Dos hechos se destacan en esta semana en la fecunda actividad de San Salvador, Paulo VI: la publicación de su primer encíclica, titulada según sus palabras iniciales «ECCLESIAM SUAM», y su visita en helicóptero a Orvieto.
El contacto de un Pontífice moderno con la ciudad medieval donde un antecesor suyo, Urbano IV estableció la fiesta del Corpus en 1264, hace pensar en la maravillosa continuidad de la misión de esa Iglesia que ayer y hoy siempre sigue siendo la portadora autorizada de un mensaje por ser eterno es perennemente actual.
«Para nosotros los modernos-decía el Papa en Orvieto- formamos en la mentalidad racional e imaginativa, resulta difícil admitir la realidad que la Eucaristía nos presenta. ES NECESARIA LA FE».
Y porque es necesaria la fe, para recibir ese divino mensaje de salvación y porque los tiempos actuales ofrecen obstáculos especiales a esa fe, la Iglesia va en ansiosa búsqueda de rutas de contacto para despertar en la humanidad el sentido de la fe y hacer que llegue a todos los hombres el mensaje salvador. A esto se dedica la nueva encíclica. No viene a interferir la idéntica preocupación del Concilio y de la complicada labor de renovación eclesial, sino que nos ofrece una síntesis de los ideales modernos de la Iglesia y nos hace pensar con optimismo que al frente de toda esta santa revolución está un hombre que se propone como meta y programa de su vigoroso pontificado, «la Iglesia que debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir, la Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio.
La ridícula nota impopular en la visita del Papa a Orvieto fue la ausencia de los munícipes comunistas mientras todo un pueblo se desbordaba en el encuentro del amado Pontífice. Reflejo fiel de una humanidad sedienta de Iglesia pero presidida por mentes envenenadas de odio e impiedad- impiedad que al fin y al cabo se traduce en la proverbial ridiculez del alcalde Pepone frente al astuto Cura Don Camilo.
Estudiaremos con amor la «Ecclesiam suam». Ojalá que a la buena voluntad de acercamiento, que nos trae en sus páginas, corresponda en el corazón de todos los hombres idéntica buena voluntad de diálogo y comprensión.