Quién le hubiera dicho a Simón de Jonás, pescador de Galilea, que un brillante provenir se abría a su vida cuando Andrés su hermano le llevó la noticia : «Hemos visto al Mesías».
Y cuando por la primera vez se clavaron los ojos penetrantes de Jesús en aquella frente tostada por el sol de la playa, pero en el cual se reflejaba una gran rectitud de corazón y un carácter franco, entusiasta, dócil y humilde…el Maestro debió sonreír con la satisfacción de los futuros triunfos de su iglesia. Y desde entonces…desde la mañana aquella que Simón, no debió olvidar nunca, Simón fue designado para algo grande sin comprenderlo él.
Fijó en él, Jesús su mirada y le dijo: «Tu eres Simón, hijo de Jonás: Te llamaras KEFAS» (que quiere decir Pedro o Piedra)
Cristo ha pronunciado la palabra que corresponde al concepto eterno de aquel personaje que se va a perpetuar en los siglos.
A través del Evangelio Cristo parece modelando en la persona del pescador la gran idea del fundamento de su iglesia. Después de la confesión entusiasta de la divinidad de Jesús, Jesús le esclarece más aquella primera palabra: Tú eres piedra y sobre esta piedra edificaré mi iglesia…»
Cuando suena la hora del poder de las tinieblas y la fe de los apóstoles va a conmoverse hasta los cimientos, y hasta la misma «piedra» parecerá hundirse, Cristo afianza su idea de firmeza: «Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca , y té después vuelto, confirma a tus hermanos».
Por último a las orillas del lago en una mañana de pascua es ungida con la firmeza del amor «piedra» fundamental de la Iglesia : «Señor tú sabes que te amo. Dícele Jesús: Apacienta mis ovejas».
En el pescador de Galilea se ha encarnado la idea de Jesús: Pedro …piedra…roca…cimiento inconmovible.
Simón de Jonás: Te llamarás piedra. Y jamás nombre alguno de mortal se ha inmortalizado como el nombre que Cristo dio a Simón de Jonás.
20 siglos han pasado. Y desde estos 20 siglos hay que decir: «las llaves de Pedro son las llaves de la historia», la cual no se comprende sin ese hombre.
Mas de 260 hombres han ido engarzando sus vidas ininterrumpiendo en esa vértebra de la historia que se llama: La Silla de Pedro. Se han llamado Lino, Cleto, Juan, León, Benedicto, Pío, etc. Pero aunque distintas las fisonomías y distintos los nombres, una sola es la realidad: «Te llamarás Pedro». Así lo proclama el secretario de Breves cuando su Santidad define una canonización: «Pedro va a hablar por la boca de Pío XII». Así lo proclama en la elección de cada nuevo pontífice el primer saludo de la iglesia «Tu eres Pedro»… Así lo proclamó con humildad de santo S.S. Pío XII cuando tomaba posesión de Latrán: «En la pequeñez de nuestra persona vosotros veis a Pedro, a Pedro veneráis, cuya tremenda protestad está viviendo en su indigno heredero».
PIEDRA SERA TU NOMBRE
Bendito sea el Señor que en medio de tanto error, de tanta injusticia, de tantas claudicaciones, de tanto materialismo, de tanto egoísmo, ha colocado en medio del mundo esa piedra consistente de verdad, de justicia, de moral, de espíritu, de la caridad.
Bendito sea Dios, que en la familia humana, doliente y engañada puede erguirse hoy la valiente y amable figura de Pedro convencido y fiel a su alta misión, como acaba de decirlo con entereza S.S. Pío XII:
«Nuestros esfuerzos incesantes, perseverantes, enderezados a establecer los fundamentos y crear los requisitos morales, jurídicos, económicos y sociales de la paz, de una paz de linaje humano, no son para nosotros el resultado de consideraciones terrenas ni cálculos políticos, pues de unas y otras estamos y hemos estado siempre, alejados. La fuerza que nos guía, que nos mueve, que no nos permite en nombre de motivos temporales y terrenos hablar y actuar en forma menos clara y menos franca, es precisamente la profunda convicción de que sobre todas las consideraciones humanas, nos obliga el ineludible deber de que nuestra actitud ha de conformarse necesariamente al precepto y al ejemplo de quien confió a San Pedro y a sus sucesores el mandato de: «Confirmar a los hermanos en la fe».
O.A.R.