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No.2985 Pág. 1 – EDITORIALES – EL ESCÁNDALO DE LA DEMOCRACIA

HUBO un grito de indignación y reclamo en la voz del padre Alagiagían, el domingo pasado, cuando describía ante los micrófonos la dignidad humana pisoteada en Rusia por el comunismo.
Pero no era ya una indignación contra el comunismo. Lo que estremeció a este mensajero de la iglesia del silencio, fue la dignidad humana destrozada en estos pueblos libres.

Horrible de verdad fue aquella descripción de los despojos humanos de Rusia donde el comunismo ha destrozado la fe, la moral la conciencia, la amistad, el hogar…todo lo que ennoblece y hace digno y amable el ser humaNo. Pero se comprende que esto suceda en un pueblo esclavizado por un sistema de terror empeñado en destruir, como a un muro que estorba sus pretensiones, la dignidad de todos los hombres.
Sin embargo lo que es más horrible e incomprensible, lo que hizo estremecerse de indignación a este exprisionero de la esclavitud comunista, es que nosotros, los hombres de los pueblos libres, arrastremos voluntariamente y nos empeñemos en destruir nuestra dignidad humana. Y señalaba concretamente esa enorme cantidad de hogares desorganizados, de mujeres con hijos de distintos hombres, de manos manchadas de crímenes y robos, de juventudes anegadas de prostitución, de hogares manchados de adulterio, etc, etc.

Y en efecto, de qué sirve clamar contra un comunismo destructor de la dignidad humana, cuando aquí mismo la estamos destruyendo con el agravante de hacerlo voluntariamente?
Pensábamos en este escándalo de nuestra democracia. Porque iguales efectos denuncian iguales causas. Y si la dignidad humana en esos aspectos está arrastrada en El Salvador, los mismo que en Rusia, solo hay una diferencia: la mano que ha quitado a Dios y su ley de la conciencia del hombre y del pueblo. Allá ese escándalo del siglo veinte se llama comunismo, aquí es escándalo de una democracia inficionada de masonería.

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