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Pág. 6 EL VERDADERO «MEDELLÍN»

Por Monseñor Oscar A. Romero
Obispo Auxiliar de San Salvador

Según la categoría de los propagandistas así se hace un ambiente bueno o malo a un producto. Y eso mismo les ha pasado a los Documentos del Concilio y de la Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín del 24 de agosto al 6 de septiembre de 1969. Tales documentos no solo han tenido magníficos intérpretes de su espíritu, sino que han surgido, quizá en mayor número, muchos «charlatanes» que los presentan como pretexto para solapar sus extravagancias.

Lo que quisieron los obispos del contienen, reunidos en Medellín, fue aplicar el espíritu del Concilio Vaticano II a la realidad de América Latina. Por eso resulta imposible hablar con exactitud de «Medellín» sin un honrado conocimiento de los documentos conciliares; es decir comentar sin conocer lo que se comenta.

No es extraño entonces que un «Medellín» leído u ídolo sin tener en cuenta el soplo del espíritu que animó el Concilio y sin el ambiente de reflexión y oración que inspiró a nuestros obispos, resulta para muchos como dice Monseñor Pironio (y éste sí es buen intérprete de Medellín) «una invitación a la violencia, olvidando que el único camino de un cambio verdadero pasa siempre por el corazón de las bienaventuranzas del evangelio». Tampoco es extraño que otros, por reacción contra los primeros o por no querer convertirse, consideran a «Medellín» como una palabra prohibida, como si la Iglesia se hubiera olvidado de Jesucristo y hubiera adulterado la palabra de Dios».

El verdadero «Medellín» -como el Concilio Vaticano II, observada naturalmente la distancia que por categoría y validez separa ambas expresiones del magisterio-, hay que leerlo y meditarlo «como si fuera una fuerte invitación a la conversión personal». Recuérdese que el Medellín no solo se escribió de sociología; fueron la teología, la liturgia, la pastoral, la catequesis, etc., las que, unidas en una sola preocupación renovadoras posconciliar, trabajaron los 16 documentos que perfilan los aspectos de renovación que necesitan hoy la Iglesia y el hombre en Latinoamérica.

«Medellín», el verdadero, es un verdadero Pentecostés en nuestro continente. El espíritu marcó allí la hora y descubrió el verdadero rostro de la Iglesia de Cristo, encarnada y dando respuesta a nuestros pueblos. Frente a ese verdadero «Medellín» ambas posturas son un pecado contra el Espíritu Santo y contra la Iglesia de Cristo: la postura que se vale de «Medellín» para blandir rencores y odios sociales, y la postura del que cierra sus oídos, sus ojos y su corazón a la voz del Espíritu que invita a la conversión de corazón para realizar con un corazón renovado según Dios, los cambios que necesitamos con urgencia. Cuando el Espíritu de Dios habla, solo hay una postura correcta, oírlo y ser fiel a sus reclamos.

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