Pasado mañana, e de septiembre, es el día de S. Pío X Fundador y Patrono de la Diócesis. En el Pontificado de San Pío X, el 11 de febrero de 1913, fue erigida con la Provincia Eclesiástica de El Salvador, la Diócesis de San Miguel. Por eso al ser elevado al honor de los altares en 1954, esta Diócesis suplicó a la Santa Sede su Patrono que fue concebido por decreto del Papa Pío XII el 30 de agosto de aquel mismo año.
No podíamos contar con una gloria más grande. Ser una Diócesis fundada y amparada por uno de los más grandes Pontífice de la historia. Pobre de origen José Sarto, era hijo de un alguacil de Riese; pero ascendido al sacerdocio la Providencia divina lo llevó por todos los grados del ministerio para adentrarse de todas maneras en el corazón de la humanidad: Coadjutor de Tombolo (1858-1867), párroco de Salzano 1894), Patriarca de Venecia (1894-1903), Sumo Pontífice que cambia su nombre en Pío X (1903-1914).
Al salir de su primera audiencia con el nuevo Papa, todos los diplomáticos comentaban: «¿Qué tiene este Papa que al solo verlo encanta con un atractivo tan irresistible e inmediato?».
Su Secretario de Estado, el célebre Merry del val comentaba la grata impresión del Cuerpo diplomático: «Tenía la Santidad» Era verdaderamente un hombre de Dios!».
Pío X es un santo, un hombre de Dios, pero con cualidades admirables de gobernantes y visión certera de los tiempos nuevos. Su lucha contra el modernismo, su actuación vigorosa frente al problema francés, su reforma de la música sagrada, la codificación de las leyes de la Iglesia, la promoción de los promoción de los estudios bíblicos, el impulso a la santificación del clero, a la enseñanza de la doctrina, a la vida eucarística, etc. Fueron vastos aspectos de su mas vasto programa: INSTAURARE OMNIA IN CRISTO.
ESTRUCTURAR TODO EL MUNDO EN CRISTO!
Fue el faro de su pontificado, sobre el tormentoso mar del siglo 20 que comenzaba. El Papa actual Juan XXIII «está convencido que el retorno a lo sobre natural promovido por el Papa Pío X, ha comenzado ya, se está realizando y ahora es necesario secundarlo, dirigirlo y facilitarlo».
Nuestras Diócesis -por este origen y por este patronato- puede saborear el orgullo santo de ser una Diócesis que brotó y vive al calor de aquel gran cerebro y corazón que puso Dios en la base de nuestro siglo. Y si «nobleza obliga», urge que todos, sacerdotes y seglares de esta Diócesis, aceptemos esa vocación de urgencia y la actuemos con generosidad.
Una Diócesis de San Pío X debe vivir sus mismos ideales: la estructuración de un mundo para Cristo.