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No.2994 Pág. 1 – EDITORIALES – PEQUEÑAS URSS

Entre las múltiples impresiones que los sacerdotes recogen al dispersarse por pueblos, cantones y haciendas para celebrar la semana santa, nos ha conmovido especialmente esta atinada observación: Pero que la falta a ciertas haciendas y fincas para llamarse pequeños estados soviéticos? Allí encontramos los frutos del sistema soviético que tanto criticamos: familia desorganizada, destrucción de la dignidad individual perdida en aquella maza informe de trabajadores sin cultura, sin ilusión, prácticamente una esclavitud de hombres que trabajan y producen casi exclusivamente para el bienestar del patrón, etc, etc.
Cuando uno critica estas crueles injusticias sociales, inmediatamente los interesados le tildan de comunista; pero no se fijan que son más bien ellos los que hacen un comunismo práctico y una verdadera URSS del pequeño ámbito de sus propiedades. Con el agravante de que en las haciendas grandes del kremlin ya se sabe que los patronos son enemigos de todo sentimiento religioso mientras que en las pequeñas URSS salvadoreñas los patronos pagan o ayudan económicamente el sentimiento religioso de su gente, ofreciendo así a los trabajadores un concepto pobre y despreciable de una religión que devuelve en forma de limosna y ostentación lo que se debe de justicia al trabajador.
Creemos en la buena intención de las nuevas normas del salario mínimo. Significan sin duda un avance en la dignificación y liberación de nuestro pobre trabajador. Pero si, además de la ley, no se vigila con justicia su cumplimiento ecuánime, ni se procura una seria educación individual y familiar del trabajador, ni los patronos ponen más inspiración de auténtico cristianismo a sus relaciones con el trabajador, la nueva ley solo logrará empeorar el ambiente de las pequeñas URSS que burlan la democracia de nuestra Patria.

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