La hora es amenazante para la humanidad.
El Padre común llama urgentemente a oración. Mañana, domingo 10 de septiembre, a las 5:30 p.m. hora de Roma (aquí 10:30 a.m.) en Castelgandolfo Su Santidad Juan XXIII celebrará una misa para impetrar la paz de las naciones y dirigirá un mensaje al mundo católico. Y desea Su Santidad «que todos los católicos se unan espiritualmente a el para pedir por la misma intensión.
Arrodillémonos pues, con el Papa y con todos los pueblos que tienen fe ante el Dios de la paz para conjurar el peligro inminente de la guerra.
El orgullo moderno no quiere ver la relación ontològica entre la actitud humilde de un hombre en oración y la paz. Sin embargo que es la paz sino «la tranquilidad en el orden?; y que es el orden sino estar cada cosa en su puesto? Y el puesto de Dios es ser Creador y Dueño absoluto de todo; y el puesto del hombre es ser criatura en dependencia absoluta de su Creador, es decir, en postura de adoración, de oración.
Por eso ha dicho el Papa que » el aspecto más siniestramente típico de la época moderna consiste en el absurdo tentativo de querer reconstruir un orden temporal sólido y fecundo prescindiendo de Dios, único fundamento en el que puede sostenerse. Sin embargo, la experiencia cotidiana, en medio de los desengaños más amargos y no raramente con testimonios de sangre, sigue atestiguando lo que se afirma en el libro inspirado: «si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que construyen». (Encíclica Mater et Magistra).
Si la humanidad entera cayera de rodillas junto al Papa en oración, automáticamente caerían las armas de todas las manos y se apagarían los odios y malos entendidos en todos los pechos, y florecería el orden y la prosperidad en los pueblos.
Al menos escuchen al Papa con redoblado fervor los pocos hombres que quedan con buena voluntad.