Eso quiere ser el Domingo Universal de las misiones que tendrá lugar mañana 22 de octubre.
Una «movilización general» de los católicos en el avance conquistador de la Iglesia. Como aquellas movilizaciones generales que proclaman las patrias de la tierra cuando están en peligro y urgen a todos sus ciudadanos estar alerta y prestar el necesario aporte personal o monetario.
Mañana…quisiera mañana- ya que no tenemos el heroísmo de vivir siempre así bajo la responsabilidad de ser miembros de una religión de exigencias expansivas- siquiera mañana sintámonos católicos «militantes»; soldados de una fe que lleva en la mano una bandera con orden expresa del Redentor de clavarla en todos los ámbitos del mundo: ID…PREDICAD…BAUTIZAD A TOSO LOS PUEBLOS…
Sintamos como un latigazo a nuestro mezquino concepto individualista y egoístico de la religión, este hecho que la Iglesia nos repite todos los años en el día de las misiones como un reproche un apremio: 1,995 millones de hombres son todavía paganos después de 20 siglos de fundado el cristianismo. Lo que equivale a dividir la humanidad en dos porcentajes redondos para dar el 40 por ciento de cristianos mientras un 60 por ciento no ha sentido la fuerza expansiva del catolicismo.
¿Por culpa de quién?
Si cada católico sintiese el apremio de Cristo, confiado a todos los que creen en él, de poner todo el mundo bajo su fe; si sintiésemos los católicos el honor de practicar una religión que es potencia expansiva y salvadora de una humanidad que parece precisamente por vivir de espaldas a la cruz, si viviéramos en esa movilización general para conquistar el mundo…hace siglos que todos los pueblos fueran cristianos.