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No.2901 Pág. 1 – EDITORIAL – EL CONCLAVE

Es la palabra que sintetiza esta hora de expectativa mundial.
El sentido general de ese vocablo designa un lugar cerrado «con llave».
Pero en esta hora todos, hasta los enemigos de la Iglesia, le dan su sentido católico y miran al Palacio Apostólico a donde van llegando los Cardenales para encerrarse «con llave», alejados de todo influjo terreno, a solas con Dios y su conciencia, al digno sucesor de San Pedro. «Con clave» en este sentido significa además toda una situación jurídica y espiritual en que se ambientan en estos días los Cardenales y la iglesia entera.
Jurídicamente este «clima de conclave» está regido por las sapientísimas normas de la Constitución Apostólica «Vacantis Sedis» que promulgó el papa Pío XII el 8 de diciembre de 1945. Leyes minuciosas y sanciones severas disponen allí de la Iglesias mientras dura su orfandad y detallan sobre todo las tres maneras como puede ser elegido el nuevo Pontífice: «por casi inspiración» cuando unánimemente todo el Colegio Cardenalicio aclama al elegido: «por compromiso» cuando el Sacro Colegio designa tres, cinco o siete conclavistas para que en nombre de todos elijan; y «por escrutinio» o votación secreta, cuando las dos terceras partes más un voto los cardenales presentes recaen en el elegido.
Pero más que una situación jurídica creada por leyes que tocan solo a los conclavistas, el «conclave» es un clima espiritual que debe envolver a todos los católicos que profesan en su credo: «Creo en la Santa Iglesia católica». Por en esta hora meas que nunca se siente que la Iglesia es un misterio y un milagro y por eso a pesar de estar compuesta de hombres, constituye un acto de fe. La Iglesia es objeto de fe porque detrás de esta organización visible jurisdiccional humana que es la jerarquía cuya máxima expresión es el Papa, se esconde una virtud invisible secreta, divina, siempre activa, que la identifica con la misma vida del Salvador de los hombres. Por eso la elección de su Supremo Jerarca no puede definirse con esos calificativos con que muchas veces la presenta el sensacionalismo, el cálculo humano, la publicidad, acostumbrada a elecciones de gobierno terrenos donde se bajaran partidos, candidatos, corrientes ideológicas humanas…
Los padres del Cónclave se aíslan del mundo, precisamente para expresar que esta elección transciende todas esas cosas y procede de arriba para abajo, de la inspiración del Espíritu Santo.
Cónclave significa entonces un cenáculo de oración y retiro. Que responda entonces a esa oración y retiro de los Cardenales, el retiro y la oración de todos los católicos implorando la gracia de un digno sucesor de San Pedro.

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