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Págs. 7 y 37 La voz de la Iglesia de Centroamérica

y IV) ¡ DIOS LO QUIERE!
Por Monseñor Oscar A. Romero
Secretario Ejecutivo del CEDAC
Como un «¡Dios lo quiere!» de aquellas cruzadas que enardeció a tantos valientes en defensa de los santos lugares, termina el mensaje de la asamblea plenaria de los episcopados de Centro América. Las sombras y los peligros de nuestra realidad centroamericana, lejos de sembrar pesimismo, se convierten en un «signo de los tiempos» que inspira a los obispos «aceptar con humildad la parte de responsabilidad que nos responder en tan dolorosa situación …y hacer una apremiante llamado:

19 A los organismos ejecutivos, legislativos y judiciales, responsables de los destinos nacionales: pedimos adoptar sin vacilación todas las medidas tendientes a lograr que la violencia y el atropello a los derechos humanos, cedan a un intensivo y audaz esfuerzo para hacer que el desarrollo de nuestros pueblos constituya una auténtica liberación del hombre.

20 A las fuerzas armadas, policía y demás fuerzas de seguridad, instamos a que ajusten sus actuaciones al servicio único y exclusivo que les compete.

21 A los sectores de empresa, fuerzas de producción y en general a quienes con su trabajo promueven el engrandecimiento de nuestras comunidades nacionales, urgimos un rector y generoso sentido de justicia social.

22 A los padres de familia, a los maestros, a todos los que tienen a sus manos la formación, orientación y desarrollo de los hombres, les exhortamos a insistir en la necesidad de una educación liberadora, que prepare al hombre para el pleno ejercicio de sus deberes y derechos en una sociedad en desarrollo.

23 A la juventud, fuerza que concentra en sí la esperanza de un mundo verdaderamente libre, pedimos que, sin claudicar en sus convicciones agregue un alto sentido de solidaridad humana a sus esfuerzos de liberación.

24 A quienes en estos momentos empuñan las armas y se han colocado en bandos antagónicos; a quienes ya han ensangrentado sus manos en estériles luchas fratricidas, les conjuramos, en nombre de Dios, que mediten en las graves consecuencias de su actitud y les suplicamos, con palabra vehemente que pongas sus energías y anhelos al servicio de la paz que se construye con el esfuerzo común.

25 Y en fin, queremos que nuestra voz llegue a todos los sectores sociales, sin distinción de credos políticos ni religiosos. Apelamos especialmente a los cristianos comprometidos, laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas, para que abandonando nuestra posición de insensibilidad ante tanto atropello a la persona humana, iniciemos un movimiento de justicia, de concordia y de paz que edifique sobre el amor una Centro América y Panamá, integradas en la comunión de un único destino una correponsabilidad solidaria en el futuro de nuestras generaciones.

Que con la gracia del Señor y bajo la protección de María, Madre de la Iglesia, nuestro mensaje de pastores sea, signo de compromiso que asumimos ante Dios y nuestros hermanos.

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