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Número 30850 – Págs. 1 y 6 – LA FAMILIA

Signo y Reclamo de Redención
Por Monseñor Oscar A. Romero
En su mensaje de Semana Santa, nuestros Obispos «anticiparon un llamamiento a todos los salvadoreños de buena voluntad», para colaborar en una campaña nacional que proyectan llevar a cabo en favor de la «educación e integración familiar».
La Redención, que la Semana Santa acaba de celebrar, inspira a los dirigentes de la iglesia, depositaria de esa Redención, una seria reflexión sobre la familia salvadoreña, cuyo «tremendo deterioro», contrasta con la voluntad y la potencia salvadora de Cristo.

«Las familias salvadoreñas -analiza el documento, haciendo claras alusiones a lamentables errores gubernamentales y a penosas situaciones sociales de actualidad- desintegradas, esclavizadas por los vicios sociales, desamparadas de leyes más eficaces y más bien, traicionadas en su moral, por los mismos legisladores de la patria, víctimas de maniobras e intereses vergonzosos del extranjero, sin vivienda o nómadas expulsados de sus propias tierras, son la imagen viva de una humanidad irredenta, que interpela, con gritos de tragedia a una sociedad que se profesa creyente en el Redentor de los hombres».
Aparece así, por contrate, la familia como signo y reclamo de un cristianismo capaz de salvarla y elevarla, toda vez que cuente con una respuesta franca y colaboración decisiva, de parte de la voluntad humana.
Por eso la voz del Episcopado que, en cumplimiento de una auténtico profetismo, no solo denuncia el mal sino que anuncia también la esperanza del bien, se vuelve optimista, al contrastar los valores muy positivos y esperanzadores, que ennoblecen a muchos de nuestros hogares, lo mismo que las realizaciones y propósitos que mucho honran a nuestros dirigentes. Esto es justo. Algunos «profetas» -de esos que abundan en nuestro tiempo, pero que tienen más de políticos que de profetas- quisieran que los Obispos se les unieran en su «profetismo de calamidades» que solo ve aspectos negativo que denunciar y jamás reconocer méritos ni esperanzas que anunciar.
Unido a la Redención del Señor, todo esfuerzo humano por salvar la familia, venga de donde viniere, «nos hace confiar con optimismo en la restauración de la familia en El Salvador».
Dada, pues la urgencia de redimir, de su trágica situación, a la familia salvadoreña y contando con esas dos fuerzas positivas: la Redención de Cristo y los valores humanos de los salvadoreños, no dudamos que la campaña nacional que anuncian nuestros Obispos y realizaran todas las fuerzas unidas de la Patria, lejos de ser una «quijotada», lleva todas las garantías del éxito.

Coincide el propósito episcopal con la reciente disposición del Papa de crear un comité pontificio para la familia. Coincide esta audaz aventura pastoral, con el más profundo anhelo de todos los hombres y de la sociedad, ya que, como observa el Concilio Vaticano II, «el bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana, está estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar» (GS 47).
Empecemos pues, a dar todo el apoyo espiritual y moral que los Obispos piden para la salvación de la familia en El Salvador. Está empeñado en esa campaña el prestigio mismo de la redención, confiada a esta Iglesia que formamos, no sólo los Obispos, sino todos los bautizados.

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