Una puede asistir a la misa y permanecer mudo como una piedra, o cruzarse de brazos como quien asiste a una obra de teatro chino donde no se comprende nada. Pero un cristiano verdadero no puede asistir a la misa de esta manera. No venimos a la misa para seguir el desarrollo de un espectáculo interesante, donde tenemos que estar presentes y tratar de comprender algo. Para nosotros bautizados el asistir a la misa es un PARTICIPAR y un tomar parte con todo nuestro ser al misterio de Cristo presente entre nosotros.
La misa es una participación indefinidamente renovada, a través del tiempo y del espacio, ala Cena, al sacrificio y a la resurrección de Cristo. Y cuando venimos a misa, venimos para asociarnos a este misterio.
La misa es un gran acto social que nos llama a unirnos todos juntos en torno de Cristo. La primera condición para asistir bien a la misa es la LLEGAR A LA HORA. No es bueno despreciar la primera parte de la misa porque es un diálogo que Dios entabla con su pueblo. Dios habla en los textos litúrgicos, sobre todo en la Epístola y el Evangelio. Nosotros le hablamos también, cantando nuestras alegrías en los salmos del Introito y en la Gloria. El sacerdote ora en nuestro hombre en la oración. Esta primera parte de la misa muestra nuestra fe con la palabra de Dios y aumenta nuestro amor a Dios. Ella nos prepara para celebrar la Eucaristía propiamente dicha.
En la Iglesia y especialmente a la hora de la misa, el centro de interés EL ALTAR. La misa interesa a todos los cristianos, pero no habría misa si no hubiera un altar y un sacerdote en el altar..Entonces para asistir bien a misa, es necesario también ver al altar, ver al sacerdote que celebra, sus gestos. Es necesario oír lo que él dice. No tendamos miedo de acercarnos lo más posible al altar y de rodearlo. NO NOS QUEDEMOS ATRÁS en las Iglesias habiendo lugares vacíos adelante…
En la misa el sacerdote pide por todos los que están en torno a él. Pide por el «pueblo santo», por el pueblo que es la familia de Dios, es decir por los que están rodeando el altar. Agrupémonos en torno al altar para mejor expresar que en la misa todos rezamos juntos, cada uno por todos. Nos presentamos juntos delante de Dios. Todos juntos somos pecadores y a todos Dios no salva…
En la misa hay una oración del cuerpo asociada a la del alma, y es por esto que en la misa hay gestos y hay movimientos de toda la comunidad. Con frecuencia nuestros fieles ignoran que en la oración el cuerpo es un intérprete del alma. La actitud de pie expresa la vigilancia, la actividad, la acción de gracias. Cuando escuchamos el Evangelio nos paramos, porque la palabra de dios hace de nosotros hombres libre y futuros resucitados…La actitud de estar sentados, no es en la Iglesia una simple posición de reposo…Ella expresa mas bien una facilidad de atención receptiva y contemplativa del misterio. La actitud de rodillas expresa un gesto de penitencia, de humildad y de adoración…Es por esto que la Iglesia tiene muy en cuenta los gestos comunes en la misa. Si uno exige en la misa movimientos colectivos no de un mero capricho sino para orientar la oración conforme a las fases diversas de la acción, EN UNA PARTICIPACIÓN ACTIVA Y COMUNITARIA.
La «participación de los fieles» a la misa se realiza sobre todo en la COMUNIÓN. Es verdad que la comunión del sacerdote basta para salvar la integridad del sacrificio, pero la comunión de los fieles es recomendada por ser la mas perfecta participación al sacrificio eucarístico…
La eucaristía es consagrada en el altar, pero ella es destinada a todos. Y la comunión no solo nos une a Cristo sino también a nuestros hermanos porque ella es un banquete fraternal.
Quizás cuando termine la misa tengamos la impresión de que todo a terminado…pero al contrario si nosotros hemos participado al sacrificio, ella nos traza exigencias. Y exigencias concretas para nuestra vida de caridad, para nuestra vida en FAMILIA y para nuestro TESTIMONIO SOCIAL…