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No.2993 Págs. 1 y 3 – EDITORIALES – CELEBREMOS UNA SEMANA SANTA TRIUNFAL

El moderno movimiento de la Iglesia pretende redescubrir » de acuerdo con las circunstancias de nuestra época la índole primitiva de la celebración de los misterios de la redención cristiana, muy especialmente del misterio pascual» (Conc. VaticaNo. Constitut. Litúrgica).
La «índole primitiva» de la semana santa es triunfal. Prevalece la idea de la pascua y la resurrección como meta de la cruz y la pasión. Fue la concepción medieval la que puso una índole penitencial a la cuaresma y dio aspecto lúgubre a la semana santa. La Iglesia quiere hoy volver a aquella índole triunfal.

Y no es que se desprecie la penitencia o la pasión de Cristo. Al contrario, la constitución litúrgica desea destacar los elementos penitenciales en la cuaresma moderna. Pero quiere que las penitencias de la cuaresma y las meditaciones de la Pasión del Señor sean preparación y camino para participar en el triunfo de Cristo Resucitado. La «índole primitiva» de la semana santa fue una fiesta al triunfo de Cristo y al triunfo de las almas sobre el pecado. Una pascua con Cristo resucitado y con una Iglesia compuesta por almas en gracia de Dios, he ahí la meta y el estilo de la auténtica semana santa.
Efectivamente a quien lee sin prejuicios la rica literatura de la liturgia de semana santa, nada encuentra de lúgubre. Cruz y resurrección son inseparables. La cruz y la pasión no son términos sino camino hacia el futuro. La redención que se conmemora son semana santa no termina con la muerte del redentor, sino que se corona con la Resurrección triunfal.
Y esta nota de optimismo y triunfo se advierte a lo largo de todos los días. Por ejemplo el Domingo de ramos ofrece un homenaje real a Cristo que va como vencedor decidido a su martirio, El Jueves Santo resulta de majestad imperial en la pontifical de los santos óleos, y en la luminosa misa de la Cena del Señor. El mismo Viernes Santo es una exaltación de la cruz como signo de triunfo. La quietud del sábado santo ve alborear sobre el sepulcro del Señor el júbilo de la vigilia pascual.
Volvamos pues la «índole primitiva», verdaderamente inspirada, de la semana santa. Acompañemos a Cristo en su pasión y en su cruz, muriendo también nosotros a nuestros pecados y triunfemos con Cristo mediante la vida de la gracia.
Celebramos una semana santa triunfal.

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