Suena para el mundo una hora mariana desde que la certera de S.S. Pío XII enfocado hacia la Virgen toda la potencialidad espiritual del catolicismo. Y San Miguel sobre los pasos de su tradición novembrina ha marchado al encuentro de la voluntad del Papa, haciendo de las recién pasadas fiestas de Nuestra Señora de la Paz el solemne pregrón de nuestro año mariaNo.
Los Militares
El 13 Regimiento de infantería y las largas filas de soldaros cantonales encabezaron ese desfile de Diócesis por las rutas del año mariaNo. Fue la tarde del 17 de noviembre. El viejo portón de la Iglesia de San Francisco se remozó de primavera al paso de LA REINA atariada con la gracia y piedad de su fiel camarera la Señorita Carmen Balmaceda quien desde este momento la acompaña hasta en el último parpadeo de sus triunfos novembrinos.
La catedral de gala
Y el desfile es recibido por las emotivas campanadas de catedral. El amplio pórtico del templo diocesano se abría este año con una gracia señoril mostrando por primera vez sus regios cortinajes de damasco y encaje que enmarcaban sobre un fantástico fondo, la luminosa estrella que envolvió en sus luces a la Virgen de San Miguel. Bien se nota que hoy que envolvió en sus luces a la Virgen de San Miguel. Bien se nota que hoy LA REINA tiene su «Guardia de honor». Entre las señoras que personalmente arreglaron de gala nuestra catedral, recordamos a Doña Emma de Domínguez, Doña Abigail de Giralt, Doña Elízabeth de G. Prieto, Doña Elvira de Segovia, Doña Margarita de Charláis, Doña Amalia de Quintanilla, Doña Mila de Atlschul, Doña Lela de Amaya, Doña Lety de Hernández y que sentimos no recordar. A ellas y a todas las componentes de este simpático acercamiento a causa de la Virgen de la Paz, y de su catedral nuestras felicitaciones.
Mira la estrella invoca a María…»
La sonrisa de la Virgen iluminada por la catarata de la luz de aquella estrella, hacía pensar en San Bernardo que interpreta el nombre de la Virgen como «estrella del mar» e invita a todos a abogar en pos de esa luz. Ancianos, hombres y mujeres en la plenitud de la edad, jóvenes llenos de esperanzas, niños alboreando en la existencia, todos, ricos y pobres, débiles y potentados…la inmensa caravana de la vida parecía obedecer a la invitación de Bernardo cuando desfilaron aquellos días atraídos por la luz de la ESTRELLA en cuyas ráfagas encontraron un consuelo, un aliento o confiaron una acción de gracias o una pena…Oh dulce horade la romería de la Virgen de la Paz…!
Reina de los sacerdotes
La Reina de la mies Oriental tiene una sonrisa de predilección para sus operarios de primera línea. El 20 de noviembre el Pbro. Dr. Eulogio Rodríguez rodeado del Excmo. Sr. Obispo y del clero diocesano celebraba su solemne misa de plata. El joven sacerdote Miguel Montesinos interpretó la grandeza de aquel momento- síntesis de 25 años de sacerdocio.- El Prelado en elegante diploma latino perpetuó la gratitud de la Diócesis al P. Rodríguez. Una numerosa comunión por la fidelidad del festejado rubricaba la gratitud de las almas al ministerio del sacerdocio…y en las luces de la estrella, la Virgen parecía recordar con nostalgia de cielo las palabras de Jesús: «alegraos y exultad porque vuestra recompensa es grande en el cielo».
La tranquilidad del crepúsculo acompañada por el incesante campaneo de la torre de catedral envuelve en un ambiente de piedad el templo. Es el presbítero de Monseñor, el clero y el coro salmodian el canto visperal y cuando en el cielo alumbra la estrella vespertina y en torno de la Virgen brillan los cirios de los peregrinos, qué dulces suenan los ecos seculares del «Magnificat» de María y del «Ave Maris Stella» de las almas.
El piélago de luz crece, la noche parece huir de catedral. Un rumor de plegarias y cantos lo llena todo hasta en la media noche la «Misa de los peregrinos» concentra en un solo sentimiento las plegarias de todos cuando el sacerdote inicia la Misa de la Presentación: «Salve Sancia Parens…»
Ya es el 21…y aquella noche buena transcurrida a los pies de la Virgen de la Paz desparramó su alegría por las calles de San Miguel en la alegre alborada que le prepararon los seminaristas proclamando por los altavoces en todos los rincones migueleños el verdadero de las fiestas: LA REINA!
La Solemne liturgia
Desde la media noche se ha repartido abundante la vida eucarística en las misas incesantes. Llega la hora de la pontificial. El templo es insuficiente para la multitud que se desborda por los atrios y calles adyacentes. Asisten las autoridades locales y el comité de los festejos. El dichoso Prelado de la Virgen de la Paz preside el máximo homenaje a la Reina. El joven sacerdote santaneco Pbro. Matías interpreta con una elocuencia que le nace del corazón el sentido de aquella sonrisa tan suya de la Virgen que él llamó «nacional»: es un mensaje de paz al pueblo salvadoreño…de una paz que debe comenzar en el hogar, y precisamente en el hogar migueleño. Los solemnes acordes de una misa de Mitterer ejecutada por el orfeón de catedral hacían sentir la verdad avasalladora de aquel mensaje que nuestra Virgen parecía a cada alma allí presente.
«En las riberas del mar del sur…»
La tradición migueleña se hizo carroza en las manos del Padre Rodas. En medio del nácar de una concha…sobre un mar que agitaba sus olas en tres corales y perlas…arrojada por la Providencia y traída en manos de ángeles, vino aquella caja misteriosa con el rico regalo del cielo para San Miguel» La Virgen de la Paz!. La multitud lloraba de emoción y gratitud al Señor. Y los aplausos de aquella apoteosis única en el año en San Miguel parecía rubricar un propósito: corresponder con una fe pura y operosa a las bondades de Dios y de la Virgen para San Miguel. Doña Paquita de González y Doña Berta de Barrera patrocinaron económicamente con su abnegada colecta el éxito de este trono del sacerdote artista.
Pasaron las fiestas
La Virgen regresó a su humilde residencia franciscana mientras sus hijos le ofrecen no solo los aplausos de un día que se los lleva el viento, sino el cariño macizo de un templo propio. Todos los colaboradores del éxito de estos festejos marianos sienten la satisfacción de haber trabajado, aunque anónimos, por los triunfos de esta hora de la Virgen que se inicia en el mundo con el Año Mariano Universal que pregonaron en San Miguel nuestras clásicas fiestas novembrinas.
O.A.R.