LIBERTAD DE CULTOS
A fines de mayo y principios de este mes NC, ha dado a conocer un lamentable incidente en Colombia, provocado por la actitud calumniosa de un protestante yankee, el Dr. Daniel Pattison, tesorero del Consejo de misiones extranjeras de la Iglesia presbiteriana en Estados Unidos.
Este mister, al regresar de su visita «pastoral» por las iglesias presbiterianas de Colombia, se descosió en su país con tina denuncia de 12 cargos contra el gobierno colombiano, ante el Senado de la Unión Americana y ante el Departamento de Estado, y en declaraciones de prensa, denunciando una «persecución religiosa» contra el protestantismo en Colombia y concluyendo que tal estado de cosas solo podría cesar con el derrocamiento o por presión interna o por la presión mundial.
Ante la gravedad del asunto, que de religioso se mete de lleno en la política interna de un país, han tomado cartas en el asunto el mismo Presidente de Colombia Dr. Ospina, el Embajador de Washington Dr. Zuleta y el Ministro de Relaciones Exteriores, Dr. Seurdis. Y después de una minuciosa investigación desacreditan como calumniosas las doce mentiras del Rev. Pastor, y se le manifiesta la «profunda sorpresa» de Colombia por la atrevida intromisión en la política interna del país, acusándolo de tomar «resueltamente posición beligerante» contra el Gobierno, a favor del partido liberal.
Otro caso del Perú, refiere NC, donde un sacerdote católico de Ayacucho ha sido blanco de los vejámenes protestantes, llegando hasta amenazar de ruinas la capillita católica de Conchepata. El semanario «verdadero», al denunciar estos «desordenes y atentados» del protestantismo en aquel pacífico vecindario, sugiere que se aplique la ley que sancione a los «elementos indeseables».
Filosofando
Cuando se trata de elaborar la Carta Magna de un pueblo neta y tradicionalmente católico, como es El Salvador, y se teme que se abra en forma irrestricta la libre puerta a todas las religiones, creemos de prudencia que se tengan en cuenta actuaciones como las arriba relatadas de una religión de raigambre extranjera que, bajo sus apariencias de culto y misiones, va llevando la desunión y la turbulencia a nuestros pacíficos pueblos, y que pueda a veces convertirse en una especie de mirador contra la soberanía y tranquilidad nacionales.
El solo hecho de que los protestantes del Norte convierta a los países latinoamericanos en atrasados «países de misión» debía hacer abrir los ojos a nuestros legisladores para no pagar con una generosidad de puertas incondicionalmente abiertas esa humillación a nuestra civilización que desde hace siglos ha resuelto y afianzado su posición religiosa.
Creemos que en esta materia debería tenerse por lo menos el mismo orgullo con que, a pesar de profesar libertad de pensar, no se daría nunca libertad irrestricta a ninguna Ideología totalitaria que quisiera sentar cátedra en nuestro suelo definitivamente y tradicionalmente democrático.
Que particularmente cada cual juzgue por ejemplo qué régimen de gobierno le gusta más, y se respete su opinión; pero oficialmente la nación ha defendido su posición con certeza.
De igual modo, que cada cual profese la religión que mejor le cuadre y se garantice su libre ejercicio en cuanto sea necesario, pero que el Gobierno no olvide que nuestro pueblo ha definido su posición católica, y que es ella por tanto, la Religión Católica, la Religión del pueblo, la que merece la preferencia del Estado, si se tiene en cuenta no la situación de otros países donde la legislación religiosa exige otras soluciones, sino la correcta, la definida realidad salvadoreña que es netamente, históricamente católica.
O.A.R.
1) Cerejeira: El pensamiento contemporáneo, Cap. 1