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No.1867 Pág. 1 – DIA DE LA MADRE Y DIA DEL SEMINARIO

Manos de Madre que al apretar las manos del hijo hacéis sentir el calor amoroso de la Providencia y de la Bondad de Dios…
Miradas de madre que se clavan en las pupilas del hijo para escudriñar las más finas confidencias del hombre…
Madre, eres verdadera sacerdotisa del hogar…medianera entre Dios y tu hijo, puedes traer del cielo bondad y ternura divina y puedes elevar a tu hijo a celestiales alturas.
A ti se ha dado el privilegio de percibir los primeros destellos del porvenir de tu hijo… a la luz de tu mirada brilla la primera confidencia de un hombre…tus palabras son la primera semilla echada en el surco fecundo de una nueva vida…en tus rodillas generalmente tiene lugar el primer encuentro de Dios y tu hijo.
Ojalá que en esa hora de la confidencia comprendas toda la enorme responsabilidad de ser madre y todo el inmenso honor de una vocación divina dada a tu hijo…
Ojalá entiendas entonces nunca tu misión maternal serán tan dichosa como cuando te llamen madre unos labios sacerdotales teñidos con la sangre de Jesucristo.
Ojalá que en esa hora de Dios te haga sentir jamás tu fecundidad será tan prestigiosa como cuando un hijo de tus entrañas tiene el privilegio de tocar con sus manos a Dios para darle al mundo y engendrar almas para el cielo.
Espíritu Santo, que enciendes con su fuego de Pentecostés nuestro próximo DIA DEL SEMINARIO, haced que en el DIA DE LA MADRE, muchas madres hagan suyo el ideal de aquella madre bíblica, Ana, al consagrar a Dios su hijo Samuel.
«Este niño lo pedí yo y Dios me ha concedido lo que pedí; también ahora quiero yo dárselo al Señor por todos los días de su vida, para que sea siempre consagrado al Señor». (I Sam. 1, 27-28)
O.A.R.

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