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No.1827 Pág. 1 – LA NUEVA SANTA AMERICANA

LA AZUCENA DE QUITO

Mañana, domingo 9, se llenará la basílica vaticana con los esplendores de la canonización de Mariana de Jesús Paredes, «la Azucena de Quito».
Mariana nació en Quito (Ecuador) el 31 de octubre de 1618, hija de un capitán de Toledo y de una dama quiteña. Murió a los 26 años de edad el 26 de mayo de 1645.
Su corta existencia se llena con una alma de gigante donde anidaban tres grandes amores: la Santísima Trinidad, La Eucaristía y la Santísima Virgen. Sus ocultas aspiraciones de ermitaña y misionera que la hicieron anhelar de una vida perdida en las laderas del Pichincha o en las tierras de misión… sus heroicas penitencias émulas de su amiga espiritual Santa Rosa de Lima…toda aquella interna elaboración de su espíritu privilegiado… se escondía tras el grave encanto de su rostro que los quiteños admiraban con respeto, y tras su vida humanísima, encantadora en la que resaltaron las virtudes y del afable apostolado del ambiente.
Gastaba sus ganancias en socorrer a los pobres, visitaba a los enfermos aún más repugnantes, oraba intensamente hasta dejar a los pecadores «en carne de salvación», tenía el don especial de consola las aflicciones y sembrarla paz en las discordias…
Sintió la alegría de ser buena y cantaba con ardor, al son de su vihuela que pulsaba con maestría, las alabanzas del Señor. Su corazón limpio se estremecía ante la serenidad estrellada de las noches de Quito…saboreaba con placer las frutas para bendecir también con su paladar las obras de Dios…se hermanaba con los pájaros, las flores y la aurora para alabar a Dios.
Deseo entrar en el monasterio de Santa Clara y en la Segunda Orden de Santo Domingo. Sin embargo su vocación era otra: ser santa de su hogar y de su ciudad. Por eso hizo en el mundo sus tres votos de pobreza, castidad y obediencia. «por la seguridad y buen suceso de los de su Patria». Por eso Quito entero la ama y, seguro de que por ella se ha salvado de muchas calamidades le confirió recientemente la Asamblea Legislativa del Ecuador el glorioso título de «heroica nacional». Dios la quería así: una azucena en el Mundo… «La Azucena de Quito» que en el glorioso desafío de santidad de este año santo tan rico en canonizaciones, llevará mañana a la gloria de los altares el delicado perfume de la santidad florecida en tierras americanas.
O.A.R.

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