El diablo es la mona de Dios. Pero quizá donde ha logrado hacerle más «micadas» ha sido en las fiestas patronales de nuestras ciudades y pueblos.
Salvas honrosas excepciones, los rimbombantes «comités de festejos patronales» poco honor hacen al Patrón, y más bien se dedican a «hacerla segunda» a la mona en sus horribles muecas y burlas a la santidad del patrón y de su fiesta.
Carnavales…bailes…jugaderas…prostitución…otros hermanos gemelos estropean por completo el verdadero espíritu de entusiasmo religioso que dio origen y da sentido a nuestras simpáticas fiestas populares. Porque nótese bien, fue la Iglesia la fecunda creadora de las sanas alegrías de nuestro pueblo; donde están las fiestas populares creadas y celebradas con constancia por los ministros de la «mano de Dios? Solo han sabido hacer las del signo que dicen que pone los huevos en nido ajeNo.
Hasta dónde habrán llegado las cosas que, en San Salvador este año, el programa de festejos hace público el rechazo de la Autoridad Eclesiástica a la tradicional contribución del «Comité de festejos» porque su Presidente ha lesionado los sagrados derechos de la Religión del pueblo (!).
Justo por el contrato aplaudir a los propulsores de las fiestas julias de Santa Ana por la cortesía con que atienden allá a los sentimientos religiosos del pueblo y por la inteligencia con que saben dar también a las fiestas profanas un ambiente de cultura y civilización.
Nuestras fiestas patronales, nacidas al calor de la Iglesia en el alma de un pueblo fervoroso serían pintorescos aspectos de nuestro folklore…poderosos estímulos de nuestras letras, de nuestra música, de nuestra cultura general…maravillosos exponentes de nuestra industria patria, si contáramos con «Comités de festejos» compuestos por gente culta, de moral sana, mas inteligentes en la comprensión del alma popular.
A pero es axioma de filosofía y de experiencia: nadie da lo que no tiene y no hay que pedir peras al olmo…Seguiremos entonces asistiendo a las vulgares mojigangas de nuestras fiestas patronales porque mediocres «comités de festejos» carecen de inventiva para darnos algo nuevo y de más cultura. Y que la mona de Dios se siga riendo del brazo con nuestros «Comités» y paseándose a su gusto sobre el rico patrimonio espiritual que nos legaron nuestros mayores y constituyen los sudores de la Iglesia.