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Págs. 9 y 17 LA VOZ DE LA IGLESIA EN CENTRO AMÉRICA

II) En defensa de los Derechos Humanos
Por Monseñor Oscar A. Romero
Secretario Ejecutivo del CEDAC

Los obispos centroamericanos que se reunieron en la Antigua Guatemala la semana recién pasada, proclamaron que los inspiraba el mismo espíritu del Concilio de Medellín. Por eso «apremiados por la caridad de Cristo», terminaron la trascendental asamblea con un mensaje dirigido «a todos los hombres de buena voluntad del istmo, que sea escuchado como sincera expresión de nuestra gran preocupación por el hombre, sobre todo el pobre y humilde cuya voz no siempre se escuchaba». (n.23)

Y efectivamente, entre todos los temas estudiados en aquellas jornadas de franca revisión, «uno se destaca por su importancia en este monumento histórico de nuestros pueblos: el respeto efectivo a los derechos humanos» (n.4)

El mensaje ratifica el pensamiento de la Iglesia sobre la igualdad de todos los hombres, se alegra de coincidir con la declaración de los derechos del hombre y lamenta la triste realidad de Centroamérica tan alejada de esos principios. He aquí sus palabras:

5 Afirmamos nuevamente, como lo hicimos en el Concilio, la igualdad fundamental entre los hombres, porque todos son creados a imagen de Dios y redimidos por Cristo. Por tanto disfrutan de una común vocación y de idéntico destino. (G.S. 29)

6 Por eso sentimos la necesidad de insistir en la sincera y gran preocupación ya expresada por nosotros en Medellín (Paz. 31) de urgir el cumplimiento irrestricto, en nuestros países, de la Declaración de los Derechos Humanos, que constituye una mínima expresión de la igualdad de naturaleza y destino del hombre.

7 Nos alegra que todas nuestras naciones se adhirieron a esta declaración y celebraron recientemente el XX aniversario de la misma, como también nos alegra la acogida privada y pública manifestada en Centro América y Panamá a la sugerencia hecha por el Santo Padre Paulo VI de celebrar anualmente una jornada mundial por la paz. Sin embargo, constatamos con pena que, pese a los anterior, los derechos fundamentales del hombre no están siendo respetados ni debidamente promovidos en nuestros países».

En el próximo artículo seguiremos el pensamiento del mensaje que a continuación enumera, para denunciarlos, los atropellos de que son objeto más frecuente los derechos del hombre centroamericana. Mientras tanto quiero terminar hoy evocando un pensamiento del Papa Paulo VI.

Cuando Su santidad clausuraba el concilio en 1965 expresó la situación de una Iglesia que, en medio de un mundo olvidado de Dios y de la verdadera grandeza del hombre, había tenido la audacia de proclamar los derechos de Dios y de los hombres. Las palabras del Papa en aquella ocasión podían también ser el mejor comentario de la asamblea y del mensaje del Episcopado centroamericano: «La mentalidad moderna, habituada a juzgar todas las cosas bajo el aspecto del valor, es decir, de su utilidad, deberá admitir que el valor del Concilio es grande, al menos por esto: que todo se ha dirigido a la utilidad humana; por tanto, que no se llame nunca inútil una religión como la católica, la cual se declara toda en favor y en servicio del hombre» (Aloc. del 7 de Diciembre de 1965).

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