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Nº. 1271 Pág. 3 Democracia Difícil

Recientemente Su Santidad Pablo VI bosquejó una interesante síntesis del pensamiento de la iglesia en materia política. Esta circunstancia nos ofrece la oportunidad de iluminar una vez más nuestro ambiente, tan cargado de política, con la luz inconfundible de la enseñanza católica, que nuestros políticos no deben desconocer, al menos como una opinión que les interesa.

El Papa subrayó de nuevo que la «Iglesia Católica», igual que el que ha sido constituido su pastor universal, sucesor de San Pedro, no están ligados a sistema ni a partido político alguno». No obstante esta absoluta independencia, la Iglesia, por ser encargada de guardar y aplicar el concepto cristiano de la vida moral, «pone al servicio de los ciudadanos y de los hombres políticos, ante sus conciencia, un cierto número de criterios que considera indispensables para la realización de una política justa puesto a la libertad, a la iniciativa personal, a los derechos de las personas, de las familias, de los cuerpos intermedios, sin cesar jamás de armonizarlos con sus deberes, con las exigencias del bien común, del orden y de la solidaridad necesarios: en una palabra de formar un sentido de responsabilidad a todas las categorías».

Democracia difícil llamó el Papa a este conjunto de exigencias morales que pesan sobre la conciencia de un político verdadero. Para éste no puede haber otra meta que una justicia social efectiva para todas las clases. El poder público -si quiere ser eficaz y merecer el respeto de todos- tiene que ser un servicio desinteresado y honesto a todos los compatriotas.

Pero, para la iglesia, la política como cualquier otra actividad de servicio, sólo existe un criterio: el hombre, hecho a imagen de Dios redimido y dotado de una vocación compleja que comprende cuerpo y espíritu, tiempo y eternidad. Para la Iglesia, sólo será auténtica la política que tenga en cuenta los valores que implica esta realidad humana.

Por eso resumía el Papa su pensamiento: «el valor de una política se calibra por su proyección social y por los servicios que puede poner en marcha: pero se trata siempre de saber qué sentido del hombre se tiene en la mente, qué puesto se confiere al respecto de sus derechos, de su dignidad, de su vida, a su responsabilidad, a sus exigencias morales y espirituales, a la fraternidad y, en definitiva, al amor mutuo».
Democracia difícil, en verdad. Pero será la única que puede garantizar un sólido bien común.

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