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No.2130 Pág. 2 – FE Y PATRIA

Participación de la Escuela «Sagrado Corazón» en la Semana Cívica organizada por la Municipalidad y Magisterio de San Miguel.
O.A.R.
Los centros católicos de enseñanza significan de la iglesia en nuestra auténtica nacionalidad. La sombra de la cruz cobijó la cuna de la civilización de América. Fortuna fue que una nación creyente y misionera fuera la primera que besó estas playas vírgenes. Gracias a Dios, ya esta pasando el tiempo en que nuestras fiestas eran respiraderos sectarios de odios injustos contra España. Es cierto que vinieron aventureros y ambiciosos; pero el alma de España que animó la colosal empresa era de profundo sentir humano y cristiaNo.
Cuando vi en Sevilla el famoso «Archivo de Indias», donde se guardan los documentos conmovedores de aquellas gestas a la sombra de la «Giralda» y del Alcázar, me parecía estar venerando la memoria santa de una madre que sigue contando a las generaciones cuánto amó siempre a sus hijas.
Y cuando nuestros pueblos dejaban sus cunas y aprendían precisamente de España la bizarría y el sentido de libertad que otros países colonizadores hoy tratan de embotar, fue también la sombra de la cruz y de los estandartes en las que al frente de los soldados se destacaban, entre los próceres, varis figuras eclesiásticas.
Siempre la sombra de la cruz. La presencia de la Iglesia quedaba como voluntad sagrada de testamento en las actas de independencia cuando nosotros héroes proclamaban religión de las nuevas patrias la católica, y principio de oriente de nuestros destinos el nombre de Dios y Patrono de nuestra República el Divino Salvador…
Es por tanto de justicia recordar en esta «semana cívica» que no será completo nuestro sentir nacional si de él se excluye la fe católica. Fe y Patria en admirable conjugación de sentimientos inspirarán el amor abnegado y el servicio noble de la nación.
Fe y Patria en nuestro credo son inseparables. Ellas inspiraron las lágrimas del Divino Patriota cuando lloró sobre Jerusalén, que precipitaba al abismo su nacionalismo precisamente por su incredulidad ante el mensaje de Jesús.
Fe y Patria arrancaron a los labios del Divino Fundador de la Iglesia aquella frase de oto que es la mejor garantía de los intereses del César por ser la más alta proclamación de los derechos de Dios: dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Y a quien todavía pensara que la fe católica tiene el peligro de olvidarse de la tierra por preocuparse del cielo, le bastaría recordar las enseñanzas de los grandes Papas modernos para convencerse de que en ninguna parte como en la doctrina de la iglesia se puede aprender un patriotismo tan puro.
León XIII, por ejemplo, en su encíclica «Sapientiae», junto al amor de Dios y de sus intereses, proclaman con entusiasmo: «por la ley de la naturaleza estamos obligados a amar especialmente y defender la sociedad en que nacimos, de tal manera que todo buen ciudadanos está pronto a arrostrar hasta la misma muerte por su patria».
Pío XI, en su primera encíclica, ofrece las virtudes cristiana, como el único remedio que puede sanar el patriotismo de sus grandes peligros; la sed de placeres, la codicia, y «el ansia de mandar» a los demás que a llevado a los partidos políticos a contiendas encarnizadas que no se detienen ni ante la rebelión, ni ante el crimen de lesa majestad, ni ante el parricidio mismo de la patria. Y enseña con energía que no es patriotismo el de los pueblos poderosos que se olvidan que también los pueblos débiles pertenecen a la familia humana, y tienen derecho de vivir y prosperar.
Y qué profundo patriotismo inspiró al mismo Papa cuando defendiendo el derecho de enseñar que tiene la Iglesia, proclamó que «no pretende separar a los hombres del cuerpo ni del espíritu nacional, sino más bien educarlos en El, del modo más perfecto y conducente a la prosperidad de la nación, puesto que el buen católico, precisamente en virtud de la doctrina católica, es por lo mismo el mejor ciudadano, amante de la patria y lealmente sometido a la autoridad civil constituida en cualquier forma legítima de gobierNo. (Enc. Divini Illus).
Cuando cae sobre ciertas patrias libre la cortina de hierro del comunismo antipatriota, y llega a ser un pecado cantar el himno nacional, quienes han sido los renegados? Los que no tenían fe. En cambio son los templos católicos los únicos recintos donde se refugia la plegaria nacional; y son los príncipes católicos los símbolos más puros de la libertad perseguida de aquellos pueblos.
Del Papa actual Pío XII se podía decir que el patriotismo de Jesús anidó en su corazón de Italiano; pues mientras tantos renegaron de su patria humillada, fue el más grande artífice del resurgir de su pueblo.
Fe y patria. Es lo que enseña en las escuelas católicas. Por eso nuestra escuela Sagrado Corazón ha traído como aporte en esta semana cívica, el recuerdo de ese admirable consorcio querido por Dios.

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