El domingo 20 de octubre es el día que la Iglesia consagra a las misiones. Día de Oración, de generosidad. Dispersos por la redondez del globo se encuentran mil 500 millones de paganos, hermanos nuestros porque son hijos de Dios, pero que todavía no son regenerados por el Bautismo.
Mil 500 millones hombres que no conocen al Dios verdadero y su Enviado Jesucristo. Mil 500 millones sumidos en las más negras supersticiones, y en la mas torpe barbarie.
Y por la conversión de estos millones de paganos la Iglesia nos invita a la oración y a la generosidad económica. Oremos por las Misiones. Si la fe es una gracia, un don gratuito de Dios, la oración es el medio más eficaz para alcanzar esta gracia. Oremos nosotros, los que sin ningún mérito por parte nuestra fuimos llamados a la fe por el bautismo; sintamos en nosotros esa necesidad de que nuestra fe católica se expansione; esa necesidad de conquista, esa necesidad de que otros amen y conozcan a Cristo bendito a quien nosotros amamos y reconocemos como Dios.
Oremos por las Misiones: para que Dios suscite Misioneros entre fieles; para que ante la Cruz de Cristo caigan de rodillas esos mil 500 millones de paganos y se verifique el anhelo del Señor: «Que no haya más que un solo redil y un solo Pastor»…
Pero también seamos generosos. Los protestantes nos ganan a los católicos en la generosidad para con sus misiones. En El Salvador que no pesa gastar el dinero en parrandas; se le da a Dios con «goteo» para las enormes necesidades misionales. Seamos generosos ante los mil 500 millones de paganos que esperan nuestro óbolo para convertirse, abramos nuestras arcas, grandes o pequeñas, por amor a nuestros hermanos que, al abrir los ojos a la luz de la fe, sabrán bendecir nuestra generosidad.
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