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No.2913 Pág. 1 – EDITORIAL – NIHIL SINE EPISCOPO

«Nada sin el Obispo es el sello de la autenticidad católica.
Toda organización, trabajo o abalanza que no tenga por base al obispo, querido por el Fundador de la Iglesia como centro de unidad diocesana, tendría que ser una organización, un trabajo y una alabanza laica, pero no católica.
«El que no está con el Obispo tampoco esta en la Iglesia; escribió desde hace siglos San CipriaNo.
Concretamente la razón de ser un sacerdote y el valor de su trabajo es el obispo. Los dos poderes que respaldan su eficiencia los ha recibido del obispo: el PODER DE ORDEN por si cual puede distribuirlo la vida sacramental al pueblo lo recibió con su carácter sacerdotal cuando un obispo le impuso las manos para ordenarlo sacerdote. Y el PODER DE JURISDICCIÓN que le confiere verdadera autoridad para predicar, para gobernar, para organizar, lo está recibiendo de la legítima «misión» que la da el Obispo el cual tiene en la Diócesis la fuente de toda jurisdicción eclesiástica, de tal manera que el Obispo puede suspenderle esos mismos poderes y en ese caso quedaría desconectado del poder jerárquico y toda su obra no sería ya la obra católica sino un simple trabajo laico, fuera de la Iglesia.
Creímos necesario refrescar estos conceptos para cumplir nuestra difícil tarea de orientar católicamente los acontecimientos. Al contener la personalidad de Monseñor Plantier, recientemente fallecido, no todos resaltan esta «episcopalidad» de su sacerdocio. No creemos que procedan con mala voluntad, pero sí es conveniente enfocar con estas luces ese sacerdocio benemérito para verlo en su plena grandeza. Si la labor de Monseñor es gloria de la Iglesia es porque tenía por base la legítima «misión» de los dos episcopados en que le tocó desarrollarla. No fuera más que una labor humana y laica, no fuera nada católica la labor de Monseñor si la hubiera realizado fuera de esa legítima «misión». El tributo en su áureas bodas sacerdotales. Nada hubiera podido hacer, dijo entonces, si no hubiera encontrado unos obispos comprensivos que me legaron su autorización para trabajar en San Miguel.
Y además de esas consideraciones teológicas, la historia tiene también que estudiar aspectos humanos para que su sacerdocio aparezca más grande entrelazando su nombre al de Monseñor Dueñas en cuyo nombre y con cuya ayuda efectiva trabaja la construcción del Instituto Católico de Oriente, la Sociedad de la Caridad, las gestiones del primer obispo en la venida de los Hermanos Maristas. Esto por no citar más que unos ejemplos que señalan la ruta para un estudio a fondo de lo que fueron los obispos de San Miguel en la vida de este sacerdote benemérito.
Benemérito, pero cuya mayor benemerencia se mide con esa regla de autenticidad católica: NIHIL SINE EPISCOPO.

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