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No.3068 Págs. 1 y 4 – EDITORIALES – NI «DESVIACIONISMO» NI «POLÍTICA»

Es honroso pertenecer a una ideología que comparte con Cristo los honores de la persecución. Porque el odio de los enemigos es, de cierto modo, un homenaje mas sublime que el amor y la adhesión de los amigos.

Los epítetos despectivos lanzados contra la ya famosa Pastoral de Monseñor Chávez nos recuerdan los dirigidos contra Cristo, pues no son más que una expresión en lenguaje moderno de aquel mismo espíritu de egoísmo, de cobardía, de adulación rastrera, de envidia que agitó las horas decisivas de la pasión y muerte de Jesús.
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Léase con serenidad e imparcialidad la doctrina social de la Iglesia. La polémica sobre la famosa Pastoral la ha puesto de moda y ha arrancado ciertos corazones nobles esta sincera confesión: francamente muchas veces criticamos sin conocer.
Estúdiese sin prejuicios ni resentimiento la orientación socioeconómica del catolicismo. Conoscasela antes de juzgarla y sentenciarla y verá que está muy lejos de ser demagogia o política o desviacionismo aquel índice que se irguió y sigue erguido, sin declinar a izquierda ni a derecha desde que Cristo le señaló su dirección para señalar abusos y orientar hombres y pueblos: Dad al Concilio Vaticano II ha traducido a lenguaje del siglo XX así:
«La Iglesia, que no se confunde de ninguna manera con la comunidad política, por razón de su oficio y competencia y que no se liga a ningún sistema político, es signo y juntamente defensa de la trascendencia de la persona humana. La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónoma una de otra en el propio campo de cada una. Ambas, con todo, aunque por título diverso, están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres…La Iglesia no pone su esperanza al privilegio ofrecido por la autoridad civil; más aún, renunciará al ejercicio de ciertos derechos legítimamente adquiridos, allí donde con su uso se ponga en duda la sinceridad de su testimonio…séale permitido siempre y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina sobre la sociedad, ejercer sin trabas su oficio entre los hombres, y proclamar su juicio moral aun de cosas que tocan al orden político, cuando lo exijan así los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, poniendo en juego todos y solo los recursos que están conformes con el Evangelio y con el bien universal» (Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual, n.76).
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Naturalmente que para comprender un lenguaje de sinceridad hay que ser sincero. Y por eso muchos no comprenderán nunca el lenguaje de la Iglesia porque «piensa el ladrón que todos son de su condición».
2.- Apremiante llamamiento de las misiones
La renovación del Concilio ha traído un despertar esperanzador de la conciencia misional del Catolicismo. Somos la Iglesia que carga con la responsabilidad de llevar el mensaje de la salvación a todos los pueblo y a todos los hombres. Somos una Iglesia que lleva en sus extrañas el mandato, de Cristo: Id y enseñad a todos los pueblos…
El domingo 23 de octubre es el DOMUND (Domingo mundial de las misiones). No es que solo ese domingo debemos ser misioneros, sino que ese domingo demostrará como termómetro cuál es la temperatura de cada pueblo acerca de su espíritu misional.
Apremian documentos preciosos este año. El Decreto Conciliar sobre la actividad misionera de la Iglesia, el Motu propio Ecclesiae Sanctae que contreta en normas dispositivas aquel Decreto, la exhortación conjunta de la Jerarquía de El Salvador sobre la celebración del próximo DOMUND etc.
Es tan significativo este año el modo de celebrar el próximo DOMUND que podría decirse que por ese domingo podrá medirse si hemos comprendido o no el momento trascendental que está viviendo la Iglesia en esta hora posconciliar.
A celebrar pues un extraordinario DOMUND que sea índice y nuevo punto de partida de la responsabilidad misional de nuestro catolicismo.

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