El primero de mayo es el día del trabajo y nosotros debemos descubrir con un espíritu cristiano el valor de este valor de esta Ley dada por Dios.
La Ley del trabajo por el cristiano, no solo debe ser considerada como un mero medio para ganarse la vida y el pan, sino como un valor espiritual que también le ayuda a ganarse el cielo. El trabajo es un asociarse íntimo a sus posibilidades humana, un descubrirse ante los demás y una comunión de efectos con Cristo Redentor. De modo que el trabajo y la fatiga realizan en cierta manera la perfección del hombre y lo redime.
A medida que la especialización va entrando en el campo del trabajo, el hombre puede crecer en la conciencia del mutuo servicio que existe en la sociedad. El trabajo debe tomar cada vez mas un valor comunitario. Hoy nadie puede producir con su trabajo todo lo que necesita. Debe necesariamente recurrir a los demás, en busca de aquellos que no pueden suministrarle sus manos. De este modo, el trabajo, cuyo fin primario es la obtención del propio sustento, adquiere un valor social mucho mayor, y la doctrina cristiana, una dimensión comunitaria y social. Para el cristiano, se vuelve el trabajo la expresión de CARIDAD, no solo hacia Dios a quien manifiesta su amor en el cumplimiento de uno de sus preceptos: «comerás el pan con el sudor de tu frente», sino que el trabajo es también expresión de caridad hacia el prójimo a quien prestamos servicios.
Además el trabajo cristiano encierra un valor de testimonio que no podemos olvidar. Este testimonio le es exigido al hombre por su estado de cristiaNo. en la epístola de los Efesios, San Pablo pone el trabajo entre las exigencias del «hombre nuevo» regenerado en Cristo. Trabajando, el cristiano mostrará que la obra del hombre, por más humilde que sea tiene un sentido en la vida cristiana. Es la obra de un miembro del cuerpo místico de Cristo, y como tal coopera al bien de todo el cuerpo.
Sepamos pues, encontrar a la luz de Jesús de Nazaret que fue llamado «el hijo del Carpintero», y a la luz d la Iglesia que trabaja para que nuestra caridad sea perfecta, sepamos encontrar el valor cristiano del trabajo.