechos dolorosos, esperanzadores, tristes o alegres; cada uno de ustedes, tiene mucho que contar en esta semana. Por mi parte yo quisiera destacar en esta semana en que hemos celebrado el 15 de septiembre, que la alegría superficial con que lo sabemos celebrar, no nos ha dado idea de la tragedia horripilante de nuestros pueblos que se llaman independientes.
Fijémonos principalmente en Nicaragua, nuestra hermana nación, Nicaragua. Escuchamos el llamamiento del Señor Arzobispo, Monseñor Obando. Se trata ya de una verdadera guerra civil, se combate en Diriamba, Masaya, Jinotepe, Peñas Blancas, Chinandega, Estelí, Granada, Rivas, etc. El Presidente decreta Ley Marcial para toda la República; la Guardia ametralla y bombardea indiscriminadamente aún a pobladores pacíficos que huyen; se ataca con aviones y tanques; se ataca también hasta a miembros de la Cruz Roja, respetados internacionalmente; se habla de que unos 15 años por lo menos, serían necesarios para recuperar lo que se está perdiendo. La voluntad del pueblo es clara: No quieren al actual Presidente. Pero éste ratifica su capricho de permanecer y es necesario entonces, escuchar ese clamor del pueblo. Hemos dicho antes que como Obispos, no somos los técnicos de la política; pero como pastores, sentimos el dolor y la sangre de tantos hermanos de un lado y de otro. Y pedimos al Señor, y a ustedes les pido de manera especial en esta Misa y en sus oraciones de estos días, pedir para que se resuelva este conflicto y que en vez de más sangre, vaya volviendo la paz.
Tengamos en cuenta una cosa, hay quienes quieren agrupar, de un lado la legitimidad de un gobierno; y de otro lado, una insurrección que la titulan comunista. Yo quiero decir que ese es precisamente uno de los argumentos mentirosos de la Seguridad Nacional. No todo es comunismo. Sabemos que en aquel pueblo hay muchas personas decentes, imparciales en sus juicios, que están apoyando a ese pueblo y que forman parte también de esta hora de insurrección. De manera especial yo quiero mencionar, por ser familia de una persona que colabora mucho con nuestra Iglesia, la muerte de don Gustavo Adolfo Argüello, por quien les pido hoy también una oración. Nadie puede decir que se trata de un comunista y que derrocando al actual Gobierno, no va a haber quien gobierne más que comunistas. Nicaragua tiene capacidades y lo que la Iglesia ha reclamado siempre: Abrir los cauces democráticos para que todos los que tienen capacidades de buscar el bien común de un pueblo, encuentren por donde caminar.
Hermanos, no seamos indiferentes, porque mañana puede ser de otro modo el paisaje. Y la Iglesia tiene que mantener siempre su justicia, el orden con que reclama en nombre de la justicia de Dios. Oremos para que todos los gobiernos de Centro América, comprendan la lección y sepan a tiempo que estas situaciones son el producto de las represiones, de las violencias institucionalizadas y de todo aquello que la Iglesia viene denunciando hace tiempo, aún cuando la llamen a ella también comunista. Está señalando la llaga, y está diciendo a quienes todavía tienen tiempo: no vayamos a sufrir y los que ya están sufriendo, todavía también pueden salir de esas situaciones, aún dejando tantas huellas horribles de sangre.
También ha marcado esta semana de la Independencia, el domingo pasado en Santa Ana, la represión de una manifestación que deja muertos, heridos y capturados; lo mismo en Zacatecoluca.
También la Asamblea y la concentración estudiantil en la Universidad Nacional, por la protesta de exámenes parciales. Hay también horas de violencia.
Hemos lamentado también, hoy, muchos hechos que no vienen a la memoria, pero ciertamente ayer nos estremecían las noticias con el asesinato del Dr. Rubén Alfonso Rodríguez; el ametrallamiento de la Embajada Norteamericana; el asesinato en Soyapango de los jóvenes Miguel Angel Flamenco Solís, Rubén Orlando Platero; las noticias bastante ambiguas, nuestra oficina de Información emitirá un boletín esta semana para decir la versión desde nuestras investigaciones, en honor a la justicia y a la verdad.
Se recibe una carta de una mujer afligida, de Portillo del Norte, donde Adrián Serrano desaparece desde agosto y la nota triste del campesino que dice: «Desde el 2 de agosto fue capturado por la Guardia Nacional, a las 11 de la mañana en el Caserío Las Cañas, dándole con rumbo a Chalatenango y que días no se sabe de su paradero. Ya hemos buscado en muchas partes. Los cuerpos de seguridad de Chalatenango, de San Salvador, nos dicen que no saben nada de él». Qué angustias la de los desaparecidos. Por eso, un Comité Pro-Libertad de Presos Políticos que quiere interpretar este dolor, se presenta a la Asamblea esta semana para pedir la Amnistía de 65 reos juzgados por la Ley del Orden Público, y también para pedir noticias del paradero de 101 personas desaparecidas a las que se van agregado otras y otras.
De Nicaragua también, refiriéndose al caso del P. Salesiano, nos llega de su autoridad, del P. Pacheco, una aclaración de los acontecimientos, que son muy distintos de como los presenta la noticia pública. Declaramos, dice al final, que después de tantos cateos y de clara conducta del P. Pacheco y demás salesianos en la actuación exclusiva de su misión salesiana, debía haber resultado evidente para la Guardia Nacional y demás autoridades gubernamentales, la no ingerencia en política de los mismos, en ninguna forma y en ningún momento. Que la presencia del P. Pacheco en la Magdalena, fue de asistencia supletoria para proveer a las necesidades religiosas de los fieles. Que no consta del encuentro de tales armas y literatura subversiva en la mencionada parroquia. Termina el manifiesto protestando por estas tergiversaciones de la verdad.
Tengo muchas otras cosas, queridos hermanos, pero no quiero cansarlos. Ustedes pueden leer en la página de Solidaridad de ORIENTACION, muchos hechos. Y ustedes saben también muchas cosas. Pero por eso precisamente, invocando el conocimiento de ustedes, surgiendo nada más cuántas injusticias; así como también cuántos dolores, como las enfermedades que se anuncian y el sufrimiento de muchas personas, nos deben de dar la inspiración, el impulso para tratar de hacer de nuestra comunidad-Iglesia, una reunión de cristianos que sienten y que tratan de compartir todas estas cosas.
Por eso, el pensamiento bíblico de esta mañana lo he querido catalogar así: Como un conflicto entre la violencia y el odio, por un parte; y el perdón, el amor por otra parte. La primera lectura, nos recoge toda la sabiduría de la Biblia, para decir que la ira, el rencor, no son buenos; que del vengativo, se vengará el Señor. Y yo quiero aprovechar este mensaje de la Sagrada Escritura, para decirles nuevamente que estudien y reflexionen nuestra Carta Pastoral sobre la Iglesia y las Organizaciones Políticas – Populares. La tercera parte trata precisamente, el juicio de la Iglesia sobre la violencia; y las páginas sagradas de la Biblia Hoy, nos está diciendo que cuando la Biblia aconseja el perdón, la benevolencia, -la paz, está señalando el ideal de los cristianos; pero que no es una cobardía, no es una evasión de los valientes, que quisieran huir, para refugiarse en una cobardía. En mi Carta Pastoral, yo digo: «todo hombre tiene un potencial de sana agresividad con que la naturaleza lo ha dotado para superar los obstáculos de la vida. El valor, la audacia, el no tener miedo a los griegos, son virtudes y valores notables de nuestro pueblo que han de ser incorporados a la vida de la Sociedad, no para segar vidas, si no para construir derecho y justicia para todos, pero especialmente, para quienes hoy parecen marginados de esos bienes». Yo recuerdo también, como los documentos de la Iglesia dicen, que el cristiano ama la paz, pero no porque no pueda combatir, sino porque la paz es mejor. El cristiano es pacífico, dice el documento de paz de Medellín, es pacífico y no se ruboriza de ello; no es simplemente pacifista, porque es capaz de combatir, pero prefiere la paz a la guerra. Sabe que los cambios bruscos y violentos de las estructuras, serían falaces, ineficaces en sí mismos y no conforme ciertamente a la dignidad del pueblo. Pero también, así como defendemos ese valor humano de la agresividad, del valor, le decimos que como toda pasión, tiene que ser educado. La agresividad que todo hombre lleva, puede hacer de él un criminal o un santo, y lo santos, no era que no tenían agresividad. El verdadero cristiano no es un cobarde, y cuando es necesario sabe combatir; pero sabe orientar por lo principios de la paz, del amor, del perdón gran fuerza de esa agresividad, y por eso hay una violencia que se llama, la violencia de la no violencia. Es la que enseñó Cristo cuando dice: «cuando te golpean una Mejia, vuelve la otra». No es cobardía. Creo que por experiencia, cualquiera puede hacerlo, de que al golpear a otro, al agredir a otro, lo que espera es una repuesta de agresión violenta. Y si en cambio recibe una sonrisa, un perdón, una compresión; es más fuerte quien ha sido golpeado, que quien ha golpeado. Por eso decían que los mártires, no era que les faltara también el valor cuando se dejaban matar; sino que desde su situación de víctimas eran más fuertes y ganaban la victoria de los perseguidores.
¿Dónde están las manos manchadas de tanto crímenes? Son miedosas. No se conoce gente más miedosa que aquellos que son criminales. Es que no está allí el desarrollo de la personalidad humana. Por eso el Señor en la Biblia nos enseña esa fuerza de la no agresividad, del perdón. Pero, hermanos, yo quiero decirles también en honor a la verdad y a esa potencia que el hombre lleva, que también la agresividad, hay momentos en que es justicia y virtud saberla usar. En nuestra Carta Pastoral, ponemos dos casos: El caso de la defensa ante una injusta agresión. Uno que es agredido injustamente, tiene derecho a defenderse: Es la violencia de la justa defensa. Pero tiene sus condiciones: Que la defensa no exceda el grado de agresión injusta; por ejemplo: Si basta defendernos con las manos, no es lícito, disparar un balazo al agresor. Otra condición, que se acuda a la violencia proporcionada, sólo después de haber agotado los medios pacíficos posibles. Cuando un agresor, no atiende a las razones que el agredido trata de darle, y sigue la violencia injusta, entonces el agredido, cuando ha agotado todos los medios pacíficos, tiene derecho a la violencia en legítima defensa. Dicen que la guerra es la última razón.
Y otra condición, tercera, que la defensa violenta no traiga como consecuencia un mal mayor que el se defiende. Por ejemplo, si por defenderme de un injusto agresor, voy a hacer una violencia mayor, o voy a originar una injusticia mayor, entonces, prevalece el bien mayor. Y el otro caso que es parecido también, pertenece a la doctrina tradicional de la Iglesia, aquí no hay nada nuevo en lo que van a escuchar ahora, y no tienen por qué escandalizarse. Unicamente los documentos modernos de -la Iglesia, lo han puesto al recuerdo de las situaciones actuales de los hombres de hoy. En la Carta Pastoral, lo recuerdo este principio así: El documento de Medellín sobre la Paz, citando un texto de la Encíclica Populorum Progressio de Pablo VI -hay dos grandes respaldos pues, el Papa y los Obispos de América Latina- mencionan la legitimidad de una insurrección en el caso muy excepcional de tiranía evidente y prolongada que atentase gravemente a los derechos fundamentales de la persona y damnificarse peligrosamente el bien común del país, ya provenga de una persona, ya de estructuras evidentemente injustas, este es el principio. Pero inmediatamente, tengamos en cuenta las condiciones. Advierte también la Iglesia el peligro de enjendrar con ello, nuevas violencias, nuevas injusticias, nuevas ruinas, lo cual haría también condenable el derecho de insurrección. Me van a decir ustedes pues, dice y no dice. Dice claramente, pero pone las condiciones de la verdadera moral. Y eso es lo difícil. El caso de Nicaragua por ejemplo, el mal será grande, ¿cuál será más grande? Allí es el criterio, la conciencia del hombre y del pueblo la que tiene que juzgar a la luz de estos principios de la moral cristiana.
Hermanos, así como hay estas violencias permitidas, la violencia por lo general, no puede ser un instrumento para la conquista de la justicia. Por eso en la Carta Pastoral también se reprueben con la Iglesia, las violencias institucionalizadas que en una manera ya organizada, están violentando la situación del pueblo. Y al lado de esa violencia, también la represiva del Estado, que está provocando también en el pueblo la violencia que después se quiere detener. La violencia por la violencia, no puede ser el instrumento y tiene que ser medida en su gravedad. Por eso, también quiero recordar que el ideal de la Iglesia y del cristiano, es lo que hoy nos ha recordado la palabra de Dios, pero no como un recurso a la debilidad, porque también en las lecturas de hoy hemos encontrado que Dios también usará la violencia de su ira y de su justicia, ante aquellos que no merecieron el perdón. El perdón supone en el otro, arrepentimiento. El perdón, supone en el otro, una conversión, un cambio de conducta, y cuando el hombre ha cambiado y busca arrepentido al Señor, el Señor usa entonces, la violencia de la no violencia: La misericordia, el perdón, el abrazo de paz. Es hermoso, también, encontrar dos enemigos que se han reconciliado, pero esa reconciliación supone en el corazón un dominio más fuerte, como es dominar la ira, la agresividad, el rencor. Por eso, el ideal del perdón que hoy nos predica la Sagrada Escritura, tiene que ser como la estrella que en este ambiente de violencia; pero no para justificar lo que no puede justificar, sino para reclamar la conversión de quienes tienen que convertirse para que haya paz y perdón.
Al terminar la Carta Pastoral, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas vivas del país: A los que tienen la potencia del dinero; a los que tienen la potencia del poder; para que no lo usen en la violencia institucionalizada o represiva; a los que tienen la potencia de la intelectualidad y de la capacidad de organizar, para que dialoguen y sepan usar esa fuerza que han conquistado, al servicio de esa concordia y de ese perdón y de esa paz. Llamamos también a los que no tienen o a los que tienen poco, para que no hagan consistir sus reinvindicaciones, en las violencias sangrientas, sino en la presión justa que debe de hacer también la justicia, ante la injusticia.
Este es el ideal hermanos, para que vean pues, que la predicación de paz que la Iglesia hace en un mundo de violencias, no es cobardía, ni evasión; sino que sabe enfrentarse con la realidad y la situación para decirle a los hombres tentados a la violencia en nuestro ambiente. ¿Quién no es tentado a la violencia en este ambiente de violencia? ¿Qué familia que le secuestran a un padre de familia, a un hermano, a una esposa, no siente el odio, el rencor, la violencia, contra los que han cometido esa injusticia? Así también el pobre, oprimido durante tanto tiempo, un pueblo incomprendido con los cauces de su derecho de participación en el bien común, cerrados y oprimidos, siente la tentación de la violencia. No es malo el sentir la pasión y la tentación, lo malo es no educar esos sentimiento. Y en la Carta Pastoral, también condenamos a aquellos que han hecho ya de la violencia, una mística, una religión y piensan que las cosas no se pueden arreglar más que por la violencia, les decimos que no es el camino de la racionalidad y que todas esas manifestaciones de violencias irracionales, no pueden ser aprobadas por Dios.
Queridos hermanos, creo que se entiende bien pues, el pensamiento de la Iglesia y que nos invita en la luz de la palabra de Dios, a meditar los grandes valores positivos de la agresividad humana que todos llevamos, pero que nunca es tan bella que cuando la usamos para perdonar o para pedir perdón; para reconciliarnos; para arreglar las cosa por las buenas; para que ya no se derrame sangre; para que desaparezca esa figura fea de nuestra patria, que no la hacemos, sino que es.
Por eso, el segundo pensamiento es otro conflicto que surgió también, en las comunidades primeras del cristianismo. Se trata entre los que San Pablo llama débiles y fuertes. Posiblemente se refiere la Carta a los Romanos, de aquellos que se convirtieron al cristianismo viniendo de tradiciones judías o gentiles religiosas. Y decían que cierta carne no se podía comer y por eso se alimentaban con verduras. En cambio otros, que ya habían superado y habían comprendido con San Pablo que la salvación viene por la fe en Cristo y no depende de esas obras de religiosidad, despreciaban a los tradicionalistas; y los tradicionalistas se escandalizaban de esos progresistas, tal como hoy. Lo malo es radicalizarse, ponerse a los extremos y pensar: Sólo lo mío es bueno, y el otro dice, sólo lo mío es bueno; y así existen hoy, movimientos en la vida religiosa que quieren como asumirse, adueñarse del monopolio de Cristo, del Espíritu Santo. Y San Pablo es cuando habla en nombre del Espíritu Santo para darles la solución que viene ya en mi tercer pensamiento, tomando de las tres lecturas y enfrentando estos dos conflictos: Conflicto violencia perdón; conflicto progresistas y conservadores. Para darles un hombre nada más, la solución, la clave de solución nos dice la palabra de hoy, está hoy, en el perdón y en las razones de ese perdón. ¿Cuáles son esas razones? Recojámoslas como fruto de esta reflexión.
La primera lectura nos presenta la dependencia que tenemos de Dios. Tú que dependes de Dios en tu salud, ¿cómo le pides salud a Dios si no perdonas a tu hermano? Es una lógica, porque Dios dice que amemos al prójimo y si no lo amamos, ¿cómo le pedimos a Dios a quien tenemos enojado por el rencor? Otra razón: Todos necesitamos de la compresión misericordiosa de Dios. ¿Cómo la vas a tener dice el apóstol, si tú no la tienes para con los demás cuando no perdonas, cuando vas por venganza a matar a otro a golpear a otro? Otra razón -que bien nos serviría ésto, la fragilidad de nuestra vida- eres carne, quiere decir, eres cosa transitoria y así viendo tu fragilidad y la del otro, ¿piensas hacer un absoluto de la ofensa que el otro te hace y un absoluto de tu venganza? Si eres frágil, lo lógico, es trata tu breve vida con el amor con que Dio quiere que vivas, sabes perdonar. Otra razón muy valedera de la primera lectura: Piensa en tu fin, en la muerte, en la corrupción. Cuando un hombre por más agresivo y violento que sea muere, ¿qué es un cadáver encerrado en cuatro tablas? Toa la potencia de un hombre que conquistó reinos, o que mató gentes, ahí está: Es nada, es polvo, es ceniza. Piensa eso, dice la Biblia, y dominarás tu rencor.
También la primera lectura nos dice: Recuerda los mandamientos. Recordemos que hay con Dios también, una obligación y entre los principales preceptos que lo resumen todo, están los dos del amor. «Amarás a tu Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a tí mismo». Y el odio es la destrucción de ese mandamiento. Y hay otra razón que pasa casi desapercibida pero que es de un gran valor. Recuerda la alianza, ¿qué es? Es el pacto que Dios hizo con el pueblo. Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Esto lleva a que todos los que forman el pueblo, se amen. No se destruyan en el odio, en la violencia. Recordemos este pacto que yo les voy a recordar dentro de poco con el cáliz consagrado en mis manos. Esta es la sangre de al alianza, del pacto, entre Dios con los hombres. Ustedes pueblo de Dios que le vienen a ofrecer a Dios ratificando su alianza de fe, prometan también que se van a amar, que se van a perdonar. Y la gran medida que nos da el evangelio, en la parábola del Señor que perdonó a un gran deudor y ese deudor que no supo perdonar a su pequeño deudor. Frente a Dios, somos deudores imposibles de salir en la deuda. Quien ha ofendido a Dios, no merece más que el castigo eterno. Y si Dios me perdona esa deuda eterna, infinita, ¿por qué yo no voy a perdonar a quien no me ha cometido una ofensa eterna, por más grave que sea?
El Padre Nuestro es un reclamo continuo de este gran pensamiento: «Perdónanos como nosotros perdonamos». ¿Cuántas veces tal vez no podemos rezar el Padre Nuestro, si somos sinceros, porque no sabemos perdonar?.
Y por último, la razón que da San Pablo y que es como la síntesis de todo mi pensamiento, donde San Pablo nos dice hoy: «Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte, somos del Señor; para ésto murió y resucitó Cristo, para ser Señor de vivos y muertos. San Pablo está recordando aquí, que aquellos que dejan de comer carne en ciertos días por respeto a su religión -que todavía les quedan unos resabios- lo hacen por Dios, que lo respetemos y que el fuerte que ya superó y que cree de verdad que se salva en Cristo, lo hace por Cristo y por Cristo también él, come carne. Entonces dice: No se desprecien unos a otros, los dos lo hacen por el Señor. Así también, dos que pelean por un conflicto, unos defienden una cosa y otros otra, lo malo está en olvidarse de ese tercero, cuando solamente se pelea por el egoísmo, por lo mío, por mi capricho, entonces sí, no puede valer la razón siempre. Pero si los dos en conflicto lo hacen por Dios -y aquí hay una gran lección hermanos- las diferencias que existen en nuestra Iglesia, que bien se resolverían con este principio: Tú, en tu movimiento carismático; tú, en tu movimiento de cursillos de cristiandad; tú, en tu comunidad catecumenal; tú, con tus pensamientos tradicionalistas; tú, con tus pensamientos progresistas, ¿por qué lo haces? ¿Defiendes eso por tu comodidad? Entonces vas mal, esa no es la razón. ¿Lo haces por servir a tu Dios con sinceridad? Pues, hazlo y trata de comprender a los otros que lo hacen por Dios. Este es el pluralismo de veras, de la Iglesia. En la Iglesia no todos podemos pasar igual. Pero lo que sí debemos de hacerlo igual, por Dios, por Cristo, para El vivimos y para El morimos. El que vivió y murió y sigue siendo por nosotros, por todos.
En Cristo Jesús, se realiza la paz de los hombres. Ojalá tanta sangre, tanto odio, tanta violencia, tantas diferencias, tantas divisiones entre los hombres las resolviéramos mirando todos hacia aquél que en la Cruz crucificó las diferencias y los odios y las violaciones de todos los hombres. Y permitió que en su cuerpo descargaran como relámpagos, todas las iras y todas las violencias de los hombres, para que mirándolo a él, los hombres supieran usar su agresividad traduciéndola en bondad, en perdón, en alabanza a Dios Nuestro Señor.
Celebremos la Eucaristía hoy queridos hermanos, con esta gran petición: Señor, mira nuestros pueblos, mira nuestra hermana Nicaragua desangrándose, mira las divisiones dentro de nuestra misma Iglesia, mira Señor cuánto crimen, cuánta violencia a nuestro alrededor. Queremos ser la Iglesia comunidad de amor. Que nada apague este fuego, Señor, que tú quisiste encender y que se encenderá cada día que te miremos a Tí clavado en la cruz y en tu comprensión de brazos abiertos, sepamos perdonar, sepamos amar, sepamos abrazar a todos los hombres. Así sea (Aplausos).
Lecturas: Ezequiel 33, 7-9 Romanos 13, 8-10 Mateo 18, 15-20
Queridos hermanos, las lecturas bíblicas que hemos escuchado -no sólo con atención humana, sino con verdadera fe, porque es palabra de Dios- me da gusto decirles, que coinciden con el fundamento Teológico y Pastoral de la Carta Pastoral que en estos días está llegando al conocimiento de todos ustedes. Yo quisiera que, esa Carta Pastoral, fuera objeto del estudio de las comunidades, que se reflexionara profundamente. Lamentablemente no pudimos dar alcance a la semana, con la edición que habíamos anunciado, pero ya en los primeros días de esta semana próxima, tendremos la nueva edición. Por otra parte, en el periódico ORIENTACION que hoy se está distribuyendo, está íntegro el texto de la carta Pastoral. Cuando sea pues, oportuno, en sus reuniones o en familia o en pequeños grupos, estudien y verán como la idea central que es presentar la identidad de la Iglesia, es decir, cuál es la naturaleza y la misión auténtica de la Iglesia fundada por Cristo, está basada precisamente en esta palabra de Dios que hoy vamos a reflexionar a la luz de los textos bíblicos. Es una naturaleza y una misión que la Iglesia tiene que tener bien clara en la mente de sus católicos, de los que la formamos; y desde allí, teniendo uno idea cierta, clara, nítida, de lo que es la Iglesia, podemos prestar una ayuda sin miedo al mundo con todos sus problemas, para eso está la Iglesia, para eso la puso Cristo, no para preservarse ella y conservarse; sino que conservándose sirva al mundo.
Las relaciones de la Iglesia con las organizaciones populares es el tema de la Carta Pastoral. Es un servicio que la Iglesia tiene que prestar a las organizaciones de campesinos, de obreros, de políticos, a todos los hombres que quieran organizarse con el ideal de un mundo, una patria mejor. La Iglesia haría mal en reservarse ella, con su tesoro de doctrina, con su fuerza moral y no prestara a la angustiosa pregunta del mundo actual, de nuestra patria actual, la respuesta que desde la palabra de Dios ella puede decir. Lo hemos repetido muchas veces, que la Iglesia no es la Organización Popular. Pero sí, en esta Carta Pastoral decimos que la Iglesia, sin identificarse con las organizaciones populares, presta un servicio insustituible; y señalamos en la Carta Pastoral, desde luego esto: En primer lugar, muchos cristianos, fue en una comunidad de Iglesia, donde tomaron conciencia de las exigencias del Evangelio y de la justicia cristiana para componer un mundo injusto. De modo que la Iglesia no se avergüenza de que de sus comunidades, hayan salido hombres inquietos socialmente, políticamente. El mismo Concilio recuerda que uno de los deberes más graves de la hora actual es la educación cívica y política; y que aquellos hombres que tengan capacidad para ese arte noble de la política, se cultiven, se preparen. La Iglesia pues; no se avergüenza de que el origen de muchos políticos y de muchos agrupados, organizados, se haya efectuado ese origen, en la reflexión de la palabra de Dios. Pero la Iglesia se conserva ella idéntica, como el hogar, como la madre cuando educa a sus hijos y se van. Ella sabe con alegría que les ha dado esa conciencia, esa responsabilidad y van al mundo a buscar opciones concretas de las cuales, ellos son los responsables.
También desde esta identidad de Iglesia, sin confundirse con las organizaciones, la Iglesia defiende el derecho de organización. Es un derecho humano. Nadie puede prohibir a un hombre que se organice con quien quiera, con tal que los fines que busca, sean honestos y bueno; sean para sobrevivir; sean para tener pan para sus hogares; sean para mejorar de condiciones; la Iglesia defiende y lo ha hecho gracias a Dios, ese derecho de organización. Otro servicio insustituible de la Iglesia -defendemos en la carta Pastoral- es el apoyar las justas reivindicaciones que cualquier organización promueva. No es necesario que se llamen cristianos. Basta que una organización busca un fin justo…, la Iglesia apoya, porque su deber es defender la justicia del Reino de Dios y si hay un reflejo del Reino de Dios en un grupo humano, la Iglesia sabe que allí es Dios el que le está pidiendo su compromiso para defender esa justicia que hay allí. Así como también otro servicio de la Iglesia: La Iglesia por ser única puerta suya, el Evangelio, y no otra fuerza; desde el Evangelio la Iglesia tiene el deber y el derecho de denunciar la injusticia, lo malo, el pecado que se encuentra en cualquier organización, aunque se llame cristiana, la Iglesia no está comprometida con ninguna, para decirle, eso está mal hecho, eso es pecado, eso lo denuncio, eso lo repudio y gracias a Dios la Iglesia lo ha hecho. Aquí en la Arquidiócesis ha sido su deber, defender lo justo y reprochar lo injusto. Pero para poder prestar este servicio y sobre todo este otro, el servicio de incorporar las inquietudes de los hombres que buscan la justicia, que buscan reivindicaciones en la tierra, incorporarlos a la gran liberación de Cristo, a la gran redención.
La Iglesia le dice a todo hombre y a toda Organización que busca un fin noble o justo, está bueno, pero no basta, incorpóralo a la redención cristiana. Si no te liberas del pecado, que es lo que Cristo vino a romper -las cadenas del pecado-; si no te promueves hasta hacerte hijo de Dios por la gracia y por la santidad; si tu liberación prescinde de Cristo y solamente confía en ideologías de la tierra…, tu liberación no es completa. Yo te quiero servir, llevándote de la mano hacia la verdadera redención; hacia el verdadero destino; hacia la vocación integral del hombre. Este es el gran servicio de la Iglesia. Y por eso, para poder prestar este servicio, para poder tener estas relaciones con las organizaciones de la tierra, con los grupos de los hombres, la Iglesia tiene que ser muy dueña de sí misma. La identidad de su Iglesia. Así como un médico -comparaba Pablo VI en su primera encíclica: Eclesiam Suam- cuando va a curar una zona apestada, para no apestarse él, se inmuniza porque si no él también acabará enfermo, ¿y de qué sirve un médico apestado con los apestados? Por eso él, así como la Iglesia tiene que ir inmuniza con su propia identidad. Por eso la Iglesia no puede confundirse con ninguna ideología u organización de la tierra para poderles dar a las organizaciones de la tierra su verdadero servicio de Iglesia, como el médico da su verdadero servicio de sanar enfermos inmunizándose él también para no ser un enfermo. No digo que las organizaciones todas sean enfermas, pero es una comparación para decirles cómo la Iglesia, prestando estos servicios, lo primero que tiene que hacer, y eso es lo que hacemos en nuestra carta Pastoral, definir bien cuál es su misión.
Por no alargarme más, no les leo las páginas 21 y 22 del folleto de la carta Pastoral, ustedes mismos lo van estudiar, donde tomando palabras del Magisterio de la Iglesia dice como un grupo de hombres que cree en Cristo, acepta su doctrina y manifiesta esa aceptación incorporándose a su Iglesia por el bautismo; alimenta su vida cristiana con la palabra de Dios y manifiesta con los signos sacramentales; la confesión, la comunión, su incorporación, su encuentro con Cristo. ¡Eso es Iglesia! Un grupo de hombres que se alimenta de esa palabra de Dios. Que se alimenta de esa Eucaristía, como ustedes han venido hoy a la Misa, ¡eso es Iglesia! Aquí en la Iglesia el domingo, hermanos, el que me ha escuchado con sinceridad, sin perjuicios, sin odios, sin malas voluntades, sin intenciones de defender intereses que no se pueden defender; el que me ha escuchado aquí, no puede decir que yo estoy haciendo sermones políticos o sermones subversivos, todo eso es la calumnia nada más. Me están escuchando en este momento y estoy diciendo lo que siempre he dicho. Lo que yo quiero decir aquí en el público de la Catedral, es qué es la Iglesia. Y desde esa Iglesia apoyar lo bueno, felicitarlo, animarlo; consolar a las víctimas de los atropellos, de las injusticias; y también con valentía denunciar el atropello, las torturas, el desaparecimiento, la injusticia social, eso no es hacer política. Eso es construir Iglesia y cumplir el deber de la Iglesia desde su propia identidad. Yo siento la conciencia bien tranquila y es mi llamamiento a todos ustedes para que construyamos la verdadera Iglesia, y a esto nos ayuda precisamente la palabra que se ha leído hoy.
El evangelio de San Mateo, está siendo la lectura que nos da la pauta para todo este año. No lo descuidemos este pensamiento. Domingo a domingo, venimos a leer un pedacito del evangelio de San Mateo, y para comprenderlo mejor tomamos una idea que lo ilumine en el Viejo Testamento. Hoy ha sido Ezequiel el que ilumina maravillosamente el problema que Jesucristo trata en el evangelio de Mateo y las epístolas de los apóstoles, que van siendo como deducciones directas de ese magisterio de Cristo para comparar, entonces, que el evangelio, iluminado por el Viejo Testamento, comentando por las Cartas de los Apóstoles, es el que llega hasta nosotros para darnos la idea de que esta Iglesia, de la Arquidiócesis de San Salvador, de 1978, es la misma Iglesia que Cristo anuncia en su evangelio, la Iglesia que los profetas anunciaron y que los apóstoles enseñaron a los primeros cristianos.
Este es el inmenso honor que yo siento, hermanos. Y por eso, me da gusto que prevalezca el ambiente positivo a mi predicación y que sea escuchada esta palabra con el deseo sincero de conocer y de construir entre nosotros la verdadera Iglesia de Cristo, en 1978, aquí en El Salvador. Les decía -y me da también mucho gusto saber que muchos que oyeron ésto, están pidiendo el esquema del evangelio de San Mateo que es la lectura de este año- no esperen que se trata de un libro, se trata de un esquema, una hojita. Y quienes tienen la Biblia de Jerusalén, les aviso que allí, está, en el principio de los evangelios dice: Introducción a los evangelios sinópticos, busquen allí el evangelio de Mateo y allí encuentran el precioso comentario que dice que el evangelio de San Mateo se parece, es un drama en 7 actos sobre la venida del Reino de Dios. Va describiendo y poniendo los capítulos que corresponden a cada estrofa, a cada acto de este precioso drama. Cuando habla del 5º acto, dice que allí en esos capítulos, del 16 al 18 del evangelio de San Mateo, se habla de los comienzos del Reino de Dios en esta tierra, en su grupo de discípulos con Pedro como jefe. Primicias de la Iglesia, cuyas reglas de vida se esbozan en el discurso comunitario. Hoy precisamente, el pasaje tomado del Capítulo 18 es parte del discurso de Cristo sobre la comunidad.
Recuerden que el evangelio, más que una biografía de Cristo, es la reflexión de las primeras comunidades sobre la enseñanzas de Cristo; y que los apóstoles escribieron como fruto de esas reflexiones los discursos que recordaban de Cristo, pero reflexionados ya en comunidad. Es precioso, entonces, saber que este capítulo 18, es el fruto de la primera comunidad cristiana y que nos está marcando cómo era la Iglesia que brotaba como de su fuente, de Cristo recién creada esa Iglesia. Allí habla de la humildad que deben tener sus pastores. Peleaban los apóstoles quien era el más grande -el pleito jerárquico de siempre- y Cristo les dice no, aquí el que quiera ser grande, hágase como niño. Servidor de todos. La autoridad en la Iglesia no es mandato, es servicio. Y el que no se haga como un niño en el cristianismo, sencillo, no puede entrar en el Reino de los Cielos.
Qué vergüenza para mí, Pastor, y les pido perdón a mi comunidad, cuando no haya desempeñar como servidor de ustedes mi papel de obispo. No soy un jefe, no soy una manda más, no soy una autoridad que se impone. Quiero ser el servidor de Dios y de ustedes. Y es en ese ambiente, en que Cristo está llamando a la autenticidad, cuando este discurso de como debe ser la comunidad. Yo puedo sacar de las tres lecturas el título de la homilía de hoy-, como el resumen del discurso de Cristo: La Iglesia, comunidad profética; la Iglesia, comunidad sacramental; y la Iglesia, comunidad de amor. Esto es la Iglesia. Si no la entendemos así, no sabemos lo que es la Iglesia de Cristo. Estas tres características son como el resumen de las tres lecturas de hoy.
Les digo en primer lugar que la Iglesia que Cristo quiso es una comunidad profética. Dice el Concilio, comentando este pensamiento (Lumen gentium 12), el pueblo santo de Dios, participa de la función profética de Cristo difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad. Ven todos ustedes, hermanos, son el pueblo profético, un pueblo que Dios ha organizado para difundir el testimonio vivo de su doctrina. El mismo Concilio, cuando habla del matrimonio de ustedes los seglares, dice que el matrimonio -la vida de familia- es una situación propicia para desarrollar este sentido profético del pueblo de Dios, porque viviendo santamente los esposos en relación con sus hijos son como una pequeña Iglesia y desde ella, con sus virtudes, animan a la santidad a la Sociedad; así como también reprochan lo malo, lo injusto, lo pecaminoso del mundo. No hay reproche más grande para una Sociedad pecadora que una familia santa. Un llamamiento, pues, de parte del pueblo de Dios, de parte de la palabra divina para que todos los que estamos haciendo esta reflexión, miembros de una familia, nos propongamos hacer de nuestro hogar, de las relaciones de ustedes los casados con su esposa y con sus hijos, un modelo de testimonio de amor, de santidad, de justicia, de caridad en medio de un mundo egoísta, pecaminoso, violento.
No hay cosa más necesaria en esta hora de violencias y de terrorismos que los hogares santos, que transpiran amor. La misión profética pues, es una obligación del pueblo de Dios. Por eso cuando con cierto tono de burla me dicen que yo me creo profeta, les digo: ¡bendito sea Dios! ¡Si tú también tienes que serlo, porque todo cristiano, todo pueblo de Dios, toda familia, tiene que desarrollar un sentido profético: Dar un sentido de la misión de Dios en el mundo. Traer una presencia divina que reclama, que rechaza! Supongamos, dice el Papa Pablo VI -en la exhortación sobre la evangelización del mundo actual- supongamos que un grupo de cristianos se proponen vivir con autenticidad del evangelio en que creen, ese grupo por sí solo, ya es un gran interrogante en el mundo. ¿Qué clase de gente es ésta, qué esperan, qué aman, quiénes son? Y así comenzó el cristianismo. Allá en Jerusalén, nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, se iban agregando, porque los veían como se amaban, como alababan a Dios. La comunidad donde no había desigualdades sociales, donde el que tenía compartía con el que no tenía; y donde no se avergonzaba nadie de ser pobre, ni nadie ser pobre, ni nadie se enconchaba por ser rico. Este testimonio de la caridad y del amor: La comunidad profética anunciaba con su sola presencia lo que Dios quiere de los hombres cuando nos ha hecho sociables.
Pues todo ésto, queridos hermanos, es lo que yo encuentro en las lecturas de hoy. La primera lectura es maravillosa -el profeta Ezequiel- se dice que pocos hombres se han adentrado tanto en el misterio de Dios como este profeta, que hasta parecía anormal. Ven como no es una ignominia que lo tengan a uno por loco. Al profeta Ezequiel lo tenían por loco, y era porque se había adentrado tanto en el mundo de Dios, que los hombres los sentían anormal. ¿Quiénes son los anormales, los que se han apartado tanto de Dios que a los que tratan de buscar a Dios les parecen anormales, o los que se normalizan en el centro de la vida que es Dios? Pues este profeta Ezequiel, loco para el mundo, predica el gran misterio que han escuchado hoy: Una parábola. El capítulo 33 de Ezequiel, es quizás de las descripciones más bellas de la misión profética que Dios quiere confiar a los hombres. La parábola es esta: si Dios permite la guerra contra un pueblo, ese pueblo nombra centinelas que estén vigilando cuándo viene el enemigo, y cuando se acerca, suena el cuerno. Costumbre de aquel tiempo, la trompeta. Y en la ciudad, oyen la trompeta. El que la oye y se prepara a defenderse no morirá; como tampoco morirá el centinela, porque cumplió su deber. Pero el que oyendo al centinela no le hizo caso, morirá; pero el centinela salva su responsabilidad. Y al revés, dice la parábola: Si el centinela descuida su deber, no toca la trompeta, entra el enemigo y a los que están preparados no los vence; pero el centinela sí es responsable de su negligencia, y si por negligencia del centinela, también mueren otros descuidados en el pueblo, todos son condenados: Centinela y pueblo. Ahora aplica el profeta a su propia misión: Así, yo soy el centinela. El profeta es un centinela, un vigía, y cuando Dios dice: Malvados convertíos, el profeta tiene que ser trompeta de Dios para decir: Malvados convertíos. Y su el malvado no se convierte, se perderá; pero el profeta salvará su responsabilidad. Y si el profeta no grita, el malvado se perderá por su culpa. Pero yo, dice Dios, pediré cuenta también al profeta, porque no clamó, no fue trompeta, no fue vigía.
Esta misma parábola encontramos en el evangelio, donde Cristo dice: si tu hermano comete un error, no te quedes negligente, vete a hablar tú solo con él; si lo corriges, lo has ganado para Dios. Si no te escucha, llama testigos; testigos de tu diligencia y testigos de la obstinación del que se equivoca. Y si ni tampoco te oye ante testigos, entonces, dilo a la Comunidad; dilo a la Iglesia y la Iglesia lo tendrá como gentil y publicano. En el lenguaje de Cristo estas dos palabras eran decir: Sea tenido como excomulgado, no pertenece ya a esa comunidad, por su obstinación.
Aquí encuentro, queridos hermanos, la explicación de que la Iglesia tiene una misión profética. ¿Por qué tiene que invertir un profeta entre Dios y el malvado? ¿Por qué una comunidad es llamada como testimonio, para que si no oye a la comunidad sea echado fuera? Aquí encuentro dos grandes explicaciones, que yo quiero que las tengan muy en cuenta, la primera es como puede existir un pecado social. Muchos se escandalizan, dicen que el pecado es personal y no social. Ciertamente la Biblia de hoy lo ha dicho: El malvado se perderá por su culpa, pero ha mencionado también una corresponsabilidad en el profeta que no anuncia. Todo hombre que deja pasar las injusticias, sobre todo si las puede evitar; toda familia donde se alcahueta con el egoísmo y no se pone el sentido cristiano de la vida; todo hogar que no se santifica como Dios quiere que se deba santificar y están viviendo en pecado se han contaminando, se han hecho cómplices, se ha hecho el pecado social y cuando ya el ambiente -como en El Salvador- se hace tal, que hasta se decreta una ley para conservar el orden. ¿Qué orden? el orden de la injusticia, que no se toque, que se mantenga así la situación, que no se denuncie, porque eso es meterse en política. Está El Salvador, en un pecado institucionalizado que llamó Medellín (interrumpen aplausos). ¡Muchas gracias! Lo cual indica, la actitud de ustedes, de que estamos de acuerdo en que la Iglesia no puede callar. Sus pastores tenemos que hablar. Todos tenemos que ser pueblo profético, llamar, pero fíjense, en la intensión de este profetismo.
Ezequiel, si ustedes siguen leyendo adelante en ese capítulo 33, les dice a los hijos de Israel, sus paisanos: No sean pesimistas, ustedes han dicho Dios nos ha abandonado por nuestros pecados, ¿quién nos puede salvar? El profeta levanta el espíritu y dice: Dios también dice: No quiero la muerte del pecador, si no que se convierta y viva. Soy un Dios de perdón, soy un Dios que quiere lo justo, soy un Dios que reclama, sí, y castiga; pero también un Dios que está dispuesto al perdón. Y hermanos, aquí quiero invocar también el recuerdo de ustedes que han tenido la bondad de seguir mi pensamiento ya por más de un año, siempre que ha habido un atropello, siempre que hemos denunciado algo, terminamos llamando a conversión ¡conviértanse los pecadores! Cuando celebrábamos el funeral del P. Grande -asesinado- aquí en Catedral, decíamos, ojalá nos estén escuchado quienes lo mataron y en su cueva de asesinos les llamamos, ¡conviértanse que el Señor los ama, los está esperando! Jamás el odio, jamás el resentimiento en la denuncia del profeta. El pueblo profético de Dios, no puede odiar, tiene que amar. El pueblo profético, como dice el evangelio de hoy, busca al que se equivoca para ganarlo para Dios; y el profeta que está hablando de los castigos del centinela negligente, está elogiando también la misericordia del Dios que llama.
Por eso queridos hermanos, sobre todo ustedes mis queridos hermanos que me odian, ustedes mis queridos hermanos que creen que yo estoy predicando la violencia, y me calumnian y saben que no es así, ustedes que tienen las manos manchadas de crimen, de tortura, de atropello, de injusticia, ¡conviértanse, los quiero mucho, me dan lástima, porque van por caminos de perdición!
Ahora bien, el segundo pensamiento es éste: la Iglesia comunidad sacramental. Toda esta misión de la Iglesia, entre los intereses de la tierra -lo decimos en nuestra Carta Pastoral- no es para perderse entre las cosas de la tierra; porque entonces, dice el Papa, la Iglesia perdería toda su fuerza. La Iglesia no anunciaría la verdadera liberación de Dios, comprendiendo las reinvindaciones de los pobres que piden pan, de los analfabetos que piden letras, de los pobres en la miseria; la Iglesia también se haría una miserable, pero sin dar esperanzas de perdón y de levantarse.
Precisamente la Iglesia lleva una misión trascendencia, la visión de Dios no se puede olvidar nunca, y aquí está el signo de la comunidad. Queridas comunidades, las que he tenido la dicha de visitar y las que no he podido visitar, pero sé que viven -en esta semana, he recibido cartas tan bonitas de comunidades cristianas, no sólo de la Arquidiócesis, sino de otras diócesis que han puesto su confianza en esta palabra de Dios- les agradezco profundamente y les digo: Mantengan esta esperanza, mantengan esta esperanza, mantengan esta señal sacramental de la Iglesia; sean comunidades que luchan por las reinvindicaciones justas, pero que no se olvidan nunca de lo único que nos puede dar la fuerza y la inspiración, que es Dios.
Y por eso, el evangelio de hoy nos da la pauta. ¿Qué dice Cristo mismo? Donde dos o tres se reúnen en ni nombre, allí estoy yo en medio de ellos. ¡Gracias Señor! porque donde hay una comunidad que se pone a reflexionar en tus palabras, con sinceridad religiosa, allí estás Tú, Cristo bendito, liberador de los hombres. Cómo no me va a llenar el corazón de esperanza una Iglesia, donde florecen las comunidades eclesiales de base. Y por qué no voy a pedir a mis queridos hermanos sacerdotes que hagan florecer comunidades por todas partes: En los barrios, en los cantones, en las familias. Porque donde dos o tres se reúnan en ni nombre, allí está el signo sacramental. Aquí la Catedral es ahora presencia de Cristo. El protagonista de esta mañana es Cristo Nuestro Señor. El está dándonos testimonio, de que no sólo la hostia consagrada, sino todos ustedes y yo formando una comunidad; y allá donde un grupo de cristianos, en torno del aparato receptor de su radio, están meditando esta palabra, como palabra de Dios, allí está Cristo, aquí está Cristo. ¡Bendito sea Dios que no vamos solos!
Por eso la comunidad Iglesia, es sacramental. ¿Qué es un sacramento? Señal visible, de una realidad invisible. Lo visible son los rostros de ustedes, muchos ya conocidos; el saludo cariñoso que nos damos a la salida, todo eso es la comunidad visible; pero lo invisible, el rostro que no vemos, pero en el cual creemos y que descubrimos a través del rostro de cada uno de nosotros: Es Cristo Nuestro Señor. Hay otra realidad en esta comunidad sacramental, cuando Cristo dice: Cuando dos de ustedes, se pongan de acuerdo en pedir a mi Padre una cosa, mi Padre del cielo se los concederá. ¡Qué cosa más bella! La comunidad, signo de la voluntad de Dios, porque Dios sólo concede lo que se pide, según su voluntad. Y voluntad de Dios, cuando se reflexiona en la comunidad. Qué distinto es de lo que muchos quisieran que se considerara voluntad de Dios. Muchos quisieran que el pobre siempre dijera es voluntad de Dios, que asi viva; y no es voluntad de Dios, que unos tengan todo y otros no tengan nada. No puede ser de Dios. De Dios es la voluntad de que todos sus hijos sean felices. Cuando dos o tres se pongan de acuerdo en pedir a Dios, Dios lo concede. Es la comunidad de amor. La voluntad que unifica en Dios. Qué hermoso saber que esta mañana, también nuestra oración, nuestra misa, será escuchada por Dios, porque estamos más de dos. La Catedral está llena, para pedirle al Padre unidos a Cristo, lo que nuestra Sociedad necesita. Hagamos, por eso les dije al principio de la Misa, una hora de esperanza, nuestra Misa dominical.
Y en tercer lugar, la presencia de un Dios que acepta o rechaza. Si después de llamar al que peca, tú solo o con testigos, no te hace caso, dícelo a la comunidad; y si a la comunidad no le hace caso, sea tenido como excomulgado. Separado. Y aquí es donde usa las palabras que dijo a Pedro: «Todo lo que ataréis en la tierra, quedará atado en el cielo. Y todo lo que desatareis en la tierra, desatado quedará en el cielo». Fíjense en ésto mucho, queridos hermanos, como una prerrogativa del Papa, no es exclusiva del Papa. Dios la da para todo el pueblo de Dios, pero el Papa es la máxima expresión de ese privilegio. A Pedro le dijo en un sentido exclusivo: Lo que tú ates en la tierra, será atado en el cielo. Y ahora le dice a la comunidad: Lo que ustedes unidos con sus Pastores, consideren error, ese error, la infalibilidad, el juicio lo pronunciará el Papa; pero es para todo el pueblo de Dios que goza también de estas prerrogativas cuando está en comunión -comunidad- con sus pastores. Esto hay que tenerlo muy en cuenta para saber que en cada Diócesis, el Obispo en comunión con el Papa, es el signo de la unidad, de la verdad.
Y finalmente, queridos hermanos, digamos una palabrita sobre esta segunda lectura de hoy, para decir que la comunidad Iglesia, es una comunidad de amor. Cuando el Concilio dice, bellamente hablando del pueblo de Dios, las características del pueblo de Dios, dice, tiene por cabeza a Cristo Redentor. Como condición la dignidad y la libertad de los hijos de Dios; y tiene por ley el nuevo mandato de amar como el mismo Cristo nos amó a nosotros. Y como fin la dilatación cada día más del Reino de Dios en la tierra. No se podría decir en palabras más hermosas, la identidad de nuestra Iglesia la debe caracterizar el amor. Diríamos como la constitución, que debe ser respetada en El Salvador, porque es el alma de la nacionalidad. La Constitución de los cristiano es una sola palabra: El amor.
Y por eso dice San Pablo, el que cumple con el amor, cumple toda la ley, porque, no robarás, no matarás, no harás mal a otro, todo eso está comprendido en una sola palabra: «Amarás a tu prójimo». Si hubiera amor al prójimo, no existieran terrorismos, ni represiones, ni egoísmos, ni desigualdades tan crueles en la Sociedad, ni secuestros, ni crímenes. El amor es la síntesis de la ley. No sólo la síntesis, es lo que le da un sentido cristiano a todas las relaciones humanas. Por eso, aún a aquellos que se llaman, ateos, pero cuando son humanos están cumpliendo con la esencia de la relación que Dios quiere entre los hombres: El amor. El amor planifica todos los deberes humanos; y sin amor la justicia no es más que espada. Pero con amor, la justicia misma se torna en abrazo de hermanos. Sin amor, las leyes son difíciles, represivas, crueles, policiales; pero cuando hay amor, saldrían sobrando los cuerpos de seguridad, no existirían las torturas no las cárceles, no habría ánimo para golpear. Queridos hermanos, ésto es la Iglesia. Por eso esta comunidad profética, esta comunidad sacramental, esta comunidad de amor, es la que tenemos que construir. Esto es lo esencial de mi predicación.
Pero sería una predicación teórica, si no tratáramos de enfocar, desde esta realidad Iglesia y precisamente viendo nuestra interioridad Iglesia, también nuestro exterior: El marco en que nuestra misión de Iglesia, tiene que desarrollarse para ver si de verdad realizamos nuestra Iglesia profética, nuestra Iglesia sacramental, nuestra Iglesia de amor.
En este sentido, mirando hacia el interior de nuestra Iglesia, quiero alegrarme con la concelebración de nuestra Arquidiócesis, el martes de esta semana, y quiero agradecerle a los queridos sacerdotes que participaron y a las comunidades, porque expresamos nuestra solidaridad con el nuevo Papa. Con el nuevo Papa también tenemos que estar solidarios en las intenciones que él va marcando. Por ejemplo: En esta semana el Papa pidió mucha oración para que la reunión de los dirigentes del Medio Oriente con el Presidente de Estados Unidos, llevara a una paz de aquella tierra de Nuestro Señor Jesucristo, no se sabe cuáles con los logros, pero la oración d los cristianos de este pueblo de Dios sacramental puede alcanzar gracias, para que esos grandes de Estados Unidos y del Medio Orienta encuentren caminos de paz.
Vamos a alegrarnos también en la interioridad de nuestra Iglesia, con los 25 años de vida sacerdotal de nuestro querido hermano, Monseñor Rivera Damas, el 16 de septiembre a las 10 de la mañana en Santiago de María, su Diócesis, se va a celebrar una misa de acción de gracias. Tendré el gusto de participar en ella.
Quiero alegrarme también, porque va en este camino de la nueva Iglesia, del amor, de la profecía y del sacramento, la convivencia del domingo pasado de la fundación de Promoción y Vivienda Mínima, en el décimo aniversario. No creía que estuviera tan avanzado el sentido comunitario de esa gente. No sólo se trata, les dijo el P. Ibáñez, de resolver el problema de la casa, lo mismo que hacemos cosas podíamos hacer sombreros o zapatos, lo que interesa es crear el amor, la comunidad; y se sentía de verdad una familia, felices por tener sus casitas, pero jamás que todo, felices por amarse como una nueva comunidad. Son testimonios de nuestra Iglesia. ¡Bendito sea Dios!
Quiero alegrarme también, con el testimonio que católicos de la parroquia de El Rosario de la Paz, han dirigido para decir que el P. Rafael Barahona, está dedicado exclusivamente a su trabajo pastoral. Nunca ha sido mencionado por quienes lo conocen como un subversivo, como se le quiso calumniar.
También quiero agradecer, me están escuchando allá, en el Municipio de Santa Fe, Depto. de Ocotepeque, Honduras, el grupo de cristianos que vino el domingo pasado y la bonita carta de don Rafael Humberto Pinto, celebrador de la palabra, que nos ha dado mucho ánimo en nuestra misión de la Iglesia del Arzobispado.
Como Iglesia también, no podemos sentirnos alejados de los problemas persecutorios en la hermana Iglesia de Nicaragua. El Gobierno expulsó al P. Pedro María Belsunigui y al P. José María Pacheco. Un soldado golpeó brutalmente al capellán del ejército, P. Donaldo García. La Guardia Nacional entró violentamente en la Iglesia de Santa María de los Angeles en Managua, y disparó contra la fachada de un Colegio de P. Salesianos y se llevó presos a dos religiosos. La Iglesia ya amenazó con la excomunión, y no se rían de la excomunión, los que no creen en la Iglesia, porque acabamos de decir que entre los signos sacramentales de la Iglesia, tiene ese poder. La comunidad que expulsa a un cristiano, Dios también lo tiene por expulsado, y el pueblo también siente que sanciona, expulsado del pueblo a quien atropella así como lo hemos dicho aquí también, cuando hemos tenido casos similares.
La revista de la Comisión Internacional de Juristas, publicó las conclusiones de su investigación sobre la violación de los Derechos Humanos en El Salvador. Es sincero su testimonio, entre otras cosas dice: «Durante 1977 y 78, la Comisión Internacional de Juristas ha recibido numerosas denuncias de fuentes creíbles, relatando cientos de casos de violaciones a los Derechos y Libertades fundamentales, virtualmente en todos los casos, las víctimas han sido líderes obreros o políticos, campesinos y trabajadores, hombres y mujeres por igual. Las acusaciones van desde el asesinato, violación, tortura hasta el arresto y desaparecimiento de los detenidos, afirmando las autoridades no haberlas llevado a cabo». Es largo el informe y por falta de tiempo no leo otros detalles que son bien comprometedores para la figura de nuestra Patria.
El Señor Ministro de Justicia, ha declarado la inquebrantable decisión del Gobierno de garantizar la libertad de expresión, dejando al criterio de los directores de los medios de comunicación la autocensura. Talvez podríamos decir con la poesía: «¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza».
Informes (interrumpen aplausos), informes del Ministerio de Educación, señalan en el país más de millón y medio de analfabetos, lo que equivale a un 37% de nuestra población. ¿Cómo va a quedar indiferente también nuestra Iglesia, con las lluvias que ha provocado esta semana inundaciones en las colonias de Monserrat, América, San Esteban, Costa Rica, San Juan, Centro América y barrio San Miguelito, Concepción, Santa Lucía, Urbanización Universitaria, Reparto Santa Fe, Colonia San José? Si hemos dicho que la Iglesia es una comunidad de amor y de caridad, yo invito a mis queridos hermanos cristianos, a las comunidades, hacerse presentes en estos lugares de sufrimientos y ayudar a los hermanos en necesidad y en emergencia.
También les invito a leer en Orientación, la página de Solidaridad y vean allí la intención con que queremos estar unidos a todos estos sufrimientos. Y cuando se habla del peligro comunista, que francamente no lo podemos descuidar ante la situación de Nicaragua, yo quisiera recordarles también, queridos hermanos, que ciertamente, no somos marxistas, somos antimarxistas por principio de evangelio; pero queremos recordar también, que la verdadera lucha contra el marxismo consiste en eliminar las causas que engendran el marxismo. En cambiar el medio de cultivo en que éste se desarrolla, en ofrecer una alternativa que los sustituya. Es fácil clamar contra el marxismo y señalar marxismo en todas partes; y ciertamente el peligro de Nicaragua es grande, pero yo digo también hermanos, estos lodos son de aquellos polvos y a tiempo estamos tal vez de poner la medicina en la raíz: Una Sociedad más justa que no sea ambiente propicio para el marxismo es el mejor anti-marxismo (interrumpen aplausos)…
Sufrimos y nos hemos alegrado también, con el secuestro y el aparecimiento de Gloria Magdalena Querlet Batarsé, en Santa Ana. La Policía la rescató, pero sus padres tuvieron que pagar ¢ 15.000.00
Queremos solidarizarnos también, con la angustia de la Sra. de Matsumoto que está ofreciendo ¢ 50.000.00 para quien le dé razón, siquiera del cadáver de su esposo, por razones de orden religioso. Según su religión tiene que interceder la cremación -quemar el cadáver- para considerarlo como muerto. Y también dice, porque no quiero regresar a mi patria sin llevar las cenizas de mi querido esposo. Comprendamos esta situación y ojalá, pues, no se sea tan cruel. ¡Porque alguien sabe! Talvez me está escuchando el que sabe el ministerio. ¡Manifiéstelo!
Nos acercamos a la fiesta de la Independencia en este ambiente. Orientación pública en su página de Solidaridad, 99 casos de desaparecidos, a los cuales hay que sumar ya otros cinco. El Comité de Reos Políticos, Madres de Reos Políticos y de Desaparecidos, quiere celebrar la fiesta de la Independencia, pidiendo una Amnistía, la Iglesia lo ha hecho y se solidariza con una fiesta de Independencia que de veras sea signo de liberta para muchos hogares donde no hay ningún bienestar.
Quiero aclarar también, porque una noticia de la Prensa Gráfica ha traído alarma, cuando se trata de la repartición de los ¢ 100.000.00 que la familia Monedero tiene que dar a los familiares de desaparecidos y presos políticos, la comisión encargada está terminando ya el estudio, para dar justamente a cada uno de los conocidos y señalados por la misma, los que secuestraron al Sr. Monedero, su proposición. Si salió una declaración del Comité de Madres, que ellas van a recibir su proporción para que crear un Fondo Común, no quiere decir que a ellas se les va a entregar todo. Creo que queda claro pues, ésto.
Y a propósito de esta Amnistía, queremos alegrarnos con la República Dominicana, donde ya esta semana se concedió una Amnistía que beneficia a 200 prisioneros y se derogan también tres disposiciones anticomunistas, y abre las puertas de la patria a los exiliados. También el presidente de México proyecta dar una ley que beneficiará a un millar de presos políticos, desaparecidos y exiliados que han denunciado en México. Se ha pedido al Papa, desde que se celebró en Argentina el Campeonato de Fútbol, una intercesión, firmada por 26.000 personas, para que se logre también una Amnistía en aquel país del sur, en Argentina.
Los conflictos laborales también siguen atropellado el derecho de agrupación. Queridos hermanos, no es por escándalo, por espectacularidad que la Iglesia profética tiene que decir el ambiente en que se desarrolla; sino porque es su deber, porque si el profeta no clama: Malvado conviértete, el malvado puede perecer, pero el profeta también perecerá por no haber clamado su palabra profética. Y para que el Señor Jesucristo, el profeta eterno, nos dé la fuerza para seguir viviendo una Iglesia cada vez más inserta en la realidad, para ser de verdad comunidad sacramental de este pueblo; comunidad profética de estas realidades y sobre todo comunidad de amor que nos conglutine en el Señor, vamos a celebrar la Eucaristía. Allí está el alimento de esta comunidad que no se confunde con otras organizaciones, pero que servirá a todas las organizaciones conservando su identidad profética, sacramental y de amor. Así sea…
Lecturas: Jeremías 20,7-9 Romanos 12,1-2 Mateo 16,21-27
Queridos hermanos:
Nos hemos reunido este domingo, como todos los domingos, queridos hermanos, a dar una expresión de que somos el pueblo de Dios. Y las lecturas iluminan este caminar como pueblo de Dios en medio del mundo. Le quiero agregar a las lecturas bíblicas, este pasaje del Concilio Vaticano II, en que describe así el caminar del pueblo de Dios: «Caminando pues, la Iglesia, en medio de tentaciones y tribulaciones, se ve confortada con el poder de la gracia de Dios que le ha sido prometida para que no desfallezca de la fidelidad perfecta, por la debilidad de la carne, antes al contrario, persevere como esposa digna de su Señor y, bajo la acción del Espíritu Santo, no cese de renovarse hasta que por la cruz llegue a aquella luz que no conoce ocaso».
Hay dentro de la misma Iglesia, debilidades de la carne; y hay fuera de la Iglesia un conjunto de tribulaciones y de persecuciones. Todo eso constituye la Cruz de la Iglesia. Y en este domingo vamos a iluminar con esa palabra de Dios que nos habla de la Cruz, y al final de nuestras reflexiones, iluminando las realidades que nos circundan o las intimidades de nuestra Iglesia, vamos a pedirle al Señor lo que acaba de decirnos el Concilio. Que a pesar de las debilidades de su propia carne; y a pesar de las tribulaciones y persecuciones de la maldad, de la indiferencia que nos rodea, seamos el pueblo de Dios, fiel a su Señor, hasta que por la Cruz, lleguemos a la luz. Guárdense esa frase, que es como la síntesis de todo lo que les quiero decir. La Cruz en la vida, éste podía ser el título de mi pobre palabra, esta mañana: La Cruz en la vida. Y como de costumbre, descompongo este título en estas tres ideas: 1ª) La Cruz, provoca las crisis de la vida; 2º) Sólo la Cruz da sentido a la vida y 3º) Sin la Cruz la vida es un fracaso.
Pero antes, ¿qué significa en el evangelio de hoy, la Cruz? Porque no quiero que tengamos de nuestra religión una idea de conformismo. Tengamos paciencia, aguantemos, ya vendrá la vida eterna. Esto es lo que nuestros enemigos llaman: Opio adormecedor del pueblo y la Iglesia no es opio, la Iglesia es estímulo, la Iglesia provoca a que vivamos esa santa agresividad que Dios ha dado a todo hombre. Pero como digo en la Carta Pastoral, una agresividad que ha de saberse orientar bien, por Cristo; no a destruir, sino a construir. La Cruz, pues, no es una paciencia sin valentía, no es un pasivismo, no es una conformidad sin esfuerzo.
Cuando San Mateo, ha descrito la palabra en los labios de Cristo: «… el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su Cruz y síganme», ha querido recoger los ecos ya, de las primeras persecuciones. Ya el evangelio se escribió algunos años después de que Cristo lo predicó. Era el fruto de las reflexiones de la comunidad y esa comunidad podía mencionar, como en las reflexiones de nuestras comunidades de la Arquidiócesis, las persecuciones, los mártires; de allí sacaba pues, toda la comprensión de la palabra de la Cruz. Una valentía que da su cara por Cristo, una defensa de la justicia del evangelio. Un trabajar por la construcción de un mundo mejor. ¡Y vaya si lo lograron! Allá está en Roma, sobre las columnas paganas, la Cruz de Cristo, como para significar el triunfo, la victoria de la fe. A la base, hay mucha sangre de mártires; pero los cristianos pudieron decir que la sangre de mártires era semilla del rejuvenecimiento de la Sociedad. Un nuevo mundo surge de las batallas de la Cruz.
Y también… el signo de la Cruz, en la palabra de hoy, sobre todo a la luz de la segunda lectura, significa el cumplimiento de la voluntad de Dios. Grabémonos bien esto hermanos: La Cruz es el cumplimiento de la voluntad de Dios; y no atribuyamos a la voluntad de Dios, el fruto de nuestra pereza; no hagamos a Dios culpable de las desigualdades injustas; no hagamos a Dios culpable del subdesarrollo de los hombres. Dios no quiere eso, por eso cuando Pablo VI, modificaba el sentido de la penitencia en el pueblo cristiano, dijo que había distintas maneras de entender el sentido penitencial de la vida cristiana. De un modo se ayuna en aquellos países desarrollados donde se come bien; y de otra manera se ayuna en los países subdesarrollados donde casi siempre se vive ayunando. La penitencia en este caso, decía, es poner austeridad donde hay mucho bienestar y poner valor y la solidaridad con los que sufren; y trabajar por un mundo más justo, allí donde se vive casi siempre ayunando. Esto es penitencia, esto es voluntad de Dios. Y son palabras, pues, que estoy respaldando con las frases de San Pablo, con los Documentos de la Iglesia que interpretan para el mundo de hoy el sentido de la Cruz, contra un falso sentido que no es la Cruz de Cristo, como dijo Pío XI cuando en Roma se enarbolaba la Cruz de Hitler: «Se ha enarbolado en Roma una Cruz que no es la Cruz de Cristo»- Y por eso, aquel Papa valiente se retiró de Roma y dijeron en el mundo diplomático, que había sido un bofetón al más grande de aquel momento: A Hitler.
Porque la Cruz del Señor es distinta de las cruces que los hombres quieren enarbolar; porque la Cruz del Señor es distinta de las cruces con que quisieran adormecer. Siendo así, pues, que San Pablo y el mismo Cristo nos dice que no es digno de Cristo el que no toma su Cruz y la sigue. Es como yo digo en mi primer pensamiento de hoy: Que la Cruz provoca las crisis más profundas de la vida.
Y tomemos como ejemplo la vida modelo, la de Cristo. El evangelio de San Mateo nos coloca en un momento crucial de la misión de Nuestro Señor Jesucristo: Está con sus discípulos, apartado de la incomprensión y ha arrancado, allá en Cesarea de Filipo, la primera confesión de su mesianismo a los apóstoles que han de predicarlo por todo el mundo. Está satisfecho el Señor, siente que su siembra de fe en el corazón de los apóstoles está fructificando, está madurando la fe. Ya es hora, pues, de hacer el primer anuncio que traslada el mesianismo glorioso del Hijo de Dios vivo a la otra cara del mesianismo, el siervo que sufre, el siervo de Yahvé y es entonces cuando anuncia por primera vez: El Hijo del Hombre va a subir a Jerusalén y los sumos sacerdotes y los dirigentes del pueblo van a orientar al pueblo para acusarlo, para calumniarlo y para llevarlo por fin a la Cruz y morir. Pero al tercer día resucitará.
Por primera vez, brota de los labios divinos del Señor, el misterio pascual que será él mismo, el misterio pascual que nos va a reunir todos los domingos; porque a eso venimos, a recoger todos los domingos, la palabra del Señor: «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección», de ésto vive el pueblo de Dios; y Cristo por primera vez abre el misterio, no sólo de su resurrección -que es muy fácil, seguir al Cristo glorioso, al Mesías hijo de Dios vivo, al que ha de venir en las nubes del cielo a juzgar a todos los hombres- sino que lo más difícil es el anuncio de que ese mesianismo tiene también como la medalla, otra cara muy distinta, dolorosa, humillante; Cristo sufre aquí, la crisis de la tentación. Uno de los suyos, precisamente el que acaba de confesarlo Hijo de Dios vivo, le va a servir de escándalo, de estorbo y le dice: «Aparte de tí Señor, no puede ser, no vayas a Jerusalén, no te tiene que suceder eso». Y oyeron en el evangelio, la respuesta dura de Cristo resolviendo su crisis, su tentación: «apártate satanás, porque me sirves de estorbo, tú piensas como los hombres y no piensas como Dios».
La Cruz, provoca en el mismo Cristo, la defensa de su misión, que es Cruz y sacrificio. Qué fácil era seguir como Pedro, huir como andan huyendo hoy muchos cristianos. Es más fácil esconderse, no hay que crear conflictos, prudencia… hay que ser más prudentes. Pero Cristo, no fue de ese parecer. Y a quien le aconsejó no meterse en el peligro lo llamó Satanás, lo llamó escándalo. Escándalo, palabra de origen griego que significa estorbo. La piedra que se pone para estorbar en el camino. Eso es crisis de la vida, como la crisis del caminante que va y se encuentra un obstáculo en su camino, la tentación de volverse, o la tentación, el valor de superar el obstáculo.
La Cruz siempre es escándalo. La Cruz siempre provoca crisis. Si no veamos como Pedro, también, está sufriendo una crisis en su fe. Le acaba de decir Cristo: «Bienaventurado Simón, me has confesado Hijo de Dios, eso no lo has aprendido de la carne y de la sangre, te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos y yo te prometo que tú serás mi representante». Lo que este domingo es Juan Pablo I en Roma, era Pedro en aquel momento del evangelio que estamos reflexionando: El representante de Cristo. Y en esa hora solemne, cuando recibía esa promesa diríamos, cuando como un domingo como éste, va a ser coronado Papa, siente la tentación de la fe. Hermanos, no estamos seguros, todos tenemos momentos terribles de crisis; y hasta el Papa. Por eso, no nos extrañemos de esta crisis de la fe. Pedro tuvo miedo, quiso aconsejar según hombres y no según Dios… hizo presión a Cristo. Qué terribles son las presiones cuando nos quieren apartar de lo que Dios quiere para que hagamos como los hombres quieren. Pero el ejemplo, para mí, más conmovedor en esta mañana es el de la primera lectura: El profeta Jeremías. Yo no encuentro en la Biblia unas frases que expresen más al vivo la crisis de un hombre en sus relaciones con Dios.
Me sedujiste -le dice al Señor- me has engañado, me has dicho que me mandabas a arrancar, a destruir; pero también a construir, a plantar, a edificar y de mi boca de profeta, donde quiere salir sólo lo que tú dices, no sale más que violencia, guerra, destrucción. Imaginen hermanos, el temperamento de Jeremías, un profeta dulce, un profeta más inclinado al amor, un profeta de delicadezas espirituales que representa precisamente, en el Viejo Testamento, la figura dulcísima de Cristo; pues este profeta de amor, de dulzura, de ternura, de bondad, es escogido por Dios para anunciar a un pueblo pecador, la destrucción, la amenaza de Dios si no se convierten. ¡Y le duele! Cuantas veces, dice, quise calar la voz de Dios en mí y la palabra de Dios era en mis huesos como fuego que devora y me obliga a hablar. Esta es la crisis del profeta. No quisiera decir lo que dice, Pero Dios le manda a decir.
Para que vean que la Cruz no es conformismo. Es exigirle al hombre, muchas veces, hasta contra su temperamento, contra su modo de ser, es lo que está pidiendo Cristo a Pedro: Que no se acomode, que no se instale, que van a subir a Jerusalén a sufrir. Es lo que llora el profeta Jeremías, es lo que siente en esa misión durísima y es lo que en este primer pensamiento yo quisiera decir a mis queridos cristianos: Cuando Cristo nos dice, ya no a Pedro, ni a Jeremías, ni a los escogidos de la Biblia, sino a todos nosotros… el pueblo de Dios. Esta página del evangelio describe las condiciones del seguidor de Jesús. El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, cargue su Cruz. Tiene que perder su vida por mí… Son palabras que provocan crisis. Yo soy testigo hermanos, de cuántos hombres y mujeres están en esta crisis, en este momento. Y me duele cuando son gente que han sido muy generosas, muy valientes y ahora se están acobardando. Pero me da gusto cuando siento que esta crisis está sirviendo para muchos, como cuando la crisis de la enfermedad. La crisis de la enfermedad, dicen los médicos, es aquel momento en que el enfermo o va a caminar hacia la muerte, o va a caminar hacia la salud, pues muchos esta crisis les está sirviendo para salir a la salud, mientras para muchos, es crisis de muerte.
¡Es el evangelio, es la Cruz! Queridos hermanos, yo les invito a que no vivamos un cristianismo sin Cruz. Yo les invito a confrontar, pero con valor, la vida de cada uno con la Cruz que me provoca. Y si de veras, como dice aquel poema del Cristo Roto: Cada noche arrodíllate ante el Crucificado y besa su planta, no con un beso romántico, superficial, con un beso de convicción para decirle que estás dispuesto a amarlo aunque sea muriendo como él, crucificado. Que quieres besar su pie, cuando ese Cristo que besas, representa talvéz a tu peor enemigo y tienes que perdonarlo. Es difícil. Provoquemos esta crisis para que resurjamos a un cristianismo auténtico.
Ustedes saben como los plateros prueban la autenticidad de la plata o del oro. Hay una piedra de toque, tocan contra la piedra a ver si suena y calculan sus kilates. La Cruz es nuestra piedra de toque. Golpeémos en la Cruz nuestra vida y miremos como suena. Suena a cobardía, suena a miedo suena a pensamientos de los hombres y no de Dios. La Cruz es la auténtica prueba del hombre que quiere seguir a Cristo, por eso el Señor dice: El que quiera venir en pos de mí, tome su Cruz…
Pero hermanos, en segundo lugar, la Cruz es la que le da sentido a la vida. El cristianismo no es un masoquismo, esa filosofía de sufrir por sufrir, ese estoicismo de los griegos de sufrir por sufrir. ¡No… Dios no nos ha hecho para el sufrimiento! Dios ha querido hacernos para la felicidad, pero así como la mamá que ama a su hijo y necesita el hijo una operación y sabe lo doloroso que es el bisturí en el cuerpecito de su hijo, pero para su bien lo somete. Corte, le dice al médico, haga lo que le parezca. Y la mamá se retuerce en el dolor, pero su hijo se salva, porque es necesario el bisturí. También hermanos, dice Cristo en el anuncio de su pasión: Y al tercer día resucitará. ¡Qué promesa más bella sobre el calvario y sobre la Cruz! Resucitar es el destino del hombre, pero como perteneciente a una raza pecadora, que ha ofendido a Dios; necesita para llegar a la resurrección, pasar por el crisol de la Cruz y del sufrimiento. Y si con Cristo padecemos la Cruz, dice San Pablo, ¡con Cristo resucitaremos!
Cargar la Cruz significa estas condiciones: Seguir a Jesús, salvar la vida y es la recompensa de la gloria. Hay una frase paradójica en el evangelio de hoy: El que quiera salvar su vida la perderá, y el que la pierda por mí la salvará. ¿Qué quiere decir este juego de palabras? Más que juego de palabras la filosofía del cristianismo. Aquél que quiera aquel que quiera estar bien; a quel que reulla los sufrimientos de la vida, a quel que quiere salvar la vida del más acá, la perderá para el más allá. Y aún más acá, ya en la historia presente, nadie es tan feliz como el que le puede decir a Cristo su lealtad, su entrega, su generosidad. Nadie es tan libre, nadie ha encontrado su vida tan plenamente, como el que no tiene miedo de perderla por Cristo. El que tiene miedo de perderla no es libre, es miedoso, se condiciona. ¡Ah! tengo este problema, ¡ah! tengo esta circunstancia. Y aquí la crisis se revuelve en negación a la Cruz, pero sólo la Cruz le da sentido a la vida.
Yo quiero fijarme especialmente en el sentido divino que San Pablo menciona hoy en su Carta a los Romanos, cuando dice que la vida del cristiano, el cuerpo del cristiano, tiene que exhibirse a Dios como hostia viva, agradable a Dios. Miren que aquí la Biblia le está dando a nuestro cuerpo, a nuestra vida un sentido de hostia, un sentido de holocausto, un sentido divino que tiene todo hombre hasta el más humilde. Y yo quisiera que esta palabra, ahora me la escucharan todos los que la están oyendo, allá también por la radio cualquiera que sea la circunstancia en que se encuentre; talvez es un enfermo desesperado en su dolor; talvez un pobre que no ha encontrado trabajo y no tiene ni qué comer; talvez alguien que trabaja y trabaja y no le produce; talvez otro que tiene demasiado, que tiene demasiadas comodidades y es egoísta… no se quiénes me escuchan. Sólo agradezco la atención admirable que esta Catedral llena me está dispensando. Y yo les digo a ustedes, queridos hermanos en la fe, que si todo eso: El sufrimiento, la pobreza, el trabajo, el deber cualquier que sea lo ofrecemos a Dios, para agradar a Dios, para hacer su voluntad, estamos haciendo hostias agradables, víctimas de suavísimo olor en el altar del Padre.
Cuando encontramos un momento de la historia de la Iglesia de muerte y vida de un Pontífice, quiero recordar unas palabras inmortales de Juan XXIII, cuando el médico le dijo que su enfermedad era grave y que tenía que acostarse, aquel anciano dijo: También la cama es un altar y necesita una víctima para ofrecerse a Dios. He aquí que yo soy ahora esa víctima del altar de la cama. Y cómo murió Juan XXIII, casi a la vista de todo el mundo. Yo no he visto una muerte más pública que aquella que iba diciendo minuto a minuto, la vida que se iba apagando, la hostia que se estaba consumando. En el último momento qué hermoso es un cuerpo, aunque sea obeso y feo como el de Juan XXIII, pero convertido en hostia agradable por el espíritu bellísimo que encerraba aquel cuerpo, por la ideología cristiana que le había dado a toda su vida. No hay cuerpo despreciable para el Señor.
Lamentablemente, aquí también como Cristo, podemos decir a muchos hombres cuando miran el cuerpo de los hombres y de las mujeres: Tú piensas según los hombres y no según Dios. Tú miras con miradas de concupiscencia viciosa y no con ojos de elevación. Pero si miráramos todos los cuerpos, desde el más hermoso hasta el más harapiento, hasta el más repugnante, diríamos esto de San Pablo: Todo cuerpo es hostia cuando vive ofrendándole a Dios; sus energías, su voz, su caminar, sus manos, su inteligencia, todo, su profesión su trabajo para la gloria de Dios; es la Cruz, es hacer la voluntad de Dios en la vida.
El bautismo, queridos hermanos, nos identifica con esta belleza de nuestro Cristo. Dice el Concilio Vaticano II, hablando precisamente a ustedes los seglares, los bautizados son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual, como sacerdocio Santo para que por medio de toda la obra del hombre cristiano, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder de aquél que los llamó de las tinieblas a su admirable luz. Por eso todos los discípulos de Cristo, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios, ofrézcanse a sí mismos como hostia viva, santa y grata a Dios; y den testimonio por donde quiera de Cristo y a quienes lo pidan den también razón de la esperanza de la vida eterna que hay en ellos. Es una invitación, hermanos, y ojalá que mi palabra encontrara este eco que yo quisiera fuera el principal de esta mañana, de darle a la vida de todos nosotros, ese sentido divino de la Cruz. De abrazarnos con valentía a la Cruz de nuestro deber y hacer nuestras obligaciones, por más rutinarias que sean, no una manera de ganarme la vida; no una condición para ganar un sueldo; no ganar aplausos, todo ésto se queda en la Tierra. La finalidad de nuestras vidas es la gloria de Dios. Por más humilde que sea una vida ésto lo hace grande.
Y finalmente, sin la Cruz, la vida es un fracaso. ¿Qué es no abrazar la Cruz? Cuál es el fracaso de la vida? San Pablo en su segunda lectura de hoy nos dice: Que no nos conformemos a este mundo. Eso es votar la Cruz, conformarse a este mundo, vivir según el mundo y no según el Evangelio. El mundo dice que el dinero es la felicidad y Cristo dice: ¡Bienaventurados los pobres de espíritu! Cristo dice que hay que perdonar y el mundo dice el adagio pagano: Ojo por ojo, diente por diente, venganza, violencia, odio, No acomodarse, pues, al pensamiento del mundo, porque así podemos ir describiendo en infinito, dos líneas que cada vez se apartan más. La línea de la conformidad con la voluntad de Dios y la línea de una conformidad con este mundo.
Pobrecitos los que cada día hunden más su pensamiento, sus criterios, con las maneras de pensar del mundo. El placer de la carne, el vicio, las drogas, la prostitución, el dinero, el robo, el secuestro, todo ésto son los caminos del mundo. No conforméis vuestra vida con el pensamiento del mundo. Y Cristo lo dice de otro modo, cuando le dice a Pedro: Piensas como los hombres y no piensas como Dios. Esta es la gran tarea de la evangelización, transformar el pensamiento de los hombres en el pensamiento de Dios. Para mí esta mañana y este momento, es precioso, porque eso es lo que estoy tratando de hacer: Transformar la mentalidad en el pensamiento de Dios.
Otra frase de Cristo que dice lo mismo: Querer salvar la vida, es también botar la Cruz. No se puede salvar la vida sin el peligro de perderla para siempre. Por eso el evangelio termina con esa frase que ha convertido a tantos pecadores y los ha hecho santos: ¡De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo… si al fin se pierde su vida! Es una leyenda, pero muchos la creen, que hay gente que tiene pacto con el diablo y es cuando a una persona le salen bien todas las cosas materiales, dicen que el diablo le ayuda y que después el diablo se cobra esa alma. Digo yo, no es una verdad de fe, pero sí es cierto, que para muchos solamente quieren salvar y amontonar las cosas de la vida… y las van a perder. Si aún materialmente vemos qué se hacen las grandes herencias, los herederos que fácilmente recogen todo aquello y no les ha costado, ¡cómo la botan! Pero en fin, el dinero también es sagrado cuando se sabe poner al servicio del pensamiento de Dios.
Por eso queridos hermanos, ésto marca la vida también de la Iglesia. Leía al principio el pensamiento del Concilio: Esta Iglesia, no es una cosa abstracta, es la composición de nosotros; nosotros somos la Iglesia, en la medida en que vivamos esta Cruz, en esa medida elevamos la Iglesia y en la medida en que nos apartemos de esa Cruz -los cristianos- en esa medida evacuamos, dejamos sin sentido a toda la Iglesia. Esta es mi preocupación más grande, de querer construir con Cristo, una Iglesia según su corazón. Las otras cosas, lo que ahora voy a seguir diciendo: Las noticias, las cosas accidentales que se iluminan con esta Iglesia son accidentales, pasan, son historia de una semana; y por eso yo les suplico que en mi homilía, más que es esa especie, de noticiero que me obliga la misión profética de la Iglesia a iluminar, se fijen más bien en el esfuerzo de este pobre Pastor en construir una Iglesia según el corazón de Dios. Esta es la afirmación que yo estoy repitiendo y no quisiera que se la confundiera, esta afirmación, de lo que es la Iglesia verdadera de la Cruz de Cristo, con una especie de oposición política, con una especie de fantasía para ganar fama o ser oportunistas. No!. Algo de lo del profeta Jeremías, podía ser también mi papel. Me duele Señor, decir estas cosas, pero si están sucediendo, me obligan a decir los pecados del mundo, para destruirlos como tú quieres que el pueblo de Dios los destruya.
Y así es queridos hermanos, cómo en este afán de construir la Iglesia y de iluminar la realidad, que les invito a que nos alegremos en esta semana con el nuevo Papa que la Providencia nos ha dado; y aquí quiero agradecer y felicitar a los medios de comunicación social: Como ayuda cuando de veras -como les acaba de decir el Papa- sirven a la bondad y a la verdad. Gracias a la prensa, y a la televisión y a la radio, el mundo entero conoce el carácter bondadoso, el espíritu eclesiástico, el verdadero corazón de Pastor del Papa actual, Juan Pablo I. Dentro de una hora más o menos y ustedes lo podrán ver por la televisión, a las 10 menos 10 -tienen tiempo, no se preocupen- van a poder ir a ver la coronación, el Papa no quiere que se llame coronación, éste es uno de los rasgos más simpáticos, un hombre que ha roto tradiciones de siglos, para presentarse humilde. Hay muchas tiaras en el Vaticano, hay muchas sillas gestatorias también, y él dice no, no las vamos a usar, voy a entrar con el pueblo, caminando como un peregrino de esta tierra y no llamaremos coronación a la ceremonia, será la misa del Obispo del Mundo que celebra con su pueblo la primera Eucaristía para consagrar a Dios su trabajo. ¡Qué bello rasgo!
Su primer mensaje al mundo, instó por establecer un orden social con más justicia, una paz más estable, una cooperación más sincera. Ya confirmó también la reunión de Puebla. A los periodistas les dice que trabajen con amor por la verdad, que tengan respeto por la dignidad humana, se concentren menos en lo trivial y más en los asuntos esenciales. Miren qué luz más hermosa y más oportuna. En su reunión con los diplomáticos, el Papa, también perfila la Misión de la Iglesia y su relación con los gobiernos siempre evangelizadora, siempre en la línea de Jesús, siempre la Iglesia de la Cruz. Y recalcó que la Iglesia va a contribuir en la formación de conciencias y de amplia opinión pública, con respecto a los principios fundamentales que garantizan la auténtica civilización y la verdadera fraternidad entre los pueblos. Me alegro yo de veras al ver al actual Pontífice, caminando por los caminos de Juan XXIII, de Pablo VI. No estaban desviados los Papas anteriores, estaban caminando bien y él seguirá caminando en ese caminar. Desviaciones siempre las ha habido y es trabajo de todos también enderezarlas, pero el camino esencial de la Iglesia trazado por el Papa, vemos por donde va y gracias a Dios, nos encontramos con el Papa caminando en el mismo camino. ¡Bendito sea Dios!
Quiero agradecer la acogida entusiasta que el pueblo de Dios y también el no pueblo de Dios, ha dado a la Carta Pastoral que escribimos con Monseñor Rivera, que tiene por título: «Relaciones entre la Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares». Es una invitación a reflexionar, son temas nuevos, no podemos decir una palabra autoritaria, tenemos que invitar a la reflexión bajo la luz del Evangelio en un diálogo, como dice Pablo VI en la Octogésima Adveniat. Al mismo tiempo que nuestra Carta Pastoral, otros cuatro obispos publicaron otra declaración sobre el mismo tema, pero con un enfoque distinto. Como esta declaración, de los cuatro obispos, ha sido presentada por los medios de difusión como una declaración del Episcopado de El Salvador, nuestra Secretaría de Comunicación Social se apresuró a precisar que no ha sido el Episcopado el que firmó el pronunciamiento, sino algunos obispos de la Conferencia Episcopal y ofreció un amplio resumen de la Carta Pastoral de los otros dos obispos. Efectivamente, por encargo de la Santa Sede, se trató en la Conferencia Episcopal, la conveniencia de declarar que FECCAS y UTC, no son organizaciones de la Iglesia, y eso lo he venido repitiendo yo en mis homilías y queda muy claro también en la Carta Pastoral. Pero la redacción del pronunciamiento que evidentemente dice más de lo convenido, fue una redacción firmada sólo por los cuatro obispos, sin haberla llevado a una discusión de plenario como era lo correcto antes de firmarla. Por ese grave defecto de procedimiento, que cualquier cuerpo colegiado puede advertir, ese documento no puede atribuirse a la colegialidad del Episcopado de El Salvador. Lamentablemente, nuestra aclaración fue tergiversada, o mutilada, o silenciada en los medios de comunicación social, habiendo creado así más confusión y negado ese servicio de la verdad y de la información que les acaba de pedir el mismo Papa. Yo lamento y pido perdón, como solidario con la jerarquía de El Salvador, por este mal testimonio que le hace juego a los enemigos de la Iglesia; y yo quiero suplicar encarecidamente a mis queridos sacerdotes y a las comunidades de la Arquidiócesis, recoger con madurez de criterio lo bueno que puede haber en las dos complicaciones y no fomentar comentarios que abran más nuestras divisiones. El pueblo tiene un gran instinto que le da el Espíritu Santo y que Cristo lo dijo con aquellas bellas palabras: Las ovejas conocen la voz del Pastor que las ama y está dispuesto a dar su vida por ellas.
Agradezco la entusiasta acogida que va teniendo esta Carta Pastoral, cuya primera edición, se agotó antes de lo esperado. Pero la próxima semana tendremos ya una edición más numerosa y el periódico ORIENTACION, la publicará entera. Les quiero recordar que no pido tanto una lectura, sino un estudio, una reflexión en comunidad, en grupo que me transmitan sus reacciones, sus comentarios, sus críticas también. Nuestra emisora (Y.S.A.X.) ya ha estado haciendo unos comentarios muy interesantes.
Esta Iglesia de la Cruz está cumpliendo también hoy 10 años en su labor benéfica de la Fundación Salvadoreña de Desarrollo y Vivienda Mínima. Al P. Ibáñez y a todos sus colaboradores, vaya una felicitación y una plegaria desde nuestra Misa de la diócesis.
Quiero felicitar también, y llamar a la cooperación, por la iniciativa que los Párrocos de la Vicaría de la Asunción -que comprende las Parroquias Flor Blanca, San José de la Montaña, San Benito, Colonia Roma, Corazón de María, Cristo Redentor, La Ceiba, están llevando a cabo para organizar mejor la administración de los sacramentos con un sentido más cristiano, y también para fomentar la formación de la fe en un Instituto de Teología que va a organizarse en aquella Vicaría.
También me alegro con la comunidad de la Vicaría de Chalatenango, porque sus religiosas que trabajan en aquel departamento, Carmelitas Misioneras, Betlemitas, de la Asunción, Guadalupanas, Oblatas al Divino Amor, Oblatas al Sagrado Corazón, tuvieron dos días de evaluación de su trabajo y dieron un respaldo muy bueno a su Vicario Episcopal -el P. Fabián Amaya- defendiéndolo de la tendencia y de la calumnia, como quisieron hacerlo cómplice de actividades sediciosas. El P. Fabián, dicen las religiosas, está trabajando plenamente en lo Pastoral y son testigos todas las comunidades de aquel departamento.
También en la Colonia de Ayutuxtepeque, celebramos la Misa de desagravio por el robo sacrílego que allá se perpetró.
Un grupo de jóvenes del Instituto Ricaldone me dio una alegría inmensa, cuando llegó al Arzobispado, diciendo que iban en peregrinación al Obispo. Me sorprendió la expresión, pero sin embargo me ha hecho reflexionar mucho. Peregrinar a un lugar es ir a encontrar allí fortaleza, unidad, fe y sentí yo que recobraba esta responsabilidad del Obispo, el que peregrina toda la Diócesis, porque él tiene que ser el centro que ilumina esta unidad, esta verdad. Yo les agradezco, pues, por esta significativa visita, que expresa un cariño que es mucho más grande que ese grupito de jóvenes del Ricaldone.
También agradezco a la Legión de María que se presentó a ofrecer sus servicios al pensamiento de la Jerarquía.
Y me alegro con la comunidad de Ateos, donde va a ser la sede parroquial de Tepecoyo y Sacacoyo, donde ayer celebramos una Eucaristía para inaugurar esta nueva iniciativa pastoral.
Me dio mucho gusto también, y es gloria de esta Iglesia de la Cruz y de la Pascua, la comunidad de San Ramón en Cojutepeque -cerca de Cojutepeque- donde las hermanas Carmelitas de Santa Teresa están fomentando una comunidad muy viva. Fue muy impresionante el momento de la Ofrenda, exhibiendo la fertilidad de aquella tierra (trayendo frutas, hortalizas, cereales, etc.) para darle gracias al Señor. Saludo de paso a la Madre General de las Carmelitas de Santa Teresa, que se encuentra en El Salvador en estos días, visitando las comunidades de su Congregación.
Queremos unirnos también al dolor del P. Eduardo Orellana, por la muerte de quien hizo las veces de Mamá en su vida.
También recordamos con cariño en el cuarto mes de su muerte, a un amigo de San Miguel, don Carlos García Prieto, por quien pido también hoy una plegaria.
En el cumpleaños del P. Pedraz, ayer, quise felicitar no sólo a él, sino a todo el personal de Y.S.A.X., que está prestándonos tan maravilloso servicio a la difusión del pensamiento de nuestra Iglesia.
Quiero avisar a los sacerdotes y a todas las comunidades, que el próximo martes a las 12:15 del mediodía, vamos a concelebrar. Voy a tener la dicha de presidir a mis queridos sacerdotes, la concelebración por el nuevo Papa. Ojalá que las comunidades se hagan presentes para expresar, aquí en Catedral, la solidaridad que ya le expresamos por un telegrama de la Arquidiócesis, a Juan Pablo I. Porque la reunión del Clero será el martes, a las 9 de la mañana, como también la reunión de religiosas será el día siguiente y las encargadas avisan que procuren estar a las 8:30 en Domus Marie -el miércoles 6, las religiosas- y los sacerdotes el martes 5 a las 9:00.
Quiero decirles también que hemos tenido una información, ya todos lo saben, pues, la libertad del Señor Monedero. Nos alegramos y lo felicitamos y al mismo tiempo informo como miembro de la Comisión encargada de distribuir el dinero que su familia, para lo que señalaron los captores del Señor Monedero, que están terminándose ya los detalles, para proceder posiblemente esta semana al reparto justo de ese dinero. Y quiero pedir al Gobierno, garantías para que las familias que se vean beneficiadas, no vayan a sufrir represalias, como muchos han manifestado sus temores.
También quiero denunciar que dos señoritas, que en mi nombre andaban repartiendo ropa y alimentos a familias campesinas, fueron víctimas; fueron capturadas y llevadas por la Guardia Nacional y les preguntaban por el dinero. Es peligroso pues, que este dinero que la familia Monedero destina según las exigencias del grupo captor del Señor Monedero, vaya a sufrir una interferencia. Ayúdennos por favor para que llegue a su destino.
También queremos bendecir y pedir a Dios, por los 35 trabajadores que salieron para Arabia Saudita esta semana y que pronto van a completarse con 500. Solamente nos dice ésto pues, cómo es triste tener que dejar la Patria, porque en la Patria no hay un orden justo donde puedan encontrar trabajo. Si este emigrar fuera más definitivo, hemos dicho que sería una gran solución para nuestro problema demográfico.
Hubo una inspección de la Policía Judicial al edificio del Centro Universitario Católico y se incautaron apuntes personales del P. Juan Deplant, que está ausente del país.
Ha habido muchos traslados de procesados por la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público, por orden superior, de unas cárceles a otras. Esta anomalía trae mucho malestar a las familias, sobre todo cuando no se les informa o se les hace casi ignorar el paradero de sus familiares. Es aquí donde yo pedía pues, respetuosamente, al Ministerio de Justicia, encargado de las Cárceles, poner más orden según los reglamentos a estas anomalías.
En el Cantón los Mogotes, de Tacachico, capturaron en su cama de enfermo a Martín Cartagena Sánchez, lo golpean y lo llevan a rumbo desconocido.
Sigue el misterio de Salvador Alejandro Beltrán Peña, a quien su Mamá sabe que está en la Policía con una clavícula rota. Ella pide misericordia para su hijo. Una información para ella.
Fíjense en la Orientación de este domingo, un estudio que se presenta para desenmascarar la calumnia que pretendió implicar al P. Fabián Amaya y al P. Rafael Barahona y al Br. Morales, en actividades sediciosas, y podrán ver allí por ese ejemplo, como se montan aparatos para desprestigiar a las personas.
También lamentamos al atropello que, en Talnique, hizo la Guardia Nacional a la niña Elvira Fuentes y a sus hijos, buscando dos catequistas. Y al encontrar la Biblia y dos textos de Medellín, se los incautaron y dijeron que era el cuerpo del delito. Ojalá decían los que me comentaban, la Biblia y los documentos de la Iglesia en América Latina, los hagan pensar de lo injusto que están procediendo.
En el campo laboral también lamentamos: Sindicato de Trabajadores de Industrias Mecánicas y Metálicas de El Salvador, denuncian anomalías de la parte patronal en las empresas Corinca, Conelca, Arco Ingenieros y Corcho y Lata; y el Sindicato de la Fábrica Inca de Santa Ana, ha quedado ya aniquilado, en tres meses de despedir obreros sindicalizados, y ayer mataron al último que quedaba, Guillermo Rivas González, con su compañero Julio Padilla, allá cerca de la plaza Colón de Santa Ana. ¡Más sangre!
Y con la captura de Rolando Walter Ramírez Leiva, Secretario también de Sindicatos de la Empresa Indeca, estamos viendo cómo este derecho de agrupación que tratamos de defender y con el pensamiento de la Iglesia en nuestra Carta Pastoral, se está privando cada día más -un atropello pues- al derecho que todo hombre tiene de agruparse para defender sus justas demandas y derechos.
Queremos pedirle también, una oración y un apoyo moral también, al pueblo de Nicaragua para que en este enfrentamiento tan peligroso y tan sangriento no vaya a terminar en más baños de sangre.
Nos alegramos de que el Gobierno de El Salvador contribuyó a restablecer las relaciones entre Panamá y Guatemala; y ojalá lo que ha logrado con otros países, lo logre también en su antagonismo con Honduras. Ya es suficiente tanto tiempo de una ruptura sin sentido.
Y esta es queridos hermanos, la Iglesia de la Cruz. La Iglesia que dice el Concilio: Cómo esta misión continúa y se desarrolla en el transcurso de la historia; la misión del propio Cristo que fue enviado a evangelizar a los pobres; la Iglesia a impulsos del Espíritu Santo debe caminar por el mismo sendero que Cristo, es decir, por el sendero de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación propia hasta la muerte de la que surgió victorioso por su resurrección. Porque así caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que con múltiples tribulaciones y sufrimientos completaron lo que falta a la Pasión de Cristo, en provecho de su cuerpo que es la Iglesia. Muchas veces fue también semilla la sangre de los cristianos.
Hemos hablado pues, de la Iglesia de la Cruz, de esa Cruz que da sentido a la vida, y sin la Cruz no tiene más que fracasos la vida. Queridos hermanos, vamos ahora a celebrar en la Eucaristía, el recuerdo vivo de esa Cruz de Cristo, identifiquémonos con ella, y salgamos de esta Misa de la Catedral o de las comunidades donde hemos estado reflexionando con el Obispo, la fortaleza para seguir siendo dignos de la Cruz del Señor. Así sea.
Lecturas: Isaías 22, 19-23 Romanos 11, 33-36 Mateo 16, 13-20.
Queridos hermanos, quiero hacerme eco de la gran noticia que desde el balcón de la Basílica Vaticana, escuchó ayer el mundo: Os anuncio un gran gozo, tenemos Papa. Y así como aquella muchedumbre contestó a la noticia con un aplauso, yo quisiera pedir a la Catedral de San Salvador un gesto de adhesión a la Santa Sede, con un sonoro aplauso.
Porque en mi homilía de hoy, yo quiero decirle al nuevo Papa, como lo queremos, por qué hemos aplaudido por él; pero al mismo tiempo decirle qué manos, qué pueblo es el que lo está aplaudiendo. Este ha sido mi perenne afán de pastor: Traer la luz de la Iglesia Universal, del evangelio que ilumina a todos los hombres y concretarlo al querido pueblo, encarnarme en él con el mensaje divino. Como no le va a gustar a Juan Pablo I, hijo de obreros, hombre humilde -no se mencionaba entre los papables, nadie lo conocía de nosotros- sin embargo, en un colegio de electores, donde la mayoría no eran italianos, sino extranjeros, el dedo de Dios ha señalado a un italiano, pero que responde al ansia de una mayoría del mundo. ¡Bendito sea Dios!
Creo, le decía ayer una religiosa, que nos vamos a entender bien. Creo que nuestro pueblo siente ya el palpitar de simpatía para un hombre oculto, sencillo, metido entre el pueblo, que sabe lo que es sufrir la pobreza, y sabe también comprender en el amor las dimensiones grandiosas de este evangelio que no quiere pleitos, pero que quiere mucho amor para solucionar los conflictos.
¿Por qué aplaudimos al nuevo Papa, queridos hermanos? Qué oportunidad más bella recibir la noticia del nombramiento del nuevo Pontífice, cuando en el evangelio de San Mateo, que ha sido y es durante todo este año, el eje principal de la liturgia de la palabra; y por eso les ofrecía yo un esquema que me lo han pedido de muchas partes -y lo estamos remitiendo ya- el esquema del evangelio de Mateo, se puede llamar así, un poema de la Iglesia en siete estrofas. Desde Jesús Niño, y estábamos ya durante este tiempo en la quinta estrofa. Son los Capítulos del 13 al 18. Los capítulos 13-18 del evangelio de San Mateo, nos ofrecen en la reflexión de la primitiva comunidad cristiana, como comienza ese Reino de Dios, agrupando unos discípulos. Y en ese grupo se destaca un hombre: Pedro, como jefe. Como primicia de esa Iglesia a la comunidad obedece, sigue, siente a Pedro como el núcleo de unidad de esa comunidad naciente.
Allí, en esos capítulos 13 al 18, se dan las reglas de vida en una vida, comunitaria. Es el hermoso discurso comunitario de Cristo. Y es allí precisamente, en el capítulo 16, en plena sección del evangelio que nos habla de la comunidad Iglesia que va extendiéndose en torno de un personaje escogido por Cristo, donde nos cuenta hoy aquel episodio en Cesárea de Filipo, unos 30 kilómetros al norte del Lago de Genezareth, allá donde nace el río Jordán. Una ciudad fundada por Filipo -plenamente de ambiente pagano- Cristo se ha retirado con sus discípulos porque en su propio pueblo ha sido rechazado. Pero allá aprovecha para sentar las bases de lo que será el fundamento sólido de esta comunidad que nace. Es allí donde tiene realización este episodio, este diálogo que describe maravillosamente el papel del Papa. Y por eso yo titularía a esta homilía: El Papa, Lugarteniente de Cristo en su Iglesia. Ese es el resumen de las lecturas de hoy. Nos presenta precisamente a un día después de la elección de un Pontífice actual, que es ese hombre, desconocido hasta ayer y ahora amado por todo el mundo, aplaudido como lo acaban de hacer ustedes -bendito sea Dios- por la gran noticia de que ese hombre escondido ha sido asumido para tomar toda la rica herencia que Cristo entregó a Kefas, Simón -hijo de Jonás- el primer Papa hace 20 siglos. Después 263 hombres, el actual, el Cardenal Albino Luciani, Patriarca de Venecia, toma un nombre original, Juan Pablo.
Pero lo que interesa es que bajo cualquier nombre -Pablo, Juan, León, Pío, etc.,- es la herencia de Pedro anunciada en el evangelio de hoy y que resumo en esa frase título de mi homilía: El Papa, el lugarteniente, el que hace las veces, el vicario, el que representa; más aún, como decía Santa Cecilia de Siena, el mismo es «il dolce Cristo in terra», el dulce Cristo de la tierra.
Y para desarrollar este pensamiento, yo quisiera presentarles estas tres ideas, como de costumbre: 1a.) es lugarteniente de Cristo, porque él refleja la presencia de Dios en la Iglesias; 2o.) es lugarteniente de Cristo, porque el Papa es la garantía de la consistencia inmortal de la Iglesia; y en tercer lugar, Es lugarteniente de Cristo, porque el Papa es el principio y fundamento de la unidad universal de la Iglesia.
Pero para comprender como el Papa es reflejo de Dios, la segunda lectura nos da una idea grandiosa de Dios. San Pablo, al terminar sus profundas elucubraciones que han sido objeto durante estos domingos pasados, como ese proyecto salvífico de Dios entregado primero a los judíos y por no ser dignos, salido de allí al mundo gentil; pero que del mundo gentil -envidiado por los judíos, porque se han hecho dueños de su herencia- hará que los judíos también vuelva. Y los dos pueblos convertidos en plenitud de Cristo, serán la gloria de Dios. Al terminar estos análisis tan profundos, San Pablo explota en un himno a la grandeza de Dios que han escuchado hoy ustedes. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimientos! ¡Qué insondeables sus decisiones! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero?
Y dice una frase, que es la síntesis de cuanto yo quiero decir: El es el origen, el camino y la meta del universo. Aquí está abarcado todo, fuera de Dios no hay nada. Y por más inmenso que parece el mundo de las estrellas, de los mares, de los volcanes, tiene un origen todo ese mundo inmenso: Dios. Y aunque no comprendamos el desarrollo de ese drama grandioso de la creación con sus hombres, con la historia de sus pueblos, con sus conflictos, con sus injusticias, Dios va siendo el camino incomprensible. ¿Por qué permite tanta cosas? Porque después de este camino hay una meta que es también Dios.
Dios abarca la historia desde el principio hasta el fin y él sabrá explicar a su tiempo por qué sucedieron las cosas. Pues de este Dios, grandioso, incomprensible, infinito, que abarca en su grandeza los límites de lo creado por más grande que parezca, el Papa es un reflejo. Diríamos, como esos espejitos que abarcan un panorama, en el espejo se refleja toda la grandeza que no abarcamos a mirarla de conjunto, pero un lente apropiado, como esas cámaras fotográficas que abarcan extensiones grandes y las reducen, así es el Papa, es como una fotografía, como un espejo, pequeñito, insignificante. ¿Quién le hubiera dicho hace dos días a este humilde Cardenal Albino Luciani, que el Señor lo iba a recoger como el espejito, para reflejar sobre el mundo entero su grandeza de Dios? ¿Y por qué estoy diciendo yo que el Papa refleja esa grandeza del infinito? Me lo autoriza el mismo evangelio de hoy.
La razón de ser del Papa, la hemos escuchado en la respuesta de Pedro. ¿Quién dicen los hombres que soy yo? -pregunta Cristo-. Los hombres tienen muchas opiniones, te confunden con profetas, con sabios, con gente grande. Pero yo les pregunto a ustedes que han estado conmigo tres años, ¿quién soy yo? Y entonces la voz del primer Papa es la que responde: -«Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo; en Tí, se ha encarnado toda la grandeza de Dios; Tú eres la esperanza de la redención de los hombres; tú eres todo». Y la respuesta de Cristo: -«Bienaventurado Simón, eso que acabas de decir no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Eso es fe. Tú crees y la fe, como acaba de decir aquí el locutor de la Misa, es iniciativa de Dios. Dios la da y a tí te la ha dado en toda su plenitud. Tú me has descubierto, en medio de los hombres, yo soy el hijo de Dios, yo abarco la creación, por mí fueron hechas todas las cosas, yo soy la esperanza del mundo. ¡Dichoso que me conoces! Y por eso te digo, tú eres Pedro, tú eres piedra, esa fe que acabas de confesar es el fundamento de esta Iglesia, para eso voy a organizar mi Iglesia, para mantener entre los hombres la fe en el verdadero Dios, para que siga proclamando durante los siglos que yo soy Cristo, el Hijo de Dios vivo».
Ven como el Papa, en el primer Papa, Pedro, nos refleja su razón de ser. El Papa es el que garantiza nuestra fe. Cristo mismo ha aprobado la confesión de San Pedro -así se llama este episodio del evangelio: La confesión de San Pedro Entonces nuestra fe de Iglesia, la que nos pregunta cuando nos van a bautizar. ¿Crees en Dios Padre creador del cielo y de la tierra? – Sí creo. ¿Crees en Jesucristo su único hijo que nació de la Virgen, murió, resucitó y está sentado a la derecha del Padre? -Sí, creo. ¿Crees en el Espíritu Santo que ese Cristo Redentor nos ha enviado y es la vida de esta Iglesia a la que tú quieres pertenecer? -Sí creo. ¿Crees en la vida eterna, crees en el perdón de los pecados, crees en la redención omnipotente de Cristo? -Sí creo. Y el Sacerdote, haciéndose voz de la Iglesia dice: Esta es la fe de nuestra Iglesia. ¿Quieres ser bautizado en esta fe? -Sí quiero. ¡Qué honor pertenecer a esta confesión, pero cuya roca sólida está allá en el fundamento: El Papa!
El Papa no puede fallar en su fe. Por eso el Papa disfruta una gran prerrogativa que se llama la infabilidad en materia de fe y de moral. Se puede equivocar en asuntos de matemáticas, de astronomía, de ciencias de los hombres; pero cuando se trata de fe en Dios y de la moral que Dios exige a los hombres, el Papa, cuando asume su potestad de maestro supremo para definir una verdad que hay que creer, o cumplir un deber aunque los hombres no lo comprendan, el Papa es infalible, no se puede equivocar. No por ser hombre, sino por una asistencia especial que Cristo ha prometido al que es fundamento de un pueblo, que no se puede equivocar tampoco porque Dios no le puede engañar.
En el día de la elección del Papa, reafirmemos nuestra fe. El es el reflejo de Dios. El es garantía de lo que creemos. El es la fe y la esperanza de nuestra Iglesia. Y hay otra razón también, hermanos… ser testigo de que esta Iglesia no la construyen los hombres. Oyeron las palabras del Evangelio: tú eres Kefas, eres piedra, eres Pedro -eso quiere decir- y sobre esta Kefas, sobre esta piedra voy a construir mi Iglesia ¡Qué belleza! no es el Papa, ni el Obispo, ni los sacerdotes; todos desde el Papa hasta el último catequista rural, no somos más que los peones, los trabajadores que colaboramos bajo el único constructor. Sobre esta piedra que eres tú, voy a construir yo mi Iglesia. No es tú Iglesia, no es la Iglesia del gusto de los hombres, es mi Iglesia.
Venir a misa el domingo, bautizar un niño para que sea de la Iglesia, es injertarse en esta construcción que Cristo está realizando. De ésto nos da garantía, pues, el Papa, el más humilde de los que construyen la Iglesia. Siervo de los siervos de Dios, porque él sabe que es Cristo el que construye su Iglesia. Es Cristo el que inspira la buena voluntad de los pueblos, de las Diócesis, de las comunidades, de los hombres y mujeres que quieren trabajar por el Reino de Dios. No despreciamos al Obispo, ni al sacerdote, ni al catequista, cuando no queremos acudir a reflexionar con él, la palabra auténtica de la Iglesia, despreciamos al mismo Cristo que predica a través del obispo y del sacerdote y del catequista. El Papa es el primero en sentirse vicario de Cristo, gerente de la obra de Nuestro Señor Jesucristo.
Hay otra tercera razón, ¿por qué el Papa es reflejo de Dios en su Iglesia? Porque él es el depositario de unos poderes que sólo Dios tiene. Aquí hay dos hermosas figuras en el evangelio de hoy. Las llaves y el poder de atar y desatar. A tí te daré las llaves del Reino de los cielos. ¿Esta figura qué quiere decir? La ha iluminado la primera lectura de hoy. Escucharon al profeta Isaías dictando una profecía contra un tal administrador de la casa del palacio del Rey, -se llamaba Sobna- y este administrador, como muchos que suben al poder, se envalentonan y solamente quería favorecer a su gente. Se hizo indigno del poder, y sobre todo aconsejó mal al Rey. Era el tiempo en que el ejército de Asiria iba a invadir la Tierra Santa, y el Rey mal aconsejado por Sobna y otros consejeros, quiso hacer alianza con Egipto. Entonces, Isaías inspirado por Dios va a decirle al Rey que no tenga miedo a Asiria, que no haga alianza con Egipto, que se mantenga neutral, que no le va a pasar nada. Pero el Rey se dejó seducir por Sobna, hizo alianza con Egipto y vino la catástrofe. Entonces, Isaías contra este mal consejero, contra este mal administrador -dice la profecía de hoy- dice el Señor: Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo y llamaré a Eliacín. Y es a Eliacín a quien le dice estas palabras que profetizan lo que Cristo le está diciendo ahora al Papa. A él le daré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes, será padre para los habitantes de Jerusalén. Colgaré de su hombre la llave del palacio de David. La llave, era un símbolo; el símbolo, de la potestad de una casa. Todavía ahora cuando llega un personaje ilustre a un pueblo, le dan simbólicamente las llaves de la ciudad. Pero en Jerusalén, en Tierra Santa, todavía es más simbólico, las llaves es el signo de que un hombre es el administrador de una casa de la cual aquella llave, abre y cierra.
Y dice aquí Isaías, unas palabras que no se referían propiamente a Eliacín, sino que son una profecía del futuro: Colgaré de su hombre la lleve del palacio de David, lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre, nadie lo abrirá. Ni siquiera el Papa realiza toda la plenitud de esta profecía, porque el Apocalipsis, en el capítulo 3, versículo 7, nos presenta al mismo Cristo, cuando hablándole a la Iglesia de Filadelfia, dice: Esto dice el santo, el vezas, el que tiene la llave de David, lo que él abre nadie lo puede cerrar y lo que él cierra nadie lo puede abrir.
Esta imagen de las llaves -anunciada ya por Isaías realizada en el Papa, tendrá su consumación en Cristo. Después de todo, las llaves que recibe el Papa este día no son más que las llaves de Cristo. Por eso dice un gran escritor: Las llaves de Pedro son las llaves de la historia. Nadie comprenderá la historia universal, si no cree en las llaves que abren y cierran. El Papa es el reflejo de Dios con sus llaves en la mano. Cristo se las entregó, El, Señor de la historia a tí te daré las llaves. El es la clave del universo, con ese tesoro, no por ser un hombre, sino por recibirlas de Dios. Cristo es el que tiene las llaves. El veraz, el inmortal, el que abre, el que cierra. Por eso Cristo completa la imagen con otra comparación: Todo lo que atares en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra desatado quedará en el cielo.
No estamos locos pensando que un hombre diga una cosa para que Dios diga lo mismo. No es ese el ridículo que quiso hacer Cristo. Lo que está diciendo Cristo es… a tí te tengo mi lugarteniente. Tú representas lo que yo soy. Yo soy la cabeza invisible del Reino de Dios, de la Iglesia; pero tú eres la cabeza visible, tú eres la boca del Cuerpo Místico, tú eres mi voluntad, lo que tú dispongas -con la sabiduría, naturalmente del consejo, del discernimiento, que mi espíritu te inspirará- eso también quedará sancionado en el cielo.
Queridos hermanos, cuando oímos tantas calumnias contra el Papa, da lástima pensar con qué alambre eléctrico de alta tensión están jugando ciertas gentes. Lo que el Papa sanciona en la tierra, Dios lo da por sancionado en el cielo. Si el Papa excomulga al que toca violentamente a un sacerdote, es Dios mismo el que está excomulgando; y nadie tiene que reírse de la excomunión, porque es un desconocimiento del mismo Dios, que si no se arrepiente y se incorpora, quedará separado de Dios para siempre. Cuando el Papa dice: Esto es lícito, ésto no es lícito, no estemos jugando con interpretar de otro modo sus palabras, Esto es lícito y esto no es lícito. Cuando el Papa dice: Excomunión al que cometa el horrendo crimen del aborto, no andemos jugando con falsas interpretaciones, queda excomulgado también ante Dios, quien realiza y aconseja y es cómplice de un aborto. Y cuando el Papa dice en la «Humanae Vitae»: no es lícito el uso de anticonceptivos artificiales, no busquemos interpretaciones… permisorias. Lo que tú sanciones en la tierra, queda sancionado en el cielo. Quizá por que jugamos mucho, porque vemos tantas injusticias en el Poder Judicial de nuestra tierra, pensamos que vamos a jugar con el poder judicial de Dios. Aquello es distinto. Los mismos jueces, la misma Corte Suprema de Justicia, tendrán que recibir su merecido de Aquel que sanciona con verdadera justicia a los hombres y no tolerará el atropello, la injusticia de un hombre contra otro hombre. Por eso, la doctrina de los Papas que debemos de seguir, no es doctrina simplemente de hombres, tiene todo el respaldo de un Cristo. El lugarteniente de Dios en la tierra habla: Es Cristo el que habla.
En el segundo lugar hermanos, decíamos que el Papa refleja a Dios, es lugarteniente de Cristo en la tierra, porque él es la garantía de la consistencia inmortal de la Iglesia. Dicen que el nuevo Papa, el Cardenal Albino Luciani, llamado hoy Juan Pablo I, es un hombre muy sereno. Una de sus últimas intervenciones en Venecia, hablaba de que el mundo actual, tiende a llamar inmensas las problemáticas. Y decía él: No nos hagamos esa mentalidad de inmensos problemas, veamos con serenidad el horizonte, confiemos en un Dios que es Padre que nos ama. Para mí estas palabras son un augurio de que en la alta torre de la Iglesia está un vigía que no se dejará sorprender ni asustar por nada. Por algo quiso llamarse también Juan, para llamar la serenidad de Juan XXIII y Pablo, para heredar también la prudencia exquisita de Pablo VI.
La Iglesia lleva la garantía de su consistencia. Cuando Cristo le dice al primer Papa: Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y en una traducción más auténtica, quiere decir, los poderes de la muerte que han hecho sucumbir a tantos imperios que ya no existen, esa potestad de la muerte que acaba con todo, no tiene nada que ver con esta lancha de la eternidad que seguirá bogando en el tiempo, porque el horizonte lo está marcando a aquél que es origen, camino y meta de la historia. La Iglesia llegará a la meta, y el Papa es la garantía. Mientras haya un Pontífice manejando el timón de la Iglesia… la tripulación, los pasajeros, todos los peregrinos, vamos tranquilos, tengamos mucha fe, porque el Papa es garantía de la consistencia de la Iglesia.
La misma figura que usó Jesucristo cuando le cambió el nombre al hijo de Jonás -se llamaba Simón- de aquí en adelante te llamarás Pedro. En arameo la palabra que usó Cristo es Kefas, que significa roca. Ya traducido al español pierde mucho: Pedro. Pero si hubiera una traducción que significara Pedro como roca, como una sólida fundamentación, eso define al Papa. El Papa es la roca donde está construida una Iglesia de garantías inmortales.
Y por eso, la tercera razón por que decimos que el Papa es lugarteniente de Cristo en su Iglesia, es porqué el Papa es garantía de la unidad universal. Parece que es imposible empalmar estas dos palabras; unidad y universalidad. Cuando uno mira la diferencia de un pueblo a otro pueblo; las opiniones tan contrarias y tan variadas; las razas tan distintas. ¿Por qué soñó Cristo hacer una sola Iglesia de negros y blancos; de chinos y europeos y americanos?. Respetando su idiosincracia, la Iglesia no llega a ningún pueblo a arrebatarle sus valores, al contrario, nadie garantiza tanto los verdaderos valores autóctonos de un pueblo, como la Iglesia. Miren aquí en El Salvador, ¿quién respeta más el modo de ser de los salvadoreños?. ¿Quién se ha identificado tan profundamente con el pueblo? La Iglesia?. Y a pesar de ese respeto a lo universal, a lo autóctono, a lo propio de cada pueblo, la Iglesia es una y única. ¿Cómo logró Cristo este milagro? El Concilio Vaticano II lo explica: Cada obispo es el fundamento de la unidad de su Diócesis; y todos los obispos unidos con el Papa, representan a la Iglesia Universal, unida en el amor y en la paz.
Yo creo que ayer se ha dado al mundo, un testimonio que no lo da nadie, sólo la Iglesia. Hombres venidos de diversos continentes -la mayoría no eran italianos- y el mismo día se ponen de acuerdo y eligen un italiano que responde a las ansias de todos los pueblos. ¿Qué es esto? El milagro de Dios en una Sociedad tan convulsiva, tan separatista, tan egoísta, en que hace prevalecer el bien común, sobre todos los bienes particulares. Es la unidad de Pedro, el fundamento en el cual los obispos de todo el mundo sentimos que a través del Papa aportamos nuestra idiosincracia. ¡Qué honor para mí, queridos hermanos, las veces que he estado cerquita del Papa, saber que no estaba yo solo! ¡Saber que yo no era más que el humilde representante de todo un modo de ser de estos cuatro departamentos de El Salvador, que son la Diócesis de San Salvador ¡Y qué honor también saber que yo, la humilde bandeja de tanta riqueza, presentándole al Papa tantos valores cristianos y humanos de los salvadoreños, estoy aportando a la riqueza universal! Es algo así como cuando las venas llevan la sangre al corazón y del corazón parte sangre oxigenada para todo el cuerpo otra vez. Este sistema sanguíneo explica un poco la unidad, el corazón en la universalidad, las venas repartidas por todo el cuerpo.
Por eso hermanos, Cristo le dice a Pedro que él es el cimiento de la construcción. Por más complicada a que sea una construcción, no sería consistente, ni tendría unidad, si no existieran unos arranque donde está descansado todo el peso de la construcción. El Papa, éste es su oficio principal, ser el arranque donde se construye la pluralidad del mundo. Sentirlo todos, nuestro padre, sentirlo todos tan nuestro como si fuera el Obispo de mi Diócesis, el párroco de mi parroquia, el catequista de mi cantón. Allí va el torrente sanguíneo que brota del corazón del Papa hasta el último rinconcito del mundo que cree en esta fe católica.
Por eso hermanos, les decía que ese aplauso que dimos al principio, ahora yo quiero preguntar: ¿qué manos, qué pueblo es el que lo está dando? Y por eso cuando yo insisto en estas notas tan propias de nuestra historia la salvadoreña, no me estoy metiendo a política, ni estoy buscando conflictos, simplemente estoy diciendo: Esta Iglesia que me manda regar su sangre aquí a esta Diócesis, es a esta historia a quien yo tengo que darla. Es la Iglesia de la Arquidiócesis, la cual tiene hoy la dicha de presentar junto con la Diócesis de Santiago de María, una carta Pastoral que la puedo ofrecer como un humilde servicio de iluminación, porque su tema es de mucha actualidad. Su título es: La Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares. Tratamos de responder allí a esa inquietud de muchos, principalmente campesinos. ¿Qué significa la Organización Popular? FECCAS, UTC, FAPU, etc. etc., es una proliferación de grupos políticos. Decimos en la carta: Este fenómeno es de esos que el Concilio llama… signos de los tiempos. Y que la Iglesia tiene que iluminar desde la luz del evangelio. Yo no quiero que la lean simplemente. Allí los invito a reflexionar junto con sus comunidades. Es un tema de profunda reflexión para no inventar cada uno, unas relaciones de la Iglesia con esas agrupaciones, distintas de las que estamos proponiendo allí, a la luz del evangelio. Yo espero que han de acoger esta labor, este esfuerzo pastoral, con el cariño con que lo estamos ofreciendo también los pastores. Tiene tres partes: La primera parte expone la situación de las organizaciones populares en El Salvador, defendemos el derecho de organización; el apoyo a sus justos objetivos; describimos y denunciamos como se viola en El Salvador, ese derecho que todo hombre tiene a organizarse; damos la razón por qué es legítimo el derecho de organización y cuando también se convierte en ilícito. No estamos defendiendo toda organización. Cuando esa organización se hace para el crimen, para el secuestro, para la guerrilla, cosas injustas, allí ponemos también las razones de la moral, por que no todo se puede permitir.
En la segunda parte, ya es el tema central. ¿Cuáles son las relaciones de la Iglesia con las Organizaciones Populares? Proponiendo tres principios básicos, describimos cuál es la misión de la Iglesia. Cuál es el servicio que la Iglesia tiene que prestar al pueblo, sobre todo en sus esfuerzos de reivindicaciones. Y allí recordamos con cariño, una palabra de Pablo VI que casi es un testamento para nosotros: «…acompañen a su pueblo con cariño de Pastores, pero iluminándolo siempre con la luz del evangelio».
Y damos como un tercer principio la inserción que la Iglesia procura de todos los esfuerzos liberadores de los hombres, en la salvación universal de Cristo, diciendo que no sería completo un esfuerzo liberador económico, social o político, si no se incorpora a la gran liberación que cantábamos cuando entrábamos hoy a la Iglesia: El pueblo que camina esperando la gran liberación. La liberación es la del pecado, la que nos dará la gloria y la libertad eterna. Pero en esa esperanza hay que trabajar también por las liberaciones de la tierra. La Iglesia no es indiferente, pero tampoco quiere que se pierda a sólo en fines meramente temporales.
Y la tercera parte trata un tema muy peligroso y lo van a estudiar con mucho cuidado. Es el juicio de la Iglesia ante la violencia. Sí, es cierto que la Iglesia tiene ideas de paz, pero distingue diversas categorías de violencias. Allí les recuerdo cómo en la cumbre del Tabor, junto a Cristo transfigurado, los cinco hombres que aparecen -Moisés, Elías, Pedro, Santiago y Juan son hombres de carácter violento, y cometieron violencia tremendas. Moisés mató a un Egipcio. Elías pasó a cuchillo a los profetas que no adoraban al verdadero Dios. Pedro sacó su espada contra Malco, para defender a Cristo. Santiago y Juan pidieron a Cristo que lloviera fuego sobre un pueblo que no les quiso dar hospedaje. Pedro digo allí, lo que dice Medellín: «el cristiano es pacifista, no porque no pueda combatir, sino porque prefiere la fuerza de la paz». Y les invito pues, a que pongamos toda esa energía que Dios ha dado a nuestro pueblo salvadoreño, como un torrente, no al servicio de la sangre, de la violencia. Nada tenemos que temer cuando los salvadoreños ponga toda esa agresividad que Dios les ha dado, al servicio de una construcción de la justicia verdadera, del orden que verdaderamente hay que defender.
Ojalá pues, que este llamamiento lo estudien con verdadero cuidado y se formen criterios propios de lo que la Iglesia piensa. Esta Arquidiócesis también tiene el gusto de ofrecer, ahora en ediciones de la UCA, un precioso volumen titulado: «Los obispos latinoamericanos entre Medellín y Puebla». Es una colección preciosa de 23 documentos episcopales de América Latina, teniendo en cuenta esta coyuntura económica y política de América Latina; obispos del Brasil, de Paraguay, de Perú, de México, de Guatemala, de Honduras y también de El Salvador, de Nicaragua y Panamá, aparecen allí con documentos que iluminan, que está línea de la Arquidiócesis de San Salvador, no es una cosa que se aparta del evangelio. Por eso hermanos, yo les invito, queridos sacerdotes, religiosas, instituciones católicas, fieles, estudiar la hora de América Latina y la luz del Evangelio. No es luz solamente del Arzobispo de San Salvador, es una línea que se sigue en los episcopados de varios países de América Latina; y no puede ser una equivocación, cuando es el mismo evangelio el que nos obliga con aquella palabra de Cristo: «Todo lo que hagas por uno de estos pequeñitos que son mis hermanos, los injustamente tratados, por mí lo haces». Traicionar esta liberación sería traicionar el mismo evangelio. Allí tienen, pues, una colección de documento, ustedes pueden conseguirlo en este texto.
Visitando las comunidades, yo recojo hoy para el nuevo Papa inmensos tesoros de nuestra Arquidiócesis. Por ejemplo, en San Juan, Cojutepeque -el domingo pasado- un grupo precioso de jóvenes para recibir el sacramento de la Confirmación.
En Rosario de Cuscatlán, en la casa solariega de Monseñor Chávez, una reunión de obispos, que también me llenó de mucha satisfacción.
En Aguilares, el martes de esta semana, estuve para hacer una evaluación con los dirigentes de aquella pastoral. Junto con el P. Cruz y las hermanas del Sagrado Corazón ¡qué riqueza de pastoral la que allí están cultivando todas aquellas personas que colaboran en la Pastoral de nuestra Diócesis!
El jueves 24, celebrando las fiestas de San Bartolomé, patrono de Arcatao, recibí la alegría profunda de un pueblo, que como dijo la hermanita que me dio la bienvenida, no se desespera a pesar de su pobreza, sino que tiene mucha fe y mucha esperanza. Traje con cariño una cesta hermosa, llevada a la hora del Ofertorio, con productos de la tierra marcados con los nombres de aquellos cantones. Es una riqueza, de veras, de la tierra que produce El Salvador para felicidad de todos.
El sábado 26, ayer, en Tejutla al celebrar el primer aniversario de Felipe de Jesús Chacón. También me di cuenta que nuestra tierra le ofrece al Papa, como lo dije en mis visitas pasadas, ¡mártires!. ¡Qué horror cuando me contaban… el rostro despellejado de Felipe de Jesús y lo que es peor, difamado en la prensa como un cuatrero, cuando se trata de un catequista valiente, que supo llevar el evangelio hasta sus consecuencias más arriesgadas!
Allí también, por eso, junto a la misa de Felipe de Jesús, el párroco de Aldeíta, tuvo una denuncia muy valiente, cuando dijo que personas que se fingen amigos, anduvieron recogiendo allá, firmas contra el Obispo y firmas contra las comunidades cristianas. Esta es la traición de la puñalada por la espalda que la Iglesia va recibiendo en muchas partes.
También esta Diócesis puede recoger para ofrecerle al Papa, una rica vida religiosa. Ayer, las religiosas y los religiosos, se reunieron para estudiar un documento que es toda una esperanza. Se trata de un documento que estudia las relaciones entre los obispos y los religiosos. No deben ser dos mundos, sino en la perspectiva de un solo Reino de Dios que todos buscamos, tenemos que unir esfuerzos, anudar carismas; y cuántas cosas de ellas se pueden hacer cuando hay unidad entre estas fuerzas vivas de la Iglesia.
Nos alegramos también con los PP. Agustinos, que mañana día de San Agustín, celebran a su Patrono y fundador.
Nos hemos alegrado con los salesianos en el 75 aniversario de sus colegio de Don Bosco y de San José de Santa Ana; y ciertamente le podemos decir al Papa, que es el espíritu de Don Bosco, que es el espíritu de la Iglesia, está muy arraigado también en nuestra tierra.
Las religiosas de la Asunción, me ofrecieron la oportunidad de ver en el Barrio de Lourdes, sus esfuerzos también de promoción. Lo mismo que las Carmelitas de San José en la Colonia Utila de Santa Tecla, cuanto bien están haciendo en aquel centro de promoción.
También podemos ofrecerle al Papa una Diócesis con un Clero inquieto, sensible y por lo cual, tal vez mal comprendido. Tuve un diálogo muy hermoso con un grupo de sacerdotes, el miércoles. Y el viernes celebramos el 25 aniversario de la Cooperativa Sacerdotal, en la cual se trata también de ayudar al sacerdote en este problema económico, que muchos no conocen; pero que el sacerdote, muchas veces, el pobre más solemne de la Sociedad…
En Guatemala tenemos también hoy, varios sacerdotes participando en un curso de espiritualidad. Para que vean pues, nuestros esfuerzos. Esta es la Diócesis que le ofrecemos al Santo Padre. Pero al mismo tiempo le decimos: Santo Padre, es una diócesis con estas riquezas pastorales, pero enmarcada en situaciones muy difíciles.
Esta misma semana tenemos que presentar dos sacerdotes calumniados. El Diario de Hoy del 25 de agosto, publica la declaración «extrajudicial», de José Belmoris Martínez Herrera, en la que complica al P. Fabián Amaya, al P. Rafael Barahona y al Br. Antonio Morales Carbonell, con acciones terroristas del Bloque Popular Revolucionario. El Arzobispado se ha preocupado de desenmascarar esta mentira y ha reiterado su confianza en los sacerdotes falsamente calumniados. Tengo aquí para gran satisfacción de mi corazón de Pastor y también para la alegría de ustedes, el testimonio del P. Fabián que dice en su carta:
«Monseñor: (Hago esta declaración de mi inocencia y de dónde estaba, cuando dicen que andaba haciendo acciones guerrilleras. Estaba en trabajos pastorales, bien comprobados con testigos). Hago esta declaración porque usted tenga algo escrito, no porque crea que ante usted sea necesario testimoniar mi conducta y mi trabajo. Entiendo también que es un plan prefabricado, quizá para algo más grave. Doy gracias al Señor por esta prueba, y quiero decirle que no lograría amedrentarme, me acompaña el Señor en quien he puesto mi confianza».
Así habla quien trabaja por la verdad y no le teme a la mentira. Lo mismo el P. Barahona, publicó ya también su defensa y tenemos pues razones muy seguras, la más segura de todas es que el mismo declarante, dijo ya ante la Cámara Segunda de lo Penal, que era mentira lo que había dicho y que lo había dicho porque lo estaban torturando. ¡Esta es nuestra justicia, y así se difama!
Hablemos también de esta Diócesis que llora también el crimen de los secuestros y se alegra también cuando ya termina un episodio como el del Señor Bjoerk a quien nos alegramos que ya esté libre. Pero sufrimos todavía el misterio del Sr. Matsumoto, al que han querido echarle polvo, pero que es necesario todavía la esposa está esperando la palabra que declare la verdad. Queda sobre todo el secuestro del señor Monedero, de Santa Ana. Las dos condiciones que han pedido quienes lo tienen: El reparto de ¢100.000.00 entre las familias de los desaparecidos y de los acusados de violaciones a la Ley de Orden Público, y la publicación de cuatro comunicados en los medios de comunicación del país. Doy testimonio, porque soy parte de la comisión del reparto de los ¢100.000.00, que hemos recibido de su familia esa cantidad, la hemos depositado en el Banco y mañana lunes terminaremos los detalles para la forma en que se va a repartir a todas las familias que los mismos captores han enviado. De acuerdo con sus indicaciones ésto se llevará a cabo. Pero al mismo tiempo lamentar que la segunda condición, la familia no la puede cumplir, porque el Gobierno ha dado órdenes terminantes de no publicar por ser «anticonstitucional y violar la Ley de Defensa y Garantía del Orden», fue una comunicación de la Secretaría de Información de la Presidencia, el 24 de agosto.
A este propósito, también me alegro de que la Comisión de Derechos Humanos, haya hecho una invocación al Gobierno, cuando dice: «…a la par de pedir por este medio la pronta liberación del Señor Monedero, señalamos la grave responsabilidad del Gobierno de la República, de prohibir a los medios de comunicación social, la divulgación de proclamas calificadas de subversivas, cuando en oportunidades anteriores, donde han estado involucrados en situación similar otros ciudadanos, adoptó una actitud de tolerancia, sabiéndose que con ella se intentaba salvar una vida humana. En consideración a los derechos, ante una situación extremadamente delicada para garantizar la integridad física del señor Monedero, invita a todas las fuerzas vivas del país, a reflexionar serenamente sobre la conveniencia de trabajar, y de prisa, por resolver las motivaciones reales que hacen posible perdurar y ampliar los brotes de la violencia». Y termina diciendo pues, que ojalá esta prohibición no vaya a tener un desenlace fatal. ¿Por qué?, -pregunto yo- ¿no se prohíbe la publicación de calumnias, de difamaciones? ¿Eso sí es Constitucional?
¿Por qué, no se cumple también el mandato Constitucional contra la tortura, con la captura arbitraria, contra el destierro? Hacemos un voto por la libertad del Señor Monedero, ojalá los captores me estén escuchando y tengan en cuenta este marco de injusticia, para que no vayan a cometer otra injusticia semejante, si la familia ha cumplido lo que le es posible, justo es devolver a la familia lo que tiene ella derecho de recoger.
Traslados arbitrarios de cárceles también, que son torturas sicológicas. Los profesores Pedro Bran Arévalo, Salvador Sánchez Cerón, los señores Orlando Cordero, Miguel Antonio Ramírez y Stefan, han sido trasladados de la cárcel de Santa Tecla a Santa Ana y algunos de Santa Ana a Gotera. Las pobres familias no los encuentran, y ésto es también una tortura moral, de la cual no hay derecho.
¡Inmoralidad y tortura! Testigos presenciales de la trágica noche del 19 de agosto en El Paraíso de Chalatenango, denuncian la inmoralidad que está creando allá un nuevo cuartel que se va a poner y al mismo tiempo fuente de torturas y de amenazas… esa noche se vio golpear duramente a gente pacífica de aquel lugar.
También queremos hermanos, en este marco de nuestra Diócesis, referirnos a conflictos laborales. Continúan los despidos de obreros en las fábricas INCA e INSINCA, por el hecho de estar sindicalizados. El Sindicato de Industrias de bebidas, Gaseosas, Hielo, Agua Potable, Conexos y Similares, informó que el Sindicato logró ya la aprobación del Contrato Colectivo de trabajo con la Empresa Tropical, S.A., y se alegra de haber conquistado algunas mejores prestaciones, como aumentos de salarios.
Finalmente, esta Diócesis que está saludando al nuevo Papa, le cuenta también sus lágrima en el sufrimiento. Varios centenares de personas quedaron a la intemperie por la alta marea en Acajutla, la semana pasada.
También, que 4196 personas, de julio, entre junio y julio -del año pasado a este- han muerto por causa de la diarrea. El dato es triste, porque sigue siendo la diarrea, la causa que produce el mayor número de defunciones en nuestro país. Y ésto es síntoma de nuestro subdesarrollo, de las condiciones tan insalubres en que vive la mayoría de nuestro pueblo y de su desnutrición.
También el dolor, y ésto va también como un llamamiento: El Dr. Osmín Antonio Magaña ha dicho que el 40% de la mesa obrera en El Salvador, ha caído en las garras del alcoholismo y que ésto está siguiendo un ritmo ascendente. ¡Mucho cuidado queridos y amados obreros! ¡No empeoren su situación! Yo quisiera extender aquí el seno de esos grupos de salvación que veo en muchas partes con muchas esperanza: Alcohólicos Anónimos. ¡Agárrense a esa tabla de salvación, cuídense de no inundarse en este enorme mar que será más ruina para nuestra tierra!
Esta es pues, queridos hermanos, la Diócesis y el marco histórico y concreto con que saludamos llenos de esperanza a ese Pontífice, que sin duda se da cuenta de todo ésto. El no es una espiritualidad desencarnada. Me alegro mucho de tener un Papa encarnado en la realidad de nuestro mundo obrero, en la sencillez de convivir con el pueblo. Esto es lo que queremos: Pastores que como el Papa, y los últimos Papas han sido ejemplo de esto, nos invitan a comprender como el evangelio, la espiritualidad del pueblo de Dios, no puede prescindir de estos marcos concretos al que estamos llamados todos: Ricos y pobres a dar unas soluciones eficaces. La Iglesia no tiene un afán, una pretensión de estar aquí sólo hablando por denunciar. ¡Yo soy el que siento más que todos los repugnancia de estar diciendo estas cosas; pero siento que es mi deber, que no es una espectacularidad, sino que simplemente una verdad!. Y la verdad es la que tenemos que ver con los ojos bien abierto y los pies bien puesto en la tierra, pero el corazón bien lleno de evangelio y de Dios para buscarle soluciones, no a inmediatismos violentos tontos y crueles y criminales, sino la solución de la justicia. Sólo la justicia puede ser la raíz de la paz. Así sea.
Es hermoso sentirse hermanos cada domingo, sobre todo en este momento, que es un momento de familia. Somos la familia de Dios que peregrina en la tierra y cada domingo, como las familias unidas, en un fin de semana se unen con sus padres a los otros miembros que están dispersos a lo largo del trabajo de la semana; y venimos a compartir, a sentir de veras que lo que cada uno hace le interesa a todos; y que así vamos unidos en una misma fuerza de amor, de fe, de esperanza en medio de un mundo que nos ofrece tantas dificultades, pero precisamente las familias se unen más, cuanto más arrecian por fuera las tempestades.
Por eso en este ambiente de familia, es el Padre el que nos orienta, el que nos aconseja, el que nos habla; y el padre es nuestro Dios al que dentro de poco llamaremos: Padre Nuestro. El nos habla y el sacerdote o el Obispo que predica no es más que un mensajero suyo entresacado de la misma familia para comunicar su mensaje divino. Y se ha organizado este mensaje a lo largo del Año Litúrgico, de tal manera, que cada domingo es novedad, nos va presentando aspectos diversos de esta familia tan maravillosa que se llama, la Iglesia, principio del Reino de Dios en la tierra. Cómo no va a ser maravilloso, si se trata del Reino de Dios, aunque todavía envuelto en las limitaciones, en las imperfecciones de los hombres que la formamos; pero que vamos tratando de hacernos menos indignos de esa vida que Dios quiere participar con nosotros en su plenitud cuando esta peregrinación termine. De allí, que los aspectos que este domingo nos ofrece la divina palabra, como de costumbre yo lo resumo en este pensamiento: El dinamismo misionero, espiritual y social del Reino de Dios en su Iglesia. Estos serán los tres aspectos de la homilía de hoy.
La Iglesia tiene un dinamismo misionero, la Iglesia tiene un dinamismo espiritual y la Iglesia tiene un dinamismo social aquí en la tierra. Pero antes de adentrarnos en esta reflexión de la palabra, para que el marco concreto de nuestra Iglesia, tal como se va haciendo en detalles tan variados en nuestra Arquidiócesis, yo quiero evocar aquí, algunas noticias y avisos de nuestra vida eclesial. Allá al final, cuando hable del dinamismo social de la Iglesia, voy a presentar los aspectos que ya no son propiamente eclesiales que se viven en la vida política, en la vida económica, en la vida de nuestro pueblo, en nuestra historia; pero que no son ajenos, tampoco, sino que esta Iglesia dinámica tiene que iluminar, pero primero es… porque dice la Filosofía: Primero hay que ser para después actuar. La Iglesia ante todo tiene este trabajo: Ser, construirse. Yo les invito siempre, queridos hermanos, que en mi pobre palabra miren este esfuerzo ante todo. No es un esfuerzo de confrontación con nadie, no estoy peleando con nadie. Estoy ayudándole a Cristo a construir su Iglesia; y amando a todos ustedes bautizados, que son Iglesia, a que tomen conciencia, a que colaboren, a que hagamos de este pueblo de Dios que peregrina, verdaderamente una antorcha que ilumine al mundo. Por eso, nadie escuche mis palabras con ánimo polémico. Yo no quiero ser una oposición como se me dijo esta semana. Quiero ser simplemente una afirmación. Cuando un hombre dice sí, a una convicción suya, no está confrontándose, simplemente está afirmándose y naturalmente que hay otros que no piensan como él y entonces viene la confrontación, pero no porque uno tenga intención de buscarla.
En nuestra Arquidiócesis, como en el mundo entero, esta Iglesia que se construye vive días de una solemne expectativa que debe resolverse en una profunda oración. Estamos sintiendo la ausencia de Pablo VI y ya estamos amando -sin conocerlo- al que será su sucesor. Esta es la fe de la Iglesia. ¡Qué maravilla! ¿No les parece que este es un milagro portentoso? Cuando hay tanta confusión y tantas intrigas e intereses, una Iglesia repentinamente queda acéfala; pero esa acefalía se resuelve en una esperanza. Nadie está peleando por ser Papa. No hay partidos, no hay intrigas, simplemente una fe que espera. Manda Señor al que hay que mandar. Tiene que ser esta semana de mucha oración. El 25 como ya han oído y ya han sido informados, se van a reunir ya los cardenales que van a elegir al nuevo Pontífice. No sabemos cuáles serán las estrategias y prácticas que van a llevar, a fin de dar al hombre que conviene a nuestro tiempo. Ya unos teólogos han dado una clave maravillosa: Tiene que ser un hombre de Iglesia, un hombre de mucha fe, un hombre profundamente eclesial y, por eso también, un hombre que represente una Iglesia abierta al diálogo como el mundo. ¡Este equilibrio maravilloso!
Cuánto mal hacen en esta hora, los pastores y los católicos cerrados. Los que creen que no hay más verdad que la que ellos tienen. Se olvidan de que nadie es dueño de la verdad. Sólo Dios es la verdad. Y que si él, el infalible, el que no se puede equivocar, ha trasmitido a su Iglesia ese don de infalibilidad, cuyo órgano expresivo es el Papa no es el Papa; exclusivamente el infalible, es todo el pueblo de Dios que por medio de la boca que habla, como el organismo del hombre, habla todo él por la palabra que se pronuncia, tiene que vivir con agradecimiento, con respeto ese don del Espíritu y por tanto saber que todos los que estamos en comunión con esta verdad, aunque la manifestemos de formas muy diversas, talvez desagradables a mi modo de pensar, pero que están dentro del conjunto de la verdad, respetarnos. Esto es lo que se llama apertura, comprensión que no llega tampoco a querer que queda todo error y verdad dentro. Sino que la verdad con sus múltiples facetas, pero la verdad y firme también, para que dentro de este pluralismo de verdad, no entre el error, la herejía, la mentira. Seamos muy amplios, hermanos, en comprender este sentido que queremos para el nuevo Pontífice, que tiene que ser, ante todo, el hombre de la Comunión Eclesial.
También muchos preguntan: Nosotros, la Iglesia de este continente que prepara un acontecimiento tan grave como es la reunión de los Obispos en Puebla, ¿qué implica la muerte del Papa mientras se preparaba Puebla? Hasta ahora, el camino es legítimo y puede seguir ese camino. Para que una reunión de obispos de una región del mundo tenga validez jerárquica de Iglesia en comunión con el Papa, es el Papa el que tiene que convocar y el Papa el que tiene que presidir por sí mismo o por otro. Pues bien, Pablo VI había convocado al Episcopado Latinoamericano, en Puebla, él, naturalmente, ya no lo puede presidir porque ya murió. El que viene puede ratificar el llamamiento de Pablo VI, tiene que convocar o darle validez a la convocación de Pablo VI y venir a presidirlo o mandar a alguien que lo represente en la Presidencia para que sea el Episcopado en comunión con Pedro. Por tanto pues, Puebla seguirá adelante, pero siempre esperando la palabra del nuevo Papa. Pidamos también mucho, pues, por este acontecimiento.
Y ya dentro de nuestra vida íntima eclesial de la Arquidiócesis, perdonen hermanos que me refiera a mi persona, para decirles un voto de profundo agradecimiento por las múltiples manifestaciones de solidaridad, que con motivo de mi cumpleaños me manifestaron comunidades, personas particulares, sobre todo el Clero en el almuerzo de Domus Marie, donde tuvimos también la felicidad de estrechar la mano de Monseñor Chávez; sobre todo la misa de esa noche que me dejó tan colmado de consuelo, donde estuvieron presentes muchas personas y comunidades de nuestra Arquidiócesis. ¡Dios se los pague!
Y como es comunidad nuestro peregrinar y nuestra Iglesia, he aquí unas cuantas noticias de nuestras comunidades eclesiales.
El domingo pasado clausurábamos en una misa, una misión predicada por el P. Luis en el sector de Zacamil, llamado San Ramón. Una comunidad que nace. El miércoles 16 por la noche, en la fiesta del patrón del Barrio de San Jacinto dirigido por los PP. Paulinos, confirmábamos un bonito grupo de jóvenes. ¡Qué hermosa es la confirmación preparada para jóvenes!
Hoy tendremos otro grupo de confirmación en la Parroquia de San Juan Cojutepeque, donde el P. Brizuela también ha comprendido la riqueza de este sacramento, que yo le suplico me ayude a valorarlo, hermanos, para que no lo demos a niños que no se dan cuenta; sino a jovencitos que ya van comprendiendo la necesidad de una nueva fuerza de juventud, que es la fuerza del espíritu que se da en la Confirmación.
El jueves de esta semana habrá también una fiesta religiosa muy consiente, en Arcatao. Las religiosas Guadalupanas que llevan con tanto celo y cariño aquel apartado pueblo, están preparando la fiesta de San Bartolomé para el jueves de esta semana, a las 10 de la mañana. Y ya les auguro muchos triunfos y muchos éxitos. Tendré la dicha de participar en ella.
Otra comunidad, la de la parroquia de Tejutla, va a celebrar el sábado de esta semana, a las 10, el aniversario primero del asesinato del catequista Felipe de Jesús, que todos recordamos con mucha admiración y cariño.
Otra comunidad también, florece ya poco a poco, es el Paraíso de Chalatenango, donde las religiosas Betlemistas preparan estudios para darle un poco de vida también al aspecto social, industrial, que está un poco muerto; y como la Iglesia, vamos a decir, tiene un dinamismo social, también le interesa esta promoción.
Refirámonos también un poco en esta vida de Iglesia nuestra y amémosla queridos hermanos, la vida religiosa. Las Carmelitas misioneras españolas, las que tienen la Policlínica y nos atienden también sectores pastorales en Plan del Pino y en la Laguna de Chalatenango, celebran en este año, 25 años de haber venido a El Salvador. Lo vamos a celebrar en Plan del Pino, con una confirmación de jóvenes que se está preparando con mucho entusiasmo.
Los Jesuitas, tan puestos a la vista de nuestra Iglesia -muchos para admirarlos y quererlos, otros para desprestigiarlos y calumniarlos- están ofreciendo ya una obra maravillosa. Esta semana con el P. Sáenz tuve la oportunidad de visitar la construcción de un hermoso edificio que se llamará Centro de Loyola, en que se van a realizar esos carismas propios de los Jesuitas: Los Ejercicios Espirituales y las reflexiones para concientizar más en el verdadero cristianismo a nuestro pueblo. Quien quiera conocer esta obra grandiosa que va surgiendo, lo invito a hacer un paseo allá por Lomas de Morazán, cerca de la UCA, donde de veras tendremos dentro de poco, el año próximo desde luego, un centro de espiritualidad y reflexión abierto a todos los sectores de nuestro pueblo.
También, hermanos, en la vida de la Diócesis, cuentan mucho como instrumentos de la Pastoral de la Diócesis, los colegios católicos. Y esta semana ha habido mucha vida. Tenemos que lamentar, y nos hemos hechos solidarios del sufrimiento de miembros de la directiva de la Federación de Centros de Educación Católica que sufrieron golpes en un accidente de tránsito, allá por la Diócesis de Santa Ana, donde trabajaban precisamente, el problema de su Organización. Ya gracias a Dios mejoran, pero ha sido un sufrimiento por la buena causa.
El Colegio Santa Cecilia de Santa Tecla, ha dado un espectáculo precioso en esta semana celebrando la cuarta semana de la juventud. Cuatro años en que convoca a los jóvenes para darles el mensaje del evangelio. El lunes tuve la dicha de estar entre jóvenes, más de mil jóvenes llenaban el teatro para inaugurar esta semana.
El Instituto Ricaldone, también de los Salesianos, celebró con una preciosa Misa en la Iglesia de María Auxiliadora, el aniversario 163 del nacimiento de Don Bosco, que nació y fue bautizado el mismo 16 de agosto de 1815, tratamos de traducir ese mensaje de Don Bosco a la juventud, como lo haremos, primero Dios, mañana en el Colegio Don Bosco, donde se están celebrando las fiestas jubilares: 75 años de la fundación de los primeros colegios salesianos en el país. Porque allí también está el Colegio San José, de Santa Ana.
Nos dio también mucho consuelo recibir una visita de alumnas del Colegio de la Divina Providencia, a presentarnos en un folleto, el resumen de sus pensamientos de una semana de reflexión de preparación para el matrimonio. Interesante que las jóvenes, que ya van llegando al bachillerato, piensen seriamente que no se trata de una aventura loca, ni de prostituir un don tan grande como es la sexualidad, el matrimonio; sino que a la luz de grabaciones que tenemos a la disposición, en el Servicio para América Latina: SERPAL, han reflexionado en episodios concretos esta preciosa temática.
También nos alegramos -y esto de manera muy especial- con la vida de nuestro Seminario, que es como dicen los documentos de la Iglesia: El Seminario como la pupila del ojo de la Diócesis, donde se están formando las esperanzas de nuestro pueblo que camina guiado por los sacerdotes.
Vamos a iniciar, ya se anunció en la reunión del Clero, la intensidad de la pastoral vocacional, por todas las parroquias. Y aquí hacemos un llamamiento a todos los padres y familias cristianas y sacerdotes, a que busquemos entre nuestra juventud, dónde ha depositado el Señor ese don precioso de la vocación, para luego analizarlo y someterlo ya al proceso de elaboración que es el Seminario. Ya está llegando a su cumbre uno de estos jóvenes. Qué consuelo me dio Rafael Urrutia, que termina ya sus cuatro años de Teología en el Seminario de Guatemala, pidiéndome su ordenación sacerdotal para el 4 de noviembre. Ya desde ahora hermanos, alegrémonos y pidamos por él, porque aquí en Catedral el sábado 4 de noviembre, a las 11 de la mañana, vamos a tener el honor de imponer las manos a un joven que, como los jóvenes del Seminario en medio de un ambiente tan difícil, dan testimonio de que Cristo vive y cuenta con corazones jóvenes que lo quieren seguir hasta el heroísmo.
En este mismo sentido, y ya esto para ustedes los laicos, el Club Serra, Organización de Laicos, va a tener una convención del 15 al 17 de septiembre donde van a poner entre sus números centrales, una información de los diversos seminarios, ya que es una organización laical que colabora, sobre todo moralmente, para darle ambiente, impulso a esta obra vocacional.
Y hay otras noticias como la que recibí de San Miguel con esta alegría: ¡Ya se oye en San Miguel la Y.S.A.X.! Siempre se ha oído pero con dificultades, espero que ahora nos estén escuchando con más claridad y que aquella ciudad tan querida, también reciba esta humilde palabra que tanto la ama.
Muchos preguntan por la Carta Pastoral que anuncié el 6 de agosto. Me ha alegrado mucho el interés que se ha despertado y solamente me apena tener que decirles: Espérense un poquito, pero dentro de pocos días estará ya en circulación. ¡Primero Dios que ya desde el próximo domingo si Dios quiere!
Y junto a estas noticias eclesiales, pues, falsas interpretaciones, por ejemplo la que el Diario de Hoy, en una noticia muy arrinconada -si no me lo dicen, no me doy cuenta- tergiversa mi homilía, cuando dice que yo he dicho que agradecía al Poder Legislativo por tres días de duelo nacional por la muerte del Papa; y aquí entre comillas mis palabras que no son mis palabras: «La buenas relaciones que existen entre el Estado y la Iglesia Católica desmienten la calumnia de que ha sido objeto el Clero». Ustedes son testigos que yo no he dicho eso. Simplemente mantengo una posición de que no estoy confrontándome con nadie, sino que estoy tratando de servir al pueblo y el que esté en conflictos con el pueblo, estará en conflictos conmigo. Pero mi amor es el pueblo y desde el pueblo pueden ver a la luz de la fe y del mandato que Dios me ha dado de conducir este pueblo por los caminos del evangelio, quiénes están conmigo y quiénes no están conmigo, viendo simplemente las relaciones del pueblo.
Tengan mucho cuidado, también hermanos, como noticia eclesial se las doy, sé que se andan recogiendo firmas para mandar al Papa -ya no será Pablo VI, será al nuevo- y a Puebla a la reunión de Obispos, pidiendo la condenación del marxismo. Está muy bien eso, pero ya existe la condenación del marxismo, no es ninguna novedad. Pío XII ya tuvo un documento a ese respecto, si no lo conocen búsquenlo. Lo que me interesa más es esto: Que estas firmas también piden mi destitución. Yo no tengo inconveniente en ser destituido, ni tengo ambiciones en el poder de la Diócesis. Simplemente considero que ésto es un servicio y que mientras el Señor, por medio del Pontífice, me tenga en él, seré fiel a mi conciencia a la luz del evangelio que es la que yo trato de predicar, nada más, ni nada menos.
Porque ya estamos precisamente en materia, para que vean cuál es mi oficio, y como lo estoy cumpliendo: Estudio la palabra de Dios que se va a leer el domingo; miro a mi alrededor, a mi pueblo; lo ilumino con esta palabra y saco una síntesis para podérselas transmitir. Y hacerlo -a ese pueblo luz del mundo para que se deje guiar por los criterios, no de las idolatrías de la tierra; y por eso naturalmente que los ídolos de la tierra y las idolatrías de la tierra sienten un estorbo en esta palabra y les interesaría mucho que la destituyeran, que la callaran, que la mataran. Suceda lo que Dios quiera, pero su palabra -decía San Pablo- no está amarrada. Habrá profetas, sacerdotes o laicos -ya los hay abundantemente- que van comprendiendo lo que Dios quiere por su palabra y para nuestro pueblo.
En la palabra de hoy quien no descubre -si la han oído con atención, sin que yo se las comente- que existen estos tres dinamismos. Cristo mismo garantiza que este Reino de Dios tiene un dinamismo misionero, un dinamismo espiritual y un dinamismo social. Cuando digo, en primer lugar, dinamismo misionero, yo miro a Cristo en el evangelio de hoy de bondadoso, acercándose hasta los límites de Palestina para poder ver, desde allí, las fronteras del mundo gentil. Y una mujer gentil, una cananea, que viene a él, en busca del poder de Dios que Cristo trae. Y el diálogo de Cristo Salvador, con la representante del mundo gentil, parece duro; sin embargo, a quien se adentra en el ambiente de aquel tiempo y de aquel pueblo, no le parece duro, sino comprenderá mejor la situación. No está bueno tirar el pan de los hijos a los perros. Miren la diferencia que existía en la mentalidad judía. Ellos -los judíos- eran los hijos, los otros pueblos, los gentiles -allí estábamos nosotros también- eramos los perros. Y la humildad de la cananea gana el corazón del Redentor. Sí señor, dicen que esto es muy típico en el Medio Oriente, son muy sagaces en captar el pensamiento y hacerlo un chiste o hacerlo una respuesta maravillosa. La cananea da muestra aquí a Cristo y Cristo da muestra de vivir en un mundo encarnado, propio, con los modismos de su pueblo y de su tiempo. La cananea le dice: -Sí, señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de las mesas de sus señores. Mujer qué grande es tu fe.
Pero antes de que Cristo se asomara a la ventana del mundo gentil, la primera lectura, nos ha dicho que Dios ya no pondrá esos límites. Ya habla aquí de unos extranjeros que los atraeré a mi Monte Santo. Mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos. Este es el plan de Dios, no sólo salvar al pueblo de Israel, sino, como quien dice, hacer bien denso de Dios al pueblo de Israel, para que de ese pueblo -ésta es la estrategia de Dios- de un pueblo endiosado, iluminado por la luz de Dios, llevar la luz a todos los pueblos; pero el designio de Dios es la salvación de todos. Qué hermoso, dice el Concilio, que tiene un documento específico para explicar este dinamismo misionero de la Iglesia: «La Iglesia peregrina -dice se llama misionera, porque es el fruto de aquel Dios Padre que manda». Esto quiere decir misión; del verbo Latino «mitere» enviar. Así como mi Padre me envía, me hace misionero, así yo os envío, os hago mis misioneros. Pues dice el Concilio que el Padre envía como misionero suyo a su hijo y después que el Hijo ha realizado la obra en su persona y regresa, el Padre y el Hijo envían, hacen misionero, al Espíritu Santo que viene a animar esta Iglesia. Por tanto esta Iglesia, fruto de esa misión del Hijo y del Padre, es de verdad misionera y lleva un dinamismo universal.
La estrategia, es que primero he sido enviado a las ovejas que perecieron de Israel, dice Cristo. El no podía salir de los confines de Palestina y no salió; pero a los apóstoles sí les dijo: Ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en Samaria y hasta el último confín de la tierra. y cuando resucitó lleno de poder y majestad, manda su Iglesia al mundo, dice toda potestad señalada en el cielo y en la tierra. Vayan por todo el mundo. Hagan discípulos del cristianismo a todos los pueblos, bautícenlos en mi fe a todos los hombres. Se ha desatado el dinamismo misionero con la venida de Cristo y la venida del Espíritu Santo.
Pero, en la segunda lectura, yo les invito, queridos hermanos, a que la reflexionen ustedes en sus hogares y miren esta estrategia descrita por San Pablo, en una forma diríamos, dialéctica pero eficaz. Habla que Dios dio preferencia a su pueblo, pero ese pueblo no fue digno de ese don de Dios. Sólo un resto, un pequeño grupo se mantuvo fiel. Los demás no aceptaron a Cristo. Han pasado veinte siglos y los judíos no han aceptado a Cristo. Esto le dolía a San Pablo. Recuerden el domingo pasado, cuando San Pablo dice: Quisiera ser maldito, pero que mis hermanos acepten a esa salvación. Y porque no lo aceptaron, los apóstoles sacudiendo sus sandalias se van a los pueblos gentiles. Cristo sólo se asomó a través de la cananea. No caminó por caminos gentiles, porque había sido enviado solamente a saturar en el cumplimiento de las promesas al pueblo que debía de ser el misionero: Israel. Pero no fue digno. Entonces, los apóstoles salen a predicar y San Pablo en su carta dice: -Yo soy un judío, soy de la Tribu de Benjamín, pero el Señor me ha escogido para ser apóstol de los gentiles, y como sigo amando a mi pueblo Israel, yo voy salvando a los gentiles y, con ésto, estoy tratando de provocar el celo de mis paisanos.
Esta es la estrategia del evangelio. Primero los judíos, no lo aceptan, se van a los gentiles. Al oírlo, aceptando a los gentiles, los judíos se llenas de celo. Miren cómo los gentiles se están aprovechando de una gracia que Dios nos ofrecía, y entonces los judíos se van a convertir. Y si la obstinación de los judíos, el rechazo que los judíos hacen de Cristo, ha sido salvación de los pueblos gentiles, dice San Pablo, lógicamente cuánto más será torrente de vida, cuando los judíos se conviertan y se llenen de Dios.
Por eso muchos han legado a creer que el fin del mundo será cuando se conviertan los judíos, pero no es eso lo que dice la Biblia. Lo que dice la Biblia es que cuando los judíos se conviertan, habrá una plenitud de vida en el pueblo judío que también se convertirá en plenitud de fe y de vida en el pueblo gentil. Poniendo aquí, pues, como en un antagonismo dialéctico: Pueblo gentil y pueblo judío, San Pablo nos presenta hoy el universalismo de la salvación. Y por eso su carta termina hoy con esta frase que nos parece un gran misterio: Todos han sido encerrados en la desobediencia para salvarlos a todos. La salvación supone pecado. Y tanto los judíos han pecado rechazando a Cristo, como los gentiles pecaron también cuando los judíos anunciaban al Dios verdadero y los gentiles no lo aceptaban. Pero ahora que ustedes, gentiles, lo aceptan, Dios está teniendo misericordia, les está perdonando su falta de fe, su desobediencia y cuando por celos, por emulación el pueblo judío vuelva también, el que ya pecó de desobediente, volverá y se salvará.
Hermanos, que hermosa lección, todos nosotros encerrados en la desobediencia. Todo aquel que quiera señalar a otro hermano sus pecados, y no se mide así mismo que es pecador, no es digno de esta salvación de Dios. Cuando se le hecha en cara a la Iglesia, al Papa, a los obispos, precisamente, los pecados de la Iglesia, se están olvidando de esta gran estrategia de Dios. Del pecado, de la desobediencia, de una Iglesia miserable en sus elementos, hermanos, está Dios valiéndose para salvar en su misericordia. Lo único que vale aquí es la misericordia de Dios que se acepta por la fe. Y este es el segundo pensamiento de las lectura de hoy.
Yo quisiera hermanos, que lo tengamos muy en cuenta, porque muchos -como lo van a leer en nuestra Carta Pastoral- están queriendo manipular la Iglesia para valerse de su dinamismo en redenciones temporales. La Iglesia no rechaza esas redenciones temporales. En mi Carta Pastoral digo que la Iglesia será una aliada generosa de los objetivos justos y del derecho de agrupación que los hombres tienen. Nadie les puede quitar a los hombres el derecho de asociarse, con tal que sea una asociación para buscar las causas justas.
Tampoco estamos defendiendo las agrupaciones de criminales, en cualquier sector que estén; si es para secuestrar, para robar, para matar. Para eso no hay derechos. Pero unirse para sobrevivir, para comer, para defender sus derechos; a ésto si tiene derecho todo hombre. La agrupación es un derecho cuando los objetivos son justos. Y la Iglesia estará siempre al lado de ese derecho de organización y de esos justos objetivos de las organizaciones. Pero que no se le pida a la Iglesia en exclusiva su dinamismo solamente para eso.
Yo baso allí, y aquí en esta homilía mi reflexión, en esta palabra del Concilio Vaticano II que es la palabra tomada también de la Biblia: «La misión propia que Cristo confió a su Iglesia, no es de orden político, económico o social. El fin que le asignó es de orden religioso» -pero fíjense bien- «Pero precisamente de esta misma misión religiosa, derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina. Más aún, donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo y de lugar, la misión de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son por ejemplo, las obras de misericordia o semejantes».
Aquí están en este pensamiento del Concilio los dos dinamismos que yo quiero explicar ahora. El primero es el dinamismo espiritual. La misión específica de la Iglesia es religiosa. Quiere decir unir a los hombres con Dios, las relaciones con Dios. Y en las lecturas de hoy, aparecen varios de estos elementos. Por ejemplo cuando la primera lectura nos dice: -Mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos. Siempre les he recordado hermanos, nuestra fuerza es la oración. Si un cristiano no reza, no puede contar con ese dinamismo espiritual. De allí que la cananea está haciendo una oración y Dios por medio de Cristo se siente movido hacia ella por la oración.
Segundo, en la segunda lectura y en el Evangelio se elogia la fe. Grande es tu fe, le dice Cristo a la mujer. Y San Pablo en la segunda lectura dice: -Los que han sido obedientes, encontrarán misericordia. La fe como una obediencia, una aceptación de Dios. Sin fe es imposible pertenecer a este Reino de Dios. El dinamismo espiritual de la Iglesia, deriva de su fe. Me da lástima cuando algún católico dice: yo ya no tengo fe. Y me da alegría inmensa cuando he oído decir mucho en nuestros tiempos: He recobrado la fe en la Iglesia.
Recobremos la fe. Es la que nos da fuerza mutuamente a unos y a otros. También la fe, la oración, la humildad, es una virtud muy desconocida en el mundo; y sin embargo, cuando uno escucha a la cananea que en vez de resentirse por la expresión dura de Cristo que la llama «perrita», ella más bien le devuelve con una sonrisa: También los perritos comen de lo que cae de la mesa de sus señores. Qué grande humildad también podía añadir Cristo. La humildad que es la verdad, porque la soberbia que es su antagonismo, es la peor locura de un hombre: Creerse. Y llegarse hasta creer Dios insustituible. Todos debemos de ser humildes, en el sentido de la verdad, de reconocer nuestras limitaciones, nuestras pequeñeces.
Sentido espiritual, esto que estamos viviendo ahora. Cuando dice el Señor: Los atraeré a mis montes santo, y mi casa de oración la llamarán así todos; y allí recibiré el sacrificio y los holocaustos. Ven el sentido litúrgico, venir a misa es servir. Eso quiere decir liturgia: Servicio. Los protestante llaman muy bien a sus reuniones, un servicio. Nosotros podemos llamar también a nuestra Misa, un servicio; en el sentido en que venimos a traerle, como servidores, el pan y el vino, símbolo de nuestros sudores y de nuestros trabajos para que él se sirva y, al hacerlos su cuerpo y su sangre, alimente al mundo. Todos aportamos como servidores cuando venimos a Misa, todos colaboramos, hasta el pobrecito que viene a decirle; Señor, no tengo trabajo, toda la semana pasé buscando y no te traigo más que mis angustias, no tengo trabajo; eso también es servicio. Eso también es ofrenda, es holocausto, es sacrificio. O la madre que le viene a contar la enfermedad de su hijo o la de que le desaparecieron. O el torturado que le viene a ofrecer al Señor, hoy sufrí cárcel, te traigo mis espaldas molidas, etc. o el que lleva la pena moral de una calumnia, como la que me escribió de un pueblito de Chalatenango, que es víctima de la calumnia por una mala lengua. Si me está escuchando le diré: Su situación moral no la debe afligir si su conciencia está limpia. Qué hermoso es el holocausto de su Misa, diciéndole al Señor: -Señor tú sabes que soy inocente y aunque todo el mundo me señale yo te ofrezco este holocausto.
Este es el servicio del pueblo sacerdotal. Esta es la misión de la Iglesia: Despertar, como lo estoy haciendo en este momento, el sentido espiritual de su vida; el valor divino de sus acciones humanas. No pierdan eso queridos hermanos, ésto es lo que la Iglesia ofrece a las Organizaciones, a la política, a la industria, al comercio, al jornalero, a la señora de mercado, a todos lleva la Iglesia este servicio de promover el dinamismo espiritual. ¿Quién no le puede ofrecer a Dios gran fuerza de su vida espiritual?
Y también encuentro en las lecturas, otro elemento espiritual: La conversión. Toda la segunda lectura es un poema de la necesidad de conversión que tienen tantos los judíos como los gentiles. Los dos pueblos hemos sido encerrados en la desobediencia. Hemos pecado. Y los dos, judíos y gentiles, nadie se puede gloriar, sólo esperar la misericordia del Dios que perdone nuestra desobediencia universal. ¡Convertíos! Y cuando señalamos desde aquí los pecados de los hombres, los pecados del Gobierno, los pecados del capital, los pecados de los criminales, los pecados mismos de nuestra Iglesia, los pecados de los colegios católicos, los pecados de los mismos obispos entre los cuales se encuentra este servidor de ustedes, los pecados de nuestros sacerdotes, los pecados de los matrimonios. ¿Quién no tiene pecados? pecados de la juventud, pecados de la edad madura, hasta de la niñez, apenas llega a tener uso de razón, ya está desobedeciendo. A todos nos encerró Dios en la desobediencia, para redimirnos con su misericordia.
Lo que hemos dicho al señalar el pecado de los hombres, repito, es llamarlos a conversión. A eso vino Cristo y a eso envió a su Iglesia. El Reino de Dios cuenta con este gran dinamismo espiritual que se llama la conversión.
Y hermanos, piensen bien, precisamente cuando un mundo necesita reivindicaciones sociales y políticas. Cuando necesitamos cambios profundos y audaces, ¿quiénes los van a hacer? Medellín lo dice claro: «Los hombres nuevos». Los hombres nuevos renovados en esa conversión. Los enquistados en los viejos sistemas caducos; los que quieren conservar, a fuerza de represión y de crímenes y de pecado, una situación que no se puede sostener no van a renovar al mundo. Así no se renueva. Es necesario que políticos y no políticos, gente de poder y gente del pueblo, todos tratemos de renovarnos en esta conversión interior.
Ojalá pudiéramos hacer una semana a la luz de esta palabra, de buscar dónde está el mal de nuestra República. Y lo encontraremos en nuestra propia conciencia. Todos hemos pecado. Como dicen de aquellas tribus de indígenas que cuando aparece matado un hombre, todos tienen que pasar tendiendo la mano sobre el cadáver, y decir: Yo soy inocente. Y allí se conoce al verdadero culpable. Pero yo creo que aquí tenemos que pasar todos ante el cadáver ensangrentado de la Patria y decir como aquel poeta ante Cristo crucificado: Temblad humanos, todos en él pusimos nuestras manos.
Entonces un movimiento espiritual de conversión. Desde el de más arriba hasta el de más abajo, como un torrente eléctrico que inunda de energía una instalación, corra también por nuestras venas, por nuestra alma, por nuestro corazón, este sentido de la palabra de hoy, una conversión para hacernos hombres nuevos. Porque dice Pablo VI -de feliz memoria-: ¿De qué serviría un cambio de estructuras si en esas estructuras nuevas los hombres que las manejan y los hombres que viven ellas no se han renovado? No habrá sido más que un cambio de pecado. Un cambio de sistema, pero siempre en pecado.
Por eso, antes que la renovación de estructuras, o mejor dicho, junto con la renovación de estructuras: Renovación de corazones. Por eso hermanos, y ya lo estoy mencionando, mi tercer pensamiento es el dinamismo social de la Iglesia. Y no estoy inventando. Sí todos estos pensamientos los estoy sacando de las lecturas de hoy, cuando el profeta Isaías dice que va a llamar también a los extranjeros, pero con una condición: «guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria». Que hermosa promesa, como la oímos también en El Salvador como una esperanza. Se va a revelar la victoria de Dios. Dios tiene que triunfar. No va a triunfar el diablo instigando el pecado. Tiene que ser Dios instigando la renovación.
Y la renovación está aquí en estas breves palabras: «guardad el derecho, practicad la justicia…» Para que vean pues, que no es simplemente un capricho de la Iglesia, ni que haya dejado su misión para meterse a política. Ya nos dijo el Concilio que su misión no es política. Pero por ser religiosa, de esa relación con Dios, derivan las fuerzas, el dinamismo para poderse convertir también en una fuerza de renovación política, de renovación social, de renovación moral, sin salirse de su papel religioso. Yo tengo la conciencia, hermanos, y quienes me han seguido de cerca están muy de acuerdo conmigo, en que jamás he ocupado esta cátedra para hacer política. He hecho religión, he cumplido el mensaje religioso de la Iglesia para derivar de allí -como dice el Concilio- los dinamismos, las fuerzas que pueden construir una Sociedad, según el corazón de Dios.
Por eso, cuando se me pide a mí diálogo con el Gobierno, yo digo: Pero si eso es muy poco. No soy yo el que tiene que dialogar, son las fuerzas del país, son los partidos políticos, son las agrupaciones que tienen sensibilidad social. El Gobierno tiene que abrir un cauce democrático para que puedan dialogar todas las fuerzas que pueden aportar al país. Este practicar el derecho, hacer la justicia, ésto les dice la Iglesia, ésto nos dice Isaías, ésto dice el evangelio. Pero practicar ese derecho, realizar esa justicia no lo va a hacer un diálogo del Obispo con el Presidente, lo va a hacer el Gobierno de El Salvador que tiene que ser una fuerza moral -así dice el Concilio- no una fuerza despótica, sino una fuerza moral, que respetando la dignidad y la libertad de todos los hombres y agrupaciones inquietos por un Salvador mejor, dialoguen. Y ellos que son los técnicos. Yo no soy técnico ni en sociología, ni en política, ni en organización, simplemente un humilde pastor que le está diciendo a los que tienen la técnica: Unanse, pongan al servicio de este pueblo, todo lo que ustedes saben, no se encierren, aporten. Entonces, sí se practicará el derecho, se hará la justicia.
No es política, hermanos, lo que ahora les voy a decir. En nuestro Arzobispado se ha elaborado un estudio muy minucioso sobre los desaparecidos. Son 99 casos, bien analizados. Allí está el nombre, la edad, dónde lo capturaron, qué recursos jurídicos se han hecho, cuántas veces esa madre ha llegado buscando a ese ser querido. Y soy testigo de la verdad de estos 99 casos. Y por eso tengo todo el derecho de preguntar, ¿dónde están?. Y en nombre de la angustia de este pueblo decir; póngalos a la orden de un Tribunal si están vivos, y si lamentablemente ya los mataron los agentes de seguridad, dedúzcanse responsabilidades y sanciónese, sea quien sea. Ha matado. Tiene que pagar. Yo creo que la demanda es justa. El otro estudio que hemos hecho es un análisis de la Ley de Defensa y Garantía del Orden Público. Allí aparecen evidentemente los falsos presupuestos. En el contexto socio-político de El Salvador, no caben esos supuestos para dar una ley tan represiva como ésa. Allí se demuestra la inconstitucionalidad, poniendo a la par de las disposiciones de la Ley de Orden Público los postulados de los Derechos Humanos y de la Constitución, aparece una serie de violaciones. Allí estudiamos casos concretos y recientes de la aplicación de esa ley que está haciendo un verdadero estrago, sobre todo para nuestros pobres. Porque me decía un pobrecito una frase que no se les va a olvidar a ustedes, como no se me olvida a mí: «Es que la ley Monseñor, es como la culebra, sólo pica a los que andamos descalzos. Allí recogemos también, pronunciamientos de repudio. Son voces del pueblo que hay que oír. Llámenlos a dialogar, por eso digo que es necesario abrir un cauce auténticamente político, para que cuando llega una demanda de derogación de esta ley a la Asamblea, se le llame a ese grupo. Sobre todo si hay gente conspicua -abogados, gente que entiende- por que se le responde con el silencio, no se le hace caso. Traemos también, allí, una lista de los presos por violaciones a esta ley. Son casos recientes como el de Adrián Serrano Peraza, capturado en Portillo del Norte; o el de Antonio de Jesús Hernández, que es un trabajador social de la Diócesis de Santiago de María, donde trabaja en el Secretariado Social Cristiano; o el de José Neftalí Gutiérrez; o el de Salvador Alejandro Beltrán Peña, cuya madre, Vicenta de Jesús Beltrán, tiene conocimiento fidedigno de que su hijo está en la Policía Nacional, donde se lo niegan y que está con una clavícula fracturada. Muchas peticiones de exhibición personal no proceden. ¿Con qué derecho no se da un abogado la facilidad de entrar a investigar esta petición de la familia?
También por informes fidedignos sabemos que ANDES busca la libertad de los señores Pedro Bran y Salvador Sánchez Cerón y que las razones de allanamiento no son válidas. Que el supuesto delincuente que dicen que iban persiguiendo y por él se metieron a la Casa de ANDES, ha declarado en el Hospital Rosales, ante el Juez, que fue baleado en la plaza Zurita.
Se tergiversa también la noticia de que este profesor, Pedro Arévalo, se dice que es profesor del Externado y que un comité de alumnos del Externado, ya que los Jesuitas no lo pueden hacer, son los que están tratando de liberarlo y que para eso han creado una dependencia de Socorro Jurídico. Todo ésto es falso. El profesor Arévalo, trabajó en el Externado, pero ya no es profesor desde hace un año. Un comité de alumnos no existe y el Comité de Socorro Jurídico, es una oficina dependiente de la Iglesia, un servicio jurídico-social que comenzó prestando el Colegio Externado en favor de los necesitados durante el transcurso de tres años. No se ha inventado hoy. Tres años hemos intentado ser fieles a este ideal. Procurar en asuntos de derecho, y favorecer a las personas y sectores más pobres del país, sin importar de donde vengan. Yo soy testigo de la abnegación y generosidad, con que el Socorro Jurídico ha prestado tantos servicios a nuestra clase pobre. Y yo, como Pastor de la Arquidiócesis, con toda responsabilidad he asumido el respaldo moral de ese servicio jurídico. No es una cosa originalmente de El Salvador. Ya existen organismos parecidos en Chile, en Uruguay, donde quiera que haya que defender los reos, sobre todo pobres. Por eso también, la noticia que conectaba este Socorro Jurídico con AGEUS, es falsa. AGEUS no tiene nada que ver con el Socorro Jurídico de la Iglesia. Como ven, como se tergiversan las noticias, y es necesario tener criterios para leer el periódico.
No podemos dejar de lamentar, hermanos, en esta mañana, a la luz de este mensaje que tiene dinamismo social y le preocupa la vida del mundo, el nuevo secuestro del Gerente General de Erickson, Sr. Kjell Bjork y como también lamentamos el misterio en que se envuelve el desaparecimiento de don Armando Monedero y lo mismo que del Sr. Matsumoto. Todo el montaje que se ha hecho en este último caso y que lleva implicaciones muy peligrosas, ojalá no sean pretextos para atropellar más personas.
Yo quiero decirles aquí, mi admiración por la serenidad de espíritu de la señora de Matsumoto, la cual, yo le pido perdón, porque la quise contar entre las viudas, y me dijo: -«Yo no soy viuda. Yo considero vivo a mi marido mientras no tenga una noticia verdadera de su paradero». La felicité y le dije:-» Ojalá en nuestro pueblo se tuviera esa entereza, de no creerse de rumores hasta estar convencidos de que se nos ha dicho la verdad».
Por otra parte nos alegra, hermanos, hay noticias buenas también. Que se lleva ya a negociación el contrato colectivo de la fábrica de guantes Eagle International y sobre todo me alegró mucho ayer esa noticia del Socorro Jurídico, que ya se firmó un contrato de arrendamiento de tierras de 50 familias campesinas de una hacienda en Suchitoto. El comentario es muy bonito, dice: -«…este ejemplo es importante señalarlo, para que se muestre que cuando al campesino se le dan oportunidades y sinceridad, verdaderamente les favorece, ellos cumplen. El problema radica en la falta de comunicación con estos grandes sectores de gentes desposeídas, etc».
Por eso, hermanos, abogamos y lo seguiremos haciendo por las justas causas de cualquiera que las defienda. Ricos o pobres. Queridos hermanos, ahora pues con este dinamismo que la Iglesia nos inyecta en lo misionero, en lo espiritual y también en lo social, vamos a salir de nuestra Catedral robustecidos son el cuerpo del Señor, con nuestra liturgia y que ella nos lleve a un convencimiento de que la espiritualidad cristiana no consiste en elevarse muy cerca de Dios y olvidarse de la tierra, sino en el equilibrio dinámico de querer que todos los hombres se salven: Dinamismo misionero. De estar muy unidos con la trascendencia de Dios por la oración, por la humildad, por las fe, las virtudes cristianas; pero de allí derivar también nuestro valor, nuestra entereza para saber dar la cara también en defensa de los derechos de un pueblo que necesita defensores y que solamente los puede esperar de aquellos que creen en Dios y en la verdad de Nuestro Señor Jesucristo.
A última hora se me informa, que en Mejicanos, al bajar del bus de la ruta 30, el joven Porfirio Cristales, ha sido capturado por tres policías municipales. Esperamos que no sea otro caso de atropello injusto, porque también estamos con lo justo. Si a un hombre lo capturan por criminal, por malo y eso se le prueba en los Tribunales, que lo castiguen. Lo que no estamos de acuerdo es, que por propia cuenta se tomen iniciativas de jueces y castigadores quienes no lo son. Que Nuestro Señor pues, ilumine en esa mañana a todos nosotros para vivir de veras ese bello mensaje de la conversión y buscar en Dios nuestra razón de vivir y esperar.
Lecturas: I Reyes 19, 9a. 11-13 Romanos 9, 1-5 Mateo 14, 22-23
Querido hermanos y estimados radioyentes:
En la Palabra de Dios que se acaba de proclamar, yo encuentro un eco maravilloso de los grandes acontecimientos que hemos vivido esta semana. Nuestras fiestas agostinas del Divino Salvador y la muerte y sepultura, y expectativa de la sucesión de Pablo VI. Por eso quiero ante todo, felicitar a la Arquidiócesis y a todos los fieles que participaron en la fiesta de nuestro Divino Patrono, por haber dado nuevamente este año un testimonio tan bello, tan elocuente de la solidaridad del pueblo con su Divino Patrono. Un pueblo que clava su mirada y su corazón en Jesucristo como Salvador del Mundo, es un pueblo que no puede perecer. Hay, pues, un signo de esperanza que hay que mantener: Nuestro amor al Divino Patrono. Tanto la tarde del 5 de Agosto en su tradicional «bajada», como en la misa celebrada allá al aire libre; porque nuestro templo no daba capacidad para contener esa muchedumbre, son por sí solas, señales elocuentes de un pueblo profundamente cristiano. Mantengamos este honor y tratemos de profundizar más en esa adhesión inquebrantable, llena de esperanza en el Hijo de Dios que, como lo explicamos en la homilía del domingo pasado, quiere llamarse el Hijo del Hombre.
Y en cuanto a la muerte del Papa Pablo VI, también yo quiero, en este domingo en que se cierra un ciclo breve pero denso de la vida de la Iglesia, expresar un agradecimiento muy profundo a esas múltiples manifestaciones de condolencia, de solidaridad que he tenido el honor de recibir. Es la familia que quiere expresar, -aunque ella misma esta apesarada quiere compartir con alguien y encuentra en el Pastor de la Diócesis como la expresión al cual dirigirle ese dolor, esa esperanza- y he sentido pues, que la muerte del Santo Padre que durante su vida me confirmó tanta veces en mi ministerio tan difícil, también en su muerte me está confirmando y me llena de esperanza, porque hay un pueblo que espera en la Iglesia y en sus pastores, y siente como compartiendo con ellos el dolor. Una Iglesia que es familia. ¡Bendito sea Dios!, porque aunque el dolor, la desaparición de un Pontífice es tan dolorosa, sin embargo está tan cargada de esperanza para la Iglesia, como escribí como expresión de mis sentimientos: Muerte que es esperanza.
También quiero admirar y agradecer a los medios de comunicación social: Prensa, radio, televisión, todo se ha puesto al servicio de la gran noticia. Qué hermoso es ver que estos instrumentos que Dios ha permitido que el hombre invente para comunicarse socialmente, sirvan no para la mentira, para la intriga, para la calumnia, que sirvan para la verdad, para lo bueno. Ahora, sí se han santificado esos medios, medios maravillosos y han hecho sentir la potencia que ellos tienen para sacudir la opinión pública. Y qué hermosa es la opinión pública, cuando vibra con la verdad, con la bondad; cuando el sujeto de sus emociones, es un Pontífice que nos deja tan profunda huella para una civilización verdaderamente digna de los seres humanos. Ojalá que así como se han prestado para lo justo y lo bueno en honor del Pontífice, tuvieran un poco de sensatez para no dejar pasar, en esos canales tan maravillosos, la calumnia que por allí mismo ha pasado para ofender al mismo Papa. Que no se lean más esas columnas, que no se oigan más esas voces que parecen graznidos de cuervos en el paisaje hermoso de la verdad y de la bondad. Que los medios maravillosos de la radio, de la prensa y de la televisión, sean verdaderas escuelas para que se forme nuestra juventud.
Y por eso insisto, queridos hermanos, mientras no tengamos garantías de unos medios al servicio libre y valiente de la verdad y del bien, toca a ustedes, a nosotros los lectores, los que oímos radio, los que vemos televisión: ser críticos. Me alegro mucho de una expresión que oí a una profesora esta semana: -«Yo antes creía toda lo que decían los diarios; pero cuando Ud. ha comenzado a decir que hay que saber leer, sé discernir, ¡gracias a Dios! Eso quiero hermanos, que sepan discernir y sepan alabar cuando los medios están al servicio de la bondad, y creer lo que es bueno; y sepan repudiar con repugnancia, con asco, cuando se sirven en platos tan bellos, manjares tan sucios y tan venenosos.
Digo que la palabra de Dios ilumina maravillosamente estos dos hechos, aunque en la semana, que podríamos llamar también una semana gris, ha habido otros acontecimientos nacionales y de los cuales me voy a ocupar al final; sin embargo, estos dos me parece que son centrales, y son como focos de luz para iluminar toda la semana gris y todo el paisaje gris que pueda presentar nuestra historia concreta, y sepamos distinguir lo que es el pueblo de Dios: La Iglesia. Los que formamos por el bautismo un compromiso de nuestra fe por esa luz que es Cristo y con esa columna de la verdad que se yergue en el mundo que se llama el Magisterio del Papa; y desde esa solidaridad con Cristo y con su representante en la tierra, nos hagamos cada día más, pueblo luminoso. Y aunque compartimos la historia triste del pueblo profano que está intrigado en tantas cosas que no son tan limpias como el Reino de Dios, sepamos ser lo que Cristo tanto soñó: Sal de la tierra, luz del mundo.
Mi homilía de hoy, pues, por eso quiere titularse así: El Divino Salvador y el Papa, señal de Dios con Nosotros. Y sepamos explotar esas señales; y sepamos hacernos luminosos con la luz del Divino Transfigurado, luminosos con la bondad y la verdad de la cabeza visible de la Iglesia. Mi pensamiento de desarrollo en estas tres ideas: 1º) Deseo de Dios y capacidad de los hombres para encontrarse mutuamente; 2º) Signos de la presencia de Dios entre nosotros; y en 3º) lugar. El Papa, la gran señal de la Iglesia, el gran sacramento de la Iglesia.
En la primera lectura se describe en forma bellísima este primer pensamiento, el deseo que Dios tiene de estar con los hombres; de sentirse presente en la Humanidad; de que los hombres lo sintamos y la capacidad que el hombre tiene para captar esa visita, esa presencia esa inhabitación de Dios en el mundo. Y es un escenario que no remonta otra vez al 6 de agosto. Elías, uno de los personajes que aparecen con Cristo, huyendo de una persecución por haber defendido los derechos de Dios, ha atravesado el desierto, difícil caminar de 40 días, y ha llegado al Monte Oreb. El monte Oreb, es el mismo Monte Sinaí, donde el otro personaje de la transfiguración Moisés, siglos antes de Elías, había platicado con Dios y había recibido de Dios los mandamientos. Quien ha visto la preciosa película del Exodo, recordará aquella escena sublime de Moisés recibiendo de Dios la Legislación que ha de regir en su pueblo. Y así tenemos que ese Monte Oreb o Sinaí, Dios ha querido hacerlo un signo de su venida al mundo, de su presencia entre nosotros y los dos personajes conspicuos de esa presencia de Dios en el Sinaí: Moisés y Elías, son los dos protagonistas del Viejo Testamento que aparecen, con el Divino Transfigurado, el 6 de agosto de nuestras fiestas patrias.
Lo que pasó con Moisés, está pasando este domingo con Elías. Dios le dijo a Moisés que se preparara porque iba a ver el paso de Dios y Moisés se cubre el rostro, porque nadie puede ver a Dios sin morir -dice la Biblia- para significar su trascendencia, su majestad infinita. Y sólo cuando ha pasado de frente a Dios, Moisés puede ver la espalda de Dios. Casi eso es lo que miramos siempre, hermanos, no podemos mirar a Dios así como nadie puede mirar al sol frente a frente. Por que si lo miramos, sufríamos los efectos del sol, a Dios tampoco lo podemos mirar de frente. Somos demasiado pequeños, nuestras pupilas demasiado limitadas; pero sí podemos ver su espalda, su paso, su rastro y es lo que Elías También en la teofanía de esta mañana, se nos presenta Dios diciéndole: -Sal y aguarda al Señor que va a pasar. Pasó antes un viento huracanado que agrietaba montes y peñascos; se sintió el estremecimiento de un terremoto; después las llamaradas de un incendio y en todas estas tres manifestaciones -dice la Biblia- no estaba allí el Señor. Pero después se escuchó un susurro, un vientecillo, algo insignificante y allí estaba el Señor.
Parece como que allí toma el Concilio Vaticano II cuándo nos dice las dos clases de revelación que Dios ha hecho a los hombres. Dios se ha revelado en una forma natural: La creación y la conservación de la creación. El Concilio llama un testimonio perenne de sí mismo, de Dios. Quien mira la creación, quien ve la conservación tan equilibrada y tan maravillosa de la naturaleza; y aún aquél que siente el estremecimiento de los terremotos; y siente las llamaradas de los incendios; las fuerzas de los huracanes; la belleza de la creación y la sublimidad de los fenómenos que el hombre sólo puede admirar, pero no puede frenar. La tempestad misma que Pedro sintió en el Lago de Genezareth. Qué chiquito se siente el hombre ante esta manifestaciones de la omnipotencia del Creador en su creación. Son testimonio de sí mismo. Testimonio perenne, donde quiera que abramos los ojos o los oídos o captemos el susurro de la creación y Dios nos está hablando: esta es la revelación natural, por eso San Pablo decía que ningún hombre es escusable ni se le puede perdonar el negar a Dios. Se necesita ser muy estúpido o muy soberbio para decir que Dios no existe. A Dios se le ve aunque sea en las espaldas de su creación. Va pasando el Señor… Hermosas poesías han surgido de los poetas que van con las creaturas, como las huellas del creador que va pasando; y así como se descubre que ha pasado un hombre cuando se mira su planta dibujada en un arenal, se siente que Dios a pasado cuando su planta de creación y de conservación va pasando continuamente por nuestro mundo, tan cerquita de nosotros.
Pero. Cuando Dios distingue la brisa suave y una manifestación más exquisita suya, el Concilio la llama una revelación sobrenatural. Quiso revelarse y manifestar el misterio de su voluntad. Por Cristo y con él su espíritu, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina. Habla con los hombres como los amigos hablan entre sí. Quien tiene un amigo, comprende esta bella separación. Donde no hay secretos, donde hay confianza, donde hay desahogos, donde los secretos se comunican sin temor de ser denunciados; así habla Dios, sus secretos, sus destinos, sobre la creación, sobre el hombre, sobre su Iglesia. ¿Qué quiere Dios de la Humanidad? él, el dueño de la historia. Qué hermoso es sentirse como Adán en el paraíso, donde la Biblia dice que Dios bajaba a platicar con él. Son los momentos sabrosos que Cristo hijo del hombre sentía. En ese momento que nos ha revelado el evangelio de hoy, subió solo a la montaña para orar. A Cristo lo encontramos muchas veces en este diálogo con su Padre. Y es que nos quería enseñar que hay que vivir en continua comunicación con él. Y que hay que vivir de su vida. Que no hay que vivir del pecado, de la mentira, que hay que negarse en la belleza, en la sublimidad de Dios para darle gracias por los favores recibidos; para pedirle perdón por nuestras infidelidades; para pedirle, cuando nuestras limitaciones topan ante la importancia de lo grande que se nos pide. Es necesario saber comprender que tenemos esa capacidad y que Dios tiene el deseo de llenar esa capacidad.
Esto es lo bello de la oración y de la vida cristiana, que el hombre logra comprender que un interlocutor divino lo ha creado y lo ha elevado con capacidad para poder hablar de tú a tú. Qué daríamos nosotros por tener esa potencia y crear un amigo a nuestro gusto y, con un soplo de nuestra vida, darle la capacidad de comprendernos mutuamente y de platicar tan íntimamente. Que sienta que él, verdaderamente, es otro yo. Eso lo ha hecho Dios. El hombre es el otro yo de Dios. Nos ha elevado para poder platicar y compartir con nosotros sus alegrías, sus generosidades, sus grandezas. Que interlocutor más divino. Como es posible que los hombres podamos vivir sin orar. Como es posible que el hombre pueda pasarse toda su vida sin pensar en Dios. Tener vacía esa capacidad de lo divino y no llenarla nunca. Si sólo ésto lograra, hermanos, en mi homilía de hoy: Despertar un interés por descubrir eso que talvez nunca se ha descubierto.
Como aquel Marcelino Pan y Vino que sube al piso donde se encuentra con Cristo para platicar con él. ¡Qué dicha poder encontrarlo! Nosotros talvez no hemos subido a ese segundo piso y por eso vivimos a ras de tierra, sólo platicando miserias de hombres, intrigas de hombres, mentiras de hombres y no nos subimos a ese piso o como Cristo a la montaña para hablar a solas con nuestro Dios. Y ese segundo piso lo llevamos aquí dentro -dice el Concilio- Dios ha creado para el hombre la conciencia, como un santuario íntimo donde él baja para platicar a solas con el hombre y donde el hombre decide su propio destino.
No seamos esclavos de nadie. A nadie llaméis maestros en la tierra, decía Cristo. ¡Miren que rebeldía más grande! Pero es la rebeldía santa del que ha encontrado al único que hay que llamar Señor. Cuando se ha encontrado a ese Señor y Maestro que ilumina la verdad en la intimidad de la propia conciencia, se es libre de verdad. Se pueden decir las cosas con la seguridad de que Dios respalda lo que se está diciendo. Ojalá, hermanos, que nuestro pueblo, devoto del Divino Salvador del Mundo, sepa comprender esta grandeza; este designio por el cual Dios nos ha creado con capacidad para entenderlo; para platicar con él y, sobre todo, comprender el deseo que Dios tiene de platicar con nosotros y de compartir su vida con nosotros.
¿Cómo sabemos que Dios vive en el mundo? Es mi segundo pensamiento. Las señales de la presencia de Dios. Además de esas señales naturales que decíamos, como rastros del Dios que pasa, revelación natural, ¡tenemos señales maravillosas! de la revelación sobrenatural. Y aquí invoco la segunda lectura: San Pablo comienza a enfrentar en este capítulo noveno de la Carta a los Romanos, un problema que le duele tanto, que hasta dice que quisiera llegar a ser maldición para que su gente lo comprenda.
Cuando Pablo ha llegado a platicar con Dios y a comprender que su pueblo Israel es una señal del Dios que quiere venir a salvarnos; y cuándo mira a sus compasiones israelitas que han rechazado el momento en que Dios vino: Cristo. Entonces le duele que sus paisanos sigan poniendo su confianza en la Ley de Moisés, en las obras de la Ley y que quieran creer más en las instituciones de los hombres que en el amor que justifica, de un Dios que nos manda a su propio Hijo. El que ha tenido la dicha de conocer a Cristo, que es como la cumbre de las revelaciones del Viejo Testamento, sabe que todas las escaladas del Viejo Testamento, no eran más que andamios, ni eran más que puntales; pero que una vez que Cristo ha venido y con su muerte y su resurrección ha llenado la plenitud de las promesas de Dios y ha salvado al mundo, ya no se necesita ni circuncisión, ni templo de Jerusalén, ni sacerdocio de Aarón ni todas las leyes de Moisés; y este fue su gran conflicto, el gran conflicto que le toca tan íntimamente, que hasta llega a decir: Aunque me condene Dios, yo recibo esa condenación con tal que mis paisanos comprendan esta gracia del pueblo escogido, que no la han sabido comprender.
Israel es la señal de Dios con nosotros. Israel con sus privilegios que hoy nos ha mencionado la segunda lectura, cuando Pablo ya había dejado la Ley Mosaica y se había hecho cristiano, puede decir con alegría: Como cristiano que soy, voy a ser sincero; mi conciencia iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento, ¡Pobre Pablo! cuando se hizo cristiano, lo trataron como tratan los judíos a quien se hace cristiano; traidor, anatema -quiere decir maldición-, objeto de maldición ésto era Pablo, objeto de maldición porque se había hecho cristiano. Pero él dice: -Créanme, mi conciencia iluminada por la verdad del espíritu, por ese Cristo que los está amando y que quiere darse a conocer, siento una gran pena y un dolor inmenso, incesante; pues, por el bien de mis hermanos, los de mi raza y sangre, quisiera incluso, ser un anatema, una maldición, lejos de Cristo.
Y aquí comienza la enumeración: Por que Israel es señal de Dios entre los hombres y porque fueron adoptados como hijos. A ningún pueblo le dijo Dios tú eres mi hijo, como a los descendientes de Israel.
Segundo, tiene la presencia de Dios. En ningún pueblo que marchaba por la historia, se hizo tan presente la gloria de Dios, como cuando Israel, caminando por el desierto, sentía que Dios bajaba en la luminosidad de una nube que iluminaba la noche y que en el día los defendía del sol. Y que cuando se consagró el templo de Jerusalén, una gran humareda y claridad lo llenó. La claridad de Dios, la presencia de Dios se hacía sensible en ese pueblo.
Tercero, la Alianza. Estamos en el Monte Sinaí, precisamente esta semana, con Elías, con Moisés, con el Divino Transfigurado y sabemos que en una montaña Dios ha hablado al pueblo: -Seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Esta es mi ley. Y cuando Cristo inaugura la Eucaristía que estamos celebrando esta mañana, traslada toda esa riqueza de la Alianza a nuestro altar. Esta es mi sangre que se derrama como alianza con vosotros. Alianza del nuevo y eterno testamento. Yo no habrá otra alianza, pero la del Sinaí prefiguraba la del altar, y la del altar que estamos celebrando hoy. Hoy queridos hermanos, la Catedral y las comunidades que están en sintonía, somos el pueblo de Israel en alianza con Dios, celebrando nuestra alianza.
Cuarto, la ley. Es otro privilegio. Ningún pueblo -dice la Biblia- ha recibido una ley tan sabia porque viene de la misma sabiduría de Dios, como el pueblo de Israel. Israel conocía por la ley qué quería Dios y qué no quería Dios. San Pablo elogia la ley, pero dice: -Ya no basta la ley, porque Cristo ha venido ha completar la ley y a darnos la fuerza para cumplir la ley. Pero la ley siempre es un don, porque aunque en el Viejo Testamento se nos escribieron los diez mandamientos de la Ley de Dios, siguen vigentes ahora también. Al que cree en Cristo, plenitud de la ley, también le obliga el Decálogo del Viejo Testamento. La ley es un privilegio, es el que conoce de verdad que quiere Dios y que no quiere Dios.
El culto, también, otro privilegio de Israel. El culto era toda aquella Organización y Legislación con que Dios inspiró a Moisés, escoger una familia para hacer sacerdotes y los ritos que desempeñaban en el Templo de Jerusalén. Eran maravillas aquellas liturgias donde Dios, se hacía presente para recibir de los hombres, representados por sus sacerdotes, el homenaje humilde, agradecido, arrepentido y desde donde bendecía a ese pueblo que se seguía sintiendo pueblo de Dios, y que en su Templo sentía como el alma de su nacionalidad.
Las promesas. Las promesas -dice San Pablo- son otros privilegios del Viejo Testamento. Son una señal de que Dios está presente con los hombres. Cuando un pueblo ha sido escogido para dictarle promesas tan certeras, tan eficaces, que podemos decir esto: Ningún hombre ha podido escribir su biografía antes de nacer; pero sí hay un hombre, es Cristo. Los profetas anunciaron desde siglos antes, la fisonomía, la figura, el espíritu, lo que Cristo venía a hacer. Eran las promesas de Dios. Y por eso San Pablo, cuando habla de Cristo, lo llamó el Amén, el cumplimiento de las promesas de Dios. Por eso a San Pablo le duele que no hayan querido aceptar el cumplimiento por quedarse con las promesas. Siente la tristeza de un pueblo, más pagado de su culto, institución humana, que por el amor de Dios que inspira ese culto. Y todavía sigue la lista.
Los patriarcas. Aún el Nuevo Testamento se alegra cuando pronuncia: El Dios de Abraham, el Dios de Jacob, el Dios de Isaac. Aquellos hombres que nuestra tradición teológica llama los collados eternos, hombres que como cumbres de la humanidad, tocaron a Dios, se llamaron amigos de Dios, y ellos recibieron las primeras promesas y son como los padres de nuestra fe. Así llamamos todavía los cristianos a Abraham, el padre de nuestra fe.
Y por último, Cristo, el Mesías. Que está por encima de todo. Dios bendito por los siglos. San Pablo que ha ido como poniendo esta montaña de privilegios, y en la cumbre ponía los Patriarcas de los cuales brota Cristo. Como que ya el pueblo, la Humanidad, ha tocado lo divino y una flor de esta Humanidad privilegiada: María, la Virgen, recoge en sus entrañas al Verbo de Dios y lo hace hombre que aparece en el mundo. Hijo de nuestros patriarcas, Hijo de las promesas de Dios. A este Cristo es al que hay que recibir, dice Pablo. Este Cristo es el que encarna la presencia de Dios en la historia de Israel. Dios estaba presente en toda la historia de Israel, porque venía como una historia embarazada con el gran Hijo del Hombre. Traía como preñada la divinidad de Dios en promesas, hasta que da a luz en la noche santa de Belén. La Virgen no es sólo una mujer, es toda una raza. Es todo un pueblo privilegiado que en las promesas de Dios ha encontrado una encarnación, allí, en María.
Pero además de Israel, además de las promesas hechas a Israel y Cristo que es la flor de esas promesas, hermanos, en estos días, en que la Iglesia se hace noticia tan de primera página, yo les quiero decir también con alegría inmensa, la Iglesia es hoy a partir de Cristo, cumplimiento de las promesas, la Iglesia sigue prolongando la presencia de Dios entre los hombres. El Israel de Dios, llama a Pablo a este pueblo cristiano que está reunido hoy en Catedral. El Israel de Dios. Israel no vale tanto por ser hijo de Abraham, vale por ser hijo de las promesas de Dios. Vale por haber sido el encargado de traer a Cristo. Y el nuevo Israel, la Iglesia, es hoy también la encargada de hacer presente a Nuestro Señor y Salvador: Jesucristo.
Y aquí llegamos ya al tercer pensamiento de mi homilía, y es que el evangelio de San Mateo, escrito ya en las comunidades cristianas, en el nuevo Israel, es el fruto de reflexiones profundas como las que estamos haciendo ahora. Lean a San Mateo y continuamente encontrarán: -Esto sucedió para que se cumpliera lo que habían anunciado los profetas. De modo que Mateo es como el traslado del viejo Israel al pueblo Cristiano. Y precisamente, en el pasaje de hoy, encontramos una descripción de la Iglesia, porque -y esto es bueno que lo tengan en cuenta, sobre todo aquellas comunidades que reflexionan mucho el evangelio, si quieren se los mando por escrito-, si todo el evangelio de San Mateo es como un poema cantado al Reino de Dios, -al Reino de Dios que viene, Reino de los cielos lo llama Mateo que viene a este mundo y se hace presente entre los hombres, en un Mesías niño, en una promulgación de lo que va a hacer su espíritu, las bienaventuranzas. Y los domingos recién pasados, en las parábolas nos estaba describiendo Cristo el Reino de los cielos con su humildad, como la tenía demostrada; pero con su puerta expansiva que nadie la puede detener a pesar de los obstáculos de la cizaña y de los malos peces.
Toda esa reflexión nos lleva a pensar ahora en los capítulos del 13 al 18 de San Mateo. Nos hablan de la comunidad humana, donde ese Reino de Dios comienza ya a ser realidad. Y en esa comunidad humana, concreta, hay un hombre principal que se distingue como cabeza. Y hay allí en esos tres capítulos, tres pasajes de San Pedro, uno de ellos es el de hoy, donde Pedro aparece en aquella nave como el principal. Pero la nave en sí, donde van unos apóstoles y que Cristo va cerca de ella, aunque no lo sientan, aunque lo confundan con un fantasma. Esa navecita, según San Mateo, representa la Iglesia, la comunidad de hombres que ha de creer en Cristo y que tiene unas autoridades dejadas por Cristo: Los apóstoles, entre los cuales se destaca el principal, el príncipe de los apóstoles que es en su sucesor, el Papa actual.
Pero es hermoso pensar, en esta mañana, como hemos pensado tantas veces, en nuestra Iglesia perseguida. Que por más que se niegue ésto sigue siendo una verdad. Se persigue a la comunidad cristiana que trata de ser fiel y de identificarse con ese Cristo. Es la borrasca, la tempestad que quiere aparecer a Cristo como un fantasma. Que hace sentir a Cristo como con miedo y muchos se apartan. Pero es allí cuando Cristo nos pide pruebas de fe valientes y donde Pedro aparece como el principal probado en la fe; y que necesita una fe especial y que entra en unas relaciones muy suyas que no tienen los otros apóstoles con el Cristo que le tiende la mano para identificar la unidad entre Cristo y Pedro y la Iglesia que va con Pedro.
En la Constitución del Concilio sobre la Iglesia se describe una cosa que a mí me viene muy importante ahora, hermanos, y es que volviendo otra vez al problema de San Pablo, porque si Israel era la señal de la presencia de Dios en el Antiguo Testamento y si la Iglesia cristiana es la señal de la presencia de Dios entre nuestros contemporáneos, ¿por qué no es santa la Iglesia? Pero a pesar de todo ¿por qué es necesaria la Iglesia?
Yo les quiero proponer estos tres principios. Ténganlos muy presentes en estas horas en que la Iglesia está en conflicto. Primer principio: Dios está en Cristo y Cristo está en la Iglesia; pero Cristo desborda la Iglesia, es decir la Iglesia no puede pretender tener del todo a Cristo. Al modo de decir, sólo los que estén en la Iglesia son cristianos. Hay muchos cristianos de alma que no conocen la Iglesia, pero que talvéz son más buenos que los que pertenecen a la Iglesia. Cristo desborda, como cuando se mete un vaso en pozo abundante de agua, el vaso está lleno de agua, pero no contiene todo el pozo. Hay mucha agua fuera del vaso. Así dice el Concilio, que hay muchos elementos de verdad y de gracia que pertenecen a Cristo y que no están en la Iglesia. Esta es una de las grandes revelaciones, diríamos redescubrimientos de una gran verdad, para quienes se sienten orgullosos vanamente, de la institución Iglesia, sepan que podemos decir: Allí, no son todos los que están, ni están todos los que son.
No están todos los que son, hay muchos cristianos que no están en nuestra Iglesia. Bendito sea Dios que hay mucha gente buena, buenísima fuera de los confines de la Institución Iglesia: Protestantes, judíos, mahometanos, etc. Un acontecimiento como el que he vivido esta semana, hace sentir, algo de esto. La muerte del Papa, ha estremecido no solamente a la comunidad institucionalizada que se llama Iglesia. Ha trascendido, ha desbordado también la Iglesia, porque sienten en el Papa una presencia que ellos, a su modo, presienten.
El segundo principio es este: Pero la Iglesia es signo de la presencia de Dios y por eso es necesaria. Aunque la Iglesia no contenga del todo Cristo, es señal de que Cristo está en el mundo. Volvamos a la comparación. El vaso de agua que se saca de la fuente, no contiene toda la fuente, pero es señal que aquella agua es de esa fuente, de que existe una fuente de la cual se pudo sacar ese vaso de agua. Oigan lo que dice el Concilio: «A esta Sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente, quienes poseen el espíritu de Cristo, aceptan la totalidad de su organización y todos los medios de salvación establecidos en Ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante el Sumo Pontífice y los obispos por los vínculos de la profesión de fe, de los sacramentos, del Gobierno y comunión eclesiástica. No se salva sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia en cuerpo, más no en corazón». Se puede pertenecer a la Iglesia en cuerpo, se puede estar en la Misa de Catedral corporalmente, pero no estar en corazón. Se puede estar en la Iglesia de cuerpo; pero no ser de la Iglesia, porque no se está de corazón. No basta decir: Soy una familia bautizada. Si no vives conforme con el cristianismo no perteneces de corazón a este cuerpo místico de la Iglesia.
No olviden todos los hijos de la Iglesia que su excelente condición no deben atribuirla a los méritos propios, sino a una gracia singular de Cristo, a la que si no responden con pensamiento, palabra y obra, lejos de salvarse serán juzgados con mayor severidad. Quiere decir que nosotros los católicos, tenemos la dicha de haber conocido los medios de salvación que Cristo ha atraído. En este vaso que se llama la Institución Iglesia, está el Papa, la jerarquía, los sacramentos que son instrumentos de Dios para darnos la salvación. Pero no basta tenerlos a nuestra disposición. Y aún los mismos instrumentos podemos también ser condenados porque podemos ser instrumentos de la gracia de Dios y sin embargo no aprovechar para nosotros esa gracia de Dios.
Por eso, ahora en que hablamos del Papa y de la Iglesia como Institución, tengamos muy en cuenta esto. Que ni los sacerdotes, ni los obispos, ni el Papa, ni los sacramentos, ni las organizaciones eclesiásticas, contienen del todo a Cristo. Pero que son necesarias para hacerse presente y como un signo sensible, la presencia de Dios entre nosotros.
Por eso el tercer principio es este: No todos los miembros de la Iglesia, poseen e irradian a Dios. San Pablo precisamente, se está lamentando de que un pueblo tan privilegiado no haya querido aceptar a Cristo. Y dice: -Pero por gracia de Dios siempre queda un resto. La Virgen, San José, los apóstoles, los primeros cristianos convertidos del judaísmo, son el resto que fue fiel a la promesa y aceptó a Cristo. En cambio el pueblo, siguió creyendo en su Institución. Mucho cuidado católicos, comenzado por nosotros, los Ministros de Dios, no creamos que por ser obispos o sacerdotes y por ser Institución Eclesiástica, somos lo mejor del cristianismo. Somos signo, pero puede ser como la campana que es signo y llama, pero se queda fuera. He aquí cómo Cristo también nos llama la atención a todos los que formamos esta Institución, lo visible del cristianismo, para que tratemos de ser verdaderamente signos de una presencia de Dios, en el mundo.
Y por eso el Papa, lo llamo yo, para terminar, hermanos, la gran señal de la Iglesia. «Ubi Petrus ibi celesia», dice la teología. La Iglesia está donde está Pedro y ésta es una de las cosas más bellas de esta semana. Hemos sentido dónde está el centro del catolicismo. Lo que no pueden mostrar otras confesiones cristianas. Lo que no pueden mostrar otras religiones. Por eso les digo, es necesario que exista la Institución. El Papa en su humildad, se creía el hombre inútil. Y sin embargo, él mismo, frente a los protestantes en Ginebra, dice: -Mi nombre es Pedro. Yo soy Pedro. Cristo ha querido de mi humilde persona, el signo de su presencia, el centro de su Iglesia.
Cuando el Concilio Vaticano II, tomando también del Vaticano I, enseña qué es el Papa, nos dice esto: «Para que el episcopado fuese uno e indiviso, puso al frente de los demás apóstoles al bienaventurado Pedro que instituyó en la persona de él mismo el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de fe y de comunión». Esta doctrina sobre la Institución, perpetuidad, poder y razón de ser del sacro primado del Romano Pontífice y de magisterio infalible, el Santo Concilio la propone nuevamente como objeto de fe inconmovible a todos los fieles.
Es dogma de fe definido en el Concilio Vaticano I, 1870 que el Papa tiene un primado que es infalible, que es la autoridad suprema del pueblo de Dios universal.
Por eso, hermanos, cuando ha muerto Pablo VI, nos está diciendo, a la luz de las palabras de Dios hoy, que Dios anhela estar con los hombres y que los hombres tenemos capacidad para estar con Dios, hasta el punto de poder hacer una organización humana que se llama Iglesia, donde Dios vive con los hombres, y la señal de verdad de esa presencia de Dios en su Iglesia, es el Papa. Es hermoso pensar, si hubiera tiempo para describir aquí, la figura la fisonomía, que rico es el pontificado romano, cuando siendo un solo encargo de mantener el fundamento y unidad de su Iglesia, va tomando fisonomía, características tan propias, según la personalidad del hombre escogido para esa institución. Muchos de ustedes como yo, podemos mencionar Papas desde pío XI, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, qué figuras más distintas en lo humano. Y cuando Juan XXIII subía, vestido ya como Papa, al balcón de San Pedro para anunciarse al mundo como Pastor del universo dijo: Muchos están esperando como será el nuevo Papa; será un estadista, será un diplomático, será un organizador. Todos esos andan equivocados, dijo el Papa, todas esas cosas pueden servir de adornos. Pero lo que deben de buscar en el Papa, es el Pastor. Y trataré de ser el Pastor, representante del Buen Pastor.
De Pablo VI, yo le decía a los queridos sacerdotes en la reunión, ese carisma de poder hablar de Cristo y de la Iglesia, que defendió la identidad de la Iglesia a pesar de la audacia con que llevó la Iglesia hasta las fronteras de donde no puede pasar. Ese «aggiornamento», ese estar al día en la teología y en los problemas de la Humanidad, esa primacía de lo espiritual, ese diálogo abierto con el mundo. etc. La fisonomía cambia con cada hombre que sube al romano pontificado, pero la institución es la misma. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Por eso hermanos, terminamos diciéndole al Señor: Muchas gracias por haber creado el Pontífice Romano y por conservarlo a través de veinte siglos. Y cuando parece que todo se ha acabado, cuando Pablo VI muere y no hay ningún presagio de quién será su sucesor, precisamente entonces, cuando parece que la Iglesia está más acéfela y más confusa, cuando llora orfandad, está más llena de esperanza. Vendrá el Pontífice que convenga a nuestro tiempo. Los periódicos pueden cavilar: ¿Cuál será, quién será? Pero talvéz será el que menos se menciona. El humilde Cardenal Sarto no se imaginaba que él iba a ser el gran sucesor de León XIII, humilde hijo de campesinos y fue Juan XIII. Y así nos da sorpresas la historia de la Iglesia, porque es la historia de la salvación, es el pensamiento de Dios encarnado en lo humano. Pidamos mucho al Señor, hermanos, para que este pontificado que se avecina, sea verdaderamente digno de la fe que tenemos en esta Iglesia.
Y ahora comprendemos en esta perspectiva de la Iglesia, por qué nuestra Iglesia vive aquí e la Arquidiócesis y el cuál debe ser la sabia que la alimenta; es la presencia de Dios, la confianza, la esperanza en Dios. Y allí tendríamos muchos acontecimientos eclesiales que mencionar en estos días. Por ejemplo, los días de los fundadores de grandes congregaciones religiosas que trabajan entre nosotros: 31 de julio, San Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas; 1º de agosto, San Alfonso María de Logorio, fundador de los Redentoristas; 8 de agosto, fiesta de Santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos; 15 de agosto, fiesta patronal de las religiosas de La Asunción.
Una visita al Noviciado de las Carmelitas de San José nos hace sentir la vida religiosa en nuestro ambiente. La solemne procesión que, en la capilla del Seminario, tuvo en estos días el Instituto Secular Paulino. Tengamos en cuenta, hermanos, que la vida religiosa desborda, ahora también, a la vida secular, que ustedes seglares pueden consagrarse también, a una vida consagrada al Señor.
Y ahora también, en el mundo así de los laicos y de los pobres, qué emoción he sentido cuando estaba ayer en la Comunidad de la Fosa celebrando la Misa con comunidades cristianas que se ven surgir por todas partes en nuestra capital. Y esta tarde estaremos también en San Ramón.
Pero, por otro lado, también queremos ver que este sol de la Iglesia que trata de ser más brillante -y que le suplico a todos los católicos, trabajar para que hagamos verdaderamente un pueblo de Dios que sea presencia de Dios en el mundo -ilumine ese ambiente gris que nos rodea.
En esta semana, todos saben las noticias misteriosas del caso del Señor Matsumoto. Declaraciones muy técnicas que nos llevan a pensar un poquito en aquel adagio filosófico «quod multum probat nihil probat». De todos modos, pedimos que se deduzcan responsabilidades. No sólo en el caso del Señor Matsumoto, sino en tantos casos que están quedándose en el misterio y también que no se vaya a ultrajar la fama y la vida de inocentes por cubrir misterios o con pretextos de seudo investigaciones. Expresamos con este motivo nuestra condolencia a la familia Matsumoto, especialmente a su viuda esposa, y las hemos invitado para ofrecer una misa mañana, a las cinco, en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia.
También lamentamos, en esta semana, el secuestro del Señor Tomás Armando Monedero y el asesinato de su viejo motorista José Bruno Díaz Velásquez. No podemos menos que repudiar siempre, estos medios y recursos a la violencia y pedir oraciones por el difunto y para que vuelva la paz a nuestro ambiente.
Socorro Jurídico ha denunciado anomalías legales en capturas y procedimientos de profesores de ANDES y en capturas de campesinos. En Suchitoto, en cantones de San Vicente, en Cinquera, en Apopa, en Zacatecoluca, en Chalatenango. También por información de Socorro Jurídico, hemos sabido que en el plazo de 15 días, son 22 las personas capturadas por violaciones a la famosa Ley de Orden Público; pero que mañana, gracias a Dios, una comisión respaldada por más de mil quinientas firmas, irá a la Asamblea Legislativa, a pedir la derogación de esa nefasta ley. Y piden también estar presente cuando se discuta la petición que se ha hecho.
Se publica en Orientación hoy, una carta de los cristianos de Cinquera, les suplico que la tengan muy en cuenta. Denuncias de cosas muy crueles. A la Guardia Nacional y a la ORDEN se les atribuye muchos crímenes. El último, el del pobre Irineo Valle que deja viuda y huérfanos; y en nombre de ellos, yo les pido a todos que sigan ayudando, que Cáritas de nuestra Arquidiócesis es la mano de caridad que pide a los que pueden dar para dar a los que no tienen.
Tenemos que agradecer a la Asamblea, el gesto de simpatía con el Papa al declarar duelo por su muerte. Ojalá ésto conlleve también, a un cuidado para que no se propalen tantas calumnias contra la Santa Sede y contra el Romano Pontífice.
Queridos hermanos, como ven, un pueblo que peregrina, que lleva consigo esta gran misión: Hacer presente a Dios en el mundo. Recibamos con honor a esta gran reflexión y agradezcámosle al Señor; y vamos a hora, como quien alimenta su lámpara para que arda mejor. Nos acercamos al altar, que es nuestro Sinaí, donde Cristo en la montaña de la transfiguración ilumina a todo su pueblo para que siga caminando en medio de los ambientes grises de nuestra historia, iluminado con la claridad de Dios, las situaciones de nuestro país.
Lecturas: Daniel 7,9-10.13-14 2ª. de Pedro 1,16-19 Mateo 17,1-9
Queridos hermanos:
Sr. Obispo Auxiliar, Sr. Vicario General y representante de la Diócesis de Santa Ana, Señores Canónigos, Presbíteros y fieles de esta comunidad que hoy bajo la sombra del Divino Salvador han venido a celebrar la fiesta de la Transfiguración. Y me parece que nunca la patria es tan bella como bajo la luz de este sol del transfigurado, en el rostro de Cristo convertido en sol. Reconocemos el origen primero de esta naturaleza tan bella de nuestra patria; y cuando el pecado de los hombres sometió la naturaleza a la esclavitud, al egoísmo, a las pasiones, en Cristo encontramos la esperanza de la restauración, la belleza primigenia y la esperanza de su restitución lo que nos hace ver la maravilla de nuestros volcanes, de nuestros lagos, ríos, llanuras y mares embellecidos como nunca, porque si es cierto que gimen bajo el peso del pecado y del egoísmo, en Cristo anhelan y esperan la salvación de todos los hombres a los cuales la misma naturaleza inanimada, está íntimamente unida. Así se explica esa mirada de fe, de nuestros pueblos, de nuestra muchedumbre desde ayer por la tarde llenando como una pleamar nuestra capital y levantándose a las alturas del Divino Salvador, con una oración, con un suspiro de esperanza.
En tí Señor, encontramos el verdadero sentido de nuestra vida, tú eres la clase de nuestra historia, tú eres la palabra por la cual Dios creó las cosas y en las cuales Dios redimirá el mundo esclavizado. Hay una palabra, en la liturgia de la palabra de hoy, que nos da la clave para entender este misterio de Cristo. Clave de la historia y de la naturaleza y de nuestras esperanzas, la palabra es esta: El Hijo del Hombre. Cuando terminaba la visión, Cristo les dice a los apóstoles: «No digáis nada de lo que habéis visto, hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos». Y la primera lectura nos da la explicación de esa palabra misteriosa. Al comentar hoy esta palabra de Dios en la fiesta más bella de nuestra patria, yo encuentro hermanos en el Hijo del Hombre y en el esplendor de su gloria, la luz que ilumina al pueblo peregrinante en la tierra; y escuchamos entonces, con toda la lógica de un Dios que conoce mejor que nosotros; quien es ese transfigurado. El imperativo que debe de llevarse cada uno de nosotros como un mensaje de la transfiguración: A él hay que escuchar. Lo primero lo que yo quiero explicarles es el significado de ese Hijo del Hombre en la plenitud de su gloria. Es una palabra, y precisamente la lectura de Daniel que se ha proclamado hoy nos dice que de allí la tomó Cristo para llamarse a sí mismo muchas veces en el Evangelio: El Hijo del Hombre. En primer lugar es un sentido individual, no tendría nada extraño llamar en hebreo Ven Adans, hijo de la humanidad, Hijo de Adán, hijo de la naturaleza humana; pero la Biblia -que además de este sentido que todo hombre puede llamarse así mismo hijo de la Humanidad, hijo del Hombre- le da un sentido de eminencia. Hijo del Hombre llama Dios al profeta que está hablando aquí. Hijo de Hombre es un hombre eminente, un hombre misteriosamente singular; y por eso lleva consigo también, un sentido colectivo que lo explica maravillosamente el profeta Daniel en la lectura de hoy: El pueblo de los santos del Altísimo y aquél panorama escatológico de un juicio en que se preparan sillas abundantes donde se van a sentar los hijos de la santidad del Altísimo y el Hijo del Hombre que viene entre las nubes; una sola cosa: El pueblo de los escogidos. El Hijo de Dios rodeado de hombres que han sido dóciles a su seguimiento. La santidad, que será coronada de gloria y a la que Dios hará el juicio de la historia.
Cristo anunció también que los que le sigan, se sentarán en las sillas de las tribus de Israel para juzgar a los habitantes de esas tribus y a todos los habitantes del mundo. El Hijo del Hombre entonces, tiene un sentido de colectividad, es Cristo cabeza, modelo ejemplar de toda una raza de redimidos. Es Cristo con su pueblo salvado. Y por eso, esta palabra Hijo del Hombre, ya sea en sentido individual como en sentido colectivo, tiene una profunda significación mesiánica. Cristo usa esa palabra cuando habla de su gloria; frente al Tribunal de los sacerdotes anuncia que verán al Hijo del Hombre descender de entre las nubes con la majestad de Dios. Y otras veces dice: Verán al Hijo del Hombre humillado, como el siervo de Yahvé, sobre el cual Dios deposita los pecados de la Humanidad para redimir a ese pueblo. Es un pueblo humillado, es un pueblo glorificado que se identifica con esa cabeza: Cristo. Y que puede decir: Cristo, es el Hijo del Hombre, todo el cristianismo con él a la cabeza.
Esperanzas de redención y coronación de gloria, todo eso significa en esta mañana nuestro divino transfigurado. Cuando en la cumbre del Tabor se presenta también el Hijo del Hombre, nos está dando en el breve relámpago de aquella noche de oración: La esperanza, el anhelo de felicidad, de alegría, de salvación, que el pueblo lleva en su corazón. Y cuando en esta mañana o ayer por la tarde en el hermoso trono de la «bajada», veíamos la figura de Cristo transfigurado -y el Evangelio nos ha recordado que, no sólo es la imagen este 6 de agosto de 1978, sino que fue historia en una noche de oración, cuando rodeado de profetas, de conductores del pueblo de Dios y de la futura jerarquía que se iniciaba en Pedro, Santiago y Juan- es toda su Iglesia, es todo el pueblo que lo quiere amar y seguir, el que se transfigura, el que se llena de luz, el que ya siente en esta tierra la luz que un día fulgurará en la eternidad.
Por eso hermanos, la segunda lectura que corresponde a mi segundo pensamiento. El Hijo del Hombre, luz del pueblo que peregrina en la tierra. Así me da gusto ver ahora a este pueblo, venido de toda la Comunidad de la Arquidiócesis y de más allá de nuestros límites, venir a negar su esperanza, su fe en la luz de Cristo. Parece que San Pedro ha escrito para nosotros los salvadoreños, esa hermosa carta segunda de la cual se ha tomado hoy la palabra de exhortación: Que permanezcamos fieles a la enseñanza que se nos ha dado, apoyada en el poder y en la gloria de Cristo y en el testimonio vivo de los apóstoles que vieron con sus propios ojos la clarificación del Redentor, y que viene a confirmar el testimonio de los profetas. Y allí está todo el Viejo Testamento en Moisés y Elías, y todo el Nuevo Testamento en Pedro, Santiago y Juan haciendo frente a las fábulas ingeniosas, a las doctrinas de los hombres, a las falsas redenciones que los hombres prometen, para que sepan confiar en él. Y esta fe -dice San Pedro ya casi convirtiéndose en un poeta- como una lámpara encendida en la noche, iluminará las tinieblas hasta que amanezca el lucero de la mañana.
Es la noche de nuestra historia, es el caminar de nuestro tiempo, son estas horas difíciles como las que está viviendo nuestra Patria, en que parece una noche cerrada cuando el sol de la Transfiguración se hace luz y esperanza en el pueblo cristiano e ilumina nuestro camino. ¡Sigámoslo fieles!
Queridos hermanos, por eso la Iglesia que se siente eso: Lámpara de Dios, luz tomada del rostro iluminado de Cristo para iluminar la vida de los hombres, la vida de los pueblos, las complicaciones y los problemas que los hombres crean en su historia, siente la obligaciones de hablar, de iluminar como la lámpara en la noche, siente la necesidad de iluminar las tinieblas. Por eso quiero anunciarles en el marco glorioso del 6 de agosto, que con esta fecha, así como el año pasado con esa misma fecha del 6 de agosto, vamos a publicar una Carta Pastoral, en la cual se iluminan dos problemas de nuestro pueblo: Las organizaciones populares y el problema -diríamos la tentación- de la violencia.
Pronto saldrá a la publicidad y yo quiero entregarla ya, desde ahora, esa Carta para que en las comunidades, en las familias, en los cantones, en el pueblo, en todas partes, se sepa captar el pensamiento de esta lámpara, la luz de la fe y de la Iglesia para iluminar a los hombres que se debaten en las realidades verdaderas de nuestro pueblo.
En esa Carta Pastoral se presentan esos dos problemas; y juntamente daremos, como anexos, mucha doctrina sobre la Sagrada Escritura y sobre el Magisterio de los Papas que iluminen y que den materia de reflexionar para que sigamos reflexionando sobre estas realidades. El centro de esa Pastoral está en presentar una identidad y una finalidad de la Iglesia: La evangelización. Precisamente lo que estamos diciendo.
La Iglesia es lámpara que tiene que iluminar y por tanto tiene que meterse en las realidades para poder iluminar al hombre que peregrina en esta tierra. Desde esa competencia suya -que no es salirse de su ámbito, sino mantener su deber difícil de iluminar las realidades- la Iglesia defiende el derecho de asociación y la Iglesia promueve una acción dinámica de concientización y de organización de los sectores populares para conseguir la paz y la justicia. La Iglesia, desde su Evangelio, apoya los objetivos justos que buscan también las organizaciones y denuncia también las injusticias y las violencias que pueden cometer las organizaciones. Por eso, la Iglesia no se puede identificar con ninguna Organización. Aún con aquellas que se califiquen y se sientan cristianas. La Iglesia no es la organización, ni la organización es la Iglesia.
Si en un cristiano han crecido las dimensiones de la fe y de la vocación política, no se pueden identificar, sin más, las tareas de la fe y una determinada tarea política; ni mucho menos se pueden identificar Iglesia y Organización. No se puede afirmar que sólo dentro de una determinada organización se puede desarrollar la exigencia cristiana de la fe. No todo cristiano tiene vocación política, ni el cauce político es el único que lleva a una tarea de justicia. También hay otros modos de traducir la fe en un trabajo de justicia y de bien común.
No se puede exigir a la Iglesia o a sus símbolos eclesiales que se conviertan en mecanismos de actividad política. Para ser buen político no se necesita ser cristiano; pero el cristiano metido en actividad política tiene obligación de confesar su fe en Cristo, y usar los métodos que estén de acuerdo con su fe. Y si en eso surgiera en este campo un conflicto entre la lealtad a su fe y lealtad a la Organización, el cristiano verdadero debe preferir su fe y demostrar que su lucha por la justicia es por la justicia del Reino de Dios y no por otra justicia.
Los sacerdotes y los laicos llamados a una colaboración jerárquica, es natural que por trabajar en una evangelización encarnada en la realidad del país, sientan más simpatías por un partido o por una organización que por otra; pero sabiendo que la eficacia de la misión de la Iglesia está en ser fieles a su propia identidad, tendrán como primera meta de su trabajo pastoral, ser animadores, orientadores en la fe y en la justicia, y dejarán las tareas concretas que origina la actividad política ordinaria para que la realicen quienes son más expertos en analizar y encauzar.
También hermanos, al tratar el problema de la violencia, es triste presentar el espectáculo que hoy tenemos que ofrecer al Divino Salvador del Mundo. Un cuadro de Sangre de desolación, de angustia y por eso reafirmamos ante el Divino Salvador del Mundo y a la faz de la Patria con toda la fuerza de nuestra fe, que creemos en la fecundidad de la paz que es nuestro ideal cristiano: No a la violencia, sí a la paz. Pero al mismo tiempo analizamos, con la moral tradicional de la Iglesia, el problema de la violencia. No es tan simple, hay matices que distinguen violencia institucionalizada: Aquella que ha hecho ya del modo de vivir una opresión para la mayoría. Se habla también de una violencia represiva del Estado, que mantiene a fuerza de armas una paz que no es la verdadera paz. Se habla también de una violencia revolucionaria: Aquella que el Papa llamaba «las tentaciones de la subversión», y es cuando un pueblo oprimido trata de levantarse a esa libertad a la que está llamado. Hay también una violencia espontánea: Cuando surge un atropello a la justicia en una institución, en una fábrica, espontáneamente lo que el hombre lleva de agresivo, surge en una violencia que no es organizada, pero que espontáneamente responde a una naturaleza. Y hay una defensa, mejor dicho una violencia que se llama legítima defensa, cuando a un inocente lo atropellan y él tiene que defender su vida o sus bienes.
Damos el juicio moral sobre esas diversas clases de violencia y hacemos un análisis de la situación en el país. Analizando las causas de tanta violencia de estos cuadros de solación y de muerte, decimos que son las mismas de la miseria actual. La intransigencia de unos, la represión violenta, aumenta este conflicto. Y puede justificar otra violencia y ésto es lo peligroso. Mientras no se quiten las raíces de donde está brotando una violencia, aunque sea injusta, también es injusta la raíz y es obligación trabajar por establecer unas raíces de donde pueda proceder la paz.
La paz tiene que ser obra de la justicia. Se repudia una violencia organizada, que ya toma una cierta mística de guerrilla o de terrorismo, y que endiosa la violencia como fuente única de justicia… Hace crecer la espiral de la violencia. No puede ser la solución de nuestros problemas. Y se exhorta la capacidad de agresividad que Dios ha dado a los hombres para trabajar por la justicia y por la paz.
Es curioso hermanos, cuando en esta mañana de la Transfiguración, miramos los personajes que rodean a Cristo, todos ellos son personajes violentos: Moisés, mató a un egipcio cuando veía reprimido a su pueblo en Egipto; Elías, pasó a cuchillo a los profetas falsos, los que atropellaban la dignidad del verdadero Dios; Pedro, desenvainó su espada cuando se quiso atropellar a Cristo en la noche de Getsemaní; Santiago y Juan fueron llamados por el mismo Cristo los «boanerges» -los hijos del trueno, hombres impetuosos- porque un día quisieron que lloviera fuego sobre un pueblo, porque no quería recibir a Jesús y a sus discípulos. Y allí los vemos, con toda su capacidad de violencia, con toda fuerza de agresividad, pero dóciles a Cristo. La agresividad de los hombres es un instinto que Dios les ha dado; pero si no lo saben iluminar Cristo cuando dice a los boanerges no saben ustedes de que espíritu son, el Hijo del Hombre no ha venido a matar, sino a salvar), entonces Cristo no mutila las fuerzas del hombre, pero las orienta por la fuerza cristiana. Y la Iglesia también hace un llamamiento cuando dice: «El cristiano es pacífico y no se ruboriza de ello; no es simplemente pacifista, porque es capaz de combatir, pero prefiere la paz a la guerra. Sabe que los cambios bruscos y violentos de las estructuras serían falaces, ineficaces sensibilismos y no conformes, ciertamente, a la dignidad del pueblo».
Por eso exhortamos en nuestra Pastoral a las fuerzas que se organizan, a una lucha honrada con los legítimos medios de presión. A no poner nunca su confianza en la violencia; a no dejar envenenar nunca sus justos reclamos con ideologías de violencia. La Iglesia, hermanos, lámpara en la noche, ilumina no sólo estos problemas sociales de la actualidad, ella también ilumina, la intimidad moral del matrimonio, la intimidad moral donde tiene su fuente la vida; ella está también en contra del aborto; ella está también contra las inmoralidades, contra el vicio, contra lo que es tiniebla y lleva al hombre por caminos de perdición. Esta lámpara de Cristo Transfigurado, quiera transfigurar nuestro pueblo.
Y por eso hermanos, termino recordando el imperativo de Dios en esta mañana; «Ipsum audite», oídlo. El, que predicó también la violencia, pero la violencia de la redención, la que hizo de su cuerpo la víctima de la violencia para pagar los pecados de todos los crímenes y de todos los pecados de los hombres. Este Cristo es el que nos habla en esta mañana, y yo quisiera interpretar vuestros labios -cerrados a la atención en este instante- en una plegaria que se levanta hacia el Cristo Transfigurado para decirle: ¡Señor, mira el triste cuadro que nuestra Patria te está ofreciendo. Vuélvete misterioso Salvador, y esta esperanza que en Tí ponemos, nos devuelva la paz que se ha perdido, porque no hay justicia en el ambiente!
Y por eso Cristo se vuelve también, y yo me atrevo a interpretar su palabra en esta mañana: En primer lugar al pueblo, al que sufre, al que lleva la cruz de una Tribulación para decirle: Háganse dignos del amor de Dios. No es simplemente por ser pobre que la Iglesia está con los pobres, es porque también al pobre tiene que reclamarle cuando sólo reclama derechos y no recuerda deberes; es que el pobre tiene que también promoverse y tiene que educarse y tiene que superarse; es que no es la pobreza sólo el tener, sino tener el espíritu dispuesto a recibirlo todo de Dios. También quiero decir a quienes tienen abundancia, que aprendan a compartir; nuestro divino Redentor, en esta mañana que se anticipa a la mañana del juicio final, está dando todavía la oportunidad: Todo lo que hiciéreis con ellos, conmigo lo hicistéis. No es limosna que se pide, es la justicia social que se reclama.
Y a todos los que han alcanzado un grado de dirigencia en el pueblo, profesionales o por su capacidad organizativa tienen puestos claves, a todos los que pueden llamarse dirigentes, aunque sean de un sector modesto, les diré: Hermanos, en nombre de Cristo, ayuden a esclarecer la realidad, busquen soluciones, no evadan su vocación de dirigentes. Sepan que lo que han recibido de Dios, no es para esconderlo en la comodidad de una familia, de un bienestar. Hoy la Patria necesita sobre todo, la inteligencia de ustedes. A los partidos políticos, a las organizaciones gremiales, cooperativas o populares, el Señor en esta mañana les quiere inspirar la mística de su divina Transfiguración para transfigurar también, desde la fuerza organizada, no con métodos o místicas ineficaces de violencia, sino con verdadera, auténtica liberación.
Tengan en cuenta este espectáculo de esta mañana: Es un pueblo que cree, es un pueblo que espera en Dios. No tengamos en menos este valor religioso de nuestro pueblo, no importemos fuerzas extrañas, donde no se conocen maravillas como las de El Salvador. Sepamos encontrar en el alma de nuestro propio pueblo la fuerza que Cristo le está dando para su propia redención. A quienes llevan en su mano o en su conciencia el peso de la sangre, del atropello de las víctimas inocentes o culpables, pero siempre víctimas en su dignidad de hombres, les diré: Conviértanse. No pueden encontrar a Dios por esos caminos de torturas y de atropellos. Dios se encuentra por los caminos de la justicia, de la conversión, de la verdad.
Y a quienes han recibido el terrible encargo de gobernar, en nombre de Cristo les recuerdo la urgencia de soluciones y leyes justas ante esta mayoría que está con problemas vitales de subsistencia, de tierra, de sueldo. El bien para todos, el bien común, tiene que ser un impulso como la caridad para el cristiano. Tengan en cuenta el derecho de participación que todos anhelan, porque cada uno puede aportar algo al bien común de la Patria y que se necesita hoy más que nunca. Una autoridad fuerte, pero no para unificar mecánica o despóticamente, sino para una fuerza moral basada en la libertad y en la responsabilidad de todos, para que todas esas fuerzas sepan convergir a pesar del pluralismo de opiniones y hasta de oposiciones al bienestar de la Patria. Den oportunidad de organizarse al pueblo, deroguen las leyes injustas, den amnistía a quienes han trasgredido leyes que no son del bien común, cese el amedrantamiento del pueblo -principalmente en el campo- haya libertad o consignación a los tribunales de quienes han desaparecido o están presos injustamente, haya posibilidades de regresar al país para los expulsados o los impedidos de volver por causas políticas.
Y finalmente, queridos hermanos, la voz de Cristo se hace más íntima, es para nosotros los que formamos su Iglesia: He distinguido bien, al pueblo de Dios que ha de ser un día el pueblo de los santos del Altísimo. No se identifica con el pueblo profano al que la Iglesia ayuda. Es un pueblo más íntimo de Cristo, casi diríamos, el ropaje de Cristo. Somos sus obispos, sus sacerdotes, sus religiosos, sus catequistas, las comunidades que se alimentan de la palabra de Dios y tratan de seguir íntimamente al Señor. A nosotros más que a nadie, la palabra de Cristo se vuelve un imperativo para que seamos de verdad la Iglesia que ilumina como lámpara en la noche. La Iglesia que no se confunde con otras luces para dar siempre la luz pura de Cristo, hermanos, una Iglesia que transparente a Cristo Transfigurado. En una palabra, queridos hermanos, salvadoreños o extranjeros, todos somos pueblo de Dios. Hagamos, en medio del pueblo salvadoreño, un pueblo de Dios que de verdad sea la Iglesia del Divino Salvador. Así sea.