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No.3042 Págs. 1 y 9 – EDITORIALES – POR LA CRUZ A LA LUZ

La Iglesia no puede olvidar que es la Esposa del Varón de dolores. Todos sus esfuerzo de renovación- como los de esta hora posconciliar-consistirán siempre en esfuerzos de identificarse con el misterio de aquel sacrificio diviNo.
«La vida cristiana -enseña Paulo VI en su proto-encíclica- exigirá siempre fidelidad, esfuerzo, mortificación y sacrificio. Estará siempre señalada por la «vía estrecha» de que Nuestro Señor nos habla. Exigirá de nosotros los cristianos modernos no menores, sino tal vez mayores energías morales que a los cristianos de ayer, una prontitud para la obediencia, hoy no menos que en el pasado…
«No es la conformidad con el espíritu del mundo (ni la renuncia de la ascética, ni la emancipación de la autoridad)…a que pueda dar vigor a la Iglesia…la que pueda darle la autenticidad de su seguimiento de Cristo Señor…sino su actitud para vivir según la gracia divina, su fidelidad al Evangelio del Señor, su cohesión jerárquica y comunitaria. No es flojo y cobarde el cristiano, sino fuerte y fiel».
* * *
Que la Semana Santa con su vigoroso enfoque a la Pasión de Cristo nos haga comprender mejor la necesidad de poner en sintonía nuestra vida de cristianos con ese sacrificio, con esa humildad, con esa entrega, con ese amor.

Y no olvidemos la meta de tantas humillaciones y sacrificios. Para Cristo y para nosotros, que somos su Iglesia, significa según enseña el Concilio anunciar al mundo el misterio de la cruz y de la muerte que salvan por el dolor, misterio de Cristo que tendrá su desenlace luminoso cuando al final de los tiempos se descubra en todo su esplendor.
PORO LA CRUZ A LA LUZ.

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