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No.2366 Pág. 1 – EDITORIAL – EL PREGÓN ETERNO PARA LOS TIEMPOS NUEVOS

«PONITENTIAM AGERE» es el nombre de la nueva encíclica que el Papa Juan XXIII publicó ayer en Roma.
«HACER PENITENCIA» fue también la consigna de aquel otro Juan que anunció a los hombres de su tiempo la actitud espiritual mas apropiada en la hora solemne de la historia en que les tocó vivir, cuando llegaba a la humanidad el Reino de Dios.
Es también nuestra hora una hora formidable en que todo un mundo se restructura. Y es también hoy el Reino de Dios la única esperanza de una sólida reestructuración; y la Iglesia no ha rehuido su tremendo «liderato» y ha convocado como en las horas más decisivas de la historia a un concilio ecuménico. La nueva encíclica anteconciliar, con su pregón de penitencia, ya está indicando la sinceridad con que la Iglesia va a afrontar su íntima introspección para enfrentarse renovada a renovar un mundo.
Según su etimología – del griego «metanoia»- penitencia significa cambiar de mente, señala un modo de pensar distinto de que inspiró una vida equivocada por la maldad o el error, marca un retorno austero al cumplimiento de la ley de Dios. Y efectivamente solo una actitud así, que tome conciencia de sus propios errores y ansíe con verdad entrar por la senda de la verdad y de la santidad, es la única que puede traer verdadero renovarse de la sociedad. Un retorno a base de penitencia en el único camino por donde tendrán que volver los hombres de cualquier punto de la geografía del pecado y del error a formar el reino de la verdad y de la unidad.

La «orden del día» está dada para este año del concilio: POENITENTIAM AGERE. Ningún espíritu honesto puede hacerse sordo a este llamamiento de colaborar con su propia austeridad en la reconstrucción de un mundo mejor.

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