Por Monseñor Oscar A. Romero
Obispo Auxiliar de San Salvador
Recientemente Su Santidad Pablo VI bosquejo una interesante síntesis del pensamiento de la Iglesia en materia política. Esta circunstancia nos ofrece la oportunidad de iluminar una vez más nuestro ambiente, tan cargado de política, con la luz inconfundible de la enseñanza católica, que nuestros políticos no deben desconocer al menos como una opinión que les interesa.
EL Papa subrayó de nuevo que «la Iglesia Católica, igual que el que ha sido constituido su Pastor universal, sucesor de San Pedro, no están ligados a sistemas ni a partidos políticos alguno». No obstante esta absoluta independencia, la Iglesia, por se encargada de guardar y aplicar el concepto cristiano de la vida moral, «poner al servicio de los ciudadanos y de los hombres políticos, ante su conciencia un cierto número de criterios que considera indispensables para la realización de una política justa, fecunda y duradera que favorezca el pleno desarrollo de las personas y comunidades. Se trata concretamente de darle su justo puesto a la libertad, a la iniciativa persona, a los derechos de las personas, de las familias, de los cuerpos intermedios, sin cesar jamás de armonizarlos con sus deberes con las exigencias del bien común del orden y de la solidaridad necesarios; en una palabra, de formar un sentido de responsabilidad a todas las categorías.
Democracia difícil llamó el Papa a este conjunto de exigencias morales que pesan sobre la conciencia de un político verdadero. Para éste no puede haber otra meta que una justicia social efectiva para todas las clases. El poder público. si quiere ser eficaz y merecer el respeto de todos- tiene que ser un servicio desinteresado y honesto a todos los compatriotas.
Pero, para la Iglesia, la política, como cualquier otra actividad de servicio, solo existe un criterio: el hombre, hecho a imagen de Dios redimido y dotado de una vocación compleja que comprende cuerpo y espíritu, tiempo y eternidad. Para la Iglesia, solo será auténtica la política que tenga en cuenta los valores que implica esta realidad humana.
Por eso resumía el Papa así su pensamiento: «el valor de una política se calibra por su proyección social y por todos los servicios que puede poner en marcha: pero se trata siempre de saber qué sentido del hombre se tiene en la mente, qué puesto se confiere al respeto de sus derechos, de su dignidad, de su vida a su responsabilidad. a sus exigencias morales y espirituales, a la fraternidad y en definitiva al amor mutuo».
Democracia ddifícilen verdad. Pero será la única que puede garantizar un sólido bien común.