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No.1838 Págs. 1 y 4 – LA COLABORACION DE LA IGLESIA

Desde el 14 corriente se viene repitiendo que una nueva esperanza anima a la nación y que es deber de todas las fuerzas colaborar en la realización de esa esperanza.
Sin dejar de tener confianza en la buena voluntad que pueda inspirar esas promesas y esos llamamientos, esperamos con serenidad el lenguaje más elocuente de los hechos. Y creemos oportuno preguntar: en este llamamiento de colaboración nacional, cual será la respuesta de la iglesia?
Y lo preguntamos porque la vieja calumnia que ya quebrantó San Agustín en su ciudad de Dios, la calumnia de que la iglesia se enemiga del Estado y que nada hace por su engrandecimiento, vuelve a relucir en las mentes amamantadas del odio o indiferencia para criticar ciertas actitudes de la Iglesia salvadoreña en las circunstancias políticas que nos toca vivir.
La Iglesia no es enemiga del Estado ni le es indiferente su grandeza. Y esta no es una afirmación gratuita; son los hechos los que hablan de que la Iglesia, buscando el Reino de Dios y su justicia, ha hecho el favor de la grandeza nacional tantas obras como si su objeto fuera precisamente la prosperidad y bienestar de la vida presente.
Y en ésta la primera colaboración de la Iglesia: trabajar en la nación, no por fines bastardos: nunca la arrastraron la adulación ni el soborno, ni la acobardó la amenaza su ideal fue siempre trabajar por el Reino de Dios y su justicia.

Sólo esta colaboración es ya preciosa para el carácter nacional que debieran aprender tantos mequetrefes de la política y de la prensa títere.
Otra colaboración de la iglesia es sustentar con energía y con eficacia que llega a la conciencia, su filosofía, su filosofía tradicional acerca de la obediencia.
Su principio inmutable toda potestad viene de Dios, engrandece al os mandatarios y sublima a los ciudadanos.
Viendo este principio la Iglesia es la más auténtica revolucionaria de la historia. Porque predica obediencia de los ciudadanos hasta el sacrificio, pero mientras el mandatario y sus leyes se mantengan en su papel de participantes del dominio de Dios. Porque una vez salidos de ese cauce, el mandatario ya no es digno de obediencia y el ciudadano debe obedecer primero a Dios; en este caso la historia no conoce rebeldía ni resolución más valiente que la resistencia de la Iglesia…auténtica revolución de 20 siglos con incomodables páginas de sangre y persecución.
He aquí entre otros, varios aspectos de la colaboración de la Iglesia en El Salvador. Quién se ha preocupado con cariño de los huérfanos salvadoreños y de los enfermos?- Qué pasó en las casas de beneficencia cuando en vez de la amable figura de la religión, se hicieron cargo los asalariados? Y ¿eso no es colaboración nacional de la iglesia? Y no está en plena avanzada de la colaboración nacional el Buen Pastor que regenera al a mujer salvadoreña? Y ¿no son gloriosa colaboración nacional los talleres salesianos y la correlacional de los somascos, verdaderos semilleros de porvenir para el obrerismo salvadoreño?
Y a pesar de su pobreza, ¿no es la Iglesia la que da trabajo y estímulo al obrero y al artista nacional en la construcción de su seminario y de sus templos y en el sostenimiento espléndido de su culto?
Y el ejército noble de caballeros, matronas y jóvenes egresados de las aulas católicas ¿no son colaboración nacional?
Y a pesar de tener sus manos atadas, la Iglesia ¿no ha aprovechado la libertad de su boca para clamar muy alto las elevadas doctrinas pontíficias sobre la cuestión social, doctrinas que son el principal baluarte ideológico que se yergue impávido e invencible ante el comunismo arrollador? Y eso ¿no es gloriosa colaboración de la Iglesia?
Los hechos pues, hablan que no es la iglesia enemiga del Estado. La historia en cambio dice que el Estado no ha apreciado siempre esta colaboración de la Iglesia.
Si hubiera sincero deseo de buscar la colaboración de todas las fuerzas de la nación, se daría plena libertad y franco apoyo a la iglesia que a pesar de vivir tan maniatada, ha hecho tantas obras por el progreso de nuestra patria como si hubiera nacido para este solo ideal.
La Iglesia refractaria a la colaboración nacional?
De ninguna manera. Si esto se dice porque en la reciente toma de posesión la Iglesia no ha podido asistir con la franca plenitud que el pueblo hubiera querido, que conste: que su ausencia no significa prevención contra nuevo gobernante ni refacción a la colaboración nacional. La razón es que la iglesia no podía estar presente a la jura de una Constitución en que influyeron tantos odios contra ella y tantas ingratitudes para su obra nacional
Pero a pesar de todo, la iglesia seguirá haciendo el bien en El Salvador. No porque busque aplausos ni comodidades, sino porque su destino es por adelante en su revolución milenaria que hace el bien a todos, buscando el Reino de Dios y su justicia.
O.A.R.

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