Albores eucarísticos. Las fiestas de la Reina se abren con un albo preludio de eucaristía. Desde la espiritual capilla de la Medalla Milagrosa desfila la piedad migueleña el 17 de noviembre por la parte escoltando la custodia que lleva en triunfo al Santísimo Sacramento: La misma realidad divina de aquel inolvidable triunfo eucarístico de 1935, y como entonces San Miguel de fiesta se arrodilla para recibir en las fiestas de la paz la bendición del divino Rey del Pacífico.
Honores de Reina. 18 de noviembre; el viejo portón de San Francisco se abre de par en par. Adentro de la Reina con atavíos de blancura impecable se yergue en hombros de soldados sobre el significativo fondo del escudo nacional y los pabellones de la Iglesia y de la Patria.
Afuera tambores y clarines anuncian la proximidad de la Reina. El ejército migueleño ordena a sus tropas bajo la hábil disciplina de tres esbeltos oficiales para rendir honor de Reina a la Reina de San Miguel que aquella mañana se diría una Reina que pasa revista a las tropas…
Es un ambiente de valor. Tras las filas de los soldados que inicia la cruz y acompaña tambores y trompetas, siguen ordenadas filas de hombres.
Catedral se ilumina con la presencia del más preciado tesoro migueleño: La Virgen de los pródigos. Y toca a los soldados iniciar la concurrida romería de la Paz. El Excmo. Sr. Obispo celebra la misa de los soldados en la que comulga cerca de un centenar de ellos y al final S.E. después de una elocuente alocución a los que llamó: «Soldados de la Paz», confiere la confirmación a veinte soldados.
Gracias a la benévola colaboración del Sr. Comandante Departamental, Coronel Salinas, del Mayor Núñez, Capitán Trejo, y demás oficiales, fue posible escribir también este año esa página de triunfo que los militares, a las órdenes del estimado General, Vidaurre, iniciaron el año pasado y por cuya continuada prolongación hizo fervientes votos el Excmo. Sr. Obispo.
En los esplendores de la Asunción. 19 de noviembre. Amanece entre nosotros el Excmo. Monseñor Aparicio que invitado por Mons. Machado, afianza su tradición de buen oriental de estar en San Miguel para las fiestas de la Reina. De manera especial se le invitó para la comunión de los niños y para la Academia Asuncionista. Y entraba Mons. Aparicio a Catedral cuando en Catedral estaban floreciendo los azahares de la primera comunión iluminados por la azul tranquilidad de la Virgen de la Asunción, que presidía desde el sitial central. En su sentido fervorín S.E. ilustró a los queridos niños de la Virgen de la Paz las dos intenciones que el programa señalaba a esta oración blanca de San Miguel: por la pronta definición dogmática de la Asunción y por la paz de Palestina.
Al final de la misa las señoras del mercado obsequiaron a los pequeños comulgantes que luego como blancas palomas de la Virgen salieron de catedral llevando a sus hogares las alegrías y las bendiciones de la reina.
Llega el órgaNo. Una terrible ansiedad pasaba sobre las fiestas. El programa anunciaba la inauguración del órgano Wurlitzer. Llegó el día señalado…la hora se acerca y el órgano no llega. Pero a launa de la tarde ya esta allí a las puertas de catedral el trepidante camión. Y el Sr. Werner Goldstaub sonriente…y el órgano de catedral hace su entrada triunfal al templo mientras las campanas palpitan de alegría.
Cuatro horas después el nuevo órgano envuelve en un trueno de gloria y armonía a la muchedumbre…Es la misma armonía del órgano que llena la Basílica Vaticana…armonía de triunfo. (Y como en el triunfo del domingo de Ramos, no podrían faltar las estentóreas protestas y críticas de los eternos fariseos y Judas…que no pueden ver con gusto ningún legítimo progreso en el esplendor del culto. Pero quienes «aun no migueleños» saben apreciar las cosas con juicio más noble y criterio más artístico y piadoso, quienes de cerca conocen las ventajas con que Catedral adquiere su órgano y el carácter amistoso de su contrato, solo han tenido para la idea palabras y hechos alentadores y se alegran sinceramente de que San Miguel en el esplendor de su culto no vaya en zaga a otras iglesias aun de menor categoría).
Y gracias a Dios y ala Virgen de la Paz el órgano de Catedral es ya una realidad. Una realidad que parece un sueño: Ese mismo día a las 5 a.m. el pasado cargamento estaba en Nueva Orleáns y ese mismo día a las 4 de la tarde el órgano estaba listo para derrochar los clásicos acordes del programa asuncionista de San Miguel.
Ciencia y Arte en alas de la Asunción. En sus actuaciones San Miguel católico siempre quiere inspirarse en la voluntad del Papa. Por eso ha querido Monseñor que los entusiasmos novembrinos revistieran también carácter de adhesión al clamor católico en pro de la definición dogmática de la Asunción corpórea de la Santísima Virgen María. Y en la tarde del 19 catedral se convierte en un amplio salón de estudio. Al lado del nuevo coro donde resaltan los dos elegantes altavoces Wurlitzer, se destaca un escenario teniendo por fondo entre rojos cortinajes la Virgen de la Asunción. A la invitación del Prelado ha correspondido la significativa presencia de Mons. Aparicio, de autoridades, casi todo el Clero, la clase alta, el pueblo migueleño y distinguidos huéspedes.
A través de los altoparlantes se inicia el acto con una interesante narración histórica de los orígenes del órgano y adopción en el culto religioso. Monseñor Machado en su breve alocución une las dos ideas de aquella tarde culta: la Asunción de la Virgen y los esplendores de la música organística. Y después de la bendición del órgano, éste comenzó a desenredar sobre la muchedumbre las ricas madejas de sonoridad en el famoso preludio en si bemol mayor de Bach. Enseguida el Pbro. Lic. Rafael Valladares aplicó con erudición y unción los progresos de la crítica histórica al hecho asuncionista; conferencia que seguida con interés mereció cálidos aplausos. Y ante la Virgen Azul…cómo parecieron del cielo las delicadas melodías del órgano en el Ave María de Schubert. La catedral comienza a cobrar aires de universidad: El Pbro. Dr. Eulogio Rodríguez defiende las cinco tesis asuncionistas que arguyen los Presbíteros. Dr. Gilberto Claros, D. Abdón Arce y D. Jerónimo García; el distinguido auditorio pudo apreciar algo de los ricos filones teológicos que engalanan la ciencia eclesiástica y la seriedad con que procede siempre el magisterio de la Iglesia en la conservación y el progreso de su dogmática. Porque la tarde había avanzado muchos no tuvimos el gusto de escuchar el inspirado poema del Laureado Poeta Pbro. Baltasar Garay. Y en cambio el órgano desató una tempestad de júbilo con los inmortales aleluyas de Haendel; con que se clausuró el acto.
En el sueño de la paz… La Iglesia de San Francisco amaneció de luto el 20. En las fiestas de la Reina del Clero migueleño no puede faltar un sufragio de cariño y gratitud por los sacerdotes difuntos. Y allí está el Prelado y su clero formando benedictino coro en torno del austero catafalco: Es el clero militante bajo el peso de la tarea rogando por la paz de los que ya descansan en el sueño de la muerte. Celebró la misa el Pbro. Mauro Yánes; el coro marista ejecutó la clásica misa gregoriana; y al final S.E. impartió la absolución «super tumulum».
El Supremo Mandatario ante la reina de San Miguel. Fue una apoteosis más en las fiestas de la reina. Como a la 10 a.m. el jefe de Estado, Gral. Castaneda Castro, acompañado de su Señora y de su séquito oficial, entraba a catedral entre millares de espectadores que el órgano estremeció con los vigorosos acordes del himno nacional.
En el Presbítero Mons. Machado y su clero oficiaron solemne Te Deum, después del cual el Pbro. Dr. Rodríguez dio la bienvenida al Supremo Gobernante y agradeció la oferta del gobierno pro catedral. Después de venerar ala Reina, que fulguraba ya en la belleza de su nuevo carro, el General se dirigió a la fachada de catedral. La multitud también se volcó sobre el Parque Guzmán. Doña Lety de Hernández con elegante frase en nombre de la sociedad migueleña agradeció al Sr. Presidente la ayuda prometida a catedral; gratitud que el orfebre migueleño D. Pedro Arieta plasmó en rica medalla de oro representativa de la Virgen de la Paz y que en nombre también de la sociedad, entregó Dña. Lidia de Arguello. El Sr. Presidente agradeció aquel gesto de simpatía y prometió mayores ayudas para la catedral. La Ciudad de la Reina de la Paz, agradecida por el comprensivo gesto del Supremo Gobierno para con nuestra Patrona a la que personalmente profesa devoción, brindó aquel día exquisitas atenciones al Excmo. huésped.
Ofrendas. Como en años anteriores el trono a la Reina fue inundado, especialmente azucenas, piadosas ofrendas de agrupaciones y particulares. Hemos de hacer notar por la significación del acto, la ofrenda del gremio de empleados en que llevó la palabra el Sr. Jesús Urquilla. Y si no fuera por otros aspectos desagradables de su día, también hiciéramos resalar la de los estudiantes.
En plena apoteosis. Amanece el 21 cargado de emociones. Son las 6de la mañana. Frescura de Noviembre en la misa de comunión general. El P. Valentín Arrieta S.I. entusiasta apóstol de Nuestra Señora de la Paz, celebra en el altar de Plata; en su ardiente fervorín comenta la oración del día; que nuestra Señora nos haga dignos de ser presentados en el templo de la gloria…Y es que en esa mañana había un cierto matiz de gloria a través de las vidrieras de catedral que alumbraba el sol de oriente, mientras el órgano se convertía en una suave plegaria matutina, mientras San Miguel desfilaba ante el comulgatorio.
Ecce Sacerdos magnus…. Llega la hora de la Pontificial, y en brillante polifonía el coro saluda la entrada de Monseñor. Comienza a desarrollarse la majestad del rito pontifical bajo la dirección del P. Valladares, Presidente del Consejo de Liturgia. Asiste todo el Clero, el seminario y una muchedumbre de todas las clases sociales de diversas clases sociales de diversas partes de la República llena por completo la amplitud de catedral. Desde el micrófono de YSHQ el P. Arrieta describe con frase emocionada la majestad del momento.
Salve Sancta Parens… inicia el coro el piadoso introito gregoriaNo. Y luego, bajo la batuta del HermaNo. Prisciano, estalla la soberbia armonía de la misa del Santísimo de Rivera en la que, a través de las robustas voces viriles del coro Marista se desliza como riachuelos de plata el coro infantil de Pío X que preparó el Maestro Oscar SerraNo.
«Busca la paz…» de aquel texto bíblico arranca la elocuencia vibrante del R.P. Pinedo a la hora del Evangelio. Con palabra de fuego cinceló el sabio jesuita la belleza de la paz…» La atención admirable con que le seguía el auditorio y las muchas felicitaciones de radioyentes son la mejor alabanza del magisterial panegírico de la Reina.
La Imponente mañana de gloria se cerró con la bendición papal impartida por el Excmo. Prelado.
Hemos de añadir una palabra de congratulación y gratitud para la empresa radiodifusora YSHQ que hizo posible llevar a todos los ámbitos los ecos de esta apoteosis migueleña de Nuestra Señora de la Paz.
La Procesión. Sobre la rica pedrería de una corona imperial, destacándose entre ángeles y luces, sale de catedral la procesión de la Reina.
Los altoparlantes anunciaron los patrocinadores de esta tarde triunfal. Todos los gastos del trono, pólvora, etc, de la procesión fueron costeador por don Antonio López. La parte artística se debe a los talleres de don Raúl Ramírez, doña Clelia de Arias y Señorita. Rosa Lidia Flores y otros colaboradores. Sea para todos ellos la mejor palabra de estímulo la admiración de todo el pueblo y sobre todo la sonrisa de la Reina.
Y como sonrisa y bendiciones de la Reina, revolotearon aquellas alas blancas de paloma que del trono salieron para rubricar de paz el cielo de San Miguel… y aquella linda constelación de pajecitos y angelitos que con tanto primor, en colaboración con Doña Clelia, arreglaron madres de familia de San Miguel y otras poblaciones orientales.
Y la procesión desfilaba…cuadras y cuadras…un imponente mar humano…y se diría que la Virgen se inundaba en un piélago de cirios, sobre todo cuando llegaba a catedral y con piadoso rasgo de colaboración la compañía eléctrica apagó las luces para que sólo brillara Ella…los cirios…y las luces de bengala de la procesión.
El regreso. Al día siguiente los filarmónicos en su día rindieron honores la Patrona de San Miguel. Y por la tarde con recogimiento y orden: Dos largas filas condujeron a la Reina a su viejo santuario franciscano, donde sigue siendo con sus ojos buenos y su sonrisa humilde, más que Reina…Madre…Madre de San Miguel y de Oriente.
O.A.R.