No.2367 Pág. 1 – EDITORIAL – CHAPARRASTIQUE RECIBE LA CONGRATULACIÓN DEL

PRIMER MAGISTRADO
«Presidencia de la República. Secretaría de Información. San Salvador, 6 de julio de 1962. Señor Director de «Chaparrastique», San Miguel:
Señor Director: en nombre del Señor Presidente de la República, Teniente Coronel Julio Adalberto Rivera, es motivo de suma complacencia para mí, rendirle los más expresivos agradecimientos por los patrióticos y atinados conceptos de la nota editorial que con el título «NUEVO PRESIDENTE», publicara su prestigioso periódico, en la edición correspondiente al sábado 30 de junio anterior.
El Señor Presidente me encomienda manifestar a Usted, su más sincero reconocimiento por los constructivos propósitos que animan su referida nota, y por el acierto con que juzga su condición de Primer Magistrado.
Complace al Señor Presidente, de manera muy especial, que con anticipación al suceso de su alta investidura, el periódico que dignamente dirige, tradujera, en muchos puntos fundamentales, el Espíritu de su Mensaje al Pueblo Salvadoreño.
Esperando tener en el futuro la oportunidad de colaborar estrechamente con su importante labor periodística, honrarme renovarle las seguridades de mi distinguida consideración, suscribiéndome como su más atento y seguro servidor.
f) Carlos Arturo Imendia, Secretario de Información de la presidencia.
CHAPARRASTIQUE agradece el honor y estímulo que significa esta simpatía de nuestro Supremo Magistrado. Más que por una satisfacción personal, nos alegra que la orientación del catolicismo encuentre eco en los que llevan la tremenda responsabilidad de guiar la nave del Estado.
Un Gobierno honesto y sincero no tiene nada que temer de criterio católico, sino mucho que esperar y aprender de él, si tiene en cuenta los reflejos de la revelación divina y la experiencia de siglos que lo avalan. La atalaya desde donde un periódico católico orienta la opinión pública está por encima de las engañosas conveniencias del momento y solo anhela proyectar sobre el tiempo de los criterios eternos que siempre han sido, en fin de cuentas, los únicos que orientan y salvan a hombres y pueblos.