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No.2881 Pág. 1 – EDITORIAL – A LA LUZ DEL MINISTERIO DE LA SAGRADA FAMILIA

La sagrada Familia de Nazaret es para todos los hogares cristianos fuente de inspiración y de esperanza para poderse realizar plenamente, ya que en medio de la rutina de cada día hay una sacramentalidad firmada delante de Dios.
En la Sagrada Escritura hay una verdad sociológica incrustada en una verdad eterna. «Tanto el hombre como la mujer, dejarán a su padre y a su madre y los dos se convertirán en una sola carne….(génesis)
Hay aquí un elemento de verdad eterna «LOS DOS SE CONVERTIRÁN EN UNA SOLA CARNE». y esto no quiere decir que el uno será esclavo del otro, sino formarán una unidad íntima. Ya desde el origen, Dios los hizo hombre y mujer!. Pero no son dos sino una sola carne de tal manera que «lo que Dios ha unido no lo separe el hombre»…
Esto es bien claro, que el Señor a enseñado con insistencia la Unidad del matrimonio y ese un solo hombre y una sola mujer son elementos invariables que no se pueden cambiar…
Se trata de una estructura esencial. Hay un imperativo cristiano: «amaos los unos a los otros». Este es un mandamiento que obliga si, pero es una obligación no coercitiva sino misteriosa: SEGÚN LA DIMENSIÓN DE LA DONACIÓN DE CRISTO». Como dice San Pablo.

Es que a pesar del egoísmo humano tan fuerte en el hombre y en la mujer, es necesario realizar el misterio del matrimonio cristiano como unión. Es necesario morir a la carne para convertirse en espíritu…según lo del Apóstol: «vencer al viejo hombre y revestirse del nuevo que es Cristo». Pero Cristo es el grano que cae en la tierra y produce el ciento.
El ha escogido a su esposa la Iglesia, y es su muerte la causa de la fertilidad de la Iglesia. Así debe ser el hombre, y de tal manera debe amar el hombre a su mujer.
Cuando hablemos de la autoridad del hombre sobre la mujer, que no se nos escape referirnos A LA AUTORIDAD DEL AMOR cuya fuente es el misterio Pascual de Cristo de darse y entregarse por la Iglesia.
La mujer tiene que imitar a la Virgen en su humildad y obediencia.
En el matrimonio cristiano solo existe un camino: «darse el uno al otro» porque quien se busque así mismo en el acto matrimonial tiene placer carnal pero no tiene felicidad…Es necesario darse pero también es necesario aceptar el don del otro como Cristo y la Iglesia se aceptan».
Se habla frecuentemente del fin primario del matrimonio que es la procreación y educación de los hijos, pero se deja a un lado el fin formal que es el AMOR y por el amor introducirse el misterio Cristo.
Hoy es necesario una cultura del amor y lo que pasa es que conocemos poco lo que nos dice el evangelio «ama con todo tu corazón y con toda tu mente».
Cristianamente hablando no podemos considerar la familia como una mera realidad humana sino como una realidad sacramental. La tesis más fundamental de la moral es el amor que es la forma de todas las virtudes. Sin consideramos la naturaleza de la familia cristiano no olvidemos a la SAGRADA FAMILIA DE NAZARET.

Los esposos son instrumento viviente de un sacramento, son autoridad recíproca según lo dice San Pablo a los Efesios «Sed sumisos el uno al otro en el Señor». Dentro de este ámbito comprendamos la relación que hay entre la autoridad y el amor en la familia. Porque la autoridad es siempre una función del amor que no tiene privilegios personales…La religión cristiana no reconoce derecho de dominar!.
El niño en la familia, tiene que tener la experiencia de la autoridad como la autoridad de Dios que es amor. Y la familia tiene que ser imagen sacramental de la unión de Cristo con la Iglesia.
El hombre debe saber dar una experiencia continua a la mujer de que es una autoridad recíproca la que se necesita, sellada por el mutuo consentimiento convertido en sacramento.
Este fue el secreto de la sagrada Familia de Nazaret
Y debe ser inspirado para nuestras familias ahora!.

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