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No.2970 Pág. 1 – EDITORIAL – COBARDÍA DE AMIGOS, AUDACIA DE ENEMIGOS

«Acelerar y apresurar este retorno (de la sociedad a Cristo Rey) con la acción y con sus obras sería deber de los católicos, muchos de los cuales, no obstante, parece que no tienen en la convivencia civil aquel puesto y autoridad que conviene a los que llevan delante de si la antorcha de la verdad. Tal estado de cosas se atribuye tal vez a la apatía o timidez de los enemigos de la Iglesia sacan mayor temeridad y audacia. Pero cuando los fieles todos comprendan que deben militar con valor y siempre bajo las insignias de Cristo Rey, se dedicarán con ardor apostólico a reconducir a Dios a los rebeldes e ignorantes y se esforzarán en mantener incólumes los derechos de Dios…».

Así reprochaba aquel valiente Pontífice Pío XI a los católicos de nuestro tiempo por haberse hecho cómplices con sus cobardías de la apostasía reinante. Esas palabras de fuego, escritas al instituir la fiesta con amarga actualidad en situaciones concretas de nuestra sociedad, de nuestra universidad, de nuestra política, de nuestros matrimonios, de nuestras amistades. etc.

Gracias a Dios y a la insistencia de los Pontífices sobre esos tópicos, va despertando en la conciencia de muchos hombres la convicción de que «llevan la antorcha de la verdad» y de que hace falta un catolicismo más combativo. Se va despertando en muchos aquel espíritu revolucionario que animó los mejores siglos del cristianismo, en cual nunca fue conformista con el destronamiento de Cristo y luchó siempre por volverlo a hacer reinar en el alma de los hombres y de la sociedad. Muchos católicos viven ya esta revolución y avergonzados de haber dejado el campo a los enemigos, van reclamando una posición que, dadas sus capacidades humanas su posesión de la verdad, le corresponde, «en la convivencia civil».
El Concilio está gritando que esta es la hora de los seglares. El Reino de Cristo pesa hoy más que nunca sobre los hombros de unos seglares que, avergonzados de las cobardías del pasado, estén dispuestos bajo los directrices de la jerarquía a vertebrar un mundo para Cristo Rey.

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