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No.2373 Pág. 1 – EDITORIAL – «MATER ET MAGISTRA»

MADRE Y MAESTRA de todas la naciones, la Iglesia Católica fundada por Jesucristo, tiende sus brazos amantes para ofrecer, a todos los que la busquen, la satisfacción de una vida más alta y una garantía de salvación…
Con ese solemne pregón comienza la nueva encíclica del Papa Juan XXIII. Se trata de una reafirmación de la postura de la Iglesia- siempre de pie y alerta para amar y orientar, como MADRE Y MAESTRA- en medio del intrincado marco histórico de este siglo social.
Hace 70 años la Iglesia, gracias a la sabiduría de León XIII y su inmortal Rerum Novarum tomó su posición de MADRE Y MAESTRA frente al nuevo siglo social. La primera parte de la nueva encíclica de Juan XXIII resume la enseñanza social de la Iglesia de estos 70 años.
La segunda parte agrupa los problemas sociales que ya fueron enfocados por León XIII, Pío XII, pero que las innovaciones modernas obligan a ulteriores desarrollos de aquellos luminosos principios. Tales son la relación entre la iniciativa privada y la intervención estatal, las nuevas formas de asociación, la retribución del trabajo, la propiedad privada, la producción…
La tercera parte es sin duda la que caracteriza a la nueva encíclica, al presentar los problemas más urgentes de este momentos, destacándose sobre todo el problema de la agricultura que urge atender en solidaridad humana y cristiana antes de que convierta a muchas comunidades humanas en un estado decadente; y el problema de proporciones mundiales de los millones de vidas humanas en estado de indigencia, de miseria y de hambre, que está reclamando el deber impostergable de las comunidades y los individuos dotados de abundantes medios de subsistencia a ayudar a todos los pueblos subdesarrollados no solo con una colaboración eventual sino con una ayuda que sea capaz de promover un auténtico progreso social.
En su cuarta y última parte la Mater et Magistra presenta al hombre y la doctrina de la Iglesia a la luz de la Revelación divina, como faro para orientar una convivencia humana digna, pacífica, fecunda: pues el Papa recuerda que «el aspecto más pernicioso de la era moderna es la tentativa absurda de construir un orden sólido y temporalmente fructìfero, prescindiendo de Dios y si es posible extinguiendo el ansia del hombre por Dios».
La cálida acogida que ha comenzado a recibir la nueva encíclica, por parte de gobiernos y pueblos civilizados, está dando razón al anuncio que el Papa hizo de esta encíclica cuando hace dos meses hablaba a miles de obreros en la plaza de San Pedro; entonces el Papa ofreció que su nuevo documento sería «Alegría de vuestros ojos, alimento sano, sustancial y delicioso de vuestras almas».
Que mejor recomendación puede hacer este modesto editorial que las palabras de Su Santidad en aquella ocasión: «Querido hijos: esperad la Encíclica con verdadero deseo y estudiadla bien».

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