Está en nuestra mesa la elegante edición del informe del Sr. Presidente Coronel Rivera, en su cuarto año de gobierno, gracias al Departamento de relaciones públicas de Casa Presidencial.
Los expertos de los diversos ramos del bienestar temporal, deberán hacer sus comentarios inteligentes y bien intencionados a las actuaciones de nuestro supremo gobierno, porque una crítica constructiva es ayudar a gobernar.
Nosotros solo queremos aprovechar la magnífica oportunidad que nos brinda esta mirada de conjunto de la indiscutible exhuberancia de nuestra Patria y de los esfuerzos de su gobierno por encauzar esos recursos hacia un verdadero bien común de los salvadoreños, para espigar, en la rica herencia humanista y cultural del Concilio, los siguientes criterios con que un católico debe enfocar esos bienes y la acción de un gobierno y de los ciudadanos.
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«Todo lo que constituye el orden temporal, es decir: los bienes de la vida y de la familia, la cultura, la economía, las artes, las profesiones, las instituciones de la comunidad política, las relaciones internacionales y otras semejantes, su evolución y progreso», tienen en sí mismo un valor propio que Dios les ha dado, pero reciben su especial dignidad por su relación con la persona humana a cuyo servicio han sido creados y por su subordinación y unificación bajo el imperio de Cristo, querido por Dios.
De esas líneas maestras de la Creación deduce el Concilio el fecundo enfoque de la acción política.
-Para reprobar «toda forma que desvíe el ejercicio de la autoridad de la prosecución del bien común para ponerlo al servicio de algún grupo o de los gobernantes» (Iglesia del mundo. n.73)
-Para señalar como meta del gobierno, cualquiera que sea su forma según el genio de cada pueblo y la marcha de su historia…formar un tipo de hombre culto, pacífico y benévolo respecto de los demás, para provecho de toda la familia humana» (Id. n.74)
-Para «alabar y estimar la labor de quienes al servicio del hombres se consagran al bien de la vida pública y aceptan las cargas de este oficio» (Id. 75)
-Para exhortar a todos los ciudadanos a prestar colaboración al gobierno, y desarrollar toda capacidad profesional en servicio de la Patria y exhortar a los católicos capaces a «no rehusar desempeñar cargos públicos, ya que por ellos, bien administrados, pueden procurar el bien común y preparar a un tiempo el camino del Evangelio» (Decreto de Seglares n.14)
-Para proclamar la necesidad de una armonía entre la iglesia y la Patria pues aunque «son independientes y autónomas cada una en su propio terreno, ambas sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre».