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No.2966 Pág. 1 – EDITORIAL – EL OBISPO BAJO NUEVAS LUCES

Saludo de CHAPARRASTIQUE a
Monseñor Machado en su onomástico
La figura del Obispo se agranda bajo el enfoque de las nuevas luces conciliares. Será sin duda uno de los redescubrimientos más originales y fecundos del Vaticano II. Todavía está en fase de discusión, pero no hay duda que las conclusiones doctrinales acerca del Obispo revalorizará enormemente su figura, ya sea que se le considere aisladamente o, como es la tendencia del momento, se le vea en sus relaciones de «Colegialidad» con el Papa y los demás obispos.
Ya la clásica doctrina tradicional engrandecía a estos depositarios del triple poder de Cristo Maestro, Pontífice y Rey, para predicar, santificar y gobernar. Pero en la evolución doctrinal del Concilio se verán menos aspectos de los obispos «como seres consagrados por un sacramento específico que los vincula poderosamente a Cristo y a todo el ministerio de la Santa Iglesia, cuya responsabilidad misionera, santificadora y rectora reciben solidariamente con y bajo el Papa, al servicio del pueblo de Dios, del que forman parte como miembros escogidos».
Esta plenitud sacerdotal de los obispos no los afecta sólo y principalmente a ellos, sino que redundará inexorablemente en todos los bautizados, ya sean sacerdotes, religiosos o seglares, cuya vida eclesial existir no puede sin fundarse en el Obispo.
Esta mutua revalorarización conciliar de conceptos de Obispos y pueblo, exigirá en adelante mayores compromisos del pueblo para el Obispo, así como también del Obispo para el servicio del pueblo.

Y todos- El y nosotros- seremos a la luz de estos conceptos más culpables si el Obispo es visto en la Diócesis como el gran desconocido o el gran solitario, en vez de ser y de sentirse íntimamente vinculado con el pueblo mediante un vigoroso torrente de vida eclesia.
Todos seremos culpables porque el encuentro entre ovejas y pastor que el Concilio anhela, requiere un camino recíproco.

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