«Si quieres la paz, trabaja por la justicia. Este es el tema de la quinta jornada mundial de la paz, proclamado por Pablo VI para el día del Año Nuevo. Esta fórmula incisiva traduce la frase del profeta Isaías. «La paz es el fruto de la justicia». Ya no tiene validez, en el mundo moderno, el antiguo axioma, demasiado fácilmente aceptado pero que ha fracasado rotundamente: «Si quieres la paz prepara la guerra».
El tema de la jornada es actual y fundamental. Para de una realidad cierta y vivida, como es la existencia de la injusticias sin cuento que hay en toda la tierra. Recoge las aspiraciones de muchos pueblos y clases sociales, en quienes el pecado de injusticia provoca indignación y sed de luchar contra la injusticia. Es un llamado patético hacia un objetivo más concreto, en el que está en juego la supervivencia misma de la humanidad: la vinculación entre la paz y la justicia.
Como para demostrarnos hasta qué punto están unidas, la Biblia nos dice que «la justicia y la paz se ha abrazado». La paz es algo muy distinto del orden establecido o del orden a cualquier precio. Un orden aparente, sin agitaciones civiles o internacionales, pueden encubrir un desorden real. Como decía Pascal, «no pudiendo lograr que lo que es justo sea fuerte, se hace que lo fuerte sea justo».
Hoy día, especialmente los jóvenes, analizan y contestan vigorosamente todas las formas de opresión. Pero hay que proclamar bien claro que no hay justicia sin paz. Porque la justicia no lo es todo, El hecho de luchar por ella, no da todos los derechos. Hay una forma de reivindicar los derechos de los demás, que acaba de arruinarlos o hacer una sociedad injusta, restableciendo la violencia y las leyes de la jungla.
El diálogo entre los individuos y los países, por el cual cada uno renuncia a algunas de sus ventajas o derechos por un bien más alto, es la base para lograr una paz verdadera entre todos los hombres y las naciones. Pero de manera especial entre los cristianos porque, como decía el Señor, «Si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos no entraréis en el reino de los cielos».
La lucha por la justicia exige en primer lugar la victoria sobre un mismo. Se trata de practicar la justicia, antes de predicarla. La contestación contra la sociedad, debe pasar primero por la auto contestación de sí mismo.
Muchas veces es difícil, en este mundo imperfecto, hacer convivir la Justicia y la Paz. Pero es necesario hacer un esfuerzo permanente y generoso para conseguir que «se abracen», sacrificando los propios intereses económicos, sociales o ideológicos, en beneficio de una solidaridad más amplia, como es la de lograr el desarrollo dinámico y orientado hacia un objetivo preciso de toda la humanidad.
Esta acción por la justicia en el mundo, puede, luchas muchas veces, adoptar una forma negativa, ejerciéndose CONTRA algo, como ideologías, grupos, clases, partidos, sistemas político; una acción en favor de una contribución directa y positiva a la construcción solidaria, equitativa y respetuosa del hombre, en su dimensión total, y de la creación de una nueva sociedad y de un orden internacional más dignos de la persona humana y de la soberanía de los pueblos.
En resumen, se trata de DAR A LA PAZ UN CONTENIDO DE JUSTICIA Y DE DAR A LA JUSTICIA UN CONTENIDO DE PAZ.