El Papa Pío XI dijo en una Encíclica que el género humano ha experimentado siempre la necesidad de tener sacerdotes, es decir, hombres que por la misión especial que se les da sean mediadores entre Dios y los hombres.
Podemos decir que esta universal y constante necesidad y la existencia misma de la institución sacerdotal, con especiales matices según los distintos pueblos, épocas y circunstancias, son hechos de demuestra la historia y sobre todo la conciencia de cada uNo.
Aquí en San Miguel, y en toda la diócesis la escasez de sacerdotes es tremenda, y es necesario que cada día más nuestros católicos tengan mayor conciencia de este problema que afecta a todas las capas de la sociedad y al que no se puede ser indiferente.
Nos toca no solo echar la responsabilidad a la Jerarquía, o al Comité vocacional, sino que todos debemos de sentirnos activamente responsables.
Esa responsabilidad la podemos considerar en un triple plaNo. Primero responsabilidad ante Dios que nos pedirá cuenta a cada uno para ver que hemos hecho por las vocaciones, por el seminario y por los sacerdotes. Solo exigimos? solo criticamos al sacerdote? O solo nos servimos de él como un ser que nos es útil, o como si fuera un Taxi?…
En segundo lugar, nuestra responsabilidad ante el problema vocacional es una responsabilidad ante la Iglesia. Sin sacerdotes ni la iglesia puede existir, como tampoco podría existir la Iglesia sin seglares, sin almas que salvar. El Concilio Ecuménico está actualmente insistiendo en que los sacerdotes y los fieles deben trabajar juntos y deben comprenderse y ayudarse. Es necesario tener apóstoles seglares, dirigentes católicos. Pero para todo esto la Iglesia necesita vocaciones sacerdotales y necesita sacerdotes.
La tercera dimensión de nuestra responsabilidad cristiana ante el problema vocacional es social. Tenemos que responder a la sociedad actual y sobre todo a la sociedad futura de la escasez del sacerdote. ¿Hemos hecho social y comunitariamente un esfuerzo para buscarle solución a este problema? Sin sacerdotes viene necesariamente un desequilibrio moral en la sociedad, que afecta a la familia, que afecta al niño, al joven, a la mujer…Qué podríamos responder a nuestros hijos y a los que hoy son jóvenes y que