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No.2345 Pág.1 – EDITORIAL – ALGÚN PAGO EN LOS HOSPITALES?

Proponemos un término medio
No hay que dejarlo todo al Estado…éste suple lo que el individuo, lo que la familia, lo que la sociedad no puede llevar a cabo…así en instrucción, como en otros ramos, inclusive en salud pública. Pero cuando el individuo o su familia puede, es injusto recargar al Estado. En muchos países, aquí en Centro América, en Guatemala se cobra al paciente según sus recursos. es algo laborioso y retardado, nos parece mejor método el que usan en Panamá: es más decoroso, es voluntario. Todo pago obligatorio se hace si no odioso, mal visto. Cuando nuestras gentes dan voluntariamente, lo hacen hasta con cariño, con amor: el donativo sale más de su corazón que de su bolsillo.
En nuestros hospitales suele haber dos pensionados: uno llamado «especial» y el otro «económico». En el primero suelen cobrarse uno ¢20.00 (veinte) diarios, y en el «económico» unos ¢6.00 (seis). Pocos enfermos pueden pagar estas pensiones; pero eso sí muchos podrían pagar por ejemplo DOS COLONES. En los hospitales de Panamá hay una tercera clase de pensionado, en la que se paga UN DOLAR Y MEDIO (¢3.75). Los pacientes de ese pensionado son atendidos en salas generales, no tienen médico ni enfermeras especiales, aún la comida y demás atenciones poco se diferencias de los pobres de caridad…pero no están MEZCLADOS ni CONFUNDIDOS con el vulgo de los enfermos…ya es algo ya es mucho y tienen la GRATA SENSACIÓN PERSONAL de que no están en el Hospital de Caridad. Sentirse de caridad, siempre rebaja algo el espíritu…es una especie de complejo de inferioridad. Y el precio de esa separación, ese dólar y medio es pagado con gusto, sin repugnancia, porque el mismo paciente o su familia, lo ha solicitado a su ingreso. Muchos obreros, artesanos, comerciales en pequeño, costureras, campesinos de algún recurso, buscarían ese pensionado.

¿No se podría establecer en los Hospitales de El Salvador un tercer servicio de pensionado similar, barato, popular, de un poco más de distinción…sin mayores gastos, que sin ser oneroso para el enfermo, disminuyera los gastos del Estado?.
Y este servicio, como fuere solicitado por los enfermos, no encontraría oposición como lo ha encontrado el cobro general a los enfermos: por lo que hubo de abolirlo.
Al Excelentísimo Señor Ministro de Salud Pública y Asistencia Social, y a sus ilustres colaboradores presentamos este imperfecto bosquejo, como humilde contribución nuestra, para que se dignen estudiar el mejor método de que los enfermos que quedan, contribuyan voluntariamente en la medida de sus recursos a su curación en nuestros hospitales, dándoles la sensación de que no están allí en salas de caridad y de que con ellos a su propia curación con el modesto pero sincero y voluntario aporte de dos colones diarios.

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