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No.1932 Pág. 1 – DEFENSA SOCIAL SALVADOREÑA VA AL PUEBLO

El profesorado migueleño está cumpliendo muy en serio el apoyo que ofreció a la filial de Defensa Social.
Actualmente se está realizando una somática iniciativa: la visita de los cantones, patrocinada por cada escuela. Gentilmente invitado por las organizadoras he tenido la satisfacción de participar en tan noble campaña.
El 20 del corriente tocó su turno al cantón Trinidad; patrocinó la Escuela «Tobías Meléndez» magníficamente representada por todo su profesorado y la banda de guerra de sus alumnas. La joven directora de la escuela de aquel lugar había congregado al vecindario, especialmente muchos hombres. Doña Mila de Rosales presentó el acto a los campesinos en afable tono «de amigo a amigo». El Doctor Segovia, incansable presidente de la filial, dirigió su palabra animada de serena convicción para dar a conocer los altos fines de DSS; no esquivó las arduas dificultades que tendrá que superar la lucha en este ambiente materialista, pero manifestó su optimismo al contar con el decidido apoyo del profesorado y de la mucha gente de bien que todavía nos queda, como lo estaba mostrando la atención con que aquellos hombres recibían agradecidos este mensaje de regeneración y de buena voluntad. En concreto el Dr. Segovia ofreció a quienes lo necesiten, los desinteresados servicios de la clínica antialcohólica.
El P. Romero enfocó con sus palabras la redención de la familia sobre bases de un cristianismo integralmente vivido.
Las alumnas de la escuela visitante revistieron en el acto de amenidad educativa con la recitación de poesías y trozos moralizadores.
La escuela «Carmen de Campos» hizo su visita al cantón el Papalón, el lunes 25. Gran número de campesinos acogieron cordiales la visita en la escuelita del lugar. Los equipos anunciadores de la farmacia Charláis llevaron a todo el caserío aquel noble mensaje redentor expresado en las sentidas palabras de la Señorita. Martita Alfaro y demás profesoras que atacaron principalmente el funesto alcoholismo.
Recitaciones, dramatizaciones y la banda de guerra de las alumnas visitantes hicieron más simpática e inolvidable aquella reunión.
De parte de la religión se inculcó ante todo el temor de Dios y el cumplimiento de sus leyes como fuente de felicidad y prosperidad sociales. «No hay que esperar, como ilusos, dijo el sacerdote, que un estado estanquero y envenenador de su pueblo renuncie a esa ganancia maldita. Pero hay una religión que fortifica la voluntad del hombre; y nada podrán mil cantinas abiertas contra el hombre que llevara una voluntad resuelta de no seguir los senderos del vicio».

Finalmente la escuela, «Aminta de Montiel», movilizó sus entusiasmos hacia el cantón Tecomatal el martes de esta semana. El transporte se hizo en el vehículo de la anunciadora Charláis y en una camioneta del centro sanitario, cuyo Director Dr. Santos, tuvo la gentileza de acompañar esta brigada del bien. La limpia escuelita rebosaba de campesinos. La Señorita. Martita Escobar ofreció el acto e invitó a recibirlo con la buena voluntad con que se les llevaba. El Dr. Segovia de nuevo puso de manifiesto su indomable y optimista espíritu al servicio del bien, al dar a conocer al campesinado el objeto de nuestra campaña e invitarlo a tomar parte en este ejército de buena voluntad y regeneración «Viva el Dr. Segovia», gritó espontánea, entre los aplausos, una voz que agregaba: «porque da el consejo y no se queda sin el…»
Un mensaje de fe y religión señalaba enseguida al pueblo el camino más perfecto, más sencillo y más eficaz para el engrandecimiento y felicidad del individuo, de la familia y de la sociedad: el decálogo! Los diez mandamientos de la ley de Dios no son caprichos del Creador, sino secretos de felicidad humana dictados por aquel que mejor conoce a los hombres.
Finalmente, el Dr. Santos mantuvo estupefacto al auditorio al exponer con la irrebatible experiencia del médico, los desastres individuales y sociales del alcoholismo.
Estas simpáticas visitas continuarán. Y no dudamos de la eficacia de este acercamiento. El campesinado se estimula al ver llegar a su propio ambiente a quienes desinteresadamente le lleva el bien. Y los portadores del bien regresan satisfechos de haber hecho algo más que cruzarse de brazos y lloriquear ante el mal de nuestros tiempos.
O.A.R.

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