MISIONES, CULTURA DE PUEBLOS
Tres encíclicas modernas expresas el ideal misionero de la Iglesia Máximun alud» de Benedicto XV, 30 de noviembre de 1919: «FERUM Ecclesiae» de Pío XI, 28 de febrero 1926 y «Evangelio Praecones» de Pío XII 2 de junio de 1951.
En esta turbulenta época de codicias y expansiones imperialistas y totalitarias, estos tres documentos bastarían para probar con argumentos modernos la divinidad de la Iglesia Católica.
Ella también habla de conquista, de expansión. Pero claramente dice el ideal de sus conquistas Pío XII: «La Iglesia en verdad no tiene la pretensión de dominar los pueblos o apoderarse del poder temporal: su solo deseo es llevar a todas las naciones la luz sobrenatural de la fe, fomentar el desarrollo de la civilización humana y civil y la concordia entre los pueblos».
La calumnia comunista y los prejuicios liberales acerca de una Iglesia imperialista, entrometida…se pulverizan con la sinceridad del misionero obediente a las consignas de la última encíclica.
He aquí algunas:
1.- CLERO INDIGENA. «Damos gracias a Dios porque en uno y otro país un clero selecto y ya numeroso ha surgido del mismo ambiente de esas poblaciones para esperanza de la Iglesia, y también porque muchas diócesis han sido confiadas a obispos nativos de esos mismos países. Si por fin se ha podido llegar hasta allí, es gloria de los misioneros extranjeros…»
Y recordándoles la desinteresada alegría evangélica del sembrador que mira a otro segador recoger la cosecha que él sembró, dice el Papa a los misioneros extranjeros que dejen el campo cultivado en manos de la jerarquía organizada con clero nativo y más aún, que ellos deben adoptar su verdadero puesto en auxiliares del a jerarquía y ser entonces ayudantes.
¿Es esto imperialismo? No. Es la Iglesia divina redentora de hombres y elevadora del indígena hasta las más encumbradas dignidades.
2.- RESPETO A LO NACIONAL. «Deseamos ardientemente que todos entiendan con claridad…» dice el Papa al defender a las misiones católicas de las calumnias de que la Iglesia es rémora del desarrollo de las culturas características de cada pueblo. Y recuerda la prudente conducta que desde los primeros siglos siguió esta Iglesia conquistadora de civilizaciones y sigue siendo la conducta del misionero moderNo.
En efecto el misionero lleva la consigna de reconocer aún en las civilizaciones paganas «lo bueno, honesto y hermoso que según la propia índole y genio cada una de ellas posee» y que forman ese «fondo naturalmente cristiano que esclarecido por la luz divina y nutrido por la gracia puede elevarse a la virtud auténtica y a la vida sobrenatural».
En certeras comparaciones el Papa dice que el misionero no es el devastador de una floresta exuberante, sino el jardinero que injerta en el tronco silvestre del árbol sabroso para que un día produzca frutos más suaves y dulces. El misionero no lleve precisamente la civilización europea, sino mas bien, recordando que la amplitud del Evangelio puede animal cualquier civilización que sea sana e íntegra, debe bautizar con un sentido cristiano aquellas antiquísimas culturas que recibirán así un vigor mayor para defender la dignidad humana y conseguir la felicidad.
Y como ejemplos prácticos de esa conducta, la Encíclica de Pío XII recuerda que la Iglesia nunca despreció las doctrinas de los paganos, sino que las libró del error y las perfeccionó; del mismo modo acogió sus artes y las elevó a una belleza que sin el Evangelio jamás hubieran alcanzado; así como también muchas veces rectificó sus costumbres típicas y sus miradas del mundo en las exposiciones misionales de 1925 y 1950 cuando los peregrinos de esos años santos pudieron apreciar «cuánto ha aportado la obra de los heraldos del Evangelio al progreso de las artes liberales y a las investigaciones universitarias que versan sobre esta especialidad»…
3.- CULTIVO DE SELECTOS. Para fomentar esa cultura de pueblos el Papa exhorta a los misioneros a poner sus ojos de predilección en los jóvenes selectos: «Ellos serán mañana los dirigentes de su época». Los colegios y la prensa son dos trincheras de primer orden en esta formación de selectos. Son el nuevo areópago donde los modernos Pablos hablarán a los entendimientos que codicia el comunismo, acerca del «Dios desconocido».
4.- ASISTENCIA SANITARIA. En esta civilización de pueblos, la Iglesia misionera debe hacerse sentir como el paso de Jesús «que pasó haciendo el bien»…
En las misiones modernas la asistencia sanitaria, sin el tanto ruido de esas organizaciones laicas que buscan mas bien su propia alabanza, es llevada adelante con sentido cristiano por religiosas tituladas de enfermeras, especialistas en algunas enfermedades, por sacerdotes dedicados a los leprosarios y aún por médicos seglares que dejando su patria ejercen con bondad evangélica su profesión al lado del misionero…La Encíclica les tributa un aplauso de admiración, y encarece que nunca se pierda de vista el alto espíritu que anima esta labor: sanar los cuerpos para redimir las almas.
5.- ASISTENCIA SOCIAL. Con el vigor con que siempre han tratado los Papas la cuestión social, la encíclica misional defiende los derechos del indígena y exhorta vivamente a los misioneros y a sus colaboradores para que la dignidad humana del pobre sea defendida de toda esclavitud; ya sea de la potencia del capital privado, ya sea del poder totalitario del Estado: «que el efecto es el mismo». Hoy más que nunca urge S.S. este deber misional, cuando sobre las turbas de paganos engañados por el comunismo, Jesús puede llorar: «tengo compasión de estas turbas».
«Examinad, concreta el Pontífice, las condiciones particulares del país, consultaos en vuestras reuniones episcopales, en vuestros sínodos y asambleas y fundad según vuestros recursos agrupaciones sociales y económicas, asociaciones e institutos según las circunstancias características de vuestros pueblos».
Y los misioneros clamarán sobre el grito de desesperación y sobre la selva de puños cerrados del materialismo comunista, el grito de la fe: «Solo Cristo es el defensor de la justicia humana y el dulce consolador del dolor inevitable en este mundo; solo El nos descubre el puerto de la paz, de la justicia y de la eterna alegría, a la cual debemos aspirar, después de este peregrinar por la vida, los que hemos sido rescatados por su sangre».
Misiones católicas, verdadera cultura de pueblos!
Ayudar a las misiones es hacerse caballero de esa noble cruzada civilizadora!
O.A.R.