Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

No.2963 Pág. 1 – EDITORIAL – MORALIZACIÓN VERSUS INTRIGA

El sábado recién pasado por la noche las autoridades llevaron a cabo una «operación rastrillo» que dio por resultado una «pesca» de más de doscientas mujeres de mala vida, recogidas en el conocidos e ilegales centros de la prostitución. Pero como si se hubiera atentado contra el honor de cándidas doncellas, saltaron acalorados a la defensa «distinguidos caballeros» y lo que es peor- no lo creyéramos si no fuera fidedigna la persona que nos lo dijo-hasta un profesor de un colegio de señoritas, hizo su agosto de ganancias ofreciendo los servicios de su posición política a las rufianas y a alas rameras (¡).
Tenemos que esta indigna reacción «social» haga vacilar en su noble drasticidad a nuestras autoridades; es natural que es mucho mas cómoda es pasividad que contenta al sector del vicio, pero no deben olvidar que tal posición pasiva e indolente es la hecha por nuestras autoridades, las cómplices principales de tanta «inmoralidad» del pueblo.
El pueblo sano, la verdadera sociedad, la conciencia misma de todos está de acuerdo con la vigorosa acción del sábado. Sólo nos permitiríamos agregar dos insinuaciones que nos parece que harías más eficaz la medida de nuestras autoridades: que se organice formalmente, por allá lejos, la zona roja donde quede cinscunscrita esa tolerancia como un mal menor, ya que una completa supresión del vicio, por ser imposible, solo lograría abrir más las puertas a la prostitución clandestina.

Nuestra segunda insinuación es pedir más coordinación y más logicidad de parte de las mismas autoridades pues, por una parte, de nada sirve que unos hagan la «operación rastrillo» mientras otros neutralizan la severidad, favoreciendo la «operación intriga» de los «caballeros» y de los potentados de la política; y por otra parte de nada sirve «rastrillar» los efectos si se fomentan las causas, porque juzgamos que ciertas medidas o tolerancias, como por ejemplo, las del comité de festejos novembrinos fomentando bailes y juergas en todos los barrios, no son más que incentivo y puertas abiertas a la sensualidad de nuestra juventud.
Estamos pues, con las autoridades en su noble afán de moralización, mas aún, les pedimos que sean valientes para llevar hasta sus lógicas consecuentes ese noble afán.

Leave a comment