Todos comentan con acritud la actitud salvaje de la Barra universitaria el domingo recién pasado en el estadio de esta ciudad. El hecho viene como a subrayar los conceptos de nuestro ultimo editorial acerca de la urgente necesidad de crear una nueva universidad que salve el prestigio de la cultura salvadoreña, porque de seguir así la universidad, aun sin la venida de los rusos que tanto anhela el rector, no será más la casa de la cultura sino la incubadora de un comunismo tan eficaz como el que incubó en la universidad de Cuba la más negra traición a la Perla de las Antillas.
La presencia del Rector en el zafarrancho del domingo es un nuevo argumento de su peligrosidad para la Patria: pudo detener el desorden o no pudo. Si no pudo, dónde está su autoridad y el prestigio que cree tener entre los de su horda? Y si pudo y no quiso intervenir eficazmente, estaba de acuerdo en aquella acción de terrorismo que manchó con sangre y desorden un evento deportivo. De todos modos el Dr. Castillo ha dado un paso más en su ya larga carrera de desprestigio y para la cultura y la democracia salvadoreña su presencia en la universidad plantea un problema que exige una solución inaplazable.
Ya para la iglesia la única solución es apresurar su Universidad católica.