Las tres fuentes de Moralidad.
Se me ocurre aplicar a estas dos morales las parábolas de Jesucristo. La moral laica es el insensato que fabricó su casa sobre arena. El prudente es la moral católica que construyó sobre roca.
La moral laica rechaza toda regla fija y proclama la llamada «moral del buen sentido», tan variable como la arena o como los sentimentalismos humanos. La moral católica más prudente, se apoya en principios firmes como la roca, reglas superiores al vaivén de los sentimientos. Por eso, cuando se trata de dar una respuesta a esa pregunta vital: ¿porqué un acto es bueno o malo? La moral laica, sin Dios, solo balbucea respuestas contradictorias, inciertas, dudosas y hasta gravemente erróneas. En cambio la moral católica, asida de la mano de Dios y a la luz de la revelación, responde con este principio de piedra, que vamos a estudiar.
TRES COSAS SON LAS QUE HACEN BUENO O MALO UN ACTO HUMANO:
1.- SU OBJETO MORAL
2.- SU FIN MORAL
3.- SUS CIRCUNSTANCIAS MORALES
Por eso el objeto, el fin y las circunstancias morales de un acto se llaman las fuentes de la moralidad.
I.- Objeto moral de un acto no es la acción física ni el acto psicológico que como tales son indiferentes (ni buenos ni malos). Objeto moral de un acto es el fin intrínseco y moral de una acción: es aquello que usted intenta primeramente y por si al hacer algo: por ejemplo el objeto moral de dar limosna es socorrer una necesidad. Ahora bien: el objeto moral de un acto humano es bueno o malo según esté conforme o se oponga a la ley de la naturaleza humana. He aquí por tanto, un principio capital de moral católica: la moralidad del acto humano no está al capricho de nadie sino que se mide principalmente y esencialmente por el objeto del mismo acto. Si el objeto del acto es bueno, el acto de suyo es bueno, si el objeto es malo, el acto siempre será malo.
Ni vale decir lo que vulgarmente se dice: todo depende la intención. No, porque el medio para alcanzar esa intención es este acto con su objeto moral; y es este objeto el que señala la principal y esencial moralidad del acto. La intención le da su moralidad, pero es una moralidad secundaria. Por ejemplo: alguien por venganza, comete adulterio con la esposa de su enemigo: la intención es venganza, el medio un adulterio. Por eso tal acto primera y esencialmente es adulterio, secundariamente es venganza.
Nótese que este principio del objeto moral del acto, fundamenta la moral católica mucho más hondo que la arena movediza de las conveniencias. La fundamenta en la misma razón humana, en el mismo orden de las cosas, en la misma esencia divina. Es una moral objetiva que excluye todo error.
II.- La segunda fuente de moralidad es el fin. El fin de una acción es lo que responde a esta pregunta: ¿Por qué lo hiciste, qué intención tuviste? A veces este fin moral coincide con el mismo objeto moral del acto. Por ejemplo: dar limosna con el fin de socorrer al indigente. En ese caso, objeto y fin formar una sola moralidad del acto. Pero otras veces se pretende otro fin distinto del objeto. Por ejemplo. El que da limosna para recibir aplauso de filántropo; en este caso el objeto de un acto se toma como medio para aquel fin; y entonces fin y medio están tan moralmente unidos que se dice: «el que quiere el fin pone los medios», «el que pone los medios quiere el fin». Por tanto, fin y medios deben regirse por las mismas reglas de moralidad.
He aquí los principios católicos de moralidad del fin:
1. Si un acto es objetivamente bueno, se hace más bueno si se hace por otros fines buenos. Por ejemplo, dar limosna no solo por socorrer, sino por amor a Dios, por penitencia de sus culpas…
2. Si un acto es bueno y se hace por un fin gravemente malo, ese acto se hace totalmente malo. Por ejemplo. Dar limosna para seducir a una necesitada…
3. Un acto bueno se desvirtúa un poco por un fin levemente malo. Por ejemplo, dar limosna por vanidad.
4. Un acto malo siempre es malo, aunque se haga con fin bueNo. Es de mucha importancia este principio que proclama San Pablo: «no se ha de hacer un mal para alcanzar un bien»,- el fin no justifica los medios. Y así, el aborto por ejemplo, siempre es malo aunque se intente salvar la vida de una madre o solapar el falso honor de una mujer.
5. Un acto malo se hace más malo si se hace por fin malo, por ejemplo, robar para embriagarse.
6. Un acto objetivamente indiferente se hace bueno o malo según sea el fin o intención. Por ejemplo, entrar a una casa es indiferente: entrar para visitar a un enfermo es bueno: entrar para robar es malo.
III.- Finalmente la tercera fuente de moralidad son las circunstancias morales del acto humaNo. Son todas aquellas cosas que rodean el acto, especialmente se enumeran siete comprendidas en estos versos:
Las circunstancias que en todo
hemos de considerar,
son: personas, cosa, modo
fin, medio, tiempo y lugar.
Principio: el acto humano recibe de las circunstancias morales una nueva moralidad accidental con tal que el hombre las advierta al menos en confuso. Por ejemplo, fornicar es malo, pero si lo hace un casado reviste, por esa circunstancia, la inmoralidad del adulterio.
En resumen. Lo que hace bueno o malo un acto humano son las tres fuentes de moralidad: el objeto moral del acto, el fin moral que se sienta, y las circunstancias morales y concretas que rodean el acto.
Sobre la roca firme de este principio se apoya la moral católica. Y por eso mientras la moral laica construida sobre arena cae ante los vientos del as propias conveniencias, la moral católica construida sobre roca permanece en pie a pesar de los sentimentalismos, porque se basa en la misma esencia de las cosas que responden a la voluntad inquebrantable del Creador.