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Págs. 5 y 35 RESPONSABILIDAD PERSONAL Y BIENESTAR SOCIAL

A propósito de un llamamiento pastoral
Por Monseñor Oscar A. Romero
Secretario General de la Conferencia
Episcopal de El Salvador

Hay una realidad teológica que afecta profundamente a toda existencia humana y al bienestar social; y es que cada vida humana es una vocación de Dios de cuya fidelidad depende del bienestar social. Por eso han podido decir los obispos de El Salvador, al concluir su análisis sobre la situación de malestar del país: «Todos somos culpables del mal de la nación, es muy fácil denunciar las injusticias en los otros, pero resulta mas noble y mas eficaz analizar nuestras propias responsabilidades».

Esta actitud de los obispos nos parece mucho más evangélica que solo hubieran denunciado con lujo de detalles los atropellos de «los malos contra los buenos». A nuestro juicio el documento episcopal ha denunciado con suficiente y sobria claridad la represión y la violencia donde quiera que se encuentre. Y, luego, con un estilo más propio de su misión sobrenatural convirtiendo para muchos en sociología o política- los obispos han tenido el valor de mencionar el pecado, cuya tremenda influencia sobre el mal social parece que es de moda desconocer y olvidar. «¿No es verdad-pregunta el teólogo Rahner a unos sacerdotes en retiro espiritual- que en un afán de hacer sociología tenemos muchas veces la impresión de que los hombres pecan porque sufren y no más bien de que sufren porque pecaron?».

Y del reconocimiento del pecado- que es traición de la propia vocación el «llamamiento» se eleva optimista a un reclamo de conversión que, a partir de una interiorización personal, florezca en amor y justicia social y en saneamiento de estructuras. ¿No es acaso esa la verdadera misión de la Iglesia?

«Tendemos a pensar -dice otro teólogo latinoamericana, Monseñor McGrath comentando el documento sinodal sobre justicia en el mundo- que podemos reformar el orden social desde fuera. Pero no es necesario en el heroísmo del acto de denuncia o de protesta en lo que consiste la reforma del orden social. Quizá al precipitarnos desde fuera hacemos más difícil convertir desde dentro. Quizá nuestra misión es anunciar los principios de justicia, promover la doctrina al respecto, crear una conciencia; pero sobre todo, convertir a los hombres el verdadero sentido cristiano del amor y de la justicia, para que ellos desde dentro reformen y renueven. Lo contrario parece una especie de clericalismo que quiere asumir el liderazgo político, impaciente porque no se está cambiando lo que decimos que se debe cambiar».
Y porque toda vida es una vocación al servicio del bienestar social. «Todos contribuimos al bienestar de la Patria, cuando, trabajando en medio de las realidades temporales, nos inspira el amor santificante de Dios y del prójimo».

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