Nuevos enfoques está lanzando sobre la eterna belleza de María el Concilio Vaticano II. Y estas fiestas novembrinas de la Reina de la Paz deben contemplar a la luz de ese enfoque la secular majestad de Nuestra Patrona porque así aparecerá más atrayente de nuestros tiempos.
El Concilio está destacando más que los privilegios altísimos y personales de María, su título de «Primera entre los redimidos», miembro egregio de la Iglesia, inseparable de la misma; y ha decidido incluir la doctrina que trata de la Virgen María dentro del tratado que estudia a la Iglesia de Cristo. En esta forma las dos líneas características de la teología contemporánea; la eclesial y la mariana, se ofrecen al mundo como una providencial paralela de redención.
Se invita, pues, a los hombres de hoy a practicar su tradicional devoción a la Virgen María, tomando conciencia de Iglesia, es decir, se invita a la humanidad a caminar en pos de María que se santificó por los mismos caminos que el Redentor ha trazado a su Iglesia, de la cual María es la más bella experiencia y floración.
Así hemos de contemplar la arrobadora belleza de nuestra Patrona en estas Fiestas Novembrinas. Que el fulgor de su mirada inimitable sea para los migueleños y los peregrinos una invitación para tomar conciencia de Iglesia y para tratar, por tanto, de vivir como Ella un auténtico catolicismo.